Transcripción: Caminata nocturna

Transcripción: Caminata nocturna

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Martina Castro: Bienvenidos a Radio Ambulante. Soy Martina Castro. Hoy, La Caminata Nocturna.

Mateo: Hey yo, James. James. You’re under arrest, man. Come out with your hands up.

Martina Castro: El hombre hablando en inglés por el parlante es mexicano, cien porciento, y está disfrazado como oficial de la patrulla fronteriza de Estados Unidos -el US Border Patrol, como le dicen en inglés.

James: Perfecto, aquí estamos.

Martina Castro: El hombre hablando en español es cien porciento gringo, y vive en Estados Unidos. Ambos están en un pueblito mexicano donde todo está al revés. Nuestro guía en este rinconcito de Hidalgo, Mexico va ser el gringo, James Spring. Lo vas a notar en su acento. Él quería ver cómo era caminar unos kilómetros en los zapatos de un migrante.Y es importante que James haga esta caminata porque la historia de la migración no es solo una historia mexicana, ni solo una historia latinoamericana. Es un historia estadounidense también. Aquí está James.

James: Muchas personas me van a gritar esta noche… Uno de ellos… es este tipo, Mateo. La camioneta tiene el logo de la patrulla fronteriza de los Estados Unidos en la puerta. Pero es falso. Igual de falso es el uniforme de patrullero fronterizo que lleva Mateo.

Estamos a cientos de kilómetros de la verdadera frontera con los Estados Unidos, en un pequeño pueblo mexicano. Se llama El Alberto, y es conocido, sobre todo, por una atracción turística: la simulación nocturna de un cruce fronterizo ilegal. La llaman la Caminata Nocturna.

Soy el primero en llegar y estoy esperando junto a cuarenta o cincuenta personas del pueblo – todos son actores con sus disfraces ya puestos: agentes fronterizos vestidos con camuflaje de la era de Vietnam, narcos llenos de joyas, migrantes y coyotes.

Hace unos años, en los Estados Unidos salieron algunas noticias sobre la caminata y los blogs de derecha saltaron sobre el tema. Acusaron a los organizadores de estar dirigiendo un campo de entrenamiento para migrantes indocumentados. Cuando vi las noticias quedé sorprendido — en los 20 años que he vivido y trabajado en México, he aprendido que el tema de cruzar la frontera es muy delicado. Quería ver con mis propios ojos qué estaba pasando, entonces me compré una entrada y aquí estoy.

Una de las primeras cosas que aprendo es que, en realidad, la mayoría de los que vienen a la Caminata son mexicanos. Gente de clase media y estudiantes universitarios – los que pueden pagar la entrada de 200 pesos, más o menos 16 dólares. Son gente que seguramente nunca tendrá que entrar sin papeles a los Estados Unidos. Hoy estamos esperando a un equipo de ventas de una compañía multi-nacional de la ciudad de México. Vienen a la Caminata para hacer un ejercicio corporativo de “team building” o “actividades de integración”. Tendrían que haber llegado a las 8:00. Pero ya es cuarto para las nueve. Y yo me estoy desesperando…

A nadie más parece importarle la espera. Las personas disfrazadas están bromeando, pero no entiendo sus chistes. Es que no están hablando español. Son los Hñahñu, un grupo indígena que ha estado aquí desde mucho antes que los Aztecas. La Caminata la hacen en su ejido, un territorio cedido por el gobierno federal. La tierra no es muy buena para la agricultura o la ganadería, y casi no hay trabajo en El Alberto. Así que, por necesidad, los Hñahñu se han vuelto expertos en cruzar la frontera con los Estados Unidos.

Casi todos los que me rodean ahora han cruzado. Muchos de ellos, varias veces. Tanta migración casi ha acabado con el pueblo. Solo quedan unos dos mil quinientos Hñahñu de El Alberto en el mundo – y el 80 porciento de ellos ahora vive en los Estados Unidos – en Las Vegas, o esparcidos por ciudades de Arizona y Utah.

La Caminata Nocturna es parte de un plan que tienen los ancianos Hñahñu para generar ingresos con lo que mejor saben hacer los locales –irse– para así ayudar a los que se quedan.

Bueno, habla otra vez a ver si todo sirve…

hello hello hello

Un hombre que se llama Brigilio es uno de los Hñahñu que actuará como migrante esta noche. Tiene 33 años. Es larguirucho y apenas tiene bigote. Él será mi compañero de cruce esta noche.

James: I’m wearing these clothes… are these clothes gonna work ok? Is this…?
Brigilio: Yeah looks good….

James: Le pregunto a Brigilio si la ropa que llevo puesta está bien y él me dice que sí, pero que si fuéramos a cruzar de verdad, pasaría demasiado frío con esta camiseta. Brigilio ha cruzado la frontera con Arizona cuatro veces.

Brigilio: One of my friends, her hands…

James: Me cuenta que una vez, a una amiga se le quemaron las manos por el frío. En otra ocasión, Brigilio fue asaltado a mano armada, con una cuchillada al estómago. Me mostró la cicatriz. Otras personas con las que ha cruzado se han enfrentado a cosas peores. Brigilio dice que no quiere volver a cruzar la frontera. Y yo le creo. Se ve agotado solo hablando del tema. Pero dice que no le importa recrear la experiencia para la Caminata.

Brigilio: ¿Quiere apagarlo?

James: No, vamos a dejar esto prendido porque yo creo que van a llegar pronto ¿no?

Brigilio: Sí, en unos minutos llegan…

James: En realidad, los vendedores siguen estando “a unos minutos de llegar” por más de dos horas.

James: Son pasadas las 10:30 de la noche cuando llega el autobús con el equipo de ventas. Se bajan hombres y mujeres. Unos 50, y nadie se disculpa por llegar tarde. Son un mar de camisetas polo bordadas con el nombre de una compañía multinacional que no quiero nombrar, pero que de ahora en adelante sé que jamás recibirá un centavo más de mi dinero.
La mayoría de los actores Hñahñu tomaron sus posiciones en el camino hace rato. El coyote principal – un tipo bajito, flaco- empieza —

Chiquilín: ¿Alguien tiene una idea de cómo es la Caminata Nocturna? ¿No? ¿Ni uno? ¿No les suena nada que es caminata… nocturna?

James: Nadie sabe por qué están aquí. Se inventan respuestas estúpidas. Ahora sí los odio.
Pero el coyote mantiene la calma. Él explica nuestro objetivo. Nos dice a todos que él y sus amigos nos llevarán a cruzar la frontera esta misma noche. Pero cruzar la línea no es la parte complicada –no, ese es solo el primer paso. Después de eso, el viaje será duro. Cargado de peligro.
Los vendedores parecen más como si se hubieran preparado para un viaje al bar del lobby de un hotel de cuatro estrellas, o quizás de tres.

Vendedora: No hay escaleras en el camino…

Chiquilín: No…

James: Una de las vendedoras pregunta si vamos a tener que subir escaleras por el camino, porque las escaleras podrían ser problemáticas para ella. Miro a Brigilio a ver si él odia a estas personas tanto como yo, pero no me demuestra nada. El coyote trata de recalcar la seriedad de la situación. Cruzar la frontera es solo para las almas más desesperadas.

Chiquilín: ¿Están desesperados?
Vendedores: No…

James: Obviamente, los vendedores no entienden.

Chiquilín: ¿No? Entonces podemos pasar aquí toda la noche.

James: Finalmente, el grupo se pone de acuerdo para estar desesperados.

Chiquilín: ¿Están desesperados?

Vendedores: Sí…

Chiquilín: ¿Cómo estamos ese ánimo?

Vendedores: ¡Bien!

Chiquilín: ¡Eso, vamos!

James: Así que nuestros coyotes se presentan.

James: Los vendedores aplauden después de cada uno, como si les estuvieran presentando a sus nuevos compañeros de oficina…

Y de repente, en un instante, todo cambia.

Coyotes: ¡Abajo, abajo, abajo!

James: Los coyotes empiezan a gritar que nos agachemos…es hora de moverse.

James: Todos corremos sin rumbo. Parecemos locos corriendo hacia la puerta del asilo. Brigilio y yo somos bastante rápidos. Pasamos a una docena de vendedoras. Chiquilín – el coyote principal – nos hace señas para que lo sigamos detrás de un arroyo donde nos escondemos.

James: Gritan — exigiendo silencio. Nuestros coyotes conocen el horario de la patrulla fronteriza. Nos pasa una camioneta, con luces y sirenas.

Brigilio: Let’s go James, let’s go!

James: Todos corremos hacia un edificio abandonado. Un coyote nos chifla para que nos escondamos y lo intentamos. Pero dos de las patrullas fronterizas falsas vienen hacia nosotros, y luego los agentes salen de sus camionetas. Empiezan a perseguirnos. Se acercan y estamos atrapados. Solo hay una salida, y es justo donde está la patrulla.

Coyote: ¡Rápido señores, viene la migra! ¡Vámonos!

James: Nuestros coyotes corren, así que nosotros corremos también. Cinco o seis agentes están agarrando a vendedores y luchando con ellos enfrente mío. Un agente me toca, pero logro escapar.

Patrulla Fronteriza: Let´s go guys, come on! Stop them!

James: Hay tiros – y claro, estoy seguro que no son balas de verdad– pero el ruido es muy fuerte y se siente real. Todos corremos escapándonos de la patrulla fronteriza y los perdemos en un matorral de plantas espinosas.

Solo puedo pensar, ‘What… the… fuck!’

Brigilio: ¿Todo bien?

James: Los vendedores están completamente callados. Cuando llegamos a un espacio despejado, Chiquilín hace una pausa para decirnos que tenemos que seguir moviéndonos.

Esta área es peligrosa. Brigilio y yo nos encontramos y lo sigo por un camino rocoso, estrecho… Caminamos un rato largo. Me da tiempo para darme cuenta que la patrulla fronteriza real de los Estados Unidos probablemente no hubiera anunciado su presencia con sirenas. Y probablemente no hubieran disparado a una multitud de migrantes. Esta es la versión mexicana telenovelesca del cruce fronterizo. Un cruce dramatizado. Esto es lo que vende boletos.

Pero, para los vendedores, eso no importa — ellos han suspendido por completo su incredulidad. Se ven totalmente espantados.

Hay un alambre de púas en frente nuestro. Todos pasamos por debajo y hacemos un círculo alrededor de un precipicio erosionado… y después..

Coyotes: ¡Abajo, abajo!

James: Los coyotes se empiezan a enloquecer, haciéndonos señas para que nos agachemos. Hay una fogata que está a punto de morir y también… ¿una especie de choza? ¿una casita de madera? y luego… esto:

Es un indio viejo. Pero no parece ser un indio Hñahñu sino un indio de los Estados Unidos. ¿Como un Navajo? Pero como del año 1823. Parece un personaje de una película del oeste. Con un penacho de plumas y un taparrabo. Lleva un rifle antiguo, y no está feliz.

James: Chiquilín trata de explicarle que estamos de paso, tratando de llegar al norte. El indio contesta enojado. Se arma una discusión… y yo no entiendo ni una palabra.

James: No entiendo, disculpe señor.

James: El indio dispara el viejo rifle al cielo. Aparecen más indios semidesnudos. Como guerreros. Uno lleva una lanza. Esto a mi me parece muy divertido. Como que en cualquier momento John Wayne va a llegar desde el cerro.

James: Los guerreros agarran a uno de nuestros coyotes – El Tigre, creo. Un indio apunta el arma a su cabeza. Una vendedora al lado mío está claramente entusiasmada. Ruega por nosotros, diciendo que somos mexicanos, y que estamos perdidos y solo queremos cruzar al norte.

Coyote: Que si son mexicanos…

Vendedores: ¡Sí! ¡Somos mexicanos!

James: “¿Mexicanos?” dice el viejo indio, como si fuera una palabra mágica que había estado esperando escuchar desde el principio. Nos dice que lo demostremos… cantando el himno de México. Es un momento extraño y nos cuesta asimilar lo que nos está pidiendo. Chiquilín comienza… y los vendedores se ponen a cantar.

James: Y el viejo indio nos deja pasar… con algunos tiros más al aire para espantarnos.

Brigilio: C’mon James.

James: Estamos corriendo otra vez. Corremos por mucho rato. Ya no está claro por qué estamos corriendo. Le pregunto a Brigilio si alguna vez pasó por una reservación india cuando cruzó la frontera de verdad. Una vez, dice, en Arizona. No tuvo problemas. Simplemente lo dejaron pasar.

Brigilio: C’mon, let’s go James!

James: Cuando paramos de correr, caminamos. Caminamos y caminamos. Es infinito. Y monónoto. Tedioso.
Los vendedores se ven cansados, arrastrando sus pies como prisioneros con cadenas en las piernas. Una de las mujeres parece haberse torcido el tobillo. Se está apoyando sobre otro de los vendedores para no caerse.
Me imagino que estarán deseando despedir al genio que tuvo la gran idea de organizar este viaje para el equipo.

Coyote: Tomen agua, tomen agua.

James: Hay una montaña más adelante. Le pregunto a Brigilio si ese es nuestro destino. Él dice, “sí.” Me alegro, porque parece estar cerca. Brigilio me dice que recuerda tener ese mismo sentimiento, mirando las montañas cuando cruzó la frontera de verdad.

Brigilio: You see, oh yeah, it’s close. But it’s not close.

James: “Pero no está cerca”, me dice. Le pregunto si ver a la patrulla fronteriza le trajo algunos recuerdos. Dice que no, pero que caminar tanto sí. Subimos más colinas. Más cornisas rocosas. Más caminos polvorientos. Y más barro. Todas las sacudidas hacen que mi grabadora se prenda y apague sola – y hace que pierda muchas cosas importantes.

James: Por ejemplo, no graba los sonidos de los cinco tipos que nos paran en el camino: pandilleros tatuados, como de la calle, con jeans holgados y camisetas sin mangas. Cuando no encuentran nuestro dinero, roban la comida de la mochila de nuestro coyote. Son malos actores estos pandilleros. No me convencen en absoluto.

Tampoco graba el encuentro con veinte miembros de un poderoso cartel de drogas que nos rodea. Estos tipos sí nos convencieron– lo tenían todo. Gestos grandiosos. Voces de mucho enojo. Armas automáticas que parecían muy reales. El jefe del cartel llevaba cadenas de oro, y tenía un aura de maldad. Incluso agarraron a una mujer del grupo y le dispararon en la cabeza. Los vendedores se traumaron con esto. Era uno de los actores, y los del cartel fingieron que tiraban su cuerpo por un acantilado.

Después de correr un poco más y escaparnos del cartel…mi grabadora empieza a funcionar de nuevo.

James: Era casi el final de la caminata. Llegamos a un acantilado que da a la carretera. Aquí nos encontrará nuestro transporte para llevarnos a Phoenix. Un Phoenix ficticio, obviamente.
Brigilio me dice que este es un corredor peligroso. Fuertemente patrullado por agentes de la frontera.

Chiquilín susurra que cuando esté despejado, iremos en grupos de diez.

El primer grupo de vendedores se escurre por la colina y están a punto de subirse a la parte trasera de la camioneta cuando aparecen los agentes:

James: Dos camionetas de la patrulla fronteriza los encajonan. Un agente habla por un parlante.

James: Le dice a los otros agentes que revisen a todos. Pregunta dónde está el coyote– y si hay más de nosotros. Nadie nos delata. Los suben a todos a las camionetas de la patrulla fronteriza…y se los llevan.

James: Estamos – todos – incrédulos. Hemos estado caminando por tres horas. Todos están callados.
Brigilio nos avisa que somos parte del próximo grupo. Me doy cuenta que realmente quiero llegar. No quiero ser uno de los que atrapan los agentes.

James: Tres camionetas blancas aparecen en la distancia: nuestro transporte. Treinta personas bajamos corriendo la colina. Estoy esperando escuchar las sirenas. Brigilio y yo saltamos a la parte trasera de la última camioneta. Intentamos escondernos, aplastándonos uno contra el otro. Y luego… siento que la camioneta se pone en marcha. Vamos a lograrlo.

James: Llegamos al refugio con los ojos vendados— así es como los coyotes protegen la ubicación de los refugios.

Brigilio: Now we are in Phoenix, but we need money now… We have to call our family…

James: Brigilio dice que, en un refugio de verdad, estaríamos todos amontonados en un cuarto con otros migrantes esperando que nuestros parientes paguen el saldo final a los coyotes. Y eso sería después de dos días y dos noches caminando por el desierto – no solo tres horas.

James: Pero en la Caminata, nos llevan por un camino que se siente como un campo cubierto de césped. Escucho un río en la distancia…

Chiquilín: Eso no es ni el cinco por ciento de lo que hemos vivido esta noche. Realmente lo que nosotros estamos realizando es hacer consciencia del peligro que corren al cruzar a la frontera…

James: Chiquilín da su discurso enardecedor. Un mensaje patriótico… Que los mexicanos tienen una obligación moral de quedarse en México. De no cruzar la frontera y dar toda su energía a otro país. “Denle su energía a su propia comunidad”, dice. “Hagan grande a este país”.

Chiquilín: a lo mejor no tienen esa necesidad de cruzar la frontera, pero nosotros lamentablemente aún tenemos gente todavía que tienen ese sueño….

James: Nos dice que va a contar hasta 3, y que después todos vamos a sacarnos las vendas de los ojos.

Chiquilín: Uno, dos, tres…

Vendedores: wow, ¡ay que bonito!

James: Al otro lado del río, frente a nosotros, hay una loma de unos 60 metros de altura. Está cubierta – de arriba a abajo – con cientos de antorchas encendidas. Quizás miles. La luz del fuego baila sobre la superficie del río. Es surreal.

Vendedora: Sí se puede…

Chiquilín: Un aplauso para…. (aplausos) ¿alguien me puede decir que significan estas antorchas?

Vendedor: Esperanza

Chiquilín: ¿Alguien más?

James: Uno de los vendedores lo adivina.

Vendedor: Cada vida perdida en la frontera…

Chiquilín: Exactamente. Aquellos que han perdido la vida al cruzar la frontera…

James: En el desierto cerca de mi casa en San Diego hay un terreno con cientos de tumbas con los cuerpos de migrantes anónimos que murieron del lado norteamericano de la frontera. Se calcula que desde 1994, alrededor de diez mil migrantes han muerto cruzando la frontera.
Los vendedores están realmente conmovidos por todo esto. Algunos parecen tener lágrimas en los ojos.
Chiquilín le pide al grupo que haga un círculo y que todos se den las manos. Por segunda vez esta noche, cantan el himno de México.

James: El otro mensaje de esta noche…no es sobre el futuro de México, ni sobre los peligros de cruzar la verdadera frontera. Es simplemente sobre la importancia de la Caminata Noctura, esta actuación tan elaborada, con todos sus actores y disfraces y puesta en escena … una interminable recreación de algo que ninguno de los Hñahñu quiso hacer en primer lugar. Chiquilin se dirige al grupo —

Chiquilín: llegó un tiempo en que toda la gente de nuestro alrededor nos estaban calificando ya prácticamente una comunidad fantasma. Se surgió esta idea, la Caminata Nocturna, porque en realidad nosotros no tenemos una profesion, ningún maestro, ningún arquitecto, ningún contador. Ya no queremos emigrar tanto al otro pais, porque realmente es demasiado peligroso…

James: Pero es un experimento que aún no ha generado ganancias. Promocionan estas Caminatas, pero a veces pasan semanas sin que lleguen suficientes turistas para hacerlas. Y cuando hay gente, como esta noche, el pueblo no le paga a ninguno de los actores. Esto aún no es un trabajo. La gente de El Alberto está desesperada. Pasan hambre. Y todavía dependen del dinero que manda el 80 porciento de los Hnahnu que vive en los Estados Unidos.

Algunos actores de la Caminata dijeron que, muy pronto, irán hacia el norte de nuevo…para tratar de cruzar la frontera verdadera otra vez.

Martina Castro: James Spring vive en San Diego, California y nos contó esta historia desde Hidalgo, Mexico. En julio, la Caminata Nocturna tendrá su décimo aniversario.
Gracias al programa This American Life que produjo esta historia en inglés y colaboró con esta producción en español. Pueden escuchar la versión en inglés en su página web, thislife.org.
También agradecemos a KPBS, el centro de medios públicos en San Diego, por prestarnos sus estudios.
La producción y diseño de sonido de este episodio fue hecho por mi, Martina Castro y gracias a Silvia Viñas y Camila Segura por su ayuda en la traducción y edición del guión.

Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Para escuchar más, visiten nuestra página web, radioambulante.org. Gracias por escuchar.

Créditos

REPORTAJE
James Spring


PRODUCCIÓN Y DISEÑO DE SONIDO
Martina Castro


EDICIÓN Y TRADUCCIÓN
Silvia Viñas, Camila Segura, Daniel Alarcón


SONIDO AMBIENTE GRABADO EN
El Alberto, México


FOTO
Austin Andrews / Disposable Words


AGRADECIMIENTOS
KPBS y a Ira Glass, Ben Calhoun y el equipo de This American Life


PAÍS
México


PUBLICADO EN
03/14/2014

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