Transcripción: La intérprete

Transcripción: La intérprete

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Bueno, ahora seguimos con el programa.

Hugo Chávez: ¡Viva el socialismo! ¡Viva la revolución bolivariana! ¡Qué viva el pueblo de Venezuela!

Daniel Alarcón: Este es el ex presidente venezolano Hugo Chávez… Y lo más probable es que ya tienes una opinión sobre él.

Esta mujer, una caraqueña de 30 años… tenía su punto de vista muy claro.

Gabriela: Debo decir que realmente yo no estaba de acuerdo con casi nada de lo que él decía…

Daniel Alarcón: Hasta que un día le tocó trabajar directamente con él.

Bienvenidos a Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón. Hoy, La intérprete. Una mujer que consiguió el trabajo soñado… al lado de la figura política más polémica de su generación.

Nuestra reportera es Caro Rolando. Aquí, Caro.

Caro Rolando: Conocí a la intérprete de Hugo Chávez muy lejos de Venezuela. Lejos de las plazas de Caracas donde el presidente daba sus famosos discursos larguísimos. La conocí en un restaurante en Toronto, Canadá. Comiendo comida típica venezolana. Sushi.

La voy a llamar Gabriela pues ella prefiere que no use su nombre real. Es una prima lejana, pero no la conocí sino hasta junio de este año. Mi papá había organizado una cena para presentarme a familiares que vivían en Toronto. Él estaba súper entusiasmado, pero yo estaba un poco preocupada de que no tendríamos mucho de qué hablar. Adoro a mi familia, y somos muy cercanos. Pero a veces, me siento como pez fuera del agua con algunos de ellos.

Me explico: A los cuatro años, emigré a Canadá con mi mamá y mi padrastro. El resto de mi familia se quedó en Caracas.

Mis primos en Venezuela estudiaban en colegios privados y tenían amigos que andaban con chofer y viajaban a Miami para ir de compras.

Mientras tanto, en Canadá, yo me crié en un barrio de clase media-baja, en un ambiente bastante bohemio. Mi padrastro era trabajador social y mi mamá, maestra en un colegio público. Nuestros vecinos eran obreros, artistas, y activistas sociales, y no conocía a casi nadie que tuviera un carro nuevo. No hace falta decir que yo salí medio hippie.

Y claro, cuando veo a ciertos familiares o conocidos de Venezuela, siento que no nos entendemos muy bien. Que no tenemos de qué conversar.

Pero apenas conocí a Gabriela, en esa noche del sushi, me cayó bien. Le pregunté cuál era su carrera y me dijo que era traductora e intérprete. Su esposo se entusiasmó — era obvio que estaba orgulloso de ella — y me dijo con una mirada pícara: “¡Pregúntale para quién trabajó!” Sin pensarlo mucho, le pregunté, y Gabriela me dijo, con una sonrisa, “Hugo Chávez.”

La semana siguiente nos reunimos de nuevo, y Gabriela empezó desde el principio. Me contó que su infancia no fue la típica caraqueña.

Gabriela: No vivía en un apartamento como la mayoría de los niños, sino vivía en el medio de un bosque y estaba todo el día afuera, haciendo excursiones con mis amigos, y ese tipo de cosas.

Caro Rolando: Su papá era científico. Vivían en el centro de investigaciones de Caracas. Es importante entender esto: Caracas no es una ciudad de bosques. Es una ciudad ruidosa, desordenada, llena de claxos, mosquitos, pilas de basura y merengue a todo volumen.

Y a media hora de este caos, se encontraba la casa de la familia de Gabriela, un lugar que ella recuerda como un centro intelectual.

Gabriela: Y siempre había alguien en mi casa que hablaba algún idioma. Podía ser un idioma común como el inglés, como podía ser Finlandés, cualquier cosa. Y a mi siempre me llamaba la atención eso. ¿Cómo será? ¿Cómo vivirá esta gente?

Caro Rolando: Para Gabriela, estas visitas de científicos de todo el mundo eran deslumbrantes. Le encantaba escucharlos hablar, e imaginarse cómo vivían cuando estaban en sus países.

Sin embargo, su adolescencia estaría marcada por eventos más locales.

Gabriela tenía 13 años cuando el ex militar Hugo Chávez ganó las elecciones presidenciales de 1998, un evento que se comentó bastante en el círculo social de sus padres.

Gabriela: Recuerdo que el sentimiento general era: este señor va a destruir el país, y si gana Chávez hay que irse del país, y todo va a estar muy mal, y va a ser un país comunista en muy poco tiempo.

Caro Rolando: Pero a ella no le interesaba demasiado la política. No. Lo suyo eran los idiomas y el intercambio cultural, y cuando Gabriela terminó el colegio decidió estudiar traducción e interpretación en la Universidad Central de Venezuela.

Gabriela: Yo nunca he tenido una vida normal y convencional. Y una carrera que me diera un trabajo de nueve a cinco nunca estuvo entre mis opciones.

Caro Rolando: A Gabriela le fue muy bien en sus estudios. Cuando se graduó, recibió una oferta muy interesante para incorporarse al equipo de intérpretes del presidente Hugo Chávez.

Caro Rolando: ¿Y cómo te sentiste cuando te llamó y te ofreció el trabajo?

Gabriela: Me daba mucho nervio porque sabía la importancia que eso tenía. En ese mundo de interpretación, uno tiene muy pocas oportunidades, y si lo haces mal, pues es muy dificil que te vuelvan a llamar.

Caro Rolando: Gabriela estaba consciente del choque ideológico que implicaba aceptar este trabajo. Pero para ella, eso era lo de menos.

 Gabriela: Yo no tenía nada que pensar. Eso era como el punto máximo en mi carrera en Venezuela. Y, a pesar de las circunstancias, y que yo no estuviera de acuerdo con el gobierno, yo sabía que era un paso muy importante, y que eso era lo mejor que yo podía llegar a hacer.

Caro Rolando: Me contó que estaba tan ansiosa que no durmió durante casi una semana. La mañana de su primer día de trabajo, la nueva jefa de Gabriela la llamó a la casa, y le dijo que fuera directamente al aeropuerto de Caracas.

Gabriela: Y cuando llegué al aeropuerto me di cuenta que estábamos en el hangar presidencial, y cuando veo que nos vamos a montar en el avión, me doy cuenta que es el avión presidencial. Y dije, “wow.” Pero pensé, “no, es demasiada casualidad, no creo que Chávez vaya a estar ahí, seguro que nos van a llevar a alguna parte.”

Caro Rolando: Pero cuando se montó en el avión, efectivamente estaba Chávez. Y no estaba solo.

Gabriela: Y le digo a la intérprete oficial de Chávez, “oye, ahí hay un señor que es igualito a Sean Penn.” Y ella lo primero que hizo fue morirse de la risa.

Caro Rolando: Porque, claro, era Sean Penn. El actor estadounidense había ido a Venezuela a conocer a Chávez en persona, y para aprender un poco más sobre la Revolución Bolivariana. Ese día, a Gabriela le tocó interpretar en la inauguración de un centro médico en el estado de Táchira.

El viaje debía haber durado un par de horas, pero el que manejaba el carro era Chávez mismo, el presidente de la República, al timón, y paraba cuando le daba la gana.

Paraba en cada pueblito en la ruta, y en cada casa había alguien esperando hablar con él.

Gabriela: “Señor Presidente, yo necesito una nevera, yo necesito una lavadora.” Y ese día, él sacaba una libreta negra que tenía y anotaba el nombre de cada persona y decía, “la señora Díaz del pueblo tal necesita una lavadora.”

Caro Rolando: Y si hay algo que cualquier venezolano sabe, Chavista, o no Chavista, es que a Hugo Chávez le gustaba hablar. De manera que un viaje de 2 horas, les duró 6.

Chávez no llegó al poder de la nada, y hay varias razones por las que duró tanto. Aquí hay una: En 1998, el año en que fue elegido, casi el 50% de los hogares venezolanos vivían en situación de pobreza. Nueve años después, cuando Gabriela comenzó a trabajar para el gobierno, esa cifra había disminuido a la mitad.

Por supuesto que Gabriela ya sabía que existía la pobreza en Venezuela. Si uno vive en Caracas, es prácticamente imposible no ver las miles de casas precarias construidas sobre las colinas que rodean la ciudad. Pero ver la pobreza desde la comodidad de tu carro, con aire acondicionado y vidrios polarizados, es una cosa. Otra muy distinta es pasar tiempo en comunidades rurales y conocer a la gente de manera directa. Esto es lo que le tocó a Gabriela en su rol de intérprete presidencial –y le impactó.

Gabriela: Me di cuenta que, bueno, que él había llegado ahí por algo, aunque yo no estuviera de acuerdo. A la gente del interior del país realmente nunca la habían escuchado. Nunca nadie había hablado de ellos. Nunca nadie había reconocido que ellos existían.

Caro Rolando: Y por eso también lo querían. Con la gente, el presidente era amable, empático y divertido. Y era muy espontáneo.

Gabriela: Hubo una vez que se dedicó una hora a decir todos los refranes que conocía, y eso es, no existe nada más difícil que traducir que un refrán, donde a veces no existe la traducción, y uno tiene que decir algo. O a veces se ponía a cantar. Entonces yo no sabía qué hacer. Yo decía “¿será que traduzco la canción o simplemente lo dejo que cante y que la persona disfrute?”

Caro Rolando: Trabajar tan cerca de Chávez no solo la expuso al lado humano del presidente. También le permitió ver cosas que los opositores del gobierno no veían, que en algunos casos ni se imaginaban: lo duro que trabajaba, por ejemplo, o lo inteligente que era.

Gabriela: Yo he siempre he dicho que el mayor error de la oposición al principio del gobierno de Chávez fue subestimarlo. La oposición jugó a que Chávez era un bruto, y Chávez era mucho más inteligente que todos ellos. Chávez era una persona muy culta, leía muchísimo, y siempre estaba al tanto de todo lo que estaba pasando en todas partes del mundo. Se puede decir mil cosas de Chávez, pero que era bruto, no se puede decir.

Caro Rolando: A pesar de trabajar con el presidente, Gabriela seguía considerándose como parte de la oposición. Pero a simple vista, parecía otra cosa. A veces, por cuestiones de trabajo, Gabriela salía en fotos con oficiales del gobierno. Se veían panas, como diríamos en Venezuela. Entre sus amigos y familiares de la oposición, había muchas dudas.

Gabriela: Hubo familiares que nunca les agradó demasiado la idea o que, de vez en cuando me decían “¿Cómo puedes hacerlo? ¿Cómo tienes el estómago para realmente enfrentarte a todas esas personas y no decir nada?”

Caro Rolando: No decía nada, por una simple razón: era su trabajo. Pero más allá de eso, me explicó, tenía una convicción: que todos tienen derecho a su opinión política. El chavista, el opositor, y los que están en el medio.

Gabriela: En Venezuela tu no puedes decir eso de que tienes amigos del otro lado de la política, ni nada de eso, porque hoy en día está tan polarizado todo, la vida está tan dividida, que realmente tener un amigo del otro lado es casi impensable.

Caro Rolando: Pero para Gabriela sí era factible. Ella sí tenía amigos en ambos lados, y de todo lo que me contó, quizá ese detalle fue uno de los que más me sorprendió.

Un día fotografiaron a Gabriela al lado de Sean Penn en un evento donde acompañaron a Chávez. La imagen salió en varios periódicos nacionales. Ella tenía puesta una camiseta roja, que en Venezuela, es como anunciar públicamente tu apoyo a la revolución bolivariana. Pocos días después, una página web satírica usó la imagen para burlarse del régimen…

Gabriela: Y un conocido – ni si quiera un amigo – me lo mandó por correo, diciendome, “¿Qué es esto?”

Caro Rolando: La tira cómica tiene cinco escenas y se llama “Sean Penn vino a cobrar algunos pagos atrasados”. La idea es que Chávez le da la bienvenida a Sean Penn llamándolo Deniro, por lo que el actor lo corrige y además le reclama que el cheque que le había dado, rebotó. El presidente le asegura que eso es un fenómeno común en Venezuela y ahí es cuando sale la foto de Gabriela.

Gabriela: Ahí me ponen como apoyando al gobierno, como que yo estoy ahí diciéndole a Sean Penn que Chávez le va a dar dinero, y esas cosas. Claro, yo entiendo que es una caricatura, pero fue un poco asi, como “¡esa no soy yo!”

Caro Rolando: De hecho, la foto no representaba nada más allá de lo que se veía en ella: Gabriela sencillamente haciendo su trabajo. Es más, a pesar de que seguía siendo intérprete de Chávez, no dejó de ir a manifestaciones de la oposición. A mi me sorprendió muchísimo esto, y le pregunté si no le daba miedo que alguien del gobierno la viera, y que eso hiciera que perdiera su trabajo.

Gabriela: Hay que poner las cosas en perspectiva, ¿no? Tu ibas a la protesta y no sabías si ibas a salir vivo o no vivo, entonces… cuando te dicen ‘o pierdes la vida, o pierdes el trabajo’. Bueno, el trabajo no era realmente tan importante, no?

Caro Rolando: Lamentablemente, no era solo en las protestas en las cuales Gabriela sentía que su vida corría peligro. En los últimos 5 años, la inseguridad en Venezuela ha crecido exponencialmente, o así lo declaran algunas organizaciones no-gubernamentales. Entre el 2009 y el 2013, el número de homicidios aumentó en un 54%, de acuerdo a la ONG Observatorio Venezolano de la Violencia. Las últimas estadísticas de este grupo dicen que en el 2013, casi 25 mil personas fueron asesinadas en Venezuela, aunque el gobierno actual disputa estas cifras.

Pero esos son detalles. Nadie -ni el gobierno, ni la oposición- va negar que en Venezuela la delincuencia ha llegado a niveles alarmantes.

Gabriela: No conozco a nadie que no haya sido afectado de alguna manera por el hampa y por el crimen. A mi me asaltaron varias veces, a mi esposo también, a una amiga mía la secuestraron, a mis padres les robaron la casa, se metieron a robarles en la casa, etcétera, etcétera.

Caro Rolando: Y esta violencia también es legado de Chávez.

Puede ser aterrador vivir en Caracas hoy en día. Gabriela y su esposo lo sentían. Y como muchos caraqueños, se adaptaron. Ya no iban al cine por la noche. Si los invitaban a cenar, sugerían almorzar para no salir tarde. Y como muchas parejas, adoptaron el hábito de textearse constantemente para asegurarse que estaban bien.

Gabriela: Claro, realmente cuando te das cuenta de cómo estas viviendo, auto-secuestrado en tu casa porque no puedes salir, te das cuenta que te tienes que ir.

Caro Rolando: Y así fue.

En diciembre del 2010, Gabriela dejó su trabajo de intérprete y emigró a Toronto con su esposo. Era lo que habían querido por mucho tiempo: la posibilidad de vivir tranquilamente.

Claro, emigrar de Venezuela no es ni fácil ni barato. Gabriela y su esposo son de los pocos venezolanos privilegiados que pueden escoger no vivir en su país de origen. Lo cual no significa que están desconectados.

Dos años y medio después de emigrar a Canadá, el ex-jefe de Gabriela, el presidente Hugo Chávez, murió.

Nicolás Maduro: A las 4:25 de la tarde, de hoy 5 de marzo, ha fallecido el comandante presidente Hugo Chávez Frías.

Caro Rolando: Miles de venezolanos salieron a las calles, clamando el nombre su fallecido líder. Al mismo tiempo, miles de venezolanos de la oposición celebraron.

Y Gabriela no sabía qué sentir.

Gabriela: Fue un shock bastante grande. Fue el final de una era, realmente. El final de una etapa súper importante en la historia de Venezuela, quieran o no, y que, él cambió la historia, realmente.

Caro Rolando: Y sí, Hugo Chávez cambió la historia de Venezuela… Y tal vez, esto es lo único en lo que ambas partes están de acuerdo.

Daniel Alarcón: Caro Rolando es una periodista basada en Toronto, Canadá.

Esta historia fue editada por Silvia Viñas, Camila Segura, y por mi, Daniel Alarcón, y mezclada por Silvia.

El equipo de Radio Ambulante incluye a Silvia Viñas, Camila Segura, Martina Castro, Claire Mullen, David Pastor, Diana Buendía, y Constanza Gallardo. Carolina Guerrero es nuestra directora ejecutiva.

Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Para escuchar más, visita nuestra página web, radioambulante.org. Con esta historia terminamos la temporada del 2014, pero volveremos en enero con mucho más. Tenemos grandes planes para el 2015.

Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

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Créditos

PRODUCCIÓN
Caro Rolando


EDICIÓN
Silvia Viñas, Camila Segura y Daniel Alarcón


DISEÑO DE SONIDO
Silvia Viñas


FOTOGRAFÍA
Bernardo Londoy, bajo licencia Creative Commons 2.0


PAÍS
Venezuela


PUBLICADO EN
12/08/2014

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