El niño millón – Transcripción

El niño millón – Transcripción

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[Daniel Alarcón]: Bienvenidos a Radio Ambulante desde NPR, soy Daniel Alarcón. 

 

Hoy nos vamos a Panamá. Es 1957 y Alberto Velásquez recorre el país de punta a punta en una camioneta Chevrolet. Viaja con un chofer experimentado que conoce cada región. 

 

Transitan unos mil kilómetros en doce días. Es invierno, son días lluviosos y muchos caminos están tapados de lodo. Pero nada los detiene. Llevan un altoparlante en el techo y en cada pueblo al que llegan, Alberto toma el micrófono y desde la cabina de la camioneta repite el siguiente mensaje: 

 

[Alberto Velásquez]: “Señoras y señores. Atención, mucha atención de parte de la Dirección de Estadística y Censo de la República de Panamá. Le queremos dar un mensaje a todos, por favor. Registre a tiempo el nacimiento de su hijo. Si lo registra a tiempo su hijo puede ser el Niño Millón”. 

 

[Daniel]: En tiempos en que los diarios y la radio no llegaban a todos los hogares, el altoparlante de Alberto era la forma de garantizar que este mensaje del gobierno fuera escuchado por la mayor cantidad de gente posible.

 

Alberto hoy tiene 82 años. Es periodista, dirigió varios medios y fue gobernador de la provincia que abarca la capital y sus alrededores en los ochenta. Pero en 1957 era un joven de diecinueve años recién graduado de periodismo. Estudiaba también ingeniería y había conseguido un puesto como director de Relaciones Públicas en la Dirección de Estadística y Censo. Y el parlante, o la bocina, como se dice en Panamá, era su principal herramienta de trabajo.

 

[Alberto]: Me acuerdo que era muy potente, muy potente. Una bocina hacia adelante y otra hacia atrás. Veíamos una choza por allá lejos y nos íbamos hasta por allá.

 

[Daniel]: El país estaba por llegar a su primer millón de habitantes y desde la Dirección les preocupaba una cosa: en esa época no era costumbre registrar a los bebés al nacer y eso dificultaba llevar una estadística confiable. 

 

[Alberto]: Fue una deficiencia permanente que había en materia de registro, porque la gente, no lo hacía a tiempo. Hay mucha gente que prácticamente de viejo fue que se vinieron a registrar.

 

[Daniel]: Entonces desde la Dirección decidieron hacer una fuerte campaña para incentivar el registro de recién nacidos. 

 

[Alberto]: Tuvimos reuniones en donde había el niño millonésimo, el niño del millón, un montón de nombres. Y se acordó que lo más práctico era una frase corta, en materia de… de publicidad y materia de… de comunicación pudiera ser bien aceptada: Niño Millón. 

 

[Daniel]: Niño Millón. A Alberto lo eligieron como vocero de la campaña. Y para convencer a los panameños de que registraran a sus hijos, hicieron algunas promesas. 

 

[Alberto]: Se habló con el Gobierno, el gobierno prometió educación. Y entonces ya ahora sí podíamos decir: el niño va a tener su educación asegurada. El Gobierno le va a pagar los estudios. Y va a ayudar a la familia. 

 

[Daniel]: Las empresas privadas también se sumaron a la campaña. Era una buena forma de promocionar sus productos.

 

[Alberto]: Las grandes empresas de leche, las que producen algunos artículos para niños, ofrecieron su aporte. Algunas casas comerciales, ofreciendo también al niño sus vestimentas y todo una serie de… de ayuda, ¿no? 

 

[Daniel]: Todo indicaba que el Niño Millón sería un bebé con suerte. Pero la historia, como siempre, es más complicada.

 

Nuestra productora Aneris Casassus nos sigue contando.

 

[Aneris Casassus]: Para determinar quién sería el Niño Millón los profesionales de la Dirección de Estadística y Censo hicieron un cálculo. En un papel anotaron un día y una hora. Según la proyección, el niño que naciera en ese momento sería el habitante número millón de Panamá. 

 

[Alberto]: Porque eso estaba calculado de acuerdo con el registro de los nacimientos, las defunciones, las enfermedades, en fin, una serie de elementos que se toman en cuenta para hacer los cálculos.

 

[Aneris]: Guardaron la fecha y la hora del nacimiento en un sobre secreto en una caja de seguridad del Banco de Panamá. Solo las autoridades de la Dirección y quienes habían hecho la cuenta sabían cuál era la hora “M”, la hora del millón. Ni siquiera Alberto que trabajaba ahí conocía el dato. 

Alberto había llegado a decenas de pueblitos en su recorrido por todo Panamá. Uno de ellos era Ocú, en la provincia de Herrera, la más pequeña del país. 

 

[Alberto]: Es una… una población muy humilde. Productores agropecuarios. Más que todo ganaderos y un poco de… de caña de azúcar y muy pocas hortalizas también. Pero básicamente era área de ganado, ¿no? Ocú.

 

[Aneris]: En un caserío un tanto alejado de este pueblo, la madrugada del cuatro de septiembre de 1958 -casi un año después del viaje de Alberto- Florentina Guevara empezó a retorcerse del dolor. Tenía dieciocho años, estaba embarazada de su segundo hijo y las contracciones anunciaban que el bebé estaba por llegar. Su pareja, Pablo Aizprúa, salió corriendo en medio de la noche a buscar a una vecina experta en asistir los partos de las mujeres del lugar. Llegaron a la casita, acomodaron la cama y unos instantes más tarde Florentina dio a luz a Cándido Aizprúa Guevara. 

 

Este es Cándido:

 

[Cándido Aizprúa]: Yo nací digo en un rancho, de paja. Eso es un campo que si acaso habían como veinte viviendas era mucho.

 

[Aneris]: En los días siguientes Pablo tomó su caballo y fue hasta Ocú para inscribir a su pequeño hijo. 

 

No era una costumbre muy arraigada en su comunidad, pero decidió hacerlo porque las autoridades venían advirtiéndoles a los campesinos que debían registrar a sus hijos. Había oído de pasada algo sobre el Niño Millón, pero Pablo no le había dado mucha importancia al asunto. Simplemente hizo el trámite y volvió a la casa con el documento del pequeño Cándido. 

 

A medida que se iban registrando los nacimientos, el corregidor de Ocú, y todos los corregidores del país, enviaban las listas a Ciudad de Panamá. Eran los funcionarios encargados de este tipo de trámites en aquel momento, algo similar a lo que sería un juez de paz. 

 

Pero situémonos en la época, a finales de los cincuenta lograr que la información llegara rápido no era cosa sencilla. Este es Alberto de nuevo:

 

[Alberto]: Se hizo también una especie de organización logística, con los hospitales, con todas las provincias del país para que mandaran a tiempo todos los registros.

 

[Aneris]: Pero sorprendentemente, el operativo funcionó bastante bien. Todo llegó relativamente rápido. 

 

Poco más de un mes después del nacimiento de Cándido, las autoridades de la Dirección de Estadística y Censo se dispusieron a abrir el sobre lacrado que contenía la hora “M” tal cual lo habían planeado. En el papel se leía: “4 de septiembre de 1958, 2:12 am”. Enseguida empezaron a mirar en los registros todos los nacimientos del cuatro de septiembre. Y, entre todos los nacimientos de ese día, cuál era el más próximo a las 2:12 de la madrugada. Habían previsto todo: si por esas casualidades había más de un niño nacido en la hora “M”, se elegiría al niño que hubiera sido registrado primero.

 

[Alberto]: De acuerdo a como llegaron los registros se determinó que era Cándido Aizprúa. 

 

[Aneris]: Florentina y Pablo aún no lo sabían, pero en aquel momento su pequeño hijo Cándido se convertía en el Niño Millón de Panamá. 

 

Unos días después de abrir el sobre con la hora “M” una comitiva del Censo llegó al rancho de los Aizprúa a darles la buena noticia. Además les informaron que ese mismo sábado, el dieciocho de octubre de 1958, celebrarían en Ocú el casamiento de Florentina y Pablo -que nunca se habían casado- y el bautismo de Cándido. 

 

Cándido tiene bien guardadas las fotos de ese día. Me las mostró. 

[Cándido]: Ahí estoy yo. De una vez se casaron y me bautizaron. Todo eso se hizo allá como un regalo, pues.

 

[Aneris]: Un regalo de parte de la Dirección de Estadística y Censo al Niño Millón y su familia. En las fotos están sus padres, el sacerdote y decenas de vecinos de la zona que se acercaron a la ceremonia para conocerlo. El bebé Cándido, vestido de blanco, aparece en brazos de su padrino, un hombre de traje y corbata. Era el jefe del Departamento de Censos, Carlos Quintero. La Dirección había organizado el bautismo y también elegido al padrino del Niño Millón.

 

Después de la ceremonia religiosa, se ofreció una comida y un baile para todo el pueblo. Pablo y Florentina no estaban acostumbrados a nada de esto. Siempre habían vivido en el campo, con muy poco. Pablo trabajaba la tierra y criaba ganado. Florentina se encargaba de los quehaceres domésticos. Llevaban una vida tranquila y de repente toda la atención del país se había puesto sobre ellos. Se sentían contentos, pero también extraños.

 

Hasta habían llegado periodistas y fotógrafos para cubrir el evento. 

Y la cosa no terminaba ahí. El Niño Millón sería recibido por el presidente de la época, Ernesto de la Guardia Jr. en el Palacio de las Garzas en Ciudad de Panamá. Florentina y Pablo no habían viajado nunca antes a la capital. 

 

[Cándido]: En ese tiempo sabe que mi papá y mi mamá no sabían leer ni nada de esas cosas. Ahí nada más fue la bulla esa que cuando nació el Niño Millón me fueron a buscar en avioneta allá. Ahí me llevaron al hospital. 

 

[Aneris]: Al hospital más cercano, donde un médico revisó a Cándido para constatar su estado de salud. Y después de que confirmaron que el bebé estaba bien volaron hasta el aeropuerto de Paitilla, en Ciudad de Panamá.Y cuando aterrizaron…

 

[Cándido]: Y salí en caravana hasta llegar al hotel Ideal. Ahí nos hospedaron. Yo era un niño, pues, bebé.

 

[Aneris]: Cándido tenía un mes y medio. Por supuesto no recuerda nada de esto. Pero muchas veces sus padres le contaron la historia. 

 

También ha visto las fotos y recortes que salieron en la prensa sobre el tema. Según un artículo publicado en el diario Panamá América, durante aquella caravana del aeropuerto al hotel y cito “La gente adornó sus casas y balcones con banderas y lanzaban flores y pétalos desgranados al carro que trasladaba al Niño Millón”. Otros diarios, en cambio, afirmaron que la caravana no llegó sólo al hotel. Incluso dijeron que se extendió desde Ocú hasta Ciudad de Panamá y que en cada pueblo por el que pasaron los vecinos les rindieron homenaje. 

 

Como fuera, el lunes veinte de octubre de 1958, dos días después del casamiento y del bautismo, los Aizprúa fueron recibidos por el Presidente en un acto público. Alberto estuvo a cargo de organizar a los periodistas acreditados:

 

[Alberto]: El acto fue muy simpático. Presentaron aquí está el Niño Millón, en brazos. Un bebe todavía, ¿no? Un muchachito. Hasta lo cargó. Hay una fotografía del presidente cargando al Niño Millón, el presidente de ese entonces. 

 

[Aneris]: La foto salió en la primera plana de los diarios y eso le daba un respiro al presidente De la Guardia Jr. que había quedado en jaque tras las revueltas estudiantiles de unos meses antes. Los estudiantes pedían más inversión para la educación con la consigna: “Más escuelas, menos cuarteles”. Pero la respuesta de la policía había sido la represión. Aunque no hay cifras oficiales, algunos informes hablan de hasta treinta muertos. Pero ahora las noticias no hablaban de muertos, sino de un bebé al que le esperaban grandes cosas. El Estado se encargaría de su educación y de que a él y a su familia no les faltara nada. 

 

Pasada la euforia de los actos oficiales, los Aizprúa volvieron al rancho. A Pablo le dieron trabajo en el Ministerio de Desarrollo. Se encargaba de limpiar oficinas ahí en Ocú y, según Cándido, se ganaba un sueldo miserable. Seguían viviendo en el ranchito de paja, así que les ofrecieron ayuda para construir una casa. Pero las cosas no salieron bien.

[Cándido]: Nos hicieron una casita de tierra. El techo de felpa, mire. Que cuando llovía todo eso se inundaba, se mojaba. 

 

[Aneris]: Y muchos de los regalos que les habían prometido nunca llegaron, se fueron quedando por el camino. 

 

[Cándido]: Pero, ¡qué va! Todo se pasmó, mi papá. No sabía nada. Más que lo engañaba la gente de ahí mismo del pueblo. Hay personas que dicen que dieron refrigeradores y televisores. Eso nunca llegó.

 

[Aneris]: Según Cándido, había vecinos que lo llevaban de paseo a la capital y hablaban en nombre de su papá para conseguir regalos y donaciones para el Niño Millón. Pero muchas de esas cosas nunca llegaron a su familia. 

 

Las promesas pronto se esfumaron y el pequeño Cándido fue creciendo en su casita de Ocú con muchas necesidades. En palabras de Alberto: 

 

[Alberto]: Prácticamente nos olvidamos de que existía un Niño Millón. El tiempo se lo tragó.

 

[Aneris]: Lo del Niño Millón se redujo a un apodo. 

 

[Cándido]: Pues nadie me llamaba por mi nombre. Todo el mundo me decía, los compañeros: “Ehhh, Millón, niño, niño”. Casi a mi papá también le decían Millón. Nunca lo llamaban por… por el nombre.

 

[Aneris]: De la educación que le habían prometido ni noticias. Cándido no fue al jardín de infantes y a los seis años entró a una escuela pública de Ocú. Recién cuando estaba en sexto grado de primaria y después de que sus padres tocaran varias puertas, consiguieron que le dieran una beca. 

[Cándido]: Me daban cincuenta dólares por mes. Eso era pa pagar bus, comprar las cosas del colegio.

 

[Aneris]: Y no alcanzaba para mucho más. El sueldo de Pablo en el Ministerio tampoco era suficiente para mantener a toda la familia. Después de Cándido habían nacido otros seis hermanos. 

 

[Cándido]: La familia era grande. Había necesidad. Mi mamá no trabajaba. Mi hermana la más grande fue que nos… nos apoyó más.

 

[Aneris]: Su hermana pronto dejó de estudiar y salió a trabajar. Pero eso tampoco era suficiente para un hogar de diez personas. Fue así que en una fiesta del pueblo, cuando Cándido tenía ya unos doce años, los Aizprúa se cruzaron con un coronel y le recordaron todo el tema del Niño Millón. Necesitaban ayuda. El coronel les consiguió un trabajito para Cándido. Durante los fines de semana era mensajero en la Policía Nacional. 

 

[Cándido]: Despacho así de llevar notas, de llevar cosas nomás. A los doce años entré ahí a ganar ese sueldo. Pagaba como noventa dólares.

 

[Aneris]: Era una ayuda mensual que no alcanzaba para mucho. Y con dieciséis años, a poco de terminar el colegio, Cándido abandonó los estudios para dedicarse por completo a ese trabajo y ayudar a mantener a su familia. 

 

Trabajó en la Policía Nacional durante muchos años más. Pasó por diferentes funciones, más que nada administrativas. 

 

[Cándido]: Comunicaciones, secretario, conductor de patrulla. Administraba ahí al comedor en el mismo cuartel. De todo hacía. 

 

[Aneris]: Un día, cuando tenía diecinueve años, el alcalde de Ocú se le acercó… 

 

[Cándido]: Que se llama Tobías Edén. Ya murió. Era un buen… buen amigo. Dice mira, aquí hay un documento, tienes que reclamar esto.

 

[Aneris]: Cándido empezó a leer. Era la Gaceta Oficial de la Asamblea Nacional. Ahí estaba transcrita la ley sancionada el nueve de diciembre de 1958, tres meses después de su nacimiento. Por primera vez veía en un documento oficial el detalle de todos los beneficios que se le darían al Niño Millón. Los beneficios, claro está, que nunca había recibido.

 

[Cándido]: La ley decía: la donación de un terreno, la casa, los estudios desde preescolar hasta la universidad. Y la ayuda agrícola que si cuando daban la finca tenían que darme la ganadería. Todo eso se ofreció.

 

[Aneris]: Lo leo para que quede bien claro:Ley Nº 51 del nueve de diciembre de 1958 por la cual se le otorga al Niño Millón, Cándido Aizprúa Guevara, una porción de tierras de 45 hectáreas y al mismo tiempo se establece que la educación de dicho niño, en lo que refiere a su instrucción, correrá por cuenta del Estado desde el preescolar hasta la universitaria”. Cierro comillas. 

 

Después siguen cinco artículos donde se precisa, por ejemplo, que el Estado se encargaría de todo los los servicios necesarios para mejorar las condiciones de ese terreno que le prometían. Y hasta garantizaban una casita. 

 

Cándido no lo podía creer. Con todas las necesidades que había pasado su familia, se imaginaba qué tan diferente habría sido su vida y las de sus hermanos de haberse cumplido aquellas promesas a tiempo. 

 

[Cándido]: Hubiera cambiado mucho. Papá tendría donde trabajar para él. Mi papá tenía ganado, había que tener alquilado pagando el alquiler. Si le hubieran dado la tierra en ese momento nosotros estuviéramos bien. 

 

[Daniel]: Cándido ya llevaba diecinueve años con una promesa incumplida. Después de aquella foto con el presidente cuando era bebé todo había quedado en el olvido. Y aunque ya no se podía recuperar el tiempo perdido, él estaba dispuesto a pelear por lo que le correspondía. 

 

Una pausa y volvemos.

 

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[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón. A los diecinueve años, Cándido tenía por primera vez en sus manos un documento donde constaban todas las promesas que le habían hecho al nacer y que nunca se cumplieron. Y, con ese documento, estaba listo para dar la batalla. 

 

Aneris nos sigue contando.

 

[Aneris]: Después de leer la Gaceta Oficial, lo primero que hizo Cándido fue buscar ayuda entre los abogados que conocía, algunos excompañeros que habían ido con él a la escuela.

 

[Cándido]: Yo les pedía opinión. Pero ningún abogado quería coger ese caso porque dice que se pelea con el Estado: “Eso es un problema”, dice. “¿Quién le gana al Estado?”, dice. 

 

[Aneris]: Cándido entonces empezó a hablar con los diputados de su distrito y con cada funcionario que iba de visita a su pueblo.

 

[Cándido]: Yo me acercaba y les decía soy fulano de tal, deben conocer la historia. Les daba un papel y la ley y la carta ahí mismo. Parece que no leían. Fui al Defensor del Pueblo, a todos los defensores del pueblo. Y nunca ni uno pudo ayudarme.

 

[Aneris]: Siempre se encontraba con la misma respuesta.

 

[Cándido]: “Nada más mandá nota, nada más mandá nota”. 

 

[Aneris]: Y Cándido, incansablemente, siguió mandando sus cartas. Ahí explicaba su situación y reclamaba lo que le correspondía por ley. 

 

Ya tenía más de veinte años cuando, en un carnaval, conoció a Ángela Torres, una profesora de danzas folclóricas. No tardaron en enamorarse y pronto se fueron a vivir juntos. Ángela tenía un hijo pequeño, Pierre, al que Cándido crió como propio. Y después tuvieron tres hijos más. Lograron construir su propia casa y tuvieron una vida tranquila. Aquí Pierre: 

 

[Pierre Flores]: Mi papá me crió desde un mes de nacido. Y yo soy de las personas que digo de que el papá no es el que engendra, sino el que cría. 

 

[Aneris]: Pierre y sus hermanos crecieron escuchando la anécdota del Niño Millón. Era algo que siempre estaba presente en su casa. Y para ellos era un motivo de orgullo. 

 

[Pierre]: Es muy bonito. ¿Sabes por qué? Porque tú te sientes que estás como en una historia. Te sientes parte de la historia. 

 

[Aneris]: Parte de la historia de Panamá…

 

[Pierre]: Es como, cuando vivimos el momento aquel momento, que Estados Unidos en 1999 entregó el Canal de Panamá a manos panameñas. Toda persona que estuvo allá en el cerro Ancón ese día, cuando entregaron y se dió el… el conteo regresivo, es un orgullo porque tú pasas a la historia. A mí me decían Milloncito, a mi hermano le dicen Milloncito: “¿Cómo estás milloncito? ¿Qué es de tu papá?”. 

 

[Aneris]: Sin embargo, la historia de su papá también le causa indignación.

 

[Pierre]: Yo me pongo a pensar. Un humilde panameño. Una persona que no molestó a nadie. Una persona que por por cuestiones de la vida nació y… y bueno de una vez van, te hacen entrevista. Cómo es posible que una Gaceta Oficial, papá tiene la original, la original que está amarilla. No puede ser posible que no hayan podido terminar esto. 

 

[Aneris]: “Terminar esto”. Es decir, cumplir las promesas. Según Pierre su papá siempre fue un hombre recto pero de pocas palabras, más bien callado. Tal vez por eso se apoyaba mucho en Ángela cada vez que juntaba fuerzas para volver a reclamar al Estado lo que le debía por ser el Niño Millón.

 

[Pierre]: Ella lo asesoraba en los términos de qué es lo que tienes que decir, qué te tienes que desenvolver. Ella estaba muy anuente por decirlo así, como llamamos nosotros acá, a no meter la pata.

 

[Aneris]: A medida que pasaba el tiempo y no encontraba respuesta a sus cartas, Cándido pensó en otras opciones que tuvieran más impacto. Empezó a ir a la televisión y a la radio para contar su historia. Fue por el 86 u 87. Cándido no recuerda muy bien el año. Pero sí recuerda que, con esto, todo se complicó…

 

[Cándido]: Quedé preso una vez por estar reclamando. Porque salí en la televisión y en todos los medios reclamando y que va me llamaron de una vez de la policía. Dicen que estaba contra el Gobierno, dice. 

 

[Aneris]: Técnicamente no lo metieron preso, sino que le exigieron que dejara de aparecer en los medios. Aclaremos que por esa época el país y las fuerzas estaban en manos del dictador Manuel Antonio Noriega. 

 

Pero eso no amedrentó a Cándido que siguió reclamando por lo que le correspondía. Mandaba cartas cada vez que podía. Calcula que pudo haber llegado a enviar… 

 

[Cándido]: Como más de mil cartas. Las dejaban en la presidencia pero nunca, nunca me devolvieron. No hubo la voluntad de contestar.

 

[Aneris]: Nadie le respondía por el reclamo. Pero sí lo contactaban cuando querían que fuera a los actos oficiales. Pierre recuerda especialmente las fiestas de navidad que se hacían todos los años en la ciudad de Chitré. 

 

[Pierre]: Y nos iban a buscar a la casa estábamos sentados cerca de Manuel Antonio Noriega con su primera dama. Estábamos ahí cerca cuando hacían las entrega de juguetes y todas estas cosas. Y presentaban: “El Niño Millón, presente con su familia tatatá…”.

 

[Aneris]: Para el censo de 1990 también invitaron a Cándido a participar en distintas ferias en el stand de la Contraloría General de Panamá.

 

Solo le pagaban los viáticos, gastos de pasajes y alojamiento. Pero de las 45 hectáreas nadie le decía nada. De todas formas, él seguía yendo: tenía la esperanza de que con eso alguien respondiera.

 

[Pierre]: No le daban lo prometido, pero sin embargo, cualquiera equis noticias, cualquier programa de censos, siempre lo llamaban. Pero de nada servía que le hicieran todo esto. Y no le cumplían parte de lo que le habían prometido.

 

[Aneris]: Pasaron los años, Pierre creció y se mudó a Ciudad de Panamá. Y desde allá también empezó a ayudar a Cándido con los reclamos. Llevaba las cartas a todas las entidades públicas que creía que podían ayudar a su papá. Le recibían las cartas y le decían… 

 

[Pierre]: “No, ¿qué tal? No, no te preocupes. El Niño Millón, sí, te vamos a ayudar”. 

 

[Aneris]: Pero después no pasaba nada. 

[Pierre]: Si yo me pongo a enseñarte documento aquí, me voy a cansar de… de… de enseñarte tanto documento, porque fueron promesas vienen y promesas van. 

 

[Aneris]: Cada tanto sí lograban que los reclamos salieran en la prensa. 1997… 

 

[Prensa]: “El Niño Millón se ha quedado esperando promesas”. 

 

[Aneris]: 1999

 

[Prensa]: “Trece gobiernos incumplen promesas al Miño Millón”.

 

[Aneris]: 2004…

 

[Prensa]: “Promesas incumplidas”.

 

[Aneris]: Pero tampoco conseguían nada con la difusión. Hasta que en 2005, después de tocar tantas puertas, parecía que al fin habían llegado a la indicada.

 

[Juan Antonio Tejada]: Yo soy Juan Antonio Tejada Espino, abogado panameño fui defensor del Pueblo del año 2001 al 2006.

 

[Aneris]: Apenas conoció el caso de Cándido, Juan Antonio quedó conmovido y enseguida lo llamó para que fuera a su oficina.

[Juan Antonio]: En cuanto me reuní con él me transmitió una sensibilidad de estas, pues en donde uno se engancha, ¿no? De alguna manera lo que percibía era que se trataba de uno de estos casos en donde hay muchas promesas, promesas políticas que a la vuelta de la esquina, pues se olvidan, ¿no? 

 

[Aneris]: No le llevó mucho tiempo a Juan Antonio corroborar que la Gaceta Oficial que tenía Cándido era auténtica. Era la prueba de que el Estado llevaba 47 años incumpliendo la promesa que le había hecho a Cándido. 

 

[Juan Antonio Tejada]: Era era un caso emblemático y así lo sentimos, ¿no? Por lo que él representaba. Cándido viene de una familia interiorana, campesina. Él frente al Estado en un reclamo válido que nadie lo atiende. 

 

[Aneris]: Juan Antonio se puso a trabajar en el caso. Tenía un plan: 

 

[Juan Antonio]: Primero establecer una hoja de ruta a ver qué instituciones estaban vinculadas. Y finalmente porque la situación, estuvo muy vinculada al presidente del momento, en el año 58, decidimos elaborar una nota, enviar al Ejecutivo, más concretamente al presidente.

 

[Aneris]: El presidente en el 2005 era Martín Torrijos. La respuesta de la presidencia llegó más rápido de lo que jamás hubieran pensado. 

 

[Juan Antonio]: Ellos estudiaron el tema y… y ubicaron efectivamente una finca de 45 hectáreas en donde en un acto le entregaron, pues el título de propiedad a Cándido.

 

[Aneris]: Finalmente, a Cándido le dieron las 45 hectáreas que le correspondían al nacer. Pierre acompañó a su papá a ese acto:

 

[Pierre]: Nos mandaron a buscar y eso fue en la Presidencia de la República, en el Palacio Las Garzas. Fue en vivo, en cadena nacional, en el momento que se le entregó todo.

 

[Aneris]: Había pasado casi medio siglo…

 

[Pierre]: Pesaron diecisiete presidentes… diecisiete presidentes y el único, el único presidente que pudo otorgarle parte de la… de la Gaceta fue el presidente Martín Torrijos Espino.

 

[Aneris]: Cándido no lo podía creer. 

 

[Cándido]: Yo contento, se va a cumplir la… la ley. Estaban todos los medios de comunicación, todos los medios escritos y todo. Todo eso salió publicado ahí lo tengo.

 

[Aneris]: Cándido me leyó algunos de los titulares de los recortes de los diarios de aquel día: 

[Cándido]: Dice: “Esperó 47 años”. “Niño Millón recibió al fin las tierras prometidas”. 

 

[Aneris]: Otro titular dice: “Finaliza saga del millón de mentiras”. 

 

En el acto, el presidente Torrijos dijo: “Cándido llevaba 47 años esperando justicia y que el Estado le diera lo que por derecho tenía”. 

 

Para decirlo de otro modo: Cándido había esperado más de un año por cada una de sus hectáreas. Estaba feliz. Juan Antonio también, porque estaba por terminar su gestión como defensor del pueblo y se iba con la satisfacción de haber ayudado a Cándido. 

 

[Juan Antonio]: Hay ciudadanos que necesitan de mayor auxilio que otros y eso también hay que tenerlo presente. Frente a esa burocracia, esa selva de instituciones, a veces los ciudadanos no tienen ni siquiera claro a qué puerta tocar. Y si lo tienen claro, quizás no… no es una persona con un nombre y con un apellido suficiente como para que la puerta se le abra, como debería abrirse, de par en par. 

 

[Aneris]: Cándido, en ese momento, creía que la suya al fin se había abierto. 

 

Pero cuando poco tiempo después quiso ir hasta las tierras que le habían dado, se encontró con una sorpresa. Su terreno, literalmente, no tenía puerta de entrada. Estaba rodeado de otras fincas privadas y no había forma de acceder a él. 

 

[Cándido]: ¿Cómo me van a dar una… una cosa así si no puedo entrar? Se me fue toda la moral abajo por esa vaina. Estaba decepcionado. 

 

[Aneris]: Pierre tampoco lo podía creer…

 

[Pierre]: Le dan un terreno en donde está casi siete dueños de finca, o sea, se lo dan en todo el centro. ¿Y qué pasa? No hay manera de cómo llegar. Fue como una burla.

 

[Aneris]: Apenas había terminado un reclamo, y ya debía comenzar otro: que le hicieran una vía de acceso para llegar a sus tierras. Ya estaba cansado, eran muchos años de reclamar y reclamar. 

 

[Cándido]: Fui de nuevo a la televisión, Telemetro. Porque me llamaron para ver cómo había salido. No, mira que yo le dije que no tenía por donde entrar. Y Torrijos, el presidente se puso bravo: “No, que saliste en la televisión diciendo que ningún gobierno tal”. “Yo no he dicho eso, yo dije que no tengo entrada”, dije. “Para entrar a la finca no tengo entrada señor presidente”. 

 

[Aneris]: Cándido quería dedicarse a lo que siempre le había gustado, el ganado, e incluso sacó un préstamo en el Banco de Desarrollo para iniciar un proyecto. Confiaba en que pronto le harían un camino. Empezó a comprar animales, aunque tenía la complicación de pedir permiso a sus vecinos para llevarlos hasta su terreno. Con el tiempo, se le empezó a hacer muy difícil atenderlos, depender siempre de la buena voluntad de los vecinos. Y la entrada que pensó que llegaría pronto, pues nunca llegó. Después de un par de años decidió vender el ganado. Y para empeorar las cosas, la situación con el banco se complicó. Este es Pierre. 

 

[Pierre]: Lo que te voy a decir te va, te va a dar como rabia y a la vez desaire. Acuérdate que si tú pides un préstamo, tú tienes que pagar al banco. Y entonces se fue acumulando los intereses y el banco llamó y nos secuestró las tierras.

 

[Aneris]: Eso fue en el 2015. 

 

Cambiaron los presidentes y los defensores del pueblo y el camino nunca se hizo. Su esposa Ángela que siempre lo acompañó en su reclamomurió de cáncer en 2019.

 

[Pierre]: Eso fue uno de los dolores más grandes que tuvo mi mamá. Porque tanto luchar, tanto luchar, tanto luchar para que de repente todo se te… se te vaya la mano.

 

Pero él igual siempre sigue tocando puertas hasta el sol de hoy sigue tocando puertas.

 

[Aneris]: Cándido sigue reclamando por algunas de las promesas mencionadas en la Gaceta. El documento dice que las tierras nunca podrían ser enajenadas y que le darían una casa rural y las herramientas necesarias para el trabajo agropecuario. Nada de eso fue cumplido.

 

Lo que le pasó a Cándido es quizá una forma extrema de algo que todos reconocemos. Es parte del show de la política, ¿no? Los presidentes se ponen a su lado, sonríen, se toman la foto, y prometen y prometen y prometen. De todo. Y luego se van.

 

No todos los casos son tan dramáticos, tan claros. No todos los panameños tienen una ley publicada en la Gaceta Oficial con su nombre. Pero de algún modo sí. ¿Cuántas campañas, cuántos políticos han pasado por pueblos como Ocú, con la boca llena de promesas?

 

Según Juan Antonio, el exdefensor del pueblo, la lista es larga. 

 

[Juan Antonio]: Promesas de… de instalar puentes, promesas de… de hacer escuelas, promesas de… de hacer hospitales, ¿no? Promesas que se hacen por lo general al calor de de los torneos electorales.

 

[Aneris]: Promesas que después nadie cumple.

 

[Daniel]: Cándido sigue viviendo en la casa que construyó con Ángela en Ocú. Está jubilado de la Policía Nacional y hace trabajos como transportista para ganar unos pesos. Cada tanto le cuenta a sus nietos que él es el Niño Millón, una parte de la historia de su país. Por cierto, Panamá hoy tiene más de cuatro millones de habitantes.

 

Aneris Casassus es productora de Radio Ambulante y vive en Buenos Aires. Esta historia fue editada por Camila Segura, Nicolás Alonso y por mí. Desirée Yépez hizo el fact-checking. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri y Remy Lozano, con música de Remy.

 

El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Lisette Arévalo, Jorge Caraballo, Victoria Estrada, Xochitl Fabián, Fernanda Guzmán, Miranda Mazariegos, Barbara Sawhill, Elsa Liliana Ulloa, y David Trujillo.

 

Carolina Guerrero es la CEO. 

 

Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO. 

 

Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar. 

 

Créditos

PRODUCCIÓN 
Aneris Casassus


EDICIÓN
Camila Segura, Nicolás Alonso y Daniel Alarcón


VERIFICACIÓN DE DATOS
Desirée Yépez


DISEÑO DE SONIDO/MEZCLA
Andrés Azpiri y Rémy Lozano


MÚSICA
Rémy Lozano


ILUSTRACIÓN
Daniel Liévano


PAÍS
Panamá


PUBLICADO EN
03/16/2021

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