
La presidenta del amor | Transcripción
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[Daniel Alarcón]: Una advertencia antes de empezar: este episodio tiene contenido fuerte, se recomienda discreción.
Esto es Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón.
Esta historia comienza en el 2013 en un apartamento en Barcelona con una conversación entre una mujer mexicana, Linda, y su hija Frida. Frida tiene ocho años y su madre sabe que ya tiene edad para entender algunas cosas.
[Linda]: Yo recuerdo que le dije bueno, te tengo que decir algo, cómo trabaja tu mamá. Bueno, tú sabes que tu mamá es artista y que es actriz de teatro… y sí, sí, claro, mi madre es artista y tal, ¿no? pero eso yo lo utilicé para otra cosa. O sea que ella recordara que yo era artista, ¿no?
[Daniel]: No le estaba mintiendo. Linda había estudiado teatro en México, antes de emigrar a España a mediados de los 2000. Esa era su gran pasión. Pero había algo más que quería que su hija supiera aquel día.
Frida hoy ya tiene 20 años pero también recuerda muy bien cómo comenzó aquella charla:
[Frida]: Ella me empezó a explicar en los términos que ella supondría que yo entendería [claro a su trabajo].
[Daniel]: Así que después de recordarle que era actriz, Linda siguió diciéndole…
[Linda]: Pues mira, quiero decirte que tu mamá pues tiene un trabajo donde le da besos a los señores y le dan dinero.
[Daniel]: Frida se quedó pensando un instante, como en voz alta…
[Frida]: Si tú eres alguien que le da besos a la gente, que les hace sentir bien, que hace tal y le pagan por ello. ¿Qué eres?
[Daniel]: Y enseguida sacó su propia conclusión.
[Frida]: Y le digo entonces eres algo como la presidenta del amor, como que ese es, eso es con lo que yo me quedo. Entonces eso es lo que eres tú.
[Linda]: Y yo. Pues sí, algo así, nena. Fue como… Eres lo máximo, Frida.
[Daniel]: Ese fue el primer pensamiento de Frida sobre el trabajo de su madre. Imagínense ese cargo: presidenta del amor. El mejor trabajo del mundo a los ojos de una niña, ¿no? Linda sintió un alivio enorme.
[Linda]: O sea yo no me quiero sentir mal con mi trabajo. Yo no quiero que mi hija me juzgue, ¿sabes?. O sea, no quiero vivir esta vida que es la que viven un montón de compañeras que luego terminan sus hijos juzgándolas, o sea, cuando los sacaron adelante. O sea, es como. No, yo no quiero que esto pase, ¿no? Si ella lo comprende no me va a juzgar, ¿no?
[Daniel]: Pero a la vez era muy consciente del mundo en el que vivían. Así que, para protegerla, enseguida le pidió algo a Frida…
[Linda]: Esto no lo puedes decir en la escuela. ¿Ok? Te lo digo por si alguno de tus amiguitos te dice algo de mí. Entonces tú ya sabes que eso sí es cierto. Pero tú te haces la loca. Y cuando te pregunten a qué se dedica tu mamá, tú le dices que mi mamá es directora de teatro, mi mamá es actriz, mi mamá es artista, pero que tú sepas que este es el trabajo que yo hago.
[Daniel]: Ese sería su gran secreto. Y Frida lo cumpliría al pie de la letra. Hasta le divertía, le parecía un juego.
[Frida]: Cuando yo ya llegué a la escuela sabiendo eso, ni lo mencionaba. Y además cada vez que alguien referenciaba. Si mi madre llevaba hombres, si mi madre hacía esto, era como no, para nada. Mi madre es directora de teatro, por favor. O sea.
Pero no era algo… o sea tampoco quiero que suene como que era algo traumático el tener que estar pensando constantemente qué decir que no decir porque era muy fácil para mí era como de estar contándote una mentirijilla, sabes, un poco.
[Daniel]: Y durante un tiempo funcionó: el secreto estuvo a salvo.
Hasta que, cuando Frida tenía unos once años, alguien en su escuela empezó a fijarse en los detalles. Muchas veces, Linda llegaba a buscar a Frida vestida con ropa ajustada y tacones de aguja; muy maquillada. A veces, incluso, la veían aparecer en un coche que no conocían, con un hombre al que nadie había visto antes.
Y serían todos estos rumores los que empezarían a convertirse en un problema que cambiaría la vida de las dos.
Una pausa y volvemos.
[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. La periodista Esperanza Escribano reporteó esta historia. Aquí Esperanza.
[Esperanza Escribano]: Ya vamos a volver sobre aquella conversación entre Linda y Frida. Pero empecemos con Linda…
[Esperanza]: Linda. Hola
[Linda]: ¿Qué tal Esperanza?
[Esperanza]: ¿Qué tal?
Me reuní con Linda una tarde de junio de 2024. Como ya habrán notado en su acento, Linda lleva muchos años viviendo en España. Tal vez los suficientes para que los recuerdos se empiecen a distorsionar.
[Linda]: Mientras más pasa el tiempo y más lejos estoy de México, mi infancia se ha transformado en otras cosas. Ahora mi infancia la veo como muy idílica, a pesar de que no fue idílica.
[Esperanza]: Linda tenía siete años y su hermana cuatro cuando su madre decidió separarse de su padre. Prefería criar a sus hijas sola que seguir soportando el maltrato. Se mudaron con sus tías a una casa a medio construir. Su madre encontró un trabajo haciendo encuestas puerta a puerta y no volvieron a saber mucho más sobre su padre. Después de unos tres años lograron irse a un departamento en otro barrio. Y allí, Linda y su hermana tuvieron que volver a cambiarse de escuela.
[Linda]: Creo que el recuerdo más bonito fue que ahí conocí a Gloria Trevi.
[Esperanza]: La cantante y actriz mexicana apareció un día cerca de la escuela y Linda no podía sacarle los ojos de encima…
[Linda]: ¡Qué hermosa que es! ¡Gloria te amamos! Y me impresionó lo pequeñita que era, ¿no? Era como es tan poderosa y de repente es una mujer súper chiquita en plan que no vale nada, sabes?
[Esperanza]: Linda estaba como hipnotizada. Es que desde muy chica soñaba con ser actriz. Por eso, en la adolescencia empezó a anotarse en distintos lugares para tomar clases de teatro, de danza… Pero pronto se dio cuenta de que no sería tan fácil para ella.
[Linda]: Estudiar arte no está hecho para la gente como yo en México. Y eso lo tuve, me lo dejaron muy claro.
[Esperanza]: Gente de origen indígena, como ella… Se presentaba a las pruebas para entrar a los institutos, pero nunca la admitían pese a que –asegura– era muy buena y tenía mucho talento. Eso la frustraba mucho, estaba decepcionada. Fue ahí cuando su madre recordó un lugar.
[Linda]: Y ella me dijo “Oye, yo recuerdo que hicieron un como una escuela para gente así indígena y muy excluida y tal, no sé qué. ¿Por qué no vas?”
[Esperanza]: Le estaba hablando del Laboratorio de Teatro Campesino. Así que después de tantos rechazos, a sus 19 años, Linda se fue para allá.
[Linda]: Y me presenté. Recuerdo que estaba el maestro Roberto, y me dijo “Puedes empezar mañana”. Y yo “aaaaaaaaaaaahh. Por fin voy a estudiar teatro”.
[Esperanza]: Linda disfrutaba muchísimo de las clases y de montar obras con sus compañeros. Soñaba con poder vivir de eso en el futuro.
Hasta que un día…
[Linda]: Me topo con un anuncio en el periódico que dice “Necesitamos modelos. Contacta con John Gray”.
[Esperanza]: Linda estaba en sus veintes y pensó que tal vez un primer trabajo como modelo le abriría las puertas más fácilmente a la actuación. Así que llamó al número y habló con el tal John Gray. Era claro que usaba un nombre inventado. Quedaron de verse en la zona rosa de la Ciudad de México, un barrio lleno de tiendas, hoteles y galerías de arte. Allí apareció John, un hombre maduro de ojos verdes.
[Linda]: Claro yo en mi vida había estado en un sitio así, tía. Y me empieza. Y una cerveza y un vino y tal y no sé qué. Qué guapa eres, qué joven. ¿Y qué haces? Yo estudio teatro y soy bailarina.
Y de repente me enseña una revista con un montón de mujeres desnudas ahí ¿Y yo qué onda? ¿Qué es esto? ¿no?
[Esperanza]: No parecía que John Grey estuviera buscando el tipo de modelos que Linda se había imaginado. Pero ya estando ahí, aceptó cuando él la invitó a conocer un lugar. Algo en su interior la impulsó a ir a ver de qué se trataba. El local se llamaba Dow Jones. Al entrar, Linda se encontró un salón grande, lleno de sofás de distintos tamaños. Había una barra, una cabina de DJ y, en el centro, un escenario donde varias mujeres semidesnudas bailaban. Al fondo, detrás de unas cortinas, estaban las salas VIP donde se hacían los bailes privados. Linda quedó impactada con la actitud con la que se movían las bailarinas.
[Linda]: Yo decía ¿cómo puede haber tanta vieja buena en un solo lugar? Todas parecían actrices de Hollywood. Todas.
[Esperanza]: Estaba en un club de table dance. Y a esas mujeres que estaban ahí arriba, con poca ropa y tacones altos, se las llama teiboleras. Mientras le mostraba el sitio, John le explicó que cuando no estaban bailando, las chicas acompañaban a los clientes a tomar tragos, porque de lo que ellos consumían ellas se llevaban una comisión del 70%. Y esto aplicaba también a los bailes que hacían, ya desnudas, con un cliente en un privado.
[Linda]: Y ganando un pastón. Y yo ahí, en la pobreza, ¿no? por, por ser actriz de teatro.
[Esperanza]: Enseguida Linda tuvo muy claro que quería trabajar allí.
Pero no era solo por el dinero. Sentía que también podría ser una forma de explorar su faceta de actriz.
[Linda]: Yo en un momento dije yo voy a aprender aquí lo que me falta. O sea, aquí ya es la práctica de lo que he aprendido. ¿Sabes? Y estas son las putas jefas. Estas son las maestras. Estas tías deberían de estar dando clases de teatro y de danza en todas las universidades de teatro y de cine. ¿Sabes? Las teiboleras.
[Esperanza]: Así que cuando John Gray le dijo “vente un día y prueba”, Linda no lo dudó. La noche siguiente se fue hasta el lugar. Se sentía lista para debutar como teibolera. Llevaba un vestido negro y viejo de tirantes que le quedaba como suelto; y unos zapatos de tacones cuadrados. No se había maquillado ni se había hecho las uñas. Ni siquiera llevaba aretes o cualquier otro accesorio.
[Linda]: Me fui vestida de una manera en la que yo pensaba que de esa manera se vestían las prostitutas. Cuando llegué, las compañeras me dijeron. O sea, tú no vas a bajar así, tía. Pero estás fatal.
[Esperanza]: Sus compañeras le prestaron un vestido y unos zapatos de tacón de aguja. A pesar de la oscuridad del lugar, la maquillaron muy exagerada para que sus rasgos resaltaran y la peinaron con extensiones. Al verse así se sintió mucho más segura para bajar al table dance…
Para ella era como estar en el teatro, interpretando a un nuevo personaje…
En esa primera noche, Linda tomó algunas copas con los clientes a cambio de su comisión y logró juntar 300 dólares que, para finales de los años ‘90, en México, rendían incluso mucho más que ahora, más del doble.
Antes de irse, cuando John Gray le preguntó qué tal había estado todo…
[Linda]: Le dije. De puta madre, tío. Me dijo. ¿Vuelves mañana? Me dice Pues dímelo, porque te tengo que apuntar. Porque, claro, ellos necesitan asegurarse que estén las chicas ahí…
[Esperanza]: Linda le dijo que sí, que contara con ella, que volvería…
Ese mundo que acababa de conocer le había atraído tanto que estaba dispuesta a abandonar a esa estudiante de teatro para convertirse en una teibolera. Muy pronto nacería su nuevo personaje: por las noches, en el table dance, Linda se convertiría en Linda Porn.
[Esperanza]: Rápidamente, Linda se dejó absorber por su nuevo personaje. Asumió desde un principio y con mucha naturalidad que ella sería una trabajadora sexual. Tenía muy claro que no era un trabajo común y corriente.
[Linda]: Ser puta es un trabajo complejo y no cualquiera lo puede hacer. Entonces uno tiene que tener algo para desarrollar ese trabajo.
Si eres capaz de desnudarte ante un desconocido y si eres capaz de tener un intercambio de placer con un desconocido, ¿no? Entonces yo ahí descubrí que yo podía hacerlo. Si no, no lo hubiera hecho, ¿no? Si no me hubiera ido.
[Esperanza]: No solo podía hacerlo. Le gustaba.
[Linda]: También descubrí mucho sexualidad. No fue un trauma. Todo lo contrario. Pero bueno, esto es un poco romantizar la prostitución, pero fue lo que fue lo que a mí me pasó.
[Esperanza]: Y la aclaración que hace es válida, porque, claro, el caso de Linda no es como el de muchas otras mujeres que terminan prostituyéndose porque no tienen más opción.
Linda, en cambio, se sintió tan cómoda en ese ambiente que decidió dejar el teatro. Como sentía que no tenía nada de lo que avergonzarse, quiso contárselo a sus compañeros. Fue muy directa.
[Linda]: Y en un momento les dije: Yo no puedo venir más, voy a tener que renunciar a la compañía y todos, ¿por qué? Y yo, bueno primero porque soy teibolera…
[Esperanza]: La reacción de todos fue la misma e inmediata…
[Linda]: ¿Pero cómo vas a hacer eso? Qué degradante y que brrraaauuu, brrrauuu.
O sea, esa es como la reacción general de la sociedad hacia las putas.
[Esperanza]: Incluso de sus propias familias. Linda ya lo había visto en muchas de sus compañeras. Pero en su caso eso fue distinto…
Afortunadamente, cuando se lo contó a su madre y a su hermana no la juzgaron. Y desde el primer momento se sintió apoyada por ellas.
En cuestión de semanas su vida cambió por completo. Ahí mismo, en el table dance, le daban un departamento para vivir que compartía con otra de las chicas.
[Linda]: A partir de que yo entré en el table dance ya como que me alejé de todo el mundo.
[Linda]: Me encontré, como mi otro ambiente, nada más andaba con mis amigas putas, o sea, mis jefes, o sea, ya había como encontrado una familia, ¿no?, ahí.
[Esperanza]: Una familia que le hacía falta porque un tiempo después su madre y su hermana emigraron a España. Con lo que ganaba en el table dance, a Linda le alcanzaba para ir a visitarlas. Pasaba temporadas en España y otras en México. Pero fue en su país donde conoció a un actor y cantante con el que se puso de novia y pronto quedó embarazada. Ambos acordaron tener al bebé. Estaban ilusionados con la idea de ser padres. Pero apenas unas semanas después él la dejó.
[Linda]: En ese momento me dijo mi madre vente y ya vemos cómo hacemos acá.
[Esperanza]: Con tres meses de embarazo, Linda dejó el trabajo sexual y se mudó a Murcia, una ciudad al sureste de España. Allí la esperaban su madre y su hermana. Y seis meses después, el 22 de abril de 2005, estaba dando a luz a Frida.
[Linda]: Recuerdo como la vestía, ¿no? Era como una muñeca, ¿no? Empezó a caminar con ocho meses. Siempre fue muy lista, muy espabilada. Era una niña muy alegre, muy… no sé, era súper graciosa.
[Esperanza]: Con su niña en brazos, decidió que ya no volvería a su antiguo trabajo.
[Linda]: Me entró como mucho estigma, ¿no?, y fue como no, claro, Frida no puede tener una madre puta. Y dije me voy a buscar un trabajo digno. Y empecé con, ¿no? También eso fue la vuelta al arte, no, claro es, no es más honorable que su madre, es artista, que puta, ¿no?
[Esperanza]: Mientras intentaba volver al mundo del arte, consiguió un trabajo como camarera para pagar las cuentas. Pero las cosas no estaban siendo fáciles. Trabajaba tantas horas que se quedaba dormida con el uniforme puesto. Y lo que ganaba ni siquiera le alcanzaba para pagar el alquiler. Mientras trabajaba tenía que dejar a Frida con su madre y si ella no podía cuidarla contratar a una niñera.
Hasta que un día, cuando Frida tenía seis años.
[Linda]: Me abrazó y me dijo “Te quiero, mamá” y traía las bambas rotas.
[Esperanza]: Las “bambas”, los zapatos.
[Linda]: Y fue como no vas a traer esas bambas rotas. Y no, o sea no. Vas a tener tus juguetes. Ni veo a mi hija, ni llego al alquiler, traes las bambas rotas. ¿Qué sentido tiene esto?
[Esperanza]: Linda volvió a buscar clientes. Puso anuncios en los periódicos, en la sección de clasificados. Trabajaba por las mañanas mientras Frida estaba en el colegio y estaba con ella por las tardes. Recuperaron mucho tiempo juntas. Pero enseguida supo que Murcia no era el mejor lugar para el trabajo sexual. En una ciudad más grande podría tener más clientes. Así que empezó a pensar en Barcelona.
[Linda]: Es donde está la industria pornográfica, es donde más burdeles hay, o sea, entonces dije es como el sitio donde me tengo que ir.
[Esperanza]: Frida tenía siete años cuando se mudaron. Lo que más le costó fue hacerse a la idea de que estaría lejos de la abuela, eran muy cercanas.
Aquí otra vez Frida.
[Frida]: Que sí viví un poco ese sentimiento de no querer dejar Murcia, pero al mismo tiempo como que mi madre me alimentó mucho la idea de que de que Barcelona iba a estar muy, muy guay.
[Esperanza]: En esa época, Frida sabía que su madre era artista pero aún no sabía en qué trabajaba exactamente. Linda le había compartido todo su universo cultural de México, incluidas las canciones de Gloria Trevi que cantaban juntas. Si Linda la había conocido en la secundaria, a Frida ni siquiera le hacía falta conocerla. Tenía a la estrella en casa.
[Frida]: Yo a mi madre literalmente la veía como una estrella de pop. Sabes, o sea. Mi madre era mi Gloria Trevi. Te lo juro. Yo la veía como alguien muy, muy superior. O sea, esa era mi perspectiva como, como niña pequeña de mi madre, como alguien muy… Una persona muy guapa, muy inteligente, muy cariñosa, muy tal…
[Esperanza]: Fue unos meses después de llegar a Barcelona que Linda se sentó con Frida y le contó a qué se dedicaba realmente. Y así, después de esa conversación, para Frida ahora su madre también era la “presidenta del amor”.
Aunque extrañaba a su abuela y a su tía, Frida había llevado bastante bien el cambio de ciudad. Crecía junto a su mamá y las amigas de ella, otras trabajadoras sexuales que la cuidaban y la querían como si fueran familia.
A pesar de moverse en ese ambiente, Frida sentía que tenía una vida como la de cualquier otra niña. Iba a la plaza, festejaba sus cumpleaños en parques con piscinas de pelotas. Se había adaptado a la nueva escuela y le iba bien con los estudios. Pero después de unos años allí empezó a sufrir bullying por parte de sus compañeros, le hacían comentarios racistas. Hasta que llegó un momento en que el acoso se fue poniendo muy bravo.
[Frida]: Me tiraban del pelo, me empujaban por las escaleras, me decían que me suicidara, que mi color daba asco, que tenía el color de la mierda, que mi pelo era como un pelo de escoba.
[Esperanza]: Y no eran solo sus compañeros, también sus maestros la hacían sentir mal.
[Frida]: Por ejemplo, yo llegaba tarde un día a clase y si llevaba las uñas pintadas porque mi madre me las había pintado el día anterior o por lo que fuera, me decía “mira quien llega tarde, pero si tiene tiempo de pintarse las uñas y de llegar como una diva a clase.
[Esperanza]: Todos sus compañeros se reían y Frida se moría de la vergüenza. Ya tenía 11 años cuando empezó a notar que una de sus profesoras estaba cada vez más pendiente de ella. Todo el tiempo le hacía preguntas, casi como interrogándola.
[Frida]: Qué has desayunado. O me decía: estas marcas son de algo. ¿Alguien te ha hecho algo? ¿Quieres decirme algo? Y era como todo el tiempo ¿Quieres decirme algo? Y era como. No, quiero que me dejes en paz.
[Esperanza]: Esas marcas, dice Frida, eran de golpes que se había hecho jugando al hockey y también de mordiscos que le daba Linda a modo de cariño. Un juego que tenían entre ellas.
[Frida]: Puede sonar mal, pero mi madre me muerde y yo también lo hago con mis perras por sentir esa como te quiero tanto que eres como eres apachuchable. No sé cómo explicarlo.
[Esperanza]: Pero nada de lo que dijera Frida valía, porque las preguntas seguían.
[Frida]: Pero tu madre no hace muchas fiestas, pero tu madre conoce al hombre con el que ha venido a recogerte
[Esperanza]: Una vez, al ver llegar a Linda con un vestido y tacones, su maestra le preguntó si su madre siempre se vestía así. Tenía la sensación de que estaban siempre bajo sospecha.
[Frida]: Lo que más me molestaba era que las demás madres si se podían vestir así, sin ese como que juzgamiento previo.
[Esperanza]: Era evidente que el secreto sobre el trabajo de Linda estaba en riesgo. Linda lo intuía.
[Linda]: Sabía que en algún momento iba a pasar algo.
[Esperanza]: Y pasó. Un día llegó una carta a la casa de parte de la Dirección General de Atención a la Infancia y a la Adolescencia de Cataluña, la DGAIA.
[Linda]: La leo y me dicen le avisamos que se acaba de abrir un expediente de desamparo de Frida, bla bla bla bla bla, ¿no? fue cuando yo me quedé. ¿Qué onda? ¿O sea, qué está pasando?
[Esperanza]: Un expediente por desamparo es un proceso que inician las autoridades cuando consideran que un menor está en situación de vulnerabilidad. Con esa apertura, la dirección de infancia empieza a investigar si la situación de desprotección es grave y si hace falta intervenir para garantizar el bienestar del menor. Al leer esa carta, Linda se asustó. En ese momento llamó a algunos de sus clientes que eran abogados y le dijeron que no se preocupara, que solo era un aviso y que seguramente todo se aclararía. Linda tenía una cita con los servicios sociales para pedir una ayuda para el comedor del colegio el lunes 20 de febrero de 2017 y pensó que allí podría explicar que no había ningún desamparo.
Pero justo unos días antes de la cita, el viernes 17 de febrero, Frida estaba en el colegio cuando una de sus profesoras le pidió que saliera de clase porque había unas personas que querían hacerle unas preguntas. Eran dos trabajadoras sociales de la DGAIA que la esperaban en una sala, al lado de la oficina del director.
Enseguida empezaron con las preguntas…
[Frida]: Que si mi madre alguna vez me ha mordido, que si mi madre alguna vez me ha pegado, que si mi madre alguna vez ha dejado que alguien entrara en mi habitación, que si mi madre alguna vez me ha hecho algo, si mi madre bebe mucho, o sea, empiezan con un acoso muy muy, muy fuerte y también como usando un vocabulario muy vasto para un niño. O sea, a mí me estaban hablando de una forma muy vasta y yo me estaba sintiendo muy mal.
[Esperanza]: Frida, muy nerviosa, solo contestaba con monosílabos. Hasta que las mujeres de la DGAIA sacaron un papel.
[Frida]: Y me dicen si firmas esto cuando salgas te puedes ir con tu madre. Y eso hice.
[Esperanza]: Firmó el papel sin leerlo. Por eso no supo que lo que estaba haciendo era denunciar a su madre. Y que a partir de ese momento su custodia la tenían los servicios sociales.
Un instante después, la sacaron de la escuela y la subieron a una furgoneta.
[Frida]: Como las de las películas de terror en las que secuestran a niños. Es una caravana blanca con con asientos detrás y con todos los cristales tintados de negro.
[Esperanza]: Frida estaba muerta de miedo. No sabía hacia dónde iban, hasta que finalmente llegaron a un hospital. Allí dos médicos le empezaron a revisar las piernas y los brazos mientras anotaban cada marca que encontraban en su cuerpo.
[Frida]: Desde ese momento las trabajadoras con las que había estado en la sala se me acercan y me dicen ¿Y quién te ha hecho esto en las piernas? ¿Quién te ha hecho eso en las piernas? Y le digo: nadie. Y me dice quién te ha hecho eso en las piernas así, pero como muy agresivamente también.
[Esperanza]: Les repetía una y otra vez que eran las marcas de hockey pero las mujeres seguían insistiendo. Y una vez que terminaron con la revisión médica le dijeron cuáles eran realmente los planes.
[Frida]: Me dicen que voy a ir a una casa donde hay niños como yo y que no saben cuándo voy a volver y que me tengo que ir ya.
[Esperanza]: Frida se quedó completamente en silencio. Congelada. No supo qué decir, ni se animó a preguntar más nada. Pero en ese instante intuyó que iba a pasar mucho tiempo sin ver a su mamá.
A Linda la llamaron por teléfono una hora antes de que saliera de casa para ir a recoger a Frida al colegio. Eran los de la DGAIA y le decían que le habían quitado la custodia.
[Linda]: Me dice así que ni se preocupe por ir por la cría al al colegio, o sea y yo a ver. Claro, yo pensando en la lógica que ha habido un juicio, que ha habido pruebas, hemos pasado por un juzgado. ¿O sea, qué es esto?
[Esperanza]: Pero del otro lado del teléfono no hacían más que decirle…
[Linda]: Usted sabe lo que hizo. Usted sabe que ha maltratado a su hija. Usted sabe todo el daño que le ha hecho.
¿Claro, yo les pregunto de dónde sacan todo eso? O sea, de dónde están sacando. O sea. ¿Pero cómo se pueden llevar a la niña así?
[Esperanza]: Antes de colgar, le dijeron que llevarían a Frida a un centro de menores y que la cita que tenían en unos días en los servicios sociales quedaba anulada.
Linda no sabía qué hacer, estaba muy perdida.
[Linda]: Llamé a mis amigas, pregunté y aguanté el chaparrón. Y de ahí ya no y de ahí hubo pfff un súper down, ¿no?
[Esperanza]: Es que, en medio de la confusión, Linda ya empezaba a sospechar lo que estaba pasando.
[Linda]: Soy panchita, madre soltera, migrante, puta. Pues claro que me la iban a quitar.
[Daniel]: Ahí empezaría una nueva etapa de su vida. Una etapa muy oscura en la que iba a tener que luchar por lo que más quería.
Una pausa y volvemos…
[Daniel]: Estamos de vuelta. Esperanza Escribano nos sigue contando…
[Esperanza]: A Frida la llevaron a un Centro de Acogida de Urgencia. Era un edificio gris, escondido entre otros iguales, en el que no aparecía ni un nombre ni una dirección. Apenas entró vio una sala llena de bebés.
Siguió avanzando y le pidieron que entregara su mochila y que sacara todas las cosas que tenía en los bolsillos. También le pidieron el teléfono móvil. Le dijeron que durante una semana no podría ir a la escuela ni tener contacto con nadie del exterior.
La llevaron a una habitación que compartiría con otros seis niños. Tenía muchas ganas de llorar pero se las aguantó. Esa primera noche casi no pudo dormir. Recién a la mañana siguiente, le presentaron a la que sería su educadora del centro. Fue ella quien le dijo lo que realmente estaba pasando.
[Frida]: Ella fue la primera que me dijo ¿pero es que no te das cuenta de que has denunciado a tu madre? Y allí fue cuando yo, efectivamente, me di cuenta de que había denunciado a mi madre.
[Esperanza]: Toda la situación estaba siendo muy violenta para Frida. Pero de todas formas se atrevió a preguntar si podía hablar con su mamá. La respuesta fue tajante.
[Frida]: Que no, que mi madre ha hecho las cosas mal y que ahora no puedo hablar con ella.
[Esperanza]: Mientras tanto, Linda intentaba averiguar a qué centro habían llevado a su hija. Pasó todo el fin de semana sin saber nada de ella. Nunca antes habían estado separadas. La extrañaba demasiado y la casa sin Frida se sentía vacía.
[Linda]: Recuerdo como por las mañanas se levantaba y se oían las pisadas de niña pequeña. Y eso es algo que se me quedó como muy fijo, ¿no? Era como No escucho los pies de Frida por la mañana cada vez que me levanto, ¿no?
[Esperanza]: Su madre, la abuela de Frida, viajó ese fin de semana para acompañar a Linda.
Unos días después, Linda logró que la atendieran en la Dirección General de Infancia. Allí le entregaron un informe en el que explicaban por qué le habían quitado la custodia. Aparecían palabras como maltrato, desamparo, negligencia. La documentación contenía también información falsa, como que acababan de llegar de México, que Frida había nacido allá y que vivían hacinadas en una habitación. Linda estaba desesperada y por eso firmó los papeles donde reconocía todo eso de lo que la acusaban. Si no lo hacía, no se iniciaría la siguiente fase: un plan de trabajo que tenía que cumplir para que le devolvieran la custodia o al menos para que la abuela pudiera ser la familia de acogida de Frida mientras tanto.
Y aunque sabía que todas esas acusaciones eran mentira, llegó a dudar de ella misma.
[Linda]: En un momento dije: No, Pues a lo mejor sí tienen razón. O sea, a lo mejor a lo mejor sí Frida está mejor con ellos, ¿no?
[Esperanza]: Toda la seguridad que siempre había tenido como mamá ahora estaba pendiendo de un hilo.
Al mismo tiempo, la educadora del centro le decía a Frida que su madre estaba de acuerdo con que ella estuviera ahí.
[Frida]: Ok, entonces si ella quiere que esté aquí, entonces pues ha de pensar que esto está bien.
[Esperanza]: Le parecía muy extraño porque ellas jamás se habían separado, pero le mostraron los papeles y a Frida le pareció que siendo todo tan oficial no podían estarle mintiendo. ¿Cómo iba una institución, una autoridad, a inventarse que su madre no quería estar con ella? Una semana después de que se llevaran a Frida y cuando se cumplió el período de incomunicación, Linda finalmente supo en qué centro estaba y le permitieron hablar por teléfono con ella. Linda puso el altavoz para poder grabar esa llamada.
[Llamada]
[Linda]: Hola. Buenas tardes. Tengo llamada con ella.
[Empleada del centro]: Sí, cariño, Enseguida te la busco. Un momentito, por favor.
[Linda]: Gracias
[Empleada del centro]: A tí, un momento.
[Frida]: Hola.
[Linda]: Hola, mi amor. ¿Cómo estás?
[Frida]: Eh
[Linda]: ¿Cómo estás, cariño?
[Frida]: Bien. ¿Y tú?
[Linda]: Bien, mi amor. Muy emocionada porque por la primera llamada que me dejan hacerte.
[Esperanza]: Frida cogió el teléfono y se encerró en su habitación para hablar con su madre. Pero estaba nerviosa, no quería que nadie la escuchara. Se la nota cortante. Linda se da cuenta enseguida que algo le pasa…
[Linda]: ¿Qué te pasa, mi niña? ¿Estás enfadada? ¿Por qué?
[Frida]: No.
[Linda]: Ah, vale. Pensé que sí, mi amor. ¿Qué tienes? ¿Estás triste? ¿Eh? Amor mío. ¿Eh?
[Frida]: Sí.
[Linda]: Guapa, que te quiero. Que te amo más que a nada en el mundo. Preciosa. Pienso. Todos. Todos, todos, todos y cada minuto de los días en ti. Vale. No lo olvides nunca. Mamá está aquí. Siempre. Siempre. Mamá. La abuelita. La tiita no estás sola. ¿Verdad? Vale. No estás sola, mi amor. ¿Lo entiendes? ¿Lo entiendes, cariño mío?
[Frida]: No.
[Linda]: Ya, mi vida. Ya, pero no lo estás. Vale. No estás sola. Aquí está tu madre. Vale. Esto va a ser por un… por un momento, nada más. Vale, esto va a pasar. Todos estamos haciendo un montón de cosas para que esto se arregle. Vale. Mi amor. ¿Lo has oído?
[Frida]: No. Porque estoy aquí.
[Linda]: Ya, mi amor. Pero vas a salir. Vale. ¿Vas a salir?
[Frida]: No.
[Linda]: Claro que sí, mi amor. ¿Por qué? ¿Por qué dices que no? Cariño. Ya verás que sí. Ya verás que sí. Ya verás que todo se va a arreglar, mi amor. Todo se va a arreglar. Vale. Todo se va a arreglar. Tienes que confiar en eso. Y tienes que pensar que todo se va a arreglar, ¿vale?
[Esperanza]: Toda la conversación fue así. Frida monosilábica. Linda tratando de que le contara cómo se sentía, qué había hecho en el centro, si estaba durmiendo bien. Después de unos minutos una de las educadoras le empezó a tocar la puerta para que colgara porque las llamadas tenían que ser frente a ellas. Frida se acuerda bien lo que sintió ese día.
[Frida]: En esa primera llamada me dice que si estoy enfadada, que si tal. Y para mí es como muy raro, porque era como sí estoy enfadada porque me has dejado estar aquí.
[Esperanza]: Linda siguió llamando por teléfono a Frida una vez a la semana. Su abuela también la llamaba. No querían que se sintiera sola. Hasta que por fin, al mes, a Linda le autorizaron una visita en un punto de encuentro, un lugar en el que se cita a varias familias para que se vean con sus hijos.
A Linda la hicieron pasar por un detector de metales y le pidieron que dejara su celular, y los dulces y los regalos que había llevado para Frida.
[Linda]: Me pasaron a una sala donde había un cristal polarizado y unos y unos altavoces, y entonces había gente que estaba ahí vigilando las visitas, sentada, vigilando las visitas.
[Frida]: Tú. Imagínate que estuvieras en un laboratorio, ¿sabes? Como que la gente te está vigilando lo que haces y cómo te comportas.
[Linda]: Frida estaba totalmente atemorizada. No podía decir nada. Estoy bien, mamá. Estoy muy bien. Sí, estoy muy bien, mamá. Claro. Sí. Ella me decía eso. Yo también decía: Claro. Es que igual sí, está bien. Pero claro, eso le decía Frida porque estaba atemorizada.
[Frida]: También como mucha, duda de si, de lo que ella quiere que yo haga. Tipo no sé si quieres que yo esté aquí o si quieres que diga algo, o si piensas que yo como que lo he hecho mal, entonces era como como mucha expectativa de como más bien si mi madre estaba como contenta de verme a mí.
[Esperanza]: Todo el mes había estado triste y enfadada con su madre por haberla dejado ahí. Pero al volver a verla esas dudas empezaron a desaparecer.
[Frida]: Se empezaron a derrumbar muchas de las cosas que a mí me habían dicho cuando vi a mi madre. Porque quieras o no, es mi madre. Yo… Yo la conozco, yo… Y yo sé cómo es.
[Esperanza]: La felicidad de volver a estar juntas era evidente para ambas. Era claro que Linda sí quería estar con ella.
Únicamente podían verse dos horas a la semana en el punto de encuentro.
Mientras tanto Linda intentaba que la DGAIA permitiera que su madre fuera la familia de acogida de Frida. Pero no era algo que iban a aceptar tan fácilmente…
[Linda]: E incluso en un momento ellos barajaron y dijeron. Es que. Claro, señora, usted tiene un poco como de culpa de que ella se comporte así. Es que claro, usted es como un poco el origen de todo esto, porque usted no supo educar a su hija.
[Esperanza]: El proceso se alargaba.
Solo cuando pasaron varias semanas a Linda le dejaron visitar a Frida en el centro de menores en que estaba viviendo. Pero Frida no se animaba a contarle a su mamá que no quería estar allí y que las cosas habían empeorado mucho en la escuela desde que había vuelto a clase.
[Frida]: Todos mis compañeros sabían lo que había pasado y sabían las acusaciones que habían en contra de mi madre. Y en el patio como que me decían eso… que tu madre es esto y que tu madre es lo otro y que tu madre es una drogadicta. Y después en clase, un. Como uno de esos días en los que regresé, creo que dije algo mal o hice algo mal. ¿Y la profesora que se dice, O sea, yo creo que ella es la que denunció. Paró la clase y me dijo “eres una malcriada. ¿Sabes lo que he tenido yo que hacer por ti? ¿Sabes todo el esfuerzo que he tenido que hacer y lo que me he arriesgado por ayudar a alguien como tú? Todo el mundo me dijo que no te ayudara. Y no debería de haberlo hecho porque eres una desagradecida. Vete de clase”. Y me salí llorando.
[Esperanza]: Tuvo que ingeniárselas para esconderse y poder hablar con su abuela por teléfono.
[Frida]: En el momento en el que podía hacer una llamada un poco más libre, vamos, despotricaba lo que quería contra ellos. Entonces, claro, mi abuela se empezó a dar cuenta por eso, pero con mi abuela sí tenía un poquito más de libertad por no ser la persona que estaba siendo acusada de todo.
[Esperanza]: Linda y su madre seguían atrapadas en las trabas burocráticas. Para que la DGAIA le permitiera ser la familia de acogida, la abuela de Frida tenía que visitar el centro, que las educadoras la conocieran y tomaran una decisión. Pasaron cinco, seis, siete meses y la DGAIA seguía sin aprobar el trámite.
Y entonces llegó un nuevo punto de inflexión. Un día, jugando al baloncesto, Frida se hizo un esguince y debía caminar con muletas. Necesitaba ayuda para bañarse. Entonces un profesor del centro le explicó lo que harían.
[Frida]: Y me dice bueno, es que ya tengo la solución, yo te voy a duchar. Y le dije no, no, gracias. Y me dice: No, no, de verdad, yo te puedo duchar. O sea, no es incómodo para mí ni nada. Y yo en plan… Ya, pero no te conozco. Entonces cuando se lo dije a mi abuela, mi abuela estaba literalmente subiéndose por las paredes.
[Esperanza]: Su abuela enseguida se lo contó a Linda. Estaban indignadas. No saben si fue eso lo que aceleró la decisión pero finalmente la DGAIA aceptó que la abuela de Frida fuera su familia de acogida.
Frida volvió a Murcia para vivir con su abuela y el resto de su familia. Había pasado casi ocho meses en el centro. Ocho meses que la marcarían para siempre.
[Daniel]: Una pausa y volvemos…
[Daniel]: Estamos de vuelta. Esperanza sigue con la historia.
[Esperanza]: Linda consiguió sentirse un poco más tranquila porque Frida ya estaba con su familia en Murcia. Pero ella seguía en Barcelona y la echaba muchísimo de menos. Estaba entrando en una depresión profunda. Había dejado de trabajar y casi no tenía dinero. Un tiempo después logró que le dieran permiso para visitar a Frida en Murcia. Pero no podían estar solas. Por tener la custodia de Frida, su madre debía vigilar a Linda todo el tiempo durante esos encuentros.
Iban al cine, al supermercado… Trataban de recuperar las cosas más cotidianas. Pero Frida también estaba empezando a caer en una depresión. Además de la separación de su madre, la estaba afectando el nuevo cambio de escuela, donde también le hacían bullying por el color de su piel.
Poco a poco a Linda la autorizaron para pasar más tiempo con Frida e incluso a dormir en la misma casa. Así que empezó a viajar más seguido a Murcia. Y con esa intimidad recobrada, Frida empezó a abrirse y a contarle a su madre qué era lo que le estaba pasando.
[Linda]: Y me empieza a decir yo me quiero contigo, mami, yo no quiero estar aquí. Yo. O sea, yo quiero mucho a la abuelita, pero yo me quiero ir contigo, me quiero ir contigo, me quiero ir contigo.
[Esperanza]: Fue en ese momento que Linda se convenció, de una vez por todas, de que lo mejor para Frida era estar con ella. Habían pasado dos años desde que había recibido la primera llamada de la DGAIA. En ese tiempo había pasado de la rabia a la resignación, de llegar hasta creerse que era una mala madre.
[Linda]: Porque te hacen creer que tus hijos no te quieren, o sea, te hacen creer que eres un monstruo asqueroso, que les has jodido la vida. O sea, un trabajador social me dijo: le has jodido la vida a tu hija, lo sabes, le has jodido toda la vida. Y claro, llega un momento que dices: sí, tío, igual. Y sí, se la jodí.
[Esperanza]: Linda empezó a moverse para recuperar la custodia de Frida. Comenzó a hablar públicamente de su caso en las redes sociales. Hasta que un día recibió un email.
[Linda]: Y me escribe una abogada y me dice oye, yo quiero ver tu expediente y qué está pasando. O sea esto está muy raro.
[Esperanza]: Esa abogada era Arlene Cruz, dominicana. Arlene ya llevaba otros casos de retiradas de custodia a madres solteras migrantes y cuando vio el caso de Linda la quiso ayudar.
Enseguida acordaron una cita. Esta es Arlene:
[Arlene]: Ya cuando yo la conozco, Linda está en un estado de haber superado, ¿no?, este sentimiento que te quieren inculcar de que tú eres la madre mala. Y un y un punto de ¿no? de activar, de decir no, yo tengo que denunciar lo que está pasando a nivel público y tengo que buscar las alianzas necesarias, porque esto no solamente me tiene que estar pasando a mí.
[Esperanza]: Efectivamente Arlene le dijo que había muchas más mujeres en situaciones parecidas. Así que se empezaron a conectar, a compartir sus experiencias y poco tiempo después fundaron “Madrecitas”, un colectivo de madres migrantes unidas para denunciar las irregularidades en las quitas de custodia. Arlene las ayudaría con toda la parte legal. Algo que, asegura, puede resultar muy complejo dentro del mecanismo de la DGAIA.
[Arlene]: Es irle buscando la vuelta a un sistema que lo que no quiere realmente, y eso lo puedo decir, es que nosotras, las personas letradas, acompañemos a estas madres.
[Esperanza]: Es decir, un sistema que no quiere a los abogados en las audiencias. Pero ¿por qué? Se lo pregunté directamente a Isabel Carrasco, quien era la directora de la DGAIA mientras producía este episodio.
[Isabel]: Yo creo que lo que se tiene que mantener es la relación padre hijos. Si entra un abogado yo creo que se distorsiona todo.
[Esperanza]: Pero para Arlene es claro que la falta de asesoría legal permite que personas que no entienden cómo funciona el sistema muchas veces terminen firmando cosas que los incriminan. Como le pasó a Linda.
Y los cuestionamientos no son solo por esto. En España, las retiradas de custodia no las decide un juez sino los funcionarios de servicios sociales. La misma institución que abre el expediente por desamparo – que en el caso de Cataluña es la DGAIA- decide si se retira o no la custodia, a dónde va el menor y cuándo y cómo se le devuelve a sus padres. Digamos que la misma institución es juez y parte. Por eso hay muchas denuncias que apuntan a un sistema arbitrario y sesgado. Para que se hagan una idea, en Cataluña hay más niños bajo tutela del Estado que presos en sus cárceles. En 2019, por ejemplo, un juez dictaminó en un caso que los informes técnicos no tenían datos objetivos y estaban basados en creencias y suposiciones. Arlene también lo ha podido comprobar en muchos de los casos de las mujeres que ha representado.
[Arlene]: No comprueban realmente que hay o no hay detrás. Activan el protocolo y te quitan al niño. Y después investigamos. Eso es lo que pasa. Se basan en suposiciones o en hechos que no están realmente ni demostrados. Aquí con que alguien te quiera realmente hacer un daño te lo puede hacer fácilmente. Y después es a ti de probar que tú no eres todo eso.
[Esperanza]: Arlene está convencida de que, en el caso de Linda, el que fuera trabajadora sexual influyó en la decisión de quitarle la custodia de Frida. Aunque, claro, eso no es una causa justificada para hacerlo.
[Arlene]: Porque ya suponen que una madre que trabaje el trabajo sexual no puede ser buena madre. A todo esto, si es una persona migrada, pues súmale 20 más. Y ahí tienes la ecuación o sea:
[Esperanza]: Esa misma ecuación que Linda sospechó desde un principio: madre soltera, migrante y puta.
Si bien Isabel Carrasco, la directora de la DGAIA, no quiso hablar del caso de Linda ni de ningún otro caso en particular, me aseguró que la decisión de quitar una custodia se toma con todas las garantías necesarias y no tiene nada que ver con el trabajo de los padres.
[Isabel]: Las diferentes profesiones no nos hacen decidir el desamparo o no, sino que es el que el niño esté bien cuidado y por delante siempre va el interés del menor. Si esa señora que, ¿no?, se puede dedicar a la prostitución no cuida bien a su hijo o lo abandona, está presente en situaciones, ¿no?, que lo pueden poner en una situación de desamparo se actuará independientemente de la profesión, ya te digo, de que tenga si el niño está bien atendido, cuidado y con buenos tratos, no tenemos por qué actuar.
[Esperanza]: Dentro de la DGAIA se plantean volver a un sistema en que sea un juez quien decida sobre la custodia de un menor.
[Isabel]: Siempre hay mejoras en todos los sistemas y yo creo que ahora bueno Se está debatiendo otra vez un poco y poner sobre la mesa de volver, ¿no?, a que sea una competencia, que sea el juez quien quien termine decidiendo sobre separar o no los menores del domicilio.
[Esperanza]: Hasta el momento de cerrar este episodio, nada de eso había cambiado.
[Madres cantando]: ¿Qué pasa con DGAIA? Se pasa de la raya.
¿Qué pasa con DGAIA? Se pasa de la raya.
[Esperanza]: El 20 de noviembre de 2020, cuando ya habían pasado más de tres años de la quita de la custodia, Linda y decenas de madres se concentraron por primera vez delante de la sede de la DGAIA.
[Madre 1]: Buenos días soy Nita, madre de Lucía y Alejandro, me han retirado a mis hijos con informes falsos.
[Madre 2]: Soy Helen, madre de Eyden, Jorlin y Angelima. Me han quitado mis hijos por no tener papeles, por no tener familia y por ser vulnerable.
[Esperanza]: Linda estaba conmovida…
[Linda]: Fue como, muy esperanzador, ¿no?, de repente ver a todas las madres que les habían quitado la tutela. Y que nada más faltaba un llamamiento para que estuvieran ahí. Nada más estaban esperando que alguien dijera “Yo también soy como tú”.
[Esperanza]: Pero la alegría de Linda al unirse con otras mujeres contrastaba con la profunda depresión en la que Frida, ya con 15 años, estaba cayendo en Murcia. Si bien se veía con su mamá cada vez más seguido, con cada despedida Frida se encerraba en su habitación y en su propio mundo.
[Frida]: También dejé de ducharme, dejé de comer. Y no sé, en general no, no hacía muchas cosas.
[Esperanza]: Por esos días en que Linda se manifestaba en Barcelona, Frida había ido a ver a la trabajadora social que llevaba su caso en Murcia. Le había insistido en que quería volver con su madre pero la trabajadora le había pedido paciencia. Pero Frida ya no tenía fuerzas para seguir esperando.
[Frida]: Un día después, dos días después de eso. Se fue a dormir mi familia. Escribí cartas para todos y me tomé 37 pastillas.
[Esperanza]: Un rato después, se despertó vomitando.
[Frida]: Arrastrándome, fui a la habitación de mi abuela y le dije que me había tomado 37 pastillas para morir y que no había funcionado y que si podía llamar a una ambulancia porque estaba muy mal.
[Esperanza]: La llevaron de urgencia hasta el hospital. Una vez allí, la abuela le avisó a Linda de lo que había pasado y enseguida salió para Murcia. Todavía medio inconsciente, Frida solo podía pensar en una cosa: que su madre llegaría en algún momento. Y solo ese pensamiento ya la ponía feliz.
Cuando finalmente Linda llegó al hospital ya le habían hecho un lavado de estómago.
[Linda]: Estaba totalmente destruida. O sea, ahora ya vienen las consecuencias de todo lo que ha sucedido, de todo lo que hizo la DGAIA, ¿no? Es que la quebraron, la rompieron, se la cargaron.
[Esperanza]: Apenas se vieron, las dos supieron que pasara lo que pasara no se separarían nunca más.
Linda dejó definitivamente Barcelona, consiguió un piso en Murcia y se mudaron juntas allí. No les estaba permitido hacerlo, pero se arriesgaron. Linda ya no tenía miedo. De hecho, el miedo estaba cambiando de bando. Para las trabajadoras sociales, el intento de suicidio de Frida había desatado el pánico. Linda y Frida observaron enseguida un cambio de actitud, como si se hubieran dado cuenta de que habían cometido un error, un error que llevaba ya más de tres años. Aquí de vuelta Arlene, la abogada…
[Arlene]: El sentimiento de suicidio de Frida viene por la misma separación, o sea, por eso ya ven en un momento de que la forma realmente de no perder la vida de la persona es devolvérsela a la madre, que era de lógico de mucho antes. Pero devolver, es aceptar un error.
[Esperanza]: Linda y Frida siguieron viviendo juntas y se dieron cuenta de que ya nadie las vigilaba.
[Linda]: Aprendimos a que la DGAIA no era el Gran Hermano ni había una televisión que nos estaba observando en casa. ¿Sabes? Porque esa es la sensación que ellos te dan.
[Esperanza]: Así pasaron dos años en los que, mientras ellas empezaban a sacudirse todo el dolor de este tiempo, el proceso de devolución de custodia seguía su curso. Las educadoras del caso, nos dijo Arlene, eran muy insistentes y siempre veían algo que dilataba el proceso.
Solo le devolvieron la custodia a Linda en diciembre del 2022, cinco meses antes de que Frida cumpliera 18 años y fuera mayor de edad.
[Frida]: DGAIA sí se llevó algo muy, muy grande. O sea, la última vez que yo, que yo vivía con mi madre, era una niña Creo que fueron muchos años de separación, como demasiados. Y creo que fue muy, muy duro, al mismo tiempo que ninguna de las dos fuera la que era.
[Esperanza]: Pero aunque han cambiado muchas cosas y Frida ya es una adulta, para Linda hay algo que no cambiará jamás…
[Linda]: Yo siempre quiero seguir en el rol de su madre, ¿no? Y no solamente a nivel de autoridad, ¿no? sino a nivel de cuidado, de apapache, de recoger, ¿no? de ser, ¿no? de ser tranquilidad.
[Esperanza]: Esa tranquilidad que durante tanto tiempo les quitaron…
[Daniel]: Según el último informe estadístico de la DGAIA, unos nueve mil niños están separados de sus familias por casos de desprotección infantil. De ellos, más del 40% son extranjeros.
La directora de la DGAIA, Isabel Carrasco, fue destituida en marzo de 2025, tan solo seis meses después de haber asumido el cargo.
Linda sigue siendo trabajadora sexual y una destacada activista por los derechos de sus compañeras.
Esperanza Escribano es periodista y vive en Barcelona. Coprodujo esta historia junto con Aneris Casassus. Aneris es productora de Radio Ambulante y vive en Buenos Aires.
Este episodio fue editado por Camila Segura y por mí. Bruno Scelza hizo el fact checking. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri y Rémy Lozano con música de Remy.
Un agradecimiento a Camilo Vergara por su ayuda en la producción de esta historia.
El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Adriana Bernal, Diego Corzo, Emilia Erbetta, Camilo Jiménez Santofimio Melisa Rabanales, Natalia Ramírez, David Trujillo, Elsa Liliana Ulloa y Luis Fernando Vargas..
Carolina Guerrero es la CEO.
Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.
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