Transcripción – La noche más larga [Parte 1]

Transcripción – La noche más larga [Parte 1]

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(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Alfonso Reyes Echandía]: Aló.

[Periodista]: Doctor Reyes Echandía.

[Alfonso Reyes Echandía]: Por favor, que nos ayuden, que cese el fuego. La situación es dramática.

[Daniel Alarcón, host]: Bienvenidos a Radio Ambulante, desde NPR, soy Daniel Alarcón.

[Alfonso Reyes]: Estamos aquí rodeados de personal del M-19.

(DISPAROS)

[Daniel]: Este es Alfonso Reyes Echandía, presidente de la Corte Suprema colombiana.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Periodista]: ¿Con cuántas personas más está usted como rehén?

[Daniel]: En la tarde del 6 de noviembre de 1985, estaba en el cuarto piso del Palacio de Justicia, en Bogotá.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Alfonso Reyes Echandía]: Estamos con varios magistrados, un buen número de magistrados y de personal subalterno. Pero es indispensable que cese el fuego inmediatamente.

[Daniel]: Ese día, la guerrilla del M-19 se tomó el Palacio de Justicia en la capital colombiana. Y esta entrevista, se hizo para la radio Todelar. Se escuchó en todo el país.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Alfonso Reyes Echandía]: Divulgue a la opinión pública esto para que el Presidente dé la orden.

[Daniel]: Y quienes hayan escuchado la desesperación en su voz, jamás lo olvidarían.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Periodista]: El asalto comenzó a las 11 y 40 minutos de la mañana. Los guerrilleros entraron a las oficinas del primer piso y ordenaron a sus ocupantes tirarse al piso. Dos celadores que trataron de impedir la entrada fueron muertos.

[Daniel]: Los policías que había alrededor del Palacio oyeron esos primeros disparos y reaccionaron para tratar de controlar la situación. Inicialmente, no sabían de qué se trataba, ni qué grupo era.

Corrían por la Plaza de Bolívar intentando entrar al edificio, pero desde las ventanas los guerrilleros les disparaban. Llamaron refuerzos.

Luego se supo que eran 35 guerrilleros los que entraron al Palacio de Justicia. Tomaron como rehenes a todas las personas que estaban adentro: magistrados, consejeros de Estado, visitantes ocasionales, personal de servicio. En cuestión de minutos el ejército y la policía rodearon el edificio.

Y como se escucha en la entrevista con el presidente de la corte —esa tarde, este edificio público, en pleno centro de Bogotá, a pocos metros del Congreso y de la casa presidencial—, este edificio parecía más bien un campo de batalla.

El enfrentamiento entre el ejército, la policía y los guerrilleros duraría un día entero.

Es difícil saber cuánta gente había dentro del Palacio al momento de la toma, pero lo cierto es que todo terminó con más o menos 100 muertos, entre guerrilleros, militares, policías y civiles.

El interior del edificio quedó casi completamente destruido.

Hoy en Radio Ambulante, queremos contar la historia de este momento tan dramático para Colombia. Porque lo que pasó ese día —las diferentes versiones de lo que pasó— ha sido tema de controversia por más de 30 años.

Nuestro reportero es David Trujillo.

[David Trujillo]: El M-19 nació en 1970. No es la única guerrilla en la historia de Colombia, claro. Pero sí fue la única que nació como guerrilla urbana. En algún momento sí lo hicieron, pero cuando empezaron no eran esos guerrilleros que quizá se están imaginando, los que andan por el monte o tienen campamentos en la selva. Al contrario, el M-19 se caracterizaba por hacer actos de protesta muy llamativos, como el robo de la espada de Simón Bolívar o el robo de más o menos 5 mil armas de una instalación fuertemente custodiada del ejército en Bogotá.

Pero sí se parecía a las otras guerrillas en esto: quería llegar al poder por la vía armada, y eso la llevó a una pelea muy sangrienta contra el Estado que dejó varios muertos.

Tres años antes de la toma, en 1982, el gobierno de Belisario Betancur había abierto la posibilidad de una salida negociada al conflicto con varias guerrillas. Esto incluía al M-19.

(SOUNDBITE ARCHIVO)

[Belisario Betancur]: No quiero que se derrame una sola gota más de sangre colombiana, de nuestros soldados abnegados, ni de nuestros campesinos inocentes.

[David]: Hasta se alcanzó a firmar un acuerdo en 1984 para parar el fuego y buscar la paz.

(SOUNDBITE ARCHIVO)

[Iván Marino Ospina]: Hoy, a la 1 de la tarde, el M-19, sus mandos y sus tropas aquí presentes, signarán el acuerdo de cese al fuego.

[David]: Pero a pesar de que sí se firmó, en realidad nunca hubo voluntad de paz de ninguno de los dos lados. Siguieron atacándose mutuamente y el cese al fuego nunca se cumplió. En 1985, con la toma del Palacio, el pacto con el M-19 se rompió definitivamente.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Periodista]: Los guerrilleros que se tomaron el Palacio de Justicia hoy tenían provisiones, ropa, comida, drogas suficientes para pasar varias semanas dentro del edificio. Dos tanques del ejército están en el patio interior del edificio. Aún quedan muchas personas en diferentes oficinas.

[David]: El presidente Betancur, como comandante supremo de las Fuerzas Armadas, era quien debía tomar la decisión de cómo enfrentar la toma. La situación era muy confusa. Muchos familiares de rehenes solo podían darse cuenta más o menos de lo que estaba pasando por televisión y por radio, esperando ansiosos que todo terminara bien.

[Pilar Navarrete]: Mi nombre es María del Pilar Navarrete Urrea, tengo 53 años.

[David]: Pilar es la esposa de Héctor Jaime Beltrán, uno de los meseros de la cafetería del Palacio.  

[Pilar]: A Héctor Jaime, a mi Jimmy, lo conocí por casualidad. La vida mía todo ha sido unas casualidades hermosas.

[David]: Estudiaba en el colegio con la hermana de Héctor Jaime, o Jimmy, como le dice ella. Alguna vez tuvieron que ensayar juntas una obra de teatro en la casa de los Beltrán. Ese día Pilar lo conoció: un muchacho que había nacido en Sahagún, en la costa Caribe colombiana, y que tenía un acento que a Pilar le gustaba. Empezaron a salir y luego se hicieron novios.

Un año después tuvieron una hija. Estaban muy jóvenes, pero decidieron casarse y vivir juntos. Después vinieron dos hijas más y ahí la situación económica se hizo más complicada. Jimmy trabajaba en lo que resultara: como bodeguero en un almacén de telas o en una tienda de repuestos de neveras.  

Pilar se encargaba de cuidar a las niñas que todavía estaban muy chiquitas. Y sí, era difícil, sobre todo por las deudas. Pero Pilar la recuerda como una época bonita. Quería mucho a su esposo.

[Pilar]: La sonrisa. El hablado. Cómo me trataba. Éramos muy felices porque no dejábamos de bailar, porque no dejábamos de reír. Amorosísimo con sus hijas, muy feliz de tener las niñas.

[David]: A principios de 1984, Jimmy se quedó sin trabajo. No era el mejor momento porque no tenían ahorros y encontrar empleo era muy difícil. Por un lado, Jimmy era muy joven y no tenía una profesión. Y por el otro,  el país pasaba por una recesión económica. Pero además de todo, Pilar estaba embarazada —otra vez— de su cuarta hija. Tenía tres meses de embarazo. Pero en esos días, la prima de Pilar la llamó y le dijo:

[Pilar]: “Pilar, imagínate que mi novio, el papá de él le dieron la cafetería del Palacio de Justicia que queda ahí en la Plaza de Bolívar para que la administre. Y él necesita personas confiables que trabajen y, mira, a mí no me parece malo, Jimmy puede hacer de mesero”. Y le dije: “¿Jimmy de mesero?”.

[David]: Se le hacía raro porque no tenía experiencia en eso, pero la propuesta no sonaba mal: trabajaría de 7 de la mañana a 5 de la tarde y tendría libres los fines de semana. Lo mejor de todo era que, aparte de su salario mínimo, iba a recibir propinas. Una plata extra que les serviría muchísimo. Así que  aceptó.

Esa cafetería estaba dentro del Palacio y la visitaban los magistrados, funcionarios públicos o visitantes de las cortes. Era un espacio agradable, de pisos de madera.

[Pilar]: Y tenían cortinas en paño grandísimas que caían y entapetada en tapete oscuro, y había mesas redondas muy bonitas.

[David]: Después de unos meses trabajando ahí, Jimmy estaba feliz como mesero, así no le gustara el corbatín que tenía que usar. Se la llevaba bien con sus compañeros, podía jugar fútbol los domingos y pasar más tiempo con su familia.

No sabía mucho de política. En realidad le interesaba poco, pero en las noches le contaba a Pilar que había atendido a tal magistrado, o a tal político, a gente que veía en los noticieros.

La situación económica se hizo más estable y tenían planes como comprar una casa o viajar a Sahagún. Pero no había afán.

[Pilar]: Lo veíamos bien. Tal vez él después diría: “Oye, ya esto no es suficiente. Ya las niñas están grandes, ya trabaja tú y yo estudiaría o… otras cosas.” Pero para ese entonces era perfecto.

[David]: El Palacio de Justicia era uno de los edificios más importantes de la vida pública colombiana. No solo era sede de la Corte Suprema, sino del Consejo de Estado. Cada día se llenaba de funcionarios, abogados, jueces, la gente que, de alguna manera u otra, tomaba decisiones que afectaban el futuro del país.

[Diana Andrade]: Nací en Colombia, en Barranquilla. Éramos cinco hermanos, ya se murió uno. Soy la menor de cuatro hermanos.

[David]: Esta es Diana Andrade. Su papá, Julio César Andrade, era abogado. De joven tuvo varios cargos importantes en Barranquilla, pero…

[Diana]: Desafortunadamente, en uno de sus… de sus cargos de juez, eh, fuimos amenazados y salimos para Bogotá a comenzar una nueva vida.

[David]: Era 1984. Un momento muy complicado para  Colombia, sobre todo por el narcotráfico que estaba invadiendo todos los rincones del país, incluída la política nacional.

Por otro lado, los grupos armados ilegales, tanto guerrillas como paramilitares, vieron en el narcotráfico una buena opción para financiarse, y empezó una guerra por el control de tierras para cultivo, rutas de tráfico y pistas de aterrizaje.

Además, se había desatado una gran ola de violencia contra las personas que trabajaban con la justicia. Algo sistemático. Entre 1979 y 1991, un promedio de 25 jueces y abogados eran víctimas de atentados o eran asesinados cada año. Un año antes de la toma del Palacio, mataron al ministro de Justicia.

El papá de Diana, Julio César, era juez de instrucción penal en Barranquilla. Esa figura ya no existe, pero, en resumen, se encargaba de investigar posibles culpables de diversos crímenes. Una labor muy riesgosa en esos años.

Cuando llegaron a Bogotá, Julio César tenía 37 años. Diana tenía 6.

[Diana]: Usaba gafas que lo hacían ver 20 años mayor pero pues era joven. Era un tipo muy serio, eh, muy estudioso, muy intelectual, de principios bien fuertes. Lo recuerdo escribiendo con la máquina de escribir, tomando café y fumando.

[David]: Los magistrados de ese momento servían de por vida o hasta que ellos mismos se retiraban por voluntad propia. Cuando uno dejaba el puesto, el resto de los magistrados escogía el reemplazo entre una lista de candidatos que cumplieran ciertos requisitos. Así que buscaban abogados jóvenes, muy brillantes y dedicados que los ayudaran en esos últimos años y, más adelante, pudieran reemplazarlos en sus puestos.

Entre esos abogados jóvenes estaba Julio César Andrade.

[Diana]: Mi papá entró como auxiliar del magistrado Dante Fiorillo Porras, en el Palacio de Justicia.

[David]: Pero, claro, Diana no sabía nada de eso en ese momento.

[Diana]: Yo ni siquiera sabía que mi papá dónde trabajaba. Yo solo sabía que él leía: leía libros, leía libros, leía libros.

[David]: Un año después de que Julio César entrara a trabajar al Palacio, en 1985, la posibilidad de paz con el M-19 empezaba a desvanecerse. El ejército mató al segundo al mando del M-19 y después la policía asesinó a 11 guerrilleros que estaban repartiendo leche robada en un barrio popular de Bogotá. El M-19 sentía que el gobierno no respetaba el acuerdo de paz que se había firmado un año antes, y empezó a planear actos violentos para protestar.

El 18 de octubre del 85, por ejemplo, algunos medios revelaron que la inteligencia militar había descubierto un plan del M-19 para tomar el Palacio de Justicia.

Pero la situación estaba complicada no solo por el lado del ejército, la policía y las guerrillas, sino también por los narcotraficantes. El grupo de “Los extraditables”, narcos que no querían ser extraditados a Estados Unidos, estaban amenazando a varios magistrados porque en ese momento era la Corte Suprema la que estaba decidiendo si era legal o no extraditarlos.  

Esas amenazas, que ya eran constantes, hicieron que la policía reforzara la seguridad del Palacio y restringiera la entrada de personas. No era difícil proteger el edificio. En ese entonces el Palacio solo tenía dos entradas: la del estacionamiento y la principal que daba a la Plaza de Bolívar.

Pilar, la esposa de Jimmy, el mesero de la cafetería, iba mucho al Palacio. Casi todos los días lo esperaba en la cafetería y luego se devolvían juntos a la casa. Pero desde que empezaron a reforzar la seguridad, Jimmy le dijo que era mejor que no fuera.

[Pilar]: Dijo: «No te van a dejar entrar. Ya no dejan entrar a la gente”. Eso se volvió un problema para que entre la gente acá.

[David]: El 6 de noviembre de 1985 era  un miércoles. Ese día Pilar tuvo que ir hasta el colegio de su hija mayor a pagar la matrícula. Había acordado con Jimmy que después lo llamaría al teléfono de la recepción del Palacio para confirmarle que todo había salido bien.

Pilar volvió a la casa con sus hijas.

[Pilar]: Lo empecé a llamar a las 11 de la mañana y ocupado, ocupado, ocupado, pipipipi. Entró una amiga mía: «Pili, los guerrilleros del M-19 se tomaron el Palacio de Justicia».

[David]: Pilar corrió a prender el radio.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Periodista]: ¡Extra! Ofrecemos en Caracol un boletín extraordinario de última hora. Urgente: acaba de ser tomada la Corte Suprema de Justicia. Atención, la situación es delicada.  Me encuentro acá a escasos metros de la entrada del Palacio de la Corte. Unidades de la PM y de la Policía en este momento están contestando los disparos que se producen en el interior. Especialmente…

[Pilar]: Y lo apagué porque las niñas estaban ahí todas almorzando. Dije: «No, a él no le pasa nada. Porque él no es ninguna persona importante, porque él no es ningún magistrado, porque él no es guerrillero, a él no le pasa nada, a él lo van a dejar ahí quietico. Él sale muy pronto».

[David]: También estaba tranquila por lo que había pasado en febrero de 1980, cuando guerrilleros del M-19 se tomaron la embajada de República Dominicana en Bogotá. Esa vez tuvieron como rehenes a más de 50 personas entre embajadores, funcionarios del Estado y personal de servicio. Pedían la salida de la cárcel de 300 compañeros suyos y 50 millones de dólares. Si no les cumplían, amenazaban con matar a dos rehenes cada diez minutos. Empezaron las conversaciones con el gobierno de Julio César Turbay, el presidente en ese entonces, y al segundo día dejaron salir a los empleados de la embajada.

Después de dos meses de negociación, liberaron al resto de los rehenes. A cambio recibieron un millón de dólares y asilo político en Cuba.

[Gabriel Andrade]: Yo soy Gabriel Andrade, soy abogado, hijo del magistrado auxiliar Julio César Andrade.

[David]: Gabriel es el hermano mayor de Diana, la que oímos hace un rato. Cuando fue la toma del Palacio tenía 17 años. Ese día estaba en el colegio presentado su último examen de matemáticas para graduarse un mes después.

[Gabriel]: La rectora entró y me dijo: «Andrade, vamos, vamos que… vamos, lo llevo a su casa».

[David]: No entendía. Le preguntaba a la rectora qué pasaba, pero ella le decía que en su casa le explicaban.

[Gabriel]: Cuando llegué, mi mamá estaba oyendo radio: “No, que hay algo allá en el Palacio de Justicia y tu papá está allá». Qué me iba a imaginar yo semejante cosa.

[David]: El día anterior a la toma —y por razones que aún siguen sin estar claras— quitaron a los 22 policías que vigilaban el Palacio. Quedaron a cargo solamente seis celadores de una empresa privada de vigilancia.

Por eso fue tan fácil que, entre las 10 y media y las 11 de la mañana, siete guerrilleros entraran caminando por la puerta principal y otros 28 entraran en camiones por el estacionamiento. Muy rápidamente, se fueron tomando los cuatro pisos del Palacio.

El M-19 pedía que el presidente Betancur fuera hasta el Palacio de Justicia. Querían que los magistrados de la Corte lo juzgaran, entre otras cosas, por haber incumplido el acuerdo de paz.

También pidieron que se fueran publicando sus comunicados en diferentes medios del país a medida que avanzaba la toma, dando a entender que iban a ser varios días. La idea que tenían era de una negociación prolongada, algo parecido a lo que había pasado con la toma de la embajada de República Dominicana cinco años antes.

Pero no contaban con que la fuerza pública actuara tan rápido para retomar el edificio. Los guerrilleros disparaban por las ventanas a los policías que corrían alrededor y ellos también les disparaban para poder entrar al Palacio. En ese intercambio de fuego inicial, mataron a un transeúnte.

Poco tiempo después de la toma, francotiradores de la fuerza pública se ubicaron en edificios cercanos. La zona fue acordonada y las tropas del Ejército llegaron a la Plaza de Bolívar.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Periodista]: La ciudad fue totalmente aislada en el centro. Hubo movilización de unidades del ejército y de la policía, estas últimas especializadas para rescates, acciones contra el secuestro.  

[David]: Gabriel estaba desesperado. Su mamá ya había hablado con Julio César por teléfono y le había dicho que no se movieran de la casa. Pero Gabriel quería que él mismo le explicara qué estaba pasando. Entonces lo llamó a su oficina y logró hablar con él.  

[Gabriel]: Me dijo: «Esto está muy duro. Quédate allá, ya yo le dije a tu mamá lo que tenía que hacer”.  ¿Sabes?, yo nunca le oí la voz a mi papá temblando como ese día.

[David]: El presidente Betancur dio las primeras instrucciones a la Fuerza Pública alrededor de la 1 de la tarde: tenían que entrar al Palacio y liberar a los rehenes. Los militares se instalaron en la Casa del Florero, un museo que queda justo al frente del Palacio, cruzando la calle. Desde ahí se manejaba toda la operación de retoma del Palacio.

Pilar, la esposa de Jimmy, se fue a la casa de su suegra a esperar. En televisión salían informes cada tanto. Los periodistas empezaron a informar lo que alcanzaban a ver desde afuera.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Periodista]: A la 1 y 40 minutos de la tarde del día de hoy las fuerzas de seguridad lograron rodear el Palacio de Justicia intercambiando disparos con los individuos que se tomaron dicho Palacio. Varias ambulancias se apostaron para recoger heridos.

[Pilar]: Ver televisión fue cruel. Cada que salía alguna persona, que las arrastraban o algo, uno quería reconocerlo entre esas personas.

[David]: Pilar vio que la situación se estaba complicando cuando empezaron a llegar tanques de guerra a la Plaza de Bolívar.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Periodista]: En sentido norte sur, los tanques entran por la carrera séptima. El cascabel está a punto de ingresar.

[David]: Salía humo del Palacio. Los periodistas no podían saber qué pasaba, pero suponían que eran los militares que ya estaban adentro y que lanzaban bombas de humo.

[Pilar]: La angustia que se siente es algo impresionante. Sentía que me iba a morir.

[David]: Los militares se comunicaban entre ellos por radioteléfonos. Algunas de estas comunicaciones fueron interceptadas por un radioaficionado que vivía a pocas cuadras del Palacio. El material se entregó a la justicia 20 años después,  pero durante varios años, nadie —aparte del aficionado y los militares— oyó estas grabaciones que incluimos acá.

No son grabaciones tan claras, pero lo que se alcanza escuchar es cómo el militar va pidiendo “acción” y “ruido”. Oigan.

(SOUNDBITE COMUNICACIONES MILITARES)

[Jesús Armando Arias]: Acaba de llamar Paladín 6.

[David]: Acaba de llamar Paladín 6, dice.

(SOUNDBITE COMUNICACIONES MILITARES)

[Jesús Armando Arias]: Que él nota que la situación se enfrió. Que necesita que haya acción, que haya ruido. Que si necesita más munición le coloca toda la que necesite, pero que no los deje descansar. Cambio.

[David]: Que no los dejen descansar. Es decir, que no dejen de disparar en ningún momento, así los guerrilleros lo hicieran. Paladín 6 es el nombre con el que se identificó en la operación el general Rafael Samudio, el comandante del ejército.

Mientras tanto, la policía decidió intentar entrar por encima del edificio.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Periodista]: Helicópteros de la Policía Nacional entonces comenzaron a descargar agentes especiales que se descolgaron por varias de las paredes del Palacio de Justicia para internarse en los pisos superiores de dicho edificio y enfrentar a los del M19.

[David]: En la casa del magistrado auxiliar Julio César Andrade la angustia era muchísima.

[Diana]:  Tengo flashbacks así de… de acordarme. En mi casa había un sillón, un sofá marrón y me acuerdo de… que toda mi familia empezó a llegar de Barranquilla. Y todos los hermanos de mi papá lloraban y se sentaban en el sillón y cada vez empezaba a llegar más gente, más gente, más gente lloraba. Mi mamá ya estaba bajo el efecto de tranquilizantes intravenosos porque ya las pastillas no le hacían. Fue muy duro.

[David]: A medida que el ejército entraba con todo su arsenal, iba liberando rehenes y los llevaban custodiados hasta la Casa del Florero. Esta es una de las comunicaciones interceptadas en las que hablan de eso.

(SOUNDBITE COMUNICACIONES MILITARES)

[Luis Carlos Sadovnik]: R: En este momento estamos evacuando, evacuando adicionalmente unos 20 rehenes que se encontraban en el tercer piso.

[David]: Unos veinte rehenes liberados del tercer piso del Palacio.

[Pilar]: Escuchábamos diferentes emisoras pues porque estaban pasando nombres de personas que salían con vida en diferente lado pero nunca escuchamos el nombre de él. Nada, nada… Era totalmente un caos, un caos todo.

[David]: Pasadas las 2 de la tarde, Alfonso Reyes Echandía, el presidente de la Corte Suprema, que ya escuchamos antes, trató de comunicarse directamente con el presidente Betancur para pedirle un cese al fuego pero este no le contestaba. Lo intentó a través de otros funcionarios públicos y  le mandó mensajes con ellos, pero Betancur no quiso atenderlo. La razón que daba era que Reyes tenía una ametralladora en la cabeza y que, por lo tanto, todo lo que fuera a decir iba a ser obligado.  

En un momento, el hijo de Reyes Echandía, Yesid, pudo comunicarse con su papá después de llamar a varios teléfonos del Palacio. El magistrado le contó que el único que podía dar la orden de cese al fuego era el Presidente de la República, pero que tal vez había un problema de comunicación entre él y las tropas.

Yesid le propuso salir al aire en varias emisoras para que Betancur  y todo el país lo escucharan. Este es parte del audio que oímos al principio, de la emisora Todelar.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Periodista]: El doctor Alfonso Reyes Echandía, cuéntenos, ¿pero qué hay que hacer?

[Alfonso Reyes Echandía]: Pues que…

(DISPARO)

[Alfonso Reyes Echandía]: Que el presidente la República dé finalmente la orden de que cese el fuego…

(DISPARO)

[Alfonso Jacquin]: Usted se va a morir si el presidente…

[Alfonso Reyes Echandía]: Inmediatamente.

[Alfonso Jacquin]: Páseme el teléfono, marica.

[Alfonso Reyes Echandía]: Un momento, por favor, un momento.

[David]: En ese momento Alfonso Jacquin, guerrillero del M-19, le arrebató el teléfono.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Alfonso Jacquin]: Oiga, es increíble. Habla Alfonso Jacquin, el segundo al mando de este operativo. El Presidente de la República no le ha pasado al teléfono al Presidente de la Corte y se va a morir porque el Presidente de la República ni siquiera, con su poder jurisdiccional… Es increíble. El M-19 no es el que se ha tomado el Palacio de Justicia, se lo tomó los tanques del ejército. Es lo increíble, el ejército entró con sus tanques y aquí están sonando los tiros. Cuando entren a este piso nos morimos todos, sépalo.

[David]: Cerca de las 5 de la tarde, el presidente Betancur y sus ministros, que estaban reunidos, lograron comunicarse con el M-19. Les informaron que ya estaban completamente rodeados. Si se rendían les prometían respetarles la vida y someterlos a un juicio justo. Los guerrilleros respondieron que el M-19 jamás se rendía, pero aceptaron dialogar si el ejército y la policía dejaban de disparar. La respuesta del gobierno fue que sí, pero con la condición de que ellos lo hicieran primero y dejaran libres a los rehenes.

Finalmente, nunca se pusieron de acuerdo de quién cesaría fuego primero. Betancur nunca habló directamente con los del M-19, y tampoco le pasó al teléfono a Reyes Echandía. Su decisión fue seguir con el operativo.

En este audio, se escucha cómo el ejército prepara explosivos.

(SOUNDBITE COMUNICACIONES MILITARES)

[Ariete 6]: Le envío cuatro cargas de cráter, 40 libras de TNT, cordón detonante, estopines. La idea es localizar a los chusmeros esos, colocar la carga para abrir un roto, y por ese roto aventarles granadas y… y  fumíguelos y lo que sea. Siga.

[David]: Abrir un roto. Es decir, romper un hueco en el techo con explosivos, para poder entrar al cuarto piso. El objetivo era pasar por ese hueco y acabar con todos los guerrilleros. El verbo que usa es “fumigar.”

Lo que nunca se escucha en estos audios del ejército es cómo pretenden proteger a los rehenes.

La ministra de Comunicaciones de ese momento, Noemí Sanín,  había enviado un telegrama a los medios pidiendo que no informaran en directo sobre los hechos, y que no revelaran los movimientos de la Fuerza Pública para no entorpecer el operativo.

Después de que se emitiera la súplica de Reyes Echandía, la ministra Sanín envió otro telegrama pero esta vez prohibiendo directamente la transmisión de ese tipo de entrevistas.

En televisión acataron la orden y dejaron de informar en directo. Solo en la noche los noticieros sacarían notas de lo que había ocurrido y siguieron  con la programación, que incluía un partido de fútbol del torneo local.

Pero varias emisoras de radio siguieron informando. Algunos periodistas contaron después que recibieron llamadas de la ministra Sanín ordenándoles suspender las transmisiones, y que si no lo hacían, mandaría al ejército para que apagara los equipos.

La prohibición de transmitir en directo y de sacar entrevistas, eso es comprobable, existe el telegrama. Sin embargo, lo que Sanín siempre ha negado es la amenaza de cerrar las transmisiones a la fuerza.

Sea lo que sea, al final terminaron las emisiones y transmitieron el partido de fútbol.

Hacia las 5 de la tarde el ejército ya había retomado la mayor parte del edificio. Solo faltaba el último piso, donde quedaban varios rehenes incluidos los magistrados.

Esta es otra de las comunicaciones interceptadas de los militares. Quien habla es el coronel Luis Carlos Sadovnik, el segundo al mando de la Brigada 13 del ejército. Informaba que las bombas no pudieron abrir los huecos como habían esperado.

(SOUNDBITE COMUNICACIONES MILITARES)

[Luis Carlos Sadovnik]: En el cuarto piso las cargas no funcionaron, eh, abrieron unos boquetes muy pequeños y por lo tanto no hemos podido. Ahí están parapetados con sofás, con armarios, con archivadores, etc. Y ha sido bastante difícil.

[David]: Los militares y policías no conocían el Palacio, no sabían por dónde moverse en medio de disparos, explosiones, humo, escombros. Tampoco sabían la ubicación exacta de los rehenes y los guerrilleros. Acá continúa hablando el coronel Sadovnik.

(SOUNDBITE COMUNICACIONES MILITARES)

[Luis Carlos Sadovnik]:  ¿No habrá posibilidades de que un magistrado haga un plano más o menos aproximado allá del Palacio de Justicia, o de que alguien suministre el plano? Siga.

[Ariete 6]: Estamos aquí en esa diligencia. Vamos a… a ver, a ver. Estamos en eso, estamos trabajando sobre eso. Cambio.

[David]: Hay versiones encontradas sobre esto, pero al parecer ni los militares que se movían desde abajo, ni los policías que intentaban entrar por el techo revisaron los planos a tiempo. En el caso de los policías, sabían que había una puerta que dividía el techo del cuarto piso, pero no se imaginaban que fuera metálica, muy pesada, y que tenían que dinamitarla para entrar.

Al final de la tarde, mientras se realizaba ese operativo, el gobierno intentó hablar otra vez  con el M-19 y con los rehenes. Empezaron a llamar a todas las oficinas pero fue imposible. Tal fue el nivel de descoordinación que mientras unos ministros llamaban para dialogar, otros representantes del Estado, en este caso los policías, dinamitaban la puerta de seguridad y entraban al cuarto piso. Y ahí, las comunicaciones se cortaron definitivamente.

En la noche, los noticieros de televisión retomaron la transmisión.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Periodista]: Son las siete y un minuto en la noche. La toma continúa. Los guerrilleros mantienen a sus rehenes en el cuarto piso del Palacio de Justicia. A esta hora también se han… han logrado rescatar del edificio a más de 150 personas entre magistrados, abogados que se encontraban litigando ante la Corte, secretarias y mucho personal tanto del Consejo de Estado como de la Corte Suprema de Justicia.

[David]: Estos son testimonios de personas rescatadas a esa hora…

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Leonardo Cañón]: Yo pensé que no salía de ahí.

[Periodista]: ¿El edificio está muy destruido por dentro?

[Leonardo Cañón]: Yo creo que casi totalmente, los vidrios.

[Periodista]: ¿Cuántos muertos más o menos hay en este momento?

[Leonardo Cañón]: Ni idea. Yo no vi nada de eso.

[Inés Galvis]: Todas las armas que ya existen yo creo que las dispararon y las pusieron a funcionar hoy en la toma de la Corte.

[Periodista]: ¿Los guerrilleros pronunciaban algunas consignas o algo?

[Inés Galvis]: Viva Colombia, fue lo que yo más les oí.

[David]: El coronel Alfonso Plazas Vega era el comandante de la Escuela de Caballería y fue uno de los militares que lideró la retoma del Palacio.

Alrededor de las 9 de la noche, en plena Plaza de Bolívar, se bajó del tanque que él mismo manejaba. Los periodistas corrieron a entrevistarlo.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Alfonso Plazas Vega]: Quiero manifestarles que la situación está perfectamente controlada. No hemos podido hacer… hacer una contabilización de bajas pero hay bastantes bajas. No tengo conocimiento de rehenes.

[Periodista]: ¿Y cuántos han sido liberados?

[Alfonso Plazas Vega]: Esa información no la tengo porque el personal que iba siendo evacuado, que iba saliendo, los rehenes que íbamos sacando los íbamos entregando al 2 de la Brigada quien está haciendo un control.

[David]: Esto que acaba de decir el Coronel Plazas Vega será importante después. Los rehenes liberados, explica él, fueron entregados al B-2 de la Brigada 13 del Ejército, es decir, la sección de inteligencia militar, que era la encargada de custodiar a los rehenes que sacaban del Palacio.

Sobre el operativo, el Coronel no mostró ninguna duda.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Alfonso Plazas Vega]: Aquí no van ellos a asustarnos ni atentar contra ninguno de los poderes eh del… ni contra ninguna de las ramas del poder público.

[Periodista]: El presidente de la Corte Suprema de Justicia ha pedido cese al fuego.

[Alfonso Plazas Vega]: Si a mí me disparan, yo contesto el fuego. Yo entré con mis carros, me recibieron a fuego, disparé. No sé… ¿Qué haría usted?

[Periodista]: Pero el presidente de la Corte Suprema ha pedido cese al fuego…

[Alfonso Plazas Vega]: No sé, yo no sé quién esté, yo no sé quién esté adentro o quién esté afuera. Yo sé que salieron varios magistrados, no sé si tal vez esté entre ellos.

[David]: Plazas Vega realmente no respondió la última pregunta: ¿por qué no habían escuchado la súplica del presidente de la Corte?

Uno de los periodistas le preguntó que cuál era la decisión de la Fuerza Pública. Plazas Vega respondió con una frase que quedó en la memoria del país.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Alfonso Plazas Vega]: Mantener la democracia, maestro.

[David]: Mantener la democracia, maestro.

La última noticia que recibió el país como a las 10 de noche fue esta:

(SOUNDBITE NOTICIEROS

[Periodista]:  Está en llamas la parte oriental del Palacio de Justicia. Está prácticamente destruída. Algunas personas incluidas secretarias y magistrados están saltando al vacío desde las ventanas. La confusión es total en estos instantes, en el edificio donde funcionan los máximos tribunales: la Corte Suprema y el Consejo de Estado.

[Daniel]: Con el Palacio de Justicia ya en llamas, las tropas se retiraron. Como a las dos de la mañana, cuando el incendio había bajado, un tanque disparó un cohete contra la fachada para que el humo saliera. Ya no hubo más disparos esa noche.

Ya volvemos…

 

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[Embedded]: Solo hay tres lugares que no permiten a los exconvictos votar. Florida es uno de ellos. Escucha por qué esto puede cambiar en Embedded, un podcast en inglés de NPR.

[The Indicator]: Hola, soy Cardiff García, cohost de Planet Money’s The Indicator, donde exploramos ideas económicas que te ayudarán a entender las noticias de todos los días. Búscanos en NPR One o donde escuches tus podcasts.

 

[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón.

Lo último que se supo esa noche del 6 de noviembre era que el Palacio estaba en llamas. Las tropas se retiraron alrededor de la medianoche mientras el fuego bajaba. Para las familias de Héctor Jaime Beltrán, y Julio César Andrade, fue una noche de pura angustia.

A la mañana siguiente, las tropas entraron otra vez al edificio. Esta es una de las comunicaciones interceptadas. Hablan de lo que encontraron.

(SOUNDBITE COMUNICACIONES MILITARES)

[Voz]: En el tercer piso anoche se rumoraba la presencia de magistrados y de consejeros. Cambio.

[Jesús Armando Arias]: R, Yo tengo ocupado ese piso y realmente allí no hay nada. Está totalmente destruido.

[Daniel]: Parecía que ya no había rehenes. Al escuchar esta respuesta, el General Rafael Samudio, comandante del ejército, parece no entender.

(SOUNDBITE COMUNICACIONES MILITARES)

[Rafael Samudio]: ¿Han tenido evidencias, voces, gritos, alguna cosa de los rehenes?

[Jesús Armando Arias]: No. A… A veces grita esta gente que necesitan la presencia de la Cruz Roja, pero de inmediato la complementan con disparos. Pero de rehenes todavía no se ha escuchado nada claro.

[Daniel]: El general Samudio —con autorización del ministro de Defensa y del presidente— ordenó, entonces, lo que se conoció como “Operación Rastrillo”, que consistía en acabar con todos los guerrilleros que quedaban adentro y recuperar el control total del edificio.

(SOUNDBITE COMUNICACIONES MILITARES)

[Rafael Samudio]: Estamos con toda la libertad de operación y jugando contra el tiempo. Por favor, apurar, apurar a consolidar y acabar con todo y consolidar el objetivo. Siga.

[Daniel]: Estos audios no son tan fáciles de entender a veces, pero Samudio deja algunas cosas muy claras. Tenían carta libre para acabar con todos los guerrilleros que quedaban adentro y recuperar el control total del Palacio.

A eso de las 10 y media de la mañana, salió por la puerta principal del Palacio el consejero de Estado, Reinaldo Arciniegas. Estaba agitando un trapo blanco. Los militares lo recibieron y lo escoltaron hasta la Casa del Florero. Allí, Arciniegas les dijo que todavía quedaban rehenes. Que él había estado en un baño  con unas 70 personas, entre guerrilleros y rehenes, y que lo habían dejado salir para llevarle un mensaje al presidente Betancur. Pedían que dejaran entrar a un delegado del Gobierno para negociar, a algún periodista y a la Cruz Roja.

Este es Carlos Martínez, el director en ese entonces del Socorro Nacional de la Cruz Roja. Aquí habla con un noticiero, justo antes de que intentara entrar al Palacio.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Carlos Martínez]: Voy a tratar de entrar con cinco socorristas para revisar quiénes son los heridos que hay y en qué condiciones están, y si se deben movilizar, si se pueden movilizar. En una misión neta y absolutamente humanitaria.

[Daniel]: El gobierno le pidió llevar una carta y un walkie talkie para empezar el diálogo con los guerrilleros. Era la última esperanza para mantener vivos a los rehenes que quedaban. Sin embargo, como se comprueba con este audio interceptado, los militares no lo quisieron dejar entrar.

(SOUNDBITE COMUNICACIONES MILITARES)

[Rafael Samudio]: R: Yo sé que a usted le quedaron perfectamente claras las instrucciones que yo le di sobre la Cruz Roja.

[Luis Carlos Sadovnik]: Quiere Paladín que se dilate un poquitico el acceso de Martínez.

[Daniel]: Quiere Paladín que se dilate un poquitico el acceso de Martínez, dice. Paladín, recordemos, es el general Samudio.

Y así fue. A Martínez no lo dejaron entrar en ese momento. Los enfrentamientos continuaron y el director del Socorro Nacional de la Cruz Roja no pudo llevarle el mensaje a los guerrilleros.

David Trujillo nos sigue contando.

[David]: Con la información que dio el consejero de Estado que había salido con el trapo blanco, el ejército supo que todavía quedaban unos 10 guerrilleros. Así que todos los ataques se concentraron en ese baño de 20 metros cuadrados.

Cerca de las 4 de la tarde, los enfrentamientos terminaron y finalmente dejaron entrar a la Cruz Roja. Los últimos rehenes vivos empezaron a salir del edificio. Había varios  heridos, y en los videos se ve cómo los soldados los montan en camillas de la Cruz Roja o los cargan en hombros hasta la Casa del Florero.

El miedo de los militares era que los guerrilleros se escaparan. No estaban vestidos de civiles, sino con uniformes camuflados, pero el ejército creía que podían ponerse la ropa de los civiles, e intentar pasar desapercibidos. Así lo describen en este audio interceptado en el que se refieren a los guerrilleros como “basuras”.

(SOUNDBITE COMUNICACIONES MILITARES)

[Luis Carlos Sadovnik]: Las basuras están el… quitándole la ropa de civil al personal de empleados y magistrados para utilizarlos ellos y poder salir como evacuados. Cambio.

[Jesús Armando Arias]: QSL. Todo ese personal se está concentrando, se está concentrando para efectos de verificación.

[David]: O sea, custodiaban a todas las personas rescatadas hasta la Casa del Florero para identificarlas. En este audio interceptado, se demuestra que dudaban hasta del personal de la Cruz Roja. Piden tomarles las huellas dactilares a los camilleros.

(SOUNDBITE COMUNICACIONES MILITARES)

[Edilberto Sánchez]: Reseñar, tomar las huellas de los cuatro camilleros. Esto porque el grupo ese, eh, han pensado cuatro… cambiar de vestidos para salir ellos. Cambio.

[David]: Con los que no podían identificar, la orden era clara: detenerlos y mantenerlos aislados.

(SOUNDBITE COMUNICACIONES MILITARES)

[Luis Carlos Sadovnik]: Recomendación especial: mantener los no heridos y los que aún no se han podido identificar plenamente, eh, aislados, aislados.

[David]: Entre los rescatados había varios magistrados, pero no Alfonso Reyes Echandía, el presidente de la Corte Suprema que había pedido el cese al fuego. En este audio interceptado, se oye a un soldado informarle a su superior sobre Reyes Echandía…

(SOUNDBITE COMUNICACIONES MILITARES)

[Militar]: Mi general, para informarle: de acuerdo a los magistrados que ya salieron, informan que el doctor Reyes Echandía, presidente de la Corte, fue muerto por los guerrilleros. Siga.

[David]: Poco después de las 4 de la tarde, unos soldados se asomaron por el techo del Palacio y levantaron las manos en señal de victoria. Ese fue el símbolo de que, en teoría, habían triunfado.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Periodista]: 28 angustiosas horas, por lo menos 80 cadáveres, más de 40 heridos, y la destrucción total del edificio son el saldo de una alocada aventura de guerrilleros que comenzó ayer antes del mediodía.

[David]: Pilar Navarrete, la esposa de Jimmy Beltrán, el mesero de la cafetería, seguía sin saber nada de su esposo.

[Pilar]: Como hacia las 2 de la tarde, 3 casi, nos llama mi cuñado y nos dice que eso ya había terminado, que fuéramos a buscar a Jimmy al Palacio.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Periodista]: Por lo menos 30 o 40 personas murieron carbonizadas durante el incendio del Palacio, pasará el tiempo y tal vez nada quede plenamente establecido porque los testigos y protagonistas de las horas cruciales murieron. No hay una cifra oficial de muertos, tampoco se sabe cuántos guerrilleros formaban el comando. Lo cierto es que todos murieron.

[Pilar]: Y estaban sacando muchísimos cadáveres a la plaza de Bolívar. Ahí los estaban amontonando todos los que sacaban de adentro. Les salía humo de la boca. Calcinados. El olor a carne quemada era impresionante, era impresionante.

[David]: El hermano de Jimmy había estado cerca al Palacio desde el día anterior, atento a lo que pasaba. Cuando la retoma terminó, logró entrar a la cafetería y se dio cuenta de que ahí no había pasado nada. Todo estaba intacto: había jugos en las mesas, comida servida, ningún plato roto, ninguna señal de disparos. Solo faltaba la caja registradora, pero ni siquiera el fuego había tocado el lugar.

En el piso de la cafetería encontró la cédula de Jimmy, como si la hubiera botado en algún momento. Eso les dio la esperanza de que estaba vivo y que probablemente lo habían sacado herido.

[Pilar]: Empezamos a ir a hospitales. Pero eso era una cosa como ve uno ahorita las películas en guerra que la gente va corriendo preguntando por sus familias por todo lado. Todo mundo corría, todo mundo preguntaba. Todo era una locura.

[David]: En esa tarde del 7 de noviembre, la familia del magistrado auxiliar Julio César Andrade oía la radio para intentar saber algo de él. Estaban dando información de gente rescatada, de personas heridas y a los hospitales donde las llevaban. Diana, la hija, que en ese momento tenía seis años, recuerda que también decían los nombres de las personas muertas.

[Diana]: Cuando salió el nombre de mi papá todo el mundo empezó a gritar, a gritar. Los hermanos de mi papá se abrazaban. Ese día como que me di cuenta que… que no iba a volver. Como que ¿cómo así? Se murió. Uno a esa edad no sabe ni qué es la muerte, ¿no?

[David]: Después de la noticia, no quedaba más que ir a recoger el cuerpo. El problema era que más de la mitad de los cadáveres estaban carbonizados.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Periodista 1]: Lo más difícil es la identificación por cuanto las víctimas quedaron en su mayoría totalmente carbonizadas.

[Periodista 2]: En el curso del día fueron extraídas del interior del Palacio 58 bolsas con restos mortales de partes identificados.  

[David]: Esas bolsas y los cuerpos que no estaban quemados los llevaron al Instituto Nacional de Medicina Legal, la entidad en Colombia que se encarga de los temas forenses. Les tomaron radiografías para buscar balas o esquirlas de bombas, y a los que se podía les hicieron pruebas de sangre para ver si habían muerto por respirar humo.

Pero la identificación fue muy compleja: era imposible tomarles huellas dactilares a los cadáveres carbonizados porque no había piel. Examinar las dentaduras era una opción, pero no todas las familias tenían cartas dentales de sus familiares para compararlas. La mejor opción fue reunir cosas que se encontraron cerca al cadáver como restos de ropa, objetos personales como relojes, collares, anillos, o identificar prótesis o injertos metálicos. Esas cosas solo las podían reconocer los familiares. Entonces Gabriel, que era el hijo mayor de los Andrade, de solo 17 años, tuvo que ir hasta Medicina Legal para tratar de reconocer a su papá.

[Gabriel]: Había cadáveres y cadáveres y cadáveres calcinados. Era el piso lleno… él… No… Había un soldado. Me dijo: «Entre. Empiece a mirar de aquí para allá. Y de allá para acá. Y los va revisando en S».

[David]: Pero entre los cadáveres calcinados, irreconocibles, no encontraba a su papá, hasta que…

[Gabriel]: Y yo encontré la cédula adherida en un cuerpo carbonizado. Con la cédula, de buena fe, no te queda más que creer.

[David]: La prueba de ADN no existía todavía en el país, así que la cédula y unos trozos de ropa le dieron la certeza de que ese era su papá.

El militar anotó el nombre y el número de la bolsa donde estaban esos restos carbonizados. Le dijo que se fuera para una funeraria en Bogotá, que en dos horas llegaba el cuerpo. Y así fue.

Diana recuerda que se reunieron ese mismo día en la funeraria para recibirlo. Unos militares les entregaron los restos en una caja.  

[Diana]: Cuando mi mamá quiere ver los restos, le dicen que no. Que los restos… el ataúd está sellado. Hay una caja metálica y hay orden de no abrirla.

[David]: No insistió. Quizás era mejor no ver un cuerpo calcinado. Ya era suficiente con lo que había visto Gabriel, que además estaba en shock.

Todo fue muy rápido. Al otro día, el 8 de noviembre, lo llevaron a Barranquilla para enterrarlo.

Para la familia de Jimmy todo fue más lento. En ninguna lista de heridos aparecía. Nadie les daba una respuesta.

[Pilar]: Después de descartar hospitales  ya dijimos: “Nos queda Medicina Legal”.

[David]: Llegaron como a la medianoche del 7 de noviembre al mismo lugar donde Gabriel reconoció a su papá, pero hubo trabas.

[Pilar]: Militares afuera o policías: «No, acá no hay permiso de entrar. Mañana vengan a primera hora». Que todavía no habían llegado los cuerpos.

[David]: Así que se fueron a la casa para volver temprano al otro día. Esa noche, el presidente habló por televisión, diciendo que lo que se hizo fue defender el Estado y sus instituciones. Habla en tercera persona

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Belisario Betancur]: Esa inmensa responsabilidad la asumió el Presidente de la República —que para bien o para mal suyo— estuvo tomando personalmente las decisiones.

[David]: En los días siguientes a la toma, Medicina Legal dio una cifra de 94 personas muertas, incluyendo 11 magistrados. Hubo también muchísimos heridos. Una tragedia nacional.

Sumado a las pérdidas humanas, fue también un golpe mortal a la rama judicial del Estado. Acabaron con las Cortes, con sus magistrados y con su sede. Y, claro, con miles de documentos, la mayoría de papel, que se volvieron cenizas.   

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Periodista]: Debido a la destrucción de archivos en ambos tribunales, se calcula de seis meses a un año, por lo menos, el tiempo que durará la reconstrucción de los procesos. Se quemaron pruebas originales, peritazgos que ya habían sido presentados y pruebas a funcionarios públicos que ya no están en sus puestos.

[David]: Y el edificio, pues, por dentro quedó destruido casi por completo y lo tuvieron que reconstruir todo. Solo volvió a funcionar 14 años después, en 1999.

Pilar y su familia llegaron muy temprano el 8 de noviembre a seguir buscando a Jimmy en Medicina Legal.

[Pilar]: Entraba la gente y parecía como cuando uno llega a una feria a comprar muchas cosas. Todo el mundo mirando por todo lado: bolsas de polietileno muy gruesas amarradas y afuera había un rótulo que decía: “Sexo: femenino; tres, cuatro cuerpos”, dependiendo de los que hubiese. “Edades aproximadas: 32, 34 años”.

[David]: No había el espacio suficiente para acomodar a la cantidad de cadáveres que había. Cada vez que llegaban nuevos, los iban amontonando en mesas.

Pilar hacía hasta lo imposible para reconocer a su esposo. Buscaba un tatuaje que Jimmy tenía en el brazo, por ejemplo. En los cuerpos calcinados buscaba otras cosas.

[Pilar]: Yo me acordaba cómo tenía su dentadura perfectamente y que tenía un platino acá en el brazo. Y yo buscaba eso. Y mirar las telas a ver qué había.

[David]: Pero era como buscar una aguja en un pajar.

[Pilar]: Ni la dentadura ni nada coincidía con nada. Y todos los días lo mismo. Todos los días lo mismo.

[David]: Pilar estuvo en esas una semana, esperando a que llegaran más cuerpos. Nadie daba información clara, solo rumores. Aunque no era cierto, decían que había gente viva todavía en el Palacio.

[Pilar]: La gente en la calle decía: «Es que adentro todavía uno pasa y ahí se escucha gritar la gente, es que ahí están… Es que por las cañerías se están escapando los guerrilleros. Es que se escuchan gritos, llantos en el ascensor. Es que van a traer más gente porque en tal lado…”. Una cosa macabra.

[David]: Según documentos de Medicina Legal y de las autoridades militares, de los 94 cuerpos registrados, 54 se entregaron a sus familias. Es decir, en principio en la morgue quedaron 40 cuerpos que nadie reclamó.  Incluidos los de 14 guerrilleros.

El 9 de noviembre, los jueces penales militares que habían sido designados para establecer qué pasó en el Palacio ordenaron mandar los cuerpos no identificados a una fosa común al Cementerio del Sur en Bogotá. La razón fue, en parte, evitar que el M-19 se metiera a Medicina Legal a recuperar los cuerpos de los guerrilleros.

Poco a poco, en los días siguientes, los mismos jueces militares fueron mandando los otros cuerpos que nadie reclamaba a ese mismo lugar. Y es que para completar, una semana después de la toma hubo una avalancha por la erupción del volcán Nevado del Ruiz en Armero, donde murieron más de 25 mil personas, y muchísimos cadáveres empezaron a llegar a Medicina Legal, que ya no tenía espacio suficiente.

Los documentos de Medicina legal certifican que a la fosa común se mandaron cuerpos del Palacio, algunos identificados, como los de los guerrilleros, y otros no. También llegaron otros tantos de Armero. Pero hay cifras que no concuerdan, porque unos documentos registran 36 cadáveres del Palacio, y otros 38, cuando se suponía que en la morgue habían quedado 40 cuerpos. ¿Qué pasó con los otros que no se registraron en la fosa común?

Resulta que entre los cadáveres había algunos que no tenían nada que ver con los hechos del Palacio. Simplemente llegaron a Medicina Legal por esos días y por razones que no se han podido aclarar, fueron registrados como del Palacio. Ahí pueden empezar a darse cuenta del desorden que hubo con el tratamiento de los cuerpos.  

Lo cierto de todo esto es que había personas que no aparecían ni vivas ni muertas. No estaban en las listas de heridos y sus cuerpos tampoco habían sido identificados en Medicina Legal.  Entre esos estaba Jimmy.

[Pilar]: En esa angustia de encontrar su familiar todo lo creía y a todo lado va. Y a todo lado íbamos.

[David]: Y es que no era la única. Había otras personas en esa misma situación.

[Pilar]: De tanto conocernos en diferentes lugares como por tres, cuatro días seguidos nos empezamos a dar cuenta: ¡Todos de la cafetería!

[David]: No todos, pero sí la mayoría. En total eran los ocho empleados de la cafetería y tres visitantes ocasionales del Palacio.

Como una semana después, cuando ya no llegaron más cuerpos del Palacio a Medicina Legal, las familias de los desaparecidos decidieron buscar juntas en otras partes. Entonces formaron una especie de grupo de búsqueda y se repartieron funciones. Una opción era preguntar en bases militares en la ciudad, como el Cantón Norte.

[Pilar]: Allá nos íbamos unos. Otros nos íbamos a ver videos.

[David]: Videos de noticieros de televisión en los que aparecían los rehenes rescatados. No fue el caso de Pilar, pero algunos familiares de los desaparecidos lograron reconocer, en esas imágenes de baja calidad, a su ser querido siendo llevado por militares a la Casa del Florero.

Y no solo eso, también había testimonios de gente rescatada que vieron salir vivos a algunos. Eso les dio esperanza. Si unos estaban vivos, tal vez los otros también. Además ya sabían que en la cafetería no había pasado nada.

Pensaban en la posibilidad de que estuvieran detenidos. En esa época la Constitución le permitía a los militares y policías retener a cualquier persona sospechosa de alterar la paz pública. Las familias por eso pensaban que muy seguramente a sus parientes los tenían presos, en algún lugar, mientras comprobaban que no eran guerrilleros que habían salido vestidos de civil. Además, algunas recibieron llamadas anónimas diciéndoles que efectivamente estaban detenidos.

Pero pasaban los días y no aparecían. Hablaban con militares y con policías. Les explicaban las llamadas, los videos, los testimonios de conocidos, pero nada.  Una y otra vez les dieron la misma respuesta:

[Pilar]: “No hay detenidos. Nunca hemos tenido detenidos, nunca. Aquí no se ha detenido a nadie”.

[David]: Esa respuesta no los convencía.

[Pilar]: Porque yo miré todos los dientes de todos esos huesos que encontré allá y no lo vi. Porque no vi un pedacito de tela, porque su cédula estuvo rodando y él tuvo que haberla botado en algún momento.

[David]: Había pruebas de que estas personas perdidas posiblemente salieron vivas. Necesitaban que alguien les aclarara lo que había pasado.

[Pilar]: Pero respuestas para nosotros no hubo. Para los demás, sí. Esos de la cafetería quién los van a buscar, un poco de gente vaciada. Los magistrados toca entregarlos.

[David]: Es decir, se trata diferente a la familia de un magistrado buscando su ser querido que a la de un empleado de la cafetería.

Al mes de la toma Eduardo Umaña Mendoza, un abogado que trabajaba  con casos de abuso de poder del Estado, buscó a la familia de Jimmy y a las de las otras personas desaparecidas.

Del Palacio terminaron siendo 12 personas las desaparecidas: de la cafetería eran Luz Mary Portela, Cristina del Pilar Guarín, Bernardo Beltrán, Ana Rosa Castiblanco, Carlos Rodríguez, David Suspes, Gloria Estela Lizarazo y Héctor Jaime Beltrán, Jimmy. Tres visitantes ocasionales: Gloria Anzola, Norma Constanza Esguerra y Lucy Amparo Oviedo. Y una guerrillera, Irma Franco, cuya familia se unió al grupo en 1986 .

Las familias de estas personas estaban solas en la búsqueda, y el abogado Eduardo Umaña Mendoza se convirtió en el único que los escuchó en un momento en el que nadie más lo hacía.

[Pilar]: Nos reuníamos todos los martes por la noche a planificar, a hacer cosas: eh, él jurídicamente, nosotros por debajo de cuerda, por donde fuera. Esa búsqueda se convirtió, eh, en nuestro sentido de vida.

[David]: Pero era tremendamente difícil. No se podía exigir su liberación porque nadie aceptaba que estuvieran presos. Tampoco se podía empezar un proceso penal porque no había ningún delito. Y aun si lo hubiera, una comisión de esclarecimiento de los hechos designada por el gobierno concluyó que la gente que salió viva del Palacio estaba ya con sus familias, y que el resto sencillamente había muerto adentro.

Caso cerrado.

¿Pedir una revisión detallada de los cuerpos sin identificar? Imposible. Esos cadáveres ya estaban en una fosa común en el Cementerio del Sur y nadie  autorizaba una exhumación.

Qué impotencia. Era como gritar debajo del agua. Pero aun así, no paraban de buscar.

[Pilar]: Era una esperanza y una emoción grandísima cuando alguien decía: “Es que me dijeron que los vieron en tal lado. A mí me han llamado”. Todas esas cosas. Nos convertimos en una familia.

[David]: Sentían que su búsqueda era tan justificada, tan obvia. Si se los habían llevado, los querían de vuelta y los querían vivos.

[Pilar]: Yo estaba tan segura de la inocencia de él. Yo sé que él fue persona inocente, totalmente inocente en todo esto que pasó. Inocente. Entonces no tenían por qué haberlo matado, ni por qué habérselo llevado. Yo no entendía por qué y no me cabía en la cabeza que él no iba a volver. Yo creía que el día que supieran que él no tenía nada que ver, él volvía. Yo estaba segura que él volvía algún día.  

[David]: Esa convicción duró dos años. Luego la idea de que Jimmy estuviera vivo se fue desvaneciendo y Pilar tuvo que aceptar casi a la fuerza que no iba a volver. Pero quedaba la pregunta clave: ¿qué le pasó? ¿Murió dentro del Palacio?

Para la familia del magistrado auxiliar Julio César Andrade no fue fácil recibir el golpe de una pérdida tan inesperada. Había salido de Barranquilla huyéndole a la muerte y la encontró un año después en Bogotá.  Este es de nuevo su hijo Gabriel.

[Gabriel]: La vida sigue y de la peor manera, ¿no? Porque estamos hablando del sostén emocional, económico, moral. Entonces es como si lo botaran a uno de un carro a 100 kilómetros por hora.

[David]: No quisieron averiguar más y prefirieron no volver a tocar el tema. Ni entre ellos mismos, la familia, ni con otras personas. Les causaba muchísimo dolor. Esta es Diana, la hija.

[Diana]: Iba creciendo y veía a los desaparecidos que salían, hacían marchas.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Elizabeth López Suspes]: Buenas tardes, mi nombre es Elizabeth López Suspes. Yo soy sobrina de David Suspes Celis, chef de la cafetería del Palacio de Justicia.

[Diana]: A veces estaba mirando en televisión y me quedaba mirándolos pero yo cambiaba rápido el canal antes de que alguien me viera que yo los estuviera viendo.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Alejandra Rodríguez]: Buenas tardes a todos los que están presentes en la Plaza de Bolívar: yo soy Alejandra Rodríguez. Soy hija de Carlos Augusto Rodríguez Vera, uno de los once desaparecidos en el holocausto del Palacio de Justicia.

[Diana]: Pero siempre los miraba, y yo: “Ay, Dios mío, ¿qué se debe de sentir estar ahí?”. Yo me sentía afortunada, yo decía: “Bueno, por lo menos nosotros… mi papá le dimos sepultura”.

[David]: Pero de momento, porque pensaba en todo lo que había pasado, en lo rápido que había sido todo, y el caos en las horas y días después de la toma. Y comenzaba a dudar de esa supuesta buena suerte.

[Diana]: ¿Por qué le negaron a mi mamita ver a mi papito? Todo el mundo tiene derecho a tener un cuerpo, una pestaña, un pelo. Déjenselo ver. Crecí pensando: “¿Y qué tal que no sea?”.

[David]:  Pero ¿cómo se podía saber?

[Daniel]: En el próximo episodio…

[Diana]: ¿A mí no me habían dicho que mi papá había muerto en el cuarto piso? ¿Por qué lo encontraron en el patio interno? ¿Pero si estaba tan calcinado el cuerpo por qué tenía una cédula casi entera? Empecé a hacerme ese tipo de preguntas.

[Pilar]: Era la muela que yo tanto buscaba. Lo vi, lo vi, era él. Lo vi riéndose. Y no tengo duda de nada, era él.

[Daniel]: Han pasado más de 30 años desde la toma del Palacio de Justicia, y todavía se siguen descubriendo nuevas cosas. ¿Qué se sabe de los desaparecidos? ¿Quién responde?

David Trujillo es productor de Radio Ambulante. Vive en Bogotá. Este episodio fue editado por Silvia Viñas, Camila Segura y por mí. La mezcla y el diseño de sonido son de Andrés Azpiri y Rémy Lozano. Nuestra pasante, Andrea López Cruzado, hizo el fact-checking.

Gracias a Constanza Gallardo, Miguel Salazar y a Helena Urán y  toda su familia. Queremos agradecer especialmente a Alejandra Quintero Nonsoque y Clara Ibarra, quienes nos compartieron una parte importantísima del audio que escucharon en este episodio. Sin la ayuda de Alejandra y Clara, esta historia hubiera sido imposible.

El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Jorge Caraballo, Patrick Mosley, Ana Prieto, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill, Elsa Liliana Ulloa y Luis Fernando Vargas. Lisette Arévalo y Victoria Estrada son nuestras pasantes editoriales.

Carolina Guerrero es la CEO.

Radio Ambulante se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.

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Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina.  Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

Créditos

PRODUCCIÓN
David Trujillo


EDICIÓN
Daniel Alarcón, Camila Segura, Silvia Viñas


DISEÑO DE SONIDO
Andrés Azpiri y Rémy Lozano


VERIFICACIÓN DE DATOS 

Andrea López-Cruzado


ILUSTRACIÓN
María Luque


PAÍS
Colombia


PUBLICADO EN
11/06/2018

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