Transcripción: La otra cara del Mundial
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[Manifestantes gritando “Nao vai ter copa”]
Juliana Barbassa: Yo creo que un poco de lo que está pasando ahora con la Copa y las Olimpiadas, la verdad, es que el mundo está mirando a Brasil y van a ver de cerca que somos mucho más complejos que un mito.
[Música: The Boss Anouva, Fito]
Daniel Alarcón: Bienvenidos a Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón.
El tan esperado mundial en Brasil ya comenzó, y los amantes del fútbol estamos de fiesta. Pero la preparación para este mundial ha estado marcada por protestas de una magnitud que nadie esperaba. Los brasileños se han tomado las calles pidiendo mejores escuelas y un mejor sistema de salud; han protestado contra desplazamientos forzados, contra la corrupción.
Hace poco conversé con la periodista brasileña Juliana Barbassa, que está escribiendo un libro sobre los cambios por los que está pasando su país para prepararse para este mundial y para las olimpiadas en Río de Janeiro en el 2016.
Para comenzar le pregunté si cree que la tensión social va a afectar al mundial, o si se va a abrir un espacio para que el evento se realice sin problemas.
Juliana Barbassa: Bueno, yo creo que con el Mundial y con las Olimpiadas vinieron también muchas expectativas de los brasileños. Estábamos viviendo un momento muy importante, de mucho crecimiento, de muchas esperanzas, ¿no? Entonces esos momentos de mucha tensión internacional también son vistos como momentos para hacer demandas, para que el pueblo brasileño pueda presionar a sus líderes también a darles muchas de las cosas que habían prometido. Es un momento en que el mundo está mirando a Brasil, entonces los brasileños saben que si salen a las calles ahora sus demandas tendrán mucho más peso -recibirán más atención.
Daniel Alarcón: Claro. Ahora lo que se ha comentado mucho es los desplazamientos en las favelas, principalmente, y problemas o acusaciones de corrupción en la construcción misma. Primero los desplazamientos: si me puedes hablar un poco sobre cómo se ha vivido eso en Río, digamos, tanto los desplazamientos como la respuesta de los mismos residentes de las favelas.
Juliana Barbassa: Bueno, si, los desplazamientos fueron una de las sorpresas que tuvieron. Aquí en Río, por ejemplo, hubieron miles y miles de familias desplazadas y yo creo que no se esperaba tanto, ¿no? Se sabía que la ciudad cambiaría en su forma física pero el hecho que fueron tantas comunidades y que los desplazamientos fueron hechos con tanta violencia, con una falta de atención a la ley, con los esenciales ¿no?: que tendrían que estar ahí los pagos a los personas que están dejando sus casas, cosas así. Eso faltó. Eso fue una sorpresa. La gente veía Brazil y Rio como cambiando hacia algo mejor y eso fue un resquicio del modo como las cosas eran hechas. Pero otro cambio que surgió de eso también, un aspecto de eso interesante, fue que los residentes de esas comunidades también empezaron a organizarse de un modo como nunca habían hecho, usando redes sociales pero también más conscientes de sus derechos, de su poder, del alcance de su voz, y usando mucho la media internacional también que les daba oídos, empezaron a hacer sus demandas y a hacer sus protestas y a resistir a veces estos desplazamientos. Eso fue algo que no habíamos visto antes, habíamos tenido aquí en Río desplazamientos en los 60 y 70 durante la dictadura y la gente en ese momento, muchos no quisieron salir y muchos lo resistieron pero no lograron ninguna victoria y ahora se ve un poco de cambio, hay algunas victorias en algunos lugares, aunque sea muy difícil resistir el poder del gobierno y el dinero de las constructoras juntos.
Daniel Alarcón: Claro. El otro tema, el otro gran tema en Brasil – bueno, que se comenta en los medios internacionales- es el tema de la seguridad. Pero quisiera preguntarte para alguien que no conoce muy bien Brazil o no conoce Río, ¿cómo se vive el tema de la seguridad día a día? Tú, como residente de la ciudad, caminando por las calles, ¿se siente una amenaza o una violencia en las calles?
Juliana Barbassa: Esa es una de las áreas que cambió mucho en los últimos años. Una de las grandes sorpresas – cuando llegue no era tanta sorpresa porque ya lo había escuchado y ya lo esperaba – pero Rio estaba más seguro. Rio durante los 80 y los 90 se volvió hiper-violenta, en que la gente vivía detrás de grades vivía con interfones en sus edificios, vivía con hombres haciendo seguridad en frente a sus casa. Eso se volvió muy normal. Y con la mejora económica y con -específico aquí en Río por ejemplo- un programa de seguridad en que la policía ocupaba determinadas favelas que antes habían estado sobre el control del tráfico de drogas, se sintió una mejora en la seguridad en las calles. Podías caminar y no preocuparte tanto, podías llevar tu celular, llevar tu bolso; seguía habiendo casos pero no era tanto como antes, era algo que se sentía y le gustó mucho a la gente, una diferencia grande en la calidad de vida. Pero eso es algo que empezó a cambiar, una vez más. En el último año, y aún no he encontrado a nadie que me pueda explicar por qué, pero los índices de criminalidad empezaron a subir otra vez. Empezamos a tener más asaltos en la calle, más violencia de este tipo que habíamos dejado de ver tanto y empezamos a ver algo muy feo también, que yo nunca había visto antes, que son los linchamientos. Yo creo que como respuesta a esta violencia resurgente, a más asaltos y eso, la gente empezó a tomar la justicia en sus propias manos y empezamos a ver casos de ciudadanos que veían un asalto y prendían ellos mismos al asaltante y decidían a empezar a baterle y eso nunca habíamos visto en la ciudad de Río, cerca de mi casa. A como cinco minutos de mi casa tuvimos un caso de estos que fue feísimo. Un grupo de hombres de la región decidió que había un chico que estaba robando [a] señoras y eso en el área. Le cogieron, le pegaron y le quitaron la ropa y lo ataron a un poste de luz con un candado de bicicleta. Dejaron a un chico, que tendrían unos 15 años, sangrando y atado a un poste por un candado. Era una imagen muy fea, ¿no? Alguien lo encontró, una mujer lo encontró y llamó la policía. Lo soltaron, pero las fotos circularon mucho por los periódicos. Y eso no se esperaba, ¿no? Estábamos mejorando, había esa sensación que estábamos mejorando aún cuando empezaron a subir los índices de criminalidad pero llegar a este punto no se esperaba.
Daniel Alarcón: Claro. Tu mencionaste la idea de que Brasil es un país del que no se habla mucho, ¿no?, fuera de eventos grandes. Sin embargo es un país que tiene una imagen en el imaginario mundial, que tú dices “Brasil” y la gente piensa en samba, piensa en las playa, piensa en fútbol, piensa en el carnaval, ¿me entiendes?. Tiene algo muy romántico en ese mito de Brasil; y sin embargo, es una imagen bastante compleja porque también creo que a estas alturas todos estamos conscientes de que existe también un germen salvaje, una violencia que se puede desatar en cualquier momento. Tu eres brasileña pero has vivido afuera por mucho tiempo y siempre pendiente de tu país, ¿cómo te explicas esa contradicción -esa belleza y esa brutalidad a la vez?
Juliana Barbassa: Si, yo creo que bueno un poco de ese mito como dijiste, es un mito, ¿no? La belleza existe, la gente es una gente muy generosa, que le gusta recibir. Pero la violencia existe. Es un país muy desigual, como muchos de sus vecinos en latinoamérica. Y eso tiene como una parte inherente, la violencia de la desigualdad. Entonces yo creo que Brasil logró por mucho tiempo mantener vivo ese mito de un país que todo es lindo, todos es playa, todo es samba, porque es un país un poco aislado, es un poco difícil conocer Brasil. Hablamos portugués, es un país enorme que está volcado hacia el mar. Está muy encerrado, aislado hasta de sus vecinos en latinoamérica. Entonces no se veía mucho. Yo creo que un poco de lo que está pasando ahora con la Copa y las Olimpiadas, la verdad, es que el mundo está mirando Brasil, -periodistas, extranjeros y otros; turistas, personas que vienen a ver los juegos de fútbol- están llegando y van a ver de cerca que somos mucho más complejos que un mito. Hay mucho más, además de las playas, y eso es un poco triste para los brasileños: darse cuenta de que el mundo está perdiendo como las gafas rosadas que tenían antes. Pero al mismo tiempo esa es la realidad, ¿no?, tenemos que enfrentarla nosotros también y cambiar eso si queremos que el resto del mundo nos vea de un modo distinto.
Daniel Alarcón: Ahora, quiero hablar de ti un poco, Juliana, porque tu has pasado de ser reportera de la AP, y te has pasado a escribir un libro sobre tu país de una manera… pues la visión de un libro, que es amplia, permite sutilezas, permite investigación profunda. ¿Cómo ha sido esa transición en ti?, ¿Cómo lo has vivido como narradora? Como alguien que finalmente es periodista pero cuenta historias.
Juliana Barbassa: Ha sido muy interesante. Es una transición, es difícil, da miedo la verdad pues de pasar muchos años escondida detrás del objetivo de – esos son los hechos, eso me lo dijo él, eso me lo dijo ella y ya está y yo no tengo opiniones – ponerse así desnuda en la página ¿no?, esa soy yo, eso es lo que yo viví, eso es lo que yo sentí, y traer personas en su totalidad para la página conmigo, ¿no?, personas que no son perfectas, personas que hablan en más de una sola frase a la vez, que en el periodismo muchas veces las citas son una frase, dos frases. En este trabajo puedo traer toda la persona, con toda su complejidad, con sus cosas que no son bonitas, así como la ciudad, puedo tratarla de un modo más complejo, más difícil pero que trae más satisfacción al final, es algo más subjetivo, más profundo, puedo pasar mucho más tiempo entrando en la ciudad y conociendo a esas personas. Ese es uno de los objetivos del libro: introducir al lector a las personas que componen la ciudad y las experiencias que componen la ciudad y eso no se puede hacer en un artículo de 500, 600 palabras, ni modo. Entonces esa es la oportunidad de hacer eso, de dejar de lado lo objetivo y de tratar una situación más compleja y espero más interesante.
Daniel Alarcón: Claro. Y es una sensación de libertad narrativa pero también de mucha responsabilidad, ¿no? Osea, justamente describir esa ciudad tan compleja cuando tú sabes que tú dices la palabra “Rio de Janeiro” y la gente ya tiene este mito y esta película en su cabeza que tú tienes que matizar. Es una gran responsabilidad.
Juliana Barbassa: Sí, pero ese era una de mis objetivos volviendo a Brasil, aún antes de empezar con el proyecto del libro. Como periodista también una de las cosas que yo tenía, personalmente, que yo quería, era mostrar aunque sea en un artículo de 500 palabras un poquito de Río que está fuera de las favelas con los hombres con sus grandes armas, y las mujeres semi desnudas del carnaval. Es muy fácil escribir esas historias, cualquiera lo puede hacer, no es necesario conocer Brasil ni hablar portugués. Y mucha de la cobertura que yo creo que Brasil tenía a veces se quedaba en eso por la dificultad de la lengua, porque estamos tan lejos, porque nadie nos conoce muy bien, y yo quería entrar por detrás de eso -y el libro es una gran oportunidad de hacer un poco, un poco de eso: un viaje por otros lados de la ciudad. No es que yo no hable de favelas; sí hablo de favelas, pero no hablo sólo del tráfico de drogas y sus batallas con la policía y, sabes, la cosa esa de películas. Hablo de las vidas que la gente lleva por detrás a pesar de todo eso. Eso era lo que yo quería.
Daniel Alarcón: Bueno, ¿la idea del libro, es seguir hasta las Olimpiadas o terminar con el Mundial?
Juliana Barbassa: No, terminamos con el Mundial.
Daniel Alarcón: Entonces este mes va a ser increíblemente intenso para ti porque va a ser de un periodismo de 24 horas al día, ¿no?
Juliana Barbassa: Si, si, bastante intenso de un punto de vista personal por estarlo viviendo yo como persona que vive aquí. Quiero mucho saber qué va a pasar, si vamos a usar este momento para llevar la discusión más adelante, ¿no?, de lo que podemos ser como país, como ciudad, yo estoy muy invertida en eso. Y también como periodista – yo voy a escribirlo mientras está pasando. Es difícil. Es un pedazo de la historia, ¿no?, de escribir un pedazo de la historia de Río mientras lo estoy viviendo pero es un desafío pero yo creo que será muy interesante.
Daniel Alarcón: Oye, por último quiero ponerte en una situación complicada. Mira, como periodista quizás la historia más interesante es que Brasil pierda; como carioca y como alguien que apoya a la selección me imagino que lo natural es querer que Brasil gane. Entonces, ¿me equivoco o hay una tensión ahí entre ese deseo de el desenlace perfecto y complicado de la historia y el deseo de una hincha que a su equipo le vaya bien?
Juliana Barbassa: Es super complicado, pero te digo más – no soy sólo yo que estoy caminando este trazado así tan difícil. Hay mucha gente en esta situación. Todas las personas que participaron en las protestas, todos los que tienen preguntas sobre si eso fue una buena idea para Brazil, esos dos eventos tan grandes y tan costosos y tan caros. Hay mucha gente que tiene esas preguntas y que son tan hinchas de Brasil o más que yo, mucha gente haciéndose esas preguntas, ¿no?: cómo seguir luchando y preguntando y queriendo más, y al mismo tiempo ser un fan de Brasil. Porque todos saben que sí, si Brasil pierde, por ejemplo, hay más posibilidad que haya un gran cambio en las próximas elecciones que serán en octubre, pero nadie quiere que Brasil…nadie puede querer, ¿no?, cómo se puede querer que Brasil pierda -no es posible. Pero se quiere un cambio. Entonces no soy sólo yo pero hay gran parte de Brasil y de Río que está en esa misma situación. No se resuelve, te digo.
Daniel Alarcón: Bueno se va a resolver en la cancha me imagino, en el estadio. Muy bien. Oye Juliana, muchísimas gracias y mucha suerte con tu libro.
Juliana Barbassa: Muchas gracias.
[Música: Paso de Samba, Red Lion]
Daniel Alarcón: Juliana Barbassa es periodista y escritora. Antes de volver a Brasil en el 2010, trabajaba como reportera para el Associated Press.
Esta entrevista fue producida por Silvia Viñas. Gracias a Diana Buendia, asistente de producción, y a Laurie Ignacio. El equipo de Radio Ambulante incluye a Martina Castro, Camila Segura, Luis Trelles y a David Pastor. Carolina Guerrero es la directora ejecutiva. Gracias a la productora Sónica en Bogotá.
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