Perdido en San José – Transcripción
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[Daniel Alarcón, host]: Bienvenidos a Radio Ambulante, desde NPR. Soy Daniel Alarcón.
Las direcciones en Costa Rica son un enigma.
[Sergio]: De la casa de Pollo Macho, la esquina que va a dar a la iglesia de La Agonía, subiendo como 300 hacia el estadio.
[Andrea]: Cien metros oeste y 200 norte del restaurante Jarra Garibaldi.
[Camilo]: De la iglesia de Sabanilla, un kilómetro al este, 100 sur, 25 este. Es la cuarta casa a mano izquierda, verjas café, casa amarilla, ¿verdad?
[Ana]: De la iglesia católica del Porvenir 50 metros norte, 250 metros este, casa a mano derecha de dos pisos.
[Gustavo]: Del palo de mango, siga directo hasta topar con malla, gire a la derecha y a la par del abastecedor del chino.
[Daniela]: Usted va carretera hacia Guanacaste, entonces… ¿conoce el restaurante Caballo Blanco? OK, abajo hay otro restaurante chiquitito. Ahí dobla a la derecha y sigue como por tres kilómetros y ya llega a mi casa. Y yo, como: “Mmm, OK. Súper fácil”.
[Daniel]: Súper fácil. Los mismos ticos lo admiten: la forma de dar las direcciones es…
[Mujer 1]: Pésima.
[Hombre 1]: Muy mal.
[Hombre 2]: Súper complicado
[Hombre 3]: Híjole (risa).
[Hombre 4]: No lo hacemos formalmente.
[Mujer 2]: Es difícil. Las personas cuesta mucho que conozcan los puntos cardinales y demás.
[Mujer 3]: Uno da como direcciones, como por un punto de referencia.
[Hombre 5]: El sistema de dar direcciones es a la tica, nada más, a la tica. No es lo normal.
[Daniel]: No se usa un sistema de rótulos de avenidas y calles en la mayor parte del país. Lo que se usa son puntos de referencia como parques, restaurantes, iglesias, bares —muchos bares. A veces, incluso son lugares que ya no existen. Pero es más que eso. Cuando hay suerte, las direcciones incluyen norte, sur, este y oeste, pero la mayoría de veces solo hay arriba y abajo, subiendo y bajando, adelante o atrás, derecha o izquierda. Todos relativos a la persona que esté hablando y a la que esté escuchando.
Aquí en Radio Ambulante vivimos fascinados con cómo hacen los ticos para llegar a los lugares. Parece una tarea imposible y aún así, casi siempre lo logran. Tal vez después de unas cuantas llamadas telefónicas a la persona que les dio la dirección.
La pregunta es: ¿por qué? ¿Por qué los ticos nunca adoptaron un sistema formal de direcciones? Nuestro editor Luis Fernando Vargas nació y creció en medio de este laberinto. Entonces le pedimos que nos lo explicara.
Aquí Luis Fernando.
[Luis Fernando Vargas]: Hablemos de un trabajo muy difícil en Costa Rica: ser cartero.
No solo tienes que lidiar con el tráfico terrible de la ciudad y la posibilidad de que te roben, sino también con direcciones como las que oímos antes. Debo aclarar que sí existen calles y avenidas con nombres y números. En teoría, pero en la práctica, nada que ver. Nunca se usan.
[Jonathan Araya]: Que le dicen del balcón verde, kilómetro y medio al oeste y nada más ponen “casa rosada”.
[Roosevelt Rojas]: Del estadio Ricardo Saprissa, 1000 al este y 50 este. Casa amarilla.
[Jonathan]: Del Tennis Club, en Sabana, tres cuadras largas, hacia donde se oculta el sol (risas).
[Roosevelt]: Barrio Virginia, un kilómetro por la ruta 32. Y no era un kilómetro, eran diez kilómetros.
[Luis Fernando]: Ellos son Jonathan Araya y Roosevelt Rojas. Dos carteros de la empresa Correos de Costa Rica. Todos los días lidian con esos enredos mentales que se hacen los ticos. Está clarísimo: alguien sin experiencia quizá lograría entregar una carta al día. No más. Es que cada carta, cada paquete que tienen que entregar es como descifrar el mapa de un tesoro. Solo que la recompensa al final, es la siguiente entrega, para seguir con otro dolor de cabeza.
Aunque suene tonto, la manera en que damos las direcciones es un problema grave para la institución. El mismo gerente de operaciones, Geovanny Campos, lo dice:
[Geovanny Campos]: Sin duda alguna, al menos desde mi punto de vista, la mayor limitante operativa que nosotros tenemos es el no contar con un sistema adecuado de direcciones que se vea reflejado en cada uno de los envíos, en cada uno de los paquetes, en cada una de las encomiendas que nosotros manejamos.
[Luis Fernando]: Hay un porcentaje altísimo de devolución de paquetes y cartas porque, a veces, simplemente las direcciones son imposibles de descifrar.
[Geovanny Campos]: Ronda entre el 18 y el 20 por ciento de… de envíos que no son entregables.
[Luis Fernando]: Pero Geovanny dice que esa cifra sería casi el doble si los carteros devolvieran todos los envíos que no tienen una dirección correcta o completa.
[Geovanny Campos]: Eso se debe a que el cartero, por el conocimiento que ya él va desarrollando con el paso de los meses, especialmente con el paso de los años, logra entregar los paquetes solamente con la referencia de la persona, con el nombre de la persona.
[Luis Fernando]: Bueno, el nombre de la persona y del barrio y del municipio, como mínimo. Tampoco es que sean adivinos. Costa Rica es un país de cinco millones de personas, imagínense cuántos Luis Vargas deben haber.
Pero Geovanny se refiere a que los carteros trabajan en zonas fijas. Y a veces recorren esos lugares durante años. Entonces no es raro que lleguen a conocer por nombre a los vecinos de los diferentes barrios en los que trabajan. Porque andar preguntándole a la gente por Juan Pérez o Benito Ventura se convierte en parte involuntaria de su trabajo. Es un mecanismo de supervivencia.
Otras veces, las cartas llegan por pura insistencia del cartero. Tomemos el caso de Jonathan Araya, a quien oímos hace unos momentos. La dirección que tenía que encontrar era esta:
[Jonathan]: De la Contraloría, 600 metros al sur y 400 metros al oeste.
[Luis Fernando]: Y hasta aquí suena medio normal, ¿no? O sea, el edificio de La Contraloría de la República es un lugar conocido, la dirección que le dieron tiene puntos cardinales y la distancia que tenía que recorrer. No es ideal, pero es manejable, buena para los estándares ticos. Hasta que le dieron un detalle más:
[Jonathan]: Y decía: “Casa que está al frente de la bolsa de basura”
[Luis Fernando]: No, pues, gran referencia. Esto funcionaría si es que existiera una sola bolsa de basura en el sector. Pero un día como lunes, donde todos sacan la basura, pues está bastante complicadito encontrar la casa, ¿no? Jonathan duró dos o tres días intentando dar con el lugar.
[Jonathan]: Entonces tenía que estar igual preguntando, preguntando, al salón comunal y todo. Un día me topé a un señor en la calle, le digo yo: “¿Es que usted no la conoce? Mira que….”. “Ay sí”, dice, “allá, donde está aquella bolsa de basura”. Digo yo: “Qué raro, ¿dónde será la bolsa de basura?”. Y era… (risas) una bolsa que estaba pegada en el portón, así como dibujada, decía: “Basura” (risas).
[Luis Fernando]: Un dibujo para indicarle a los vecinos que tenían que poner su basura ahí para que la recogieran. Clarísimo.
Generalmente Jonathan se toma bien estas cosas, hasta con risas. Aunque…
[Jonathan]: Uno como que se ofusca y dice: “Diay, cómo uno va a poder con esas direcciones, ¿verdad?”
[Luis Fernando]: Y con razón. Oigan este caso, de Roosevelt Rojas.
[Roosevelt]: Yo tengo una dirección que todavía me llega, y me llega y la llevo porque la conozco, ¿verdad? Y le llegan envíos internacionales y de todo, ¿verdad? Cartas, de todo. Eh, “la casa de las mecedoras”, le ponen.
[Luis Fernando]: Pero no es un comercio que se llama así. Le están pidiendo que busque una casa donde hay unas mecedoras.
[Roosevelt]: Ponen: “Del cementerio de Tibás, cogiendo para abajo, la casa de las mecedoras. Muro de ladrillo. Verjas rojas”. Y ya no tiene los ladrillos y ya las verjas son negras. Lo único que sigue existiendo ahí son las tres mecedoras.
[Luis Fernando]: Tres viejas mecedoras que ya ni sirven.
[Roosevelt]: Diay, la primera vez que fui a buscar esa dirección, diay anduve casi que por todas Las Rosas en Tibás. Y eso, o sea, es inmenso. Y buscándolo, ah, porque esos son envíos internacionales. O sea, tienen que llegar.
[Luis Fernando]: Ejemplos absurdos hay demasiados. Geovanny Campos, que también fue cartero hace años, recuerda unos.
[Geovanny]: Del frente de la playa, dos kilómetros y medio sobre la ruta. Casa con tapia con llantas pintadas de azul.
[Luis Fernando]: Como si Costa Rica no tuviera cientos de kilómetros de playa. Pero, además, ¿sobre cuál ruta? ¿Empezando dónde exactamente? O también está esta.
[Geovanny]: Empresa X, del periódico La República, 12 kilómetros al norte.
[Luis Fernando]: OK, supongamos que se pueden contar 12 kilómetros, cuesta pero se puede. ¿Pero por cuál calle? Al norte hay varias, ¿saben? El país no tiene solo una carretera. Es chiquito, pero no tanto.
Mi dirección es: La Uruca, San José, del kínder Campanita 50 metros norte y 500 metros al este. O si quiero complicarme la vida, puedo decir de la antigua Canada Dry —una fábrica que cerró antes de que yo naciera—300 metros norte, 100 este, 50 norte y 500 este. Y hasta podría dar otras direcciones si quisiera.
Gaby Brenes, una compañera aquí en Radio Ambulante que también es tica, tiene una dirección igual de extraña.
[Gaby Brenes]: San Antonio de Desamparados, 100 metros sur del pollo Granjero o 100 metros sur del muñeco de San Antonio de Desamparados.
[Luis Fernando]: El muñeco al que se refiere Gaby es… A ver, vamos a poner una imagen en la página web, para que lo vean, pero les cuento. No llega a la categoría de estatua, parece como esas figuras de Ronald McDonald más o menos, pero no es un payaso, sino un supuesto herrero con un delantal. Dicen en el barrio que tenía dos herramientas en la mano —un martillo y una pinza— pero ya no están, porque se las robaron. Hay que ver una imagen para entender lo absurdo que es.
Pero sigamos.
Gaby se acuerda que cuando estaba pequeña y sus papás le organizaban una fiesta de cumpleaños, la invitación que le daban a cada niño venía con un mapa.
[Gaby]: Mi papá hacía un croquis a mano. Entonces, iba dibujando calle por calle, hasta los semáforos, los cruces y lo que hacía uno es que en la casa escaneabas ese croquis, le sacabas copia y pegabas en cada invitación ese croquis en pequeñito, cortadito a mano y todo, pegado con goma.
[Luis Fernando]: Porque si no se entregaba el croquis, claro, ninguno de los invitados llegaba. Hay que aclarar que Gaby no vive en una zona rural, donde quizá un mapita de estos sería más normal, sino en plena capital, en un barrio residencial.
Para muchos de ustedes sonará complicado, pero para nosotros es natural. Vivimos no en un lugares específicos, sino en unos que dependen de la referencia a otros lugares. Los que sean necesarios para que la persona entienda y llegue a nuestra casa. Es tener miles de direcciones, como si fuera una ciudad movediza, de arena, un mapa siempre cambiante. No algo estático.
Mencioné al comienzo que sí existen calles con nombre o número. Se les asigna cuando se construyen y quedan registrados en documentos del Ministerio de Obras Públicas y Transportes. Podés verlos en Google Maps o cualquier sistema de GPS.
Pero de ahí no pasan. En el día a día, los ticos vivimos sin esta información. Es más, ni siquiera sabemos que existe. Nos acostumbramos a vivir sin rótulos para guiarnos, perdiéndonos, llegando tarde a todo lado porque no sabemos exactamente hacia dónde vamos.
La ciudad duró décadas sin rótulos de avenidas y calles, y sin números de casa. Estuvieron alguna vez, pero desaparecieron. Es más, a veces encontrás una placa pegada en una casa vieja, con algún número que sobrevivió a los años. Son reliquias, recuerdos de otra época a los que nadie les presta atención.
El porqué desaparecieron estos rótulos es complicado de saber con certeza. Fui a la Municipalidad de San José a preguntar y me dijeron que no sabían. También pregunté en el Catastro Nacional para ver si tenían alguna idea y tampoco. Nada.
Pero, Geovanny Campos, de Correos de Costa Rica, maneja esta teoría.
[Geovanny]: Conforme hubo el desarrollo urbano, que fue desordenado en términos de ya no mantener el esquema de cuadrantes, también se perdió automáticamente ese tipo de señalización.
[Luis Fernando]: Es decir que a medida que la ciudad iba creciendo de forma irregular, sin las cuadras o bloques como base, se perdieron las señalizaciones porque dejaron de tener sentido. Y como no tenían sentido y nadie los usaba, los pocos rótulos que había fueron desapareciendo con el tiempo, cuando las calles y los edificios se transformaban. Desaparecieron, tal vez, hasta por vandalismo.
Y es que San José, que es el centro del país, sufrió cambios importantes desde los años cincuenta.
[Andrés Fernández]: Empieza una sustitución de los edificios icónicos de la República Liberal por una serie de edificios icónicos de la Segunda República.
[Luis Fernando]: Este es el arquitecto Andrés Fernández, que también es cronista de San José. La segunda República es como se conoce al periodo después de la guerra civil de 1948, donde se crea una nueva constitución. Con la segunda República se da…
[Andrés]: La destrucción del Palacio Presidencial para construir la nueva sede del Banco Nacional. Después vamos a la destrucción del Palacio Nacional para construir el Banco Central. Después vamos a la destrucción de la Universidad de Santo Tomás para construir la sede del Banco Anglo.
[Luis Fernando]: Y tal vez el cambio más emblemático.
[Andrés]: La destrucción de la Biblioteca Nacional en 1970 para ser convertida en un parqueo.
[Luis Fernando]: Era como si a los gobernantes no les interesara que San José fuese una ciudad, sino un centro de comercio. Un centro donde se hacen negocios. Y lo que más peso tuvo en esta transformación de la ciudad fue la creación de barrios periféricos.
[Andrés]: Que sacan a la gente de San José de San José, se vacían nuestros barrios tradicionalmente obreros y de clase media.
[Luis Fernando]: Y junto con ese movimiento de personas.
[Andrés]: Se dejaron perder los rótulos de las calles y avenidas y consecuentemente se dejó perder la rotulación de casas y domicilios al punto de que hoy son casi folclóricos, cuando no snobs.
[Luis Fernando]: Hasta hace unos siete años me enteré que la calle en la que vivo tiene número. Es la Avenida 43a. Lo sé porque en aquel entonces la Municipalidad puso rótulos por todo el casco central de San José. Gastó más de un millón de dólares haciéndolo. El alcalde dijo que era para eliminar el sistema “arcaico” de dar direcciones. Era un intento de tener un sistema formal y ser como los países del siglo XXI. Como los del primer mundo, aunque todavía sin números de casas y comercios. Tan primer mundo no es posible.
[Daniel]: Después de la pausa averiguamos por qué en Costa Rica se dan direcciones de forma tan complicada. Y también entenderemos qué nos dice este sistema —si se puede llamar sistema— sobre el carácter nacional de los ticos.
Ya volvemos.
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[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Soy Daniel Alarcón. Antes de la pausa, Luis Fernando nos estaba contando que durante décadas, en Costa Rica no había rotulación de calles y avenidas. Y todavía no la hay en la mayor parte del país.
Pero la falta de rotulación no es necesariamente la razón por la que los ticos dan direcciones tan complicadas.
Luis Fernando nos sigue contando.
[Luis Fernando]: El arquitecto Andrés Fernández tiene una teoría:
[Andrés]: Nuestro espacio y nuestro tiempo están regidos por una indeterminación del tiempo y del espacio.
[Luis Fernando]: Sé que suena a filosofía posmoderna francesa. Pero porfa no se asusten tanto. Vamos a tratar de darle sentido.
Para Andrés, en Costa Rica vivimos en un limbo temporal donde el pasado y el presente se mezclan para formar nuestro espacio geográfico. Los bares de antes se combinan con los comercios de ahora. Es como si el tiempo no pasara.
El caso más ejemplar del país es el del antiguo higuerón, un árbol que ya no está, pero que todavía es el referente de direcciones más famoso del este de la capital.
[Andrés]: O sea, yo no solo estoy obligado a saber dónde estaba el higuerón, sino a saber que era un higuerón. O sea, tengo que remitirme al pasado temporal que además es un pasado espacial porque el higuerón ya no está y de ahí dirigirme hacia.
[Luis Fernando]: Lo que ya no está, todavía existe en la memoria y por tanto lo hacemos existir en la realidad. Y esta lógica viene, según Andrés, de nuestro origen campesino, rural. Recordemos que Costa Rica fue y todavía es un país de agricultores. Para nosotros el tiempo tiene una lógica diferente. Y nos referimos al tiempo en su concepción moderna: el tiempo regido por minutos, segundos, horas. En el campo, no se mide el tiempo de la misma manera.
[Andrés]: ¿Por qué razón? Porque el tiempo nuestro es cíclico. Nosotros dependemos de las lluvias para que la cosecha surja. Dependemos de que deje de llover para que pase tal cosa y que la Luna sea ésta, de que el sol sea éste. La jornada del costarricense desde siglo XVI, XVII, es desde antes de que salga el sol hasta que se pone el sol etcétera.
[Luis Fernando]: Es un tiempo que se repite, que no avanza.
[Andrés]: Y con el espacio sucede exactamente lo mismo.
[Luis Fernando]: Es un espacio estático, donde las cosas no se mueven, a pesar del paso del tiempo. Y ese modo de vida se ha mantenido con los años —con los siglos, más bien—, a pesar de que la modernidad nos cayó encima con su lógica productiva.
Según esta teoría, el tico sigue viendo el tiempo y, especialmente, el espacio como un campesino agricultor. No piensa en coordenadas, que son una abstracción, como en el mundo moderno. Sino en cosas que podemos ver, apreciar, tocar, hasta recordar. Cosas que son útiles o que lo fueron en algún momento para nuestra vida diaria. Los cuadrantes en un mapa no significan nada, pero el abastecedor de don Pedro sí, porque ahí vamos cuando necesitamos algo de comer. Un número de calle tampoco significa nada, pero el salón donde se iba a bailar todos los sábados, ese lugar sí perdura en la memoria. Aunque ya no esté.
Es algo lindo, si uno lo piensa bien. En lugar de cuadrantes regidos por números, nuestro espacio está ordenado por lugares significativos para nosotros. Generalmente puntos de encuentro, donde la gente socializa o socializaba. Puntos que generan recuerdos, puntos que dan vida a los lugares en que vivimos.
La pregunta es, entonces, cómo puede coexistir un país en la era moderna con un tiempo y espacio de siglos pasados. La respuesta es: con bastantes problemas.
En el 2011, se ordenó un estudio interesante. En él se medía el tiempo de más que tiene que gastar una persona en llegar a un lugar debido a la falta de un sistema formal de direcciones. Luego, ese tiempo se multiplicó por el costo de vida, para cuantificar cuánto dinero perdía el país por esto. Según Correos de Costa Rica, la cifra fue de 720 millones de dólares anuales. Repito: ¡720 millones de dólares! Muchísimo dinero para un problema tan folclórico. Este es Geovanny Campos, de Correos de Costa Rica.
[Geovanny]: Continuar con el sistema por mucho más tiempo, sin duda alguna lo que hará es restarnos capacidad, restar competitividad empresarial y dinamismo al sector empresarial de Costa Rica.
[Luis Fernando]: Para él, hay que modernizar el sistema de direcciones, hacerlo igual al de otros países.
[Geovanny]: Para mí el fin debería ser la productividad de la de toda Costa Rica. Cómo nos convertimos más ágiles en el sentido de logística, en el sentido de movilización de las cosas y de las personas. Con el sistema que tenemos vamos a tener las mismas dificultades la misma lentitudes las mismas pérdidas de tiempo que hoy por hoy usted y yo tenemos, ¿verdad?
[Luis Fernando]: El arquitecto Andrés Fernández opina lo mismo. Hay que cambiar el sistema, especialmente por el tiempo que perdemos buscando las direcciones.
[Andrés]: Eso es problemático desde el punto de vista de la modernidad. Muy problemático porque es una falta de respeto. O sea, la división horaria en 24 horas y las horas en minutos y los minutos en segundos es una cuestión de convención. Es decir queremos que estemos claros que eso es así no porque sea así, sino para que todos vivamos mejor.
[Luis Fernando]: Porque el tiempo de los demás es tan valioso como el mío.
Otra cosa que hay que considerar son los turistas. Este es un guía turístico que me encontré en San José. Iba con un grupo de unas cinco personas.
[Guía turístico]: La dirección del Teatro Nacional. Where is the National Theatre? The address. The National Theatre is next to the Plaza de la Cultura. El Teatro está a la par de la Plaza de la Cultura. Where is the Cultural Plaza? ¿Dónde está la Plaza de la Cultura? Next to the Grand Hotel. A la par del Gran Hotel. Where is the Grand Hotel? ¿Dónde está el Gran Hotel? In front of el Ministerio de Hacienda. En frente del Ministerio de Hacienda. Where is the Ministerio de Hacienda? In front of the National Theater. En frente del Teatro Nacional. Easy to find. Fácil de encontrarlo (risas).
[Luis Fernando]: Parece un chiste, pero no lo es. Captura la esencia de nuestra forma de dar direcciones.
El turismo en Costa Rica es vital. El año pasado, 2018, el sector del turismo aportó casi cuatro mil millones de dólares a la economía nacional. Más de un 6% del producto interno bruto. Es la fuente de empleo para más de 200 mil personas. Pero para muchos, ser turista aquí, en Costa Rica, con nuestras direcciones, es un dolor de cabeza cuando no una aventura. A algunos les gustará, les parecerá folclórico, pero en el fondo es poco práctico y puede llegar a ser hasta caro: no solo se pierde tiempo, se pierden los turistas y se pierde plata.
Salí a la calle a ver qué pensaban algunos de estos turistas.
[Mujer]: Funny I guess. It’s hard to get used to. It’s hard to find things.
[Luis Fernando]: Dice: “Es chistoso, sí, pero difícil acostumbrarse, encontrar las cosas”.
[Hombre]: It’s kind of confusing, yeah it is.
[Hombre]: Sí puede ser un poco confuso.
[Mujer]: Todos nos dicen: a 20 metros, a 200 metros, giras a la derecha. Como si fuera Waze o Google Maps o algo así.
[Luis Fernando]: Y mi respuesta favorita:
[Hombre]: It’s bizarre. It’s bizarre.
[Luis Fernando]: Es bizarro. Sí, lo es. La mayoría me admitió que prefieren no preguntar por direcciones, sino que…
[Hombre 1]: We’re just using Google Maps.
[Hombre 2]: Uh, we’re using Google Maps to get around.
[Hombre 3]: En sí usamos el Google Maps y el que te va guiando.
[Luis Fernando]: Google Maps, Waze, Uber. Estamos en los tiempos de la hiperlocalización y aquí en Costa Rica ni siquiera pasamos por la era del mapa. Es una alternativa al sistema de direcciones informal. Ponés el nombre del lugar hacia donde vas y, si no está, ponés el nombre del punto de referencia más cercano.
Es sustituir la falta de coordenadas por las coordenadas perfectas, aquellas que ni siquiera hacen necesario conocer la ciudad, sino que te guían giro a giro, calle por calle, a donde querés llegar. La ciudad se vuelve también una ciudad de arena: no hay calles, ni avenidas, ni plazas, solo hay lugares específicos, derechas e izquierdas.
Es eficiente, sí, mucho más que el sistema de direcciones a la tica, pero también me pregunto lo que se deja de lado. Sé que es contradictorio, pero a pesar de lo absurdo que es nuestra forma de dar las direcciones, tiene su encanto, porque te obliga a conocer la ciudad, sus formas, sus colores. Tenemos que saber dónde vivimos, ser muy buenos observando, apropiarnos del espacio.
Hay cierta poesía en la casa de las mecedoras, poesía que nunca tendría la casa número 72. No digo que sea malo el número, claro. Entiendo que hacia eso tendríamos que progresar. Pero confieso que parte de mi extrañará la casa de las mecedoras y a su vecinos.
¿Pero cómo cambiar algo tan engranado en la cultura tica? Algo que no hemos podido cambiar durante siglos. La respuesta es lógica, simple. los niños.
[Geovanny]: Sabemos, por ejemplo, que en la escuela en alguno de los grados —generalmente es en cuarto grado— se ve el tema de cómo se escribe una carta, dónde es el remitente, dónde es el destinatario y cómo hago para utilizar los puntos cardinales. Y ahí aprendo las direcciones. Pero estamos enseñando a la antigua.
[Luis Fernando]: Quería comprobar esta teoría.
[Diana]: Yo soy Diana y tengo 11 años.
[Luis Fernando]: Ella es mi sobrina.
Di, ¿usted se sabe la dirección de su casa?
[Diana]: Creo.
[Luis Fernando]: ¿Cómo es?
[Diana]: Di ahí. Detrás del colegio (risas).
[Luis Fernando]: No muy prometedor.
¿Ya le enseñaron en la escuela cómo son las direcciones y demás?
[Diana]: Algo así.
[Luis Fernando]: Pero no se acuerda de mucho.
[Diana]: No.
[Luis Fernando]: ¿Y no se acuerda dónde es este, norte, sur?
[Diana]: Un poco nada más. Algo así como que no sé. No sé, casi se me olvidó.
[Luis Fernando]: Le pregunté cómo haría si tuviera que dar la dirección de su casa.
[Diana]: Di, dándolo en un papel como es, cómo llegar, no sé.
[Luis Fernando]: Con un croquis, un mapa dibujado. Igual que Gaby, mi compañera, en sus fiestas de cumpleaños.
Diana es buena estudiante, inteligente y vive en una zona con rotulación, pero parece que sigue sin entender cómo dar direcciones más allá de “Mi casa está detrás del colegio” y por suerte se sabe el nombre del colegio. Es como si dar direcciones no fuese parte elemental del currículum. Yo no me acuerdo exactamente cómo me enseñaron a dar direcciones en la escuela, pero estoy seguro que no fue con números de calles y avenidas, ni con números de las casas.
Si como ya dijimos, no todos los lugares de Costa Rica tienen rotulación, y los que la tienen se concentran en el centro del país, y si además los niños no están entendiendo cómo navegar su ciudad, parece que la manera de dar direcciones a la tica no va a cambiar muy pronto. A menos que algo se haga en las escuelas.
Antes del reporteo de esta historia no había pensado mucho sobre nuestras direcciones. Digamos que se lo mencioné a mis colegas de Radio Ambulante, gente de afuera, que siempre se quedaban alucinados con nuestra idiosincrasia.
Y bueno, cuando me puse a investigar, me di cuenta el tamaño del problema. Es que esto va más allá de lo Macondiano y tropical. Es más que ahorrarnos tiempo, incomodidades, frustraciones o dinero. Es también salvar vidas.
Porque otra de las instituciones que sufren por las direcciones a la tica es el Benemérito Cuerpo de Bomberos de Costa Rica. Hablé con su director operativo, Luis Fernando Salas.
Cuando atienden una emergencia…
[Luis Salas]: Muchas veces, la persona, diay, pues, se confunde con los puntos cardinales. Entonces nos dice que es al norte y tal vez es al este o al oeste. Entonces, mire, si la unidad llega a la dirección que supuestamente se nos dio originalmente, entonces nuevamente hacemos un llamado a las personas y les manifestamos: la unidad se encuentra en el lugar y no los ubicamos.
[Luis Fernando]: Entonces, en plena emergencia, en medio del apuro. paran y coinciden en un punto que la persona y que los bomberos conozcan.
[Luis Salas]: Hay que recurrir a establecimientos comerciales, por ejemplo, y decir: “Mire, nos encontramos en el abastecedor tal”. Entonces si la persona ya: “Ah, sí, eso queda a 200 metros de mi casa. Tienen que bajar esa dis..”. Entonces ahí buscamos ese… ese acercamiento con la persona. Pero, repito, sí, en algunos casos, es difícil.
[Luis Fernando]: Anualmente, el cuerpo de bomberos atiende más de 65 mil emergencias. A veces acudiendo a 450 o 500 llamados diarios. Todos con su dirección particular.
[Luis Salas]: Cuando es un incendio ya desarrollado es… es fácil llegar, porque la cantidad de llamadas que se reciben son muchas.
[Luis Fernando]: Además…
[Luis Salas]: Cuando hay un incendio, las máquinas salen y le dicen: “Mire, vamos a ver: Desamparados, hacia Aserrí, en el cruce”. Eso es lo que dicen (risas). OK, pero si usted sale y ya desde la estación se ve una columna de humo, usted dice: “Sí, tiene razón, es hacia… hacia el sur de Desamparados” y se ubica bien.
[Luis Fernando]: El problema es cuando llaman diciendo:
[Luis Salas]: “Mire, hay un corto circuito en un medidor de una casa en el sector tal”. Entonces es algo que no es… a veces incluso usted en el lugar, ni siquiera es visible. Si la dirección es un poquito difícil, cuesta mucho más.
[Luis Fernando]: Son las emergencias que no se dejan ver las que dan más dolor de cabeza. Para resolver este problema, los bomberos salen todas las semanas a hacer una revisión de las tomas de agua, es decir, de la ubicación de los hidrantes. Y durante esos recorridos estudian, de una vez, los puntos de referencia importantes del área que atienden.
[Luis Salas]: Entonces ya todos los bomberos de Nicoya ya saben dónde está la Municipalidad, dónde está el hospital, dónde están los tribunales, la delegación de la guardia, la sede de la policía, de la Cruz Roja, que son puntos muy utilizados por los vecinos.
[Luis Fernando]: Sin este protocolo quién sabe cuántas tragedias veríamos en las noticias.
Y eso es algo que tengo pegado en la cabeza. Las tragedias que pasan por la falta de un sistema de direcciones formal. Hace unos meses leí sobre un niño de cinco años que murió por maltrato de sus padres.
Un psicólogo puso la denuncia ante el 911 cinco días antes de su muerte, pero al parecer venía sin dirección exacta, porque a pesar de que los funcionarios del Patronato Nacional de la Infancia buscaron y preguntaron a los vecinos, no encontraron la casa. Ahora la Fiscalía investiga a los padres por homicidio y al Patronato por negligencia.
La muerte de un niño de cinco años a manos de sus padres. Todo por un país que se niega a avanzar en el tiempo.
[Daniel]: Luis Fernando Vargas es editor de Radio Ambulante, vive en San José, Costa Rica.
Este episodio fue editado por Camila Segura y por mí. La música y el diseño de sonido son de Andrés Azpiri. Andrea López Cruzado hizo el fact-checking.
El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Lisette Arévalo, Gabriela Brenes, Jorge Caraballo, Victoria Estrada, Rémy Lozano, Miranda Mazariegos, Patrick Moseley, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill, Luis Trelles, David Trujillo, Elsa Liliana Ulloa y Joseph Zárate. Carolina Guerrero es la CEO.
Radio Ambulante se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.
Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.
En el siguiente episodio de Radio Ambulante: una comunidad en Tennessee se une para proteger a un vecino…
[Verónica Salcedo] Empiezan a decir: “¡Hay que hacer una cadena humana!”.
[Cathy Carillo]: Nos tomamos de las manos alrededor de la camioneta en ambos lados. Eran vecinos, organizadores, toda la gente que estaba ahí presente.
[Daniel]: La historia de este sorprendente acto de resistencia, la próxima semana.
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