Perdidas – Transcripción

Perdidas – Transcripción

COMPARTIR

[Daniel Alarcón, host]:  Hace poco más de tres años publicamos los primeros episodios de Radio Ambulante en NPR. Sabíamos que ser parte de la radio pública estadounidense iba a darnos un impulso enorme. Y no estábamos equivocados. Hemos crecido como equipo en ese entonces éramos solo cinco; ahora somos más de 20. Y también hemos crecido muchísimo como comunidad: ahora hay cientos de miles de ambulantes escuchando desde todo el mundo. 

Si quieren vernos seguir creciendo y apoyar la siguiente etapa de Radio Ambulante, hay varias maneras de ayudar. Tenemos un programa de membresías, tenemos una nueva app para los oyentes que están aprendiendo español. Y para los que nos escuchan en Estados Unidos, por favor, consideren apoyar a su emisora local de radio pública. Para hacerlo, ingresen a donate.npr.org/RadioAmbulante. Donate se deletrea: D-O-N-A-T-E. Donate, en inglés. Repito: donate.npr.org/Radio Ambulante. 

¡Muchas gracias desde ya por su apoyo!

Antes de comenzar, una advertencia: este episodio tiene una muestra muy amplia de vulgaridades argentinas. Se recomienda sacar el cuadernito para apuntar bien las frases. O, si prefieren, discreción. 

Bienvenidos a Radio Ambulante, desde NPR. Soy Daniel Alarcón. 

Todo comienza con un video: dos señoras de unos 60 años, argentinas, sonrientes, están sentadas en medio de un bosque espeso, muy verdoso.  

(SOUNDBITE DE ARCHIVO)

[Mónica López]: Son 8 y 20 de la mañana y nosotras estamos metidas en este bosque hermosísimo desde ayer a las dos de la tarde. 

[Daniel]: Aclaran que están en un bosque en Tucumán, una provincia de Argentina. Pero no acampando ni algo por el estilo. Al contrario. 

(SOUNDBITE DE ARCHIVO)

[Mónica]: No sabemos qué hicimos. Agarramos alguna curva de las piedritas que no correspondía y nos fuimos a la reverenda concha de la lora.  

[Daniel]: Por si no quedó claro, se perdieron. 

(SOUNDBITE DE ARCHIVO)

[Mónica]: Y acá estamos, esperando que alguien nos rescate.

[Claudia López]: Exactamente. 

[Mónica]:  Así que, ehm… Porque no tenemos la más puta idea de cómo mierdas salir y no saben la cantidad de cosas que pasamos. 

[Daniel]: Y es que de verdad no se pueden imaginar la cantidad de cosas que pasaron. Fue una odisea.

Hoy, la historia de dos mujeres en un bosque tucumano tratando de volver a la civilización. 

Y es importante aclarar aquí que ambas están bien, así que no se preocupen. 

Nuestro editor Luis Fernando Vargas habló con ellas.

Aquí Luis Fernando. 

[Luis Fernando Vargas, productor]: Claudia y Mónica López: esos son sus nombres. Son hermanas. Esta es Claudia, la mayor, de 67 años.

[Claudia]: Nos llevamos bien. Nos vemos semanalmente y, bueno, y conversamos.

[Luis Fernando]: Y esta es Mónica, la menor, tiene 62. 

[Mónica]: Desde chicas siempre fuimos muy compinches, compañeras. Nos contamos todo. No solamente somos hermanas, somos mejores amigas.

[Luis Fernando]: Para Mónica, el carácter tan diferente de ambas hace que se complementen. 

[Mónica]: ¿Viste como el yin y el yang? Así somos nosotras: el día y la noche. Ella es, eh, más calma. Yo me llevo todo por delante, Luis. No sé cómo explicarte. Tengo otra forma de ser. Es como que yo por ahí a veces la subo a ella y ella me baja un poco a mí. Y encontramos ahí el equilibrio para tener, este, una buena relación y que nos dé ganas de… de estar juntas, ¿no?

[Luis Fernando]: Ambas son de Buenos Aires, están jubiladas y, ahora que tienen tiempo libre, les gusta viajar. A donde sea. En Argentina han ido al norte, a Salta y a Jujuy. Y también han viajado a Colombia.

[Mónica]: Y un día, porque yo soy de meterme mucho en internet y estoy siempre boludeando con esas cosas, eh, veo que hay una promoción de viaje a Tucumán.

[Luis Fernando]: Tucumán, otra provincia al norte de Argentina. Ellas intentaron visitar una parte cuando fueron a Salta y a Jujuy, pero no les alcanzó el tiempo. 

[Mónica]: Y, bueno, le mandé un mensaje a mi hermana. Le digo: “¿Chaise, vamos a Tucumán?”. Y ella me dice: “Bueno, dale, listo”. Ahí en el momento saqué los pasajes, sin pensar mucho.

[Claudia]: Nos informamos a ver cómo se podía hacer para conocer la provincia. Teníamos posibilidad de alquilar un auto y alquilamos un departamento desde un espacio, un lugar que podíamos… era accesible cualquier parte de Tucumán. Tucumán es una provincia pequeña y, bueno, íbamos a hacer tres circuitos y conocer la… la parte histórica y el centro, ¿no?

[Luis Fernando]: Tucumán también es una provincia con mucha industria agrícola y varios parques nacionales y reservas naturales. Tiene zonas desérticas, pero también bosques frondosos, además de un centro histórico con museos y mucho que hacer. Ellas planeaban visitar todo y llegaron el jueves 22 de agosto del 2019 a la capital de la provincia. 

[Mónica]: Ese día estuvimos paseando un poco por la calle. Vimos la… la plaza central. Al día siguiente alquilamos ya el auto. Este, fuimos a recorrer el parque 9 de Julio, que es precioso. 

[Luis Fernando]: El parque 9 de Julio es un área verde enorme en el centro de la capital.  Tiene varias atracciones turísticas y culturales, como la Casa de la Cultura Municipal y un lago. Y el sábado… 

[Claudia]: Empezamos a hacer los circuitos que nos… que nos proponía turismo, ¿no?

[Luis Fernando]: Recorrieron otra parte de la ciudad y hasta ahí todo bien, disfrutando, conociendo Tucumán.

[Mónica]: Y, bueno, y llegó el famoso domingo en la mañana. ¿Qué va a hacer?

Ah, lo empezamos remal, porque nos levantamos las dos medio… medio enojadas. No sé. ¿Viste esos días que no tenés un buen día cuando te levantás? Quizás fue un indicio que no escuchamos de decir: “No tenemos que salir”. 

[Claudia]: Salimos media mañana, eh, ya viendo cómo íbamos a hacer. Yo estaba un poco apurada porque quería conocer la… la mejor parte del circuito. La quería conocer bien. 

[Luis Fernando]: El circuito Las Yungas. Querían conocer el municipio de Yerba Buena, donde hay varias atracciones naturales, y subir al cerro San Javier para apreciar la vista. 

[Claudia]: Entonces, bueno, estábamos ahí viendo cómo acomodarnos con los tiempos y demás. En un momento determinado habíamos recorrido algunos lugares, eh, y nos encontramos… con una zona que era de áreas protegidas, que había una cascada.

[Luis Fernando]: Decidieron parar. Era temprano, tipo 11 y media de la mañana. La cascada no se veía desde la entrada. Para llegar había que bajar unas escaleras. Lo único que había en la entrada era una casita chiquitita, que era la oficina donde cobraban el tiquete, y adentro había un guardia y un guardaparque. Lo demás eran árboles, árboles y árboles.

La idea era ir a la cascada y prepararse un mate ahí, relajarse un rato, y luego seguir el camino hacia San Javier. Como iba a ser una parada corta, solo se llevaron sus carteras —con dinero y sus documentos— y unos bolsos de nylon donde iban la matera —donde se hace el mate—, una botella de agua de medio litro, unas nueces y unos bizcochitos para comer, y sus celulares.

Pagaron la entrada y bajaron las escaleras, que eran de unos 500 metros, muy empinadas, hechas de tierra y tronco.  

[Claudia]: Y después es… aparecen un arroyo con piedras, eh, para continuarlo. Hay que tener… seguir ese arroyo para encontrarse con la cascada. Es una zona muy tupida, con muchísima vegetación. 

[Luis Fernando]: Caminaron como 500 o 600 metros por el arroyo y finalmente llegaron a la cascada. 

[Mónica]: Ah, el lugar es precioso, es un sueño: todo lleno de piedra, eh, es un hilito de agua. Es una cascada muy chiquitita, pero la… el agua baja con bastante potencia. 

[Claudia]: Y había gente que veni… bajaba para… con sus valijas, con su bolsito para tomar mate o en familia también. No había muchísima gente, pero sí había gente.

[Luis Fernando]: Y ahora sí, era el momento de sentarse a tomar un mate. 

[Mónica]: Y cuando mi hermana prepara todo se da cuenta que no había llevado la yerba. Imaginate el rosario de puteadas que le mandé, porque yo quería tomar un mate. 

[Luis Fernando]: Habían caminado un buen trecho, así que descansaron un rato ahí. Fue como una hora, sin mate, y luego decidieron volver. Empezaron a caminar por el arroyo que ya habían recorrido, el que las iba a  llevar a la escalera. Pero…  

[Mónica]: Es una escalera muy empinada y el cartel de salida está metido hacia adentro, con lo cual si uno no está mirando todo el tiempo la ladera de ese monte la salida no se ve. Y nosotros no la vimos.

[Luis Fernando]: Y el arroyo —o sea, el camino a la cascada— bordeaba un monte. Entonces no podían ver la cascada para ubicarse. 

[Claudia]: Habíamos caminado un poco. Entonces, este, Mónica dijo: “Este camino me parece que no es el de la vuelta”. Porque era distinto el tipo de piedras que había y… y habíamos caminado bastante. Entonces empezamos a buscar las… los carteles, las señales de la… que decían salida y no encontramos nada.

[Luis Fernando]: Ya habían cruzado algunos arroyos que se conectaban con el arroyo principal que conducía a la cascada. 

[Mónica]: Empecé a ver que las piedras cambiaban de color y dije: “Chao, estamos… Ya está. Este no es el lugar”. Quisimos volver y al volver —también desorientadas como estábamos— en vez de agarrar teóricamente el arroyo por el que habíamos ido, agarramos uno de los que cruzaba y nos fuimos a la miércoles.

[Luis Fernando]: No se veía nadie cerca  y no tenían señal de celular. Era después de mediodía.  

[Claudia]: Así que directamente empezamos a buscar la forma de salir. Seguimos el curso del agua. Ese lugar no era. Entonces empezamos a gritar:  “¡Socorro! ¿Hay alguien ahí? ¿Dónde están?”. Nadie nos contestaba. Y después seguimos buscando otro curso de agua y así nos íbamos metiendo cada vez más en el monte.

[Mónica]: Y mi razonamiento fue justamente ese: si yo bajé para ir a la cascada, tengo que subir. Y ahí es donde nos equivocamos de ladera.

[Luis Fernando]: O sea, en lugar de subir por la montaña en la que estaban las escaleras, subieron por la montaña opuesta, metiéndose aún más en el bosque 

Para ese entonces habían pasado ahí unas tres horas. Ya eran como las tres de la tarde. Les pregunté si cuando se vieron pérdidas tuvieron miedo.  Claudia me dijo que:

[Claudia]: Sentí preocupación, claro que sí. Eh, pero no… no le di demasiada trascendencia porque lo que necesitaba era estar atenta, estar despierta, estar bien como para poder tomar decisiones que… que no nos perjudicaran ni a ella ni a mí, ¿no? Sabía que la solución la íbamos a encontrar.

[Luis Fernando]: Y lo mismo Mónica. 

[Mónica]: Yo tengo tanta confianza en que voy a encontrar la… la solución, como siempre en mi vida lo hice, que sabía que de ahí íbamos a salir. Al principio lo tomé con bastante inconsciencia, te soy sincera. Hasta como con un juego, ¿entendés? “Ah, bueno, estamos pérdidas. Esto es una pavada, salir de acá”. Así lo tomé yo. Mi hermana es más cauta. Mi hermana se sumía en los silencios. Y, bueno…

[Luis Fernando]: Pero igual Mónica estaba angustiada de que sus hijos se fueran a asustar. 

[Mónica]: Yo tengo dos hijos y los tres somos muy pegotes y vivimos conectados en WhatsApp, en el teléfono, en… en los mails, en todo. Y yo sabía, porque veía mi teléfono, que estaba la última conexión era 11 y 30 de la mañana del domingo. Y yo el domingo en la tarde ya estaba… Eso sí me angustiaba muchísimo. Sabía que iban a estar desesperados. 

[Luis Fernando]: Claudia y Mónica estaban arriba en la ladera cuando empezó a anochecer, así que decidieron empezar a bajar. 

[Claudia]: Y entonces, bueno, ahí fue cuando Mónica me dijo: “Esperá, porque no te va a gustar lo que hay aquí”. Yo venía detrás de ella. Y así es cuando llegamos, eh, a ese lugar en donde ya no se podía bajar.

[Luis Fernando]: Era un barranco grande, imposible de bajar sin lastimarse. Mónica se sujetó al tronco de un árbol para no caerse, porque estaba al puro borde. Recuerden que estaban en una ladera y era bastante empinada: más que caminar, se deslizaban hacia abajo. 

Claudia estaba unos tres metros más arriba, buscando un lugar seguro donde quedarse. Lo encontró y dejó su cartera y su bolsa de nylon. Intentó ir a donde estaba Mónica, pero ya no se veía casi nada, entonces se sujetó a otro árbol para no deslizarse. Por miedo a caerse se quedaron ahí y muy pronto se hizo completamente oscuro. 

[Mónica]: Y, bueno, esa noche la tuvimos que pasar 11 horas sentadas, cada una, en un tronco.

[Luis Fernando]: Mónica tenía su celular, pero el de Claudia no lo encontraron hasta que se activó la alarma, cerca de las 12 de la noche. Aparte de las luces de estos dos aparatos, fueron 11 horas de oscuridad 

[Mónica]: No veía nada y con muchísimo frío. Teníamos una remera, nada más. Y, bueno, la verdad que sí, el frío se sintió, porque como estábamos sentadas las dos y no teníamos mucha oportunidad de… de movernos, el frío, ¿viste?, que se te va metiendo en los huesos.

[Claudia]: Y, bueno, en toda esa situación, este, tratamos de, cada una, de ver cómo podía sostenerse emocionalmente. Y estuvimos conversando mucho, viendo la forma de que el frío no nos… no nos ganara, no nos venciera. Nos sacudíamos los brazos, las piernas. Hablábamos entre nosotras. Cada hora que pasaba me decía: “Son las… son las 12. Es la una. Son las dos…”.

[Luis Fernando]: Son las tres. Son las cuatro. Me imagino esa noche y me cuesta entender cómo sobrevivieron. Dos mujeres ya mayores, balanceadas de manera tan precaria, al borde de un barranco, inmovilizadas, en la oscuridad casi total. ¿En qué pensás en esos momentos? O mejor dicho, ¿qué hacés para no pensar en la urgencia de la situación? Pues, en el caso de las hermanas López… 

[Mónica]: Recordamos cosas de chicas, de vacaciones, del colegio, boludeces de novios, peleas que habíamos tenido nosotras de chicas, cosas de la actualidad que por ahí, por… también por una cuestión de tiempo no nos habíamos contado. Así. El tema que surgiera. Era cualquier cosa. 

[Luis Fernando]: Es decir, se refugiaron en el pasado. En recuerdos. Una manera de sobrevivir. Pero no pudieron ignorar por completo las circunstancias en las que estaban.

[Claudia]: Porque sentíamos ruidos de todo tipo que no los podíamos reconocer y que pensábamos que eran animales o que eran, no sé, cualquier cosa que pudiera, este, acercarse a nosotros. 

Nos estábamos preguntando, cuándo se sentía un ruido, después de un silencio importante: “Este, ¿estás bien? ¿Estás ahí? ¿Sos vos la del ruido?”. Y siempre teníamos algún motivo para… para hablarnos, ¿no?

[Luis Fernando]: Ya en la madrugada, antes de que saliera el sol… 

[Claudia]: Dormimos por segundos, por ahí nos… yo bajaba los párpados y… y… pero tenía siempre la sensación de que me podía deslizar, de que me podía quedar dormida y perder el… el sostén de donde estaba. 

[Luis Fernando]: Y caer por el barranco. Era un peligro inminente. Pero moverse de ahí no era una opción tampoco. Estaban atrapadas por la oscuridad. A ratos se les dormían partes del cuerpo, pero eran incapaces de moverse mucho. No habían comido nada, solo habían tomado un poco de agua. 

Fue una de las noches más duras de sus vidas. 

[Daniel]: Y así llegaron hasta el amanecer. 

Una pausa y volvemos.

[All Songs Considered]: ¿Alguna vez has notado cómo la canción correcta puede cambiar completamente tu estado de ánimo? All Songs Considered es el podcast de NPR que te ayuda a descubrir nueva música. Cada semana, ponen y discuten canciones de las que te enamorarás, y con las que pensarás, reirás y, a veces, derramarás algunas lágrimas. Escucha y deja que All Songs Considered se vuelva parte de tu soundtrack personal.

[Jorge Caraballo, editor de Crecimiento]: Hola, soy Jorge Caraballo, editor de crecimiento en Radio Ambulante y te queremos recordar que hay muchas formas de apoyarnos. Ya sea a través del programa de membresías o a través de Lupa, la app para quienes están aprendiendo español. Y si estás en Estados Unidos, queremos invitarte a que apoyes a tu estación de radio pública local. Para hacerlo solamente tienes que ir a donate.npr.org/RadioAmbulante. Donate se deletrea: D-O-N-A-T-E. Donate, en inglés. Repito: donate.npr.org/Radio Ambulante. ¡Muchas gracias!

[Lupa]: 

[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Soy Daniel Alarcón. Antes de la pausa conocimos a Claudia y Mónica López, dos hermanas que andaban de turistas por la provincia de Tucumán, Argentina. Durante su viaje, se fueron a ver una cascada en medio bosque y se perdieron en el camino de vuelta. Al llegar la noche, Claudia y Mónica quedaron atrapadas entre una ladera muy empinada y un barranco imposible de bajar. Pasaron 11 horas agarradas a unos árboles en total oscuridad. 

Entonces llegó la mañana del lunes. Ya llevaban más de 15 horas en el bosque y apenas habían tomado un poquito de agua.  

Luis Fernando Vargas nos sigue contando… 

[Luis Fernando]: Con la luz del día pudieron salir de esa zona empinada que daba con el barranco. Lograron llegar a un lugar más plano, donde había menos vegetación y más sol. Ahí tomaron un poco de agua. Poca porque recordemos que solo llevaban una botella de medio litro. Y si bien confiaban en que iban a lograr salir en unas pocas horas, en el fondo también empezaban a temer lo peor. Comieron un poco de lo que llevaban: algunas nueces y medio paquete de bizcochitos.

[Mónica]: Los bizcochitos y las nueces comimos porque sabíamos que algo teníamos que comer. Lo único que queríamos era irnos de ahí. Hambre no teníamos. Incluso hasta nos sobraron bizcochitos, mirá vos. Pero las nueces no, eh, las comimos todas.   

[Luis Fernando]: Ahí descansaron por un rato después de la noche tan dura que habían vivido. Claudia intentaba mantener la calma y transmitirle serenidad  a su hermana.

[Claudia]: Yo por lo menos no quería ponerme a pensar en nada.  Simplemente en estar bien. Simplemente en estar atenta y en estar acompañando a mi hermana para poder, este, ser las dos… una ayudándose a la otra. 

[Luis Fernando]: Pero a veces, claro, tenía pensamientos negativos. 

[Claudia]: Pequeños momentos en donde aparecía el hecho de decir: “No me quiero morir congelada acá”. O… o pensando, “Uy, ¿qué puede pasar si me caigo, si me lastimo, si tengo fiebre?”. Sí, sí, pero eran segundos, segundos. No… no continuábamos con esos pensamientos, porque sabíamos por experiencia que el pensamiento es lo que hace que las emociones surjan y las emociones, este, a veces no nos ayudan. Hay que manejarlas con el pensamiento también.

[Luis Fernando]: Mónica, por otro lado. 

[Mónica]: Yo analicé toda mi vida. En las cosas que me equivoqué, en las cosas que acerté. Es ponerte a pensar que uno se pelea por estupideces, que hace diferencia por idioteces, que te dejás de hablar porque por ahí estás apurado para ir al trabajo, entonces, en vez de contestar un mensaje decís, “bueno, después escribo”, y ese después no llega nunca. Y vos decís: qué al pedo todo, ¿no? Porque la vida se te va en un segundo y… y uno hace cuestiones por… por pavadas, pero por pavadas, Luis.

Y veces es una pena que uno tenga que pasar una cosa así para realmente hacer un… un juicio de qué es lo que estás haciendo, dónde estás parado y hacia dónde vas.

[Luis Fernando]: Con todo eso en la cabeza, se le ocurrió grabar un video para sus hijos. Se los enviaría por WhatsApp.

[Mónica]: Mi humilde pensamiento fue: “Bueno, si en algún momento hay señal, que les llegue el video para que ellos estén tranquilos”.

[Luis Fernando]: Y ese fue el video que escuchamos al inicio.

(SOUNDBITE DE ARCHIVO)

[Mónica]: Les vamos a contar una historia. Son 8 y 20 de la mañana y nosotras estamos metidas en este bosque hermosísimo desde ayer a las 2 de la tarde. 

[Claudia]: En realidad Mónica siempre usa el humor como una estrategia para poder salir adelante de las situaciones que son críticas, angustiantes, para no quedar con esa… esas emociones, ¿no?

[Luis Fernando]: Y aquí el humor servía también para hacerles creer a sus hijos: “Esto no es nada serio”. Aunque lo fuera 

(SOUNDBITE DE ARCHIVO)

[Mónica]: Dormimos en el bosque.

[Claudia]: En la selva Tucumana.

[Mónica]: Colgadas de dos árboles.

[Claudia]: Sí, señor. 

[Mónica]: Es quizás la única fortaleza que tenga. Es como un escudo, ¿viste?, el humor. 

(SOUNDBITE DE ARCHIVO)

[Mónica]: Todo lo más bien. Llegamos, nos sacamos la foto, bla bla bla bla. Cuando salimos de ahí no sabemos qué hicimos. Agarramos alguna curva de las piedritas que no correspondía y nos fuimos a la reverenda concha de la lora. 

Tranquila no estaba. El video tal como me ves es como soy yo estando bien. Yo soy de joder, de… de putear, de hacer chistes, de… soy de hacer sorpresas, y qué sé yo. Así. Entonces quería que me vieran tal cual soy para que ellos aparte de escuchar mi voz, que los tranquilice, me vean que estoy bien.

[Luis Fernando]: Y bueno, claro, aprovechar para pedir ayuda.

(SOUNDBITE DE ARCHIVO)

[Mónica]: Así que chicos, Dios quiera que alguien mande este maravilloso mensaje y nos vengan a rescatar. Porque queremos volver, estamos cagadas de frío. 

[Claudia]: Agradecidas de que hayamos pasado porque lo pasamos bien. 

[Mónica]: Pero ya está. 

[Claudia]: Pero ya está, no es para repetir.

[Mónica]: Así que, bueno, los amamos, a todos. 

[Claudia]: Exactamente, los amamos.

[Luis Fernando]: Y cuándo le pregunté cómo se sentía cuando grabó el video, Mónica me dijo: 

[Mónica]: No te voy a contar cómo estaba ni antes ni después del video. Eso me lo guardo para mí.

[Luis Fernando]: Me sorprendió que me contestó casi todas las preguntas, pero esta no. Lo interpreto así: que fue duro y quizá ese fue uno de los momentos más complicados. 

Con el video grabado, esperando que en algún momento hubiera señal y se enviara, decidieron seguir buscando la salida. 

[Claudia]: Nos parecía que la solución, la cuestión estaba para abajo. Pero, bueno, nos volvimos a encontrar pendientes y… y tuvimos que volver a subir. La subida era muy complicada porque bajábamos de cola, pero subir, había que subir trepando. Y bueno, nos ayudábamos con lo que podíamos. Encontrábamos lianas, encontrábamos, este, siempre algo para ayudarnos. Y cuando estábamos muy cansadas, descansábamos.

[Luis Fernando]: Horas y horas caminando.

[Mónica]: Eh yo salí más lastimada de mi hermana… que mi hermana, porque era como que yo tomaba la delantera en las subidas y las bajadas. Así que me tragaba todos los palos, todas las piedras. A mi hermana un poco como que le allanaba el camino, ¿viste?

[Luis Fernando]: Mientras buscaban la salida, Mónica dice que ambas empezaron a tener alucinaciones. 

[Mónica]: Ay, no sabes, de todo. Vimos personas. Vimos vacas. Vimos caballos, este… vimos mariposas, de todo. Entonces yo decía… le decía a mi hermana, mirábamos hacia abajo y veíamos vacas, caballos, gente, y le digo: “Clau, ahí está”. Le empezábamos a gritar como locas, ¿no? 

[Luis Fernando]: Claudia también veía una especie de estructura de madera y un pasillo que llevaba a una escalera. Pero Claudia le decía a Mónica que cerrara y volviera a abrir los ojos.  

[Mónica]: Y yo cerraba los ojos, los abría y no había nada.

[Luis Fernando]: Era una desesperación enorme.

[Mónica]: Y después volví a ver cosas y yo le decía a mi hermana: “Ahora no los voy a cerrar”. 

[Luis Fernando]: Prefería seguir imaginando que había algo ahí 

Pasaron las horas y otra vez se empezó a hacer de noche. Ya llevaban más de 30 horas dentro del bosque. El agua empezaba a escasear, así que decidieron encontrar un lugar plano para poder pasar la oscuridad. Dieron con uno donde había un tronco que se estaba quemado y tenía humo saliendo de él, un poco de calor. 

[Claudia]: Y buscamos hojas para poder acostarnos sobre ellas y teníamos una bolsa… unas bolsas de nylon para poder mantener un poquito más el calor.

[Luis Fernando]: Esos días la temperatura en la noche anduvo entre los 10 y 14 grados. 

[Claudia]: Así que nos pusimos juntas, nos acostamos ahí y… y ahí ese día estábamos cansadas, así que sí podemos dormir.

[Luis Fernando]: Llegó la mañana del martes y siguieron insistiendo en encontrar la salida con la energía que les quedaba. En la noche Mónica había visto luces pendiente abajo, así que decidieron ir por ahí, pero se volvieron a encontrar con un barranco de unos dos metros de altura. Era muy peligroso tirarse. 

Eran momentos de mucho silencio, de moral baja. Por la tarde se les acabó el agua.  

[Mónica]: Ya habíamos empezado a juntar orina. Porque si el miércoles teníamos que estar ahí, ya no teníamos agua.

En un momento, yo le digo a mi hermana: “La puta madre, no me quiero morir acá”. Entonces digo: “Pero como tengo tantos cojones, voy a salir y voy a seguir hinchándole las pelotas a mis hijos”. Así se lo dije.

[Luis Fernando]: Claudia, como solía hacer, se hundió en el silencio. Para ese momento ambas… 

[Claudia]: Nos pusimos en manos de Dios. Dijimos: “Para algo está pasando esto. Que se haga su voluntad”. Aceptamos lo que suceda, eh… y nos… y nos tranquilizamos en eso.

[Luis Fernando]: Para la tarde del martes ya habían pasado más de 48 horas en el bosque. El cansancio era demasiado. Entonces decidieron volver al tronco humeante donde habían dormido la noche anterior. 

[Claudia]: Y decidimos hacer una casita porque encontramos unos… unas cortezas que… de un tronco inmenso que se estaban desprendiendo.

[Mónica]: Nos habíamos hecho una casa divina con troncos, todas las paredes agarradas con liana. Le habíamos hecho un techito con corteza de árbol. Estaba divina. Nos acostamos ahí porque ya se hacía de noche y es un bajón la hora en la que empieza a hacerse de noche, porque sabés que después son muchísimas horas por delante de total oscuridad, ¿viste?

[Claudia]: Nos tomamos de las manos y nos dijimos: “Bueno, que sea la voluntad de Dios”. Y… Y que vamos a salir adelante, vamos a descansar y vamos a salir adelante.

[Luis Fernando]: Pasaron unos minutos y… 

[Mónica]: Mi hermana roncaba como la mejor, este, porque ella la dejás parada, no le hablas un segundo, y mi hermana se duerme. 

[Luis Fernando]: Mónica, mientras tanto, daba vueltas de un lado para el otro. Le dolían las rodillas, así que decidió salir de la casita para moverse un poco y ver si le daba sueño. En eso vio dos luces que se movían a ritmos distintos. 

[Mónica]: Entonces yo dije: “Son dos personas que están caminando”. 

[Claudia]: Y empieza a gritar: “¡Socorro!”. Yo estaba dormida. Empieza a gritar: “¡Socorro!”. Yo escucho su socorro y grito con ella.

[Mónica]: Empezó: “¡Socorro, socorro, socorro!”. Y yo le digo: “Pará, que no me dejás escuchar”. Porque había… me había parecido escuchar la voz de un hombre. Pero como ya habíamos tenido alucinaciones el día lunes, yo dije: “Por ahí me lo estoy imaginando”. Entonces le pedí que se calle. No escuchamos nada. Yo seguía viendo las linternas.

[Luis Fernando]: Eran linternas, pero de las que traen los celulares, de baja potencia. Claudia también las veía. 

[Mónica]: Entonces volví a gritar: “¿Estás ahí?”.

[Claudia]: Y dice: “Sí, estamos aquí. Tranquilas que las estamos buscando”.

[Mónica]: Y cuando escuché el “sí”, bueno, ahí fue que nos agarramos, nos abrazamos, nos… nos pusimos a llorar.

[Claudia]: “¡Estamos arriba! ¡Estamos arriba!”, gritamos y nos abrazamos y nos quedamos, este, recontra emocionadas. Y fue como una explosión de alegría y llanto.

[Luis Fernando]: Todo estaba oscuro, así que solo veían las dos linternas de los celulares. Más tarde se darían cuenta que era un gerente comercial de la agencia de autos Hertz, dos lugareños y un policía. 

[Mónica]: Pero ellos no nos ubicaban a nosotros porque buscaban en la parte de abajo de la quebrada del monte, no arriba. Y nosotros no teníamos cómo hacer luz para que nos vean. Entonces yo le decía, le gritaba: “¡Arriba de todo! ¡Arriba, arriba! ¡Fíjate bien arriba, donde terminan los…”. Ya no sabía cómo explicarle. 

[Luis Fernando]: Hasta que al final lograron localizarlas. Tardaron cerca de una hora en llegar hasta donde estaban. 

[Mónica]: La hora más larga de mi vida. No llegaban más. Y yo les hablaba a cada rato porque tenía tanto miedo de que o me lo esté imaginando o que se arrepientan porque no podían pasar y vuelvan. Pero bueno, nada, por suerte pudieron llegar.

[Federico Gómez]: Vi la fortaleza de ellas dos y ahí como que dije: “Qué loco. Sin luz, sin nada”. Y nada, lo único que atiné fue abrazarlas. 

[Luis Fernando]: Él es Federico Gómez, una de las personas que las encontró. Llevaba buscándolas unas 3 o 4 horas. 

[Federico]: Y fue el momento más especial de mi vida porque siento que desde ahí todo cambió. Me sentí por primera vez en esta vida útil para algo y para… Y nada, la verdad que fue una sensación tremenda. 

[Luis Fernando]: Federico trabaja en Hertz, la empresa donde Claudia y Mónica alquilaron el auto. La familia de las hermanas le informó a la empresa que ambas estaban desaparecidas desde el domingo. Esto gracias a que Mónica había enviado una foto de la patente del carro —o sea, la placa— a sus hijos.

[Mónica]: Cosa que siempre les mando fotos, pero jamás le había mandado de la patente del auto. Nunca. 

[Luis Fernando]: Federico vive y trabaja en Salta, una provincia cerca de Tucumán. Pero la noticia de la desaparición de las mujeres se movió por toda la empresa ese mismo domingo. Fue así que Federico se enteró. El martes, el día que encontraron a Claudia y a Mónica, Federico tenía que viajar a Tucumán para dar una capacitación y aprovechó que estaba ahí para unirse a la búsqueda. Para ese entonces la noticia de que estaban desaparecidas ya circulaba por los canales de televisión locales. 

[Federico]: Empezamos la búsqueda más o menos guiándonos por lo que los familiares, mediante la cuenta de Google, habían detectado la última señal del teléfono.

[Luis Fernando]: La ubicación de esa señal era en una finca. Federico y el gerente de Hertz en Tucumán pidieron a un oficial de policía que los llevara hasta allá.  

[Federico]: Al llegar ahí a… a la finca, no, por supuesto no encontramos nada. Y ya la verdad que se tornó más preocupante porque no… no había nada. No había ni el teléfono. No estaba ni el auto. Ya nos imaginábamos lo peor. Entre lo peor era que no… se habían desbarrancado en alguna… en alguna cuesta.

[Luis Fernando]: Alrededor de las seis de la tarde decidieron recorrer un circuito turístico cercano a la finca. Se llama Circuito Chico. En el camino encontraron el carro que Claudia y Mónica habían alquilado. 

[Federico]: Empezamos a gritar el nombre de Mónica y el solo hecho de escuchar el socorro del otro lado… eh, nada. Nos metimos a los senderos, que era una pequeña caminata en las Yungas, y con la esperanza de que estaban vivas, por así decirlo. La verdad que esa fue la sensación. Y nada, nos metimos sin conocer, sin saber dónde estábamos. 

[Luis Fernando]: Federico entró con dos personas del lugar que estaban ayudando en la búsqueda. No lograron encontrarlas a pesar de los gritos de socorro, entonces volvieron a la entrada del sendero. Notificaron a la policía, a los bomberos y al guardaparques, y volvieron a entrar ya con más guía sobre cómo era el terreno de la zona. Esta vez sí pudieron dar con ellas. 

[Claudia]: Estábamos deshidratadas, sí, pero todavía teníamos, este, energía como para poder colaborar. Y lastimadas, muy las… Sí, la piel, es decir, las hojas, el deslizarnos por la tierra, el tratar de trepar, este, el tratar de engancharnos para no deslizarnos del modo que pudiéramos. Sí, sí. Mónica tiene un hombro bastante lastimado.

[Luis Fernando]: Todavía tenían que salir de ahí, entonces Federico… 

[Federico]: Empecé a trabajar desde el lado de todo lo que yo sabía. Sabía que la nieta de una de las señoras cumplía años ese día. Sabía que el hijo estaba en Tucumán. Entonces empezar a incentivarla con ese: “Mirá, tenemos que bajar. Tu hijo está acá, así que sabe que estás bien. Tenés que darle un abrazo. Mónica tenés que llamar a tu nieta para saludarla. Eh, mirá que hoy es su cumpleaños y nunca la dejaste de saludar”. Y, bueno, empecé a motivarla, motivarla.

[Luis Fernando]: Al llegar abajo de la loma en que estaban, se encontraron con bomberos que les dieron agua y caramelos para subirles el azúcar. 

El hijo de Mónica las esperaba a la salida. Había viajado a Tucumán para buscar a su mamá. 

[Mónica]: Y a pesar de que los bomberos dijeron que, y los médicos también, que no se acerque a mí para que yo no tengo una emoción muy fuerte al verlo, yo empujé a medio mundo, fui y lo abracé. Era lo que necesitaba. 

[Federico]: Fue un encuentro muy emotivo. Un abrazo interminable. Es algo que, viste, cuando… cuando no te quieres desprender de una… de una persona. Como decir que no pasaba de esa noche, porque que ellas decían: “Yo creo que de noche no pasábamos”.

[Luis Fernando]: Hablando con las hermanas, pensé algo similar: Que una noche más no aguantaban. Y que quizá, una noche sola la una o la otra hubiera sido demasiado. Lo lograron y tal vez la clave fue que estuvieron juntas. 

Al llegar al apartamento que habían alquilado, Mónica puso a cargar su celular y el video se envió. La familia lo compartió con la gente que estuvo en el rescate y ellos lo volvieron a compartir. Se volvió viral. 

[Mónica]: En mi vida me imaginé que me iba a ver tantas veces tanta gente. Un video que era solamente para mis hijos, solamente para mis hijos.

[Luis Fernando]: Pero a raíz de ese video, se hicieron conocidas. Y aparecieron en programas de radio y televisión. 

(SOUNDBITE DE ARCHIVO)

[Presentador]: Vamos a hablar de estas dos hermanas que viajaron a Tucumán y que vivieron una odisea que por suerte la pueden contar. 

[Presentadora]:  ¿Las hermanas que se perdieron en Tucumán están ya con vos, Roberto? ¿Ya las viste, las abrazaste?

[Presentadora]: La pregunta es: no se las ve en ese video como dos pobrecitas que están perdidas en la selva. Estaban como recontradivertidas. Decir que durmieron colgadas de un árbol, yo no sé, no se las veía tan mal… 

[Mónica]: Mi hijo me dijo: “Mamá, disfrutá todo esto porque es tu momento”. Y la verdad que lo disfruté a morir. Me divertí, la pasé bárbaro. Después, ¿no? Por supuesto estando allá, no.

[Luis Fernando]: Y del bosque salió recordando que… 

[Mónica]: La vida son los afectos. Es la familia. Y no hay… No hay ningún motivo que justifique ni un enojo, ni una falta de saludo, ni nada. Nada. Porque hoy estamos y mañana no sabemos. Y es valorar eso. Es el hoy. Hoy. Hoy les digo que los amo y les digo que los quiero y los besuqueo por todos lados. Es hoy. Mañana no sé.

[Daniel]: Luis Fernando es editor en Radio Ambulante. Vive en San José, Costa Rica. 

Este episodio fue editado por Camila Segura y por mí. El diseño de sonido y la música son de Andrés Azpiri y Rémy Lozano. Andrea López-Cruzado hizo el fact-checking. 

Muchas gracias a Florencia Flores de Tristana Producciones por su ayuda en esta historia. 

El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Lisette Arévalo, Gabriela Brenes, Jorge Caraballo, Victoria Estrada, Miranda Mazariegos, Patrick Moseley, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill, Luis Trelles, David Trujillo, y Elsa Liliana Ulloa. Carolina Guerrero es la CEO.

Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, y se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.

El Club de Podcast Radio Ambulante es un grupo en Facebook en el que oyentes de Radio Ambulante de todo el mundo se encuentran a conversar sobre los episodios y a compartir información adicional sobre las historias. Es uno de nuestros rincones favoritos del internet. Búsquenlo en Facebook como Club de Podcast Radio Ambulante para participar. Ahí los esperamos. 

Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

Créditos

PRODUCCIÓN
Luis Fernando Vargas


EDICIÓN
Camila Segura y Daniel Alarcón


DISEÑO DE SONIDO
Andrés Azpiri


MÚSICA
Rémy Lozano


ILUSTRACIÓN
Regina Rivas


VERIFICACIÓN DE DATOS Y HECHOS
Andrea López-Cruzado


PAÍS
Argentina


PUBLICADO EN
12/10/2019

Comments