Lorena, mi mamá y yo – Transcripción
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[Daniel Alarcón]: Hola ambulantes, un anuncio antes de comenzar. Como parte de nuestra campaña de membresías, estamos lanzando el primer Radio Ambulante Fest, un festival virtual de talleres, charlas y clubes de escucha. Pero lo que más me emociona son las conversaciones que tendré con los pioneros del periodismo en audio, incluyendo a Jad Abumrad de Radiolab, a Sarah Koenig de Serial y a Nadia Reiman de This American Life, ganadora del primer Premio Pulitzer en audio. Encuentra todo el cronograma de eventos en radioambulante.org/fest.
Antes de comenzar, una advertencia, en este episodio hay escenas de violencia que pueden no ser aptas para todos nuestros oyentes. Se recomienda discreción.
Bienvenidos a Radio Ambulante desde NPR. Soy Daniel Alarcón.
En algunos sentidos, la historia de hoy es la típica de una inmigrante con grandes sueños. En este caso, la protagonista se llama Lorena. Es ecuatoriana, de un pueblo costero llamado Bucay.
Su familia había vivido una época en Caracas y de allí, en 1987, ella se mudó a Estados Unidos. Tenía 18 años cuando llegó al estado de Virginia, queriendo ser odontóloga. Primero, claro, tenía que aprender inglés. Entonces se inscribió en una academia cerca de donde vivían unos amigos de su familia con los que ella se quedaría.
Un año más tarde, una amiga la invitó a un baile de oficiales del Cuerpo de Marines.
Y fue ahí que conoció a John, un joven de 21 años que había entrado a la marina hacía tan solo un año. Él se le acercó y la invitó a bailar. Ella aceptó y luego se sentaron a conversar. A pesar de que Lorena no sabía mucho inglés, hubo química entre ellos. Esa noche él le pidió su número de teléfono y ella se lo dio.
Al día siguiente John la llamó y comenzaron a salir. Se enamoraron al toque.
(SOUNDBITE DE NOTICIERO)
[Lorena Gallo]: De noviazgo él ha sido perfectamente… una persona, muy honesta. Muy, muy atractivo. Yo pensaba que era muy… una persona que era muy pasiva.
[Daniel]: Esta es Lorena en una entrevista con Telemundo. Es que esta relación con John terminaría protagonizando los titulares de los medios nacionales e internacionales. Ya llegaremos a eso. Por ahora, lo importante es que la familia con la que Lorena vivía no aprobaba la relación. Les parecía que John no tenía suficiente educación, que bebía demasiado y les molestaba saber que era ella quien generalmente pagaba las cuentas cuando salían.
Pero todo eso a Lorena no le importaba. Estaba enamorada.
Salieron durante más o menos nueve meses hasta que un día John le pidió que se casara con él. Lorena, muy emocionada, aceptó. Tres semanas después, se casaron.
[Lorena]: Eh, no tenía experiencia en la vida. John era mi primer amor y me casé muy enamorada.
[Daniel]: Fue un 18 de junio de 1989. Ella tenía 20 años y John 22. Lorena tomó el apellido de su marido. Bobbitt.
Muchos saben —o creen que saben— lo que pasó con Lorena Bobbit a partir de ese momento. La historia real es más compleja, claro. Pero sin duda impactaría a mucha gente alrededor del mundo.
En Ecuador, para nuestra productora Lisette Arévalo y su familia esta historia es particularmente importante.
Aquí Lisette.
[Lisette Arévalo]: Antes de contarles por qué la historia de Lorena es tan importante para mí, es necesario que la conozcan. Así que retomemos donde nos quedamos, en el 18 de junio de 1989, cuando se casó con John.
Al inicio de su matrimonio todo iba bien. Vivían en un departamento pequeño que podían pagar con lo poco que ganaban. Lorena trabajaba como manicurista en un salón de belleza y como niñera. Y John seguía en la marina, entrenando todos los días. No tenían muebles y dormían en el suelo. Pero eso no le importaba a Lorena. Según ella, eran felices. Siempre lo habían sido. Así lo dijo en una entrevista con Telemundo, en el 2019.
(SOUNDBITE DE ARCHIVO)
[Lorena]: En realidad nunca vi algo de las banderas rojas, que le dicen. Algo que… que yo dije: “Bueno este va a ser abusivo durante mi matrimonio, lo que sea”. Nunca vi eso.
[Lisette]: Pero apenas un mes después de su matrimonio todo cambió. En ese tiempo, un primo de John se estaba quedando con ellos en su departamento. Una noche, los tres salieron a un bar y John y su primo comenzaron a beber muchísimo: cervezas, shots, de todo. Se quedaron ahí un par de horas y no se fueron hasta que el local ya casi cerraba.
A pesar de estar muy tomado, John decidió manejar de regreso. Él estaba yendo muy rápido, manejando en zig zag de un carril a otro. Lorena tenía miedo. Así lo describió durante su juicio.
(SOUNDBITE DE ARCHIVO DE JUICIO)
[Lorena]: There was people coming into our next right hand side, ah, pushing the horn and scared. Making signals to us.
[Lisette]: Pasaban carros, les pitaban y les hacían señas. Lorena le pidió a John que dejara de ir tan rápido, que era peligroso, pero él no le hizo caso. Entonces Lorena agarró el volante del auto.
(SOUNDBITE DE ARCHIVO DE JUICIO)
[Lorena]: So I… I grabbed the steering wheel, and then he punched me. He said I cannot do this. He hurt me. He hit me in my left arm. And I just started to cry.
[Lisette]: John la golpeó en el brazo y Lorena se puso a llorar.
(SOUNDBITE ARCHIVO DE JUICIO)
[Lorena]: I was in shock. I couldn’t believe that he hit me there.
[Lisette]: Estaba en shock, no podía creer que su esposo la había golpeado.
(SOUNDBITE ARCHIVO DE JUICIO)
[Lorena]: And he was telling me bad names. Told me also that… that I had to stop crying and I couldn’t. I couldn’t stop crying.
[Lisette]: John solo seguía gritando, insultándola y diciéndole que dejara de llorar. Pero ella no podía parar. El primo de John, que estaba en el asiento de atrás, no hizo nada.
Cuando llegaron a la casa, John se bajó del auto y furioso agarró a Lorena por el brazo, la sacó del carro y la jaló a su departamento. Una vez adentro…
(SOUNDBITE ARCHIVO DE JUICIO)
[Lorena]: He kicked me. He told me that “I told you to… not to cry” and he slapped me on my face, he pulled my hair and he squeezed my face.
[Lisette]: La pateó. Le dijo que le había dicho que no llorara. Le dio una cachetada, le jaló el pelo, le aplastó la cara. Hasta que alguien tocó la puerta de su departamento. John fue a ver quién era. Un policía estaba afuera, preguntando si todo estaba bien.
John le dijo que sí y actuó como si nada estuviera pasando, con mucha calma. Pero el policía no le creyó y le preguntó a Lorena si quería irse de ahí y si tenía a dónde ir.
(SOUNDBITE ARCHIVO DE JUICIO)
[Lorena]: And I said no, but I leave anyways. So I.. I left the apartment. I was crying and I was hysterical.
[Lisette]: Lorena le dijo que no, pero que igual quería irse. Estaba llorando, descontrolada. Se subió a su carro y manejó hasta el parqueadero del salón de belleza donde trabajaba. Esa noche durmió ahí, en su carro. Me dijo que no le contó a nadie lo que había pasado.
[Lorena]: Todo lo que me estaba sucediendo, Dios mío, yo no podía contarlo. Me daba mucha vergüenza hablar de todo lo que esta… me estaba pasando.
[Lisette]: Además, le costaba entender lo que estaba ocurriendo. Estaba muy confundida. Se había casado hace un mes y esta versión de su marido, este hombre agresivo, violento y cruel, nunca la había conocido.
[Lorena]: Es algo muy traumático porque yo nunca pensé que mi esposo iba a ser tan agresivo de esa manera. Entonces eso fue muy impactante para mí, nunca me voy a olvidar de ese… de ese momento.
[Lisette]: Pero a pesar de todo, Lorena tenía la esperanza de que no se repetiría. Al día siguiente, John le pidió disculpas y ella lo perdonó. Más que nada porque ella creía que tenía que hacer lo que fuera para que su matrimonio funcionara.
[Lorena]: Tenía miedo de divorciarme. Para mí el divorcio era un tabú. Era un estigma.
[Lisette]: Así se lo había enseñado su familia de fuertes creencias católicas. Además, John se veía arrepentido y le prometió que nunca más le haría daño.
Pero eso no pasó. Continuó violentándola. Muchas veces llegaba a la casa borracho, la golpeaba, la pateaba, la trataba de estrangular y llegó hasta violarla.
Las agresiones ocurrían por las discusiones más pequeñas: si tendrían un árbol de Navidad sintético o uno real, el volumen de la televisión o qué programa verían. Lorena trataba de calmarlo y le pedía que no la golpeara, pero él no paraba. Me dijo que, además, él la manipulaba.
[Lorena]: Me hacía sentir muy culpable por las cosas que pasaban, por nuestras… argumentos o discusiones que teníamos.
[Lisette]: Lorena hacía lo que podía para protegerse. Se metía debajo de la cama, se encerraba con seguro en su cuarto o en el baño. Pero John llegaba hasta quitar la manija de la puerta con un destornillador y entraba para seguir agrediéndola.
Día tras día, semana tras semana, Lorena estaba atrapada en su propia casa y tenía mucho miedo.
[Lorena]: En muchas violaciones o… físicas o… o mucho abuso físico él… Yo pude… pude ser una víctima de asesinato. O sea, él me pudo matar.
[Lisette]: El maltrato era físico, pero también psicológico: le hacía comentarios negativos sobre su cuerpo, controlaba cómo gastaba su dinero, la celaba, no la dejaba salir con sus amigas, la tenía aislada.
[Lorena]: Uno se siente atrapada y es muy tóxico el ciclo vicioso de violencia doméstica.
[Lisette]: Es justamente ese círculo vicioso de violencia lo que hace que sea muy difícil para mujeres como Lorena dejar a su agresor. Se encuentran en una situación donde hay periodos de calma y afecto intercalados con unos de mucha violencia.
Esta es ella durante una entrevista en Telemundo, en el 2019.
(SOUNDBITE DE TELEMUNDO)
[Lorena]: En general, él siempre me decía: “Ay, perdóname”. Entonces yo lo perdonaba. Y bueno siempre: “Esto va a pasar, esto va a pasar, esto es solamente temporario”. Pero en realidad nunca… nunca pasaba.
[Lisette]: Se crea un vínculo de dependencia emocional difícil de romper. Y a esto hay que sumarle el estado mental tan frágil en el que están las mujeres.
Eventualmente Lorena le contó a su jefa, clientas y a algunas vecinas lo que estaba viviendo y ellas le aconsejaron que lo dejara. Pero para Lorena no era tan fácil. No sabía a dónde ir, no había muchos refugios disponibles y la violencia de género era algo de lo que no se hablaba. Y si se hacía, era sin darle la importancia que merecía. Además, en el fondo Lorena creía que John cambiaría. Quería creerlo.
Me dijo que llamó algunas veces al 911 a pedir ayuda.
[Lorena]: Tenía mucho miedo de seguir denunciándolo, eh, a las autoridades por muchos de los maltratos y por miedo de… de ser expulsada como emigrante.
[Lisette]: John le quitaba los documentos de residencia y la amenazaba con que haría que la deportaran —a pesar de que todos sus papeles estaban en regla—. Y funcionó. Lorena llegó a creer que él podía llamar a la migra y, con una llamada, sacarla del país.
Y cuando Lorena sí se decidía a llamar a la policía, no eran de mucha ayuda.
[Lorena]: Entonces, cada vez que yo llamaba a la policía, ellos no sabían cómo ayudar a las víctimas de violencia doméstica.
[Lisette]: Porque no había un protocolo claro de qué hacer en esos casos. Por esto mismo, solo lo denunció formalmente una vez, en febrero de 1991, cuando las pruebas de violencia eran evidentes: golpes, moretones y el labio roto. Esa vez, John aceptó haberla agredido, pero sus cargos fueron descartados después de que él fuera a unas cuantas sesiones de terapia.
A los dos años de casados, John y Lorena se separaron. Pero esto duró solo un año y en abril del 93 volvieron a vivir juntos con una nueva promesa de John. Le dijo que había reflexionado y que nunca más volvería a agredirla. Ella, una vez más, confió en él.
No pasó mucho tiempo para que John volviera a hacer lo mismo que antes: los golpes, las violaciones. Al poco tiempo, Lorena decidió separarse de nuevo. En junio comenzó a sacar de a poco sus cosas del departamento, pero seguía durmiendo ahí. El plan era irse en un par de días.
Era finales de junio de ese año y Lorena, desesperada, fue a una corte de Virginia para sacar una orden de restricción en contra de John. Sin embargo no era un trámite inmediato. Le dijeron que regresara en dos días.
La madrugada del 23 de junio, el mismo día que supuestamente le darían la orden de restricción, John llegó muy borracho a la casa, como ya era costumbre. Venía con un amigo suyo que se estaba quedando a dormir en su sofá.
Lorena estaba dormida en el cuarto cuando escuchó que John abrió la puerta. Aquí ella cuenta lo que pasó en una entrevista en septiembre de 1993, con el canal ABC.
(SOUNDBITE DE ABC)
[Lorena]: He jumped on top of me and he start to… Grabbing my arms really tight.
[Lisette]: Cuenta que se le lanzó encima y que le agarró muy fuerte los brazos. Ella ya sabía lo que venía. Sabía exactamente el nivel de violencia y agresión que le esperaba. Sabía porque había sucedido muchas veces.
(SOUNDBITE DE ABC)
[Lorena]: So I said: «I don’t want to have sex».
[Lisette]: Que no quería tener sexo con él. Trató de empujarlo, pero no pudo porque la estaba agarrando muy fuerte.
(SOUNDBITE DE ABC)
[Lorena]: He forced me into it and I heard my, uh, my underwear was ripping off and I was just fighting it.
[Lisette]: Dice que le rompió la ropa interior y que ella seguía resistiéndose. Pero él, una vez más, la violó.
Cuando el abuso terminó, Lorena le preguntó por qué la seguía violentando una y otra vez.
(SOUNDBITE DE ABC)
[Lorena]: And I told him why he do this to me again, and again, and again… (llanto) He pushed me away… He say he doesn’t care, he doesn’t care about my feelings.
[Lisette]: Pero John la empujó y le dijo que no le importaba. Se dio la vuelta y se quedó dormido.
En ese momento Lorena salió del cuarto y fue a la cocina a tomar agua para tratar de calmarse un poco. En la entrevista con ABC dijo que apenas entró a la cocina…
(SOUNDBITE DE ABC)
[Lorena]: The first thing that I saw was the knife.
[Lisette]: Lo primero que vio fue el cuchillo. En el juicio hizo un recuento de lo que había pasado esa noche. Dijo que apenas vio el cuchillo empezó a recordar lo que había vivido durante cuatro años con John.
(SOUNDBITE ARCHIVO DE JUICIO)
[Lorena]: I remember a lot of things he said to me…
[Lisette]: Recordó la primera vez que la violó…
(SOUNDBITE ARCHIVO DE JUICIO)
[Lorena]: I remember the first time he raped me.
[Lisette]: Los insultos…
(SOUNDBITE ARCHIVO DE JUICIO)
[Lorena]: I remember the putdowns he told me. There was just so many pictures on my head (llanto).
[Lisette]: Lorena tenía frescos los recuerdos de las decenas de agresiones que había recibido de John. Esa violación fue su límite. Solo tomó el cuchillo, se dirigió al cuarto donde estaba John dormido…
(SOUNDBITE ARCHIVO DE JUICIO)
[Lorena]: I, I took the sheets off and I… and I… I cut him.
[Lisette]: Levantó las sábanas y le cortó el pene. Salió corriendo del departamento, se subió a su carro y empezó a manejar.
Lorena asegura que no recuerda el momento específico en que lo mutiló, que le dio como una laguna mental. Recuerda haber ido a la cocina, ver el cuchillo, y después solo estar manejando y de repente ver que en sus manos todavía tenía el pene y el cuchillo.
(SOUNDBITE ARCHIVO DE JUICIO)
[Lorena]: And so I looked and I screamed and I throw it out, out of the window.
[Lisette]: Cuando se dio cuenta gritó y lo botó por la ventana. Manejó muy rápido a la casa de su jefa, que también era su amiga, y le contó todo lo que había pasado. Ella la escuchó y le dijo que debían ir a la policía a denunciar a John por la violación. Pero cuando Lorena llegó a la estación, el oficial que la atendió le dijo que antes de tomar su denuncia, necesitaba saber qué había hecho con el pene de John, que eso era lo más urgente. Ella les dio las indicaciones de dónde lo había botado y salieron a buscarlo.
Mientras tanto, John se había despertado del dolor, confundido. Pensaba que estaba soñando, pero no tardó mucho en darse cuenta de lo que había pasado. Aplicó presión en la herida con las sábanas, se levantó de la cama y fue a la sala a despertar a su amigo para que lo llevara al hospital. Su amigo tampoco entendía muy bien lo que había pasado, pues estaba completamente dormido y no escuchó nada de lo que ocurrió esa noche.
Llegaron al hospital y de ahí llamaron a la policía. De inmediato empezaron una búsqueda intensa para encontrar el pene de John y poder operarlo lo más pronto posible. Cuando lo encontraron cerca de una gasolinera, se lo llevaron y la cirugía duró nueve horas y media.
Lorena llegó al mismo hospital donde estaba John. La examinaron para determinar si había sido violada. Pero no encontraron señales de un trauma reciente en su cuerpo. A cada uno lo acusaron por delitos diferentes: a John por “agresión sexual matrimonial” y a Lorena por “herir maliciosamente” a su marido. Si los condenaban, podían enfrentarse a veinte años de cárcel, cada uno.
Por razones obvias, en las siguientes semanas el caso empezó a aparecer en los medios de comunicación. Era la perfecta noticia para vender y tener rating. Los titulares trataban de ser los más creativos y chistosos. Cosas como “el peor corte de todos”, “la guerra de los Bobbitts”, “euforia feminista y temor machista”. Y catalogaban a Lorena como una “latina de sangre caliente”, y una mujer celosa de su marido.
Varios hombres fueron entrevistados en televisión y comentaban lo que pensaban del caso. Y sus reacciones son las mismas que seguramente han tenido los hombres que me están escuchando.
(SOUNDBITE DE ARCHIVO)
[Señor]: The pain was going through my mind for christ’s sake for this poor guy.
[Lisette]: Este hombre no podía imaginar el dolor que sintió John.
Los comediantes no tuvieron que esforzarse mucho. El chiste casi que se contaba solo. Escuchen esto:
(SOUNDBITE DE ARCHIVO)
[David Letterman]: Well, well, well, the Lorena Bobbitt trial got underway today in Virginia (risas).
[Lisette]: O sea, apenas menciona el nombre de Lorena, la audiencia se muere de la risa.
Hubo sketches de televisión donde una actriz disfrazada de Lorena vendía cuchillos que podían cortar lo que fuera…
(SOUNDBITE DE ARCHIVO)
[Comediante]: The Lorena Bobbitt Jinsu knife (risa). This state of the art of a knife would cut through anything, and I do mean anything (risa).
[Lisette]: Lorena se había convertido en un chiste. Y nada más. Cuando se mencionaba el terror y el abuso que había sufrido, era como un detalle, casi sin importancia.
La atención se centró más en el acto de Lorena que en su historia de violencia con John. Porque hay que decir algo tal vez obvio: el acto de cortar el pene era lo que más atraía a la gente. Había mucho morbo.
[Lorena]: Fue muy sexista. Muy intimidante porque automáticamente las personas, eh… más bien se enfocaban en… en el miembro sexual de… de mi exesposo. Era triste ver que los medios de comunicación no se enfocaban en algo más importante y crítico, porque se trata de vida… de vida o muerte, hablando de violencia doméstica.
[Lisette]: Y es que tal vez, si Lorena le hubiera cortado otra parte del cuerpo a su marido, es posible que nunca hubiéramos escuchado su historia.
[Lorena]: Si él me hubiese matado. Nadie hubiese hecho bulla de este caso, ¿verdad? Pero fue a… fue la acción que tomé que llamó la atención, pues, de todo el mundo.
[Lisette]: Cinco meses después del incidente, llegó el juicio de John. Era noviembre de 1993.
(SOUNDBITE DE NOTICIERO)
[Periodista 1]: The two Bobbitts sat together in the same courtroom today less than 20 feet apart.
[Periodista 2]: She has admitted emasculating her husband last june.
[Lisette]: Como dijimos, a John no lo acusaron exactamente de violación. En Virgina, según las leyes de la época, una persona no podía ser declarada culpable de violar a su cónyuge a menos de que vivieran separados o si causaba lesiones corporales a su pareja.
Al principio, John negó haber tenido sexo con Lorena esa noche. Pero cuando mostraron la evidencia de que sí habían encontrado rastros de semen en el examen médico, tuvo que retractarse y terminó diciendo que sí habían tenido relaciones, pero que había sido consensuado. Dijo que Lorena lo había mutilado porque él quería divorciarse y ella no.
Durante el juicio, el médico que examinó a Lorena dijo que no había señales de forcejeo y que no se podía comprobar que John hubiera rasgado su ropa interior. Además, no se pudo usar como prueba la historia de agresiones de John hacia ella. La ley de Virginia decía que solo se podía juzgar con base en lo que había pasado cinco días antes del incidente. Que todo lo demás no podía tomarse en cuenta.
Así que después de un juicio de dos días, John fue absuelto y quedó libre.
A pesar de que los medios se interesaron por el juicio de John, no fue nada comparado con la cobertura del juicio de Lorena en enero de 1994. Como no era un juicio por un delito sexual y por ser considerado, y cito, “un tema social”, fue televisado a nivel nacional e internacional y todo mundo escuchó con detalles el testimonio de Lorena.
El jurado debía decidir si es que Lorena había actuado bajo una perturbación mental temporal o si era culpable de un delito.
Afuera de la corte había de todo: decenas de periodistas y gente curiosa. Vendedores de dulces y chocolates en forma de penes, de camisetas que decían “el amor duele” y calzoncillos que decían “don’t cut me short”, es decir no me cortes. Había hasta grupos musicales interpretando canciones que habían compuesto sobre John.
(SOUNDBITE DE CANCIÓN)
[Cantante]: Take out the knife, wife. Break out the blade…
[Lisette]: Era un circo. Un espectáculo mediático sobre lo que tuvo que pasar Lorena durante cuatro años de violencia doméstica.
El juicio comenzó el 10 de enero de 1994. En el video de ese primer día, se ve a Lorena triste, con la mirada fija, sentada en una silla y con su cabello negro largo recogido en una media cola. Me dijo que estaba muy nerviosa, que pensaba que el jurado no le iba a creer porque John ya había sido absuelto.
[Lorena]: Eso pasó por mi mente muchísimo. Tenía miedo. Era algo muy traumático. O sea no… no solamente el trauma emocional, pero también estaba asustada y con mucho miedo de… de pensar cuál va a ser mi futuro.
[Lisette]: Pero de todas formas, ella sabía que tenía que armarse de valor y contar todo por lo que había pasado antes del incidente.
[Lorena]: Esto tiene una historia. Esto no es una cuestión de… de que me voy a levantar de la cama y voy a hacerle esto a… a mi esposo. No. Son los años de trauma, ¿verdad? Psicológicamente, emocional, abuso sexual. Esto es una historia de abuso.
[Lisette]: Cuando empezó el juicio, una de sus abogadas comenzó diciendo que la evidencia iba a mostrar que, durante cuatro años, Lorena sufrió extrema violencia por parte de su marido…
(SOUNDBITE ARCHIVO DE JUICIO)
[Abogada]: Lorena Bobbitt who for four years, the evidence will show, suffered extreme brutality and violence perpetrated against her…
[Lisette]: Y que sus desórdenes psiquiátricos eran producto de años de violencia y abuso…
(SOUNDBITE ARCHIVO DE JUICIO)
[Abogada]: Psychiatric disorders were the product of years of violence and abuse that she had suffered at the hands of her husband.
[Lisette]: Que esto la llevó a un estado de shock y de quiebre que no le permitió controlar su impulso la noche del 23 de junio.
(SOUNDBITE ARCHIVO DE JUICIO)
[Abogada]: She reacted to defend her life, to defend her physical integrity, and to defend her dignity.
[Lisette]: Que lo que hizo Lorena fue reaccionar para defender su vida, su integridad física y su dignidad.
(SOUNDBITE ARCHIVO DE JUICIO)
[Abogada]: In the end, ladies and gentlemen, what we have is Lorena’s Bobbitt life juxtaposed against John Wayne Bobbitt’s penis.
[Lisette]: Y que, en últimas, lo que tenían que evaluar era la vida de Lorena al lado del pene de John.
El argumento legal que su abogada utilizó se conoce como el “síndrome de la mujer abusada”. Es una subcategoría del estrés postraumático según el cual una mujer que ha sufrido tanto abuso por parte de su pareja, llega a creer que lo merece y no puede salir de la situación.
Su abogada argumentó que a raíz de esto, Lorena actuó bajo un “impulso irresistible” y tuvo una reacción que no fue premeditada. Esto fue confirmado por una psicóloga que durante el juicio dijo que, además, Lorena estaba sufriendo de ansiedad y de depresión.
A Lorena le tocó contar y revivir lo que le había hecho John, no solo frente al jurado, sino frente a las millones de personas que la estaban viendo por televisión. Ya escuchamos algo de su testimonio en este episodio. Además, varios testigos confirmaron lo que Lorena contaba.
John también testificó durante el juicio de Lorena y dio versiones contradictorias de lo que pasó durante su matrimonio. Lo cual favoreció a Lorena, porque el jurado se dio cuenta de que él no fue sincero sobre lo que ocurrió esa noche.
Mientras todo esto ocurría, afuera del juzgado seguían los periodistas, los vendedores. Pero también había un grupo de personas de la comunidad de latinos de Virginia que fueron a apoyarla. Tenían carteles que decían: “Por la dignidad de la mujer” o “Lorena, estamos contigo”.
(SOUNDBITE DE ARCHIVO)
[Multitud]: ¡Lo-re-na! ¡Lo-re-na! ¡Lo-re-na!
[Lorena]: Nunca me voy a olvidar el apoyo que tuve internacionalmente de muchas personas fuera de la corte con sus banderas. Y especialmente Ecuador, Venezuela, Colombia, todo Sudamérica. El apoyo mundial que tuve fuera de la corte con sus pancartas fue algo muy increíble.
[Lisette]: En un video, que se grabó cinco días después de iniciado su juicio, se ve a Lorena saliendo del juzgado y cuando los ve y los escucha, sonríe y los saluda. De las horas de archivo que revisé, es el único momento en que la vi sonreír en todos los videos de cobertura de esa época.
El 21 de enero, once días después del inicio de su juicio, llegó el veredicto.
(SOUNDBITE ARCHIVO DE JUICIO)
[Juez]: We the jury find the defendant Lorena Leonor Bobbitt not guilty of malicious wounding as charged in the indictment by reason of insanity.
[Lisette]: Lorena fue declarada no culpable por una “perturbación mental temporal”. El jurado determinó que después de tantos años de abuso, ella no estaba en control de sí misma esa noche. El juez ordenó que debía ser internada en un hospital psiquiátrico para, después de un tiempo, determinar si era o no un peligro para ella o para la comunidad.
Lorena salió del hospital cinco semanas más tarde.
Algunos de ustedes quizá ya conocían la historia de Lorena. O quizá el nombre les sonaba. Yo tengo razones muy personales para querer contar su historia. Y para explicarlo quiero hablar de un recuerdo de mi infancia, en Quito. Tenía como cuatro años, más o menos, 1996 o por ahí. Estaba en el auto con mi mamá y en la radio pasaron alguna nota sobre Lorena Bobbit.
No recuerdo exactamente cuál era la noticia, pero lo que sí recuerdo es el nombre y el gesto de mi mamá al escucharlo: alzó su puño, como festejando una victoria, y dijo: “¡Bien, Lorena!”. Le pregunté quién era y me contó que hacía algunos años, ella se había defendido de su marido. No entró en casi nada de detalles, pero eso fue suficiente para mí y repetí: “¡Bien, Lorena!”.
Mi mamá se rió. No entendía en ese momento por qué mi mamá reaccionó así al escuchar el nombre de Lorena. No podía entender. Era demasiado chiquita. Pero unos años después se me haría más claro.
[Daniel]: Después de la pausa, lo que significó Lorena Bobbitt para miles de mujeres a nivel mundial. Y para la mamá de Lisette.
Ya volvemos.
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[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Soy Daniel Alarcón.
Lorena salió del hospital psiquiátrico cinco semanas después del juicio. Ya había pasado algo del furor mediático, pero a raíz de todo ese proceso, pasó algo inesperado.
Si bien la mayoría de la cobertura había ignorado el abuso que Lorena sufrió o lo trataba como un detalle para mencionar antes de llegar a la mutilación de su exesposo, John, Lorena se dio cuenta que su historia, la historia completa, sí había tenido un impacto.
[Lorena]: Cuando empecé a ver las cartas que me mandaban de muchas, muchas mujeres, yo dije: “Bueno, esto… no soy la única ¿verdad?”. En realidad mi caso es el caso de… de muchas mujeres en el mundo.
[Daniel]: Cientos de mujeres, miles, se identificaban con Lorena, con todo el trauma que había sufrido y sobrevivido. Con su acto de venganza, también, claramente, aunque Lorena varias veces ha dicho que se arrepiente de lo que le hizo a John y que lo último que quiere es motivar a alguna mujer a hacer algo parecido.
Una de las mujeres a la que le impactó la historia de Lorena fue Gina. La mamá de nuestra productora Lisette.
Y de eso realmente se trata la historia de hoy.
Los dejo con Lisette.
[Lisette]: Cuando le pregunté a mi mamá qué pensó cuando escuchó la historia de Lorena, me dijo:
[Gina Gross]: Era una puertita para… para todos. Eh, como una luz, como una esperanza de que las mujeres algún rato también vamos a poder reaccionar y que no nos dejemos abusar de nadie.
[Lisette]: Supongo que ya está claro, pero de alguna manera la historia de Lorena es, también, la de mi mamá. Y no se me hace para nada fácil contarla.
Mi mamá conoció al que voy a llamar Luis, en una fiesta. Era abril de 1981. Tenían 23 años.
¿Qué te pareció físicamente, cuando le conociste?
[Gina]: Pues sí, era simpático. Tenía unas pestañas largas rizadas, unos ojos lindos. Y me presentaron y él me dijo: “Se compuso la fiesta”. Empezó así a hacerse hecho el conquistador, hecho el ni sé qué… me cayó súper mal.
[Lisette]: Mi mamá decidió ignorarlo y se puso a bailar con otro chico y a estar con sus amigas. Hasta que la fiesta se terminó y mi mamá y su primo estaban viendo cómo iban a regresar a sus casas. Luis oyó su conversación y se ofreció a llevarlos.
[Gina]: Entonces él nos llevó, nos fue a dejar. Y ahí ya nos hicimos amigos.
[Lisette]: En el carro habían hablado un poco de lo que les gustaba hacer, ella le contó que era traductora y él ingeniero. Y ahí a mi mamá ya le cayó mejor. Intercambiaron números y desde ese día, comenzaron a hablar a diario. A mi mamá comenzó a gustarle cada vez más.
[Gina]: Era bien suave, respetuoso, dulce. Y… y como que era familiar, hablaba de sus papás con cariño, con amor, entonces eso me gustó.
[Lisette]: Luis le pidió que fueran novios casi enseguida, pero ella no aceptó. Había salido hace poco de una relación larga y no quería meterse en otra en ese momento. Pero él no se rindió tan fácil. La invitaba a comer, a pasear en el auto, a los parques de Quito. Era dulce y cariñoso y ella empezó a enamorarse de él. Así estuvieron dos meses hasta que Luis le pidió que fueran novios otra vez y ella le dijo que sí.
Un día, seis meses después de conocerse, cuando llevaban solo dos semanas de novios, él la llevó a dar una vuelta en el carro.
[Gina]: Paró el auto y me dijo: «¿Quieres yogur…”, y yo le… “y pan de yuca?» (risa). Entonces yo le dije: «Bueno», pero así me sorprendió.
[Lisette]: Pan de yuca con yogur, una combinación muy común en Ecuador. La sorprendió porque no era el plan que tenían para el día. Iban supuestamente a dar un paseo e ir a cenar. Cuando llegaron al local, ella se quedó en el auto y él se bajó a comprar. Cuando regresó…
[Gina]: Y se arrimó a mi ventana y me dijo: «Ten». Yo le dije: «Bueno». Yo le dije: «¿Y tú no… no quieres?» Me dijo: «No, no». Entonces yo decía qué raro y estaba medio raro. Y me dijo que quiere casarse conmigo, que nos casemos que ni sé qué.
[Lisette]: Ella se quedó fría. No sabía qué decir. Estaba enamorada de él, pero no se conocían hacía mucho tiempo. Además, le aterraba la idea de tener que dejar su trabajo como traductora y dedicarse a la casa y a la familia. Y es que en esa época era lo que se esperaba de las mujeres y ella no quería eso para su vida. Entonces, ahí, en el carro, le dijo a Luis:
[Gina]: «Verás, a mí no me gusta… No sé cocinar, no me gusta lavar, no me gusta planchar, no…” Entonces se quedó seco. Entonces no me dijo nada y se quedó callado todo el camino.
[Lisette]: Pero a pesar de esto, Luis siguió insistiendo por varios días, diciéndole que debían casarse. Ella le decía que no y le repetía lo mismo: que ella no quería convertirse en su ama de casa.
[Gina]: O sea, yo sabía que era un tipo de hombre machista. Que él tampoco lavaba, planchaba ni cocinaba, porque los papás eran súper machistas, los hermanos también y… No sé, me di cuenta enseguida porque… por las cosas que me contaba: «Mi mamita cocina, mi mamita hace esto, mi mamita sabe estar en la cocina».
[Lisette]: Mi mamá tenía claro que las mujeres podían hacer muchas cosas además de cocinar y que además podían salir a donde quisieran y cuando quisieran. Es más, ella tenía grandes sueños.
[Gina]: Quería ser azafata y quería viajar y viajar mucho.
[Lisette]: Y cuando le dijo eso a Luis, él le respondió:
[Gina]: «No importa, nos casamos y tú puedes ser azafata. Y yo no te voy a molestar».
[Lisette]: Eso la motivó un poco, pero todavía no estaba segura. Le parecía que era muy pronto para casarse.
Pero hay que decir que en su casa no era libre. Siendo la única hija mujer de tres hijos, mi abuelo la controlaba mucho y no la dejaba hacer lo mismo que a sus hermanos. Cuando era pequeña le prohibía jugar a la pelota, subirse a los árboles y siempre le decía que era mejor que estuviera adentro. Mientras sus hermanos veían televisión, ella tenía que ayudar a mi abuela en las tareas de la casa.
Cuando terminó el colegio, mi abuelo no la dejó estudiar periodismo porque pensaba que no era una carrera para mujeres. Y siempre le ponía problemas cuando quería salir con sus amigos. Mi abuela no decía mucho. Todo esto era recurrente y mi mamá sentía que se asfixiaba. Era tanto el nivel de agobio, que una vez hasta se fue a vivir con mis bisabuelos, para escaparse un rato de este ambiente.
Aquí quiero decir algo: no es que mi abuelo era una mala persona, ni nada por el estilo. Al contrario, es uno de los hombres más importantes en mi vida. Y si bien no hay excusa para criar a sus hijos en una familia machista, era lo que se esperaba de él en esa época. Simplemente estaba siguiendo lo que la sociedad le decía que debía hacer con su única hija mujer.
Pero claro, una cosa es verlo ahora con distancia, y otra es vivirlo, como le tocó a mi mamá. Así que ella, como tantas otras mujeres, vio en el matrimonio una forma de escaparse de su propia casa y del control machista que regulaba cada detalle de su vida. Decidió aceptar la propuesta de Luis, porque pensaba que si se casaba podría crear sus propias reglas ya en su propia casa. Y pues sí, después de todo estaba enamorada.
Entonces así fue. Desde la tarde del pan de yuca con yogur a la fecha del matrimonio pasaron apenas dos semanas. Era octubre de 1981.
[Gina]: Estaba emocionada, estaba contenta. Más que todo que… mis papis sí, sí quisieron que me case.
[Lisette]: A mis abuelos les gustaba Luis y fue fácil que lo aceptaran como su yerno. Y es que daba una buena impresión enseguida. Era amable, chistoso, educado, respetuoso. Sobre todo cuando estaba con sus papás.
[Gina]: Pensé que como era buen hijo iba a ser también buen padre, iba a ser buen esposo.
[Lisette]: Se mudaron a un departamento pequeño que mis abuelos les habían regalado. Mi mamá pensaba que las cosas irían bien, pero como con Lorena, todo cambió muy rápido. A los tres meses de casados, mientras regresaban de comprar unos materiales de construcción, mi mamá se estaba subiendo al auto…
[Gina]: Y ahí se… se cayó un recibo. Estaba en la camioneta el recibo, se abrió una puerta, salió el viento y se voló. Y yo no pude cogerle. Y él se puso histérico por eso: “Cómo yo no le cogí, por qué se voló que esto, que este otro”.
[Lisette]: Le gritaba, agitaba las manos de forma violenta, golpeaba el volante del auto. Todo eso por un pedazo de papel. A mi mamá le chocó esa reacción tan violenta, desproporcionada, irracional.
[Gina]: Entonces ahí yo me… me quedé tan seca y yo… y yo. O sea, yo quería llorar, pero no… no podía.
[Lisette]: Estaba asustada, nerviosa, confundida. Pero, además, y esto me dolió cuando me lo contó, ella misma asumió la lógica irracional de Luis. Se echó la culpa.
[Gina]: Yo decía: “Qué tonta yo, ¿cómo no cogí ese papel? ¿Por qué no cogí? ¿Por qué se cayó? No entiendo”. Eso… eso es lo que pensaba. O sea, me sentía yo tonta.
[Lisette]: En su propia mente, justificaba la agresión de su marido. El resto del viaje en el auto, mi mamá se quedó callada. Pero a partir de ese día…
[Gina]: Ya no era lo mismo para mí. No me hizo nada a mí, como quien dice, pero los gritos y las… las reacciones fue para mí como una agresividad contra mí.
[Lisette]: Me llama la atención que mi mami diga: “No me hizo nada a mí”, porque, desde mi punto de vista, no es cierto. A lo que se refiere es que no la golpeó. Pero sí es claro que le hizo algo. Esos gritos y esa ira que descargaba sobre ella eran golpes invisibles que van dejando cicatrices que no se borran así nomás. Son agresiones que no son fáciles de olvidar.
Lo del recibo que se fue con el viento fue el primer incidente. A partir de ese día ocurrieron varias escenas parecidas. Pasaban por las cosas más pequeñas. Si mi mamá ensuciaba el auto, si la comida no estaba lista a tiempo, si se demoraba mucho haciendo compras en el mercado. Y cada vez mi mami reaccionaba de la misma forma: se quedaba callada, sin saber qué hacer.
Poco tiempo después de casarse mi mamá quedó embarazada. Estaba feliz y emocionada con la noticia, porque siempre había querido tener hijos. Además, pensó que quizá la llegada de esa bebé cambiaría la dinámica cada vez más tóxica entre ella y Luis. Esperaba que Luis dejara esos arranques de ira y se enfocaría más en el embarazo, en su hija, en construir su familia. Pero no fue así.
[Gina]: Él no se portó bien durante todo el… todo mi embarazo. O sea, tenía… las agresividades de él no eran físicas, eran psicológicas.
[Lisette]: Hacía cosas como hablar del cuerpo de otras mujeres y de lo guapas y delgadas que se veían. Y las comparaba con mi mamá. Le decía cosas como:
[Gina]: «Uy”, decía: “Tú antes tenías paños menores, ahora tienes paños mayores».
[Lisette]: Refiriéndose a la ropa de maternidad que utilizaba. Por las noches, Luis se iba a reuniones con amigos y nunca la llevaba.
[Gina]: Y yo le decía: «¿Y por qué no me llevas?» Decía: «Es que me da vergüenza que estés así». O sea, yo estaba embarazada, pues no.
[Lisette]: Aunque mi mamá sufría por los comentarios que le hacía Luis, le costaba verlo por lo que era: un hombre cruel que la manipulaba. Era constante, comentarios aquí y allá, y quizá cada uno puede parecer inofensivo, pero tomados en conjunto, no lo eran.
Y efectivamente, en este caso las cosas no tardaron en escalar. Cuando Luis llegaba borracho de las reuniones con sus amigos, fiestas o bares…
[Gina]: Sí, era como un… las… un poco agresiones físicas… Como que me… me clavaba las… las uñas en el brazo o me daba puños así…
[Lisette]: Justificaciones siempre hay para la que las busca. Está borracho. O quizá fue un accidente. Mi mamá trataba de no pensar mucho en lo que sucedía. A veces hasta lograba borrar la memoria, hasta que su mismo cuerpo lo delataba.
[Gina]: Después aparecía morado el brazo y yo decía: «¿Por qué estoy morada?». Decía: “Es que él estaba así tomado y empezó pum a hacerme con el puño”, decía… cosas así, ¿no?
[Lisette]: Y cosas similares pasaban prácticamente todas las veces que bebía. Pero lo que predominaba en la relación era el maltrato verbal y psicológico.
[Gina]: Sí me insultaba bastante, bastante me insultaba. Pero bueno no… prefiero no hablar ahorita de eso.
[Lisette]: Esta historia no es de las típicas que yo reporto. No pretendo, ni quisiera ser imparcial reportando una historia como esta, que trata de mi mamá, de lo que vivió. No la culpo por no querer hablarlo en detalle, hasta diría que parte de mí se lo agradece. Es como si tantos años después me estuviese protegiendo de él. Como si quisiera guardar el daño para ella misma.
A pesar del abuso, su matrimonio continuó y la familia siguió creciendo. En el 85, nació mi segunda hermana. Y bueno, en el 92 nací yo. Luis es mi papá biológico. Pero no es mi papá.
Mi mamá se separó algunas veces durante su matrimonio. No recuerdo mucho de estos años y creo que es a propósito. Mis hermanas, que son mayores, sí recuerdan más. De vez en cuando nos íbamos a la casa de mis abuelos, pero yo, por lo menos, no sabía que el motivo iba más allá de una de las tantas visitas que les hacíamos.
Mi mamá no les contaba muchos detalles a mis abuelos, no les explicaba lo que había pasado y de por qué estaba ahí. Le daba vergüenza. Solo les decía, muy por encima, que Luis había sido grosero con ella, que había bebido y que no quería que sus hijas vieran discusiones. No quería que sufrieran sabiendo todo lo que le hacía y prefería hacerles creer que ella era la difícil.
[Gina]: Entonces ellos pensaban que yo era… como que yo era la… la brava, que yo hacía problemas, eso.
[Lisette]: De todas formas, no nos quedábamos mucho tiempo ahí, porque Luis siempre iba a buscarla y a pedirle que regresara. Le pedía perdón y siempre tenía una excusa: que había tenido una discusión con un amigo, que no había tenido un buen día, o que recibió un comentario negativo de alguien. Cualquier cosa que se le ocurriera.
[Gina]: Volvíamos, más que todo porque ya no quería estar así. Volver donde mis papás o estar separada y que me estén viendo mal o que me compadezcan. Esas cosas no me gustaban.
[Lisette]: O sea en la época, también había mucha presión social, ¿no?
[Gina]: Claro, bastante pues sí. Y… y mi papá creo que sufría cuando estaba así separada o algo, entonces volvía y todo para que mis papis estén tranquilos. Y después tocaba estarme callando o aguantándome, o disimulando.
[Lisette]: El cálculo era simple, aunque cruel. Mi mamá prefería vivir un infierno a ser señalada por la sociedad. No quería que la gente le viera con pena.
Quizás ya se lo imaginaron, pero mi mami nunca llegó a ser azafata como había querido porque prefirió criarnos a nosotras, sus hijas. Cuando me lo cuenta, no me deja de llamar la atención ese contraste. Entre la vida que se imaginaba, viajando por el mundo, conociendo las capitales de Europa, la libertad que eso implica y lo que le tocó con Luis. Una vida opresiva, cerrada, llena de peligros cotidianos y crueldad.
Pero tampoco se dedicó a la casa cien por ciento, como temía. Trabajaba como profesora de inglés en un preescolar y le gustaba lo que hacía.
Las cosas con Luis siguieron prácticamente igual. Había momentos de calma en los que parecía que las cosas mejorarían, pero luego enseguida llegaban los momentos de tensión y de violencia. Era un círculo vicioso de violencia, como el que pasan muchas mujeres. Como por el que pasó Lorena.
Pero mi mami dice que no se sentía sola porque nos tenía a nosotras. Que éramos lo único que le daba fuerza.
[Gina]: Cuando no estaba con él, me pasaba aliviada, tranquila, feliz. Nos pasábamos riendo, jugando, salíamos y todo. Cuando él estaba era la tensión, pero yo trataba de no estar con él.
[Lisette]: Y cuando llegaba el fin de semana…
[Gina]: Ahí sí me ponía tensa porque sabía que él iba a… a tomar. Iba a venir borracho. No sabía cómo iba a estar él… Nunca sabía. Los fines de semana yo odiaba.
[Lisette]: En dos ocasiones ella fue a un centro de ayuda para mujeres en situación de riesgo para sacar lo que se conoce como una boleta de auxilio contra Luis. Es un documento que, supuestamente, protege a las personas violentadas dándoles atención prioritaria con la policía en caso de una nueva agresión.
Se ha cuestionado qué tan efectiva es esa boleta para proteger a las mujeres. Sobre todo porque muchas veces ellas viven o regresan con su agresor y las violencias se repiten. E incluso, a veces son asesinadas a pesar de tener ese papel.
[Gina]: Después le decía a él que me fui donde… a este centro y que tengo un documento que… que me protege, eso. Porque eso era lo único. Pero yo sabía que el rato del rato nadie iba a venir a ayudarme. Pero por lo menos era algo.
[Lisette]: Dice esto porque sabía que la policía y la justicia en Ecuador no tomaba muy en serio la violencia de género, menos aún cuando se trataba de parejas casadas. No era algo de lo que se hablaba.
Así que de cierta forma, mi mamá se acostumbró a vivir así. Aunque nos tenía a nosotras, no tenía un sistema de apoyo que la sacara de esa situación. No le contaba nada a sus hermanos ni a nadie de su familia. Las únicas dos amigas a las que les contó por lo que estaba pasando no fueron de mucha ayuda. Nunca le aconsejaron dejarlo, ni separarse. Solo la escuchaban y la consolaban.
Hubo momentos durante el matrimonio donde mi mami sí se defendió de Luis. Fue después de una de las tantas veces en las que se puso celoso por hablar por teléfono con sus amigas o salir de compras.
[Gina]: Y yo dije: “No, no, no, no. Esto ya se acabó. Esto no está bien. Yo no le voy a aguantar una sola cosa más a éste”. Entonces yo ya empecé ya a estar siempre en guardia y todo lo que me decía, yo no me dejaba. Le… si es que él me decía “A#, yo le decía todo el abecedario y él me decía: «Ay, cómo has cambiado». Yo le decía: “Sí”.
[Lisette]: Al parecer a Luis le sorprendió que mi mamá reaccionara así y en lugar de responderle con más agresiones, éstas disminuyeron —al menos cuando no estaba borracho—. Esa fue una pequeña victoria para mi mamá, dentro de todo lo que le tocaba vivir en ese matrimonio.
Fue por esa época cuando ocurrió lo de Lorena Bobbitt, en 1993. Cuando mi mami escuchó sobre su caso en la tele…
[Gina]: Entonces yo me quedé ahí seca cuando oí, yo dije: “¿Qué? ¿Es ecuatoriana? Y ¿qué le pasó?”. Y yo quería saber más, pero sólo estaba esas noticias.
[Lisette]: Aunque mi mamá aún no podía huir de la violencia, podía reconocer lo que la unía a Lorena. Entonces festejaba lo que había hecho, incluso frente a Luis.
[Gina]: Y él me regresaba, me decía: “¿Qué es pues?”. Entonces le decía: «Claro, qué no más le haría este tipo para que la… la… la pobre reaccione así. Bien hecho», decía.
[Lisette]: Poco a poco mi mamá comenzó a informarse sobre el caso, veía las noticias todo el tiempo y cada vez que podía lo conversaba con sus conocidos, con sus amigas y su familia. Algunas personas le preguntaban más, solo por el morbo que provocaba el hecho en sí.
Y es que realmente en las noticias locales casi no se hablaba sobre qué había llevado a Lorena a reaccionar de esa manera. Los medios ecuatorianos casi no ahondaban en la larga historia de abusos y violencia por las que tuvo que pasar Lorena.
Y esa simplificación de sus circunstancias lo que hizo fue reducirla y permitir que la gente solo la tachara de loca. Mi mamá se lo tomaba personal.
[Gina]: Entonces ahí… si es que alguien medio quería decir algunas cosa negativa de… de ella, yo decía: «Ponte en el lugar de ella, eh, ¿Qué hubieras hecho?”, y cosas así.
[Lisette]: Porque aunque para muchas personas pueda parecer obvio que la respuesta es irse, huir de una situación de abuso no es tan fácil. Ni para Lorena, ni para mi mamá, ni para millones de mujeres en situaciones de riesgo.
El matrimonio de mi mamá y Luis duró más de dos décadas. Dos décadas de abuso, de gritos, de insultos, de golpes. Hasta el 2003. Yo tenía once años. Un día Luis había salido a tomar con unos amigos y ella se quedó sola en la casa. Mi hermana mayor estaba estudiando en Canadá, mi otra hermana se había ido a dormir donde mis abuelos y yo estaba en la finca de una amiga.
Esa noche, cuando Luis regresó, comenzó a gritarle a mi mamá. Ella subió al segundo piso de nuestra casa y se encerró en el cuarto de mi hermana. Pero él seguía gritando y le decía que abriera la puerta. Como mi mamá no le respondía, comenzó a golpear la puerta con todas sus fuerzas hasta que la rompió. Mi mamá logró escaparse y se metió en el baño. Puso seguro. Pero también rompió esa puerta.
[Gina]: Yo me metí a la ducha porque sé que él tiene miedo al agua cuando está borracho. Y él me gritaba y me chillaba. Y no se… no se atrevía a… a toparme porque se mojaba. Entonces yo estaba en la ducha, horas ahí, hasta que él chille, grite, vocifere, lance cosas y haga cosas.
[Lisette]: Luis seguía y seguía y llegó un momento en que arrancó la puerta de vidrio de la ducha. Mi mamá la agarró para protegerse y se puso a rezar.
[Gina]: Le dije: “Dios mío, dame fuerzas. Por favor, haz que este se vaya. Te pido que hagas un milagro, haz que este se vaya. Este rato, porque si no, yo le mato”.
[Lisette]: Me dijo que, en ese momento, sintió que era su vida o la de él. Iba a hacer lo que fuera para protegerse.
De repente Luis se agarró el brazo y comenzó a gritar del dolor. Se lo había roto cuando rompió alguna de las puertas.
[Gina]: Chillaba y gritaba, decía malas palabras y le llamó al hermano y le dijo: “Ven a verme. Llévame a un hospital porque la p… de mi mujer me rompió el brazo”, decía. Entonces él fue a verle y ay, ¡qué alivio!
[Lisette]: Mi mamá se salió de la ducha, cogió sus cosas, se subió a su auto y no volvió más.
[Gina]: Y le juré a Dios y dije: “Juro, Dios mío, por la vida de mis hijas, por mi vida y por todas las vidas, que él no me vuelve a tocar un dedo, ni me vuelve a gritar, ni a tratarme mal jamás. Porque aquí se acaba todo.”
[Lisette]: Y mientras manejaba a la casa de mis abuelos a buscar refugio, no pudo evitar pensar en Lorena.
[Gina]: Y como que pienso que así debió haber sentido Lorena Bobbit ese rato. Un momento en que tú te sientes tan atrapada que quieres hacer algo para acabar con eso, aunque después te arrepientas.
[Lisette]: Afortunadamente no tuvo que arrepentirse de nada. Hay varios escenarios posibles: que mi mamá le hubiera hecho daño para defenderse y hubiera terminado en problemas, que Luis la hubiera matado o que las cosas hubieran seguido igual. ¿Y si yo hubiera estado en la casa esa noche? Era solo una niña. Estoy segura de que haber visto ese nivel de violencia me habría marcado para siempre. Aunque solo con enterarme de que pasó ya lo ha hecho.
Pero todo terminó esa noche.
¿Cuando escuchaste la historia de Lorena, sentiste que de alguna manera te estabas mirando como en un espejo? ¿Por todo lo que pasabas con mi papá?
[Gina]: Sí, sí. Ese fue el primer impacto que dije: «¡Bien! Gracias Lorena», también (risa). “Que nos ayudes a desquitar un poco”, decía yo. Y ojalá así todos los hombres tengan miedo de las… de las mujeres y que ellas puedan reaccionar alguna vez.
[Lisette]: Como que sentiste que ella hizo justicia por un montón de mujeres que pasaban por lo mismo y no podían hacer algo.
[Gina]: Sí. Y como que fue una puerta, una lucecita que para todas las mujeres que… que les abusaban, que les gritaban, les maltrataban. Como una esperanza de que las mujeres algún rato también vamos a poder reaccionar y que no nos dejemos abusar de nadie.
Digo, si es que ella se recuperó, ¿por qué yo no?
[Lisette]: Eh, ya estamos grabando.
[Gina]: Ah, ya. Hola, Lorena.
[Lorena]: Hola, Gina, ¿cómo estás?
[Gina]: ¿Cómo estás? Qué alegría poder escucharte… escuchar tu voz. Nunca pensé que te iba a poder conocer. Eh, después de tantos años que yo había oído de ti.
[Lisette]: Decidí contactarlas porque sabía que mi mamá estaría feliz de hablar con Lorena. Después de todo ella, de cierta forma, le ayudó a entender que sí es posible salir de la violencia, que su historia no era la única.
Mi mami estaba un poco nerviosa. Yo ya le había contado a Lorena sobre lo que ella había sobrevivido.
[Gina]: Y sabes que tú nos has ayudado bastante a algunas mujeres, aunque tú ni siquiera nos conozcas, pero nos has ayudado a… a salir de… de este tipo de cosas, a pensar que no estamos solas. Te agradezco porque has sido una luz para nosotros.
[Lorena]: Gracias, Gina. Es un honor para mí conocerte también. Es algo muy especial que nos hemos comunicado y hay esa conexión de sobreviviente, ¿verdad? De que hemos pasado…
[Lisette]: La llamada duró poco, pero fue linda. Compartieron unas cuantas risas y se agradecieron mutuamente por su valentía. No tenían que decirse mucho para que se notara que había esa conexión de la que habla Lorena. Una que sin necesidad de muchas palabras, ni de entrar en detalles sobre cada una de sus historias, decía: “Yo también pasé por lo mismo. No estamos solas”.
[Daniel]: La mamá de Lisette vive en Quito. Vive una vida tranquila con sus padres, hijas, nietos y una nueva pareja. Es feliz.
Lorena Gallo vive en Estados Unidos. Ahora tiene una fundación para ayudar a mujeres sobrevivientes de violencia de género llamada “Lorena Gallo Foundation”.
La excención por violación conyugal vigente en 1993 del estado de Virginia fue eliminada en el 2002. Ahora toda relación sexual no consentida entre parejas es considerada una violación.
Si eres una mujer en situación de violencia, busca ayuda en los refugios de atención a mujeres más cercanos a ti.
Lisette Arévalo es productora de Radio Ambulante, vive en Quito. Este episodio fue editado por Camila Segura y por mí. La música y el diseño de sonido son de Andrés Azpiri. Desirée Yépez hizo el fact-checking.
El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Jorge Caraballo, Aneris Casassus, Victoria Estrada, Xochitl Fabián, Rémy Lozano, Miranda Mazariegos, Barbara Sawhill, David Truijillo y Elsa Liliana Ulloa.
Fernanda Guzmán es nuestra pasante editorial.
Carolina Guerrero es la CEO.
Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.
Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.
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