Mi padre y mi papá | Transcripción
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[Daniel Alarcón]: Esto es Radio Ambulante desde NPR, soy Daniel Alarcón. Este episodio contiene lenguaje explícito y referencias a escenas violentas. Se recomienda discreción.
Los hermanos Guadalupe y Tanilo Errázuriz crecieron en los años 90, en una casa grande, de dos pisos, al norte de Bogotá.
[Guadalupe Errázuriz]: Era como la mansión del conde Pátula porque pues era una casa muy grande. Era como lúgubre, pero también era muy linda. Teníamos conejos, gatos, perros, teníamos una huerta.
[Tanilo Errázuriz]: Tenía como un garaje enorme donde yo me acuerdo que mi papá y yo jugábamos como fútbol.
[Daniel]: Fue una infancia privilegiada, estable…
[Tanilo]: Siempre tuve un núcleo familiar muy presente, muy sólido.
[Daniel]: Vivían con su mamá, una mujer muy cariñosa, que siempre se preocupaba por el bienestar de ellos. Y su papá…
[Guadalupe]: Era todo un galán (risas). Muy bonito. Pues era un hombre delgado como moreno, de pelo negro, de gafas.
[Tanilo]: Flaco, ¿cierto? barbudo.
[Daniel]: Su mamá trabajaba en una fundación de música, así que su papá era el que se quedaba en la casa con ellos.
[Guadalupe]: Y pues él estaba ahí siempre, ¿no? Como que él era como nuestra mamá, paradójicamente, en esa época.
[Tanilo]: Era lo mejor. O sea, yo tuve el mejor papá del mundo hasta los siete años porque mi papá estaba literal todo el día en la casa.
[Guadalupe]: Jugábamos todo el día con él.
[Tanilo]: Como recuerdo mucho, jugábamos al ajedrez con un ajedrez súper chiquito de madera.
[Guadalupe]: Jugábamos bolos con las botellas retornables de Coca-Cola…
[Tanilo]: Íbamos muchísimo al parque…
[Guadalupe]: Era así como… todo el día estaba con nosotros.
[Guadalupe]: Y pues mucho juego, mucha fantasía. Como mucha imaginación.
[Daniel]: No era solo un buen papá… Hacía cosas que iban más allá de lo esperado. Guadalupe, por ejemplo, se acuerda bien de una Navidad…
[Guadalupe]: Que nosotros llegamos al árbol de Navidad y no había nada y mi papá fue como: “Ay no, ¿qué pasó, qué le pasaría a Papá Noel?” Y entonces ahí como que salimos al jardín y en el jardín había un cerezo. Mi papá había colgado como unas bicicletas del árbol y una especie de tela roja blanco que supuestamente era como Papá Noel que se había como accidentado en el árbol y había como dejado todo ahí colgado. Y fue toda una sorpresa.
[Daniel]: Tanilo y Guadalupe no entendían bien a qué se dedicaba exactamente su papá. Estas preguntas y muchas más vendrían después, pero en esa época eran chiquitos. Lo que sabían era que uno de los cuartos de la casa funcionaba como su oficina. Ahí había un escritorio y una vitrina con piezas precolombinas, una palabra que no les decía mucho a niños tan pequeños. También sabían que, a veces, su papá se iba unos días de viaje a buscar nuevas piezas para una galería de antigüedades que tenía su suegro. Por cierto, aunque ya estaba claro en la ley que ese patrimonio le pertenece al Estado, aún no se había regulado el negocio.
Lo que Guadalupe recuerda es que en ese escritorio había papeles, facturas y…
[Guadalupe]: Como un sello como si fuera una tarjeta… con su nombre, con su teléfono…
[Daniel]: El nombre que salía ahí era Alejandro Arroyave. Ni Tanilo ni Guadalupe tenían el apellido Arroyave… por ningún lado. Solo tenían el de su mamá: Errázuriz.
[Guadalupe]: Como que nunca me lo había preguntado. Siempre había sido normal solo ser Guadalupe Errázuriz.
[Tanilo]: Ese salpicón de nombres como yo era Errázuriz, mi papá era Arroyave, mis primos eran Pizarro y yo jamás me pregunté qué hijueputas pasaba ahí. No, pues esas cosas pasan. Pero yo nunca le echaba mucha importancia, ¿no? Yo tengo el apellido de mi mamá y ya.
[Daniel]: Tal vez, cuando eres pequeño, no te fijas en detalles que mucho tiempo después serán importantes, especialmente si te sientes amado y seguro, y con un papá que te lo demostraba todo el tiempo. Pura felicidad.
Pero a principios de 1995, todo cambió. Tanilo tenía siete años y Guadalupe casi cinco. Sabían que su papá se había ido manejando a buscar piezas para la galería y se acuerdan que unos días después, su mamá, María, los sentó para decirles algo.
[Guadalupe]: Yo lo que me acuerdo es que nos sentamos como de espaldas a la ventana y mi hermano de un lado y yo del otro, como que mi mamá en la mitad.
[Daniel]: Esta es María Errázuriz, su mamá.
[María]: Yo les dije que, que el papá había tenido un accidente y se había muerto. Y que no, no iba a volver.
Se quedaron mudos mis dos chinitos, pobrecitos.
[Daniel]: De lo poco que recuerdan Tanilo y Guadalupe de ese momento es que lloraron juntos. Después de eso ya no se acuerdan de casi nada.
Pero María sí tiene muy clara la sensación de los días siguientes.
[María]: Había un silencio entre nosotros y en la casa como algo gris. Y ellos me miraban, pero ellos no preguntaron nada.
[Daniel]: María no los llevó a ningún funeral. Ni siquiera a una reunión con el resto de la familia.
[Guadalupe]: No fue una muerte que se materializara, ¿no? Como que fue algo que te dijeron pero nunca lo viste, ¿no? Así fuera un ataúd o lo que fuera… Entonces como que para mí nunca fue muy como real.
[Daniel]: Para Tanilo tampoco. No se acuerda muy bien qué sentía, pero sí de una reacción que tuvo cuando tenía ocho años. Era el Día del Padre, el primero que iba a pasar sin su papá. Estaba en el colegio y los papás de todos los demás niños llegaron para la celebración. Tanilo se quedó solo en el salón.
[Tanilo]: Y yo me acuerdo que la perdí y destruí el salón de clases. Como que me puse a voltear mesas… como que… como de ¿por qué yo no tengo papá y los demás sí? Como que creo que ahí fue que me pegó la ausencia como… como física.
[Daniel]: En su mente seguía reproduciendo la escena del accidente una y otra vez.
[Tanilo]: El carro desvirolado en la montaña y cayendo por un precipicio, una cosa así, ¿sabes? Como que esa imagen sí la tenía muy presente, entonces, como que esa imagen me da pánico. O sea, yo desde ese momento le tengo pánico a las alturas y a manejar.
[Daniel]: Lo que él no sabía era que esa escena nunca pasó.
[María]: Yo no fui capaz, y es que esa es la verdad, yo no fui capaz de decirles… no fui capaz.
Yo pensé que era menos demoledor que hubiese sido una, una muerte fortuita.
[Daniel]: Un accidente de tránsito… porque si les contaba exactamente cómo murió, tendría que decirles todo. Incluso la verdadera identidad de su papá.
Una pausa y volvemos.
[Midroll Newsletter]
[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón. Esta historia fue producida por Ora DeKornfeld, David Trujillo y Camila Segura.
Camila nos sigue contando.
[Camila Segura]: La decisión de María de no contarles a sus hijos cómo murió su papá, significaba que tenía que vivir con ese peso encima. Dos cosas fundamentales la preocupaban.
Primero: tener que contarles la verdad.
[María]: Desde el momento en que les dije lo que les dije, empezó a correr para mí un tiempo angustioso de decir, bueno, va a llegar el día en que ellos tienen que saber qué fue lo que pasó realmente.
[Camila]: Y segundo: encontrar la mejor forma de hacerlo.
[María]: Yo lo hablé con mi terapeuta… años. Que si así, que si asá, que si le decía, que si no le decía… Yo estaba pendiente de cómo, cómo… en qué me podía apoyar yo para hablar de eso de una manera que fuera hasta poética. Como que pudiera… nos pudiera permitir poner eso en un sitio como mejor.
[Camila]: Hasta que de repente, casi diez años después de vivir con ese peso, la respuesta de cómo contarles llegó a ella cuando leyó el libro Las mujeres en la guerra, de Patricia Lara. Son varios relatos de mujeres relacionadas con el conflicto armado en Colombia. Una de ellas es la abuela paterna de Tanilo y Guadalupe, Margot Leongómez de Pizarro.
Y aquí hay que aclarar algo: esa parte de la familia de Tanilo y Guadalupe ha sido muy política. Desde muy jóvenes, cuatro de sus tíos empezaron a involucrarse, de una u otra forma, con movimientos de izquierda. Tiempo después, dos de ellos se radicalizaron al punto de militar en guerrillas.
[Tanilo]: Yo sabía que mi tío Carlos era, pues había sido el comandante del M-19.
[Camila]: Carlos Pizarro, del M-19, una guerrilla que estuvo activa entre los años 70s y 80s. La fundó con otras personas después de haber desertado de las FARC. Nina, su hermana menor, también militó ahí.
Guadalupe y Tanilo sabían sobre esa parte de la vida de sus tíos. Carlos se convertiría en una figura pública muy importante en el país: en 1990, después de que el M-19 dejara las armas, fue candidato a la presidencia. Unos meses después lo mataron en una situación que sigue siendo confusa y para la izquierda democrática se convirtió en una especie de héroe, casi un mártir.
Era muy común que la familia tocara el tema.
[Guadalupe]: De Carlos se hablaba, pero era como si hablaran como del presidente. Pues es que Carlos es, es, es como una figura de mostrar, ¿no?
[Camila]: Por otro lado, de su papá nadie hablaba. Prácticamente nunca. Ni siquiera después de su muerte. En realidad no sabían casi nada de su vida. Y pensándolo bien, en esa época no recuerdan ver fotos de él cuando era joven.
[Tanilo]: ¿Por qué no hablamos de él? ¿Sabes? Si uno cuando está en reuniones familiares, cuando se acaban los temas de conversación, uno solo habla del pasado. Pero cuando se hablaba del pasado, nunca se hablaba de mi papá.
[Camila]: Bueno, a lo mejor era porque él no se había metido en política y no era tan público como los otros hermanos. Finalmente, para Guadalupe y Tanilo, era un señor que vendía antigüedades y ambos lo recordaban con una personalidad más tranquila, reservada, mucho más tímido que el resto de sus tíos.
Pero en ese libro que había leído María, la abuela sí hablaba del papá de Tanilo y Guadalupe. Contaba la historia completa, la que nadie había sido capaz de contarles. Cuando María se enteró de que el libro se había adaptado a una obra de teatro, sintió que eso era lo que estaba buscando.
[María]: Yo dije: “Ah yo voy a llevar a Tanilo y a Guadalupe. Y ahí vamos a tener que hablar con la verdad de qué fue lo que pasó”. No era la voz mía, la que iba a hablar de la pérdida del papá, sino que era la voz de la abuela.
[Camila]: Y así fue. Una noche de 2004 María les dijo que los iba a llevar a una obra de teatro.
[Guadalupe]: Yo tenía 13 años y mi hermano tenía 15…
[Camila]: Creían que era una más de tantas otras que habían visto con su mamá.
[Tanilo]: Cuando yo fui a la obra no tenía expectativas de nada, Era como: “Ah, ver una obra de teatro y la historia de mi abuela, como chévere, como cool”.
[Camila]: María, en cambio, estaba muy nerviosa. Llegaron al lugar y buscaron sus asientos.
[María]: Y cuando llegamos allá… yo casi me… yo no sabía qué hacer.
[Camila]: María se sentó en medio de sus dos hijos, pero ni siquiera se atrevía a mirarlos mucho. Este era el momento que había estado evitando durante tanto tiempo, y ahora estaba ahí, en la mitad de ambos, ya adolescentes, a punto de revelarles muchas verdades sobre esa familia. Tenía miedo de cómo iban a reaccionar a medida que el personaje de su suegra fuera contando más información. Las cortinas del escenario se abrieron. Y empezó la función.
[Guadalupe]: No era una obra pues así con 200 personajes, sino que era solo una actriz hablando y contando una historia. Yo no sé por qué tengo la idea que la escenografía era como una piedra, una cosa así como muy mínima.
[Tanilo]: Era como cinco relatos muy distintos de… de la guerra.
[Camila]: La actriz, Carlota Llano, contaba la historia de alguna de las mujeres en primera persona, y cuando terminaba, se cambiaba de vestuario y volvía al escenario para continuar con la siguiente. Hasta que llegó a la historia de Margot Leongómez, la abuela de Tanilo y Guadalupe…
[María]: Estaba vestida como una señora de Cali de 1970. Llena de… como con collares, vestida de burguesa. Y empieza ella a contar su historia.
[Carlota Llano]: Mi papá era coronel del ejército. Mi marido, almirante de la Armada.
[Tanilo]: Empieza a contar cosas. Pues sí, como cosas que yo más o menos sabía y eso…
[Grabación de la obra]: Soy la mayor de los siete hijos. Cuatro mujeres y tres hombres…
[María]: Y entonces llega un momento en que ella dice la guerra se llevó a mi hijo Carlos, después Hernando.
[Camila]: Hernando… Tanilo y Guadalupe no sabían de nadie de la familia con ese nombre.
[Tanilo]: Como ¿ese quién es?
[Guadalupe]: Pero y este personaje que no entiendo quién es ¿quién es?
[Tanilo]: ¿Quién es ese hijo?
[Guadalupe]: Entonces fue como ¿qué? ¿Cómo? Espérese, ¿cómo así?
[Camila]: Desde ese momento, para Tanilo y Guadalupe las cosas que decía el personaje de su abuela empezaron a sentirse confusas.
[Tanilo]: Me acuerdo en concreto cuando cuenta la historia de la escultura. El personaje cuenta que ella estaba haciendo una escultura de dos personas abrazándose.
[Carlota]: Yo estaba construyendo en cerámica una pareja abrazada. De pronto estalló la espalda uno de ellos…
[Tanilo]: Y que la estatua estaba muy caliente y que cuando ella la estaba moldeando, a una de las figuras se le estalla la espalda. Y que en ese momento a uno de sus hijos le dispararon en la espalda.
[Carlota]: Le pegaron un tiro en la espalda, justo donde estalló la pareja que yo estaba construyendo… Hernando está muerto.
[Camila]: Hernando está muerto.
[Tanilo]: Y yo me quedé pensando… Y ahí ya dejé de ver la obra y lo único que hice fue pensar durante todo lo que quedó de la obra. ¿Pero ese quién es? ¿Quién es ese hijo?
[Camila]: Pensaban en sus tíos, pero no sabían a cuál le habían disparado en la espalda. A Carlos le dieron varios tiros en un avión y a Eduardo también le hicieron un atentado pero sobrevivió. Su papá tampoco se había muerto así. ¿Quién era entonces ese hijo de su abuela que nunca habían conocido?
Cuando se terminó la obra María se puso aún más nerviosa. Era hora de hablar de lo que acababan de ver.
[María]: Pues yo sentía que podía salir mal, ¿ve? Que ellos podían haber sentido hacia mí un gran un gran rencor: “tú debías decirnos la verdad por encima de todo”…
[Camila]: Salieron del teatro y empezaron a caminar.
[María]: Estábamos todos muy conmovidos porque era pues muy, muy, muy impactante y muy fuerte.
[Guadalupe]: Y entonces pues estábamos hablando no como que: “Ay esto y esto y y tal”… y de repente mi hermano como: “Mamá, ¿pero quién es Hernando?”
[Tanilo]: ¿Pero a quién le dispararon en la espalda? Y mi mamá ahí es que se pone a llorar y me dice: a tu papá
[María]: ¿Pero por qué no me dijiste? Y le dije porque yo no… yo no fui capaz de decirle a un niño de siete años y a niña de cuatro años y medio que a su papá alguien lo había asesinado.
[Tanilo]: Yo me puse bravísimo, bravísimo, bravísimo. Y era como: “¿Por qué no me dijiste la verdad?”
[María]: Y yo le dije Tanilo, puede ser que tú tengas razón, pero yo no pude. Si no lo hice bien, pues te pido perdón, pero no pude. Yo no pude hacer nada más.
[Camila]: Su mamá les estaba diciendo no solo que su papá había sido asesinado, sino que, además, no se llamaba como ellos creían.
[María]: Su papá Alejandro Arroyave era Hernando Pizarro.
[Guadalupe]: No hubo nada que empezara a adquirir más sentido, al contrario, desclick total. Es como: pero si mi vida tenía sentido, ¿y ahora qué? ¿Quién es mi papá? ¿Sí? Como que esta persona no existía.
[Daniel]: Ahora vendrían todas las preguntas que no hicieron durante casi diez años.
Una pausa y volvemos.
[MIDROLL]
[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón.
Camila Segura nos sigue contando.
[Camila]: Después de tener esa corta, pero brutal conversación en plena calle, Tanilo, Guadalupe y María siguieron caminando hasta llegar a un restaurante cercano. María sentía que lo más difícil ya había pasado.
[María]: Ya, de aquí pa’ adelante pues seguimos haciendo un duelo, pero estamos en, en la verdad y… Algo así sentí yo: un alivio impresionante, no te imaginas.
[Camila]: Pero mientras comían, Tanilo y Guadalupe trataban de empezar a entender esta nueva información: que además de tener otro nombre, a su papá lo habían matado. Y por lo que lograban interpretar de la obra, también había sido guerrillero, como sus tíos.
[Tanilo]: Siento que ahí fue el comienzo para mí como de empezar a preguntarme: “Bueno, ¿como así? ¿Quién era?”, ¿sabes? Como que se plantó una semilla.
[Camila]: Las preguntas de sus hijos no pararían ahí. Por el contrario, se convertirían en una búsqueda para tratar de organizar las piezas del rompecabezas de su historia familiar.
[Camila]: La primera fue que María conoció a Hernando en Cali en 1970. Ella tenía unos 16 años y él 18. Estudiaban en el mismo colegio y solían frecuentar un cine club.
[María]: Muy buen mozo. Muy tímido. Hablaba poco. Pero era una persona como tranquila, ¿ve? Como suave, muy reservada. Siempre fue muy reservado.
[Camila]: Se hicieron muy amigos desde entonces, nada de noviazgo. Pero en 1972 se distanciaron durante 11 años: en ese tiempo María se fue a Francia a estudiar. Hernando se quedó en Cali y en la universidad, con sus hermanos, entró a la JUCO, Juventud Comunista Colombiana.
María también entró en más detalles: les contó que no supo nada de Hernando durante esos 11 años que estuvo en Francia, pero que cuando regresó y lo volvió a ver se enteró de que había entrado con su hermano Carlos a las FARC y hasta había pasado un tiempo en la cárcel. También les dijo que por esa época Hernando se había salido de esa guerrilla y había fundado una disidencia llamada Frente Ricardo Franco. María se acuerda bien de la reacción que tuvo cuando se enteró de todo esto.
[María]: Yo dije: “¡Ay, qué barbaridad! ¿En qué está metido Hernando? ¡Por Dios!”. Muy impactante fue para mí volver a verlo en esa situación, ¿no?
[Camila]: Pero a María le gustaba mucho Hernando. Y sabía que era mutuo.
[María]: Yo no sé si yo estaba loca o… pero pues que, que, nada. Yo creo que nosotros de niños tuvimos como un enganche emocional muy grande. Y eso pesó más que, que la racionalidad de… no sé. Nos enamoramos y decidimos que íbamos a hacer una vida común hasta donde pudiéramos.
[Camila]: Con toda esta nueva información que le estaba dando su mamá, Guadalupe quiso investigar más por su cuenta. Empezó a buscar entre cajas y papeles viejos…
[Guadalupe]: Encontré un montón de cédulas y de pasaportes con nombres diferentes. Tenía un montón de fotos que eran como él, disfrazado. Se tomaba fotos disfrazado de mujer y después volvía al tiempo y llegaba disfrazado de anciano. Yo creo que él debía tener como una paranoia de que lo fueran a encontrar ¿no? Yo creo que era como una verificación porque en realidad no las usaba para nada. Pero era como que él necesitaba ver qué tanto él podía no ser reconocible, ¿no?
[Camila]: De vez en cuando María les contaba algunas cosas que parecían inverosímiles.
[Tanilo]: Y empezaron a salir cosas como que mi mamá nos contaba que mi papá tenía una granada entre el pantalón todo el tiempo y que era como que… él decía que si lo cogían, él se estallaba y no se dejaba coger… Que en el cuarto en el que yo crecí que era como el el depósito de, de, de las huacas, mi papá había dejado como 30 kilos de dinamita y entonces que mi mamá todas las noches salía cada vez que llovía y entraba a mi cuarto y sacaba un poquito y la desactivaba en la lluvia y la botaba ahí a la alcantarilla. Que son unas historias relocas. Es como: yo viví toda mi infancia con 30 kilos de dinamita en el cuarto.
[Camila]: Todo eso que estaban descubriendo de Hernando lo hacía desde su época guerrillera, y continuó incluso después de dejarla en 1986. Para ese entonces, el horror de la guerra lo convenció de dejar las armas por completo. Tenía unos 34 años.
[María]: En ese momento me dijo muy claramente que él no iba a militar más en el Ricardo Franco. Que su decisión era retirarse. Y así fue.
[Camila]: Pero dejar la guerra no es fácil, y menos sin acuerdo de paz de por medio. Igual tenía que esconderse por su historia criminal. Lo estaban buscando de todas partes. Y en esa época tan dura del conflicto, las posibilidades de tortura y hasta desaparición forzada eran altas.
Para María, fueron obvios los traumas que le habían quedado a Hernando.
[María]: Yo creo que había momentos en que él quería morirse, ¿sabe? Hablaba muy poco, muy poco, muy poco. Como si estuviese enfermo de algo que tú no sabes qué es. Algo así. Él no era la misma persona que yo conocí de niña.
[Camila]: No era fácil lidiar con esa situación, aun así, María decidió seguir ahí… con él. Pero esto tenía unas implicaciones. La más evidente era la clandestinidad, aunque realmente para ella no significaba un esfuerzo muy grande.
[María]: Yo había vivido tantos años afuera que yo también estaba un poquito desvinculada de mucha gente. Yo podía vivir también clandestinamente. Yo no tenía ninguna visibilidad.
[Camila]: María siguió con su cotidianidad, viviendo sola y trabajando en el mismo lugar, pero no le contó a casi nadie de su relación con Hernando. Solo lo sabían dos de sus hermanos y una amiga.
Y bueno, incluso ahora, María sabe que mucha gente no entenderá su decisión: construir una vida con un hombre como Hernando.
[María]: Pero las vidas humanas son tan únicas e irrepetibles. Lo que tú decides en un momento dado está, está determinado por tantas cosas…
[Camila]: Hernando, por su parte, se mudó a una casa pequeña a las afueras de Bogotá. Él ya sabía bien cómo esconderse, y desde antes de dejar la guerrilla tenía otra identidad.
[María]: Ese nombre no lo escogieron. Simplemente se presentó la oportunidad de tener una cédula legal de una persona que se llamaba Alejandro Arroyave. Tenía pasaporte, todo legal. Es que la clandestinidad tiene sus reglas.
[Camila]: Pero más allá de la nueva identidad, para estar completamente a salvo tenían que tener el menor contacto posible con otras personas…
[María]: Nosotros teníamos una vida pública mínima, mínima.
[Camila]: Trataban de hacer planes fuera de la ciudad o salir en las noches para evitar encontrarse con alguien. Poco a poco se fueron acostumbrando a esa vida, pero la paranoia de Hernando nunca se fue del todo. La tarea de María también consistió en ir desmontando ese miedo y convencerlo de que sí era posible tener una vida más tranquila.
[María]: Yo no sé, yo creo que Uuno se va como, yo no sé si eso es como una anestesia para poder vivir, o realmente si uno está como tranquilo, la vida fluye mejor. No sé, yo no tengo una respuesta realmente.
[Camila]: Y de alguna manera, funcionó.
Tan seguros se sentían que decidieron tener un hijo. En enero de 1988 nació Tanilo y eso cambió mucho la situación…
[María]: Yo creo que eso para él fue un gran aliciente y una… como un bálsamo, después de todo ese dolor de la guerra y de todo eso.
[Camila]: Ya habían pasado dos años desde que Hernando se había salido de la guerrilla, y ahora que tenían un hijo les pareció que sí podían vivir los tres en Bogotá. María fue haciendo un poco más pública su relación aunque con cuidado. Sus papás estaban viviendo en Chile en ese momento, pero habían conocido a Hernando en la adolescencia. Así que cuando les contó lo del bebé les dijo que el papá se llamaba Alejandro Arroyave, sin muchos detalles.
[María]: Y mi mamá vino para el nacimiento de Tanilo. Entonces cuando yo llegué a la casa con mi mamá. Yo le dije: “Mamá, te presento a Alejandro Arroyave”. Y Hernando le dijo dos o tres palabras: “Qué alegría que estés aquí”,. aAlgo así. Y apenas dijo esa frase, mi mamá lo miró así, y le dijo: “Yyo a ti te conozco ¿No es verdad que tú eres Hernando?”, lLe preguntó.
[Camila]: Se abrazaron y quedó implícita la respuesta.
[María]: Y mi mamá nunca le dijo a nadie, ni siquiera a su marido porque ella entendía el riesgo. Pero mi mamá sí lo supo.
[Camila]: Su papá no.
[María]: Increíble. Nunca, nunca sospechó.
[Camila]: Y eso que terminaron trabajando juntos en el negocio de los precolombinos.
Desde que estaba en la guerrilla, Hernando se había alejado bastante de su familia. Pero con el nacimiento de Tanilo empezaron hablar un poco más, excepto con Carlos. Tuvieron una pelea irreconciliable unos años antes y nunca volvieron a cruzar palabra. En 1990 el M-19 había dejado las armas y se había convertido en partido político. Y fue en abril de ese año cuando mataron a Carlos.
A pesar del distanciamiento, María recuerda lo mucho que a Hernando le impactó la muerte de su hermano.
[María]: Casi lo mata. Ahí volvió Hernando a estar muy deprimido, muy abatido. Pero así, completamente destruido.
[Camila]: Pero unos meses después nació Guadalupe. Y había que seguir con una vida normal dentro de lo posible… a pesar de que cargaban ese pasado.…
[María]: Yo tenía una apuesta de que el amor nos iba a salvar a todos. Yo pensaba que con eso iba a ser suficiente para sobrevivir.
[Camila]: En 1994 llegaron a esa casa grande donde tienen los mejores recuerdos. Se la compraron a un general retirado del ejército que había combatido las guerrillas, pero que nunca sospechó la verdadera identidad del nuevo dueño.
Pero ese pequeño mundo, donde se sentían relativamente seguros, era delicado. Sabían que podía estallar en cualquier momento. Por eso tomaron ciertas precauciones… como decidir el apellido de los hijos.
[María]: Lo hablamos y lo decidimos así, porque si yo no tenía la patria potestad de los niños por el apellido, en caso de cualquier emergencia, de cualquier situación incontrolable yo no podía sacar a los niños de aquí.
[Camila]: Y la situación incontrolable llegó en 1995, sólo un año después de haberse mudado a la casa. Tanilo tenía siete y Guadalupe casi cinco. En febrero, el ejército capturó a la cabeza del frente guerrillero en el que estuvo Hernando. Había un gran riesgo de que el siguiente fuera él.
[María]: Él se asustó, yo creo, y por protegernos a nosotros dijo: “Nno, yo me tengo que ir de aquí”.
[Camila]: No les contaron detalles a los niños, solo que se iba a un viaje de trabajo. María sí sabía que estaría en la casa de otro exguerrillero, al norte de Bogotá. La idea era que se iba a quedar ahí hasta que la situación se calmara. Antes de irse le recordó una promesa que ya le había hecho:
[María]: “El día que me cojan, me hago matar, porque desaparecido no. No voy a dejarte en esa angustia total para siempre”.
[Camila]: Y así fue. A los pocos días llegaron a esa casa por él.
[María]: Y lo sacaron de la casa y lo mataron en la calle.
[Camila]: Con varios disparos,… uno de esos en la espalda, como contó el personaje de la abuela en la obra de teatro. María se enteró ese mismo domingo. No les dijo nada a sus hijos los primeros días. Luego decidió que lo mejor era mentir sobre cómo había muerto. Después llegó la paranoia…
[María]: Yo no sabía qué podía estar pasando si sabían que Hernando Pizarro vivía ahí, si la casa estaba siendo vigilada, si me iban a… me podían haber retenido a mí. Finalmente yo decidí que me iba a quedar quietica, quietica, quietica, mirando para el cielo diciendo: “Bbueno, esperemos que aquí no pase nada”.…
[Camila]: También le pareció que lo mejor era no ir al funeral que organizó la familia de Hernando. Porque además, para ese momento tenía un trabajo que le daba cierta visibilidad y no podía arriesgarse a que la vieran allá.
Así fueron pasando las semanas, los meses, los años. Todo tranquilo. María se enamoró de nuevo y se casó. Tanilo y Guadalupe se llevaron muy bien con él desde el principio. Tuvieron una vida en paz, hasta que llegó la obra y empezaron a enterarse de la verdad.…
[Tanilo]: Creo que a partir de la obra yo empecé a atar cabos.: Obvio. Como que mirando atrás siempre había pistas.
[Camila]: A Guadalupe le recuerda un juego que les hacía su abuela Margot. Se llama Dedal a la vista.
[Guadalupe]: Que era como buscar el dedal, que es como el coso que uno se pone para coser, y entonces era como que uno… era muy difícil, pero al mismo tiempo era muy obvio. El juego es como que te lo ponen en algún lugar de la casa y tú lo estás buscando y siempre está a la vista. Era un poco eso, como que pues no tener segundo apellido, tener un papá que además nunca sale de la casa, como que todo era muy raro, pero era tan raro y era lo único que uno conocía que pues era normal.
[Camila]: Una cosa es enterarte de que tu papá fue asesinado y que no se llamaba como tú creías, pero lo que Guadalupe y Tanilo estaban a punto de descubrir era mucho más aterrador. Cada uno empezó a indagar sobre el pasado de Hernando, pero por separado, sin hablar entre ellos del tema.
[Guadalupe]: Pues le daba a uno como curiosidad. Pues ya tenía el nombre pa buscar, entonces era como pues busquemos a ver qué hay.
[Tanilo]: Como que la seguidilla de preguntas es como muy clara, es primero es: “Bbueno, ¿cómo lo mataron?” Y y después, ok, su nombre no es Alejandro Arroyave sino Hernando Pizarro y empiezo a buscar de Hernando Pizarro. Y lo que encuentro es que Hernando Pizarro fue uno de los perpetradores de la masacre de Tacueyó. Y después ¿qué es Tacueyó?.
[Camila]: La masacre de Tacueyó, entre noviembre de 1985 y enero de 1986.
(SOUNDBYTE ARCHIVO)
[Periodista]: Vamos pues con la información sobre el genocidio en el departamento del Cauca. Hoy, importantes sectores sociales y políticos del país seguían indagando por la matanza de más de 100 personas cuyos cadáveres han sido desenterrados de fosas comunes.
(SOUNDBYTE ARCHIVO)
[Periodista]: Nuestros enviados especiales a la fría y montañosa región de Tacueyó…
[Camila]: Guadalupe y Tanilo, por separado, se enteraron de que el Frente Ricardo Franco, el que ayudó a fundar su papá, hizo una especie de purga dentro de sus filas.
(SOUNDBYTE ARCHIVO)
[Periodista]: Guerrilleros del Frente Ricardo Franco serían los autores de la masacre de acuerdo a versiones de colonos de la región.
[Camila]: Según esas versiones, los altos mandos torturaron y mataron, durante unos dos meses, a cientos de guerrilleros a su cargo. Supuestamente eran infiltrados del Ejército Nacional y hasta de la CIA.
[Guadalupe]: Y pues básicamente como que esta gente estaba pues en un estado de locura así… pues como un estado extremo. AY entonces aparentemente ellos como que pues interrogaron y torturaron a unos y esos soplaron a otros y esos otros a otros. Y así fue como esto se fue volviendo pues esta masacre de 164 personas.
(SOUNDBYTE ARCHIVO)
[Periodista]: En 2 km de radio han sido sepultados los cuerpos de niños, mujeres y hombres. Junto a los cuerpos se han encontrado prendas militares con la sigla FRF, lo que hace presumir que los muertos son del mismo Frente Ricardo Franco.
[Camila]: El noticiero que grabó esta nota fue hasta Tacueyó unos días después de que empezara la masacre. Guadalupe encontró esta entrevista que le hicieron a alias Javier Delgado, el comandante del Ffrente y compañero de su papá.
(SOUNDBYTE ARCHIVO)
[Javier Delgado]: Fusilamos, ajusticiamos a 164 es el total hasta ahora de… entre los detenidos. Algunos de ellos no los hemos fusilado, pero el total fue 164.
[Camila]: Y posiblemente serían más muertos porque en la nota se ven algunos hombres muy jóvenes caminando en fila, encadenados. Parecía que los estaban alistando para matarlos.
En esta pregunta, el periodista menciona a Hernando…
(SOUNDBYTE ARCHIVO)
[Periodista]: Algunos dirigentes de otras organizaciones guerrilleras dicen que usted, Javier Delgado, y Hernando Pizarro, se han enloquecido y han matado un mundo de gente sin… sin darse cuenta. ¿Qué puede decir al respecto?
[Javier Delgado]: Son 164 hombres que todos, todos declararon su participación en los organismos de inteligencia del Estado. Hombres de la contraguerrillera, de la unidad fundamental del ejército, de los comandos de la muerte, de las brigadas negras. Bueno, de todos, y todos cantaron…
[Camila]: Aunque Hernando aparece en cámara, con uniforme camuflado y fusil, no da declaraciones.
En su investigación, Guadalupe también encontró testimonios de víctimas…
[Guadalupe]: Hay una sobreviviente de Tacueyó, que ella básicamente dice que mi papá estaba como en un estado de shock y de alienación, así como… como que era una persona que estaba de repente en una esquina sin poder moverse, pero también está la otra versión de este niño, que sí dice que mi papá pues era un monstruo, entonces a ciencia cierta ni idea.
[Camila]: Ese niño del que ella habla es un sobreviviente de la masacre que tenía 11 años cuando el Frente lo reclutó. Durante semanas vio cómo iban matando y matando gente a su alrededor.
Entre más información encontraban, más les costaba asimilar todo esto. Más era el horror.
[Guadalupe]: ¡Uich! Hhay cosas terribles que dicen sobre mi papá, sobre Tacueyó, ¿no? Como… como leer eso y pues no entender, ¿no? Como que no me hacía sentido, pues porque yo había vivido con mi papá y era una persona tan amorosa y después empezar a ver que es que eso tiene, pues tanto de ancho como de largo… hmmm.
[Tanilo]: A mí solo me duele como… como que… uff, no sé… Como que esto no debería pasar nunca y ya. Como… sí, no sé. Sí, como que no hay palabras, ¿sabes? Como… sí, no sé… creo que no hay palabras para eso.
[Camila]: A pesar de que Tanilo y Guadalupe ya tenían varias piezas del rompecabezas, les faltaba una importante: entender cuál fue la historia de su mamá con Hernando.
María, ahora sí, estaba dispuesta a contarles toda la verdad. Les dijo que había empezado su relación seria con él más o menos seis meses antes de la masacre,… que gracias a un amigo periodista pudieron contactarse de nuevo, y que la comunicación era por cartas porque así era más seguro. A finales de 1985 se enteró de lo que había pasado en Tacueyó. Pero la información era tan confusa y tan poca que no tenía ni idea de Hernando.
[María]: Y yo inicialmente pensé que a él lo habían matado en Tacueyó, porque como no había información de nada.
[Camila]: Y siguió sin saber de Hernando durante los siguientes tres o cuatro meses. Hasta que, finalmente, recibió su llamada. Había salido de Tacueyó y le propuso que se vieran. Ahí María supo que no era una víctima de la masacre, sino todo lo contrario.
[María]: Yo no… no podía entender. No podía creer, no podía dilucidar. No, no podía entender.
[Camila]: María aceptó encontrarse con él, pero más con la intención de confrontarlo que de otra cosa. Eran muchos muertos. Y si Hernando era el segundo al mando tuvo que haber estado involucrado de alguna manera. Cualquiera que haya sido, era igual de horrible. Cuando lo vio fue directo al grano.
[María]: Y le pregunté, enérgicamente, diciéndole que, que, que ¿cómo así? ¿Qué, qué tenía para decir? Yo le decía: “Ppero es que no pueden ser 100 ¿Cómo así que 100 infiltrados? Pueden ser 20, 30, no sé ¿Pero están seguros de que ustedes hicieron eso y que lo que ustedes hicieron no fue una equivocación monumental, que estaban matando gente inocente?”
[Camila]: Pero Hernando no reaccionaba…
[María]: Es que él estaba mudo. No podía decir nada, nada, nada, nada. Como que no sabía qué había pasado realmente, ¿ve? Pero él estaba como si te estás ahogando en un mar, en un lago y sales, y, y… el primer momento, ¿tú qué sientes? Nada. No sabes dónde estás parado.
[Camila]: María lo vio tan mal, tan derrotado que quiso cuidarlo.
[María]: Yo lo quería muchísimo. Y sufría tanto pues que yo… yo ahí me quedé. Yo pensaba que el amor lo podía rescatar.
[Camila]: En medio de distintas conversaciones, María también les habló a Tanilo y a Guadalupe de un sentimiento particular, uno que tuvo justo cuando se enteró de la muerte de Hernando.
[María]: Me entró como una culpa…. ¿por qué me emparejé con un hombre de la guerra? Terrible, terrible.
[Camila]: Ya saben que es una culpa que su mamá ha cargado durante años.
[Tanilo]: Y mi hermana le dijo algo así como lo único que nosotros podríamos decirte es gracias por ser feliz para que nosotros pudiéramos ser felices.
[Camila]: Y sí. María trató de ser feliz por ellos, para cuidarlos, para protegerlos. La misma razón por la que decidió inventar la ficción de la muerte de Alejandro.
[María]: A los cuatro años y a los siete años a ti te pueden contar una historia tu mamá o tu papá pero esa historia se puede transformar de tantas maneras en la mente y el corazón de un niño que uno no sabe eso qué puede generar.
[Camila]: Esto nos hace pensar en las mentiras con las que crecemos. Por un lado están las que permiten que la infancia esté llena de fantasía, como el ratón Pérez, el hada de los dientes o un Papá Noel que baja por la chimenea… o que se estrella contra el árbol del jardín.
Pero por otro lado, están las mentiras que nos protegen de las verdades más duras y a veces incomprensibles. Y de que, tal vez, parte de la función de ser padres es ir haciendo agujeros, poco a poco, en esa burbuja en la que crecen nuestros hijos… hasta que se revienta y aparece la verdad.
Cuando a Tanilo y a Guadalupe se les explotó su burbuja, les tocó empezar a asimilar dos historias muy distintas.
[Tanilo]: Mi papá era ángel y demonio, y era las dos. Yo tengo dos papás: un padre, Hernando Pizarro, y un papá, Alejandro Arroyave.
[Guadalupe]: Como que se disociaron dos personas ¿no? Era como Hernando que había estado en Tacueyó, ¿sí? Eso es como… es un psicópata, es un perverso, es un monstruo, ¿no? Pero después, cuando ya uno dice ah, es que es mi papá… Uno se cuestiona, ¿sí?… que ¿será que sí es un monstruo? Mi papá no era un monstruo. Ambas cosas como que no pegan, ¿no?
[Tanilo]: Y con los años es como, como que te preguntas: ¿Cómo será que yo tengo eso en mí? ¿Será que soy como un monstruo? ¿Sabes? como yo tratar de entender qué de él como tengo en mi… como en mi ADN y en mi existencia. Una persona puede ser varias. Hernando y Alejandro eran dos personas distintas y a la vez eran la misma.
[Camila]: Han pasado casi dos décadas desde que vieron la obra, pero todavía están lidiando con esta verdad.
[Guadalupe]: En el último año ha habido como un movimiento interno muy fuerte, porque antes yo podía como contar esto y como muy… no siento nada y ahora es como que, como que tengo que pensar en esto, tengo que. Como que hay unas preguntas que no están resueltas, hay unos sentires que quizás estaban como muy callados o como negados.
[Camila]: No ha sido sencillo vivir con estas dos historias, con estas dos versiones de su papá. Y algunos días, sin darse cuenta del todo, es más fácil, quizá incluso necesario, alejarse de Hernando.
[Tanilo]: Yo no viví la muerte de Hernando. Yo viví la muerte de Alejandro. En ese sentido es tan real como cualquier historia, ¿sabes? Como cualquier cosa, entrecomillas, verdadera. Como la muerte que me acongoja es la muerte de Alejandro. Y lo va a ser hasta que, hasta el día que me muera.
[Camila]: Guadalupe y Tanilo todavía están en un proceso para descubrir más información sobre Hernando, pero en general han aceptado la idea de que tienen dos padres.
Hay situaciones que los hacen pensar en uno o en otro: una película con un personaje de un padre amoroso que Tanilo vio hace poco le recordó a Alejandro. Una semana después, una canción lo hizo pensar en Hernando. En las reuniones con su mamá a veces hablan de uno. Otras del otro.
Claro que para ellos es más fácil recordar a Alejandro. Ese fue el papá que realmente conocieron. Pero eso no significa que intenten borrar la figura de Hernando ni que quieran regresar a la burbuja para protegerse de la verdad. Por más dura que sea.
[Daniel]: Pocos días después de que mataran a Hernando, las autoridades capturaron a un joven funcionario de la Fiscalía y lo acusaron de ser el responsable del crimen. Estuvo en la cárcel por más de diez años hasta que finalmente pudo demostrar su inocencia y recuperar su libertad. Siempre ha sostenido que se trató de un montaje judicial.
En 2020, a través de la Jurisdicción Especial para la Paz que se creó después de los acuerdos con las Farc, un excomandante de esa guerrilla reconoció que ellos asesinaron a Hernando Pizarro como represalia por la masacre de Tacueyó. Unos años después también mataron a alias Javier Delgado.
Aun así, María, Guadalupe y Tanilo siguen teniendo muchas dudas sobre la muerte de Hernando y lo que pasó en Tacueyó.
Esta historia fue producida por Ora DeKornfeld, Camila Segura y David Trujillo. Ora es documentalista y vive en la Ciudad de México. Camila es la directora editorial de Radio Ambulante y David es productor senior. Ambos viven en Bogotá. Esta historia fue editada por mí. Bruno Schelza hizo el fact-checking. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri con música de Rémy Lozano y de Andrés.
Un especial agradecimiento a Mateo Pizarro, Ricardo Chavez-Castañeda, Aviva DeKornfeld y Carlota Llano.
El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Aleán, Nicolás Alonso, Lisette Arévalo, Pablo Argüelles, Aneris Casassus, Diego Corzo, José Díaz, Emilia Erbetta, Camilo Jiménez Santofimio, Selene Mazón, Juan David Naranjo, Ana Pais, Laura Rojas Aponte, Natalia Sánchez-Loayza, Barbara Sawhill, Ana Tuirán, Elsa Liliana Ulloa y Luis Fernando Vargas.
Carolina Guerrero es la CEO.
Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, se produce y se mezcla en el programa de Hindenburg PRO.
Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.