Transcript: The Beast: Conversation with Oscar Martínez
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The Beast: Conversation with Oscar Martínez
Daniel Alarcón
15 minutes
Martina Castro: Bienvenidos a Radio Ambulante, soy Martina Castro.
[MÚSICA]
Hoy les presentamos algo un poco diferente — una conversación entre nuestro productor ejecutivo, Daniel Alarcón, y el periodista salvadoreño Oscar Martinez.
Aquí en Radio Ambulante, siempre decimos que contamos las historias de américa latina — y bueno, en ese sentido Oscar es uno de los nuestros. Co-fundador de El Faro, uno de los medios independientes más importantes de Centroamérica, Oscar se ha distinguido como un periodista de una valentía extraordinaria.
Hace varios años, Oscar comenzó a investigar de primera mano la odisea de los migrantes centroamericanos que pasan por México rumbo a Estados Unidos. En 8 viajes, recogió sus testimonios, sus historias de abuso, de violencia, de crueldad. En el 2010, juntó sus crónicas de El Faro en un libro titulado “Los migrantes que no importan.” Y el año pasado, este libro finalmente se publicó en inglés, con otro título, “The Beast,” o “La Bestia”, nombre del tren que muchos migrantes usan para pasar por México.
Daniel comienza preguntándole a Oscar por qué eligió títulos diferentes. Les advertimos que hay partes de esta conversación que tratan sobre violencia sexual.
Daniel Alarcón: El libro en español se llama Los migrantes que no importan, que me parece que es un título que tiene mucho más rabia. La bestia es un título más poético. Háblame un poco de ese cambio y qué es la…lo estoy interpretando mal? ese título tiene una rabia y una denuncia? El título original digo.
Óscar Martínez: Sí, mira. Yo lo he descrito siempre, yo creo que es difícil como periodista ser una persona optimista en este mundo. Los migrantes que no importan tenía un sentido. Cuando viajábamos viendo ese territorio te dabas cuenta que no hay un campo de concentración, más que los albergues donde eventualmente se quedan. Se desplazan por el México más desconocido, el México de ejido, de pequeños pueblos, nunca el México de capitales. El México de vías del tren, no de carreteras. No votan, evidentemente. No son un activo político que le interese a nadie. Y sobre todo, no denuncian, y tienen un arraigo que cualquiera podría entender por qué un migrante no denuncia; es como que le pidas a un soldado ir a pedir agua a la guarnición enemiga. Un migrante jamás va a denunciar, para él la policía municipal y los zetas son poco diferenciables. Entonces es una población que te genera pocos costos; es una población que los gobiernos centroamericanos han reusado alzar la vos porque les interesa que las remesas sigan representando cerca del 31% de los ingresos del producto interno grupo de Honduras, El Salvador y Guatemala. El gobierno mexicano proque no le genera, hasta ahora está empezando a ocurrir, ninguna presión mediática que los ponga en entredicho internacionalmente. Y Estados Unidos evidentemente lo único que les itneresa es que esa gente cruce lo menos posible su frontera. Entonces se encuentran ahí en una encrucijada donde, como dicen en México, valen completamente madre, ¿no? No hay nadie que tenga un interés más que ciertos altruistas mexicanos que se rifan la vida tratando con estos migrantes [DA: Literalmente] Literalmente, y si: el libro Los migrantes que no importan, que para mi es un título más grueso, tiene mucha rabia en sí.
DA: Es difícil escribir desde la rabia a veces
OM: Sí, yo creo que es difícil. Tenes que controlarte en muchas cosas porque a veces lo que te dan ganas es de estallar. Es difícill, sobre todo cuando llegas a sentir una alta empatía. Yo creo que el miedo te genera empatía con la gente. Viajar arriba del tren con un grupo de migrantes te genera una fuerte empatía. Y es difícill mantener esa mirada periodística para poder soltar alguna pregunta tímida que cuestione lo que es gente está haciendo en el techo de un tren.
DA: Hay unas escenas brutales, ¿no?, de un inmigrante muy jóven que pierde la cabeza, literalmente, o de un coyote que traiciona a su jefe, a su patrón, y tu sabes que…hay un momento en que tú lo estás llamando y ya no contesta el teléfono, ¿no? Escenas así muy duras…Quisiera que…y retratos de lugares que son estremecedores, ¿no? O sea…por ejemplo, háblame de la arrocera.
OM: La arrocera es para mi uno de los lugares que mostraba más la crueldad humana de la que somos capaces y más el desinterés que el estado mexicano tenía en los migrantes. La arrocera es un punto concreto, en un municipio minimo que se llama Uixtla, que es un municipio rural de Chiapas, que lo podías circunscribir a 200 kilómetros cuadrados, por donde los migrantes se internan en el monte para bordear las estaciones migratorias por la carretera, los check point, los puntos de revisión que había ahí. En ese lugar una serie de campesinos, de gente que trabajaba la tierra, vieron durante años que pasaba gente indigente, centroamericanos que iban recorriendo, siguiendo las vías del tren para guiarse y salir más adelante en la carretera. Y muchos de ellos, no todos, pero muchos de ellos, en lugar de ofrecerles agua y comida les pareció una mejor idea alzar sus machetes para asaltarlos, para violarlos, y poco a poco esas bandas se fueron profesionalizando un poco. Hubo dos personajes ahí, el Harry fue uno de ellos, que era un campesino de la zona, que empezaron a organizar grupos para violar masivamente a mujeres y asaltarlos con lo poco que llevaban en el camino. Ni siquiera hacían secuestros. Pero es uno de los lugares que finalmente se convirtió en una especie de lupanar al aire libre para mucha gente. De algunas violaciones que yo ya ni siquiera llego a entender ese nivel de maldad fuera de una guerra civil, que eran por ejemplo violaciones de mujeres en frente de su familia. Y eso se denunció una y otra vez. Porque es la parte que los migrantes caminan para llegar a la primera estación de donde sale el tren, que se llama Riaga. Dejaban sus testimonios de lo que había pasado, testimonios frescos de violación, violaciones que habían ocurrido hacía dos, tres horas. Cuando recorrimos la Rocera con tres migrantes y un fotógrafo, con Tony, un colega muy valiente de Barcelona, nos dimos cuenta de que ahí ocurría lo que podía ser. Es un lugar perfectamente controlable además. Para mi la rocera era el signo de pobredumbre de un camino, y no de la pobredumbre generada solo por el crimen organizado, por la autoridad corrupta. La pobredumbre que a mi me llegó a decir que si este grupo de gente pasar por centroamérica y si centroamérica tuviera el lugar de México les haríamos lo mismo. Es decir, es una cadena de vejaciones en las que pocos tienen calidad moral de decir “no lo hagas”, porque vos también lo haces.
DA: Tu crees que es el oportunismo…la crueldad de oportunismo. O sea, es una denuncia no solo a un sistema migratorio sino al ser humano.
OM: Yo creo que es una denuncia. No sé cómo podría hacer yo para editorializar este tipo de pensamiento soy muy mal. Pero es una denuncia, yo creo, a la conformación social, donde el que ayuda, el que no toma ventaja, es un pendejo. Va pasando esa gente, por qué le voy a compartir mi plato de comida? Ni siquiera en aquel punto en el que vos podías tener una cercanía fisionómica, es decir: esa mujer se parece a tu hermana, esa mujer se parece a tu mamás, podría ser pariente tuyo. Ni si quiera por esa pequeña empatía que algunos rasgos deberían de llevarte a tener, sino que era completamente distinto: es decir, qué puedo yo hacer con esta gente porque lo puedo hacer.
DA: Una de las cosas que admiro mucho de tu libro es que no cae nada en estos clichés del romanticismos del viaje de la migración, de que el emigrante sale en búsqueda de una vida mejor. Pero habla de la, de la realidad dura del trayecto. Cómo decidiste que iba a ser así tu texto? o fue algo que encontraste en el camino?
OM: Fue algo que fue pasando en el camino. Fijate que cuando empecé el recorrido yo pensé que con lo que me iba a topar era con que era un viaje en el que las vicisitudes del tiempo, del hambre, de la falta de sueño, del peligro del tren, de que el tren te mutilara, iba a ser el lobo del cuento, cuando me di cuenta que el crimen organizado había industrializado la obtención de dinero con los indocumentados centroamericanos que exprimian y le sacaban agua a un brócoli, no? porque ya no tenían nada que dar. Cuando me di cuenta que eso era así empezamos a construir en mi cabeza toda una nueva narrativa. Esto es algo mucho más que el viento, el sol y el clemente. Pero sí, en el camino te ibas dando cuenta cómo es mucho más complejo esto que solo hablar del bien o el mal. Yo creo que es como… el imaginario, la enteleque absurda del sueño americano, y esa frase repetida tantas veces en centroamérica que ha llegado a generar que por antonomasia cuando tu tienes 18 años no pensas en ir a la universidad en muchos sectores sino en migrar y la falta de información que fluye, creo que en mucho sentido por vergüenza: el que migra tiene que ser exitoso, el que migra no es un violado, el que migra no se cae del tren y pasa hambre, el que migra se viste de los lakers y regresa con un televisor plasma. Eso no se cuenta. El sufrimiento del camino incluso entre familias no se cuenta. Para efectos de moverse, de ejecutar su verbo que es migrar, la gente no se va a detener, la gente tiene que venir y ver por sus ojos que aquí no es lo que piensan. Cómo vas a derrocar una idea que tienes 10 años en la cabeza de una persona, o 20 años en la cabeza de una persona diciéndole “no, no vayas, ya no es tan facil”, te va a decir “no, lo quiero ver. Ya luego me daré en la madre, pero lo quiero ver”
DA: Bueno, y en ese sentido tu libro ha tenido algún impacto? o sea, ha cambiado un poco el discurso, el diálogo?
OM: Yo creo que el periodismo si tiene suerte hace el efecto del mar en las piedras con los años, el periodismo cambia cosas a un ritmo inmoral. Vos contás que están violando mujeres en 200 km cuadrados y pasan 5 años y las siguen violando. “Los migrantes que no importan” logró cambiar cosas pero por una búsqueda decidida que hicimos de convertirnos en publicistas de nuestro propio material. Yo recuerdo que al final de hacer las crónicas, y fue una de las razones por las que tuvimos que dejar México en parte, aceptamos finalmente aparecer públicamente en un programa de CNN. Esa media hora en CNN tuvo mucho más impacto que todo el año de publicaciones que yo hice en el faro. Así es, ni modo, ¿qué puedo hacer? No me gustaría que fuera así, pero así ocurre. En La Arrocera se creó una fiscalía especial, se dio protección a Alejandro Asoralinde en el albergue de Ixtepec. Nos permitieron exponer en frente de la comisión de asuntos migratorios de la cámara de diputados de México. También en frente de los congresos de centroamérica. Y poco a poco eso empezó a hacer alguna medida. Entonces, no sé, son ritmos horribles. Lo que pasa es que yo no he encontrado otra cosa que hacer todavía.
DA: Cuéntame cómo se siente uno subiéndose a este tren y como es el ambiente de la gente que arriesga la vida de esa manera.
OM: Mira, en el camino el que pierde es el que no sabe leer los signos. Ves al migrante confiado que va saltando arriba del tren y haciendo maromas y que sabe qué tren va a salir, dónde la locomotora está ordenando filas de vagones, y dónde no tiene senitdo ir. Y tenes al migrante que es un completo pollo y que no tiene ni idea de ónde va ni qué va a pasar, y se te pega. Para mi, como periodista, para el migrante es una experiencia muy distinta. El tren ha sido una de las experiencias más emocionantes que he vivido en mi vida de periodista. Hay una especie de adrenalina insana que te genera subirte. Dos de las veces que yo me subí no era para reportear, era porque no quería perder la capacidad de montarlo en marcha. Es un vicio también como periodista. Pero para los migrantes es terrible. En primer lugar porque en muchos lugares lo tienen que agarrar en marcha y agarrar el tren en marcha es toda una ciencia. Yo la primera vez que lo hice, habiendo estado sido entrenado por una semana por un coyote el tren me arrastró y fue nefasto. Es un lugar de mucho cansancio porque nunca puedes descansar arriba del tren; a veces son viajes de 11 horas, a veces de 6 en la noche con mucho frío. Y es otro de los lugares de impunidad. Los secuestros arriba del tren, los asaltos arriba del tren, suelen ser una persona con una pistola 38 y dos con machete que van expoliando a la gente y violando mujeres desamparadas. Por eso es que…esa palabra que han acuñado en el camino de cuerpomatic. Muchas mujeres que se acuestan con migrantes buscando protección. A veces con un grupo entero de migrantes, con cinco, porque necesitan ir protegidas. La mujer que va sola o sin alguien que meta las manos por ella es la más vulnerable de las víctimas en ese camino.
DA: Tú miras las fronteras ahora de manera diferente? o sea, cuando tu llegas a EEUU y cruzas con pasaporte, o sea, llegas a JFK o al aeropuerto de Miami o de San Francisco, cruzas fronteras, vas a México, ¿cómo te sientes? Después de haber visto todo lo que has visto?
OM: La primera vez que lo hice recuerdo que fue un vuelo en el que yo llegué a Miami, eso fue super duro. A mi solo me deja claro algo: hay 2 o 3 o 4, no se cuantas, pero clases de seres humanos: están los que importan menos que un animal y están los que no nos va tan mal económicamente. Y eso es todo. Es decir, a mi me sorprende: cómo es posible? es que ni siquiera es una balanza que se quebraría por el medio, que su eje saldría volando con todos los tornillos si pones a la par la gente q tenemos visa y los que no tenemos visa para venir. No hay comparación. Es cerca de un mes de pasar por el más depravado de los méxicos, siendo México ya un país muy depravado en muchos lugares, en otros no: en otros tiene una vida muy tranquila y feliz: pero el más depravado de los Méxicos o 5 horas en un avión tomándote un café. No tiene balance. Para mi es una de las cosas que te tiene que hablar de que este mundo, como otras tantas, está completamente loco. Perdió cualquier resquicio de cordura, hace muchísimo tiempo.
[MÚSICA]
Martina Castro:
Oscar Martinez es el periodista y autor de “Los migrantes que no importan.” Él habló con Daniel Alarcón, novelista y el productor ejecutivo de Radio Ambulante.
Esta serie de entrevistas de Radio Ambulante cuenta con el apoyo de Public Radio International New Voices Fund. Donantes a este fondo incluyen Maureen y Michael Reutgers, y Sara and Evan Williams Foundation. Contamos también con el apoyo de New Visions New Voices, expandiendo la conversación cultural de Estados Unidos, con el apoyo de la Corporation for Public Broadcasting.
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