Jenifer fue adoptada por una familia española después de la tragedia en Armero. Ahora quiere saber qué pasó.

Jenifer fue adoptada por una familia española después de la tragedia en Armero. Ahora quiere saber qué pasó.

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Jenifer de la Rosa es una periodista española de 32 años. Creció en Valladolid y ahora vive en Madrid. Llegó a España cuando tenía un año y medio, pero nació en Manizales, Colombia, el 6 de noviembre de 1985. “O eso creo”, dice. Fue adoptada por una familia española y no tiene ningún recuerdo de su familia biológica. Según les dijeron a sus padres adoptivos, ella es sobreviviente de la avalancha del volcán Nevado del Ruiz.

David Trujillo y Jorge Caraballo, de Radio Ambulante, conversaron con ella para conocer la experiencia de los niños adoptados que fueron llevados al extranjero y que ahora buscan información sobre su familia biológica en Colombia.

Radio Ambulante: ¿Cómo sabes que naciste en Manizales y que fuiste víctima de la avalancha?
Jenifer de la Rosa: Por mis padres adoptivos. Ellos siempre me lo han dicho desde que tengo uso de razón, y me han dado acceso a los papeles que les dio el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) en la adopción. Entre esos documentos que les dieron estaba el registro de nacimiento donde aparecen estos datos y mi nombre anterior, Jenifer Tapasco. Además, había un historial con mi caso en el que se especificaba que había llegado al orfanato como víctima de la tragedia del Nevado del Ruiz, pero que no había sido de Armero, sino que mi procedencia era de Chinchiná, una población que también fue afectada por la avalancha.

primera foto

 

R.A: ¿Por qué  decidieron tus padres adoptar a una niña de Colombia?
J.R: Ellos habían tenido un aborto y habían decidido empezar el proceso para adoptar en España. Un conocido les dijo que podía ser más sencillo si miraban las adopciones internacionales. Entonces fueron a la embajada de México a hacer el proceso, y cuando estaban ahí dijeron: “Bueno, está junto a la de Colombia. Vamos a intentar ahí también”. Casualmente los llamaron antes de Colombia y entonces cerraron todos los otros procesos que tenían abiertos. Recibieron una carta en la que decían que eran aptos para adoptar un niño colombiano y empezaron los trámites.

 

R.A: ¿Esa carta está fechada después de la tragedia de Armero?
J.R: Sí.

 

R.A: ¿Cuándo te conocieron ellos? ¿Viajaron a Colombia?
J.R: A los meses, en diciembre de 1986, les enviaron una nueva carta con una foto mía. Yo tenía un añito y poco. Esa es la foto más antigua que tengo. Entonces viajaron a Manizales para conocerme y diligenciar todos los documentos. Yo creo que por la emoción que tenían no hicieron muchas preguntas. Además todo era legal y era directamente con una institución del Estado. Tuvieron que ir a una notaría, firmar los documentos, todo. Ese proceso, desde que salieron aptos hasta que me adoptaron, duró seis meses. Yo llegué a España en mayo de 1987. 

Jenifer en España

R.A: ¿Y cómo fue crecer en España?
J.R: Mi familia siempre me contó todo. A veces había gente que preguntaba de dónde venía yo, pero mi familia se encargaba de no alargar la conversación. Acá se conoció la historia de Omayra y una amiga de mi prima nos mostraba videos y la canción que le hicieron. Pero mis padres siempre paraban el tema. Todos sabíamos qué había pasado pero no se hablaba de ello. Sin embargo, aun sabiéndolo y teniéndolo tan claro, yo siempre me he sentido diferente. En la adolescencia he tenido problemas de mirarme al espejo y no gustarme lo que veía. Entonces me teñí de rubia, llevaba lentillas de color. Era una forma de negar que yo venía de Colombia. Yo me identificaba con Valladolid, pero mi físico me alejaba de eso y me delataba, entonces intentaba ocultarlo.

 

R.A: ¿En qué momento te empezaste a preguntar por tu pasado, a querer saber más?
J.R: Yo estudié periodismo. Luego empecé a estudiar comunicación audiovisual y ese fue el empujón para explorar el mundo. Estuve un año en Estambul y conocí mucha gente de fuera, cada uno con una historia diferente, y entonces empecé hablar claramente de dónde venía. Antes, cuando me preguntaban de dónde era yo (y de hecho es una pregunta que siempre me hacen), decía que de España pero que tenía una abuela de Colombia y por eso mis rasgos. Hay un prejuicio cultural: que si eres adoptado es porque tus padres no te quisieron, te abandonaron, pero en realidad hay muchas razones. Entonces, la forma que encontré para enfrentar todo eso fue dedicarme a hacer un documental sobre mi vida y mis raíces. Quería entender qué pasó. Pero cuando empecé a intentar esa reconexión con Colombia y a estudiar los papeles de adopción digo: “Madre mía, esto no es tan sencillo como parece”.

 

R.A: ¿Por qué?
J.R: Yo había visto mis papeles de adopción toda mi vida, pero cuando me senté a leerlos detenidamente me di cuenta de las incongruencias y los vacíos: ¿cómo sabían mi nombre anterior si mis padres habían fallecido en la avalancha? ¿Cómo saben que nací en Manizales? ¿Quién me llevó al ICBF? En todos los documentos aparece que la fecha de nacimiento es el 6 de noviembre, pero hay un papel en el que ponen que yo había nacido después de la avalancha. O sea, ¿cómo es posible que mis padres hayan muerto y yo haya nacido después? Ahí es cuando empiezo a dudar absolutamente de todo.

Jenifer

R.A: Cuéntanos sobre tu primer contacto con Francisco González, director de Armando Armero.
J.R: Yo ya había hecho una pequeña investigación antes y me había encontrado con la Fundación Armando Armero y los videos de los adoptados. Pero cuando me planteé lo del documental decidí contactarlo. Eso fue en septiembre del 2016. Al principio hablé con él con distancia periodística, preguntándole por los otros casos. Pero cuando me vi con él por Skype, cuando me dijo que yo también podría ser uno de esos casos, que tal vez mis padres biológicos me están buscando, acepté hacerme la prueba de ADN.

 

R.A: ¿Qué sentiste al considerar la posibilidad de que tus padres biológicos estén vivos?
J.R: Quedé muy confundida cuando terminé esa llamada con él. O sea, me di cuenta de que el Gobierno no hizo las cosas bien, que se cometieron muchas negligencias. Aunque mis padres hicieron todo legalmente, hay gente que pagó por los niños y como hubo tanta confusión en medio del desastre tú pudiste haber nacido en Armero y te pudieron haber llevado a Manizales, haberte llenado los datos rápido y así seguir con el proceso. Es que pueden ser tantas mis historias reales…

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R.A: ¿Te contactaste con el ICBF? ¿Qué te dijeron?
J.R: Yo entré a la página del ICBF y al chat que tienen ahí. Les pregunté cómo se hacía el proceso de pedir los papeles, todo mi historial. Me dijeron que era sencillo, que tenía que llenar un formulario, enviarlo online con mi Documento de Identificación Nacional (DNI) y ya está. Luego me respondieron que habían recibido todo y que una persona quedaba encargada de hacer la búsqueda de los papeles. Pasaron unos meses y no me contestaban nada. Entonces contacté a esa persona que había quedado encargada y me devolvió un correo automático diciendo que estaba de vacaciones. Al tiempo me respondió y me dijo que ya no era la persona encargada. Entonces llamé directamente al ICBF, al número que tienen en su página. Me dijeron que el proceso seguía abierto y que ya me contactarían. Esperé y esperé, pero nada.

 

R.A: Cuando viniste a Colombia a continuar con tu investigación para el documental, ¿fuiste directamente al ICBF?
J.R: Claro. Estaba en Manizales y también quería ver el lugar donde mis padres se encontraron conmigo la primera vez. Cuando llegué al mostrador del ICBF en esa ciudad, pregunté por la persona que llevaba el historial de las adopciones y me tuvieron esperando por un rato hasta que vino un señor. Le conté todo y le dije que quería tener esos documentos. La primera respuesta de él fue que “era muy complicado”. ¡Y yo no le había dicho ni mi nombre, ni el año de nacimiento, ni nada! Me dijo: “No, no, es que los archivos de aquel entonces están muy complicados”. Y yo le respondí: “¿Cómo puedes saber el año en que me adoptaron si yo no te lo he dicho? ¿Cómo tienes la seguridad de que es muy complicado encontrar mis papeles?”. Me dijo que calculaba mi edad por mi apariencia y que los archivos de esa época no se guardaban como los de ahora. Se negó y dijo que ese trámite era por internet. Le dije que ya lo había hecho pero que creía que yendo directamente sería todo mucho más sencillo. Pero no. Salí de allá y no podía creerlo. Entonces llamé a la central de Bogotá y lo mismo: que iba a ser imposible hacer el proceso en tan poco tiempo. Me recomendaron esperar.

 

R.A: ¿Y qué sentiste en ese momento?
J.R: Burocráticamente, aquí en España, tú solicitas un papel y si se van a tardar te dicen cuánto tiempo y ya está, te lo dan en ese tiempo. En este caso yo pensé que iba a ser igual, pero me he encontrado con que no. Entonces esa espera y esas largas que me están dando son motivo para creer que me están ocultando algo. O sea, ¿qué voy a encontrar de diferente en esos papeles que no me los quieren dar? Tengo un derecho legal a tener esa información. Ahora voy a empezar un proceso con un abogado para que pida los documentos. La ventaja es que como soy española, burocráticamente, desde aquí, pueden dar mayor celeridad a ese proceso. Pensé que cualquier persona solicitaba su derecho y lo cumplían.

 

R.A: ¿Conoces las experiencias de otras personas adoptadas después de la avalancha?
J.R: Para mí, Facebook es el lugar donde encuentro las historias de otros. Hay muchos grupos de colombianos adoptados. Son cerrados y tienes que pedir la solicitud de entrada. Ahí encuentras las historias de la gente y te empiezas a dar cuenta de que hay muchas similitudes en los casos. Una y otra vez aparecen personas con inconsistencias en sus registros, personas que solicitan al ICBF sus papeles y se los niegan. También encuentras videos de personas que se reencuentran con sus padres biológicos que creían, como en mi caso, que estaban muertos. Afortunadamente tuve unos padres que me contaron siempre cómo fue todo. Hay muchos adoptados que se enteran siendo ya mayores y ahí es mucho más difícil afrontar la verdad. Tampoco es que sean solo casos de adoptados de la tragedia del Nevado del Ruiz. Hay adoptados de finales de los 70 que tienen los mismos inconvenientes con el ICBF.

 

R.A: ¿En qué va Hija del volcán, tu documental?
J.R: Es el primer documental que hago, entonces estoy en dos procesos: la búsqueda personal de mi pasado y aprender cómo se hace un documental. Está en una fase de desarrollo, pero hay factores que te cierran puertas. O sea, piensas que es una historia muy bonita y todo pero no tienes dinero para hacerla. En este momento ya estoy en la parte del guión, montando una estructura. Pero es un proceso tan impredecible en el que te puede aparecer algo mañana que te cambie toda la historia. Mi idea es, para el año que viene, viajar a Colombia, estar más tiempo, grabar más y hacer investigación en el terreno.

 

R.A: ¿Qué pregunta estás tratando de resolver con el documental?
J.R: Bueno, ¿de quién soy hija? Es una pregunta tan sencilla de responder pero al mismo tiempo tan complicada. Mi esperanza es que pueda aparecer algún familiar por las pruebas de ADN y darle paz a esas personas que tal vez me estén buscando. O también tener la completa certeza de que la historia que me han contado es verdad, que quedé huérfana por la avalancha y que por eso me dieron en adopción.


Nota: Esta entrevista fue realizada el sábado 18 de noviembre de 2017. Dos días después, Jenifer recibió el premio de la Plataforma de Nuevos Realizadores de MadridCreaLab por el guión de Hija del volcán.

Créditos

POR
David Trujillo y Jorge Caraballo


PAÍS
Colombia


PUBLICADO EN
11/22/2017

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