Atentamente: anónimo | Transcripción
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[Daniel Alarcón]: Hola Ambulantes, antes de empezar, quiero felicitar a nuestros colegas de El hilo porque este viernes publicarán su episodio número 100. ¡Increíble! 100 episodios, cubriendo las noticias más apremiantes de América Latina, con las voces más lúcidas de la región. Si ya eres oyente de El hilo, conoces la calidad de ese podcast. Si aún no lo has escuchado, pues, este viernes, no te lo pierdas. Gracias.
Esto es Radio Ambulante, desde NPR. Soy Daniel Alarcón.
La historia de hoy comienza en el 2007 en una preparatoria de Ciudad Juárez, al norte de México. Es una escuela pública como cualquier otra: un edificio con un patio central, pasillos de color verde y crema y estudiantes con uniformes: pantalón gris y camiseta polo blanca en el caso de los hombres y faldas grises con rayitas verdes para las mujeres.
Ahí había un adolescente: Sergio Montes. Tenía 15 años. Era un chico tímido y, como muchos otros, lleno de inseguridades. Un ermitaño, dice él. Siempre con la guardia arriba, como si tuviera que protegerse de los demás. Le costaba relacionarse con sus compañeros. Su único lugar seguro era un grupo de amigos, en especial sus amigas.
[Sergio Montes]: Pues eran como las chicas alternativas que les gustaba el rock. Y pues que te tenían ideas así como más liberales, para ese tiempo.
[Daniel]: Sergio pasaba los ratos libres de la escuela platicando con ellas. Un día ya en casa después de clase, abrió su mochila para sacar su libreta y adentro encontró un papel… Era una carta escrita a mano.
[Sergio]: Letra bonita y dibujitos, decorada…
[Daniel]: Comenzó a leerla con curiosidad.
[Sergio]: «Me pareces muy lindo, que me da miedo hablarte, pero… pues eres muy especial».
[Daniel]: Era una confesión de amor. Sergio llegó al final, esperando encontrar un remitente, pero venía sin firma. Más que emocionado o halagado, se sintió incómodo.
[Sergio]: Era extraño, yo me percibía como alguien incapaz de agradarle a alguien más. Mi inseguridad era tan grande, mi autoestima era tan baja, que para mí… más fácil de pensar: “¿Le gusto a una niña?” Era más fácil pensar: “Alguien se está burlando de mí.
[Daniel]: Cuando esperas lo peor, es difícil decepcionarse. Pensó que lo más probable era que alguien le estuviera tratando de jugar una broma. Una broma muy pesada y cruel. Y ahí empieza la paranoia: tal vez alguien estaba escondido, mirándolo, riéndose de él a sus espaldas.
Sergio decidió no contarle a nadie. Ni a su familia, ni a sus amigas. Pero no podía dejar de pensar en el tema. Haber recibido esa carta sigue siendo importante hasta el día de hoy, más de una década después, porque gracias a ella cambió todo.
Una breve pausa y volvemos.
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[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Nuestra asistente de producción, Fernanda Guzmán, nos cuenta la historia.
Aquí Fernanda.
[Fernanda Guzmán]: Con el paso de los días, la paranoia de Sergio se empezó a transformar…
[Sergio]: Tal vez exista la posibilidad de que esto no sea hostil.
[Fernanda]: Con la mente más positiva le entraron ganas de compartir lo que estaba pasando con alguien. Así que decidió contarle a sus amigas.
[Sergio]: Ellas emocionadísimas, ¿no? Porque… Pues en esa época no sé por qué las cartas, ¿no?, mandarse cartas era como que: «Guau”.
[Fernanda]: Algo súper romántico. Y pues, en la adolescencia, los gestos amorosos, aún por insignificantes que sean, se sienten monumentales.
Una semana después de que llegó la primera carta, apareció otra. Y después otra. Sergio se acostumbró a recibir varias cartas a lo largo de un mes. En cada una se describía con un poco más de detalle lo que al admirador anónimo le gustaba de él: sus ojos, su apariencia, su forma de caminar…
[Sergio]: Llegó un momento donde salía a platicar, a caminar con mis amigas, pero como vigilando el salón, ¿no? Quién entra, quién sale.
[Fernanda]: Tratando de averiguar quién era el admirador secreto. Pero Sergio no era muy buen espía o la otra persona era demasiado rápida, porque nunca detectó a nadie sospechoso metiéndose en sus cosas.
[Sergio]: Entonces como que mi mente trataba de averiguar quién podría ser, pero a la vez existía como… como este deseo, ¿no?, de que fuera alguien en particular.
[Fernanda]: Se refiere a una chica que le gustaba en ese entonces. Descubrir que ella estaba detrás de esto hubiera sido el final perfecto.
Pero sin importar quién estaba escribiendo las cartas, Sergio comenzó a encariñarse con esa persona. Todavía no tenía cara, pero la vulnerabilidad de lo que escribía hizo que Sergio se sintiera identificado. Era como mirarse en un espejo.
[Sergio]: Sí expresaba como este miedo de: «Ah, es que si me conoces, probablemente te vas a decepcionar de mí». Entonces yo teniendo como todos estos problemas con mi cuerpo. Pues yo decía… O sea, no estoy solo, ¿no? O sea, hay alguien que está experimentando lo… lo mismo que yo».
[Fernanda]: Esa inseguridad de no sentirse suficiente, de no encajar, de no ser atractivo para los demás. Y conectar de esa manera con alguien hizo que esa persona se hiciera aún más importante en su día a día.
[Sergio]: Tal vez si no pasaba como algo romántico, pero sabía que podría ganar una amiga. Asumía que era alguien con quien me podría sentir en paz y a gusto, porque sabría entender que… que pues yo también estoy pasando por ese tipo de emociones que ella estaba pasando.
[Fernanda]: Después de un mes de recibir cartas, Sergio decidió que era momento de dar respuesta a esas declaraciones de amor. Quería conocerla. Pero para iniciar el plan de acción necesitaba refuerzos.
[Sergio]: Pues mi letra es horrible la verdad. Dos amigas fueron las que me ayudaron más que nada.
[Fernanda]: Le ayudaron a escribirla. Pero no solo necesitaba asistencia con su caligrafía. Según sus amigas, a Sergio le faltaba un toque de romanticismo en el mensaje. Una mañana, en un receso, se sentaron juntos a escribir la respuesta definitiva.
[Sergio]: Era así como de: «¿A ver, qué le quieres decir? A ver, ¿qué le quieres contestar?», ¿no? Y yo decía: «No, pues que sí quiero conocerla». Y ya ellas agregaban, no sé, algo de… lo haci… Lo volvían a como que algo súper romántico y épico.
[Fernanda]: Sergio entendía las inseguridades de la persona que enviaba las cartas, y quería asegurarse de que su mensaje fuera lo suficientemente amable para que no le diera miedo conocerse cara a cara. Quería generar confianza. Le dijo que sin importar quién fuera, él no respondería mal.
Cuando la carta quedó lista, a Sergio se le ocurrió que la única manera de hacérsela llegar era por el mismo medio que usaba el remitente: su mochila. Un día, por la mañana, esperó a que su salón estuviera considerablemente lleno de gente, para que así hubiera más posibilidad de que esa persona lo viera. Agarró su mochila, se paró junto a su pupitre, donde estuviera lo más visible posible.
[Sergio]: Lo hice súper obvio de: “Estoy colocando aquí algo en mi mochila”.
[Fernanda]: Exagerando la mímica de sus movimientos, tratando de comunicarse sin voz.
[Sergio]: Como: «Hey, estoy dejando algo aquí. Amiga, admiradora secreta a la que quiero conocer, que sé que estás aquí…».
[Fernanda]: Sergio salió del salón con sus amigas para darle algo de tiempo y cuando regresó la carta ya no estaba. El mensaje había sido enviado.
La respuesta no llegaría a través de su mochila esta vez. Una chica se acercó a él en el pasillo con una carta entre las manos. “Es para ti”, le dijo, y se fue. Era la primera vez que aparecía un rostro involucrado.
Sergio abrió la carta mientras veía a la chica alejarse. El mensaje establecía una fecha: ese mismo día, en el receso. Y un lugar: en la parte de atrás de la escuela…
[Sergio]: En los últimos salones… ahí hay como un corredor que casi nadie visita.
[Fernanda]: Era una zona que todavía estaba en construcción. El corredor había pasado mucho tiempo semi abandonado, con montones de arena, grava, varillas y paredes sin pintar…
Las pocas personas que visitaban ese lugar llegaban ahí para hacerle bullying a los demás. O a veces los estudiantes se enteraban de que ahí de pronto había una que otra golpiza. Era el espacio perfecto porque por allá nunca pasaba un profesor.
La reputación de que era un lugar donde le hacían bullying a las personas puso muy nervioso a Sergio. Lo primero que pensó fue: “¿Y si se trata de una trampa?”. Pero por otro lado, citarse ahí les garantizaba un poco de privacidad. Era un riesgo, y estaba dispuesto a tomarlo. Quería mantener todo para sí mismo, con la menor cantidad de personas involucradas, por lo que no le contó a sus amigas.
Cuando sonó la campana del receso, Sergio comenzó a caminar hacia el corredor.
[Sergio]: Iba con muchos nervios, me imaginaba, ¿no? Me imaginaba miles de escenarios tanto buenos como malos.
[Fernanda]: El escenario bueno era, por supuesto, llegar y ver que allí lo estaba esperando su admiradora, fuera la chica que le entregó la carta u otra. Hablar con ella de los mensajes, de ellos, conocerse mejor… Pero por otro lado, el peor escenario lo tenía claro:
[Sergio]: Cuando llegue ahí me van a estar esperando un grupo de hombres y me van a pegar, me van a insultar. Y pues me van a ir a aventar a los escombros.
[Fernanda]: Cuando llegó vio a una chica, sola, sentada esperándolo. Sergio nunca había cruzado palabra con ella, pero la conocía.
[Sergio]: Era popular en la escuela, pero… más bien porque solía ser muy atacada. Se burlaban mucho de ella. Entonces todo lo que yo conocía de ella era de las burlas que hacían sobre ella.
[Fernanda]: Y gran parte del bullying que le hacían venía de su orientación sexual. A ella le gustaban las mujeres.
[Sergio]: Todas las personas que eran queer eran como ubicados por todos, porque era como el: «Ah, mira el… el gay, la lesbiana». Porque era todavía una causa de asombro en ese tiempo.
[Fernanda]: Y es que estamos hablando de México, un país en su mayoría machista y homófobo. Y aún más en el 2007. Tanto esa chica como otro integrante de su reducido grupo de amigos eran conocidos por ser, entre comillas, diferentes. Así que, cuando Sergio la vio, supo inmediatamente que las cartas no podían ser de ella.
[Sergio]: Y en ese momento como que me… Me cayó todo el veinte. Uní todos los puntos. Al momento de verla ya tuve una idea de… de exactamente quién me había escrito esas cartas. No había ninguna otra opción de que alguien de su grupo pudiese ser quien sentía esas emociones hacia mí más que su amigo.
[Fernanda]: Tenían que venir de Luis, el mejor amigo de ella. Nunca había hablado con él. No eran del mismo salón, ni del mismo curso, pero Sergio lo conocía porque Luis era alguien que solía llamar mucho la atención. Por ejemplo, dos años antes se había nominado como reina de la primavera en su escuela. Hizo un par de conciertos cantando y bailando para conseguir votos y le fue muy bien en la contienda. Era sobresaliente en calificaciones y la única persona de su escuela que era abiertamente gay.
[Sergio]: Entonces ya entendí, ¿no? Como por qué le daba miedo que nos conociéramos, por qué sentía que no podía decírmelo. Y por qué todo este misterio, ¿no?
[Fernanda]: Apenas entendió quién le había estado escribiendo, Sergio se paralizó.
[Sergio]: Me sentí muy extraño. Sentí mucho miedo. Sentí mucha tristeza.
[Fernanda]: Tristeza porque ya se había imaginado a esta persona como una parte importante de su día a día. Se acercó a su compañera, la amiga de Luis. Ella empezó a hablar pero Sergio no se podía concentrar…
[Sergio]: No podía escuchar lo que ella me estaba diciendo y solo estaba con mis propios pensamientos y lo veía a él.
[Fernanda]: De repente, Luis apareció y empezó a caminar hacia ellos. Cuando su compañera dejó de hablar, y Sergio se dio cuenta que era su turno de decir algo, decidió ir al grano.
[Sergio]: Solo… sole recuerdo que le dije que… que me disculpara. Que… que le dijera a su amigo, que… que, pues gracias, que yo… que yo no… Eso sí, literal, le dije que no… “Yo no soy así”. Y… y me retiré.
[Fernanda]: “Yo no soy así”, es decir: yo no soy gay.
Sergio se alejó del corredor. Solo deseaba que nadie hubiera visto ese encuentro para que ni remotamente tocaran el tema. Todavía no quería regresar con sus amigas. Usó el poco tiempo de receso que le quedaba para sentarse y respirar. Más tarde, volvió al salón, y aunque él no les había dicho nada, parecía que sus amigas ya sabían que se había ido a reunir con la persona secreta. Comenzaron a inundarlo de preguntas.
[Sergio]: Tengo el recuerdo de… de ellas, todas emocionadas, eh, por saber que qué había pasado, ¿no? Y…yo les dije que no, que pues nada. Que simplemente pues no… no había salido chido y ya.
[Fernanda]: No entró en detalles, ni les contó en ese momento quién era la persona que estaba detrás de las cartas. Como ellas lo vieron triste, no hicieron más preguntas y no hablaron más del asunto.
Poco antes de salir de clase Sergio alcanzó a escuchar a algunos de sus compañeros hablando: “Luis está llorando en uno de los baños, quién sabe qué le pasó”.
Sergio se sentía triste por el final que tuvo todo este misterio de las cartas, por la desilusión de cómo acabó. Pero ahora también se estaba sintiendo mal por Luis, por saber que lo estaba lastimado.
Cuando por fin salió de la escuela después de lo que se sintió como un día eterno…
[Sergio]: Llegué a mi casa, me subí a mi cuarto y me tiré a la cama y me puse a llorar y a llorar y llorar hasta que… Que pues ya, ya el mismo llanto me cansó.
[Fernanda]: Poco a poco se fue olvidando del episodio.
Más de 10 años después, sin embargo, las cartas volvieron de golpe a la vida de Sergio. Estaba en la casa de una amiga. Decidieron ver el anuario para refrescar la memoria. Mientras su amiga pasaba las páginas, ella le preguntó: “¿Te acuerdas cuando te mandaron las cartas?”. Sergio le respondió que no, pero el tema se le quedó en la mente el resto de la noche y poco a poco se fue desbloqueando su memoria.
Lo que Sergio sintió fue culpa.
[Sergio]: Y ahora, como adulto, pues digo, ojalá hubiese tenido, ¿no?, otras herramientas ¿no? Y verlo de manera distinta.
[Fernanda]: Comprender a Luis, empatizar con él… Darse la oportunidad de hacer un amigo. Al recordar esto, sintió que necesitaba desahogarse del tema.
Se fue a su cuenta de Twitter y la usó como tantos de nosotros: como una especie de diario virtual o un blog personal. Así que decidió tomar el celular y comenzó a escribir un hilo. Empieza así:
[Sergio]: “Un día en la prepa recibí una carta, asumí era de una morra, me decía que le gustaba pero que le daba miedo decírmelo en persona…”
[Fernanda]: El hilo continúa…
[Sergio]: En retrospectiva me hubiese gustado ser su amigo y decirle entonces un par de cosas que jamás me atreví, yo voté por ti cuando te lanzaste a candidato como reina de primavera…
[Fernanda]: Y lo cerró con esto:
[Sergio]: Y Luis, guardé tus cartas por mucho tiempo, fue mutuo pero no estaba listo.
[Daniel]: Una pausa y volvemos.
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[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Antes de la pausa escuchábamos cómo Sergio, un adolescente de 15 años, conoció a su admirador secreto en un pasillo solitario de su preparatoria, en el 2007. El encuentro no salió nada bien, y, culpable, Sergio decidió olvidarse del tema.
Más de una década después, al recordar lo que pasó y tratando de desahogarse, Sergio escribió un hilo en Twitter sobre el tema, con una revelación al final: él también es gay, pero en ese entonces no estaba listo para hablarlo. Los mensajes estaban dirigidos a Luis, pero en ningún momento Sergio esperaba que él lo leyera… Eso hasta que el internet se puso manos a la obra.
Fernanda nos sigue contando.
[Fernanda]: Sergio siempre sintió que algo en él no encajaba.
[Sergio]: Desde niño sabía que era diferente.
[Fernanda]: Y es que todo lo que lo rodeaba le decía que las personas gays eran…
[Sergio]: Hombres de los que se burlaban o historias de hombres que habían terminado de manera trágica. Y cuando me di cuenta que yo cumplía con las características de esas personas… Entonces en cierta forma, pues eso… eso generó una especie de… de miedo en mí, ¿no? Yo no quiero ser humillado, y pues yo tampoco quiero terminar de manera trágica.
[Fernanda]: Así aprendió a esconder su forma de ser y ahora entiende que gran parte de su baja autoestima venía de ahí, de sentir que era alguien despreciado. Poco a poco comenzó a cambiar su forma de hablar, de moverse… Y pronto empezó a odiar esas partes de sí mismo, evitaba, por ejemplo, verse al espejo. Y aunque nadie le había dicho directamente a él: “Hay algo malo contigo”, lo que escuchaba alrededor fue lo suficientemente poderoso para que le cambiara su percepción de sí mismo.
[Sergio]: Todas esas ideas que se me… se me dijeron de que todo en mí era malo, ¿no? y que era un ser terrible, ¿no? Un monstruo. Llegó un momento donde me lo creí, ¿no? De “Ok, verdaderamente soy un monstruo. Y a la vez decía pues yo no quiero ser un monstruo para mis amigos, no quiero ser un monstruo para mi familia, entonces prefiero estar lejos de ellos a, pues dañarlos, ¿no?”
[Fernanda]: Por eso construyó esa personalidad ermitaña que por mucho tiempo no le permitió disfrutar plenamente de sus seres queridos. Y se privó de momentos que pudieron haber sido agradables… como cuando recibió las cartas de su admirador secreto en la preparatoria.
[Sergio]: O sea en lugar de pensar todo lo que al leer esas cartas pensaba de: qué bonito ¿no?, que existe esta persona ahí. Y qué chido podría ser conversar ¿no?, y tener un tiempo juntos. Lo único que pensaba es: quiere decir que todo el mundo sabe. Quiere decir que… Que sí, o sea que, pues a partir de aquí todo va a ir mal…
[Fernanda]: No fue hasta que llegó la pandemia que Sergio comenzó a cuestionarse ese estilo de vida solitario al que se sometió durante tantos años. Como para muchos de nosotros, la cuarentena se convirtió en un momento obligado de introspección. Y fue ahí cuando Sergio empezó a replantearse la forma de relacionarse con el mundo. Fue en ese momento que decidió volverse a ver con su amiga de la preparatoria, pudo recordar las cartas y pensar en todo eso que no fue. Tal vez si su respuesta hubiera sido diferente, el resto de su experiencia en el colegio hubiera sido menos solitaria, más feliz. Tal vez Luis hubiera sido esa primera pareja… o un amigo que conservaría hasta ahora. O alguien que le hubiera ayudado a ser más honesto con los demás. A quererse. Quién sabe.
Parte de esto fue lo que lo impulsó a tomar la decisión de lanzarse a escribir ese hilo en Twitter. Iba a ser la primera vez que Sergio hablaba públicamente sobre su sexualidad. Tenía 29 años y no se lo había dicho a nadie. Era arriesgado pero a la vez no tanto pues su nombre de perfil no era el real. No lo seguían muchas personas y todos eran desconocidos. Se sentía, de alguna manera, como un espacio seguro para desahogarse. Escribir ahí siempre le resultaba liberador…
Pero… poco después de lanzar el hilo su celular empezó a vibrar sin parar. Le llegaban muchísimas notificaciones. Su mensaje se había hecho viral y miles de personas desconocidas lo estaban compartiendo, comentando su historia. Sergio se asustó.
[Sergio]: Debo admitir que para mí fue muy estresante, porque no soy una persona muy social. No sé cómo sentirme con la atención de alguien.
[Fernanda]: Se sintió abrumado. Tanto que ni siquiera llegó a leer muchos de los comentarios. Incluso apagó su celular y trató de desconectarse un par de días.
La cantidad de personas que se sintieron conmovidas con su historia hizo que el hilo trascendiera de Twitter.
(SOUNDBITE ARCHIVO)
[Chica Tik Tok]: Ok, todo el mundo tiene que ver esto para que el internet haga su magia.
[Fernanda]: Este es el audio de un video en TikTok donde una chica lee el hilo que escribió Sergio…
(SOUNDBITE ARCHIVO)
[Chica Tik Tok]: Es un hilo en Twitter y dice lo siguiente: “Un día en la prepa recibí una carta, asumí era de una morra, me decía que le gustaba pero que le daba miedo decírmelo …”
[Fernanda]: Y termina el final del hilo diciendo:
[Chica Tik Tok]: “Y Luis guardé tus cartas por mucho tiempo, fue mutuo, pero no estaba listo”. Este no puede ser el fin de esta historia. Luis, por favor, ¿dónde estás?
[Fernanda]: En todos los rincones de internet a donde llegó esta historia había usuarios pidiendo encontrar a Luis:
[Usuaria 1]: Luis dónde estás maldita sea!!!
[Usuario 2]: Encuentren a Luis!
[Usuario 3]: Necesito que Luis aparezca para poder seguir con mi vida.
[Usuaria 4]: Por el poder de Twitter yo te invoco, Luis ¿dónde estás?
[Fernanda]: Y cuando Sergio abrió de nuevo, nervioso, asustado, sus perfiles de redes sociales, se llevó la grata sorpresa de ver todo el apoyo de la gente.
[Sergio]: Y sí fue una experiencia como que muy bonita. Sí me tocó mucho. Fue muy impactante ver cómo personas que tal vez ni siquiera son de… de México, pero estaban pasando por lo mismo.
[Fernanda]: Lidiando con lo difícil que podía ser aceptarse a sí mismo y las cosas que se pierden en el camino. Claro, hubo comentarios negativos, homofóbicos, pero eran los menos. Lo más importante para Sergio fue que sintió un acompañamiento que nunca había tenido antes.
[Sergio]: Me hizo sentir: «OK. No estás solo».
[Fernanda]: Fue cuestión de tiempo para que la publicación de Sergio se colara entre sus conocidos…
[Sergio]: Algo que para mí fue muy fuerte fue el hecho de que muchos amigos se dieron cuenta de… de mi orientación porque les llegó el hilo. Y se comunicaron a mí y varios me decían: “Oye no sabía, pero si lo hubiese sabido nada hubiese cambiado”.
[Fernanda]: Sergio genuinamente no esperaba esa respuesta. Todo lo que había escuchado en la infancia lo había convencido de que si sus seres queridos se enteraban, lo rechazarían. La respuesta de sus amigos y de los cientos de desconocidos en Twitter fueron el empujón que necesitaba para poder hablarlo con su familia por primera vez.
Creció con unos padres y una hermana mayor en un ambiente un tanto conservador. Por esto y también por sus propias inseguridades, Sergio se alejó por mucho tiempo de ellos.
Unos días después de publicarlo en Twitter, decidió hablar con su familia. Fue a visitar a su hermana y a su mamá. Su padre falleció en 2009. Con su hermana no fue un momento muy ceremonial, o elaborado, simplemente una conversación sencilla, honesta. Le contó que era gay a ella, a sus sobrinas y a una prima muy cercana.
[Sergio]: La respuesta de… de todas fue: «Siempre te he querido como eres. Lamento no haber podido estar ahí. Pero quiero que sepas que si lo hubiese sabido, hubieses estado ahí. Y ahorita estoy ahí también para ti”.
[Fernanda]: Con su madre fue un tanto diferente. Por la viralidad de su hilo Sergio tenía miedo que alguien llegara a contárselo a su mamá como un chisme o en tono de broma. No quería que fuera tomada por sorpresa en una situación así, quería ser él mismo el que se lo dijera. Fue un lunes…
[Sergio]: Ese día llegué, nos saludamos. Ella estaba en su sala viendo la televisión. Yo le dije: “Tenemos que hablar”. Supongo… por la forma en la que… no sé, tal vez mi cara y por lo que dije pensó que era algo serio, o algo grave, más bien. Apagó la televisión, yo no me senté. Le empecé a platicar…
[Fernanda]: Sergio no recuerda exactamente las palabras que usó…
[Sergio]: Solo recuerdo que… que le dejé claro que… que pues era gay y le platiqué lo de las cartas. Ella me dijo que me sentara. Me senté a lado suyo, me agarró la mano… Me dijo que a ella… que a ella no le importaba que fuese gay, que ella me quería como fuese.
[Concepción]: No sé si él pensaría que su madre lo iba a rechazar. Cuando él ya se aceptó, y yo también lo acepté, porque aceptarlo como es él es un signo de amor. Y, pues a mi hijo yo lo quiero mucho.
[Fernanda]: Esta es Concepción, la mamá de Sergio. Ambos saben que durante muchos años algo entre los dos los mantenía alejados.
[Concepción]: Ya ni siquiera hay de por medio entre nosotros esa traba. Por eso la relación mejoró, porque el cariño… mi afecto hacia mi hijo se agrandó al aceptarlo como era.
[Sergio]: Recuerdo que me emocionó mucho. Yo tenía muchas ganas de llorar. De hecho sí terminé llorando. Le agarré la mano fuerte y ella hizo lo mismo…
[Fernanda]: Esta decisión, hablar con su madre, iba a ser decisiva para que su relación entrara en una nueva etapa.
[Concepción]: Pero él se acercó y… y los puentes que estaban rotos se… se fundieron. Ahorita yo considero una relación sólida. Porque él tiene que saber, y si no se lo tengo que hacer entender, que su madre le tiene un amor muy especial de hijo.
[Fernanda]: Sergio sintió que se había quitado un peso de encima. Para él fue un alivio gigante esa reacción. Era un paso enorme en su vida y estaba contento.
[Sergio]: Como darte cuenta que ese monstruo al que tanto miedo tienes no existe, o tal vez sí existe, pero no te puede hacer nada. Sí existe esta sensación como de… no sé si llamarla poder, pero más como llamarla como libertad.
[Fernanda]: Mientras tanto seguía recibiendo mensajes en Twitter donde otras personas le contaban sus propias historias saliendo del clóset. Además se encontró con el hashtag #LuisDóndeEstás.
[Sergio]: Fue muy extraño porque realmente yo no esperé que llegara a tantas personas. Mucho menos que lograra llegar a él.
[Fernanda]: Y es que uno de esos mensajes directos decía:
[Luis]: «Oye, ahm… Creo que yo soy el de tu historia».
[Fernanda]: Este es Luis. El hilo llegó a él gracias a una amiga del trabajo. Ellos se conocían porque también fueron compañeros en la preparatoria y ella recordaba el concurso de reina de primavera que Sergio mencionaba en su hilo. Solo tuvo que unir los puntos para darse cuenta de que se trataba de su amigo. Le hizo llegar la publicación.
Luis claro que recordaba que se había lanzado como reina de primavera y sería rarísimo que otra persona con el mismo nombre también lo hubiera concursado. Lo más seguro es que sí se tratara de él, pero no estaba del todo seguro, quería verificarlo. Se metió a revisar las fotografías que había en su Twitter.
[Luis]: Hasta que vi una foto de él, cuando estaba joven, bueno, cuando estaba adolescente, dije “no mames, no mames, no mam… bueno, no manches, no manches, no manches” y ya se me vino toda la bola de recuerdos otra vez a… a la memoria. Y yo dije ¡sí!”
[Fernanda]: Le escribió de una por mensaje directo en Twitter, Sergio le preguntó…
[Sergio]: ¿Eres tal? Y me dice: «jaja sí». Creo que entre las primeras cosas que quise verificar es: «Oye, ¿y sí usas lentes? ¿Sí eres así?, porque ya no recuerdo”. Y él se rió y empezamos a platicar.
[Fernanda]: Luis también contestó el hilo, presentándose a las personas que lo estaban buscando. Allí contó que él era el Luis que había enviado las cartas, aunque ahora es conocido por su nombre artístico: Ariel. También dijo que ahora se dedica a ser transformista, y más detalles de su vida actual…
[Luis]: Yo no sé ni por qué le di una explicación tan larga. En serio. Fue una explicación como de tres cuartillas, de esas de Twitter de 150 caracteres.
[Fernanda]: Sergio y Luis comenzaron a hablar por mensajes directos de Twitter poniéndose al día. Luis por fin podría contarle su versión de la historia. Desde el momento en que se fijó por primera vez en él.
[Luis]: Es algo así como que lo ves y ¡pum! Así como que: «Ah, caray». O sea… ves a una persona y sientes algo raro. Y así, así me pasó. Fue como que así un flechazo así al momento de verlo y de ahí fue como que obsesión. Así de que ahí “este está bien guapo”. Y no le encontraba yo ningún defecto en ese momento.
[Fernanda]: Compartió con sus amigas que había un chico que le gustaba, y ellas le aconsejaron para que pudiera decírselo.
[Luis]: Soy bien… soy bien chapado a la antigua, a mi me gusta mucho el romanticismo, pues en las relaciones.
[Fernanda]: Así que decidió hacerlo a través de las cartas. Aunque Luis era romántico y expresivo con sus sentimientos, también le ayudó su grupo de amigas a la hora de escribir. Lo mismo que pasó con Sergio.
[Luis]: Pero claro que la carta nunca decía… No mencionaba «soy él o soy ella». Siempre traté de evitar ese tipo de… de pronombres. Para que no se diera cuenta, pues que era él.
[Fernanda]: Repitieron el plan con el resto de las cartas hasta que llegó el momento donde por fin recibió esa respuesta de Sergio, y Luis decidió proponerle que se encontraran en la parte de atrás del colegio.
[Luis]: Creo que la última carta fue cuando yo le dije que ya, pues, era momento de vernos y que esperaba que fuera de su agrado la sorpresa. Bueno, yo creo que sí fue mucha sorpresa para él.
[Fernanda]: Luis parecía estar confiado de que podría tener una respuesta positiva. Y me llamó la atención que en ningún momento mencionó dudar de la sexualidad de Sergio. Le pregunté a Luis si él no llegó a pensar en la posibilidad de ser rechazado porque Sergio fuese en realidad heterosexual.
[Luis]: Yo pensé que yo iba a llegar a algo con él. Porque yo, uno como persona LGBT tiene así como que un sexto sentido y… el radar, pues vaya, yo sentía que él era gay. Yo sabía.
[Fernanda]: Pero el día del encuentro en el pasillo entre Sergio y la amiga de Luis…
[Luis]: Yo recuerdo que me escondí atrás de un salón donde había como que varios arbustos. Y mi amiga fue la… la que estuvo platicando con él. Entonces ya me dijo: «Ven».
[Fernanda]: Luis comenzó a acercarse, pero fue en ese momento cuando Sergio le dijo a su amiga que él no estaba interesado. Ella trató de hacerle señas a Luis para que se alejara.
[Luis]: Entonces mi amiga me dijo: «No, no, no, no, no». O sea, de lejos, yo todavía ni llegaba siquiera. «No, no, no, no». Me hizo: «No, no, no, no vengas».
[Fernanda]: Pero cuando vio a Sergio alejarse no entendió lo que estaba pasando. Su amiga le contó que Sergio le había dicho: “Lo siento, pero yo no soy así”.
[Luis]: Recuerdo que se me llenaron los ojos de lágrimas y me fui de ahí apresuradamente al baño a llorar y mi amiga iba tras de mí: «Luis ven, Luis, ven para acá». Y no, yo me fui directamente al baño y me puse a llorar en el baño de los niños, siempre estaba vacío y pues ahí lloré… a gusto.
[Fernanda]: La tristeza le duró un buen rato. Pero como suele suceder, todo va quedando atrás. Tanto para Luis como para Sergio. Sin decidirlo de manera consciente, terminaron reprimiendo gran parte de sus recuerdos de la vida escolar.
Ahora, gracias a la ayuda del internet, pudieron por fin tener esa conversación que tenían pendiente desde hace 14 años. Seguían viviendo en la misma ciudad así que quedaron de verse una noche después del trabajo en un un café. Una vez más tenían la hora y el lugar, pero esta vez Sergio estaba listo.
[Sergio]: Tal vez no se dio esta conversación en aquel entonces, pero la podemos tener ahora que somos personas que en cierta forma están en un mucho mejor lugar. El saber que ahora si no hay de esas limitantes a la interacción y sobre todo saber que ya no hay nada de esos miedos ni de esas barreras.
[Fernanda]: Era una noche agradable de verano.
[Luis]: Fue algo bonito porque nos citamos en un café. Yo llegué primero que él.
[Fernanda]: Escogió un asiento en el segundo piso y esperó. Sergio llegó por otra puerta en el primer piso. Ambos estuvieron esperando a solas por un rato. Sergio se puso algo nervioso de que Luis no fuera a llegar…
[Sergio]: Empecé a sentir miedo de: “Me va a plantar. Se va a vengar”.
[Fernanda]: Una mesera los ayudó a encontrarse… Se rieron con ella de la situación y cuando los dejó solos se saludaron con un fuerte abrazo.
[Sergio]: Sentimos como risa y gracia y mucho gusto al vernos. Y nos abrazamos.
[Luis]: Y al momento de verlo fue: «Wooow, ¿cómo que ya nos vimos?». Y fue un gran abrazo y un… Me dio mucho gusto verlo y ahora sí que volverlo a conocer.
[Fernanda]: Hablaron de la preparatoria y las cosas que vivieron cada uno en ese lugar. Pero en realidad hablaron más de su presente que de su pasado.
Eso es lo que realmente ambos querían saber del otro. Sergio se abrió con Luis y le contó sobre todos los problemas que tuvo consigo mismo, su época de ermitaño, todos los miedos que había estado cargando y que ahora estaba en proceso de dejar atrás.
[Luis]: Y me da gusto verlo bien. Me da gusto verlo tan valiente porque es una persona muy valiente que está tratando de… de salir… de salir al mundo… De comerse el mundo.
[Sergio]: Fue realmente una experiencia muy, muy agradable porque fue conectar por primera vez como… como estos adultos.
[Fernanda]: Pero uno de los principales objetivos de Sergio al reencontrarse con Luis era por fin poder ofrecerle una disculpa. Se seguía sintiendo muy culpable por haberlo lastimado en ese entonces.
[Sergio]: Como esa necesidad de estar en paz tanto con él como con mi yo del pasado.
[Luis]: Te digo, fueron cosas de adolescentes y hasta ahí quedó. Y yo le dije que no tenía por qué disculparse de nada. Porque ni él fue culpable de lo que pasó. A lo mejor que yo propicié eso.
[Fernanda]: Es que no todos tienen el mismo recorrido hacia la auto-aceptación. Cada uno encuentra su camino, a su ritmo.
Estuvieron varias horas en ese café. El reencuentro fue lindo para ambos, a pesar de las vidas tan diferentes que han llevado. Y para recordar el momento se tomaron una fotografía. La compartieron en Twitter con los cientos de personas que habían estado esperando este momento desde que Sergio publicó el hilo. Acompañando a la foto, Sergio escribió un tweet que decía:
[Sergio]: Anoche Luis y yo tuvimos la oportunidad de conocernos y platicar como dos adultos independientes y felices con sus respectivas vidas. Cada uno ha tenido que librar sus propias batallas. Me dio gusto saber que aunque nos toco crecer en un ambiente de discriminación, desde dos trincheras tan distintas, hoy somos adultos de los cuales aquellos niños que en su momento fuimos, estarían muy orgullosos.
[Fernanda]: Le pregunté cómo se siente ahora después de todo lo que pasó. Me dijo que la relación con su familia había cambiado. Ahora son mucho más cercanos. Pero tal vez lo más importante es que la relación que tiene consigo mismo se transformó.
[Sergio]: Ahora me siento honestamente más seguro en muchos aspectos. En lo emocional, en lo intelectual. Me siento hasta una persona atractiva por así decirlo -aunque no lo sea- pero ya tengo más seguridad.
[Fernanda]: Lo que más le sorprende es el hecho de que ahora sí siente merecer afecto.
[Daniel]: Sergio y Luis siguen en contacto, hablando seguido, haciendo crecer su amistad. Ambos han recibido muchos mensajes de parte de personas que se sintieron conmovidas con su historia, que piden consejos en su propio proceso… Gente que se desahoga con los detalles complicados de su propia situación, y otros que simplemente les agradecen.
Esta historia fue producida por Fernanda Guzmán. Vive en Ciudad de México.
Esta historia fue editada por Camila Segura, Luis Fernando Vargas y por mi. Desirée Yépez hizo el fact-checking. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri y Rémy Lozano, con música original de Rémy.
El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Nicolás Alonso, Lisette Arévalo, Aneris Casassus, Emilia Erbetta, Camilo Jiménez Santofimio, Ana Pais, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill, Elsa Liliana Ulloa y David Trujillo.
Carolina Guerrero es la CEO.
Radio Ambulante se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.
Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.