El idioma que no heredé | Transcripción
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[Daniel Alarcón]: Esto es Radio Ambulante. Soy Daniel Alarcón.
La historia de hoy transcurre en dos lugares separados por más de 15 mil kilómetros, pero unidos por cientos de familias.
Nicole Chi Amén pertenece a una de ellas.
[Nicole Chi]: Soy cineasta. Soy costarricense, pero soy parte de la comunidad china en Costa Rica. Yo soy tercera generación y soy china de parte de la familia, tanto de mi papá como de mi mamá.
[Daniel]: Todos sus abuelos emigraron de China a Costa Rica en los años 50. Vienen de una región al sur, llamada Enping.
[Nicole]: Es un lugar muy, muy rural, sumamente rural.
[Daniel]: Enping es uno de los lugares donde inició la gran diáspora china del siglo XIX. Los abuelos de Nicole escapaban de la escasez. Y es que durante la primera mitad del siglo XX, la historia de China estuvo marcada por hambrunas. Y la segunda mitad comenzó con lo que se considera la hambruna más mortal del mundo y el mayor desastre causado por humanos en la historia. Se estima que unas 30 millones de personas murieron. Hay consenso de que se debió, primordialmente, a las políticas comunistas y de desarrollo agrario implementadas por la recién fundada República Popular de China.
[Nicole]: Se había regado la bola de que Costa Rica estaba muy bien, o sea, de que ahí se podía, inmigrar fácilmente, no como en Estados Unidos, que que era más complicado y que había oportunidad de hacer negocios y de poder salir como de la pobreza y mejorar sus condiciones. La mayoría de los chinos de Costa Rica todos vienen de la misma región, porque fue que todos ellos empezaron a chismear un poco de que había oportunidad en Costa Rica.
[Daniel]: Y bueno, lo que les contaremos hoy tiene que ver con sus abuelos maternos.
[Nicole]: Mi abuela, se casó con mi abuelo estando en China y mi abuelo vino con mi bisabuelo, o sea, con su padre. Y mi abuela se quedó en China por un periodo de tiempo y ya cuando se establecieron en Alajuela mi abuelo decidió traerse a mi abuela.
[Daniel]: Ahí montaron una tiendita de abarrotes –lo que en Costa Rica se conoce como pulpería– en el mercado de la zona, tuvieron a sus hijos –entre ellos a la mamá de Nicole, y envejecieron.
En ese mismo lugar, en Alajuela, nació Nicole y vivió toda su niñez y adolescencia. Su casa y las de sus abuelos quedaban cerca, a unos diez minutos caminando. Y claro, como en muchas familias, había visita mandatoria todos los fines de semana. Su mamá y ella iban siempre… Y para Nicole, de niña, esas visitas eran un poco extrañas.
[Nicole]: Yo me sentía muy intimidada por mis abuelos. Tanto mi abuelo y mi abuela. Él era como alto y fumaba mucho. Trabajaba mucho. A él lo sentía muy misterioso y como lejano trabajaba mucho. Los recuerdos que yo tengo de él es cuando íbamos a visitarlo al negocio y me regalaba una Coca-Cola. Y yo recuerdo como que agarraba la Coca-Cola y salía corriendo.
Ella pasaba sus días en su casa. Le gustaba mucho cocinar, le gustaba cuidar de sus nietos. Yo llegaba y me ofrecía unas galletas, que a veces eran unas galletas y soda, así, sin nada. Y eso era lo que me ofrecía, porque era lo que ella pensaba que a uno le gustaba.
No me gustaba quedarme sola con mis abuelos porque sentía que si algo pasaba yo no podía realmente decir nada.
[Daniel]: Entre Nicole y sus abuelos había una barrera importante: el idioma. A Nicole nunca le enseñaron a hablar nada de cantonés, la lengua de sus abuelos, y menos el dialecto de Enping. Y mientras que su abuelo aprendió, debido a su negocio, un español un poco rudimentario, casi quebrado, su abuela, pasando sus días en casa, nunca habló una palabra de español.
El abuelo de Nicole murió cuando ella era una niña, pero durante más de 20 años, Nicole visitó la casa de su abuela todos los fines de semana. A veces grababa videos, buscando retratar a su abuela, su relación con ella.
[Soundbite de archivo]
[Nicole]: Papi, dígale a abuela que es un video.
[Daniel]: Y en este que acaban de escuchar, quedó grabada la única interacción directa que Nicole podía tener con su abuela.
[Nicole]: ¿Guian, jou ma?
[Daniel]: Significan “Abuela, ¿cómo estás?”
“Estoy bien” respondía en Enpinghua, el dialecto que hablaba ella. Eso, únicamente eso, una y otra vez.
Después de que su abuela murió, en el 2014, Nicole sintió que una gran parte de la historia de su familia se había ido con ella.
[Nicole Chi]: Yo creo que me pegó en el sentido de que sentí que ya… como que había perdido una oportunidad. O sea, había perdido la posibilidad de preguntarle todas las cosas. O sea, yo decía cómo es que cómo a ella le hubiera gustado celebrar el año nuevo o su propio cumpleaños, le hubiera gustado volver a ir a China en algún momento… Me hubiera gustado poder preguntarle, realmente cómo se sentía ella de no poder hablar español de no poder tener conversaciones con nadie más que con sus hijos.
[Daniel]: Y había algo más urgente, inmediato. Había perdido una oportunidad de encontrar una respuesta a la pregunta que siempre la había acompañado: ¿de dónde soy?
Ya volvemos.
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[Daniel]: Estamos de vuelta. Nuestro editor senior Luis Fernando Vargas nos cuenta la historia. Aquí Luis Fernando.
[Luis Fernando Vargas]: Si hubo un momento fundacional en esta historia, es el que ocurrió en un preescolar de Alajuela en 1998. Ahí Nicole recibió una pregunta de una compañerita.
[Nicole]: Me preguntó muy directamente que por qué yo me veía de esta manera y que por qué mis ojos eran así, que si yo podía ver bien.
[Luis Fernando]: Le preguntaba por sus rasgos completamente chinos: ojos rasgados, su nariz chata, su cabello en extremo lacio y negro. Nicole respondió rápidamente: “Sí, veo bien”, sin pensarlo mucho, pero entendió el trasfondo de la pregunta.
[Nicole]: Ese fue el momento en que yo dije como: “¡Wow!, en realidad si soy diferente al resto de estos chiquitos”.
[Luis Fernando]: Esa duda, en principio inocente, nunca la abandonó, aunque no se volvió a hablar nada sobre sus rasgos en su escuela. Y es que la mayoría de la gente conocía a su familia: primos suyos habían ido a la misma institución. Es decir, no era la primera niña de ascendencia china ahí. Fue hasta la secundaria que el tema de su aspecto volvió a surgir, y con fuerza.
[Nicole]: No había ni un solo chino en todo el colegio. Me sentía extranjera un poco, o sea, porque me pasó por primera vez que sí directamente me sentí que me buleaban un poco, o sea, que me preguntaban cosas o esto que hacen a veces que le hablan a uno en chino y es como… O sea, no tiene sentido nada de lo que está pasando.
[Luis Fernando]: Y esto empezó a angustiarla. Porque los niños proyectaban en ella una historia que nunca pasó. Le pedían que supiera cosas que nunca tuvo que aprender o que ni siquiera tuvo la oportunidad. Nicole ni entendía la lengua que hablaba su abuela y, en menor medida, su mamá. Mucho menos había acercado un pie a Asia. También celebraba el año nuevo occidental, no el chino que es la festividad más importante de esa cultura. Se sentía lejana a ella. Sentía los 15 mil kilómetros de distancia que separan ambas tierras. Aunque todos alrededor de ella asumieran que no.
Y claro, a partir de ahí surgió un malestar.
[Nicole]: Sí había una disonancia, digamos, de lo que yo veía en el espejo y como yo me sentía adentro.
[Luis Fernando]: En Costa Rica, particularmente en los barrios populares y de clase media, solemos englobar varias cosas en el término “El chino”. “El chino” es la tienda de víveres del lugar. “El chino” también es el restaurante de comida china más cercano. Estos negocios son manejados por familias migrantes de China, y también, muchas veces, por sus hijos y nietos nacidos aquí, en suelo tico.
[Nicole]: El chino tiene que ser el chino del restaurante. Si yo conozco a alguien y de primera entrada es como: “¡Ay!, ¿cuál es el restaurante de ustedes?” o, “¡Ay!, ¿usted es el de la pulpe?” Es como: “No, mis papás son profesionales, mi papá, es un ingeniero mecánico, mi mamá es psicóloga”.
[Luis Fernando]: “El chino” es parte de la geografía urbana de gran parte del país. Paradójicamente porque, por un lado, es abastecedor, un sitio de encuentro y punto cardinal. Un lugar cotidiano. Pero a la vez es un espacio opaco, distante, del que se sabe poco y se asume mucho. Hay barreras idiomáticas que agrandan esta distancia porque en muchas tiendas el español es aprendido en la marcha, sin teoría y a punta de práctica para tratar de sobrevivir y salir adelante. Y claro, también hay racismo.
[Nicole]: Hay cierta condescendencia. Y es extraño, porque a veces hasta hay como una admiración en estos, como estereotipos positivos que ellos tienen como “¡Ay!, es que son muy trabajadores, son muy inteligentes y esto”, es como bueno, pero siguen siendo estereotipos, no todos son de esta manera, hay algo más allá de el chino que no puede decir bien las erres.
[Luis Fernando]: El chino es parte del barrio en Costa Rica, pero no siempre de la comunidad. Esto es cierto ahora, y era cierto cuando llegaron los abuelos de Nicole, hace más de 60 años.
Aquí un poquito de historia. Los chinos llegaron a América especialmente a partir de mediados del siglo XIX. Escapaban de la calamidad. La situación era durísima en el imperio. Acababan de perder la guerra del Opio, y llegó un periodo de inundaciones catastróficas y de otras hambrunas. Un cierto paralelo a lo que vivieron los abuelos de Nicole.
Y con el descubrimiento de oro en California y la construcción del ferrocarril intercontinental en Estados Unidos, muchos chinos vieron la oportunidad de una vida mejor.
Pero el éxodo se extendió al resto de América. Otros grandes grupos viajaron a Cuba, Perú y Panamá para trabajar en plantaciones de caña de azúcar, minas, extracción de guano y construcción de líneas del tren que poco a poco iban unificando la región.
Así es que en 1855 desde Panamá llega el primer grupo de migrantes chinos registrado en Costa Rica. Eran 32 personas y venían a trabajar en las haciendas de dos hombres ricos. Otro grupo, de 45 personas, llegó a fin de ese año.
Lai Sai Acon, profesora de la Universidad de Costa Rica y miembro fundador del proyecto de Recuperación de la Memoria Histórica de las Migraciones Chinas de Costa Rica, lleva años documentando la llegada de chinos al país.
[Lai Sai Acon]: Ahora, después de eso, en 1873, es traído otro contingente de chinos. Pero ya este era, pues algo más grande. Y esos venían directamente desde China fuera del puerto de Macao.
[Luis Fernando]: Eran unos 650. Venían contratados por la empresa que estaba construyendo el ferrocarril al Atlántico. Un trabajo durísimo, en media montaña, completamente aislados en tierras sin explorar, en clima sumamente caliente, con enfermedades tropicales, viviendo entre explosivos y derrumbes.
Las condiciones en que vinieron estos trabajadores contratados por la compañía de ferrocarril eran muy similares a las de la esclavitud: solo tenían 3 días libres al año, una mala dieta, sus jornadas laborales eran de 12 horas y les pagaban menos de lo que decían los contratos. Eran frecuentes los reportes al gobierno de fugas de chinos en los campamentos del ferrocarril. Y cuando los atrapaban los castigaban con encarcelamiento, azotes y cadenas.
Hubo una sublevación en 1874 que terminó con seis trabajadores muertos y siete heridos. Se puede considerar una de las primeras huelgas laborales de la que se tenga registro en el país.
Su imagen pública no era buena.
[Lai Sai]: Por los medios de comunicación, los periódicos de esa época, nos encontramos muchas protestas, muchos miedos infundados de la población en ese momento, ¿verdad?, que decían que eran personas que comían niños, comían cochinadas, cosas poco salubres o que traían enfermedades venéreas.
[Luis Fernando]: También los caricaturizaban como fumadores de opio y jugadores viciosos. Hasta los llamaron una «raza degenerada».
Y esta percepción no es de extrañar. El proyecto de los gobiernos liberales de la época era poblar el territorio, pero atrayendo colonizadores europeos blancos. Grupos como los chinos y los afrodescendientes eran una inconveniencia para ellos.
Es más, en 1897 se creó un decreto que prohibía la entrada de migrantes chinos a Costa Rica. Pero los controles migratorios de este pequeño país eran débiles y los chinos no pararon de llegar. Incluso se creó un mercado negro de compra y venta de documentación falsa. El decreto finalmente se eliminó en 1943.
Poco a poco a los chinos se les empezó a asociar con el comercio y el emprendimiento. Pero muchas veces de manera despectiva. Se les tildaba de avaros y monopolistas. Además de permanecer aislados de las otras etnias. Algo que aún, hoy en día, se puede escuchar en la calle.
Pero una cosa es cierta: los chinos trajeron innovación. Crearon nuevos servicios como el lavado de ropa, también cambiaban cheques, otorgaban préstamos, eran recursivos. Y más importante, se apoyaban entre ellos.
En la primera mitad del siglo XX se empezaron a fundar asociaciones en las costas del Caribe y el Pacífico para ayudar a nuevos inmigrantes.
[Lai Sai]: Por ejemplo, si llegaban chinos nuevos entonces trataban de hacer como un fondo así común, le prestaban a esa persona para que esa persona pudiera establecerse y escalar socialmente y económicamente y después devolver ese dinero, ¿verdad?
[Luis Fernando]: Y fue esa misma cadena solidaria la que ayudó a los abuelos de Nicole a sobrevivir y darles una mejor vida a sus hijos.
Después de la pausa, seguimos con su historia. Ya volvemos.
[Luis Fernando]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Nicole ha grabado varias conversaciones con su mamá.
[Soundbite de archivo]
[Leda]: Nicole no sabe nada.\
[Nicole]: Es que no puedo ver bien. Sí. Ajá. Sí, sí, está grabando. Muy bien.
[Luis Fernando]: Se llama Leda Amén, y nació ocho años después de que sus papás llegaran de China. Es la penúltima de seis hermanos.
[Leda]: Recuerda la casa de mamá que tiene un murito, ¿verdad? Nosotros nos paramos afuera de ese murito como a las 6 de la tarde después de comer, y pasamos ahí viendo la gente pasar: “Adiós. Buenas noches. Adiós”. A mamá le encantaba eso de estar parada y viendo la gente pasar. Pobrecita, como ella no salía era una manera de estar con el mundo exterior.
[Luis Fernando]: La casa de la abuela tenía diferentes tipos de barreras que la separaban del resto del país. Primero el idioma, sí, la incapacidad de comunicarse con su entorno. También la educación: ella no fue a la escuela y nunca supo leer ni escribir. Además habían barreras de género. El lugar de la mujer, y específicamente la mujer de Enping en los años 60, era la casa. La crianza y el trabajo doméstico era el único mundo que su esposo le permitió.
Y esa casa y ese aislamiento fue también una barrera para la mamá de Nicole en sus primeros años.
[Leda]: Cuando yo entré a la escuela y yo casi no hablaba español nada porque en la casa solo se hablaba chino yo sentía como que era la mascota del grupo, porque entonces todas las chiquillas querían andar conmigo y me decían que si quiere ir al baño y me enseñaban todo, ¿verdad? Y en el recreo me andaban, así, como del brazo caminando para acá y para allá y todo entonces. Pero claro, para mí todo era demasiado nuevo.
[Luis Fernando]: Para ella, salir a la escuela fue, en sí mismo, una pequeña migración. Implicó un nuevo idioma, nuevas comidas… Y su familia optó por buscar que ella y sus hermanos pudieran adaptarse lo más posible a la pequeña ciudad de Alajuela. Donaban dinero a la escuela, y al final se convirtieron en gente muy querida y conocida. Y ya con los años, gracias a Leda y a sus hermanos, Costa Rica, de cierta forma, se empezó a infiltrar en su casa y llegar a su mamá.
[Leda]: Yo le enseñaba a mamá a hacer queque, queque tico, porque mi mamá sabía hacer queque estilo chino que es al vapor. Ay a mamá le encantó el queque seco y entonces después ella ya lo hacía todo.
[Luis Fernando]: Queque es pastel, por cierto.
[Nicole]: Le gustaba mucho las comidas ticas, le gustaba comer gallo pinto, le gustaba comer comidas occidentales, las hamburguesas, las pizzas, los tacos. Entonces como que ella se apropió de la manera que podía, pero con la barrera del idioma, como que fue una de las que ya no pudo superar.
[Soundbite de archivo]
[Leda]: (Chino)
[Abuela de Nicole]: (Chino)
[Luis Fernando]: Lai Mi. Ese era el nombre de la abuela de Nicole. Y eso que acaban de escuchar es de las pocas grabaciones en video que hay de ella. En esa ocasión Leda traducía la interacción entre abuela y nieta. Para ese momento, la abuela de Nicole tenía muchos problemas respiratorios, pero todavía hablaba.
[Soundbite de archivo]
[Leda]: (Chino)
[Abuela de Nicole]: (Chino)
[Luis Fernando]: Entre preguntas y guías de Leda, logra contestar: mi nombre es Lai Mi, tengo 80 años y nací en China. Luego mira hacia abajo.
Lai Mi también se llamó María Fung Kong. El abuelo de Nicole se llamó Bernardo Amén León. No por decisión propia, sino por la de los empleados del Registro Nacional de Costa Rica. Sus nombres fueron reemplazados por unos occidentales. Fueron fallas de comunicación, pereza, tal vez desprecio. El apellido Amén que llevan Nicole y Leda es producto de todo eso.
Lai Mi, María Fung. Para Nicole es “guian”, es decir, abuela…
[Nicole]: Era muy vacilona. Muy divertida. A pesar de que yo no podía hablar con ella. Como que nos pasábamos riendo siempre. Mi mamá siempre me decía. Si ella pudiera hablar español, estaría chismeando con vos todo el día. A ella le encantaba hablar, en realidad.
[Leda]: Mi mamá tenía sus amistades que eran como del mismo pueblo de de donde ellos vivían, pero ya eran señoras como mayores, entonces ellos iban a visitarla y se quedaban hablando y todo, pero conforme pasó el tiempo esos señores se fueron muriendo, entonces ya abuela no tenía contacto con nadie, entonces ella quedó como sola.
[Luis Fernando]: El abuelo de Nicole murió cuando ella tenía 7 años y guian 71. Y sin su esposo de por medio, ella cambió.
[Leda]: Dijo: “Ahora soy libre”. Porque con papá tenía que estar la comida a las 12 y después a las seis de la tarde. Sábado y domingo también. Entonces mamá decía: “¡Ay no!, ahora yo puedo comer lo que quiera, puedo salir y todo”. Entonces, nosotros nos íbamos a caminar al parque, dábamos vueltas, íbamos de compras. Mamá le encantaba ir de compras con nosotros.
[Nicole]: Ella caminaba con nosotros por el centro de Alajuela y así le ofrecían frutas y verduras gratis porque ella era la esposa de Bernardo Amén. Entonces era una cosa muy linda ver como que ella era querida, pero no podía realmente comunicarse con los demás.
Yo me sentaba con ella en las tardes y veíamos las novelas y pasamos juntas mucho tiempo en silencio, o riéndonos o riéndonos de cosas que pasaban en la tele y que yo me preguntaba realmente como qué es lo que ella se está imaginando qué está pasando.
[Luis Fernando]: Leda la sacaba a pasear casi todos los días por Alajuela hasta que guian murió en 2014, a los 86 años. Fue un 31 de diciembre. Y para la familia de Nicole siempre fue una fecha extraña porque celebraban el año nuevo ese día pero no el oficial chino. Son las particularidades de familias que pertenecen a dos culturas al mismo tiempo.
Pero el año nuevo es una fecha fundamental para la familia de Nicole. Es un tiempo de reunión familiar y celebración. Está lleno de rituales y mitologías. Es un espacio de comienzos y finales, y para recordar a los ancestros.
Lamentablemente, Nicole nunca pudo pasar esa celebración con su abuela. Por tradición, se celebra con la familia del esposo. Nunca se veían, Nicole y guian, sino hasta el primero de enero que Nicole la visitaba y esta le regalaba un billete de mil colones. Un billete rojo, el color de la buena suerte.
Su muerte fue dura para todos.
[Nicole]: Yo iba a la casa de ella todos los fines de semana. Todos los fines de semana yo me quedaba en la casa de ella y la pasaba con ella y comíamos juntas y como que esa parte de mi rutina se quebró.
[Luis Fernando]: Pero a la vez sentía enojo. Uno pasivo, latente porque nunca le dieron la oportunidad de aprender el idioma, de acercarse más a su cultura. Aprender a escribir su nombre en chino por ejemplo.
[Nicole]: ¿Por qué nada más no nos hablaron en ese dialecto toda la infancia? A ver si algo se nos pegaba.
[Luis Fernando]: Tal vez con esas herramientas se hubiera podido acercar más a esas respuestas, a su abuela. A una historia completa que se le escapaba.
[Nicole]: Yo veo el álbum familiar de la casa, yo digo ¿quiénes son todas estas personas? No tengo una idea de quiénes son y mis papás tampoco saben quiénes son. Entonces como que yo decía como esto no puede ser.
[Luis Fernando]: Empezó a sentirlo como un vacío que necesitaba llenar. Y al no poder preguntar, Nicole decidió seguir el camino que sus abuelos habían recorrido hacía 60 años, para ver si en ese origen, encontraba algo del suyo.
[Daniel]: Ya volvemos.
[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Soy Daniel Alarcón. Luis Fernando Vargas nos sigue contando.
[Luis Fernando]: La muerte de la abuela de Nicole y sus preguntas coincidieron con algo político en Costa Rica: el acercamiento diplomático con China. El país asiático buscaba aumentar su influencia en la región. Pocos años antes, el gobierno chino incluso regaló el diseño y la construcción del Estado Nacional en Costa Rica, y, para un país futbolero como este, es un regalo significativo.
Cuento lo anterior para recalcar la búsqueda de China de abrirse, de conectar, de que la relación entre países fuera algo más que el flujo de migrantes. Pero más que todo para que entiendan que, para Nicole, fue fácil encontrar una beca para ir a estudiar mandarín.
[Nicole]: Sí quería aprender el idioma y quería como hacer esa aventura, como descubrirme.
[Luis Fernando]: Mandarín, claro, no es cantonés. Son dialectos diferentes. Pero era una aproximación, un primer paso. Y tenía algo más concreto en mente.
[Nicole]: Pero el objetivo tangible sí era poder ir a ese pueblo.
[Luis Fernando]: El pueblo de Enping en donde habían nacido sus abuelos. No sabía muy bien cómo llegaría hasta allá ni qué iba a hacer si lo lograba, pero creyó que era la oportunidad más cercana que iba a tener jamás.
Nicole llegó a Beijing, en el norte del país, el 26 de agosto del 2016.
[Nicole]: Yo fui a China con una… con una ingenuidad tan grande siento yo, porque yo me fui y yo dije como: “¡Ay¡ todo va a estar bien”. Yo sé como se escucha el idioma un poco, sé que es un poco diferente, pero seguro como que, no sé, yo según yo como que por ósmosis algo, algo me había quedado, digamos, por mi familia y como que me iba a ser más fácil asimilarme en China, ¿verdad? Y cuando llego y hago el viaje es como ¡din! No.
Yo realmente no, no tenía noción de qué tan diferente era todo este país, toda esta esta cultura y en particular porque yo llegué en el puro norte y mi familia es del puro sur, entonces también son como países diferentes.
Y yo decía como: “¿Qué es esta comida? Nunca he comido algo así, no entiendo” y fue como una cosa muy fuerte para mí. Entonces cuando yo llegué a China decía bueno, el cantonés y el mandarín son totalmente diferentes. Los tonos son totalmente diferentes, no hay nada igual. Era una frustración muy grande, ¿verdad?
[Luis Fernando]: Nicole pasó un año en Beijing estudiando. Fue retador: tuvo que aprender los símbolos de la escritura en China, las dinámicas de una metrópolis, y especialmente lidiar con algo que se sentía como la necesidad de justificar su existencia.
[Nicole]: En China la gente me veía rarísimo, era como: “Es que usted se ve muy china. Pero ¿de dónde es usted?” Y era: “De Costa Rica, es como Costa Rica. ¿Qué es eso? ¿A dónde? ¿Qué es ese país?” Las primeras frases que yo me aprendí de memoria era poder decir: “No, yo soy descendiente de chinos y soy de Costa Rica y Costa Rica está en Centroamérica. No, no en Suramérica, en Centroamérica”. O sea, como era como la retahíla que yo me aprendí, digamos, como para poder explicar, explicarme, explicar mi existencia en China.
[Luis Fernando]: Y en ese primer invierno, cuando se acercaba el fin de año chino, se dio cuenta que unos amigos chino-costarricenses que conoció en Beijing iban a ir a visitar a su familia en el sur del país. Era un viaje de 2 mil kilómetros, como ir de California a Chicago. Nicole vio este viaje como una oportunidad de oro. Nunca iba a poder estar tan cerca de la tierra de su abuela.
Guangzhou, la ciudad donde llegaron, es milenaria. Fue un importante centro para el comercio entre Europa y Asia, y hoy es una megalópolis de 14 millones de personas. Ahí, el hermano de la abuela de Nicole, que también migró a Costa Rica, la puso en contacto con unos primos lejanos de la región rural. Con un poco de traducción de un amigo tico que estaba viviendo cerca y estudiando el idioma se pudo comunicar.
[Nicole]: Y entonces me dicen: “Sí, bueno, cuando llegue a tal parada usted me llama y entonces yo le voy a hablar con el taxista, tiene que parar un taxista para que el taxista lo lleve al pueblo donde están la casa que yo dejé y en la casa mía, ahí la va a esperar otra persona que la va a llevar en carro al pueblo de su abuela”.
[Luis Fernando]: Y así, Nicole, un 5 de febrero del 2018, emprendió el viaje en tren desde Guangzhou al área rural de China con su amigo tico que le serviría de traductor.
[Nicole]: Yo veía como cuando se iban eliminando todos los rascacielos de la ciudad de Guangdong y ya era pura montaña, pura montaña, puro arrozal, puro arrozal y ya uno empezaba a dejar de escuchar totalmente el mandarín.
[Luis Fernando]: Hasta que llegaron al pueblo, que todavía no era el de su abuela…
[Nicole]: Cuántas horas fue, pero yo sí diría que fue… que era como un día y medio con todo y el taxi y toda la cosa. Y es una zona donde hay muchos viejitos y muchos niños, pero no hay el intermedio. Toda la gente está en la ciudad trabajando. Entonces, claro, los niños están ahí porque los abuelitos son los que los cuidan y era más difícil porque entonces yo, digamos yo solo podía hablar así un nivel de mandarín muy muy básico con los niños pequeños y los viejitos solo hablaban los dialectos, así muy poquitos hablaban mandarín y era un mandarín que era muy difícil de entender, muy muy complicado.
[Luis Fernando]: Allá se quedó con una señora a la que nunca le entendió el nombre y a la que llamó taiku, que significa más o menos hermana mayor. Ella era la que cuidaba la casa de los primos lejanos de Nicole.
[Nicole]: Una señora mayor, que me recordaba mucho a mi abuela porque sonreía mucho y era muy cálida en ese sentido y fumaba, fumaba mucho todo el tiempo, siempre.
[Luis Fernando]: La hija de la señora vivía en la ciudad, pero estaba de visita en el pueblo, y hablaba un mandarín más claro para ellos. Era una comunicación cortada, un tanto caótica. Y sin previo aviso, sin planificación, un día mientras comía un tamal chino, las mujeres le dijeron a Nicole que se alistara, que iban a visitar el pueblo de su abuela. Fue un viaje corto, de unos 40 minutos, pero se sentía, de nuevo, un mundo aparte.
[Nicole]: Súper rural. O sea, ese lugar es que en ese lugar ni siquiera hay mercado ni tiendas. Es como un lugar bien apartado, donde solo hay unas casitas, eso es todo lo que hay. Ya aquí ya no hay buses, ya aquí ya no hay tren, aquí es ya es caminar o que alguien le da uno ride que tiene carro por ahí.
[Luis Fernando]: Un lugar que Nicole sintió detenido en el tiempo por las formas y los materiales de las casas, por sus texturas. Se sentía tan apartado que hasta el hecho de que hubiese electricidad la sorprendió.
[Soundbite de archivo: conversación en chino]
[Luis Fernando]: Esa conversación que acaban de escuchar son las guías de Nicole preguntando a los locales sobre la casa de María Fung Kong. O más bien, de Lai Mi. Al rato empezaron a hablar de Limón, la provincia del caribe costarricense. Y es que así es como muchos de ahí conocen a Costa Rica, porque gran parte de sus familiares llegaron a ese puerto.
[Nicole]: Y entonces era como: “¡Ay!, pero a donde que que… es que se fueron al Limón, se fueron a Limón y a tantos años, no sé qué tal. Acón, amén no sé qué”. Y entonces como que a uno de ellos les cayó el cuatro y en eso ya de un sólo nos llevaron.
[Luis Fernando]: Y es que era un pueblo de pocas casas, donde todos compartían un apellido, donde todos eran familia.
Y ese hombre que las guió era el cuidador de la casa…
[Nicole]: Y en eso ya, de un solo nos llevaron a la casa y el señor tenía la llave, la abrió y era una cosa…
[Luis Fernando]: Piso de tierra, paredes de piedras y un techo de madera. Todo se sentía de una era pasada. La casita era muy pequeña, de unos seis metros cuadrados. No había nada. Derruida. Solamente tenía leña almacenada. La usaban de bodega. Ahí Nicole llamó a sus papás.
[Soundbite de archivo: conversación en chino]
[Luis Fernando]: Las personas que estaban con ella empezaron a hablarle a la mamá de Nicole.
[Soundbite de archivo: conversación en chino]
[Nicole]: ¿Entendió algo de lo que dijeron? Yo no entiendo qué está pasando..
[Luis Fernando]: Pero Leda entendía poco. Y es que a pesar de que el primer lenguaje que aprendió fue el de su mamá, el dialecto de Enping de ellos no es exactamente el mismo que hablan allá ahora. Los papás de Nicole lo describieron como si ellos hablaran un español antiguo, como si fuesen personajes del Quijote de la Mancha. Su dialecto es de los 50, aprendido informalmente, también modificado por toda una vida viviendo en otro continente.
[Soundbite de archivo: conversación en chino]
[Leda]: Ah, no que esa casa es muy vieja mami. Que esa casa tiene más de 100 años, pero está muy mala…
[Nicole]: Todos decían si yo soy familia, si todos eran familia mía, si todos tomamos fotos y todo y era una cosa muy, muy linda, como muy cálida, ¿verdad? Pero para mí fue como esto que yo había estado esperando por tanto tiempo, de repente sucedió y me pasó que esa noche yo me sentí muy vacía. Hasta me preguntaba: “¿Pero qué esperaba yo?”, ¿verdad? ¿Qué era lo que yo me esperaba de este espacio que no sé, que se me va a aparecer mi abuela, algo así? Cómo… ¿qué era?
[Luis Fernando]: Pero de regreso al pueblo donde se estaba hospedando, Nicole entendió qué era lo verdaderamente significativo del viaje. El año nuevo chino estaba a tan solo unos días. Y pensó que celebrarlo ahí, cerca de la tierra de su abuela, tenía un simbolismo.
[Nicole]: Fue vivir el año nuevo que yo nunca vi con mi abuela. Era cocinar, era agarrar el ganso y matarlo y quitarle todo y la sangre y todo con las señoras, con una gente que no conocía pero que me recordaban demasiado todas las señoras del pueblo, de alguna u otra manera, me recordaban a mi abuela.
[Luis Fernando]: Además hicieron un rito sagrado: cocinar, caminar a un altar en el pueblo y ofrecer la comida.
[Nicole]: Y entonces uno va y están todas las familias poniendo la comida como una ofrenda a los ancestros, a sus antepasados.
[Luis Fernando]: Se reza, y luego vienen los fuegos artificiales.
[Soundbite de archivo: fuegos artificiales]
[Luis Fernando]: No puede faltar el karaoke en el que participa todo el pueblo. Niños, adultos y ancianos, por supuesto…
[Soundbite de archivo: karaoke]
[Luis Fernando]: Y ahí frente a esas personas, tan lejanas y a la vez tan cercanas, Nicole lo sintió.
[Nicole]: Como que terminó de solidificar el hecho que yo pueda decir que yo tenía una relación con mi abuela, porque yo siempre sentí como que el hecho de no poder hablar hacía que realmente yo no tuviera una relación con ella. Estas experiencias en el pueblo de ella, me hizo sentir como no, la verdad es que yo sí, sí tuve y tengo una relación con guian estar de que no podíamos hablar el mismo idioma, a pesar de que no podía tener una conversación con palabras con ella, pero generé un espacio para tener una conversación de otra manera.
[Luis Fernando]: Una donde, sin que ya estuviera presente, pudo describirle, más o menos, con algunas imperfecciones generadas por el tiempo, cómo era su vida en China, cómo era su hogar, cómo un viaje de 15 mil kilómetros en condiciones adversas le cambió la vida.
[Nicole]: Yo pude hacer este viaje con muchas comodidades. Y con mucha como certeza digamos de que, no sé, no me iba a pasar nada malo. Y yo siento que ella de fijo no tenía esa certeza. Y yo admiro mucho que muy valientemente ella se insertara en ese en un espacio tan diferente al que ella conocía.
[Luis Fernando]: Recientemente, unos primos de Nicole inmigraron a Costa Rica. Hablan cantonés y mandarín, y el hecho de poder conversar, aunque sea de una manera mínima con ellos, la hace sentirse más cercana a una cultura a la que sentía que no tenía derecho.
[Nicole]: Poder escribir mi nombre, poder como leer algunos, algunos caracteres… Eso ya me hizo sentirme más cercana a mi abuela. Sí ha sido como un proceso como de empoderarse y también de aceptar que, que claro que hay cosas que no, que no puedo saber y que no me hacen menos china por eso.
[Luis Fernando]: Y con esto que dijo Nicole, pienso en mi propia familia materna. Porque mi bisabuelo, Asan Li Young, vino en los años 20 desde Cantón, no demasiado lejos de donde vino la familia de Nicole años después. Él, por su parte, llegó a la costa Pacífica y se asentó en Puntarenas.
Mi bisabuelo es chino, pero yo no llevo sus genes. Él se casó con mi bisabuela, ella costarricense, cuando mi abuela ya era una bebé y huían del padre genético. Asan Li Young la crió en su ferretería, comiendo sopas, arroces, frituras y pasteles chinos. Y le dio su apellido. Mi abuela se llama Sonia Li Fallas. Luego, Asan tuvo más hijos con mi bisabuela y ellos sí llevaron los genes de ambas partes del mundo.
Así, Li es el segundo apellido de mi mamá. Ana Vega Li. Ella, sus cuatro hermanas y un hermano siempre generaron curiosidad en la escuela. Niñas blanquitas, de ojos verdes o color miel, varias rubias, con un apellido que se sabe chino en el país. “¿Por qué no parecen chinitas?”, les decían. Claro con un tono de ternura. No con el del racismo implícito que muchos chinos escuchan en Costa Rica.
Lo que no recibieron mi abuela ni mi mamá, fue el idioma. Asan se negó a enseñarles cantonés. Ni una palabra. Él quería la asimilación. Me cuentan que mi abuela también tuvo una relación difícil con sus hermanos debido a que no era “realmente china”, lo que sea que eso signifique.
Pero algo es cierto. No soy chino. No tengo nada de chino. Yo ya perdí el apellido. No hay en mí, más que un tremendo respeto. Mi mamá no está segura si se siente, así sea en parte, china. Y entre mis tías varía. Pero creo que algo que todos compartimos es que siempre se sintió como un apellido prestado, como que no teníamos derecho a esa herencia cultural. Por eso, digamos que esta historia tiene un valor especial para mí. Porque gracias a un inmigrante del sur de China, mi mamá tuvo una vida con limitaciones, con lucha, pero linda, al fin y al cabo.
Asan, a diferencia de la abuela de Nicole, ya estando viejo, decidió dejar a su esposa en Costa Rica e ir a morir a China, a su tierra. Ahí tenía otra familia. Nunca rompió contacto con ellos, entiendo. Ese viaje final de mi bisabuelo nunca me abandonó escuchando la historia de la abuela de Nicole, de guian. Me pregunto si a ella le hubiera gustado hacer lo mismo que mi bisabuelo. Si también se sintió ligada a esa tierra toda la vida.
[Daniel]: En 2023, Nicole estrenó Guian, un documental sobre la historia de su abuela. Ha sido proyectado en Festivales en Costa Rica, China y Estados Unidos, entre otros.
Nicole Chi Amén es directora y productora de cine costarricense y Luis Fernando Vargas es editor senior de Radio Ambulante. Ambos viven en Costa Rica. Esta historia fue editada por Camila Segura. Bruno Scelza hizo el fact checking. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri y Rémy Lozano con música original de Rémy.
El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Lisette Arévalo, Pablo Argüelles, Adriana Bernal, Aneris Casassus, Diego Corzo, Emilia Erbetta, Camilo Jiménez Santofimio, Selene Mazón, Juan David Naranjo, Melisa Rabanales, Natalia Ramírez, Barbara Sawhill, David Trujillo, Ana Tuirán, Elsa Liliana Ulloa y Desireé Yépez.
Carolina Guerrero es la CEO.
Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.
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