En el fin del mundo – Transcripción

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No les tomará mucho tiempo y nos servirá muchísimo. ¡Gracias!

Antes de comenzar, una advertencia. En este episodio hay escenas fuertes que no son aptas para niños. Se recomienda discreción.

Bienvenidos a Radio Ambulante desde NPR. Soy Daniel Alarcón.

Hoy vamos a empezar en el aeropuerto de Córdoba, en Argentina. Es 1995. Alika Kinan, una mujer de dieciocho años, iba a viajar al sur del país con una amiga que le había ofrecido un trabajo. 

Le había dicho que trabajarían juntas en una discoteca, que los dueños pagarían por su traslado y le aseguró que ganaría bien. Eso era lo que más le importaba a Alika, que en ese momento estaba desesperada por conseguir dinero. La amiga no le había dado muchos más detalles, ni le había especificado a dónde iban. 

[Alika Kinan]: A mí me dijeron: “El sur”. Y cuando llego al aeropuerto a retirar el pasaje de avión. Me dicen: “Bueno su vuelo a Ushuaia”.

[Daniel]: Ushuaia, la capital de la provincia de Tierra del Fuego. La llaman la ciudad del fin del mundopues es considerada la ciudad más austral del planeta, la que está más al sur. 

Está rodeada de montañas y se extiende a los pies del Canal de Beagle, donde el océano Atlántico se une con el Pacífico. Tiene temperaturas muy bajas casi todo el año, noches larguísimas en invierno y días que parecen eternos en verano. Es una ciudad industrial y portuaria pero también muy turística. Allí paran, por ejemplo, los grandes cruceros que van hacia a la Antártida. 

Pero Alika jamás había oído ese nombre. 

[Alika]: Vuelo a Ushuaia, ¿dónde putas es Ushuaia? No tenía registro ni de que era una isla.

[Daniel]: Pero ya estaba ahí, en el aeropuerto. Ilusionada con la posibilidad de un trabajo estable que le diera buenos ingresos. Así que se subió al avión. No sabía bien lo que se iba a encontrar al llegar, pero confiaba en que su amiga sabría qué hacer. 

Al aterrizar en el aeropuerto de Ushuaia, una pareja las estaba esperando. La amiga con la que viajaba se los presentó: eran Claudia Quiroga y Pedro Montoya, los dueños de la discoteca donde iba a trabajar. 

[Alika]: Me recibieron súper bien, como si fueran, nada, parientes míos

[Daniel]: Era un alivio, después de viajar hasta el fin del mundo. Y aunque se sintió bienvenida y acogida por la pareja, algo le llamó la atención del ambiente que había en el aeropuerto: quizá era solo ver tantas caras extrañas, o estar tan lejos de casa. Pero Alika sintió que se estaba metiendo en algo gordo. 

[Alika]: Yo creo que en ese momento me di cuenta de todo. 

[Daniel]: Nuestra productora Aneris Casassus nos trae esta historia. 

[Aneris Casassus]: Para entender por qué Alika terminó en la ciudad del fin del mundo, tenemos que volver a su infancia. 

Cuando le pregunté cómo describiría esos primeros años de vida, me dijo:

[Alika]: Trato de no hacerme muchos planteos ni muchas preguntas respecto a esa época de mi vida, porque no hay muy buenos recuerdos. 

[Aneris]: Por eso prefiere aferrarse a una sola imagen de su niñez:

[Alika]: Mi madre trenzándome el pelo. Mi madre me hacía unas trenzas hermosas, divinas, y es como uno de los recuerdos más, eh, claros que tengo respecto de mi infancia.

[Aneris]: Alika nació en la provincia de Córdoba pero cuando aún era una beba sus padres se mudaron a Buenos Aires, donde pusieron un bar. Vivieron ahí durante nueve años, pero después decidieron volver. 

En Córdoba Alika entró a un colegio privado. En Buenos Aires también la habían mandado a un colegio privado. Pero ella se sentía completamente fuera de lugar en ese ambiente. 

[Alika]: Mis padres intentaban encajar en un estrato social que no tenía nada que ver con nosotros, pero era muy difícil de sostenerlo. Y había muchas mentiras.

[Aneris]: Siempre tuvo la sensación de que había muchas cosas que no entendía 

[Alika]: Por un lado era chica y por otro lado tampoco había mucha información ni mucha claridad.

[Aneris]: Había una cosa en particular que la incomodaba mucho. 

[Alika]: A mí en el colegio siempre me preguntaban: “¿A qué se dedica tu papá?”. Viste que hay padres que vos sabés. No, mi papá, que sé, yo trabaja en el hospital. O trabaja, yo que sé, en una empresa de tecnología atendiendo el teléfono.

[Aneris]: Pero en el caso de Alika, ella no sabía nada. Oía hablar de bares, de apuestas y sabía que su padre jamás estaba en casa por las noches. Llegaba a cualquier hora o a veces pasaba días sin volver a la casa. 

[Alika]: Y mi padre salía todas las noches, y llevaba un ritmo, guau, típico de machirulo que no da explicaciones, volvía a la mañana siguiente. Salía de joda y de timba todas las noches. Y él decía que era su trabajo, ¿no? Como que salía a trabajar. Él venía de esa vida, de ese mundo. Mi madre trató de… de encauzar un poco todo. Pero no… 

[Aneris]: Pero no. Ese río revuelto no era nada fácil de encauzar. Alika y su hermana María Fernanda seis años menor eran testigos del derrumbe del hogar.

[Alika]: Y mi madre iba como cayendo en depresión. Si tuviera que hacer un dibujo dibujaría a mi madre apagándose en esa época de nuestra vida.

[Aneris]: La relación de sus padres se volvió insostenible y cuando Alika tenía quince años finalmente se separaron. Su papá se quedó en Córdoba y Alika, su hermana y su mamá se fueron a vivir a Cruz del Eje, el pueblo de donde era su madre, también en la provincia de Córdoba. 

El padre dejó de pasarles dinero. Vivían en una casa que había sido de su abuela. Ahí también vivía una tía, pero se llevaba tan mal con su madre que habían dividido la propiedad para no tener que cruzarse. 

[Alika]: Vivíamos en una pieza, en una pieza donde no teníamos nada. No teníamos gas, no había luz. Éramos muy pobres, realmente muy pobres.

[Aneris]: Su madre no lograba conseguir un trabajo estable.

[Alika]: Pasamos mucha hambre con mi madre y con mi hermana en esas épocas, que fue allá por el año 93, 94. 

[Aneris]: Y aunque fueron tiempos duros, Alika tiene muy buenos recuerdos de aquellos dos años que pasó en la escuela de Cruz del Eje. Había logrado hacerse de un lindo grupo de amigas, la pasaba bien. Sentía que ese sí era su mundo.

Pero cuando estaba en el último año del secundario su madre, desesperada por su situación, se fue a Buenos Aires. No tenía qué darle de comer a sus hijas y se fue con una amiga a buscar trabajo. Alika y su hermana, de diecisiete y once años, quedaron a la deriva. A pesar de que vivían con esa tía, ella no les prestaba ningún tipo de atención. 

[Alika]: Mamá me había dejado ponele plata de hoy acá en Argentina yo que sé, me había dejado mil pesos para la comida. 

[Aneris]: El cambio de moneda en Argentina es todo un tema, pero para efectos de esta historia, digamos que mil pesos son como unos seis dólares.

[Alika]: Claro, esos mil pesos se fundieron en… en nada.

[Aneris]: Alika y su hermana se rebuscaban como podían. A veces trataban de comer algo en las casas de sus compañeras de escuela o vendían alfajores. De su mamá casi no sabían nada.

[Alika]: No había ni celulares, no había manera de comunicarse. Me llamó dos o tres veces a la casa de una vecina y no… no había chance de que volviera ni de que mandara dinero ni nada. Era como que nosotras teníamos que resistir, ¿no? Resistir estar solas, resistir el hambre. Teníamos que resistir todo.

[Aneris]: Desesperada, lo primero que hizo Alika fue viajar a Córdoba. Quería pedirle ayuda a su papá. Estaba a unos ciento cuarenta kilómetros, a unas dos horas y media. Hizo dedo en la ruta para llegar hasta ahí. Cuando llegó le dijo:

[Alika]: Te pido por favor, necesitamos algo de dinero para comer, para podernos lavar el pelo, para higienizarnos, para bañarnos. “No, no, no, no”. Nada. 

[Aneris]: Sin la ayuda de su padre, Alika decidió quedarse en Córdoba y buscar un trabajo. Sabía que ahí tendría más oportunidades que en el pueblo. 

[Alika]: Cruz del Eje es un pueblito, sigue siendo un pueblito muy pequeño, donde no hay muchas posibilidades. Yo había buscado trabajo, había pedido en algunos comercios de ahí. No, no, no tuve éxito.

[Aneris]: En Cruz del Eje quedó su hermana que subsistía con la ayuda de sus amigas. Y Alika abandonó la escuela que tanto le gustaba.

[Alika]: Todas mis compañeras estaban preparando, los vestidos de la fiesta de colación, el viaje de egresadas. Y yo lo único que pensaba era en darle de comer a mi hermana. Yo pensaba en sobrevivir, nada más. 

[Aneris]: Alika caminaba por las calles de Córdoba buscando algún trabajo hasta que un día vio un aviso para vender publicidad para abogados. Trabajó tres meses en eso, pero nunca llegaron a pagarle y lo dejó. Se las ingeniaba como podía. 

[Alika]: Dormía así eventualmente en la casa de uno o de otro. Quienes me querían alojar. 

[Aneris]: Pero muchas veces esos ofrecimientos terminaban teniendo un precio, uno que se pagaba en la cama. Alika pronto empezó a entender que el sexo podía convertirse en una moneda de cambio para sobrevivir. Lo que más le angustiaba era su hermana que ya había cumplido los doce años. 

[Alika]: Y quería estar con ella, quería garantizarle la educación, una buena alimentación, un techo. Que tuviera un lugar donde bañarse, una cocina donde cocinar, o sea para mí eso era soñado.

[Aneris]: Cuando podía la llamaba por teléfono a la casa de una vecina, pero no siempre conseguía dinero para hacer las llamadas. Fue en esa época, en 1995, cuando conoció a una chica en Córdoba. Se hicieron amigas y en una ocasión le hizo la propuesta de viajar juntas al sur. 

[Alika]: Lo que me dice es: “Venite conmigo vas a hacer un montón de plata. Tenemos que inaugurar un boliche hay que bailar hay que… tomás unos tragos”. 

[Aneris]: No le dijo mucho más que eso. Y Alika tampoco hizo demasiadas preguntas.

[Alika]: Yo en ese momento que venía recontra pasada de… de sueño, de hambre, de dormir en camas ajenas, ¿qué iba a preguntar, qué iba a hacer, qué iba a cuestionar? Es como que estás en el medio del mar, ahogándote y encontrás algo que te puede llegar a sostener. Qué me importa mientras me sostenga durante un tiempo. O sea, no te podés plantear nada en ese momento.

[Aneris]: Y con esa poca información aceptó.

[Alika]: Dije que sí. ¿Qué tenía que hacer? Y viajé.

[Aneris]: Lo cual nos devuelve a la escena con la que comenzamos. Lo primero que tenía que hacer era ir al aeropuerto a buscar el pasaje que ya estaba pago. Y ahí, como ya escuchamos, se enteró que su destino sería Ushuaia, esa ciudad fría de la que Alika nunca había oído y donde se encontró con Pedro Montoya y Claudia Quiroga, la pareja que ya mencionamos.

[Alika]: Yo estaba como con miedo. Estaba insegura. Tenía algo, una sensación rara en el cuerpo. 

[Aneris]: Después de salir del aeropuerto, se subieron a una camioneta y enseguida fueron a hacer unos trámites burocráticos. El primero en la policía.

[Alika]: Te tomaba las huellas dactilares. Confirmaban ellos que no tuvieras antecedentes penales, que no te estuviera buscando nadie. Y luego le daban paso a la actuación, digamos, de la Municipalidad, que te hacía la libreta sanitaria y te hacían los análisis, tanto el exudado vaginal como los análisis de HIV.

[Aneris]: Con eso confirmó que su trabajo no sería solo bailar como le había dicho la chica que le ofreció viajar al sur. Pedro y Claudia nunca se lo dijeron expresamente, pero el trabajo también implicaría tener sexo con los clientes del boliche. 

Alika lo había presentido apenas aterrizó en Ushuaia pero ya no había vuelta atrás. Estaba a más de tres mil kilómetros de Córdoba, sin un peso en el bolsillo. Necesitaba el trabajo. 

[Alika]: Bueno, hicimos todos estos trámites y luego fuimos a la casa, a la vivienda. Querían que yo conociera el boliche porque esa misma noche empezaba a trabajar.

[Aneris]: El boliche de Pedro y Claudia se llamaba Sheik y estaba en una esquina bastante céntrica de la ciudad. En los papeles estaba autorizado como “club nocturno”. Ya con la libreta sanitaria en mano, Alika se había convertido en una “alternadora”. Son las mujeres que están para compartir un trago o bailar con un hombre. Por eso también se las llamaba “coperas”. Las “coperas” tenían que hacer que los clientes consumieran y las invitaran a tragos. El sistema funcionaba más o menos así:

[Alika]: De acuerdo al… al valor de las copas es el tiempo que esa mujer se va a quedar o no. Pueden ser traguitos pequeños, pueden ser copas de champán, pueden ser latas de cerveza, pueden ser botellas de champán. Todo eso es como que va incrementando el valor.

[Aneris]: El arreglo con el boliche era que las mujeres se quedaban con un porcentaje de las copas a las que las invitaban los clientes. Pero en la práctica eso no era más que un eufemismo. 

[Alika]: Eso era como… como una cortina de humo, en realidad. A ver si vos realmente lo que querés es tomar una copa con alguien, ¿para qué necesitas un análisis de HIV?

[Aneris]: Tomar la copa era el primer paso para acceder a un servicio sexual. 

Cuando Alika entró al Sheik conoció al resto de sus compañeras. Venían de distintas provincias de Argentina, incluso de otros países. Vivían ahí mismo. El Sheik era una construcción grande que tenía diferentes accesos. Uno de esos accesos, comunicaba directamente con las habitaciones donde vivían las mujeres. Y la mayoría de las veces tenían sexo con los clientes en esos cuartos, aunque eso estaba expresamente prohibido por el reglamento local que regulaba a los “clubes nocturnos”. 

Alika pronto entendió cómo funcionaban las cosas.

[Alika]: Ellos ponían el lugar y vos ponías el cuerpo, digamos. 

[Aneris]: Y sin resistirse, Alika empezó a trabajar esa misma noche. Le dieron un nuevo nombre. Por las noches, en el Sheik, se llamaría Carla. La amiga con la que había viajado le dio los primeros consejos: qué decir, qué hacer, cómo moverse. 

De esa noche, recuerda una sensación en particular.

[Alika]: El cuerpo se me había puesto muy tenso, estaba muy dura. ¿Viste?, esa sensación de terror que impide incluso la propia movilida, ¿no? 

[Aneris]: Entonces Claudia, la encargada del lugar, para que se tranquilizara, le dio de tomar.

[Alika]: Me traía cerveza y cerveza y cerveza y cerveza. 

[Aneris]: Y así, con mucho alcohol, sobrevivió a la primera noche en el Sheik. 

Durante los primeros días Alika se iba adaptando a su nuevo trabajo, a su nueva casa que no era más que una pieza compartida entre varias y a sus nuevas compañeras. Pero también le tocaba adaptarse a Ushuaia, un lugar que le resultaba totalmente desconocido.

[Alika]: Era como oyyy ¿dónde carajo estoy? Parecía otro país. Era completamente diferente a lo que yo estaba acostumbrada. Yo llegué en verano. En el mes de diciembre. Y había mucha luz. Amanecía muy temprano y yo no entendía el por qué. Hasta que nada después me explicaron la ubicación geográfica de esta isla.

[Aneris]: La isla de Tierra del Fuego, la provincia que tiene por capital a Ushuaia. Como dijimos, la ciudad está en el extremo sur del planeta. Por eso en verano el día puede durar hasta diecisiete horas con temperaturas que van de los cuatro a los quince grados. Y lo mismo dura la noche más larga del invierno, cuando el termómetro puede marcar hasta casi catorce grados bajo cero. Para Alika Ushuaia era una ciudad fría en varios sentidos.

[Alika]: Tanto en el plano geográfico, climatológico. Como lo que significa la soledad, ¿no?, la frialdad, la soledad, la angustia de saberse lejos. 

[Aneris]: Y en esa soledad Alika caminaba por las calles empinadas de Ushuaia y veía que había muchos clubes nocturnos que funcionaban en pleno centro de la ciudad: el Candilejas, el Tropicana, el Copita de Plata, el Black & White. Tal vez por la llegada constante de buques al puerto o por las industrias de la zona, era evidente que allí había un mercado grande de hombres dispuestos a pagar por sexo. Y es que desde los setenta llegaron decenas de empresas sobre todo de tecnología motivadas por exenciones de impuestos que se crearon para promover la migración hacia esta isla entonces despoblada y fría. 

La demanda de sexo pago era tal que cada mujer en el Sheik podía llegar a atender entre veinte y trinta clientes por noche. Los días de más trabajo eran cuando llegaban barcos al puerto. 

Por el sistema de copas tenían que tomar alcohol durante horas. Y muchas veces, para mantenerse despiertas, terminaban consumiendo cocaína. 

[Alika]: Y siempre eso, ¿no? El alcohol, las drogas. Que te nublaban la realidad todo el tiempo.

[Aneris]: Se acostaba como a las siete de la mañana, exhausta.

[Alika]: Porque el estómago te quedaba como una bolsa de líquido adentro, ¿no?, de tanto y tanto alcohol, tanto alcohol. Y yo hacía muchos esfuerzos para vomitar porque ya era como una intolerancia. 

[Aneris]: Y mientras no estaban trabajando, Alika y sus compañeras solo hacían una cosa: dormir. Por regla general, en el Sheik, no podían despertarse antes de las cuatro de la tarde, para no molestar el sueño de las demás. Había muchas normas como esa. 

La regla más elemental para permanecer en el Sheik era la económica. Y no solo tenía que ver con esas copas que les compraban los clientes a las mujeres. Pedro y Claudia se quedaban también con más de la mitad de lo que los hombres pagaban por un servicio sexual. Y ellas no tenían ninguna posibilidad de negociar ese acuerdo. 

[Alika]: No estás en posición de acordar cuando tenés miles de necesidades. Y después venía toda la trampa. Esto es como firmar un contrato. Vos podés aceptar o no una parte, pero tenés toda la letra chiquita. Y era: “Si llegás diez minutos tarde te descuento tanto por ciento de cada pase o de cada copa. Si no venís a trabajar, si estás menstruando, si un cliente se queja. Si no respondés el horario de los pases”.

[Aneris]: Pases, es decir, el tiempo que el cliente pagaba para tener sexo con la chica: quince minutos, media hora.

[Alika]: Había una serie de cláusulas que las ibas aprendiendo con el tiempo que eran… realmente no… no podías. No podías cumplir con toda esa normativa cuando vos decís, ché, cuánto me quedó al final de la noche. Y te quedaba nada. A duras penas te alcanzaba para comer.

[Aneris]: Cuando los clientes pagaban con moneda extranjera, las chicas siempre salían perdiendo. 

[Alika]: Un extranjero, te pagaba en euros o te pagaba en dólares y ellos te lo pasaban en pesos y al valor que ellos querían darle a esa tasación que siempre era por debajo de la tasación del mercado.

[Aneris]: Y también sacaban ventaja si el cliente pagaba en cuotas con tarjeta de crédito. El Sheik recibía toda la plata de la compañía bancaria, pero a las chicas les pegaban en cuotas, sean dos o cuatro o seis.

Y bueno, lo importante para entender aquí es que los dueños del Sheik tenían un sistema para descontar de tu ya miserable sueldo, dejando a las chicas con migajas. Les descontaban, incluso, el monto del pasaje que les habían mandado para llegar a Ushuaia. Pero no era todo, llegaban vendedoras de todo tipo al Sheik. Vendían maquillaje, zapatos, ropa. 

[Alika]: De todo. Entonces todo eso lo asumía como deuda al propio prostíbulo y vos estabas permanentemente en deuda con ellos. 

[Aneris]: Pedro y Claudia les prestaban plata para esas compras y lo sumaban a la lista de las multas que les aplicaban cuando no cumplían con las reglas. Entonces, por más de que las mujeres seguían trabajando y generando ingresos, sus cuentas seguían en rojo. Entraban en un círculo del que les era muy difícil salir. 

Para los dueños del Sheik sólo valían las leyes del mercado. Querían satisfacer la demanda de sus clientes que más de una vez les habían pedido mujeres negras. Porque, como Alika, la mayoría de las chicas eran rubias. Querían complacerlos como fuera. 

[Alika]: Ellos se pusieron a buscar dominicanas para poder hacer la oferta de las dominicanas y para no quedarse afuera del mercado. Y trajeron las primeras dominicanas y Claudia se vanagloriaba de eso. “Nosotros en el Sheik tuvimos siempre a las mejores mujeres, las más jóvenes. Tuvimos la primera negra”. De hecho, le decían la diosa de Ébano, para que te des una idea. 

[Aneris]: Todas las mujeres del Sheik, en últimas, eran mercancía. Nada más. 

[Alika]: Yo he visto pasar chicas que a lo mejor los análisis le daban positivo.

[Aneris]: Los análisis de VIH.

[Alika]: Y eran absolutamente descartables. Chau flaca. Un pasaje de bondi, un pasaje de colectivo. Y te fuiste porque acá enferma no podés laburar. 

[Aneris]: Cuando veía esas cosas, Alika se sentía contrariada. Por un lado sabía que Pedro y Claudia no tendrían reparo en deshacerse de ella cuando no les sirviera más. Pero por el otro, ellos eran lo más parecido que tenía a una familia. 

[Alika]: Y yo tenía un vínculo muy fraterno. Ellos estaban en una casa atrás. Estaban muy, muy cerca de nosotras todo el tiempo. Y comíamos juntos. 

[Aneris]: Compartían el día a día y no las trataban mal. Es más, los domingos Pedro hacía asado para todas las chicas del Sheik. 

De algún modo, para Alika, Pedro y Claudia no sólo eran los dueños del lugar donde trabajaba, también eran su referente emocional. 

[Alika]: Yo necesitaba, por supuesto, un techo, comida, trabajo, educación. Necesitaba que alguien me quiera, ¿no? Yo estaba muy necesitada de afecto, de cariño, de familia, de amor, ¿me entendés? Y ellos vivieron a ocupar ese lugar.

[Aneris]: Un lugar que había quedado vacío hacía mucho tiempo en la vida de Alika. 

[Alika]: Ellos sabían perfectamente en qué situación estaba, porque yo cuando hablaba con las otras chicas, mis compañeras ¿no?, estábamos todas, eh, prácticamente en la misma situación.

[Aneris]:Todas tenían alguien a quien cuidar. Un hijo al que darle de comer, una mamá o un papá enfermo que necesitaba remedios o una hermana, como la de Alika, que la necesitaba a ella. 

Después de más o menos un año de trabajar en el Sheik, Alika logró juntar dinero y compró un pasaje para su hermana. Quería que se mudara con ella a Ushuaia. Claudia y Pedro le ofrecieron alquilarle un departamentito de los que tenían atrás del Sheik para que vivieran ahí. 

[Alika]: Yo lo que les pedí es que por favor, que no podía hacer pases en el mismo lugar porque estaba mi hermanita y me dijeron que sí, que estaba bien, que los pases los tenía que hacer en la parte de adelante.

[Aneris]: En la pieza de pases que había en el Sheik. Así que su hermana se mudó con ella y empezó a ir a la escuela en Ushuaia. Alika también le pagaba clases de inglés y de informática y le pedía por favor que se mantuviera alejada del boliche.

[Alika]: Siempre le decía: “Vos acá no vengas”. O sea siempre la alejaba del lugar donde yo estaba porque procuraba cuidarla.

[Aneris]: Porque además ya era una adolescente de quince años. 

[Alika]: Y los tipos ya empezaban a mirarla era capaz de agarrarme a las piñas, por así decirlo, si alguien llegaba a decir algo de mi hermana.

[Aneris]: Pero para hacer todo aún más difícil, a su hermana le habían empezado a dar ataques de epilepsia. A veces Alika llegaba al cuarto después de trabajar…

[Alika]: Yo llegaba ponele súper borracha y me la encontraba mi hermana, que se había mordido la lengua, que tenía sangre en la boca. Era una situación muy compleja

[Aneris]: Pero ahí, Alika contó con Pedro y Claudia, que se ofrecieron a ayudar con la situación.

[Alika]: La llevo a diferentes especialistas y ellos me daban el dinero. Por supuesto, me lo iban descontando porque yo no tenía ni obra social. No teníamos nada. 

[Aneris]: Después de hacerle varios estudios, le dieron una medicación para controlar los ataques. 

Así subsistían Alika y su hermana en la ciudad del fin del mundo. Alika mantenía el contacto con su padre,pero con su madre había cortado la comunicación hacía años. Desde que las dejó en Cruz del Eje, solo una vez fue a verla a Buenos Aires pero las cosas no mejoraron.

[Alika]: Yo tampoco quería darle mucha información. No quería contarle muchas cosas. Siempre tuvimos una relación muy fría.

[Aneris]: Y a medida que se alejaba de su familia crecía el vínculo con Pedro y Claudia, pero también la deuda emocional y económica que tenía con ellos. No nos olvidemos del sistema de multas, del alquiler del departamentito, de los préstamos para la ropa, las consultas de los médicos, los remedios para su hermana.

Pasaron más o menos seis años en los que Alika trabajaba noche tras noche, pero sus números seguían en rojo. Hasta que un día un español que iba con mucha frecuencia al Sheik le hizo una propuesta. Era un cliente que a veces se la llevaba por varios días a un hotel en la ciudad. Era tripulante de un buque. Le ofreció a Alika cancelar su deuda y que se fuera con él a España. Y al principio, Pedro Y Claudia…

[Alika]: Intentaron por todos los medios de que no fuera así. Pero a su vez cuando cuando veían que el tipo iba y pagaba y preguntó: “¿Cuánto es lo que debe Carla acá? Bueno, yo los voy a pagar. Cobrámelos a mí”. Y es como bueno que los pague y después vemos si ella se va y vuelve, negocio para nosotros, ¿no?

[Aneris]: Alika aceptó. Pedro y Claudia recibieron el pago y se despidieron de ella. Tenía 25 años. 

[Alika]: Lo mío no fue: “Ay, estoy re enamorada, cómo lo quiero. O ay, qué divino que es, cómo me cuida”. No fue las ansias y las ganas y la necesidad de tener una vida mejor. 

[Aneris]: Apenas llegó a Barcelona, la ilusión de tener una vida mejor se desvaneció. El hombre con el que había viajado y que ahora era su marido la metió de vuelta en el mundo de la prostitución: le dijo que iba a trabajar en un bar llamado Mr. Dólar.

[Alika]: Y a las dos semanas aproximadamente ya estaba metida en otro prostíbulo que él ya me había llevado.

[Daniel]: Era más de lo mismo. Peor en algunos sentidos, porque ahora estaba a más de diez mil kilómetros de su país. 

Ya volvemos.

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[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Soy Daniel Alarcón. 

Los siguientes años en España serían difíciles. Pronto su hermana viajó también para allá y se independizó, mientras que Alika tuvo tres hijas con el señor que la sacó del Sheik. Y se sentía otra vez atrapada en una situación desesperada. Con muchos aprietos económicos, violencia en su casa. Pasó ocho años así, hasta que un día no aguantó más. 

Entendió que tenía que irse de Barcelona cuanto antes. Tenía que escapar por ella y por sus hijas. En 2010 juntó fuerzas y puso fin a la relación. Volvería a la Argentina con sus tres hijas y buscaría la forma de subsistir. Y en medio de la desesperación, Alika hizo algo que jamás pensó que haría el día que dejó Ushuaia. 

Aneris nos sigue contando.

[Aneris]: Alika quería volver a la Argentina y escapar de ese infierno. No lo pensó demasiado. Un día, en Barcelona, agarró el teléfono y llamó a las únicas personas que creía que la podían ayudar: Pedro y Claudia. 

[Alika]: Nunca habían cortado el vínculo conmigo, siempre se comunicaban de una u otra manera. “¿Cómo estás? ¿Qué es lo que estás haciendo? ¿Cuándo vas a volver?”. 

[Alika]: Y cuando ellos, o sea, pudieron detectar que había ahí como una ruptura o que había alguna posibilidad para que yo volviera, enseguida me dijeron: “¡No! Pero te tenés que ir.” O sea, “volvé, volvé. ¿Qué es lo que necesitas para volver?

[Aneris]: Necesitaba, en primer lugar, pasajes para ella y para sus hijas. Y Pedro y Claudia estaban dispuestos a darle el dinero para eso. 

[Alika]: Todo en términos, ¿viste?, como muy vinculares, ¿no? Muy, muy sociales, muy de amistad.

[Aneris]: En medio de la violencia que estaba sufriendo en España, aquello parecía un bálsamo. Y también la única salida. Pero era en realidad una sentencia. La confirmación de que nada podría cambiar. Como si le dijeran…

[Alika]: Vas a poder resolver todos estos problemas que tenés a través de lo único que sabés hacer. 

[Aneris]: Prostituirse. Y Alika estaba dispuesta a volver al Sheik con tal de proteger a sus hijas.

[Aneris]: Aceptó entonces los pasajes que le ofrecieron Pedro y Claudia y voló a la Argentina con las nenas. Pero antes de irse a Ushuaia dejó a sus hijas con su padre en Córdoba, con quien seguía en contacto. Sabía que su trabajo no le iba a permitir atenderlas. Su padre aceptó cuidar a sus nietas a cambio de que le mandara dinero para mantenerlas. Así fue como ocho años después de haberse ido, Alika estaba de vuelta en la ciudad del fin del mundo, regresando al trabajo del Sheik, a sus días de antes con Pedro, Claudia y las demás chicas. 

Para Alika, el mundo de afuera había sido peor que estar en el Sheik. Y se fue convenciendo de que el Sheik era su mejor opción. Claudia y Pedro terminaron convenciéndola de eso. Era una manipulación psicológica, sutil y efectiva, que había durado años. Que estaba disfrazada de ayuda. Ellos siempre estaban ahí cuando Alika más lo necesitaba.

Ella solo pensaba en juntar dinero para mandarle a sus hijas. Las llamaba por teléfono constantemente, pero casi ni las veía. Viajaba muy poco a Córdoba. Prefería no perder ningún día de trabajo. 

[Alika]: Para llegar a sacar algo de dinero que permitiera a ellas vivir sin pasar hambre yo tenía que esforzarme mucho.

[Aneris]: Y trataba de estar presente en sus vidas como podía.

[Alika]: Todas las cosas que necesitaba se las mandaba por correo. Comienzos del cole yo les mandaba cajas… a la más grande, ¿no? Le mandaba cajas con útiles, el delantal. Navidades también lo mismo.

[Aneris]: Les mandaba juguetes. Fueron más de dos años así, a la distancia. Alika en Ushuaia y las nenas —que ya tenían once, cinco y tres años— en Córdoba. 

Era la vida a la que se había acostumbrado y que parecía que no iba cambiar, hasta el nueve de octubre de 2012.

Era de noche cuando Alika y sus compañeras sintieron unos ruidos raros en el Sheik. De golpe se apagó la música. Primero pensaron que estaban entrando a robar, pero cuando se asomaron por una ventana vieron camionetas de la policía. Tenían una orden de allanamiento y entraron a requisar el lugar.

[Alika]: Fue traumático. Con la incertidumbre de qué iba a pasar con cada una de nosotras. 

[Aneris]: Pensaban que las venían a llevar presas. Pero en realidad la policía venía a clausurar el Sheik y a rescatarlas. Lo que ellas no lograban entender era rescatarlas de qué.

[Alika]: Y a mí me decían que yo era víctima. Yo decía por qué esta gente me está diciendo… soy víctima ¿de qué? Si yo no podía comprender de qué me hablaban cuando decían que yo era víctima. 

[Aneris]: Alika no se sentía víctima de nada. Las otras chicas tampoco. Aseguraban que siempre habían estado ahí, trabajando, por voluntad propia. Para ellas el cierre del Sheik significaba, literalmente, quedarse en la calle: sin ingresos, sin vivienda. 

Esa misma noche detuvieron a Pedro Montoya. Se lo acusaba de integrar una red de trata de personas con fines de explotación sexual. También detuvieron a su nueva pareja Ivana García y a la encargada del Sheik, Lucy Campos Alberca. No había cargos contra Claudia Quiroga, que se había separado de Pedro después de que Alika volviera de Barcelona y ya no trabajaba en el local.

El gobierno de la provincia de Tierra del Fuego les ofreció una casa a las siete mujeres rescatadas para pasar las primeras noches. Pero no habían tenido en cuenta una cosa

[Alika]: No es que todas éramos hermanitas y nos íbamos todas juntitas a una casita, no. Había una situación muy compleja que nadie la estaba viendo o jamás la pensaron.

[Aneris]: Cada una tenía sus propios problemas con los que lidiar. No todas se llevaban bien, había competencias, disputas entre ellas. Alika entonces prefirió irse con una de las chicas con las que sí se llevaba bien y alquilar una habitación por su cuenta. 

Dos días después tuvo que ir a declarar.

Apenas se sentó ante la fiscal volvió a insistir: ella no era una víctima. 

[Alika]: Yo pensaba que la víctima era una mina que estaba totalmente demacrada, tirada, empastillada.

[Aneris]: En su cabeza las víctimas de trata eran personas que estaban prácticamente secuestradas, que no podía salir a ningún lugar ni mantener contacto con nadie de su familia. Estuvo declarando por horas, tratando de defender siempre a Pedro y Claudia. Repitiendo lo mismo…

[Alika]: Yo no era víctima de nada, que había tenido mala suerte en la vida, que esto era lo que me había tocado.

[Aneris]: Hasta que en un momento la fiscal le pregunta…

[Alika]: Me dice: “Bueno, ¿qué te hubiese gustado ser”. Y yo dije abogada, ¿no? Me hubiese encantado estudiar abogacía. Me dice: “Ah, entonces no estás porque querés”. Le digo, “bueno, pero esto es lo que puedo”. “Sí”, me dice “pero no estás porque querés. Estás a la fuerza. Por la… por la propia situación”. Bueno, “sí”, le digo, “quién no está la fuerza”, le digo. “Tengo tres chicas, les tengo que dar de comer. El progenitor es ausente”. Y es ahí como que me largué a hablar de todo lo que me pasaba. Como que se lo empiezo a soltar y empecé a llorar. 

Empecé a llorar y dije mi vida es una mierda. Mi vida es una bosta, ¿me entendés? ¡Qué vida de mierda que tengo! No soy nada de lo que vengo de lo que vengo soñando. Mi realidad es terrible. Ahí es como que te empieza a caer la ficha de todo lo que estás padeciendo y lo que venís… de lo que venís escapándote permanentemente, ¿no? 

[Aneris]: Y se terminó de quebrar cuando la fiscal le habló de las hijas. Le dijo…

[Alika]: “¿Qué te hace pensar que ellas van a ir a la universidad y no van a terminar prostitutas como vos?”, me dijo algo así. Y yo casi me muero cuando me dijo eso, como diciendo no… Me dice: “Pero ¿por qué no?”. Porque no. Porque es terrible, porque es horrible. Es como que ninguna madre desea para sus hijas la prostitución. Ninguna. Ninguna. Nadie.

[Aneris]: Como al resto de las chicas del Sheik, a Alika la habían reclutado en una situación de extrema vulnerabilidad cuando por primera vez viajó a Ushuaia en 1995, diecisiete años atrás. No hacía falta secuestrarla ni mantenerla encerrada. Una promesa de trabajo y un pasaje de avión habían sido suficientes. 

Y este dato es importante porque en Argentina la ley establece como trata de personas y cito: “El ofrecimiento, la captación, el traslado, la recepción o acogida de personas con fines de explotación, ya sea dentro del territorio nacional, como desde o hacia otros países”. 

Dentro de los casos de explotación se menciona la esclavitud, la servidumbre y la prostitución, entre otros. La ley aclara que en ningún caso el consentimiento dado por la víctima exime de responsabilidad penal, civil o administrativa a los autores, partícipes, cooperadores o instigadores del delito.

Aquella audiencia fue una revelación para Alika. Poco a poco empezaba a asumirse como lo que era, una víctima, una sobreviviente del delito de trata.

[Alika]: Como que te encienden la luz adentro de una habitación donde estuviste siempre a oscuras, viviendo unas violencias, pero no las veías. No veías los monstruos que serían simbólicamente cada una de las violencias que se viven en… en explotación sexual, en la prostitución misma, ¿no? Yo no me había dado cuenta, no había visto nunca esta realidad.

[Aneris]: No fue de la noche a la mañana. Fue un proceso que le llevó un tiempo y que la impulsó a buscar más información sobre la trata de personas. Alika se iba a un ciber café y se pasaba horas leyendo sobre el tema. Buscaba leyes, imprimía documentos. 

Hacía un tiempo, en Ushuaia, había salido a tomar algo con una amiga y había conocido a Alfredo. Pasaban momentos juntos, pero para ese entonces no era nada serio. Ella le hablaba sobre sus hijas pero nunca le había querido contar que trabajaba en el Sheik. Pero después del allanamiento la verdad fue inevitable. Alika le contó del rescate. Él la escuchó sin juzgarla y a los días le llevó un regalo. 

[Alika]: Me trajo una computadora y me trajo una impresora, me dice: “Leé, estudiá todo lo que puedas, informate, buscá”. Fue lo más generoso y lo más lindo que nadie había hecho por mí. 

[Aneris]: Unos días después del rescate, Alika dejó Ushuaia y fue a buscar a sus hijas a Córdoba. Se instalaron unos meses en la ciudad de Mar del Plata. Lo primero que hizo fue tramitar los documentos argentinos para sus hijas que, como habían nacido en España, hasta ese momento solo tenían los documentos españoles. Con ese trámite, Alika pudo acceder a lo que en Argentina se llama la asignación universal por hijo, un monto mensual que el Estado da a padres desempleados o con empleos informales. Es un monto de unos treinta dólares por hijo en la actualidad. 

[Alika]: Pero era como un fortalecimiento económico tan grande. Me dio la posibilidad de… de servir un plato de comida caliente en mi mesa. Me dio la posibilidad de… de pensar, de sentarme un momento sin tener que estar pensando constantemente en la supervivencia o en la subsistencia.

[Aneris]: También le permitió alquilar dos habitaciones para estar con sus hijas. Ahí pasó un tiempo hasta que la relación con Alfredo se fue afianzando y decidieron irse a vivir juntos. Mientras, Alika seguía investigando más y más sobre el delito de trata. 

[Alika]: habían pasado ocho meses donde yo me había reconocido como víctima, donde yo sabía que tenía derechos, donde yo sabía que podía reclamar, donde yo sabía que tenía que volver al origen para poder iniciar absolutamente todo. 

[Aneris]: Al origen. A Ushuaia. Y para seguir de cerca el proceso judicial contra los dueños del Sheik volvió a mudarse a la ciudad del fin del mundo con Alfredo y las nenas. Pero las presiones no tardaron en llegar.

[Alika]: Pedro tuvo contacto conmigo y de hecho quería que declarara a favor de él.

[Aneris]: Pero no había vuelta atrás. Ya instalada en Ushuaia fue a ver al fiscal que llevaba la investigación.

[Alika]: Me dice: “No, tenés que entrar como querellante”. Y yo le dije: “Qué es ser querellante”. Y ahí es como que empecé a buscar querella, querellante, qué significaba, para qué servía. 

[Aneris]: En términos simples, significa que la víctima asume un rol activo como parte acusadora durante la investigación judicial. Y era la primera vez que, en Argentina, una víctima de trata se convertía en querellante y demandaba a sus proxenetas. Pedro y compañía ya habían salido de prisión y esperaban el juicio en libertad. 

Alika también demandó a la Municipalidad de Ushuaia por haber facilitado las condiciones para su explotación sexual.

Y lo hizo prácticamente sola. Sus compañeras del Sheik no quisieron involucrarse en la causa, excepto una que la apoyó como testigo.

El camino hasta el juicio no fue fácil: fueron cuatro años duros en los que Alika aportó pruebas, se sometió a estudios médicos forenses, empezó a dar entrevistas a los medios de Ushuaia, cambió de abogados.

Y a medida que aumentaba su exposición pública Pedro redoblaba las advertencias… 

[Alika]: Él intentaba no amenazarme directamente, pero si me mandaba amenazar o a decir cosas con otras personas. Empezaron como a tener otras prácticas más de tipo mafiosa, ¿no? 

[Aneris]: La defensa de los acusados aseguraba que el Sheik tenía todo en regla según las ordenanzas vigentes y negaba que allí se ejerciera la prostitución. Es decir, negaban que las mujeres hicieran pases ahí. Este es el abogado de Pedro, Félix Santamaría en una entrevista el siete de noviembre de 2016. Decía que el Sheik era…

(SOUNDBITE DE ENTREVISTA)

[Félix Santamaría]: Un bar de copas, como se denomina una whiskería, y bueno, estaba autorizado y estaba controlado no sólo por el municipio, sino también por el Estado provincial.

[Periodista]: ¿En el local de sus defendidos, en el Sheik, se ejercía la prostitución? 

[Félix Santamaría]: No, no. Inclusive está probado por conversaciones, por escuchas y todo…

[Aneris]: Pero la defensa no logró convencer al tribunal. Había pruebas suficientes para demostrar que allí sí se ejercía la prostitución y que además las mujeres habían sido captadas y trasladadas para ser explotadas sexualmente. 

Alejandra Mángano, fiscal de la Procuraduría de Trata y Explotación de Personas trabajó desde un principio en la investigación. Me explicó la forma en que Pedro captaba a las chicas. El método se replica en la mayoría de los casos de trata de personas. Utilizan avisos publicitarios en los que ofrecen trabajo y el pasaje para llegar a la ciudad. 

Pero, además de los avisos publicitarios, otras víctimas actuaban como reclutadoras. Como aquella chica que le hizo la oferta a Alika en Córdoba. Para eso los proxenetas utilizan un sistema de premios.

Esta es Alejandra.

[Alejandra Mágnano]: Por ejemplo bueno, si traes a otra chica te voy a pagar tanto dinero o podés tomarte tres días. Es algo que se utiliza para que las propias chicas sean quienes traten de conseguir a otras mujeres.

[Aneris]: Una vez las mujeres llegaban a Ushuaia empezaba la explotación sexual. Pedro, como ya escuchamos, se quedaba con una parte de lo que ganaban las chicas. En el allanamiento se encontraron planillas donde había registro de eso. 

Y acá hay que aclarar una cosa más. Importante. 

[Alejandra]: Si una mujer autónomamente ejerce la prostitución, entonces eso no está prohibido porque se toma como una especie de contrato entre particulares. Pero si un tercero, en este caso el dueño del Sheik imaginemos, eh, o de cualquier prostíbulo lucra con la prostitución de las mujeres eso está prohibido en todas sus formas. 

[Aneris]: Por eso, con el tiempo, los municipios empezaron a eliminar las ordenanzas que regulaban a las llamadas alternadoras, porque se fue comprobando que en la práctica solo era una forma de legitimar la explotación sexual por parte de terceros. Pero en 2012, cuando rescataron a Alika, aquella ordenanza aún estaba vigente en Ushuaia.

Durante el allanamiento se encontraron 116 libretas sanitarias. Es decir que al menos 116 mujeres habían sido explotadas en el Sheik. Y a medida que avanzaba la investigación se iban obteniendo más pruebas de la brutalidad de esas reglas del prostíbulo que ya mencionamos. Comprobaron, por ejemplo, que había un timbre en la barra del Sheik que se usaba para controlar el tiempo de los pases. 

[Alejandra]: Si se pasaban de ese horario también había una multa para las mujeres, no para el cliente. Y después había otro timbre en la habitación que supuestamente le habían dicho a las mujeres que era un timbre para avisar si había alguna situación de urgencia con alguno de los clientes prostituyentes. Lo tremendo tal vez era que ese timbre que las mujeres pensaban que funcionaba, no funcionaba.

[Aneris]: Es decir, más claro no puede estar. Explotadas, e indefensas.

Alejandra me contó que la reacción inicial de negación y de rechazo al rescate que tuvo Alika es la que tienen, en general, todas las víctimas durante los operativos. Se sienten asustadas y en deuda con sus proxenetas. 

[Alejandra]: El allanamiento no logra inmediatamente revertir la situación, digamos, de acogimiento que la víctima tiene con respecto de los proxenetas, de los explotadores y con respecto del lugar.

[Aneris]: Por eso mismo ninguna víctima había demandado antes en este tipo de juicios. Alika fue la primera en animarse. 

Con todas las pruebas reunidas, y cuatro años después del rescate, el primero de diciembre de 2016 se dictó la sentencia.

(SOUNDBITE DE NOTICIERO)

[Periodista]: El Tribunal de Tierra del Fuego condenó a penas de entre tres y siete años de prisión a los tres acusados del delito de trata de personas y a un resarcimiento económico para Alika Kinan víctima y querellante de sus captores de 780 mil pesos.

[Aneris]: A Pedro Montoya, el dueño del Sheik, lo condenaron a siete años de prisión por ser el autor penalmente responsable del delito de trata de personas agravado por la pluralidad de víctimas. A Ivana García y Lucy Campos Alberca les dieron tres años de prisión condicional por considerarlas partícipes secundarios. 

Además de imponerles una multa a los condenados, a modo de resarcimiento, el fallo también le puso una multa a la Municipalidad de Ushuaia por facilitar las condiciones para la explotación sexual de estas mujeres. 

Si bien el Sheik funcionó durante muchísimos años en Ushuaia, los condenados recibieron penas solamente por el período que va desde noviembre del 2011 hasta fines del 2012, de acuerdo a la fecha de las pruebas que se aportaron en el juicio.

Todo el proceso hasta llegar a la sentencia fue muy doloroso para Alika. Para ella no significaba solamente luchar para que se hiciera justicia. Significaba también revisar su propia historia para entender por qué había terminado en ese lugar. 

[Alika]: Era darle coherencia a mis enojos, era darle coherencia a mis exabruptos, era darle coherencia a las actitudes de los proxenetas, era poder comprender cómo respondemos las víctimas ante situaciones de violencia sexual.

[Aneris]: Era también empezar a atar cabos sueltos de la historia de su familia.

[Alika]: Yo he podido entender la historia de mis tías y la historia de mi madre como víctimas del sistema prostituyente. Algunas víctimas de trata, todas víctimas de la explotación sexual y todas víctimas de la pobreza. 

[Aneris]: Era algo que se había repetido en la historia de las mujeres de su familia. Y de algo estaba segura: bajo ninguna circunstancia esa historia seguiría con sus hijas. 

Alika había conseguido una sentencia histórica. Había logrado que se condenara a sus proxenetas, pero también a un estado municipal por el delito de trata. Y, con ese logro en sus espaldas, pudo empezar a reconstruir su vida. 

[Alika]: Empecé terapia, empecé a hacer cerámica, empecé a hacer mosaiquismo. Empecé a sentirle el sabor a la comida, empecé a sentir orgasmos. Empecé a… a… a disfrutar. Esa es la palabra. Empecé a disfrutar. Empecé a sentir el gozo de estar viva.

[Aneris]: Alika tuvo tres hijos más con Alfredo: otra nena y dos varones. Hoy vive con Alfredo y con sus seis hijos que tienen entre cuatro y veinte años. Cada día se levanta con una única misión: quererlos un poco más.

[Daniel]: Ahora Alika dirige el programa de Estudio, Formación e Investigación sobre Trata de Personas de la Universidad Nacional de San Martín, en la provincia de Buenos Aires. 

Ocho años después del rescate, sigue recibiendo amenazas, por lo que vive en una casa con localización reservada.

La sentencia hacia sus captores fue apelada ante el Tribunal de Casación que confirmó las condenas para Pedro Montoya y ordenó un nuevo juicio para revisar las penas de Ivana García y Lucy Campos. Por el momento ninguna de las condenas se hizo efectiva y se espera el inicio de estas nuevas audiencias. Alika también inició acciones legales para llevar a juicio a Claudia Quiroga. 

Según el último informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, el ochenta por ciento de las víctimas de trata detectadas en Sudamérica son mujeres y niñas. La mayoría de ellas fueron captadas con fines de explotación sexual. 

Aneris Casassus es productora de Radio Ambulante, vive en Buenos Aires.

Esta historia fue editada por Camila Segura y por mí. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri y Rémy Lozano, con música de Rémy. Desirée Yépez hizo el fact-checking. 

El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Nicolas Alonso, Lisette Arévalo, Jorge Caraballo, Victoria Estrada, Xochitl Fabián, Fernanda Guzmán, Miranda Mazariegos, Barbara Sawhill, Elsa Liliana Ulloa y David Trujillo.

Carolina Guerrero es la CEO. Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO. 

Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

Créditos

PRODUCCIÓN 
Aneris Casassus


EDICIÓN
Camila Segura y Daniel Alarcón


VERIFICACIÓN DE DATOS
Desirée Yépez


DISEÑO DE SONIDO/MEZCLA
Andrés Azpiri y Rémy Lozano


MÚSICA
Rémy Lozano


ILUSTRACIÓN
Yael Frankel


PAÍS
Argentina


PUBLICADO EN
02/08/2021

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