La oferta suena bien | Transcripción

La oferta suena bien | Transcripción

COMPARTIR

[Daniel Alarcón]: Esto es Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón.  

La historia de estas dos mujeres colombianas empieza casi igual: a sus esposos, ambos militares retirados con alrededor de 45 años, les llegó una oferta laboral a mediados de 2023. 

[Adriana]: Pues él un día cualquiera me dijo que le estaban ofreciendo un trabajo en México, y yo le dije ¿cómo así? ¿Y un trabajo de qué? 

[Jenny]: Él me dijo, es muy bueno porque es para darle seguridad a unas plantaciones cítricas. Yo le dije yo no estoy de acuerdo, porque harto que esperamos el tiempo de la pensión para que estuviéramos juntos, para que entonces usted continúe en la misma situación.

[Daniel]: Y es que después de más de 20 años de servicio, de estarse moviendo todo el tiempo por diferentes zonas del país, de combatir en los años más duros del conflicto colombiano, de superar el riesgo de dejar a sus esposas viudas y a sus hijos huérfanos, volver a trabajar, y en otro país, no les parecía una buena idea. Ahora, no es que tuvieran problemas económicos graves, pero aunque ellos tenían pensión por sus años en el ejército, era mucho menos que el sueldo que recibían cuando estaban activos. Por eso, ganarse alrededor de 2 mil dólares mensuales solo por cuidar unos cultivos de cítricos… no sonaba mal. La promesa era que a los seis meses ya estarían de regreso en Colombia. 

[Adriana]: Solamente es por seis meses. Tranquila, amor. Además es para ver si nos salimos de las deudas que tenemos. Vea, yo he hecho cuentas con la ayuda de Dios y yo le voy a ayudar para que usted monte su negocio. 

[Jenny]: Él me dijo que lo viéramos como una oportunidad muy buena de una estabilidad, que él iba por lo de la universidad del niño y que ya. Y que de hecho nos íbamos a pasear con lo que sobrara y pues uno le mientan un paseo y mejor dicho, ya uno está empacando maletas, ¿cierto? 

[Daniel]: No había muchos más detalles. La oferta les había llegado en diferentes momentos por grupos de WhatsApp de militares retirados. Tendrían un contrato laboral formal y algunos colegas que ya estaban trabajando allá les recomendaban aprovechar la oportunidad. 

[Jenny]: Entonces yo no le vi pues como inconveniente, porque yo decía bueno, yo lo estoy presionando para que se quede ya en la casa, pues si él se va seis meses, ¿por qué no esperar los seis meses?  

[Adriana]:  Entonces yo como que empecé a mirar que sí era serio y ya le empecé a pedir a Dios que… que si era algo… que si nos convenía pues que se le dieran las cosas, ¿cierto? 

[Daniel]: En pocos meses todo resultó. Los dos terminaron viajando, aunque en momentos diferentes. Los dos llegaron a Ciudad de México, los dos tuvieron que moverse a donde se suponía que estaban los cultivos, a varias horas de la capital, y los dos empezaron a trabajar muy motivados. 

[Jenny]: Pero yo donde hubiera sabido lo que iba a pasar más adelante, seguro que yo hubiera sido el primer obstáculo para que mi esposo se fuera para allá.

[Adriana]: ¿Por qué no le dije que no se fuera, por qué no me empeñé en que se quedara? ¿Sí me entiende?

[Daniel]: Después de la pausa, David Trujillo, nuestro productor senior, nos sigue contando.

[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Antes de seguir, una aclaración: cambiamos los nombres de los personajes de esta historia por razones de seguridad.

Ok, acá David. 

[David Trujillo]: Felipe se retiró del ejército en 2019, con el rango de sargento viceprimero y 42 años de edad. La relación con su esposa, Adriana, venía desde la adolescencia: ya tenían una hija chiquita y ganas de descansar después de más de dos décadas de servicio. 

Pero la poca pensión que recibía dañaba los nuevos planes que tenía con ella: pagar deudas, montar un negocio, comprar un carro. Se sentía con toda la vitalidad para buscar más plata, así que empezó a trabajar en varias cosas. 

Y entonces, a mediados de 2023, le llegó la oferta por el grupo de WhatsApp de militares retirados para trabajar en México cuidando cultivos de limones. 

[Adriana]: Y yo ¿limones? ¿Y quién va a ir a cuidar a un limón? Pues eso está muy raro. Entonces él me dijo sí, es que allá en México se maneja diferente. Me dijo algo así, que el gobierno no pagaba empresas de seguridad para las empresas, sino que cada persona como de una empresa, tenía que contratar su propia esquema de seguridad. 

[David]: Felipe insistió mucho en que era una buena oferta, que valía la pena. 

[Adriana]: ¿Pero usted está seguro que eso es seguro?  Me dijo que sí, que eso era con contrato. Con carta para migración normal, que ellos pasaban legal. 

[David]: O sea, todo en orden. Así que Felipe aceptó y empezó el proceso. Adriana no sabe muy bien en qué consistió, porque él lo hizo todo por su cuenta sin decirle mucho. Solo recuerda que un día, alrededor de julio, Felipe llegó con varios documentos, se sentó en la cama y empezó a mostrárselos. Adriana le tomó foto a unas cartas: una de una empresa de seguridad colombiana y otra de una mexicana. Tenían los datos de Felipe y debía presentarlas durante el proceso de migración. En ellas explicaban que viajaba a recibir unas capacitaciones por la alianza entre ambas empresas. También había un registro mercantil de la colombiana.  

Felipe compró su tiquete de avión para viajar a principios de septiembre de 2023. Llegaría a Ciudad de México y ahí, en el aeropuerto, alguien lo recogería para llevarlo a su sitio de trabajo.  

Adriana recuerda bien ese 5 de septiembre cuando se despidieron en el aeropuerto. El vuelo salía a las 10:30 de la noche. Adriana lo acompañó. A la hora de despedirse, ella le repitió algo que siempre le decía desde que estaba en el ejército.  

[Adriana]: Yo le decía amor, si alguna vez siente que… que su vida está en peligro, patitas, pa qué las tengo, vuélese. No sé, haga algo, pero no me vaya a dejar sola. Y eso mismo se lo dije ese día. Entonces le dio risa y me dijo sí, amor, yo sé. Tranquila amor, solamente es por seis meses, yo la voy a llamar todos los días. 

[David]: Se dieron un último abrazo y Adriana lo vio alejarse por la fila de migración hasta que ya no lo vio más. 

Unas horas después, en la madrugada, Felipe le escribió que había llegado bien, pero que la persona encargada de recogerlo no contestaba. Como no conocía a nadie más ni tenía a dónde ir, prefirió quedarse en el aeropuerto hasta que amaneciera.

En la mañana por fin lo contactaron. Le dijeron, sin explicaciones, que no podían recogerlo, que el trabajo no era en la Ciudad de México. Por eso, por su propia cuenta tenía que tomar un bus para llegar a otro lugar a unas  horas de ahí. Hizo lo que le dijeron. 

Según lo que Adriana le entendió, primero llegó a un hotel donde estaban otros compañeros y una semana después se comunicó desde una playa. Le dijo que estaba escoltando a sus jefes y a sus familias durante sus vacaciones. Se notaba feliz. Días después, en algún momento durante una videollamada, Adriana alcanzó a ver al fondo lo que supuso eran los cultivos de cítricos. Según Felipe, su jefe le había prometido ayudarle a sacar los documentos para quedarse en México. Todo parecía estar marchando bien. 

Pero muy rápido las cosas cambiaron. Lo primero fue que Felipe empezó a llamarla de números diferentes porque supuestamente le habían robado su celular. La comunicación dejó de ser fluida y menos frecuente. Y cuando hablaban, Adriana recuerda que su esposo solo le hacía preguntas básicas de cómo estaban todos… y eso cuando lograba entenderle lo que decía porque la señal era muy mala y además él hablaba más bajo de lo normal. 

[Adriana]: Una vez que él me llamó, que me estaba hablando, yo le dije amor, ¿usted por qué me está hablando así? Y me dijo porque sí, no me pregunte nada. Y yo: ¿pero por qué? Me dijo ¡que no me pregunte nada! Pero me pareció súper raro.

[David]: Y más raro cuando, al poco tiempo, durante otra videollamada, Adriana lo vio demasiado delgado. Había pasado solo un mes desde que Felipe se había ido y era extraño que hubiera bajado tanto de peso tan rápido. Pero ella tuvo que disimular su asombro en ese momento porque, como habían quedado, no podía preguntarle nada. Prefirió esperar a la siguiente videollamada. 

[Adriana]: Entonces yo me preparé y yo en una hoja de bloc, con marcador, yo puse: Amor, ya no quiero que estés más por allá, yo quiero que te vengas ya. 

[David]: Y mientras estaban conversando, puso ese mensaje frente a la cámara para que él lo leyera.

[Adriana]: Me miró y se quedó callado. No me contestó nada.

[David]: Otra de las cosas que le parecía raro a Adriana era que Felipe no se comunicara con su mejor amigo. Él también era militar retirado y Felipe le había prometido que cuando estuviera allá iba darle toda la información del trabajo para que viajara.

Entonces a Adriana se le ocurrió que el amigo la acompañara un día durante una de las llamadas de Felipe. Tal vez a él sí le podía contar más cosas. El amigo aceptó, y después de hablar con él, Adriana se lo pasó para que hablaran. La conversación tampoco duró mucho, pero cuando terminó, ella, ansiosa, le preguntó qué le había dicho, si finalmente lo iba a ayudar para que se fuera a México. 

[Adriana]: Me dijo dizque no, que eso no era para mí. Y yo, ¿cómo así? Dizque no, yo no sé. Que no quería que se fuera por allá. 

[David]: ¿Que eso no era para él? ¿Que no quería que se fuera para allá? Todo era muy confuso. Lo único claro era que no había nada que indicara que Felipe estuviera bien. Adriana se sentía culpable. 

[Adriana]: Ya sentía como que no, como que haya sido mala idea que se había ido. Y ya después del 28 de noviembre ya no se volvió a comunicar.

[David]: Al principio, Adriana pensó que no tenía señal. Ella ya estaba acostumbrada a esas épocas cuando Felipe estaba en el ejército y pasaba días sin responder, pero esto era diferente. Él siempre le avisaba cuando iba a estar incomunicado, y ya era finales de diciembre, había pasado un mes, y seguía sin llamar.  

[Adriana]: Y yo no es que ya lleva mucho tiempo y yo sé que él hubiera hecho todo lo posible por llamar. Es que yo conociéndolo, yo estoy segura que él se hubiera comunicado. Entonces ya yo empecé con mi angustia, con mi angustia, yo ya no dormía. ¿Yo qué hago, quien  me puede decir algo?

[David]: Empezó a buscar los números de donde la había llamado Felipe. Aunque le había advertido que no devolviera las llamadas, Adriana no tuvo otra opción. Le contestaron de uno. Era un hombre que se presentó como Veracruz y que tenía acento colombiano. Eso la tranquilizó un poco porque sintió familiaridad. Adriana también se presentó, le dijo que era la esposa de Felipe y le dio el nombre completo. 

[Adriana]: Entonces me dijo ¿de quién? No, es que nosotros aquí no los conocemos por nombres. Entonces yo le dije ¿cómo así que no lo conocen por nombres? Sí, o sea, ya empezaron las cosas raras. Me dijo no, pero es que ellos llegan acá y nosotros les ponemos un apodo. Entonces mí me empezó como a dar rabia. Yo le mandé la foto de él, yo le dije de él, él es mi esposo. Me dijo ah, sí, ya me acordé, ya me acordé. Ah, sí, un señor muy, muy amable. Ay, pero venga, sí yo era el jefe inmediato de él. Pero no, es que él ya no trabaja conmigo. Él se cambió de empresa.

[David]: Cada explicación era más rara que la anterior. Felipe le hubiera contado una decisión como esa. 

[Adriana]: Yo ¿cómo así que se pasó la empresa? ¿Y él por qué no me dijo? Entonces me dijo ah, eso sí, ya no sé.  Eso sí, ya yo no sé cómo, cómo manejaban ustedes las cosas. Así me contestó. Yo le dije entonces yo cómo hago, porque es que, mire, usted es el único contacto que yo tengo de allá, yo necesito saber de mi esposo, yo estoy desesperada, por favor, colabóreme. Entonces el desgraciado ese me dijo sí, tranquila, vea, yo por buena gente, porque como eso a mí ya no me corresponde, yo le voy a averiguar por él. Entonces espérese que yo me comunico.

[David]: A los dos días, Veracruz la contactó. 

[Adriana]: Dizque vea, madre, ya me averiguaron que hay dos colombianos desaparecidos, pero no, no sabemos quiénes son. Yo ahí mismo empecé a llorar y yo le dije, ¿pero cómo así que desaparecidos? ¿Desaparecidos dónde, cómo? Me dijo no, no sé, no sé. Le dije pero có… vea, ayúdeme, averigüe a qué empresa se pasó para yo llamar y averiguar por él, a ver qué está, ¿cómo así que desaparecidos? Ay, no, usted no sabe, usted no sabe. 

[David]: Veracruz solo la evadió y le dijo que él no sabía qué empresa de seguridad era porque había muchas de ese tipo, que tampoco podía ir a la zona donde supuestamente habían desaparecido los colombianos porque era muy peligrosa. Pero de nuevo le prometió que iba a averiguar, que esperara.

Mientras tanto, Adriana solo le contó a la hermana de Felipe lo que estaba pasando. No quiso asustar al resto de la familia sin tener certezas ni cargarlos con lo que ella estaba sintiendo. 

[Adriana]: Pues imagínese: yo ya no dormía, no comía. No hacía sino estar pegada de Dios. Me parecía súper raro que desaparecidos, ¿cómo así?

[David]: Estaba desesperada. Todos los días le escribía a Veracruz. 

[Adriana]: Buenos días, don Veracruz, ¿cómo está? Qué pena molestarlo tanto. ¿Usted que ha sabido de mi esposo? Yo acudía como, como a ablandarle el corazón porque era mi único contacto. Entonces yo le decía ay, sí, venga por solidaridad, porque me ayudara, que por favor, que no me dejara así. Entonces él lo único que me decía era sí, tranquila, yo le voy a ayudar. Mire, hasta me tocó pagarle a un man para que se fuera allá y me averiguara a ver cuáles eran los dos que se habían desaparecido, a ver qué fue lo que pasó, que no sé qué. 

[David]: Adriana no le siguió preguntando, no quería que le dejara de responder, pero nada de lo que Veracruz le decía tenía sentido. 

[Adriana]: Yo decía: pero es que muy raro… o sea, listo, lo mandó, ¿pero el otro tampoco tiene celular? ¿Tiene que ir a pie y volver a pie para darle alguna razón? ¿No lo puede llamar? Ese señor me embolató muy feo, porque era obvio que él sabía qué había pasado. 

[David]: Durante más de un mes Veracruz le siguió dando vueltas y explicaciones cada vez más extrañas. Pero Adriana no tenía otra opción más que insistirle a ver si tal vez le daba algún dato adicional.

[Adriana]: Es que yo estaba sola, yo no tenía contactos, yo no tenía nada. O sea, nada. Mi único contacto y la forma de saber era el tal Veracruz ese. Yo me mantenía mirando ese celular a ver si sonaba, a ver yo que hacía, que se me iluminara el cerebro. 

[David]: La idea le llegó a principios de febrero, cuando volvió a revisar la lista de números de donde la había llamado Felipe. En una de esas llamadas él le había dicho que estaba en una tienda y que el dueño del lugar le había prestado el celular. Entonces Adriana escribió a ese número rogando por información de su esposo. La persona le respondió al otro día. Le dijo que recordaba a Felipe y que iba a preguntarle a un conocido si sabía algo. 

El 10 de febrero, Adriana le volvió a escribir a la persona y esta le respondió contándole lo que le habían dicho. 

[Adriana]: Y me dijo mire, hoy temprano me respondió y me dio una mala noticia: que ha fallecido su esposo. Lo siento mucho y la acompaño en su dolor. Así me puso. 

[David]: Desesperada, volvió a buscar a Veracruz para pedirle que ya, que le dijera la verdad.  

[Adriana]: Y luego me devolvió la llamada y me dijo vea, madre, lamentablemente le tengo que decir que es verdad, que ya me confirmaron. Y yo le decía pero por qué, yo no entiendo nada. ¿Pero cómo así, qué le pasó? Me decía dizque no, tranquila, que él murió peleando. ¿Peleando con quién? Yo no entiendo ¿Peleando con quién? Entonces yo le decía ¿pero usted está seguro que es él? Y me dijo sí, sí, hay videos, no sé qué. Yo le dije mándemelos, mándemelos. Entonces me decía tranquila, que yo le voy a ayudar, nosotros vamos a repatriar el cuerpo, no sé qué.

[David]: Si se suponía que él ya no era el jefe, si Felipe ya no tenía nada que ver con esa empresa, ¿por qué iba a encargarse de repatriar el cuerpo? Pero Adriana estaba muy impactada como para pensar en eso. 

[Adriana]: A mí se me reseteó la vida total. O sea, una cosa es decirlo, otra cosa es vivirlo. Yo creo que a usted nadie le entiende hasta no vivirlo. Y yo no tengo motivación, o sea, es como si a uno se le hubiera borrado la sonrisa.

[David]: Al final, Veracruz le dijo que lo habían enterrado en un panteón, y le envió unas coordenadas del lugar y unas fotos. 

[Adriana]: Me mandó unas fotos ahí como de una montaña y como si hubieran unas tumbas con unas coronas ahí con unas flores. Como si fuera una, una fosa común. Pero obviamente eso no es un cementerio. Yo no sé ellos a qué llaman panteón.

[David]: Y aunque Adriana siguió insitiéndole durante varios días por los supuestos videos, Veracruz solo le sacaba más excusas absurdas.  

 [Adriana]: Las últimas conversaciones que tuve con él fue eso, esperando los benditos videos y ya, nos bloqueó. Y ya no sabemos nada de él. Yo me sentí una estúpida por haberle creído a ese tal Veracruz y pensar que él era un angelito que Dios me había mandado para que me ayudara con mi esposo y él como se escuchaba súper decente, pero ya nos dimos cuenta que es la peor lacra de este mundo.

[Música]

[David]: Con la poquísima y confusa información que tenía, Adriana ni siquiera podía empezar un duelo. Le parecía muy precipitado. Necesitaba certezas… algo. Entonces empezó a indagar en el círculo de compañeros ex militares de Felipe. Así se enteró de que uno de ellos, Jorge, también había viajado a México por la misma oferta laboral y más o menos en la misma fecha. 

Encontró su perfil en Facebook y empezó a escribirle a las personas que reaccionaban a sus publicaciones. A finales de febrero logró contactar a su esposa, Jenny, la otra mujer que escuchamos al inicio. Esta es ella.

[Jenny]: Yo tengo un primo y él me dice mona, mirá que hay una señora que está insistiendo mucho que debe hablar con usted. Yo me fui para un teléfono, un minutero, y llamé desde allá, pues porque uno en esto en todo el mundo desconfía. 

[Adriana]: Ella pues también desconfiada, yo también. 

[Jenny]: Y ella ya me expresó que tenía al esposo desaparecido.

[Adriana]: Entonces ella me preguntó que desde cuándo. Yo le dije que yo no me comunicaba con él desde… desde noviembre y que el único que me podía dar razón era el esposo de ella. Cuando ella me dice no, es que mi esposo también está desaparecido.

[Daniel]: Una pausa y volvemos. 

[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. David Trujillo nos sigue contando. 

[David]: Adriana y Jenny siguieron en contacto después de esa primera llamada para buscar juntas a sus esposos. En ese momento Jenny ya había denunciado en la Fiscalía la desaparición de Jorge, su marido. Igual que Felipe, se había retirado del ejército después de estar más de dos décadas y alcanzar el rango de sargento viceprimero. Descansó unos meses y luego se metió a trabajar en empresas de seguridad privada. Así estuvo durante unos años hasta que le llegó la propuesta de trabajar en México a mediados de 2023. En ese momento tenía 45 años, y vivía en Medellín con Jenny y con su hijo adolescente. 

A Jorge le interesó la oferta y muy rápido resolvió los trámites. Le entregaron un carnet de la empresa de seguridad de Medellín y le dijo a Jenny que el contrato laboral lo tenía en su computador. Ella nunca lo vio. 

A principios de septiembre, un amigo suyo, Felipe, se había ido por la misma propuesta. Desde allá lo estaba animando para que viajara porque, en ese momento, la oferta parecía estar cumpliendo sus expectativas.  

[Jenny]: Le decía sí, véngase es muy buena, aquí nos dan la alimentación, nos dan el alojamiento, o sea, todo. El sueldo nos queda libre y podemos enviar para la casa. Y bueno, entonces él también se motivó mucho con, con eso pues porque ya le estaban dando como buenas expectativas de lo que él se iba a encontrar por allá.

[David]: Jorge viajó el 29 de septiembre, dos semanas después de Felipe. Cuando llegó a Ciudad de México no tuvo problemas para pasar migración. El único inconveniente en ese momento fue que tampoco lo estaban esperando para llevarlo a su lugar de trabajo. Así que tuvo que tomar un bus y viajar durante varias horas. 

[David]: Jenny y Jorge hablaban todos los días, mientras no estaba trabajando. La comunicación siempre fue buena. Desde el primer momento le mostró a Jenny el apartamento que compartía con otros colombianos, su cotidianidad y, de fondo, los cultivos. 

[Jenny]: Yo podía ver una cantidad de limones, de aguacate, mucha naranja, demasiada naranja. Era muy bonito el lugar.

[David]: Jorge parecía muy motivado con ese trabajo. Podía ahorrar una parte del sueldo y el resto se lo enviaba a Jenny. Todo iba bien. Hasta había planes de quedarse a vivir allá. 

[Jenny]: Él estaba muy contento porque él dice que le había caído muy bien a… al jefe, que le dijo que les iba a ayudar a sacar los papeles, a tener la residencia mexicana que para que se fuera a establecer allá con la familia, que si el niño de nosotros era muy juicioso, que allá también lo ponían a trabajar, que a mí también. 

[David]: Mejor dicho, todo perfecto. Jenny recuerda que en Navidad Jorge le mostró por videollamada la celebración que estaban teniendo. 

[Jenny]: Que el jefe se había manejado muy bien con ellos, que les había hecho una cena navideña muy rica el 24 de diciembre, que habían compartido todos, que habían aprendido de las culturas de todos, que porque allá estaban todos reunidos. Él me mostró el asado y los compañeros saludaban. Y bueno, pues, como todo tan normal.

[David]: Y había otro dato importante: Jenny sí sabía el lugar exacto donde estaba su esposo. Él se lo dijo… Primero, el nombre de la ciudad: Apatzingán. 

[Jenny]: Luego por allá se escuchó de fondo un compañero que le decía dizque es que esto es Michoacán. 

El estado de Michoacán. 

[David]: La última llamada que Jenny recibió de Jorge fue el primero de enero de 2024. Le dijo que iba a tener que moverse a otra zona por el trabajo y que no se preocupara, que en dos días la llamaba.

[Jenny]: Pero no llamó el 3 de enero, ni llamó el 4, ni llamó el 5. Pero el 6 de enero sí recibí una llamada que desde ahí cambió la vida mía, como se dice al modo telenovela.

[David]: Era un hombre con acento colombiano… Le preguntó si era la esposa de Jorge. Al principio Jenny no le respondió, quería saber primero quién era. Pero después de tanta insistencia, de la ansiedad de que Jorge no se comunicara, le dijo al hombre que sí, que era ella. 

[Jenny]: Entonces yo lo veía a él como con mucha muletilla y yo decía venga, ¿necesito saber algo? Y me dijo, señora, eh, ¿cómo así que a usted no la han llamado de México a decirle que su esposo murió en combate? Entonces yo como que, cómo, ¿que murió en qué? Es que él no tenía por qué estar en ningún combate, porque él estaba cuidando unas plantaciones cítricas. Me dijo, por lo mismo, porque en esas plantaciones había combate.

[Jenny]: A mí me entró un llanto, una desesperación. Yo sentía una incertidumbre. Yo no era capaz de inmutar palabra. O sea, yo nunca pensé que yo tuviera miedo de quedarme viuda tan rápido. 

[David]: Jenny estaba tan mal que colgó la llamada. Aunque después intentó contactarlo de nuevo, el hombre no le volvió a contestar. Entonces trató con otros números que Jorge le había compartido por si algo pasaba. Uno de ellos, el que se suponía que era el jefe, le contestó al otro día. También tenía acento colombiano. Era el tal Veracruz, el mismo con el que Adriana había hablado. Después de insistirle mucho, Veracruz le confirmó la información y le contó que un francotirador había matado a Jorge durante un combate.

[Jenny]: Yo le lloraba, yo le gritaba que por favor le tomara foto, que le hiciera un video a ver si sí era verdad que era mi esposo, que yo sabía cómo lo podía reconocer. Entonces él me dijo que no, que eso estaba prohibido, que ellos no podían hacer eso. 

[David]: Y le colgaron. Luego recibió una tercera llamada. Era un mexicano. Le dijo que no llorara más porque le iban a dar una indemnización. 

[Jenny]: Entonces yo le digo que cómo es tan atrevido y tan descarado que cuál indemnización, que, que no hay un dinero que compense la, la vida de un ser amado y que más que era el esposo también me colgó y nunca más me volvió a contestar el celular.

[David]: Y ni siquiera cuando Jenny logró hablar con el militar retirado que le había hecho la propuesta a Jorge por el grupo de WhatsApp, pudo aclarar las cosas. Todo lo contrario. De entrada, le dijo que no volviera a contactar a esas personas de México. 

[Jenny]: Con esa gente es mejor no pelear. Y yo pero venga, ¿es que con cuál gente? Es que yo no he podido entender nada. A mí me tienen en el limbo. Entonces me dijo no, señora, es que es mejor que no averigüe, quédese quieta. Yo le dije a él no es que el que se perdió no fue un pedazo de pan, el que se perdió fue mi esposo. 

[David]: Y que por eso no se iba a quedar con los brazos cruzados. Así que denunció el caso de Jorge en la Fiscalía. Jenny les entregó toda la información que tenía, las fotos, los chats, las ubicaciones, los contactos… todo. Y cuando habló con Adriana, le recomendó que hiciera lo mismo y que incluyeran ambos casos en la misma carpeta de investigación. 

También los reportaron al Ministerio de Relaciones Exteriores que, a su vez, lo comunicó al consulado colombiano en México. Según lo que me dijeron en el Ministerio, desde el momento en que recibieron las denuncias las llevaron a las entidades encargadas en Michoacán, que terminaron contactando a Adriana y a Jenny. Abrieron los expedientes, tomaron sus declaraciones, recibieron la información que tenían e hicieron carteles de “Se busca” para divulgarlos. 

[Música]

El 22 de marzo de 2024, Jenny y Adriana se enteraron de otro caso de un ex militar colombiano en México…

[Jenny]: La señora de hecho salió por los medios, eh, de forma desesperada, pidiendo auxilio.

[Jelen]: Desde el año pasado él estaba con la intención de irse a México porque un amigo de él que ya estaba allá, lo invitó y le dijo que allá iban a trabajar en seguridad, que les pagaban… 

[David]: Según lo que contaba, a su esposo, Mario, le llegó la misma oferta de trabajo de cuidar cítricos en México y con la promesa de volver en seis meses… 

[David]: También dijo que Mario había viajado hacía una semana. 

[Jelen]: El 12 de marzo él salió del aeropuerto de Bogotá a Medellín y de Medellín a Ciudad de México. Desde Ciudad de México pasó al estado de Michoacán.

[David]: Pero había algo diferente en esta historia: la noche anterior, Mario le había escrito.

[Jelen]: Y me dijo que nada de lo que le habían prometido era verdad y que sus principios no le permitían estar allí. Entonces se escapó. En este momento está en el monte del sur de México tratando de sobrevivir y escapándose de estas personas que lo llevaron. No sé qué hacer. Yo no… Yo he sacado fuerzas. Tengo mucho miedo y temo por su vida y temo que no sea capaz. Yo sé que él es fuerte y que él es guerrero y ya lleva cuatro días tratando de subsistir. Les pido por favor que hagan viral este video y que las autoridades colombianas nos ayuden. Gracias.

[David]: Adriana y Jenny se contactaron inmediatamente con ella, que no quiso hablar con nosotros para esta historia. A través de ella lograron llegar a otra mujer que estaba en una situación muy parecida: su esposo, muy amigo de Mario, desapareció en México en las mismas condiciones. Había viajado el 12 de septiembre de 2023 y la última vez que hablaron fue el 13 de marzo de 2024. 

Pero el que sí me dio una entrevista por teléfono y desde un lugar que no me dijo, fue el mismo Mario. 

De entrada me aclaró que todo había empezado con un engaño. 

[Mario]: Eso es una farsa. Eso es una mentira. 

[David]: A los dos días del video de su esposa, las autoridades mexicanas lograron rescatarlo en una zona rural de Michoacán. Estaba muy mal físicamente, pero estaba vivo. Había sobrevivido después de estar huyendo por seis días.

Lo que había visto allá definitivamente no se parecía en nada a lo que le habían propuesto. 

[Mario]: Eso es una patraña que ellos inventaron ahí para que uno caiga y viaje uno convencido de que verdaderamente uno va a trabajar allá en empresas de cítricos, pero eso es… todo eso es un montaje. 

[Daniel]: Después de la pausa, la historia de Mario. 

[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. David Trujillo nos sigue contando. 

[David]: La historia de Mario es similar: en sus 40 años, 24 de servicio en el ejército, rango de sargento primero, cuatro hijos y la misma oferta de trabajo que lo motivó en medio de la frustración que sentía por su retiro.

[Mario]: Yo necesitaba trabajar, sentirme activo, porque todavía tengo salud, aliento y vida. Y pues me pareció una buena oportunidad. No le vi nada de malo porque se suponía que era trabajar en seguridad.

[David]: Un amigo militar que ya estaba allá lo estaba motivando a que viajara. Mario lo conversó con su esposa y ella le dijo que si sentía que tenía que hacerlo, que lo apoyaba. Se convenció. Empezó los trámites. Nunca le hablaron de contrato pero le prometieron que todo lo organizarían cuando estuviera allá. Viajó el 12 de marzo de 2024 y cuando llegó, a él sí lo recibieron. Se trataba del mismo personaje al que ya mencionamos: Veracruz.

[Mario]: Un promedio unos 40 años, le pongo yo. 40/41 años también. Ni aparenta ser bueno ni malo. Muy, muy del común. O sea, muy normal. Al menos conmigo nunca fue grosero ni me trató mal. No. Siempre me recibió o me trató con amabilidad.

[David]: Le dijo que tenía que irse en un bus hasta Michoacán. Una vez allá, lo recogió un taxista que lo llevó hasta una zona rural, alejada. Ahí lo recibió otro hombre que lo llevó a la casa en la que se iba a hospedar. Había tres camas, una cocina desorganizada y cosas de otras personas, seguro de compañeros del trabajo, pero él nunca los vio. No le dieron más instrucciones, solo que de ahora en adelante lo iban a llamar con otro nombre y que esperara ahí hasta que le dijeran qué tenía qué hacer. 

En la tarde del día siguiente le pidieron que se alistara para salir a trabajar. Lo llevaron hasta una montaña. 

[Mario]: Y cuando llegamos allá pues sí, llegó una gente, bastante gente. No sé, 30, 40, 50 sujetos armados con fusiles, ametralladoras en camionetas de alta gama, blindadas, con pinta de todo menos de ser policía, ni ejército, ni gente de bien. 

[David]: Se bajaron de las camionetas y les empezaron a entregar armas. A Mario le dieron una ametralladora calibre punto 50. Probablemente una Barrett 50 o una Browning M2. Para quienes no sabemos nada de ese tema, esa es una de las grandes… y pesadas… con cañón largo. Las usan los francotiradores por su precisión y largo alcance. La usa el ejército de Estados Unidos en guerras,  no cuidadores de cítricos. 

[Mario]: Ahí fue donde yo entendí que lo que verdaderamente me habían dicho que iba a ser, no era… no era cierto. Ahí fue donde comprendí que, que ya no iba a ser algo legal.

[David]: Mario sintió miedo, pero no reaccionó. Recibió la ametralladora, lo subieron a una de las camionetas sin saber hacia dónde lo llevarían. No le explicaron detalles, pero igual no había mucho más que entender: tendría que disparar… solo eso, disparar a unos enemigos igual o más armados. Seguro esto estaba relacionado con el narcotráfico, y esa guerra sangrienta y compleja que salía en las noticias.

[Mario]: Es un momento en que usted no piensa, la verdad. Es un momento que le queda su mente en blanco y usted… y usted en ese momento no razona, no piensa. 

[David]: Afortunadamente, ese día no hubo enfrentamientos. Solo pasó el día ahí, esperando a unos enemigos que no llegaron. En la noche lo volvieron a llevar a la casa donde se hospedaba. Y mientras intentaba procesar lo que había pasado, entendió que no quería estar ahí.

[Mario]: Eso no era lo que yo buscaba para mi vida y eso no estaba dentro de mis principios. Y yo servirle a un país durante 20 y pedazo de años legalmente para pasar a ser un hampón, un delincuente más de un cártel de las drogas de México, eso no estaba dentro de mis principios ni estaba contemplado en mi vida.

[David]: Tenía que irse, así de sencillo… No tenía que explicar nada. Contactó al mismo taxista que lo había dejado en esa casa y le pidió que lo llevara de vuelta a la estación de buses. Pero no contaba con que esa persona trabajaba para ellos y lo delató con Veracruz.  

[Mario]: Y él me llamó, que cómo así que yo me iba a ir y que por qué me iba a ir, que yo ya no podía salir de allá, que a mí qué me pasaba? Que solo había una manera de salir de allá y que yo ya sabía cuál era, era muerto, y él me lo dejó claro ese día. A ellos no les conviene que uno salga vivo de allá.

[David]: Le acababan de decir que estaba secuestrado con amenaza de muerte. Mario dice que uno siempre tiene miedo, pero después de tantos años en el ejército y haber pasado situaciones tan aterradoras, aprendió a ser muy metódico y calculador. Lo primero que tuvo claro en ese momento, era que no podía pelear con Veracruz.

[Mario]: Entonces yo le dije bueno, listo, pues si no hay más opción, pues vamos a trabajar. 

[David]: Pero su plan era otro… Y más arriesgado. 

[Música]

[David]: Mario no lo habló con nadie, ni siquiera con su esposa. Siempre le decía que todo estaba bien pero lo cierto era que desde que Veracruz se enteró de que quería irse, le pusieron unos hombres para vigilarlo todo el tiempo. Así que, sin levantar muchas sospechas, Mario utilizó la brújula de su celular para saber los puntos cardinales. Luego revisó un mapa de México y buscó alguna ciudad más o menos cercana que se le hiciera conocida. Ubicó Acapulco, a más de 500 km al sur, y decidió que tenía que ir hacia allá. 

No pasó más de una semana cuando Mario encontró la oportunidad perfecta. Hasta el momento no había tenido que disparar ni matar a nadie, pero sabía que iba a pasar en cualquier momento. Era domingo en la noche. Les dijeron a él y a otros compañeros que iban a atacar a unos enemigos. Mario se llevó un bolso camuflado, unas botas militares y un fusil AK47. Empezaron a caminar.

Pasaron unas dos horas, y mientras iban moviéndose a oscuras y en medio de cultivos, Mario decidió empezar su plan. Rápidamente se escondió detrás de un árbol y esperó a que los otros soldados avanzaran. Se quedó muy quieto, en la oscuridad, y esperó unos minutos por si se devolvían a buscarlo. Cuando ya no escuchó nada, apagó su celular por si lo rastreaban y para conservar la batería, y empezó a correr hacia el sur. No sabía cuánto iba a durar esa travesía, pero estaba acostumbrado. 

[Mario]: En el Ejército me tocó vivir muchas cosas, muchas. Sobrevivir a muchas cosas, la verdad. Si no lo hubiera aprendido en el ejército no hubiera salido de allá, la verdad. Allá una persona en condiciones normales, un civil sin conocimientos básicos militares, no sale de allá vivo, la verdad. No sobrevive.

[David]: El terreno era difícil para moverse porque era muy montañoso. No había casas ni señales de personas, aunque si aparecía alguna, igual Mario no podía confiar en nadie. En el día las temperaturas eran muy altas. No había variedad de vegetación, solo kilómetros y kilómetros de árboles de limones que no alcanzaban a dar mucha sombra. Por eso, desde ese primer momento Mario empezó a moverse en las noches y en las primeras horas de la mañana. Intentaba estar cerca de alguna quebrada para tener agua y no deshidratarse. De vez en cuando agarraba unos limones y se tomaba el jugo. Nada de comida. 

Si lo encontraban, lo mataban. Eso lo tenía claro. Así que tampoco podía estar quieto mucho tiempo en un solo punto. A veces intentaba acostarse en el piso y dormir alrededor de una hora, pero el calor de los días era insoportable, y en las noches, el afán de moverse rápido no lo dejaba descansar. 

Al cuarto día de travesía, cuando se sintió un poco más seguro prendió su celular y le escribió a su esposa contándole la situación. Le pidió que buscara ayuda para que lo sacaran de allá, pero que mientras tanto iba a seguir caminando y le explicó la ruta que estaba haciendo. Le prometió que en unos días la volvería a contactar. Apagó su celular. 

Ahí fue cuando salió el video de la esposa pidiendo ayuda. Gracias a eso, ella pudo contactarse con algunas organizaciones de colombianos en México y con autoridades locales para rescatarlo.  

Mario siguió caminando siempre hacia el sur, debilitándose cada vez más.  Al sexto día de haberse escapado, volvió a prender su celular y le escribió a su esposa preguntándole si ya lo estaban buscando. Le respondió que sí, que le enviara la ubicación exacta y que no se moviera. Acordaron un nombre clave para que los rescatistas se lo dijeran y así estar seguro de que eran ellos. 

Mario se quedó quieto en ese punto, pero escondido. Ya no tenía fuerza para correr. 

[Mario]: Ya me había quedado sin agua porque me había tocado alejarme del cauce del agua. Entonces ya iba algo deshidratado… ya iba mal, ya iba mal, ya iba mal. Con la falta de sueño, de comida, ya me había dado fiebre. 

[David]: No sabe qué hora era, porque había perdido la noción del tiempo, pero cree que en ese punto alcanzó a estar más de medio día. En un momento empezó a escuchar el nombre clave. 

[Mario]: No, ya cuando escuché yo lo que había acordado con mi esposa, pues no ya alegría, porque pues sentí que ya me habían encontrado o que estaban cerca, aunque ya no tenía alientos de hablar porque tenía sed y estaba deshidratado, tirado en el piso. [01:02:00] Bueno, llegaron al punto, me encontraron, me hidrataron, me cargaron, me llevaron a la camioneta de la Guardia Federal y ya me llevaron rumbo a Morelia.

[David]: A Morelia, la capital de Michoacán. Allá las autoridades le tomaron sus huellas y su declaración. También le dieron primeros auxilios, le hicieron exámenes médicos, le pusieron suero intravenoso. Por fin pudo comer, bañarse y dormir.

Al otro día, empezó los trámites con el Instituto Nacional de Migración. Ahí le ofrecieron regresar de inmediato a Colombia. Y así lo hizo.  A los tres días se reencontró con su familia. 

Según Mario, las autoridades colombianas también lo buscaron para tomar su declaración. Le ofrecieron protección e incluso gestionar un asilo político en otro país. Aunque aceptó, dice que al cuarto día dejaron de comunicarse con él. Los que sí volvieron a llamar fueron los que lo habían secuestrado en México.

[Mario]: Que me iban a encontrar, que yo no me iba a poder esconder, que me iban a acabar hasta con el perro y el gato, mejor dicho. Me tocó cambiar de casa, cambiar de municipio, de números telefónicos, cambiar de todo, todo. Mejor dicho, cambiar la vida nuevamente. Volver a empezarla. 

[David]: Y como le había pensado desde que llegó a Colombia, se fue a otro país por su propia cuenta. Asegura que las promesas que le hicieron las autoridades colombianas nunca las cumplieron. 

A Adriana y a Jenny no pudo decirles nada de sus esposos. Nunca los vio. Con el amigo que lo convenció de viajar solo habló el primer día cuando llegó a México. Desde entonces no le volvió a contestar. Hoy también está desaparecido y su esposa fue con la que también se contactaron Adriana y Jenny para buscar juntas a sus esposos. 

[Música]

Ahora que vive en otro país, Mario se siente más seguro, pero no duda que este tipo de reclutamientos sigan y que sus compañeros ex militares aún caigan en ese engaño. Tiene razón, es una red criminal muy grande… 

Y es que, desde finales de los 2000, y en medio de la guerra contra el narco, Michoacán se ha convertido en un laboratorio para actividades criminales y violencia. Hoy en día, según las autoridades, el Cártel Jalisco Nueva Generación, el más poderoso del crimen organizado en México, quiere apoderarse completamente de Michoacán, y se enfrenta constantemente con otros cárteles, con grupos de autodefensas y con el Estado. Para eso no solo tienen poder económico, sino también militar. Hablé con Carlos Arrieta. Este sí es su nombre real. Es periodista y ha investigado la violencia en esa zona de México desde hace muchos años.

[Carlos]: Estamos hablando de que ellos ya empiezan a utilizar desde armas cortas hasta fusiles de asalto, barrets calibre 50, Minigun, drones a través de donde lanzan los explosivos, para hacer su inteligencia. En fin, ellos están muy, muy armados. 

[David]: Carlos me contó que en septiembre de 2024, mientras cubría un ataque del cártel a una población, se encontró con que uno de sus mercenarios se había entregado a las autoridades. Para su sorpresa, este hombre era un ex militar colombiano. Carlos lo entrevistó.   

[Carlos]: Yo le pido que me cuente cómo fue, comprueba él que efectivamente fue traído a México con engaños a través de una red colombiana ligada al Cártel Jalisco Nueva Generación y de que tiene en complicidad con aeropuertos y con autoridades mexicanas también.

[David]: Siguió investigando y en poco más de un mes encontró otros cinco casos iguales que habían sido reclutados con mentiras y a la fuerza. Le aseguraron que a muchos de sus compañeros los habían matado en combates. 

Carlos publicó su investigación en el periódico El Universal en la que cuenta cómo el Cártel Jalisco Nueva Generación está armando un ejército no solo con exmilitares colombianos, sino también con  exguerrilleros de las FARC. Y hasta han empezado a replicar métodos usados durante el conflicto colombiano, como las minas antipersonal. 

[Carlos]: La idea es que se haga un ejército de por lo menos 300 colombianos para que sea un ejército de élite con gente experimentada en el uso de armas, en la fabricación y manipulación de explosivos. Gente con una capacidad como la que les deja el, el haber sido militares allá en Colombia. 

[David]: Las autoridades saben lo que está pasando, pero es muy difícil controlar ese reclutamiento, incluso identificarlo pues estas personas entran al país con todos sus documentos en regla y, según la investigación de Carlos, en complicidad con funcionarios de la Secretaría de Relaciones Exteriores y del Instituto Nacional de Migración de México. 

Pero también es un problema que va más allá de ese país.

[Carlos]: Va a ser algo que que tendrá que tomar el Estado mexicano y el Estado colombiano también con mucha responsabilidad, porque de ahí salen jets sin autorizaciones, de ahí salen jets con con gente armada, de ahí salen jets con insumos explosivos hacia México y pues también hay complicidad de las autoridades del Estado colombiano.

[David]: Cuando contacté al Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia para saber cómo estaban avanzando con la búsqueda de los desaparecidos, me aclararon que hasta el momento, y acá cito,  “no se han obtenido resultados en la localización de los mencionados ciudadanos”. Insistieron en que continuarán dando apoyo institucional a sus familias y seguirán proporcionando información actualizada sobre cualquier avance relacionado con el caso.

Pero las familias aún siguen sin recibir esa información. Según me contaron Adriana y Jenny, los casos en la Fiscalía colombiana han pasado por varios investigadores y despachos. Incluso cambiaron el delito de desaparición forzada por el de trata de personas.

Al momento de publicar esta historia, la Fiscalía colombiana no pudo dar información sobre las investigaciones porque los casos apenas están en etapa de indagación. Eso significa que, dependiendo de la evidencia que recojan, aún pueden decidir si abren un proceso penal o lo archivan definitivamente. 

Y de la Comisión de Búsqueda de Personas del Estado de Michoacán tampoco dieron información. Adriana y Jenny me contaron que esta institución encontró en la zona fosas comunes con restos que podrían ser de sus esposos. Entonces les pidieron que enviaran muestras de ADN de sus hijos para compararlas con las de esos restos. Ellas hicieron el proceso a principios de 2024 a través de la Fiscalía colombiana, pero más de un año después las pruebas siguen sin llegar a México.

Ha pasado más de un año desde la desaparición de estos ex militares colombianos. Aunque Adriana y Jenny hayan intentado seguir con sus vidas, hay una angustia que no pasa… y una revictimización que solo hace más profundo ese sentimiento. 

[Jenny]: Ya uno a este punto de la vida, ya uno tiene que aceptar, estén vivos o estén muertos, pero que uno tenga una realidad, que uno diga sí, con certeza está vivo. Sí, con certeza está muerto.

[Adriana]: Ya a estas altura lo único que uno quiere es como tener paz, que los encuentren… si están muertos o están vivos, pero que los encuentren, y uno poder… poder estar uno tranquilo y saber listo, pues está ahí, poder hacer un duelo, pero así no.

[Daniel]: En este momento, las autoridades colombianas y mexicanas siguen sin darles respuestas a las tres mujeres que buscan a sus esposos desaparecidos en condiciones muy parecidas en Michoacán. 

En los últimos años, se han reportado varios casos de ex militares colombianos contratados como mercenarios en conflictos como el de Ucrania o el de Sudán del Sur. La principal motivación es el dinero, pero algunos aseguran haber sido engañados.

David Trujillo es productor senior de Radio Ambulante. Vive en Bogotá. Esta historia fue editada por Camila Segura y por mí. Desirée Yépez hizo la verificación de datos. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri con música de Remy Lozano y de Andrés.

El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Adriana Bernal, Aneris Casassus, Diego Corzo, Emilia Erbetta, Camilo Jiménez Santofimio, Melisa Rabanales, Natalia Ramírez, Barbara Sawhill, Bruno Scelza, Luis Fernando Vargas y Elsa Liliana Ulloa.

Carolina Guerrero es la CEO. 

Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.

Si te gustó este episodio y quieres que sigamos haciendo periodismo independiente sobre América Latina, apóyanos a través de Deambulantes, nuestro programa de membresías. Visita radioambulante.org/donar y ayúdanos a seguir narrando la región.

Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

 

Créditos

PRODUCCIÓN
David Trujillo


EDICIÓN
Camila Segura y Daniel Alarcón


VERIFICACIÓN DE DATOS
Desirée Yépez


DISEÑO DE SONIDO 
Andrés Azpiri 


MÚSICA
Rémy Lozano y Andrés Azpiri


ILUSTRACIÓN
Diego Corzo


PAÍS
Colombia y México


TEMPORADA 14
Episodio 32


PUBLICADO EL
04/29/2025

Comments