Transcripción – Cicatrices
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[Daniel Alarcón, host]: Antes de comenzar, una advertencia a nuestros oyentes. Esta historia tiene descripciones —a veces gráficas— de abuso infantil y de violencia.
Bienvenidos a Radio Ambulante desde NPR. Soy Daniel Alarcón.
Bueno, en esta historia hay muchos nombres, sobre todo al comienzo. O sea que: prestemos atención.
Judith es de Barranquilla, y es una de seis hermanas y un hermano. Después de vivir en Colombia casi toda su vida, se fue para Venezuela un tiempo. Ahí tuvo una hija, Kenda. Y luego, en 1987, cuando tenía 35 años, se fue a Estados Unidos con una visa de turista. Pero se quedó. Un tiempo después, se casó y por los papeles de su marido, se pudo hacer residente. Aquí nació su segunda hija, Kenia.
Judith mandaba plata a Colombia todos los meses. Con el dinero que ganó en Nueva York compró una casa en Barranquilla, donde vivieron dos de sus hermanas y sus sobrinos, es decir, los primos de Kenia. Esta es Kenia.
[Kenia Pérez]: Eh, me llamo Kenia Pérez. Vivo en Nueva York. Nací aquí en Nueva York y tengo 26… ¿26 o 27? (Ríe) Tengo 26 años.
[Daniel]: Desde que nació, Kenia vivió con su mamá y su hermana Kenda —que le llevaba 15 años— en un apartamento humilde pero agradable en el alto Manhattan, en Nueva York.
[Kenia]: Nunca viví con mi papá; mi mamá y mi papá nunca estuvieron juntos.
[Daniel]: Y aunque se acuerda poco de esos primeros años, cuando Kenia piensa en ellos la sensación que tiene es que era un lugar donde recibía mucho cariño.
La hermana menor de su mamá, Narelvis, se mudó de Colombia a vivir con ellas durante un tiempo y Judith le ayudó con sus papeles de residencia… Narelvis era casi de la misma edad de la hermana de Kenia. Ambas la cuidaban, la consentían y la querían.
[Kenia]: Mi hermana Kenda y ella tenían un chiste que yo era como la, la muñeca de ellas, porque ellas me peinaban y me vestían y, y se peleaban por quién me iba a peinar.
[Daniel]: Y Kenia se encariñó mucho con Narelvis…
[Kenia]: Yo, yo la quería mucho. Era mi tía. “Mi tía Nena”, le decía.
[Daniel]: Vivían felices, tranquilas. Por un tiempo…
[Kenia]: Y bueno, cuando, cuando tenía más o menos 7 años como que todo cambió…
[Daniel]: Y esta es la historia de cómo cambió todo para Kenia, y las huellas que dejaría… Camila Segura es editora principal de Radio Ambulante. Aquí, Camila:
[Camila Segura, editora principal]: Todo cambió cuando Kenia, su mamá y el novio de su mamá de ese momento, se habían ido unos días a un crucero que había salido desde Miami. Kenia tiene muy vagos recuerdos de esas vacaciones…
[Kenia]: Pero lo que me acuerdo es que cuando llegamos al puerto de Miami, mi mamá fue arrestada…
[Camila]: Y su compañero también.
[Kenia]: Y nos llevaron a un cuarto donde estaba yo con mi mamá pero mi mamá estaba en esposas. Y, eh, me acuerdo que fuimos al baño y ella aún estaba en esposas y había como un guardia y ella estaba llorando y me decía, eh: “Perdóname, perdóname”.
[Camila]: No paraba de repetirlo: “Perdóname. Perdóname”.
[Kenia]: Sentí miedo [Suspira], sentí mucho miedo [Solloza] y la verdad es que no entendía lo que estaba pasando…
Después de eso me vino a recoger alguien… no sé quién… Una amiga de una amiga de mi mamá o algo así porque mi hermana estaba en Nueva York.
[Kenda Pérez]: Lo que pasó es que ese día ellas volvían…
[Camila]: Esta es Kenda, la hermana de Kenia.
[Kenda]: Y yo me acuerdo que le había comprado unas cortinas a mi mamá porque finalmente me habían pagado para decorar, para, para darle la bienvenida a las dos. Y entonces nada que llegaban, nada que llegaban… Yo no sabía qué estaba pasando y finalmente recibí una llamada.
[Camila]: A su mamá no solo la arrestaron. También la condenaron a siete años de cárcel. El cargo era tráfico de droga.
Pero a Kenia nunca le contaron qué había pasado…
[Kenia]: Nadie, nadie me explicó, nadie me explicaba nada de lo que estaba pasando. Me acuerdo de que los adultos alrededor de mí estaban teniendo conversaciones y hablando de el hecho de que mi mamá estaba en la cárcel y de abogados y de qué iba a pasar, así que, en mi memoria, para mí es así que, que yo me enteré, es por las conversaciones que escuchaba…
[Camila]: Su hermana Kenda tenía como 22 años en ese momento. Y Kenia fue a vivir con ella. Pero Kenda…
[Kenda]: Tenía las cosas muy desorganizadas, realmente. Eh, me faltaba mucha madurez como persona.
[Camila]: Kenda estaba recién graduada de la universidad. Tenía muchos gastos y una deuda grande, así que con la mamá decidieron que lo mejor era que Kenia se fuera a vivir con Narelvis.
[Kenda]: Porque ellos estaban, ellos estaban más estables… ellos tenían ya su vida más organizada como pareja.
[Kenia]: Y la otra cosa era que Narelvis se había casado y se había mudado a un suburbio y el sistema de educación era mucho mejor y, bueno, todo parecía ser que, que esa fuera la mejor opción.
[Kenda]: Ella también quería irse y pasarla allá todo el tiempo. Entonces todos estábamos contentos con ese arreglo…
[Camila]: Porque en medio de todo ese dolor que tenía por lo que le había pasado a su mamá, a Kenia le ilusionaba la idea de irse a vivir con Narelvis. Era un reencuentro.
[Kenia]: Tenía una buena relación con ella y hasta con su esposo, que cuando ella vivía con nosotros era su novio. Yo era súper encariñada con ellos… ¡Uf!
[Camila]: Pero muy poco tiempo después de mudarse a la casa de ellos empezó a notar que las cosas no iban a ser como pensaba y que Narelvis ya no era la tía cariñosa de antes…
[Kenia]: Era diferente. Cambió. Era una casa muy estricta. Habían muchas reglas.
[Camila]: Por un lado, Narelvis se había vuelto muy religiosa. Su cuñado era el pastor de una iglesia Bautista… Cuando Kenia vivía con su mamá, eran católicas, pero no eran de ir a misa cada domingo sagradamente, sino de vez en cuando…
[Kenia]: Y de repente estaba yendo a la iglesia por lo menos dos veces a la semana y las reglas de la iglesia eran muy estrictas, las mujeres tenían que vestir con vestidos largos y las niñas también.
[Camila]: Y esos vestidos largos no solo eran para la iglesia. Narelvis también la obligaba a ponérselos para ir al colegio… Kenia, con solo 8 años, no estaba acostumbrada…
[Kenia]: Me sentía mal y a veces los otros alumnos se burlaban de mí. Que por qué ves…, que por qué vestía así. A veces trataba de esconder ropa en mi bolso para cambiarme cuando llegaba al colegio.
[Camila]: Kenia hablaba con su hermana casi todos los días…
[Kenda]: Yo no pasaba una semana sin verla…
[Camila]: Y cuando Kenda se empezó a dar cuenta de cómo Kenia empezó a vestirse, habló con Narelvis…
[Kenda]: Yo le preguntaba: Pero Nena y entonces, ¿qué pasó con su ropa? ¿Qué tal…? No, porque estamos yendo a la iglesia, entonces lo que pasaba era que si la niña venía conmigo yo la vestía normal.
[Camila]: Pero Kenia no se atrevía a decirle nada a su hermana. Kenda lo recuerda así: Cuando dice “la niña”, se refiere a su hermanita, a Kenia.
[Kenda]: Ella, la niña era chiquita y ella, la niña, no me expresaba eso. Yo lo que decía: No. Esta, esta… Bueno, esta Nena ahora está cogiendo unas cosas ahí con la religión y la religión. No fui muy fanática pero, eh, traté de respetar eso…
[Camila]: Narelvis cada vez se volvía más estricta con todo y cuando Kenia no quería obedecer…
[Kenia]: Me decía que, que yo tenía el diablo dentro de mí.
[Camila]: Todo este cambio fue complicado para Kenia. Ahora entiende que estaba entrando en una especie de depresión, tan chiquita, sin su mamá, en un ambiente que sentía como hostil.
[Kenia]: No, no quería estudiar, no quería sacar buenas calificaciones y yo siempre había sido una buena alumna, y en esos años que viví con Narelvis mis calificaciones eran súper bajas…
[Camila]: Y cuando a Narelvis le llegaban los reportes del colegio…
[Kenia]: Me pegaba con una correa… Eh, me pegaba en las piernas y siempre tenía moretones en las piernas. Una vez me pegó tan duro que tenía sangre y como la carne viva…
[Camila]: Y cuando Kenia no quería comer porque no le gustaba la comida o no tenía hambre…
[Kenia]: Ella lo veía como que: “Eres muy apechichonada”. Eh, “No quieres comer ciertas cosas”, no sé qué… Así que ella me, se sentaba al lado mío. Ella tenía como un reloj y por cada cierto, cierto tiempo que pasaba, si no comía, me pegaba con la correa. Y a veces nos sentábamos en el comedor por horas y yo con lágrimas en los ojos tragándome la comida que no quería comerme y ella con la correa en la mano pegándome.
[Camila]: Pero para Kenia, más allá del abuso físico…
[Kenia]: Lo que más me impactó fue el abuso verbal… Lo que más se ha quedado conmigo es que ella me decía que yo era una niña muy consentida, que mi mamá me había dado demasiado y que yo pedía mucho y que… que mi mamá estaba presa por mi culpa porque ella quería satisfacerme todos mis deseos y comprarme todo lo que yo quería y lo que yo pedía, así que por eso se metió en ese problema y por eso estaba presa por mi culpa y… Eso siempre se quedó conmigo.
[Camila]: La culpa la mataba. Una culpa que cargaría por años.
A veces Narelvis llamaba a Kenda y se quejaba de Kenia…
[Kenda]: Y ella se quejaba de que la niña, que esto, que lo otro.
[Camila]: Kenda recibía las quejas de su tía, y luego hablaba con Kenia. Le decía que no le contestara mal, que tratara de portarse bien… pero la verdad es que Kenda no entendía muy bien qué era lo que pasaba en esa casa.
[Kenda]: Pero nunca era muy claro lo que ella hacía. Y yo veía a la niña y ella conmigo… ella no me hacía cosas feas así entonces yo no entendía muy bien. ¿Qué hacen, qué cosas tan malas hacen? No hacían cosas muy malas. Yo veía como que las cosas estaban empeorando, empeorando y yo no sabía qué hacer
[Kenia]: Mucho tiempo después yo sentí que yo no era aceptada y no sentía amor y eso era lo único que, que quería, porque me hacía falta el amor de mi mamá; y aunque mi mamá y mi papá nunca estuvieron juntos, yo crecí, yo había crecido en un hogar con mucho amor, así que siempre sentí que yo era como una outsider, como que no pertenecía y ella me hacía sentir así con sus palabras…
[Camila]: La sensación que Kenia empezaba a desarrollar viviendo ahí era que era una carga parEntre menos molestara a los adultos que la rodeaban, mejor…
Judith, la mamá de Kenia, estuvo presa un par de años en Miami, pero después la trasladaron a una cárcel en Connecticut, mucho más cerca de Nueva York. Ahí Kenia, Kenda, y a veces Narelvis y su esposo Iván, la podían visitar. Y Kenia…
[Kenia]: Yo me ponía muy feliz. Siempre me esperaba el día en que íbamos a ir otra vez a visitarla.
[Camila]: Kenda también se ponía feliz.
[Kenda]: La pasábamos bien con ella ahí. Hablábamos, la abrazábamos un rato, comíamos… En la cárcel hay máquinas y uno compraba comida. Pasábamos el día ahí con ella. Nos tomábamos foto. ¿Tú sabes? Conversábamos, echábamos todos los cuentos… Todo chévere… Muy chévere… Porque estábamos con ella…
[Camila]: Las dos se acuerdan que se ponían lindas para ir a verla…
[Kenda]: Nunca íbamos feas (Ríe). Mi mamá nos recibía lindas también. Ella allá decía: No, sí, aquí en el salón de la cárcel me peinaron.
[Camila]: Y su mamá, claro, también dichosa de verlas…
[Kenia]: Me preguntaba que cómo estaba el colegio, que cómo estaba yo… Y… Yo siempre… Nunca le daba malas noticias. Siempre… O sea, actuaba súper feliz y contenta, y no le decía si tenía algún problema o algo así.
[Camila]: Una niña de 9 años protegiendo a su mamá…
Kenia se acuerda que cuando iba, jugaban y coloreaban, pero…
[Kenia]: Lo que más me recuerdo de, de ir a la cárcel a visitarla es que, desde la sala de visitas se veía el parqueadero, pero del parqueadero hacia adentro no se podía ver nada, así que cuando nos íbamos yo le decía “Chao” a mi mamá, como que I would wave desde afuera porque sabía que ella me podía ver, entonces siempre, hasta el último minuto, yo quedaba diciéndole “Chao”, hasta que se la llevaban.
[Camila]: Durante meses, después de esas visitas a la cárcel, Kenia volvía a esa casa a enfrentarse a la incertidumbre de no saber qué iba a recibir de Narelvis…
[Kenia]: A veces no sabía si iba amanecer enojada conmigo o no… Y a veces amanecía enojada conmigo y no sé por qué…
[Camila]: Y a veces en esos días en que le pegaba, cuando Kenia se estaba preparando para ir a dormir, Narelvis…
[Kenia]: Ella me daba un abrazo y me daba un beso y me decía que me quería mucho así que, no sé si se arrepentía, pero en algún momento me daba cariño
[Camila]: Y como es común en estos casos, pasó un tiempo y…
[Kenia]: Se volvió normal… así que yo, yo sentí que, que era todo parte de vivir ahí: unos golpes y de pronto un cariño de vez en cuando…
[Camila]: Para Kenia, los mejores momentos era cuando salían de paseo un fin de semana.
[Kenia]: Me emocionaba mucho… me gustaba esos momentos de, de familia y, y de alegría porque me acordaba de los momentos que teníamos cuando vivíamos en Nueva York y usualmente su esposo, Iván, él me trataba muy bien así que me sentía contenta cuando me daban cariño y amor.
[Camila]: Y es que Iván, el esposo de Narelvis, no era malo con ella. Nunca le pegó. Él, además, trabajaba, así que casi nunca estaba cuando Narelvis maltrataba a Kenia…
[Kenia]: La verdad es que no sé, no sé si Iván sabe cuánto me pegaba Narelvis… Él siempre era muy neutral…
[Camila]: Y al principio, las pocas veces que Iván le pedía a Narelvis que relajara un poco las reglas con Kenia…
[Kenia]: Ella se enojaba y comenzaban a pelear, así que, si recuerdo bien, después de un tiempo él no, ya no me defendía, se quedaba callado, y se… como que actuaba como que si yo no era asunto de él…
[Camila]: Un viernes del 2001, cuando Kenia tenía 10 años, algunos familiares de Iván fueron de visita a la casa de Narelvis. Hacía muy pocos meses había nacido Daniel, el primer hijo de Narelvis e Iván. El bebé estaba dormido y los demás en la sala…
[Kenia]: Estábamos jugando cartas y hablando y no sé qué y Narelvis me dijo que me tenía que ir a dormir. Eran las 8 o las 7, no sé, la hora que me tenía que ir a dormir, que era absurda, y, y yo me sentí muy excluida y me sentí triste porque todos estaban riéndose y pasando un buen rato y yo tenía que irme a dormir.
[Camila]: Kenia compartía cuarto con el bebé.
[Kenia]: El bebé estaba en la cuna y yo estaba en mi cama… Estaba tan enojada que puse mis, mis pies en contra de la pared y estaba golpeando la pared con mis pies. No rápido pero sí duro…
[Camila]: Narelvis y la mamá de Iván fueron al cuarto a decirle que dejara de hacer eso, que iba a despertar al niño… Kenia estaba frustrada y no paraba…
[Kenia]: Y me acuerdo que yo me levanté de la cama y estaba peleando con ellas también y la mamá de Iván me agarró y me sacudió y la señora estaba diciendo: “Tiene el demonio dentro de ella”. La señora es súper religiosa: “Es un demonio, es un demonio”. Y yo dije: No, esto, esto no va a pasar, o sea ahora que me va vaya a ir a pegar esta señora también que ni siquiera me conoce, ni siquiera es mi familia. Y dije: “Voy a llamar a mi hermana para que me venga a recoger”.
[Camila]: Cuando Kenia trató de coger el teléfono…
[Kenia]: Las dos se fueron detrás de mí y la señora, la mamá de Iván, desconectó el teléfono como para que yo no llamara.
[Camila]: Pero finalmente Iván intervino y la dejó llamar. Era casi medianoche… Kenda se acuerda que después de hablar con Kenia, pasó Narelvis al teléfono.
[Kenda]: Estaba muy errática, muy (Grita) enojada, bravísima. Empezaba a gritar el teléfono y que esto, que lo otro… Yo dije: OK. Déjala. Yo la voy a buscar a la niña hoy y ya se acabó esto. Entonces le pregunté a un amigo mío, le dije: Por favor, por favor llévame a buscar a mi hermanita… Entonces el muchacho me hizo el favor (Solloza) y buscamos a la niña…
[Camila]: Kenda le ayudó a meter todas sus cosas en una maleta..
[Kenia]: Me recogió y nos fuimos y nunca volví.
[Camila]: Kenia se quedó con su hermana un tiempo. Y ahí Kenda se dio cuenta de lo mucho que su hermanita había cambiado…
[Kenda]: La niña ya no era igual… estaba, estaba como asustadita… estaba como apagada. No era la misma persona.
[Camila]: Kenda la trataba de contentar, de hacer planes que divirtieran a Kenia pero no había mucho que la alegrara…
Cuando le contaron a su mamá lo que había pasado, decidieron que lo mejor era mandarla a vivir a Colombia, que se fuera con las tías que tenía en Barranquilla porque Kenda todavía no estaba lista para cuidarla todo el tiempo.
Kenia solo había estado en Colombia una vez, cuando tenía 4 o 5 años. En Estados Unidos no tenía más familia más allá de Narelvis. Kenia se acuerda mucho de esa ida en avión. Iba sola, recomendada a una azafata y se acuerda que iba llorando y dos mujeres a su lado le preguntaron por qué…
[Kenia]: No, porque no sé a dónde voy, solo he venido, solo he ido a Colombia una sola vez y no sé, estoy asustada, tengo miedo…
[Camila]: Le dijeron que no se preocupara, que Colombia era increíble…
[Kenia]: Pero es que no se imaginaban todo lo que ya me había pasado y era mucho más de eso.
[Camila]: La familia nueva, la duda de cómo la iban a tratar, si se iba a sentir otra vez como una carga… La preocupación de que nadie en el mundo la iba a querer…
[Kenia]: O sea, soy un cargo para mi hermana, soy un cargo para mí mamá, soy un cargo para mi tía, soy demasiado… O sea, yo me culpaba a mí misma porque nadie me podía cuidar.
[Lee]: Cuando Chechi se bajó del avión… pues cuando salió de la sala…
[Camila]: Esta es Lee, una de las primas de Kenia que la recibió en el aeropuerto en Barranquilla. Se refiere a ella como “Chechi” porque Kenia se llama Kenia Cecilia y así le han dicho siempre sus tías en Colombia…
[Lee]: Ella venía con una, con una muñequita, que no tenía ni siquiera nariz, una muñequita toda rayada. Yo creo que esa muñequita la traía con ella como desde los 2 años, no sé.
[Camila]: Lee se acuerda que era una comitiva grande la que llegaba a recibirla: tías y tíos, primos y primas, y la abuela…
[Lee]: Pues todos como a darles un abrazo y un besito… Ella nunca respondió a los abrazos de, de ninguno de nosotros y… (Solloza) Estaba muy asustada (Hace pausa para respirar) Chechi estaba muy asustada, normal, nunca nos había visto en su vida; ese susto a ella no se le pasó por mucho tiempo, Camila…
[Camila]: Kenia se fue a vivir con Lee, otro primo, y las dos tías: Cecilia y Alba. Lee todavía se acuerda cómo estaba Kenia en esos primeros meses; le causó mucha impresión.
[Lee]: Como un perrito maltratado que tú te le vas a acercar y se aleja, que te mira con ojos de tristeza y de, y de súplica.
[Camila]: Pero tal vez lo que más la conmovió fue el silencio de Kenia.
[Lee]: Era un silencio muy profundo, no, no era un silencio de una persona callada ni de una persona tímida, era un silencio profundo, un silencio como: “Sé cosas pero no, no te las puedo contar”.
[Camila]: Y había otra cosa…
[Lee]: Me sorprendía muchísimo también porque nunca lloraba, por nada.
[Camila]: Kenia no habló del maltrato de su tía ni casi nada de la situación de la mamá… y allá tampoco le preguntaban mucho…
[Lee]: Nunca lo hacíamos como por no querer revivir de pronto esos recuerdos o por respeto a ella, nunca le preguntamos absolutamente nada.
[Camila]: Lentamente Kenia se fue adaptando a su familia… empezó en un colegio, hizo nuevos amigos y le empezó a ir mejor en sus estudios…
Una vez, como dos años después de que Kenia se había ido a vivir a Colombia, cuando tenía como 13 años, Narelvis e Iván viajaron a Barranquilla. Esa fue la siguiente vez que Kenia los vio de nuevo… No se acuerda demasiado del encuentro pero sí tiene claro que…
[Kenia]: Ellos vinieron a la casa y se sentaron conmigo en la mecedora y, y me dijeron: “No, queríamos pedirte disculpas por todo lo que pasó”. En ese momento no me había dado cuenta cuánto trauma tenía, cuánto había impactado todo lo que yo viví allá con el resto de mi vida así que, eh, yo dije: “Bueno, está bien. Listo”.
[Camila]: Su mamá seguía en la cárcel y ahora —estando lejos— solo hablaban los domingos…
[Kenia]: A veces cuando pienso en esos tiempos me siento culpable porque me acuerdo que después que me mudé a Colombia me sentí como que, que era como: Que qué pereza otra vez tener que hablar por teléfono con mi mamá, y como que decir las mismas cosas: “Te extraño”, “Todo está bien”, “El colegio está bien”…
[Camila]: Sentía que esas conversaciones eran siempre lo mismo. Pero además que eran tan cortas las llamadas que…
[Kenia]: Yo sentía que no tenían ningún propósito.
[Camila]: Después de estar como cuatro años en Colombia, cuando Kenia tenía 14, a su mamá se le acabó la sentencia. Como no era ciudadana, sino residente, apenas la soltaron, la deportaron.
[Kenia]: Me acuerdo que todos estábamos súper felices. Fue un momento muy alegre irla a buscar al aeropuerto, poder abrazarla…
[Camila]: Después de siete años de no estar juntas, finalmente se reencontraron.
[Kenia]: Mi mamá definitivamente estaba aún más contenta que yo o lo demostraba más y le gustaba, eh, pasar mucho tiempo conmigo.
[Camila]: Empezaron a tener una cotidianidad otra vez. A conocerse de nuevo… y a tener pequeños rituales…
[Kenia]: Cada vez que íbamos al supermercado a buscar la plata que mandaba mi hermana y también a hacer compra, nos comíamos un postre juntas.
[Camila]: Todos los sábados también iban a la iglesia…
[Kenia]: Y me acuerdo de que no necesariamente me gustaba pero tampoco me molestaba ir a la iglesia, pero lo que me gustaba más era ir con mi mamá…
[Camila]: Ver a su mamá vestida así, linda, le traía bonitos recuerdos a Kenia…
[Kenia]: Me acordaba mucho de cómo era mi mamá cuando vivíamos acá en Nueva York, porque mi mamá siempre vestía súper… y era siempre la más elegante y con sus vestidos… Así que me gustaba verla así para ir a la iglesia los sábados…
[Camila]: Dormían juntas en una cama grande en el cuarto principal de la casa… y hablaban de muchas cosas, pero nunca de su tiempo en la cárcel…
[Kenia]: Es interesante porque es que mi mamá solamente me vio como una niña…
[Camila]: Y no como la adolescente que ya era. Después de todo, Kenia tenía ya casi 15 años…
[Kenia]: Así que no creo que mi mamá confiaba en mí como para contarme esas cosas más pesadas… O no que no confiaba, sino que no pensaba que era algo apropiado.
[Camila]: Como 11 meses después de que su mamá llegó, en diciembre, Kenia iba a cumplir 15 años y…
[Kenia]: No quería una fiesta, sino que quería ir, ir a Nueva York a visitar a mi hermana.
[Camila]: Su hermana le compró el pasaje….
[Kenia]: Pero fue en esa semana de mi cumpleaños que mi mamá se enfermó…
[Camila]: Le dio una gripa muy fuerte… estaba muy débil y cuando la llevaron al hospital tuvo un paro respiratorio…
[Kenia]: Y mi mamá falleció…
[Camila]: Kenia y su hermana volaron a Barranquilla para enterrarla. Y ya ahí, en Colombia, Kenda dijo:
[Kenda]: Yo ahora sí estoy que puedo ayudar a mi hermana. Porque ya yo estaba, ya yo estaba mayor. Yo tenía pareja, tenía buen trabajo.
[Camila]: Le propuso que se devolviera a Nueva York a vivir juntas.
[Kenia]: Yo me acuerdo de que me sentí muy triste porque ya me había acostumbrado tanto a la vida en Colombia y la verdad es que era muy feliz.
[Camila]: Por primera vez, sentía que pertenecía, que tenía un lugar donde se sentía cómoda. Pero volver a Nueva York, y estar con su hermana, era lógico.
[Kenia]: Me acuerdo que ni siquiera tuve que pensarlo demasiado porque es que era lo que más sentido tenía.
[Camila]: En Nueva York vivió bien. Le gustaba esa compañía y tenía su propio cuarto. Aunque estaba muy triste por la muerte de su mamá…
[Kenia]: Lloraba en silencio para que mi hermana no supiera que… cómo me sentía y que estaba tan triste.
[Camila]: Vivió en Nueva York hasta que se fue a la universidad, en el otoño del 2009, a solo cuatro horas de Nueva York. Estudió publicidad creativa y le fue muy bien. Se graduó en el 2013 y se mudó a Nueva York otra vez. Consiguió un trabajo en una importante firma de publicidad y ahora en marzo del 2018 se fue a vivir con su novio.
Todo lo que acabamos de oír, toda esta historia, la sabemos porque Kenia nos escribió un email a Radio Ambulante… Nos habló un poco de todo lo que había vivido. Y nos contó algo que le pasó.
Un día estaba volviendo a Nueva York de un viaje por tierra… Iba en la parte de atrás del carro…
[Kenia]: Y creo que, eh, era uno de esos momentos donde… porque los tengo a veces… en donde me siento triste… pasa a veces cuando estoy en silencio… íbamos en silencio en el carro…
[Camila]: Y empezó a pensar en su mamá, que es algo que hace…
[Kenia]: Especialmente cuando, cuando pasan muchas cosas buenas en mi vida me pongo a pensar en mi mamá y en lo orgullosa que estaría de mí y todo eso…
[Camila]: En esas se dio cuenta que estaban cerca del pueblo donde ahora viven Narelvis, Iván y sus hijos. Y…
[Kenia]: En este momento supe. Supe que necesitaba volver y hablar con ellos…
[Camila]: Después de que leímos su email y yo hablé con ella una primera vez, Kenia se animó a contactar a Narelvis para pedirle una entrevista. Narelvis aceptó de muy buena gana. Incluso se emocionó de que Kenia la llamara después de tantos años.
Volví a hablar con Kenia un día antes de la visita. Ese día, le pregunté por qué sentía que necesitaba confrontarlos.
[Kenia]: Yo creo que en los últimos tres o cuatro años he aceptado más que tengo ese trauma y que tengo esta historia que claramente vive conmigo y se demuestra en mis acciones y en todo lo que hago y en cómo actúo.
[Camila]: Kenia ha hecho terapia y eso la ha ayudado mucho. Ha podido separarse un poco de esa niña que fue y le ha ayudado a distinguir…
[Kenia]: Que algunas cosas no fueron mi culpa aunque eso fue lo que Narelvis me enseñó y me dijo…
[Camila]: Por mucho tiempo Kenia pensó que estaba mejor y sí…
[Kenia]: Pero creo que algo dentro de mí todavía quiere saber por qué Narelvis actuó en la manera que actuó… Y quiero que quede claro, quiero que ella sepa el daño que me hizo… porque es que… A ver, no sé, no sé si ella sabe…
[Camila]: Le pregunté qué miedos tenía…
[Kenia]: Un miedo que tengo es que ella vaya a negarlo todo y vaya a decir “que no, así no pasó, no estás acordándolo bien” o algo así. O que se enoje conmigo o que Iván diga: “No vas a venir a mi casa a decir estas cosas y a, y a atacarnos”.
Otro miedo que tengo es no tener la valentía de, eh, de hablar de lo que voy a ir a hablar, pero obviamente lo voy a hacer, es ese momento en que voy a decir “OK. Tenemos que hablar”. Y, y comenzar la conversación, y decirlo todo.
Quiero salir de ahí y sentirme… y sentir paz. Y creo que sí, creo sí lo voy a sentir, porque es que, el solo hecho de, de hablar sobre esto en voz alta, de decir la verdad, decir lo que pasó es suficiente.
[Camila]: Te deseo mucha, mucha suerte. Todo va a salir bien y vas a sentir algo de paz después de esto…
[Kenia]: OK. Gracias. Gracias, Camila.
[Daniel]: Después de la pausa, Kenia visita a su tía Narelvis. Ya volvemos…
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[Felix Contreras]: Hola, les habla Felix Contreras del podcast de Alt.Latino. Para los aficionados de la música cubana, vamos a presentar en nuestro siguiente podcast un tesoro: grabaciones clásicos que eran fundamental en el sonido que conocemos como cubano. Siempre en Alt.Latino de parte de NPR Music.
Bienvenidos de vuelta a Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón. Y esta es Kenia.
[Kenia]: OK. Hoy es sábado, 12 de mayo. Ahora estamos a cinco minutos de la casa de Narelvis e Iván. Y estoy… Me siento nerviosa. Estoy muy nerviosa. Pero también estoy emocionada que por fin ya llegó este día y voy a poder hablar con ellos y, y decirles todo lo que he cargado por toda mi vida. No sé si se esperan esto y no sé si van a quedar en shock y por, por esa razón se vayan a cerrar o no vayan a, a aceptar lo que les estoy diciendo. Pero ya veremos.
[Kenia]: Hi, Hello, Hola (Ladridos de perro) (Risas) Hi…
[Camila]: Kenia entró a la casa, conversaron un poco de manera informal y antes de comer se sentaron en la mesa del comedor para grabar la conversación. Después de unas preguntas básicas que ayudaron a romper el hielo, Kenia le preguntó a Narelvis por su niñez…
[Narelvis]: Bueno, mi hogar, yo nací en un lugar donde había mucha violencia doméstica. Ah, mi papá tenía cambios bien drásticos, estábamos conversando y de repente él cambiaba. Eh, mi mamá siempre fue, fue, ahora le veo como un tough love, un amor de ese bien duro que es, no nos dejaba hacer nada si, mucha disciplina y fue muy buena.
[Kenia]: Eh, ¿por qué decidieron ayudar a mi mamá y hacerse responsables de mí?
[Narelvis]: Por amor. Porque, por ejemplo, a mí, ella me trajo a mí incondicionalmente, me trajo a este país y lo que yo soy hoy día es por ella, ella me, me trató muy bien, y no fue pago, pero fue como algo de decirle: estamos para ti.
[Camila]: Este es Iván.
[Iván]: Bueno, fue una situación difícil que, que estabas pasando. Y tú eras una niña pequeñita, entonces nosotros estábamos comenzando un hogar con, con Narelvis justo, y pues, se dio esta situación y nosotros quisimos ayudar un poco a tu mamá, pues era el lugar más correcto donde podías tú estar, donde más, y para mí, yo quería a mi esposa, entonces para mí tú eras como, como una hija también y, pues, te llegaste a ser así.
[Kenia]: Esto es para Narelvis, algunas de las cosas que me decías cuando vi…, viví contigo, eh, se han quedado conmigo, ¿Recuerdas algo de eso y de la forma en que me disciplinabas?
[Narelvis]: Ah, sí me acuerdo algunas cosas cuando te decía que tenías que hacer las tareas. Ah, sí puedo decir que hoy día que ya tengo la experiencia de ser mamá y que el Señor ha llegado a mi corazón y me ha cambiado tanto —porque solo el Señor cambia— fui demasiado… Puedo decirte… Yo te quería tanto, o sea era tanto el, la, el estrés mío de proteger a esa niña que, que yo había visto crecer y había visto tan chiquita y era como que yo quería protegerte, pero yo me doy cuenta ahora que quería protegerte con mis propias fuerzas. No hice un trabajo bien, hice un trabajo bien mal y son cosas que si, si me preguntas ¿qué cosas, qué harías tú si devolverte atrás y cambiarías?, esa sería una de las cosas.
[Kenia]: En este momento voy a hablar un poquito sobre cómo fue esa experiencia para mí…
[Camila]: Una de las cosas que me sorprendió cuando escuché este audio, fue lo rápido que Kenia llegó a este punto. Dieron vueltas, pero no tantas, la verdad.
[Kenia]: Y, eh, quiero que sepan que no estoy aquí para atacarlos, sino para mí, eh, por mucho tiempo, nunca, nunca hablé sobre nada de lo que, eh, me pasó, ni siquiera de mi mamá estando en la cárcel porque es que, cuando mi mamá cayó presa, no me acuerdo de que alguien se haya sentado conmigo y me haya explicado todo lo que pasó. Y creo que fue que esa cultura en la que crecimos de, de no hablar de cosas que eran como tabú y de esconder todo lo malo… entonces recuerdo estar muy confundida cuando estaba chiquita y recuerdo que yo sentía mucho amor por ustedes, y yo, eh, me sentí muy emocionada de, de vivir con ustedes, pero creo que cuando por fin viví con ustedes no sentí ese amor y creo que tú me hiciste sentir como si, como si yo era un cargo y, eh, no todo el tiempo, pero muchas veces… Y una cosa que me acuerdo que me dijiste una vez es que, que mi mamá estaba presa por mi culpa y que yo era, eh, muy (Solloza) consentida y que pedía demasiado y que por eso es que mi mamá estaba en esa situación y no sé si lo dijiste porque estabas enojada o no, no pensaste, no sé, pero es algo que siempre se ha quedado conmigo y, y siempre me he sentido muy culpable de todo lo que ha pasado. Eh, y bueno, eh (Respira profundo)…
[Narelvis]: Quiero pedirte perdón, perdón, yo realmente, Ceci, yo no me acuerdo haberte dicho eso, pero si yo te herí, perdóname porque yo también he sufrido mucho (Llora)… Yo he sufrido mucho, he sufrido mucho tu ausencia, porque aún así yo te tengo mucho amor en mi corazón, no solo porque eres la hija de mi hermana que me trajo, pero porque yo te he visto crecer, porque tú, tú aún así aunque no lo creas, tú aún así, te considero como si fueras mi hija y ahora con la experiencia que yo he tenido, la experiencia que tengo un teenager, con problemas que he tenido con el teenager me doy cuenta que realmente, Ceci, yo cometí muchos errores. Forgive me, forgive me because I’ve been praying for this. He orado mucho por esto. He ayunado por esto. Hay veces que me levanto, me despierto y, y es como que algo que te acusa y sí, tienes razón. Te ofendí muchísimo pero aún así tengo mucho amor porque el Señor me ha enseñado a mí a recordar los buenos momentos que pasé contigo, los buenos momentos que pasé con tu mamá… porque recordar yo buenos momentos en mi corazón, mi corazón se llena de amor, porque tú has sido siempre especial para mí. Perdóname, Ceci, porque realmente yo no me recuerdo haberte dicho eso, pero perdóname.
[Kenia]: También otra cosa de, de la cual quería hablar es la disciplina física que me dabas cuando me pegabas con la correa y cuando lo hacías por, porque no comía y me recuerdo que me sentaba en esta mesa por horas comiendo y, y me pegabas con la correa por cada cierto tiempo que, que pasaba sin, sin comer. ¿Por qué, por qué hiciste eso? Y, y quisiera saber si es la forma en que seguiste disciplinando a tus hijos.
[Narelvis]: Realmente no sé porque lo hice, pero sí le he dado correa a mis hijos… hasta cierta edad Daniel tuvo, creo que la última vez que le di fue a los 7, 8 años que le dí correa a Daniel. A Vanessa también le he dado.
[Iván]: ¿Puedo decir algo? Ehm, Narelvis tiene una personalidad que ella es así ¿verdad? Ella es un poco como militar, ¿Me entiendes? Yo a veces le he dicho que eres como una sargenta ¿Verdad? Yo la verdad a mis hijos de pronto alguna vez les puse la mano, no me ha gustado golpearles o nada de eso pero yo entiendo que muchas veces ellos a veces necesitan… Tú no tienes hijos todavía, y cuando tengas hijos tú vas a darte cuenta que hay situaciones en que los muchachos son muy rebeldes… No sé si cuando tú estuviste con nosotros la situación se dio para que pase, yo pienso que ella era en esa época de pronto muy fuerte, demasiado estricta porque ella era una persona… siempre lo ha sido, todavía es como muy estricta, y de pronto pues por eso se dio eso… pero, ah, la forma que ella ha criado a nuestros hijos, parecido de pronto a lo tú pasaste en ese momento.
[Kenia]: Iván para mí la disciplina que yo recibí en, en la casa de ustedes… para mí yo lo veo como abuso y no tengo hijos pero creo que cuando tenga hijos no los voy a disciplinar así porque es que, yo crecí muy confundida y no entendía la diferencia entre: OK. Amor significa golpes. O amor significa correazos o entonces creo que es, eso es algo que cargué por mucho tiempo e incluso cuando estaba en la universidad, eh, estuve en una relación abusiva en la cual mi novio me decía que me quería y a veces me trataba mal y me empujaba y nunca me, me pegó en la cara o algo así, pero sí fue una relación abusiva y creo que esa confusión que, que traía de la niñez la cargué hacia ese entonces y, y relacionaba el amor con el abuso y eso es algo que me da miedo que si yo tenga hijos que ellos vayan a experimentar, por eso creo que, que es algo que, que la verdad yo no haría…
[Narelvis]: Si yo voy para atrás estoy muy de acuerdo contigo, porque sí, ah, ah, cuando yo voy a mi niñez, yo veo que también hubo abusos y eso fue lo que yo vine cargando… contestando a tu pregunta. Ah, uno da lo que tiene, de la forma en que a mí me criaron, yo no sabía ninguna otra manera de cómo criar a un muchacho… Tú fuiste como quien dice la primera…
[Iván]: ¿Puedo decir algo más? Y antes de, de olvidarme, porque no quiero que pase la situación, también te quiero pedir mucho perdón, Ceci… Disculpa… Yo he tenido una cosa que yo siempre le he dicho a ella, de pronto (Pausa por sollozo) en mi corazón… disculpa… en mi vida, una cosa yo me arrepiento, una cosa, hay cosas que uno no hace muchas veces, hay cosas que hace de más, pero una cosa que me arrepiento es lo que pasó esa noche… porque me dejó marcado también para toda la vida. Yo también he pedido a Dios que algún momento tenga la oportunidad que me estás dando ahora de decirte, y ahora que estoy más adulto me doy cuenta lo que tú pasaste… (Solloza)
[Narelvis]: Ceci (inaudible) No podemos hacer nada.
[Iván]: Yo me arrepiento en mi vida, la verdad… porque yo a ti te quería como a una hija, tenemos fotos contigo, Ceci. Y lo siento mucho.
[Kenia]: OK. Eh, muchas gracias. Like, this mean the world for me, escuchar que ustedes me pidan disculpas, escuchar que, que no estoy loca, que no fabriqué esta historia en mi mente… Eh, estaba muy nerviosa de que me iban a rechazar mi historia y mi, mi experiencia, eh… pero significa mucho para mí esto y… gracias, gracias por sentarse conmigo. Gracias por estar disponibles a, a ser grabados y a tener la conversación.
[Iván]: Muchas gracias a ti, Ceci, porque como yo decía a Narelvis: Si esta cosa ha sido algo que me ha marcado a mí que he tenido toda la vida y que me arrepiento de lo que ha pasado, ¿verdad? Tú me has dado la oportunidad de cerrar esa situación (Solloza), porque también nos ha dolido a nosotros también. Nos dejó marcados también y la verdad que nosotros pensamos ya que tú no querías ninguna relación con nosotros y entendíamos completamente, ¿verdad? pero te doy gracias por damas el chance también.
[Narelvis]: Gracias, Ceci, por darnos el chance. Yo también estaba nerviosa, yo conversando contigo ahora me doy cuenta que el dolor que te causé fue más grande de lo que, de lo que yo pensé, pero ya me doy cuenta Ceci, de tanto daño que te hice. ¿Cómo yo te pude haber hecho tanto daño? (Llora)
Está bien que no me perdones, pero yo también he sufrido con tu ausencia. También he sufrido de, de todo lo que ha pasado, de todo lo que pasó. Yo les extraño a ustedes. Yo no tengo familia aquí, mi única familia eres tú y Kenda y por, y por lo que yo hice, por todas las heridas que yo te causé, yo no tengo familia. Me he sentido muchas veces sola, y perdóname, Ceci, con todo mi corazón te pido perdón. Yo no pensé… Yo sé que te había causado daño, pero no tanto (Llora), no tanto.
[Camila]: Hablé con Kenia un par de días después de ese encuentro y una de las primeras preguntas que le hice fue…
Yo creo que la pregunta clave es… ¿qué, qué sientes que lograste con esto? O sea, ¿hay paz?
[Kenia]: Sí, definitivamente me siento con paz… Tengo paz… Tengo… Me parece que tengo claridad…
[Camila]: Claridad porque durante años, cuando pensaba en Narelvis, su tía era la villana, así de simple. La mujer mala, cruel, que la había maltratado porque sí. Por alguna fijación que le tenía, porque la odiaba… Pero hasta que la vio, cara a cara, Kenia no había considerado que quizás Narelvis también sufrió, que también era, en cierto modo, víctima de una niñez violenta, de abuso doméstico. No excusa nada, pero verla, mirarla a los ojos, verla llorar, le ayudó a Kenia a verla de otra manera…
[Kenia]: Me hace ver un lado más humano de ella, me hace… no sé, mirarla a los ojos mientras me pedía disculpas. Sentí que estaba siendo honesta…
[Camila]: Y entendió un poco mejor de dónde venía Narelvis. Pero tal vez más importante fue poder confirmar, de una vez por todas, esa sospecha de que no había sido su culpa.
Me contó algo que le dijo su novio cuando se subieron al carro esa noche, después de salir de donde Narelvis…
[Kenia]: Me dijo: “You got your family back”. Tienes a tu familia de vuelta. Y… eso me (Ríe). No sé, como que pensé: ese no era el propósito, no era sobre eso y eso no era lo que quería y ni lo que me esperaba. Pero es interesante…
[Camila]: Me dijo que lo último que se esperaba es que de esto saliera una reconciliación…
[Kenia]: Escuchar de ellos que quieren tener una relación conmigo, tener esta conexión de familia es… es bonito, creo. Pero a la misma vez pienso como que así nomás ya, eh, vamos a actuar como que nunca pasó todo lo que pasó… Pienso que no es justo que, que todo eso haya pasado y que así como si nada esté borrado…
[Camila]: Saber si quiere volverse a conectar con ellos no es el tipo de pregunta que se responde fácil… ni rápido. Son de las preguntas que molestan, aturden, incomodan. Y las que en un momento dado casi que se responden solas… Por lo menos ahora Kenia tiene lo que no tuvo de niña: la posibilidad de que las decisiones sean suyas, y de nadie más.
[Daniel]: Kenia Pérez vive en Nueva York. Trabaja para Spotify.
Camila Segura es la editora principal de Radio Ambulante. Vive en Bogotá. Esta historia fue editada por mí. La música y el diseño de sonido son de Andrés Azpiri.
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