Una ciudad en dos – Transcripción

Una ciudad en dos – Transcripción

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[Daniel Alarcón, host]: Bienvenidos a Radio Ambulante, desde NPR. Soy Daniel Alarcón. 

Entonces, asumamos que por la misma naturaleza de nuestro podcast, nos interesan las fronteras. Por todas las razones que se pueden imaginar. Son lugares de tránsito. De fluidez cultural y lingüística. Son zonas de intercambio. Depende de dónde las mires, claro, pero a veces esas mismas fronteras hasta pasan desapercibidas. 

[Victoria Estrada]: Cuando vuelas a Juárez y llegas —que vienes en el avión— si vas de noche, no hay una diferencia. O sea, es una sola ciudad, si lo ves desde arriba. 

[Daniel]: Esta es Victoria.

[Victoria]: Soy Victoria Estrada. Soy editora en Radio Ambulante.

[Daniel]: Victoria ahora vive en Xalapa, Veracruz, pero creció en Ciudad Juárez, casi casi en la frontera con Estados Unidos. 

[Victoria]: Son como, si no hay tráfico, como 10 minutos.

[Daniel]: Desde la casa de sus padres hasta el Puente Libre, uno de los cruces que te lleva a El Paso, Texas. Es una zona un poco más nueva de la ciudad. Pero…

[Victoria]: La casa de mis abuelos, esa sí es en el centro. Entonces, las casas viejas son las que están en el centro y son las que están cerca de la frontera.

[Daniel]: Y cuando dices cerca, ¿qué? ¿como caminando?

[Victoria]: Sí, caminando.

[Daniel]: Entonces, durante toda su niñez, cruzar la frontera era lo más normal.

¿Te… te acuerdas cuándo fue la primera vez que tenías como reconocimiento de que existía una frontera?

[Victoria]: No, no, no. He estado tratando de pensar si en algún momento pensé como “en la frontera”, pero… pero no recuerdo.

[Daniel]: Para ella,  y para mucha gente de Juárez, cruzar a El Paso es algo cotidiano. Cualquier negocio en Juárez te acepta dólares. Victoria se acuerda incluso de negocios en El Paso que aceptan pesos. Claro, hay diferencias entre las dos ciudades — y no quiero minimizarlas—, pero no es un viaje internacional. Por lo menos para los juarenses no se siente así. Más bien es “ir a visitar a la familia que vive a media hora”. Así se entiende. Es “ir de compras”. Es “comer en un restaurante que te gusta”. Es “ir a la chamba”. Solo que la familia, el mall, ese restaurante y ese trabajo, pues quedan en Estados Unidos. 

Digámoslo así: para Victoria, El Paso era simplemente una extensión del mundo que ya conocía. Recuerda estar en la camioneta de sus papás, con sus hermanos, en la fila, esperando… 

[Victoria]: Pero no recuerdo, o sea, pensar: “Lo que está pasando aquí es que hay una frontera y tenemos como que ir a otro país”. No.

[Daniel]: Hablé de las diferencias. Las hay, claro. La carretera. La infraestructura. El dinero. La abundancia comercial. Eso se nota al toque.

[Victoria]: Cuando tú cruzas a El Paso, me acuerdo que mi… mi papá nos decía como: “Pónganse los cinturones”, ¿no? O sea, porque para cruzar (risas) necesitas ponerte los cinturones. Entonces, era como: “Ya, siéntense bien. Siéntense en sus lugares”, ¿no? O sea… 

[Daniel]: Como quien llega de visita y hay que tener modales. Y otro detalle…

[Victoria]: En El Paso, sí te tienes que parar en los altos.

[Daniel]: O sea, Juárez con reglas, más orden y con diversión. Cruzar la frontera, sea cual fuera la razón, siempre le llamaba la atención a Victoria. 

[Victoria]: Se me hacía como divertido. Como que a El Paso sólo ibas a hacer cosas divertidas. 

[Daniel]: Iba a ver a sus primos o a su tía. Había una montaña rusa, un zoológico. 

[Victoria]: Entonces a mí me gustaba mucho ir a El Paso, mucho. 

[Daniel]: Al punto al que si sus padres iban sin ella… 

[Victoria]: Me enojaba mucho, así… Me enojaba mucho que se fueran a El Paso sin mí. Por ejemplo, si traían la visa en la bolsa y luego los veía que la sacaban de la bolsa y la… la guardaba donde iba en la casa y decía: “¡Se fueron a El Paso!”. O sea… (risas).

[Daniel]: En fin. Lo resumo así. El Paso estaba tan cerca de Ciudad Juárez que algunos cruzaban la frontera para comprar helado. Y a pesar del calor del desierto, llegaban tranquilamente a casa antes de que se derritiera. 

La niñez y la adolescencia de Victoria coincide con dos olas de violencia que le dieron a Juárez su reputación. 1993 fue el año en que empezó a llevarse un registro de los feminicidios en la ciudad. Victoria tenía seis años.

(SOUNDBITE DE ARCHIVO)

[Periodista]: Nos vamos a México en donde siguen sin conocerse oficialmente las cifras de jóvenes asesinadas en Ciudad Juárez durante las últimas décadas.

[Daniel]: Y luego, ya más grande, vio la llegada de la llamada “guerra contra el narco”. La que el presidente Felipe Calderón empezó en 2006.

(SOUNDBITE DE ARCHIVO)

[Periodista 1]: Juárez es uno de los campos de batalla más duros de esta narcoguerra.

[Periodista 2]: La violencia explotó en la ciudad, por la lucha de los cárteles, por el territorio y el mercado.

[Periodista 3]: Ver personas asesinadas en las calles de esta ciudad se ha convertido en algo casi cotidiano.

[Daniel]: Quiero mencionar estas dos etapas tan crudas, porque si no eres de allí y de algo te suena el lugar, es probablemente por esto. En mi caso, confieso, es así. 

Pero para los de la zona, eso viene a ser la música de fondo de una vida que es, en todos los sentidos, normal. 

Victoria, por ejemplo, no vivía encerrada, ni nada por el estilo. Iba al colegio, a casas de sus amigas. Trabajaba al otro lado, en El Paso. Se iba con sus amigos en carretera, a conciertos de rock en Texas, en Arizona. Una vez hasta Los Ángeles. Pero como tantos adolescentes, soñaba con ver el mundo.

[Victoria]: Londres, París, Nueva York.

[Daniel]: La idea era estudiar afuera. Pero sus padres le dijeron:

[Victoria]: “Pues, no. No tenemos dinero, ¿no? Entonces no te puedes ir a otro lado». Pero yo siempre… como que siempre lo pensé. O sea, siempre pensé que me iba a ir a otro lugar.

[Daniel]: Ya tendría su oportunidad. En todo este tiempo, esos años en que Juárez aparecía como titular de noticieros internacionales, Victoria me dijo que la violencia de Juárez no la afectó, no directamente. Uno se acostumbra a convivir con cierta violencia. Pasa en otro barrio, a las afueras de la ciudad, a veces hasta a la vuelta de la esquina,  pero cada vez lo notas menos. Aprendes a ignorarlo.

[Victoria]: Simplemente como que pasa una balacera y es como: eso nunca había pasado antes, estás asustado y después como de “mmm”, sigues viviendo. Entonces, siempre… la violencia es así, es como: sigues viviendo. 

[Daniel]: Y fue hasta años después que se dio cuenta de que todo lo que se había convertido en normal para ella, no era, en realidad, tan normal. Fue cuando llegó de Juárez a la Ciudad de México por primera vez y vio la forma en que la gente reaccionaba al enterarse que de dónde venía. Primero cuando les contaba que había estudiado literatura, como que no le creían.

[Victoria]: ¿Hay literatura en Juárez? ¿Hay cultura en ese lugar? O sea, como si nadie estuviera haciendo otra cosa más que, no sé, comer carne asada y disparándose, ¿no? O sea…

[Daniel]: Y parecía que eso era lo que querían escuchar. No sobre literatura, claramente, sino sobre los tiroteos. Sobre los muertos. Ese folclor norteño.

Una fascinación casi morbosa.

[Victoria]: Quiere que le cuentes, ¿no? Así como cuántos baleados has visto. Entonces, como que parece que siempre tienes algo que decir, ¿no? O sea, si eres de Juárez, vas a tener algo que contar porque ahí han pasado cosas, ¿no? Porque ser de Juárez es como haber sobrevivido algo.

[Daniel]: Victoria se dio cuenta de cómo reaccionaba la gente y vio una posibilidad. Total, estaba en una ciudad desconocida. Y no cualquier ciudad, sino la Ciudad de México, inmensa, infinita, fuera de control. 

[Victoria]: Estaba súper perdida porque no conocía nada y como que era una gran ciudad y yo nunca había estado en un lugar así. Y como que intentaba usar esta cosa como de ser de Juárez, como si eso me hiciera una persona como más ruda de lo que soy.

[Daniel]: Y se dio cuenta que el hecho de ser de Juárez la podía proteger. 

Estamos hablando de todo esto, de Juárez, específicamente, por algo que sucedió, no ahí, sino en El Paso. El 3 de agosto, del 2019. Un tiroteo. 

El día del ataque, ¿dónde estabas tú?

[Victoria]: Eh, en mi casa en Xalapa, en mi departamento. 

[Daniel]: Para estas alturas, Victoria ya llevaba ocho años fuera de Juárez. Después de ese primer viaje a la Ciudad de México había pasado por varias ciudades y tenía ya unos meses viviendo en Xalapa.

[Victoria]: Era sábado en la mañana. Entonces estaba todavía… como, creo que hasta en mi cama. O sea, como leyendo o algo así.

(SOUNDBITE DE ARCHIVO)

[Periodista 1]: We begin with breaking news: A deadly mass shooting at a Walmart in El Paso, Texas.

[Periodista 2]:  Hace algunos momentos se reportó una balacera en una tienda comercial ubicada aquí en El Paso, Texas.

[Periodista 3]: Police say several people have been killed, numerous injuries at this time.

[Periodista 4]: En la ciudad de El Paso confirman múltiples víctimas a causa de un tiroteo en un centro comercial.

[Victoria]: Ese sábado estuve como todo el día en la computadora, ¿no? O sea, checando updates y… y como… como que empezaron a salir videos. 

(SOUNDBITE DE ARCHIVO)

[Mujer]: Un herido. Tenemos un herido por aquí, señoras. Tirado aquí afuera en la vendimia que tenían los de la escuela. Un señor herido.

[Victoria]: O sea, empezaron a… empezaron a haber videos como en… en Facebook, en unos grupos que hay que son como de grupos de Juárez, ¿no? O sea que de gente que está ahí.

(SOUNDBITE DE ARCHIVO)

[Mujer]: ¡Ay no!

[Victoria]: Y Facebook también tiene esta cosa ahora, que está muy feo, que es como de: “Mark yourself as safe”, como de: “Pasó este evento y marca que estás bien”, ¿no? Entonces como que la gente que conozco que está en El Paso o en Juárez, así se empieza a marcar que están bien.

Y empieza como a subir la cuenta.

(SOUNDBITE DE ARCHIVO)

[Periodista 1]: More than a dozen people are dead.

[Periodista 2]: Al menos 15 personas han muerto.

[Periodista 3]: At least 18 people have been killed.

[Periodista 4]: Mataron al menos a 19 personas.

[Periodista 5]:  Las autoridades confirman 20 muertos y 26 heridos en un tiroteo en un centro comercial en la ciudad estadounidense de El Paso.

[Daniel]:  Poco después de las 10 de la mañana, un hombre entró con un rifle semiautomático a un Walmart en El Paso y empezó a disparar. El tiroteo duró pocos minutos. Luego, el asesino salió de la tienda, se subió a su auto, manejó a un lugar cerca y se entregó a la policía.

La cifra final de víctimas en el ataque fue de 22 muertos y 26 heridos. 

Ese mismo día empezaron a salir en los medios la identidad y las historias de las personas que habían muerto.

[Victoria]: El chavito ese que tenía 15 años. Y luego así la ma… la señora que era maestra. Y entonces como que es… es como mucho, ¿no? O sea, cómo se empieza a volver mucho.

O sea, ese sábado, como en el transcurso del día, de tener una noticia como de una balacera, se empieza a volver como una cosa mucho más fea, ¿no? O sea, como más emocionalmente dañina, ¿no?

[Daniel]: Más dañina, según Victoria, que la violencia en Juárez. Quizá porque esa violencia ya era normal. 

Hay que reconocer cierta contradicción, o por lo menos incongruencia en esa reacción. ¿Por qué un muerto, o diez, o quince, allá en El Paso, duele más que la misma cifra en Juárez? Suena insensato. Suena, hasta se podría decir, cruel. 

[Victoria]: En Juárez hay como muchas masacres, ¿no?, o sea, muchas. Y te enteras como cada cierto tiempo de… no sé, quemaron un camión y hay tantas personas muertas, ¿no? O sea, balearon una casa y tantas personas muertas, ¿no?

[Daniel]: Es decir, para Victoria, uno de los efectos de esa normalización de la violencia es que en Juárez ya no hay víctimas. Sólo muertos. Y otra cosa… 

[Victoria]: La violencia en Juárez siempre es como muy anónima, ¿no? O sea, nunca ves exactamente quiénes son las víctimas. Porque aparte siempre está el discurso de: “No, seguramente estaban en algo”, ¿no? O sea, “son narcos” y así.

[Daniel]: Funciona como una manera de justificar esos asesinatos. U olvidarlos. Lo que menos se quiere es que empatices con las víctimas. Es muy distinto a cómo se cubre la violencia por tiroteos masivos en Estados Unidos. 

¿Por qué este ataque duele tanto? 

Tal vez tiene que ver con lo que representa El Paso para tantos juarenses. Con eso que ya hemos mencionado antes: la diversión, la comodidad, la seguridad. Durante esos años oscuros que vivió Ciudad Juárez, decenas de miles de familias mexicanas se mudaron a El Paso, huyendo. Y la idea de El Paso como una Juárez ordenada y segura se acentuó aún más.

Y, pues, duele darte cuenta que esa idea que tenías, que al cruzar la línea ya estabas seguro, pues no era más que una ilusión.

Y en el caso de Victoria… 

[Victoria]: Una cosa que me impactó mucho es que cuando… cuando dijeron así como: “No, fue en tal Walmart”, que pues todo mundo sabe cuál es el Walmart de Cielo Vista, y decía ahí: “En este fin de semana, porque es el fin de semana de las ofertas de los útiles escolares”. Y eso es cuando viene gente de otras par… incluso como de… de otras partes de Chihuahua y así, como, porque se llena aún más, porque son esas ofertas. Y yo me acuerdo que a mí mis papás nos llevaban ese fin de semana, cuando yo estaba como en la secun… en la primaria y en la secundaria.

Y… y como que se me hizo como… como: “They’re targeting me”. O sea, yo soy esa persona que va a comprar en Walmart cuando hay oferta, ¿no? Porque… Entonces, se me hizo como muy malévolo, o sea, como de, ¿really? O sea, ¿a la gente que está comprando útiles escolares es a la que quieres matar? Y al mismo tiempo como… como muy cercano también.

[Daniel]: Una pausa y volvemos.

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[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Soy Daniel Alarcón. Antes de la pausa Victoria Estrada nos contaba cómo fue crecer en Juárez, con El Paso justo al otro lado de la frontera. Tres días después del ataque de agosto del año pasado, Victoria volvió a su ciudad natal, para tratar de entender lo que había pasado. 

Aquí Victoria.

[Victoria]: La llegada a Ciudad Juárez siempre me descoloca un poco. Es al mismo tiempo lo que más conozco y el lugar que dejé hace casi una década. Volver tan pocos días después del ataque fue aún más confuso. No tenía una idea muy clara de lo que iba hacer, solo sentía la necesidad de estar allá, de ver a mi familia, de tratar de procesar lo que había pasado. 

Ese mismo martes cruce a El Paso. Ya no es tan fácil cruzar como antes. Ahora lo normal es tardar una hora o más en la fila, y ese día fue igual. Cuando llegué a la mitad del puente, me encontré con una barrera de alambre de púas que tapaba uno de los carriles, las habían puesto después de que aumentara el número de migrantes que llegó a la frontera. Hacía que el cruce se viera aún más agresivo.

Lo primero que hice fue ir a Cielo Vista, el centro comercial donde había sido el tiroteo. Llegué poco después de las cuatro de la tarde.

Había un altar improvisado para las víctimas y me sorprendió la cantidad de gente que había. Unas doscientas personas entre niños, adultos y personas mayores. Muchos traían flores o mensajes para dejar entre las cruces blancas que se habían colocado para las 22 víctimas del tiroteo. De los muertos, casi todos eran latinos, aunque unos tenían nacionalidad mexicana, otros gringa, y otros de las dos. Había también una persona con ciudadanía alemana. 

Lo que más me impactó era el silencio que se sentía en el lugar. Estábamos al aire libre, cerca de tiendas y restaurantes que seguían abiertos. Había personas repartiendo comida y agua. Era pleno verano, y una tarde en la que se sentía el calor y el sol agobiante del desierto. 

El altar estaba en un estacionamiento detrás del Walmart, sobre una plancha de cemento en la mitad del mall. Era un lugar extraño para reunirse, no tiene nada de encanto ni de atractivo. Pero ahí estábamos, más de doscientas personas, algunos susurrando entre ellos. 

Era tal el ambiente sombrío que se me hizo complicado hablar con la gente, casi de mal gusto. No saqué la grabadora. Me senté donde encontré una sombra y traté de quedarme quieta. Observando. Me quedé más de una hora sin moverme, solo mirando, y a eso de las seis llegó una nueva ola de gente. Salían del trabajo y querían pasar de camino a casa, a ver el altar. A dejar un recuerdo. Dar su pésame.

Y ahí fue que, finalmente, me animé a hablar con algunos de los que habían llegado.

[Hombre 1]: Pues se siente como si… si uno mismo hubiera perdido un familiar.

[Victoria]: No les pedí los nombres a las personas con las que hablé, porque en ese momento no me sentía exactamente como periodista. Estar ahí en el estacionamiento del Walmart también representaba un duelo para mí. 

Este señor, de unos cuarentaitantos años, me contó que no había perdido a nadie cercano en el ataque, pero había venido igual. Le pregunté por qué. 

[Hombre 2]: Se me hizo importante venir a ofrecer algunas oraciones y estar aquí cerca, porque esto no… no debe ser ignorado.

[Victoria]: Yo tampoco perdí a ningún conocido, ningún amigo o familiar. Sin embargo ahí estaba, con mi grabadora en mano, entre la multitud silenciosa delante del altar improvisado. 

Me sorprendió cuánta gente había venido de Ciudad Juárez solo para visitar el altar. Eran personas que entendían lo que une a ambas ciudades. 

[Mujer 1]: Nos duele mucho lo que sucedió. Nosotros consideramos El Paso como si fuéramos hermanos, ¿verdad? Porque siempre venimos aquí.

[Hombre 2]: Hay gente que no lo entiende, pero hay raíces muy fuertes entre las dos ciudades y los dos países.

[Victoria]: Esa unión nos tenía ahí, tratando de entender lo que sentíamos

[Mujer 1]: Porque no es justo lo que pasó. Me siento indignada por lo que pasó. No puedo creerlo.

[Victoria]: A todos nos costaba creerlo, la verdad. Tiroteos en Estados Unidos son comunes, desafortunadamente, pero a las pocas horas de la noticia nos enteramos que ese ataque no había sido casual.  El Paso había sido escogido como un blanco deliberado. 

Lo que se quería atacar era la idea misma de la región fronteriza. De ese lugar donde las culturas se mezclan. Donde es casi imposible distinguir a un ciudadano mexicano de un estadounidense. Donde no sabes si las personas con quienes hablas te van a responder en inglés o en español. 

Los motivos xenófobos los supimos por el manifiesto que publicó el asesino. No voy a decir su nombre, porque para qué, pero en ese texto —en medio de un listado de paranoias racistas y fantasías supremacistas— estaba la idea de que la migración era un problema, que se necesitaba detener lo que él llamaba la “invasión hispana” de Texas. Por eso había viajado más de diez horas para atacar la frontera, para mandar un mensaje de odio. Con balas. 

Ahora son dos ciudades, pero cuando se fundó en 1659 era sola una, que se llamó “Paso del Norte”. Pasaron casi 200 años antes de que una guerra entre Estados Unidos y México dividiera esa ciudad en dos. El Paso del lado gringo y Paso del Norte en el lado mexicano, que 40 años después se cambió el nombre a Ciudad Juárez. El río, que antes unía la ciudad, ahora la dividía. 

Unos años después de que terminó la guerra, en 1864, hubo lluvias torrenciales y el río, que se había convertido en frontera internacional, cambió de cauce —cosas que pasan en el desierto— y quedó un poco más al sur que antes. Eso hizo que Estados Unidos ganara un poco más de terreno.

Ahí empezó una disputa entre los dos países, que no se resolvió sino hasta 100 años después, en 1964, cuando Estados Unidos le devolvió a México una parte del territorio, que se llamó El Chamizal. Y desde entonces se fijó el cauce del río con una construcción de cemento para que ya no se volviera a mover. 

Pero aún ahora, quedan huellas de cómo se movió esa frontera. La preparatoria en la que estudié en Juárez estaba en el área de El Chamizal. Desde el patio podías ver Estados Unidos. Estaba tan cerca que algunos compañeros a veces se salían de clases para comprar cigarros y burritos en el puente.

Uno de los edificios de la prepa era más viejo que los demás y era diferente: tenía un solo piso, pasillos internos, una cafetería interior y un auditorio, al estilo gringo. Era uno de los edificios que se habían cambiado de país cuando se movió la frontera. Se había construido cuando El Chamizal todavía era de Estados Unidos y después pasó a ser de México cuando se regresó el territorio.  

Se decía que cuando estaba en Estados Unidos había sido un kínder. Y se notaba, porque los salones tenían pizarrones bajitos, que le llegaban como a las rodillas a cualquier adolescente, pizarrones hechos para que los niños chiquitos pudieran escribir en ellos. De su anterior vida como kínder gringo, solo quedaba ese detalle de las pizarras.

A veces me pregunto si a los estadounidenses que estudiaron ahí, les hubiera parecido extraño tener que cruzar la frontera para visitar su antiguo colegio. Quizá no, total, habían crecido en El Paso, así que seguramente entendían.

Y es que es eso lo que los mapas no muestran: que la frontera no es una línea, sino una región, con una cultura, un pueblo, un lenguaje particular. El biculturalismo es una cultura en sí misma, igual que el binacionalismo es una forma particular del nacionalismo.

Desde Juárez, puedes manejar casi 10 horas hacia el sur sin salir del estado de Chihuahua. Es el estado más grande de México y Texas es casi el triple de grande. Menciono esto para que entiendan lo aislados que estamos, para que sepan que hemos construido a fuerza una cultura que parece ser una nacionalidad distinta a la del México del sur y al Estados Unidos del norte. 

Somos del desierto. Estamos más agringados y hablamos pocho, mezclando el español con inglés. Y parece que nos afecta más lo que pasa en Estados Unidos que en México. Cuando llega el horario de verano, Juárez cambia la hora después que el resto del país, porque es más importante compartir la hora con El Paso que con Ciudad de México.

Los que no son de aquí muchas veces caen en explicaciones simples: que la cultura fronteriza es una copia mal hecha de las dos culturas que la componen. No entienden que al contrario, nuestra cultura es la representación auténtica de una región que no se parece a otra. 

Desde que existe la frontera, hay alguna gente que celebra esa convivencia, esa hibridez. Hay otros que la toleran sin entusiasmo. Pero también están los que la ven como una amenaza. 

Al día siguiente de haber llegado a El Paso fui a Casa Carmelita, un centro comunitario de apoyo a migrantes. Habían hecho una vigilia dos días antes por lo del tiroteo, así que quería hablar con los organizadores. Cuando llegué, me pasaron el contacto de Juan Ortiz, que era quien mejor hablaba español de ellos. Pero en ese momento no estaba en El Paso, así que hablamos por teléfono esa misma noche. 

Lo escuché bastante afectado. Me contó que ese miércoles en la tarde, un poco después de que me fui de Casa de Carmelita, un hombre…

[Juan Ortiz]: Se parqueó enfrente de… de Casa Carmelita en la área donde dice claramente que no se deben parquear.

[Victoria]: Casa Carmelita está en el centro de El Paso, a unos metros de la frontera, en una calle que te lleva directamente a Juárez. No está permitido estacionarse enfrente de la casa, porque hay un hidrante Pero fue ahí donde se estacionó ese hombre en su camioneta. Estando ahí… 

[Juan]: Se puso unos guantes azules y lo que se ha reportado… lo que reportaron los…los testigos que era una pistola. Y nomás estuvo allí parado mirando a gente que estaba entrando y saliendo.

[Victoria]: Pero había un detalle tal vez aún más alarmante: la parte de atrás de su camioneta estaba cubierta con una imagen que mostraba el cuerpo de Rambo con la cabeza del presidente Trump y una metralleta gigante. Tenía otros stickers pegados con leyendas como: “Si vienen por tus armas, dales primero tus balas”.

Y es que ese había sido el día que Trump había llegado a El Paso a visitar a las víctimas del tiroteo. 

Se reportó que se había visto esa misma camioneta más temprano en el altar de Walmart, donde habían llegado unos cuantos simpatizantes de Trump.  Ahí, el hombre de la camioneta declaró a los medios que había viajado desde Houston —unas 11 horas en auto— para apoyar la visita del presidente. 

Como dije antes, Juan no estaba en Casa Carmelita en ese momento, pero me contó que llamaron a la policía y que no tardó mucho en llegar. Cuestionaron al hombre,  pero al final lo dejaron ir. Y es que, aunque los testigos declararon que lo habían visto con una pistola y un arma blanca…

[Juan]: En Texas no es ilegal portar o tener una pistola presente en plena vista cuando está uno dentro de su carro.

[Victoria]: Texas es un estado donde se permite el “open carry”. O sea, que puedes traer armas a la vista, siempre que tengas los permisos necesarios. Según la policía, el hombre de la camioneta no había cometido ningún delito.  Y aunque las personas de Casa Carmelita y otros vecinos declararon que se sentían amenazados por ese hombre…

[Juan]: La policía no ha querido ponerle cargos y lo soltó.

[Victoria]: Durante la llamada, le pregunté a Juan por qué no estaba en El Paso en ese momento y me contó que estaba en Dallas con algunos familiares. Se estaba recuperando de algo que le había pasado tres meses antes. 

[Juan]: Porque yo sí fui víctima de un… de un crimen de odio ahí en El Paso. 

[Victoria]: Fue la noche del 16 de mayo, en su cumpleaños. Ese día Juan había salido con unos amigos.

[Juan]: Estábamos hablando de políticas, incluso inmigración. Cuando a otra gente, un blanco y otra gente que estaban con ellos, se ofendieron y… y comenzaron una pelea en la que me lastimé. Me lastimaron bastante bien, más bien bastante mal

[Victoria]: Le rompieron el peroné y la tibia de una pierna. Cuando estaba en el piso, lo patearon tantas veces que su músculo pectoral se desprendió del hueso de su brazo izquierdo. Las heridas fueron tan graves que Juan seguía recuperándose.

Así que incluso antes del ataque al Walmart, Juan estaba muy consciente del odio. Presentó una denuncia ante la policía, pero hasta ahora no han detenido a las personas que lo atacaron esa noche.

Creo que lo sabía, pero no terminaba de entenderlo hasta el ataque de agosto. El hecho de que hay algo en Juárez y El Paso que a mucha gente le parece una amenaza, tanto que quieren destruirlo. 

En esos días platiqué con María, la esposa de una de mis primas 

[María Vidal]: O sea, como que sí te quedas pensando, como que: “Ay wey, ¿pues así de gacho está la gente?”. Like O sea, yo sé que muchos salen así en la tele que que: “Sí saquen a los inmigrantes” y you know, bla bla bla, mucha discriminación. Pero de saber de que esa persona de… de a tiro manejó a El Paso nomás para eso. ¿Cuántas personas hay así? O sea, si ya lo hizo uno, ¿are there going to be any more?

[Victoria]: Se sentía como un nuevo tipo de violencia. La sentías cuando estabas en público, en una tienda, una gasolinera o una librería. Era el mensaje que había llegado con el ataque: “No eres bienvenido”.

[María Vidal]: O sea, es que está gacho porque ¿por qué me tengo que ir? O sea, ¿a dónde adónde me voy a ir? ¿Por qué? ¿Por qué me voy a ir? ¿Por qué tengo que tener miedo? Y desafortunadamente es algo que sí sentimos. Es algo que yo siento todo el tiempo: miedo. Y me enc…. me choca porque no debería que sentirme así. ¿Por qué tengo que tener miedo?

[Victoria]: ¿Por qué?  Si es imposible que haya una invasión, porque Texas siempre fue hispano. Si la frontera es una invención tan ridícula que a los pocos años se movió solo por unas lluvias. 

Es tan absurdo como que alguien te quiera matar solo por existir. Daría risa si no fuera tan aterrador.

[Daniel]: El 6 de febrero de 2020 —seis meses después del tiroteo— el gobierno federal presentó cargos de crímenes de odio al hombre que disparó en el Walmart. El tirador ya se enfrentaba a un juicio de homicidio en primer grado a nivel estatal, en el que se declaró inocente. En ese caso, los fiscales declararon que buscarían la pena de muerte.

Esta historia fue producida por Victoria Estrada y por mí. La editaron Camila Segura y Luis Fernando Vargas. La mezcla y el diseño de sonido son de Andrés Azpiri. Andrea López Cruzado hizo el fact-checking.

El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Lisette Arévalo, Gabriela Brenes, Jorge Caraballo, Rémy Lozano, Miranda Mazariegos, Patrick Moseley, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill, Luis Trelles, David Trujillo y Elsa Liliana Ulloa. Carolina Guerrero es la CEO.

Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, y se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.

Ahora queremos escucharlos a ustedes. La mayoría de oyentes de Radio Ambulante vive en Estados Unidos. Y sí, hay razones para tener miedo: la masacre en El Paso, las redadas masivas, el discurso xenófobo. Pero queremos darle la vuelta a esa sensación. Entonces se nos ocurrió hacer un retrato colectivo que celebre nuestra cultura en Estados Unidos. Para eso necesitamos que nos manden una imagen —solo una— de un objeto personal que a ustedes les sirva para recordar y expresar su identidad latina. 

Para algunos es una carta, una foto familiar, la maleta con la que migraron, un llavero, una receta, una artesanía, un libro. Cualquier objeto cotidiano que indique que están orgullosos de ser lo que son, aunque el ambiente parezca cada vez más hostil. Mándennos la imagen y una descripción breve de ese objeto usando el hashtag #EstadosUnidosEsEsto.

No olviden mencionar a @radioambulante. Compartiremos sus imágenes y testimonios con los demás oyentes. Recuerden: #EstadosUnidosEsEsto.

Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

En el siguiente episodio de Radio Ambulante, una adolescente tiene un sueño: jugar fútbol en Brasil, un país líder en el deporte.

[Laura Pigatin]: Era futebol para os meninos e ballet para as meninas, só que eu não queria fazer ballet, eu sempre quis fazer futebol, né, sempre gostei de futebol. 

[Daniel]: Pero los prejuicios ponen ese sueño en peligro. Su historia, la próxima semana.

Créditos

PRODUCCIÓN
Victoria Estrada y Daniel Alarcón


EDICIÓN
Camila Segura y Luis Fernando Vargas


DISEÑO DE SONIDO
Andrés Azpiri


MÚSICA
Andrés Azpiri


ILUSTRACIÓN
Carla Berrocal


VERIFICACIÓN DE DATOS Y HECHOS
Andrea López-Cruzado


PAÍS
México/Estados Unidos


PUBLICADO EN
02/18/2020

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