El Juez – Transcripción

El Juez – Transcripción

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[Daniel]: Bienvenidos a Radio Ambulante, desde NPR. Soy Daniel Alarcón. Hoy volvemos a nuestros archivos, con una historia del 2016.

[Juan Zapeta]: 5, 6, 7… 

[Daniel Alarcón, host]: Lo que se escucha al fondo es una joven recibiendo 15 latigazos. Se robó la computadora de su vecina. Por eso le toca este castigo que se llama xic’a’y. Es parte de la justicia indígena maya que se ha practicado en Guatemala desde hace siglos.

[Juan Zapeta]: 11, 12… 

[Daniel]: El hombre que se escucha contando es Juan Zapeta y es un juez maya. Es la autoridad máxima en Quiché, uno de los departamentos donde todavía se aplica el xic’a’y. Puede parecer un método violento, pero para una comunidad indígena que ha sufrido décadas de impunidad y genocidio, quizá es lo más cercano a una justicia, no sólo verdadera, sino propia.

Pero aquí viene la complicación. O bueno, una de las complicaciones. ¿Cómo pueden coexistir dos sistemas de justicia en un solo país? Tenemos, por un lado, en comunidades indígenas, a autoridades comunitarias como Juan Zapeta. A la vez, tenemos al sistema oficial: policías, jueces, fiscales, etcétera, como en cualquier otro país.

Y bueno, a veces sí se complementan. Y otras veces… Pues, mejor que lo explique el jefe de policía de Quiché, Sergio Morales, cuando le preguntamos sobre Zapeta, el juez maya:

[Sergio Morales]: Han habido algunos casos ahí que… que… que ese señor, la verdad de que… aplica justicia cuando debería de dejar que sea la policía.

[Daniel]: La periodista Melissa Silva Franco fue al departamento de Quiché para ver cómo conviven estos dos sistemas.

[Mujeres]: Vamos a quemar su casa ¡Vamos de una vez! Eso no, tampoco. Ese es un gran delito, señora. Para eso venimos. Exijamos solo el dinero. Para eso está la autoridad.

[Melissa Silva]: Es domingo y son las tres de la tarde. Estamos en el patio de la casa de Juan Zapeta. Él es el único hombre de un grupo de más o menos 100 mujeres. Todas se quejan de que han sido estafadas por la misma persona. El instinto de muchas es hacer justicia por mano propia, es decir, linchar a la acusada. Muy pocos en esta región confían en el sistema judicial del gobierno.

[Juan Zapeta]: También, hermanos, ese es el trabajo nuestro y les agradecemos a ustedes, pues, que respetan lo que nosotros decidimos, ¿verdad?

[Melissa]: Zapeta es un hombre pequeño. Mide más o menos un metro y medio. Sus pies siempre están llenos de barro y de tierra. Todos los días él se pone una camisa blanca para ir a trabajar. Siempre lleva un sombrero y, además, una vara de madera, dos símbolos importantes para los mayas. Demuestran que Juan Zapeta es la máxima autoridad.

Al final, el juez maya decide:

[Zapeta]: La vamos a… a detener. Lo vamos a hacer. Eso sí, pues, está en ley. Lo vamos a detener, lo vamos a amarrar, como ustedes dicen. Lo vamos a hacer. Lo vamos a hacer caminar…

[Melissa]: Van para la casa de la acusada, a buscarla. Hay tres camionetas 4×4 y varias de las mujeres se suben. Juan Zapeta conduce una de ellas. Yo me subo en el asiento de atrás junto a otras cinco mujeres. Y ahí el juez me explica por qué la gente prefiere el sistema indígena.

[Zapeta]: Como ustedes pueden ver ahorita, digamos, las señoras dicen: “Vamos a verla”, y vamos. Entonces, eso es lo que a la gente le gusta. En el otro sistema, digamos, si le dijéramos al fiscal que fuésemos a ver ahorita, pues, no accede, ¿verdad?

[Melissa]: Nada de poner una denuncia, de empezar una investigación larga, de necesitar una orden de captura firmada por un juez. En este sistema, todo se mueve mucho más rápido.

Recorremos una carretera llena de árboles a cada lado. Y como a los 15 minutos llegamos a la casa de la acusada.

[Mujer]: Mi mierda, muchá, ¡se fue! ¡Se fue!

[Zapeta]: Parece que la señora ya no está.

[Melissa]: La acusada se llevó todas sus cosas y nadie sabe a dónde se fue. Así que el juez da su sentencia: no podrá volver a entrar en Quiché. En caso de que vuelva será detenida por los propios vecinos y juzgada por el juez maya en plena plaza pública. Es decir, la exilió. No es un castigo ligero, si lo piensan bien. Y las mujeres estafadas no protestan demasiado. Juan Zapeta tiene la última palabra y ellas lo saben.

Juan Zapeta recibe un promedio de 20 llamadas al día para resolver situaciones como esta. Estas llamadas vienen de gente de su etnia, que viven en los diferentes rincones de Quiché. Quiché es la cuarta región más poblada de Guatemala con casi un millón de habitantes. Aquí, 9 de cada 10 personas son indígenas.

Y en Quiché —como en otros ocho departamentos de Guatemala donde la población en su mayoría es indígena — los ciudadanos, cada cuatro años, votan por un alcalde oficial. Y bueno, hay un alcalde indígena también y este se elige cada tres años. Zapeta ha sido reelegido tres veces ya. Pero los que lo postulan son las autoridades indígenas, es decir, los ancianos y los mediadores. Como alcalde indígena, da charlas en las escuelas sobre la cultura maya. Además, se reúne con jueces y resuelve conflictos familiares. Pero su función principal es la de ser juez.

Esta forma de justicia, claro, no es nueva. Al contrario, en Guatemala el nuevo sistema es el que trajeron los españoles. Y el que representa Juan Zapeta es algo mucho más ancestral, que se viene modificando desde la colonia hasta la república.

Zapeta me explica que resuelve desde los delitos más pequeños…

[Zapeta]: Hasta asesinatos, homicidios, violaciones, eh, dro… drogas y todo eso pues hemos resueltos casos. Pero dentro de lo más común es la delincuencia.

[Melissa]: O sea, asaltos, robos. Delitos que pasan en todos lados, sí. Pero la forma en que los juzgan es, claramente, diferente. Los juicios tienen que ser públicos y la comunidad afectada siempre debe participar. Por ejemplo, si un ladrón se roba una gallina, al juicio no solo va el dueño de la gallina, sino que además van los vecinos. Pues de alguna manera u otra, también son afectados por el robo. 

Cuando las víctimas o las acusadas son mujeres, muchas veces, a Zapeta lo ayuda la vicealcaldesa, que, por cierto, también es su cuñada.

[Doña María Lucas]: (Se presenta en idioma quiché)

[Melissa]: Esta es doña María Lucas presentándose en quiché. 

Pero ninguno de los dos cobra por este trabajo. Viven de donaciones de la comunidad. Cuando Zapeta no está trabajando como juez, se encarga de su huerta. Doña María, por las mañanas, vende helados en un puesto ambulante. De tarde, guarda su carrito y saca su agenda donde lleva los casos como asistenta del juez.

[María]: La justicia maya porque…

[Melissa]: Doña María no habla un español muy fluido, entonces el juez me traduce lo que ella dice.

[Zapeta]: Eh, la justicia maya para mí es la corrección que damos a las personas para que no lo vuelvan a hacer y se arrepientan de los hechos.

[Melissa]: ¿Le gusta su trabajo?

[María]: Bueno, la verdad que sí porque…

[Zapeta]: Ella, pues, lo que ve es que, digamos, la sanción que se aplica dentro del sistema de justicia maya no es igual que en el otro sistema ¿verdad? Porque allá es de cárcel, y lo que ella ha visto, pues, es que generalmente no regenera. En cambio, en el caso nuestro, sí hemos comprobado que sí las personas regeneran.

[Melissa]: Regeneran, es decir, cambian. Pero no sólo se trata de que no lo vuelvan a hacer. Zapeta dice que la justicia maya también se concentra en la prevención.

[Zapeta]: Es la prevención de una falta, la prevención de los delitos, la prevención de los conflictos, y eso se logra a través del pixab.

[Melissa]: El pixab. Eso quiere decir, en español, “una serie de consejos o de normas”. Respetar a las personas, a la comunidad y sus bienes. Cosas como no contaminar el río, no cortar un árbol sin permiso, no robar, etcétera. Y si un adulto no cumple estas normas y es denunciado por alguien, el juez es quien decide el castigo. Puede ser desde una multa o trabajo comunitario, hasta, bueno, la pena máxima: el xik’a’y, es decir, los latigazos.

Los latigazos se dan sólo en la espalda con las ramas de un árbol. Y no es cualquier árbol, sino es el mismo tipo de árbol que se usa desde hace más de 500 años: el membrillo. Se usa porque huele bien, y es verdad, tiene un olor agradable. A diferencia del delincuente…

[Zapeta]: Que hiede, que su vida que está mal, tenga olor a fragancia. Y se busca las ramitas rectas para que esta persona, eh, su vida, se vuelva recta y no se siga torciendo.

[Melissa]: Pueden ser desde 5 hasta 40 latigazos. Pero Zapeta nunca ha llegado a sentenciar a nadie a 40, porque él cree que 40 pueden llegar a matar. Lo más común son entre 9 y 20.

Dar los latigazos es la tarea de los familiares. Generalmente de los padres.

[Zapeta]: Si ellos, digamos, no tienen, digamos, el valor, entonces ya nos toca a nosotros.

[Melissa]: Y el castigo funciona más o menos así: al culpable lo amarran de las manos y de los pies. Luego lo obligan a ir de rodillas por todo el pueblo. Junto a sus familiares y a los afectados. Lo pasean por el mercado, por la avenida principal, por los comercios. Zapeta siempre va adelante del grupo. Cuando llegan a la plaza central, se sube a una tarima y….

(SOUNDBITE DE LATIGAZOS)

[Melissa]: En mis seis días con Juan Zapeta, nunca vi los chicazos, no. Pero en YouTube se pueden encontrar varios videos de estos juicios.

[Generosa Uriza]: ¡Pero los dejan morados, morados! Ay, da lástima verlos, cómo lloran, cómo gritan los hombres…

[Melissa]: Esta es Generosa Uriza. Una vendedora de tortillas en la plaza. Ella me contó que ha visto por lo menos 60 juicios hechos por Zapeta.

[Generosa]: Los familiares lloran. Los traen caminando, caminando, y hay otros que los traen hincados, hincados, hincados. Hasta que llegan aquí en el parque y ahí en la concha ahí les pegan. Y toda la gente llega a mirar, porque es un ejemplo, ese, pa’ que se den cuenta, ese, que no… eso no lo tienen que hacer, dicen.

[Melissa]: Aunque no lo vi personalmente, hablé con mucha gente que me decía lo mismo. Que me hablaba de la violencia del xic’a’y, de lo brutal que es. Pero me sorprendió lo que me dijo Zapeta.

[Zapeta]: Es… es… es algo inexplicable, pero te causa dolor. Te causa tristeza. Es… es… es algo que… que se mezcla, digamos, en algo… Porque cuando uno, digamos, se encuentra a la persona, digamos, en… en un delito, de veras uno siente coraje hacia esa persona que cometió ese delito. Pero ya cuando estás… cuando ellos están arrodillados ya para darles, digamos, su corrección, todo eso se te olvida. Todo eso a mí se me olvida; sino viene ya la tristeza, el dolor, la pena. Se siente algo tan desagradable. Pero como es algo que se ha validado, hay que cumplirlo.

[Melissa]: Hay que cumplirlo, dice el juez. Y para entender por qué, pues hablemos un momento del contexto guatemalteco. Estamos hablando de un país que sufrió una guerra civil de 36 años. Una guerra que cobró más de 200,000 vidas. La gran mayoría de indígenas. Hubo tortura, masacres horrorosas, y según el informe oficial que hizo la comisión de esclarecimiento histórico más de 1,400 mujeres fueron violadas durante el conflicto. Es una cifra terrible, pero la comunidad indígena y muchos activistas dicen que en realidad fueron muchísimas más.

El sistema de justicia maya existe en un contexto de casi total impunidad de estos crímenes. No es que sea una respuesta a la guerra, ni algo inventado después. Ya hemos dicho que lleva más de 500 años. Pero la importancia de un sistema de justicia propio, el de una comunidad que sufrió tanto, pues, se entiende.

Y bueno, Quiché, el departamento donde trabaja Zapeta, fue una de las zonas más afectadas por la guerra. Después de 14 años de negociaciones, la guerrilla y los militares firmaron un acuerdo de paz en 1996. Desde entonces ha habido convenios, dos referéndums y mucha controversia. Pero hoy en día, esta es la situación: según la Constitución, el único responsable de administrar la justicia es el Estado. Lo cual significa que Juan Zapeta, a pesar del respeto y de la autoridad que puede tener dentro de su comunidad, legalmente está en un área gris.

No solo él, obviamente. Sino todo el sistema de justicia maya. Pero para muchos indígenas la constitución tiene menos importancia que la tradición.

Entonces, esa ambigüedad legal, también es una ambigüedad en la práctica. Por ejemplo: en Quiché cuando una persona es detenida puede ser juzgada de cualquiera de estas dos formas. Pero es la víctima y la comunidad, quienes deciden ante qué juez llevan su denuncia.

Pero esta situación tiene algunas excepciones: como en el sistema maya no existe ni la cárcel, ni la pena de muerte, la víctima —si quiere alguna de estas dos opciones— puede acudir al sistema oficial. O si se necesita más rigor científico para resolver el caso —por ejemplo, como una prueba de ADN— entonces el juez maya declina su autoridad y le pasa el caso a la justicia oficial.

Pero también puede suceder lo contrario. Ante la falta de presupuesto y de personal para trabajar en todas las comunidades del departamento, el sistema oficial también hace sus excepciones y deja que la justicia indígena se encargue.

Y bueno, también hay un detalle relevante: hay 350 municipios donde no hay una presencia estatal. Ninguna. Entonces en esas áreas, claro, funciona únicamente el sistema de justicia indígena.

[Daniel]: Pero todo esto no significa que haya coordinación entre ambos sistemas.

Una pausa y volvemos.

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[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Soy Daniel Alarcón. Antes de la pausa escuchábamos cómo funciona la justicia indígena en Quiché. Un sistema que muchos respetan sin cuestionamientos. Pero lo cierto es que también tiene sus detractores.

Melissa nos sigue contando.

[Sergio Morales]: Policía Quiché, buena tarde. Permítame un segundito.

[Melissa]: La estación central de la policía está a tres calles de la plaza donde Zapeta hace sus juicios. Y para algunos ahí, Zapeta es una figura, digamos, complicada. Este es el jefe policial de Quiché, Sergio Morales.

[Sergio Morales]: Han habido algunos casos ahí que… que… que ese señor, la verdad de que… aplica justicia cuando debería de dejar que sea la policía o… o las entes específicamente estatales.

[Melissa]: Según Morales, Zapeta, en el proceso, viola muchos derechos…

[Morales]: Porque ellos entran a las casas sin permiso, sin autorización, sin orden judicial y sacan a la gente. O sea, ahí es donde… donde se pierde un poco el… el sentido de ellos. Que haya ayudado, en realidad, no lo creo. No lo creo porque para mí es un líder negativo. No aporta en… en lo más mínimo lo que podría ser.

[Melissa]: Morales dice que ha trabajado con otros líderes indígenas que han colaborado más con la policía que Zapeta. De hecho, Morales tiene claro cuál es el papel que debe tener Zapeta y este no es precisamente el de juez.

[Morales]: Pues, digamos, que por su lado y… y nosotros por el nuestro. Yo siempre le he dicho que… que necesitamos estar unidos. Le digo: “Mire, don Juan, ustedes necesitan de nosotros y nosotros necesitamos de usted”.

[Melissa]: Para Morales, Zapeta debe conformarse con ser un líder espiritual. Solo debería hablar con la gente, servir de mediador y explicarles el papel de la policía.

Me enfatizó, además, que en el último año no ha habido ni un linchamiento en su departamento. Y es que en algunas partes de Guatemala, cuando no participa la justicia oficial, los linchamientos son comunes. Para Morales, el que no haya habido linchamientos en su departamento es un logro solo de la justicia estatal, no de un trabajo conjunto con la justicia maya.

Por su parte, Zapeta dice que sí quiere colaborar con la policía, pero ve la relación un poco diferente.

[Zapeta]: El sistema de justicia estatal nos quiere invisibilizar. Que no nos reconoce. Que no nos respeta, ¿verdad?

[Melissa]: Me dijo que cuando él y doña María aplican una sanción, a veces viene la policía a interponerse. Y a él esta situación no le gusta nada.

[Zapeta]: Porque realmente lo que nosotros queremos es que se practique la pluralidad jurídica aquí en Guatemala. O sea, así como vale el otro sistema, valemos nosotros; así como vale un juez, valemos nosotros.

[Melissa]: Y bueno, puede que llegue un momento en que en Guatemala los dos sistemas se reconozcan como legales. Pero por ahora, uno de los puntos más polémicos es el xik’a’y.

[Morales]: La constitución nos… nos obliga a que garanticemos la integridad física de todas las personas.

[Melissa]: Este es, otra vez, Morales. Entonces, si Zapeta está dando latigazos a alguien juzgado por la ley maya, ¿qué hace la policía de Quiché?

[Morales]: Si la están golpeando, ya hay agresión. Entonces, eh, optamos a veces por no… Pero yo les dije eso en ese momento: “Si ustedes le van a golpear yo me retiro. No comparto. Ustedes saben que yo como policía no comparto este tipo de situación”.

[Melissa]: Es decir, en términos estrictamente legales, al implementar este castigo, Juan Zapeta se convierte en delincuente. Aunque, bueno, la policía nunca ha detenido a Zapeta por aplicar el xik´a´y. Pero esto no lo ha salvado de las denuncias.

En una visita al Palacio de Justicia me enteré que Juan Zapeta es el hombre con más expedientes judiciales en Quiché. Más de 40 juicios abiertos. Por lo general, los que denuncian son personas declaradas culpables por la justicia maya que no están conformes con su castigo. Entonces buscan ayuda de la justicia oficial.

Y aquí hay un detalle importante: aunque Zapeta aplica la justicia maya tanto a indígenas como a no indígenas, la mayoría de estas denuncias son de indígenas —su propia gente.

[Zapeta]: Aquí hay gente que, inclusive de nuestra misma gente, pues, que yo no sé si detrás de ellos hay, digamos, una mano peluda; hay gente, digamos, que esté tratando de perjudicarnos, digamos, nuestro propio sistema. Y otros hermanos indígenas se prestan a eso, ¿verdad?

[Melissa]: Y lo que rechazan, específicamente, es el xik’a’y.

Pero la acusación que más persigue a Zapeta y por la que recibe muchísimas críticas, no tiene nada que ver con su rol como juez maya. En el 2012 fue acusado de la violación a una niña de seis años. Nadie quiso comentar sobre este caso, pero la fiscalía me confirmó que había sido resuelto por falta de pruebas. Aún quedan unos cuantos graffitis en el centro de la ciudad en los que se pueden leer: “Juan Zapeta violador”.

[Zapeta]: De verdad, Melissa, duele en el alma, duele en el alma porque han habido calumnias que de veras… Ahorita mermó, antes mire usted: denuncia y denuncia y denuncia y denuncia; y yo me presentaba y todo se desvanecía, porque se comprobaba de que yo, pues no… no, no. Soy inocente de lo que se me acusa.

[Melissa]: Lo que sí demuestran las denuncias contra Zapeta es que hay gente de la comunidad que no está de acuerdo del todo con ciertos aspectos de la justicia maya.

Y parece ser algo generacional. Los jóvenes con los que hablé no dudaron en rechazar el xik’a’y, mientras que muchos ancianos todavía están a favor.

Desde el año pasado hay un grupo de indígenas que está pidiendo hacer un nuevo referéndum sobre el xik’a’y. Aún no se sabe si se hará.

Pero Zapeta tiene otras preocupaciones, quizá más graves. Desde que comenzó su mandato, ha recibido más de 100 amenazas de muerte. De hecho, Zapeta me contó que dos motociclistas encapuchados le habían tirado una piedra grande a la ventana del auto que conducía. Se estrelló, pero por suerte no se lesionó.

Según Zapeta, las amenazas vienen de gente que él ha acusado de delincuentes.

Quizá por eso, Zapeta —al igual que doña María— me dice que se siente cansado. Ya tiene 60 años y el trabajo es agotador.

[Zapeta]: A veces no dormimos, a veces no comemos.

[Melissa]: Me consta. Lo llaman a cada rato. En los días que pasamos juntos su teléfono no paraba de sonar. Me dice que a veces tiene la comida ya lista, que está a punto de sentarse a comer, y lo llaman.

[Zapeta]: “Mirá”, le digo a mi mujer, “mirá, guardá mi comida. Ya regreso”. “¡Comé todavía, hombre!”, “No, me tengo que ir”.

[Melissa]: Y se va. Porque es su responsabilidad.

Pero me deja algunas preguntas: ¿Quién lo reemplazaría? Y el próximo juez maya, ¿tendrá la misma visión de Zapeta? ¿Se seguirá aplicando el xik’a’y si los jóvenes parecen rechazarlo?

En Quiché hay 20 mediadores indígenas que podrían reemplazarlo. Pero por ahora, no hay candidatos.

[Daniel]: En el 2016 inició la discusión para reformar la constitución guatemalteca. Una de las modificaciones propuestas era reconocer el pluralismo jurídico o sea, oficializar la coexistencia de la justicia indígena y el sistema judicial tradicional pero la propuesta no avanzó en el congreso por falta de apoyo de los diputados, y se retiró de la agenda.

A la fecha de publicación, Zapeta sigue siendo el alcalde indígena y juez maya de Santa Cruz del Quiché.  

Melissa Silva Franco es una periodista y documentalista basada en España. Gracias a Pedro Ixchiu por su ayuda corroborando datos de esta historia y gracias también a Oswaldo Hernández. 

Esta historia fue editada por Martina Castro, Camila Segura, Silvia Viñas, y por mí. La música y el diseño de sonido son de Andrés Azpiri y Rémy Lozano.

El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Lisette Arévalo, Gabriela Brenes, Jorge Caraballo, Victoria Estrada, Andrea López Cruzado, Miranda Mazariegos, Patrick Moseley, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill, David Trujillo, Elsa Liliana Ulloa y Luis Fernando Vargas. Carolina Guerrero es la CEO.

Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios y se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.

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Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

La próxima semana en Radio Ambulante, un tiroteo un sábado por la mañana…

[Periodista]: Las autoridades confirman 20 muertos y 26 heridos en un tiroteo en un centro comercial en la ciudad estadounidense de El Paso.

[Daniel]: Y lo que significó para dos ciudades hermanas.

[Hombre]: Se me hizo importante venir a ofrecer algunas oraciones y estar aquí cerca, porque esto no… no debe ser ignorado.

[Daniel]: En el siguiente episodio de Radio Ambulante.

Créditos

PRODUCCIÓN
Melissa Silva Franco


EDICIÓN
Camila Segura, Silvia Viñas, Martina Castro y Daniel Alarcón


DISEÑO DE SONIDO
Andrés Azpiri


MÚSICA
Rémy Lozano


ILUSTRACIÓN
Pepa Ilustradora


PAÍS
Guatemala


PUBLICADO EN
02/11/2020

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