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[Daniel Alarcón]: Esto es Radio Ambulante desde NPR. Soy Daniel Alarcón. 

Andrea Verino vive en la ciudad de Córdoba, en Argentina, y nació en una familia muy tradicional. Desde que era niña en su casa siempre le hablaron de la importancia de estudiar y desarrollarse profesionalmente. Así que cuando creció hizo lo que todos esperaban de ella. Se graduó de odontóloga y le dedicó mucha energía a su trabajo. Pero dejó poco tiempo para su vida personal y las experiencias de pareja que tuvo no fueron muy buenas. Y en 2003, cuando tenía 29 años, vino un golpe inesperado: le diagnosticaron un cáncer de mama avanzado. Necesitaba empezar un tratamiento agresivo para intentar detenerlo. 

[Andrea Verino]: Me dijeron que yo nunca iba a poder ser mamá.

[Daniel]: Que nunca iba a poder ser mamá. A pesar de que en ese momento tener hijos no era su prioridad, la noticia la afectó. Era algo que siempre había querido.

[Andrea]: Fue muy duro, pero había que sobrellevar también lo que estaba viviendo. El oncólogo siempre me decía tenés que vivir en el hoy.

[Daniel]: Hoy es entrar a la sesión de rayos. Hoy es entrar a la sesión de quimio. Hoy es entrar al quirófano para que le sacaran parte del pecho.

[Andrea]: Hasta que se acabaron las sesiones de rayos. Se acabaron las sesiones de quimio. Llegó el tener que esperar dos años porque siempre hay un margen de los primeros dos años para ver que no haya síntomas.

[Daniel]: Después superó la meta de los cinco años y ahí había que esperar a los diez para alcanzar el alta definitiva. En esa espera, ya dejando cada vez más atrás el tratamiento, un día de octubre de 2011, cuando tenía 38 años, fue a un bar y conoció a Julián Mondragón. Él vivía en Tanti, un pueblo a unos 55 kilómetros de Córdoba y había llegado a ese bar con un amigo. Tenía 37 años, venía de un divorcio muy complicado y tenía dos hijos. 

[Andrea]: Al principio lo miraba como diciendo un hombre con problemas” pero me di una oportunidad.

[Daniel]: Y aunque decidió darse el chance, andaba muy cautelosa. Este es Julián: 

[Julián Mondragón]: Ella quería ir tranquila, despacio, conocernos bien. 

[Daniel]: Andrea ya estaba cansada de intentar relaciones que fracasaban. Pero, para su sorpresa, esta vez las cosas sí  funcionaron… La relación avanzó y Andrea le presentó a Julián a su familia. No les gustó mucho que fuera un hombre divorciado y con hijos pero al final lo terminaron aceptando. En cambio, la familia de Julián recibió a Andrea con los brazos abiertos, sin ningún “pero”. 

[Andrea]: Primero conocí a los papás y a la abuelita, ah… la abuelita era un sol. Y después fui conociendo a los hermanos. Romina hacía poco había sido mamá de su segundo hijo.

[Daniel]: Romina, la tercera de los cuatro hermanos Mondragón y la única mujer. Es 13 años menor que Julián, el mayor.

[Julián]: Si bien yo me llevo bien con todos mis hermanos, la conexión con Romina es muy, muy especial.

[Daniel]: Romina recuerda que cuando Julián le presentó a Andrea le cayó bien pero no sintió demasiada afinidad. Andrea es 14 años mayor que ella y estaban viviendo momentos de la vida muy diferentes. Además, parecían ser como el agua y el aceite. Esta es Romina:

[Romina Mondragón]:  Ella también es como que es muy, muy recta, muy estructurada y yo soy muy,  ohh, yo soy un tiro al aire, yo soy muy jodona, muy… no sé, yo voy por la vida y punto.

[Daniel]: En ese momento como que no tenían muchos temas en común de los que hablar. Pero eso cambiaría unos dos años después cuando Andrea y Julián empezaran a considerar la idea de ser papás. 

Fue en 2013. Andrea tenía 40 años y ya habían pasado diez desde el diagnóstico del cáncer. Entonces se animó a hacer la pregunta que había dejado postergada durante todo esos años.

[Andrea]: Fuimos a preguntarle a mi médico de cabecera si yo podía intentar ser mamá. Y ahí él me dice que ya sí, me daba el alta médica, pero que él no quería que yo entrara en un tratamiento hormonal ni nada, porque estaba en riesgo mi vida, porque mi cáncer se podía reactivar. 

[Daniel]: Pero el médico le dijo que sí podía intentar un embarazo por vías naturales. Para Andrea fue, dentro de todo, una buena noticia. De pronto podía volver a ilusionarse con la idea de ser madre. Pero pasaba el tiempo y no lograba quedar embarazada. Era un ciclo de ilusión y frustración mes tras mes. Hasta que un día, esa frustración se hizo más presente que nunca. Andrea empezó a sentir un dolor fuertísimo en el abdomen y minutos después sufrió una hemorragia. Se asustó mucho y siempre le quedó la duda de si no había perdido un embarazo. 

Después de ese episodio, con Julián analizaron la posibilidad de adoptar un bebé. Fueron a una abogada de familia pero no les dio un panorama muy alentador. Había que anotarse en una lista de espera… 

[Andrea]: Y daban en adopción 20 niños por año. Yo teniendo 40 años ¿cuándo iba a adoptar? ¿a los 60? 

[Daniel]: Entonces decidieron ir a dos especialistas en fertilidad para buscar más opiniones. Uno les repitió lo mismo que ya les había dicho su médico: que por sus antecedentes no era recomendable hacer un tratamiento de fertilidad. A Andrea la afectó mucho volver a escuchar lo mismo… 

[Andrea]: Me defenestró. Estuve destruida no sé si un año.

[Daniel]: El otro fue un poco más optimista: le dijeron que  podría intentar llevar adelante un embarazo pero recurriendo a la donación de óvulos. Por su edad y por haber recibido radioterapia sin protección en la zona ovárica la calidad de sus óvulos no era lo suficientemente buena. Avanzaron con esa idea pero en 2015 a Andrea se le explotó un quiste en el útero y tuvo una infección por la cual estuvo 10 días hospitalizada.

A partir de ese momento llevar adelante un embarazo ya sería muy riesgoso. Andrea y Julián estaban devastados pero él trataba de mantenerse entero para contenerla:  

[Julián]: Ella se ponía mal y se echaba la culpa. Yo siempre le decía y “será que Dios querrá que sea así la cosa”. No le busques el porqué, porque muchas veces no se puede encontrar el porqué. 

[Daniel]: Pero nada de lo que le dijeran aliviaba el dolor que sentía Andrea…

[Andrea]: Vos no sabés la cantidad de frustración que cargué yo. Lloré muchísimo, hasta cambié el auto porque tenía un auto con baúl para tener atrás las cositas de un bebé.

[Daniel]: Lo del auto era algo material, pero también una forma de visualizar su sueño. Se imaginaba allí con su bebé, guardando el cochecito, los paquetes de pañales, el bolso con la ropita… Necesitó deshacerse de él para intentar dar vuelta la página.  

[Andrea]: Pero se ve que es tan fuerte el deseo. Es el sueño tan fuerte, sigue llamándote, te sigue llamando, te sigue llamando.  

[Daniel]: En esa búsqueda difícil y dolorosa, Andrea encontró en su cuñada Romina no solo a una amiga que la consolaba ante cada mala noticia sino a una aliada que la ayudaría a concretar su sueño de una manera totalmente inesperada. 

Una pausa y volvemos. 

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[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón. Nuestra productora Aneris Casassus nos trae la historia. Aquí Aneris…

[Aneris Casassus]: Empecemos con Romina. Algo en particular la impactó el día del nacimiento de su tercer hijo, Jeremías. Su primer bebé había nacido en un hospital público pero Romina no había tenido una buena experiencia. No le permitieron a Pablo, su marido, acompañarla durante el trabajo de parto. A los 21 años, a punto de dar a luz a su primer hijo, Romina se sintió sola y desprotegida.  

 Entonces, cuando quedó embarazada de su segundo hijo, decidió probar en una clínica privada. Tampoco le gustó. Terminó atendiendo el parto otra médica que no era la suya y no estuvo contenida. 

Durante el tercer embarazo no tuvo dudas: se prepararía para que su hijo naciera en su casa y así escaparía de las malas experiencias que había tenido en las instituciones médicas. Pablo estuvo de acuerdo. Él, que venía del campo, había escuchado varias veces la historia de cómo su abuela había parido a todos sus hijos en la casa. Así que apoyó a Romina en su decisión y ella enseguida se empezó a preparar, a leer mucho.

[Romina Mondragón]: Y ahí, bueno, descubrí esta vocación que son de las doulas y bueno, y ahí me fascinó. Esto es lo mío. 

[Aneris]: Con el tiempo Romina estudiaría para convertirse en doula, las mujeres que acompañan física y emocionalmente el embarazo, el parto y el postparto de otras mujeres.  

Jeremías nació en la casa de Romina y Pablo a las 2 de la madrugada del 25 de abril de 2015 y todo salió bien. A las 9 de la mañana, Andrea y Julián fueron a conocer a su nuevo sobrino y una imagen quedaría para siempre guardada en la memoria de Romina: su cuñada Andrea alzando al bebé y mirándolo de una manera tan especial, tan única.  

[Romina]: Cuando ellos se fueron, yo agarré y empecé a llorar acá sentada en la cama porque era terrible de decir “es la necesidad de ella de querer ser madre, tiene su trabajo, su casa, su auto, su profesión, todo lo que vos quieras. Pero el sueño de ella es ser madre”. Ahí fue cuando me tocó muchísimo. Mucho, mucho, me tocó ahí. 

[Aneris]: Andrea recuerda que, un tiempo después, Romina le dijo…

[Andrea]: Ese día que te vi con Jeremías en los brazos sentí vergüenza de tener a mi hijo porque sé lo que te dolía a vos no poder ser madre. Ahí vi la mamá que gritaba un bebé, ser mamá que tenías ese don ahí como latiendo sin un niño para abrazar.

[Aneris]: Poco más de un año después de que naciera Jeremías, Romina volvió a quedar embarazada. Mientras los planes de Andrea y Julián de ser papás se iban desvaneciendo, Romina no podía dejar de pensar en ellos. Se sentía rara, como con una sensación de culpa. 

[Romina]: Porque si yo decidía quedar embarazada y decíamos “buscamos un hijo, Pablo, queremos. Bueno, dale”, y yo al otro mes estaba embarazada. O ese mismo mes. Y ellos no, digo pero ¿por qué? O sea, yo tengo una facilidad para poder tenerlos y ella no.

[Aneris]: Le partía el alma. 

Por eso, en la Navidad de 2016, Romina le preparó un regalo especial a Andrea. Era una cajita envuelta en papel celofán. Andrea la abrió y enseguida leyó la nota que había adentro:  

[Andrea]: “Niñito Dios te pregunta si querés ser madrina de Isabella”. 

[Aneris]: Isabella, la cuarta hija de Romina y Pablo, que nacería en mayo. Andrea recuerda que cuando leyó el mensaje empezó a llorar. 

[Andrea]: No sabés como la abracé a la panza y a ella. Fue como si me regalara ser mamá. Así lo viví a ser madrina. Entonces yo ya estaba realizada con Isabella. 

[Aneris]:  Estar con sus sobrinos era lo más cercano que podía estar a la idea de la maternidad. Pero más de un año y medio después, en agosto de 2018, la ilusión de ser mamá se renovaría de una manera inesperada. Andrea estaba en la cocina cuando recibió un mensaje de whatsapp. Era Romina que le escribía mientras estaba mirando la tele. 

[Romina]: Y estaban pasando de que una pareja de homosexuales había podido tener su hijo a través del vientre subrogado acá en Argentina. Y automáticamente le mando un mensaje a Andrea.

[Andrea]: Era un viernes, yo estaba en mi casa y no sé porque estaba viendo el mismo programa y no lo vi entero, pero vi un poco y ay yo me quedé con un ruido interno. 

[Aneris]:En el programa hablaban del primer caso de subrogación de vientre de una pareja gay en la Argentina. En 2015, tres años antes, dos hombres se habían convertido en papás gracias a que una amiga les había prestado su vientre. Allí creció un embrión formado con el óvulo de una donante anónima y el semen de uno de ellos.

[Andrea]: Decía “ay qué lindo, le pasa a los otros”, porque yo la maternidad la tenía que relegar y te tenés que relegar de tu cerebro porque si no te hace tanto mal que terminás enfermo. 

[Aneris]: A Andrea y Romina la historia de la que estaban hablando en la televisión les llamó la atención. 

Hasta ese momento habían oído muy poco hablar de ese tema y los casos que conocían eran los de algunos famosos que habían viajado a Estados Unidos para hacerlo. Y es que en Argentina hay un vacío legal respecto a la subrogación de vientres. No está prohibida pero tampoco regulada. Por eso, hasta ese momento, Romina y Andrea pensaban que no se podía hacer en el país. Andrea y Julián jamás habían siquiera pensado en esta opción. Para ellos, pagar un tratamiento de este tipo en el extranjero era algo totalmente imposible.  

Sorprendidas por la noticia, Romina y Andrea siguieron mandándose mensajes.  

[Romina]: Digo, qué loco, le digo se puede hacer acá. Viste, digo yo, la verdad que es increíble. Ojalá, sería hermoso poder hacerlo acá, me dice. Pero ¿cómo lo haríamos nosotros?, me dice ¿quién nos prestaría un vientre a nosotros? 

[Aneris]: Para Romina, la respuesta era obvia.

[Romina]: Yo, Andrea, acá estoy yo. Estoy. Para lo que sea, estoy.  

[Aneris]: Andrea se acuerda perfecto cómo reaccionó cuando recibió ese mensaje: 

[Andrea] “¡¿Qué?!” Así como me estás escuchando y te puedo haber asustado fue el grito que yo pegué.  Pero empecé a temblar, temblar porque era muy fuerte lo que me estaba diciendo. “¿Estás segura? ¿estás segura? ¿estás segura?” quedé en shock y salí corriendo al galpón “Julián, Julián” a los gritos “¿Qué te pasa? ¿Qué te pasa?”

[Aneris]: Julián estaba arreglando un auto en el taller que tiene en su casa cuando escuchó los gritos de Andrea. Casi sin aire, ella le contó lo que su hermana le estaba diciendo: que estaba dispuesta a prestarles el vientre para que ellos pudieran ser papás. 

[Julián Mondragón]: La verdad es que nos… nos quedamos sorprendidos, helados. Todo, todo, al mismo tiempo, porque no podíamos creer. 

[Aneris]: Todavía en shock por la propuesta que acababan de recibir, Andrea y Julián llamaron por teléfono a Romina. Hablaron durante casi una hora y media. Romina recuerda que Julián le dijo…

[Romina]: ¿Vos me estás diciendo en serio, negra?, me dice y le digo sí, si  hay posibilidad sí, vamos a ver qué onda, nosotros escuchamos este caso en la televisión, no sabemos cómo viene todo por atrás, pero si se puede, sí, más vale. 

[Aneris]: A Julián le preocupaba sobre todo una cosa.

[Julián]: Está todo bien, le digo. Pero vos con Pablo, que es mi cuñado. Digo con Pablo vos lo hablaste, digo, porque… consultalo con tu familia, le digo, ¿por qué? es groso y es mucha cosa lo que estás diciendo.

[Aneris]: Cuando Romina le contó a Pablo la idea, le habló rápido y atropelladamente. 

[Romina]: Llegó y no le dije ni hola, lo ataqué.

[Aneris]: Y supo que no se lo explicó bien cuando Pablo le contestó… 

[Romina]: Entonces me dice “vos estás loca que vamos a dar un hijo nuestro”, me decía. Y le digo “no, no, no, no es nuestro, vamos a sentarnos a hablar así te explico”. 

[Aneris]: Con más tranquilidad, Romina le explicó que ella solo prestaría el vientre, que el embrión se formaría en un laboratorio con material genético que no sería de ellos. Si él le daba el ok, podrían averiguar más para saber cómo sería exactamente el tratamiento. Pablo le dijo que estaría dispuesto a acompañarla pero le puso una condición. 

[Romina]: Me dice “yo te acompaño, pero te voy a pedir que hablemos con los chicos a ver qué dicen los chicos también, porque esta decisión es de ellos, porque si ellos la van a pasar mal no está bueno tampoco”.  

[Aneris]: Es que imaginémonos por un instante la situación. No es algo fácil de procesar. Romina le estaba planteando a Pablo una idea que alteraría todo el funcionamiento familiar. Si decidían avanzar y todo salía bien, Romina gestaría a su sobrino. Durante nueve meses sus cuatro hijos verían cómo le iría creciendo la panza pero llegado el momento del nacimiento ese bebé no se quedaría en su casa sino que se iría con Andrea y Julián. Los niños tendrían que entender que ese niño no sería su hermano, sino su primo. Y Romina debería ser consciente de que siempre estaría en contacto con ese niño que gestó, pero con otro rol, el de tía.

Pablo quería saber sobre todo qué opinaban Bautista y Joakim, sus dos hijos más grandes, que ya tenían 9 y 7 años en ese momento.  Jeremías e Isabella tenían tres y uno.  A los dos o tres días, Romina y Pablo se sentaron a hablar con los niños. Romina les dijo: “ustedes saben que su tía Andrea no puede ser mamá”…

[Romina]: Hay esta posibilidad, yo voy a tener un bebé en la panza, que no es su hermano, no es ni mi hijo. Le comentamos cómo era. Lo entendieron, le dijimos que lo piensen si estaban de acuerdo. Automáticamente ellos dijeron “sí, con tal de que la tía sea mamá”. Dice “sí, más vale que sí”. 

[Aneris]: Romina ya tenía la aprobación de su familia pero ese era solo el comienzo. Junto con Andrea se pusieron a investigar más. Solo habían visto esa nota en televisión pero no sabían por dónde empezar. 

Un día, Andrea le comentó la idea a una compañera de trabajo y por contactos de conocidos llegó a otro centro de fertilidad. No era ninguno de los dos en los que ya había estado antes con Julián.  Llamó por teléfono y pidió una cita. 

[César Sánchez Sarmiento]: Ellos consultan… septiembre del 2018. 

[Aneris]: Él es el doctor Cesar Sánchez Sarmiento, ginecólogo especializado en Fertilidad y director del centro que le habían recomendado a Andrea. 

A la cita fueron Andrea y Julián y apenas entraron le explicaron toda la situación al doctor: la enfermedad de Andrea, los obstáculos para ser mamá y el ofrecimiento de Romina para prestarles el vientre. Pero antes de darles detalles sobre el tratamiento médico, el doctor les hizo una advertencia. 

[César]: Médicamente no es un tratamiento agresivo pero emocionalmente es muy fuerte.

[Aneris]: Al doctor le preocupaba el vínculo que existía entre Andrea, Julián y Romina. Debían tener las cosas muy claras antes de tomar cualquier decisión. Entonces siguió diciéndoles…

[César]: Hay que poder manejar familiarmente que mi hermana está gestando mi bebé y lo voy a tener que manejar para el resto de la vida. Por otro lado que estoy gestando este bebé pero cuando nazca no me lo llevo a mi casa. Pongámonos en ese lugar y uno empieza a tomar la dimensión de qué tan grande que es todo esto, ¿no?

[Aneris]: El doctor Sánchez Sarmiento les explicó que, si decidían seguir adelante, el embrión se podría formar en un laboratorio con el óvulo de una donante anónima, que el mismo centro se encargaría de conseguir,  y con el semen de Julián. Para saber si Romina podría ser la gestante, debería hacerse unos chequeos de rutina. Si todo estaba bien, cuando lograran un embrión podrían transferirlo a su útero. 

Pero no se trataba solo del tratamiento médico. El doctor les informó que, como en Argentina la subrogación de vientres no está legislada, necesitaban llevar el caso a los tribunales para conseguir una autorización especial. No solo tendrían que lidiar con estudios médicos e historias clínicas, sino también con expedientes judiciales. 

Así llegaron a la oficina del abogado Nicolás Gigena. Este es Nicolás: 

[Nicolás Gigena]: Querían conocer en profundidad qué decía la ley argentina. Si estaba regulado, si no estaba regulado. Cómo sería el proceso ante los tribunales, qué tiempo podría llevar.

[Aneris]: Nicolás les explicó que la ley argentina no dice nada acerca de la subrogación de vientres.  En 2015 entró en vigencia el nuevo Código Civil y Comercial de la República Argentina que llevaba 144 años sin ser modificado. Allí se incorporaron, entre otras cosas, cinco artículos sobre las reglas de filiación para las técnicas de reproducción asistida. Dentro de los cinco artículos hay uno en el que vamos a detenernos: el 562.  Ese artículo dice que, y cito, “los nacidos por las técnicas de reproducción humana asistida son hijos de quien dio a luz y del hombre o de la mujer que también ha prestado su consentimiento previo, informado y libre”. Es decir que, según el Código, el bebé es hijo de quien lo gestó y de quien da el consentimiento, sin importar quiénes hayan aportado el material genético. 

El abogado les contó que en la práctica había personas que primero hacían el tratamiento médico a través de la subrogación de vientre y luego pedían a la justicia que el bebé fuera reconocido como su hijo. Pero que eso era riesgoso porque durante un tiempo el niño quedaba como en un limbo respecto a su filiación. Por eso les dijo que era importante judicializar el caso antes de iniciar el tratamiento.

[Nicolás]: Entonces de esa forma ese niño nace y va a tener una partida de nacimiento donde se establezca que ese niño no es hijo de la gestante, sino que es hijo de los padres intencionales. Esos papás que deciden, ya sea por una limitación digamos de tipo biológica, si es una pareja igualitaria o por una limitación patológica, si es una pareja heterosexual, deciden, ¿sí?, llevar adelante esta práctica. 

[Aneris]: La familia del caso que Romina y Andrea habían visto por televisión tiene hasta hoy ese problema. El niño fue inscrito como hijo de la gestante y uno solo de sus papás. La pareja sigue peleando en la justicia para que se les reconozca a ambos la filiación y liberen a la gestante de cualquier tipo de vínculo legal sobre el niño, que ya tiene 7 años. 

Justamente para evitar este tipo de situaciones es que algunos prefieren viajar y hacerlo en lugares donde sí está regulado y hay normas claras para esta práctica. Se puede hacer en países como Canadá,  Ucrania, en el Reino Unido, Australia, y en algunos estados de Estados Unidos. En Latinoamérica, solo los estados mexicanos de Sinaloa y Tabasco tienen leyes que regulan la subrogación. Algunas de estas legislaciones imponen restricciones para los padres intencionales: en ciertos casos no lo permiten para parejas homosexuales o padres o madres solteros. En cuanto a la gestante, algunos estados exigen que sea un acto altruista mientras que otros permiten el alquiler de vientres de manera comercial. Otros países como España, en cambio, directamente tienen leyes en las que se prohíbe la gestación por sustitución. 

Pero volvamos a la Argentina. Como hay un vacío legal, todo se va basando en la jurisprudencia, en esos primeros casos donde los abogados van recurriendo a estrategias legales para conseguir una autorización. Para presentar un pedido, me explicó Nicolás, tiene que haber una causa válida para la subrogación:

[Nicolás]: No lo veo viable que una mujer diga “no, yo no quiero gestar porque no quiero transitar un embarazo”, entonces bueno acudo a la gestación por sustitución.

[Aneris]: Y otra cosa importante, muy importante. En Argentina, la gestante tiene que hacerlo de una forma altruista, sin mediar ninguna compensación económica de por medio. Tiene que tratarse de un acto solidario. El caso de Andrea y Romina reunía ambas cosas, así que el abogado les dijo que estaban en condiciones de presentar la petición ante el juzgado de familia.

Además de explicarles todo esto, en esa primera reunión, Nicolás trató de asegurarse de que Romina era plenamente consciente de lo que estaba dispuesta a hacer. 

[Nicolás]: La gestante es un ser especial. Me parece que el acto de amor que lleva adelante la gestante es un acto de amor supremo, porque acá no se trata de ser solidario a partir de donar sangre, sino de… de poner el cuerpo durante nueve meses con todo lo que implica llevar adelante un embarazo.

[Aneris]: Pero Romina lo había pensado mucho y estaba segura. Ya había parido cuatro hijos y si bien cada embarazo había sido diferente sabía muy bien a lo que se enfrentaría. 

El abogado les dijo que para avanzar con el trámite tendrían que empezar a reunir una serie de papeles. Primero, debían firmar un documento ante un notario llamado “acuerdo de voluntad procreacional”. En ese documento se dejaba claro el rol de Romina, la gestante, y de Andrea y Julián, los padres intencionales, durante todo el proceso. Con la firma de ese papel, Romina renunciaba a cualquier derecho sobre el futuro bebé. Además, debían adjuntar la historia clínica de Andrea en la que constaba que no podía llevar adelante un embarazo y los estudios médicos de Romina para corroborar que ella sí podía hacerlo. También debían incluir la historia médica de Julián, quien aportaría el espermatozoide. 

Nicolás tomó el caso y se aseguró de decirles que a partir de ese momento les iría contando detalladamente cada paso que diera. Sabe que parte de su trabajo también es manejar la ansiedad de los padres intencionales y de la gestante, pues es una situación donde entran en juego los tiempos biológicos. 

Por eso trató de mover el caso lo más rápido posible. Con todas las pruebas reunidas, redactó una demanda. Argumentó jurídicamente el pedido citando, entre otros, los derechos a la igualdad, a la salud reproductiva, a la autodeterminación del propio cuerpo y al uso del avance de la ciencia para llevar adelante un proyecto familiar. Y pidió que se declare la inconstitucionalidad del artículo 562 del Código Civil para que el bebé pueda ser inscrito en el momento del nacimiento como hijo de Andrea y Julián. 

En octubre de 2018, Nicolás presentó la carpeta ante el juzgado de familia. Y ahora Romina, Andrea y Julián no podían hacer otra cosa más que esperar.

Unos días después, el expediente ya estaba en el escritorio de ella, la jueza de familia Mónica Parrello.

[Mónica Parrello]: Cuando nos encontramos con esto, obviamente que dijimos: “¡Wow!, ¿qué trámite le damos?” Porque el Código no tiene previsto ningún trámite para esto. 

[Aneris]: Era el primer pedido de subrogación de vientre que llegaba a su juzgado y se llenó de preguntas. No era un caso más de todos los que recibe a diario, era uno que la estaba enfrentando a revisar los conceptos tradicionales de la maternidad.

[Mónica]: Porque es una construcción cultural que tenemos incorporada todos de que el bebé que nace de una panza… ese bebé es de esa mamá que lo gestó. 

[Aneris]: Llamó a varios de sus colegas para buscar más opiniones. Todos coincidían en algo: 

[Mónica]: Nuestro mayor, no sé si temor… pero te diría es no estar encubriendo un negocio.  

[Aneris]: Por la relación entre Romina, Andrea y Julián, parecía bastante claro que se trataba de un acto solidario pero igual debía tener plena certeza de ello antes de tomar cualquier decisión.  

Enseguida la jueza puso a trabajar a su equipo técnico de psicólogos y asistentes sociales para que evaluaran el caso. Al igual que al abogado y al médico, una cosa le preocupaba en particular: si Romina sabía a lo que se enfrentaría. 

[Mónica]: Porque no cualquiera presta su vientre para gestar a un bebé que sabe que va a ser su sobrino. 

[Aneris]: La otra cosa que le preocupaba era muy parecida a la que Julián tenía al principio: si los hijos de Romina serían capaces de procesar la situación. Por eso encomendó al equipo que se dividiera en dos grupos: uno trabajaría con los adultos y otro se enfocaría en los niños.

Los psicólogos y asistentes sociales entrevistaron a Andrea y Julián y los visitaron en su casa de Córdoba. Luego hicieron lo mismo con Romina, Pablo y los niños en su casa de Tanti. Elaboraron un informe detallado y se lo entregaron a la jueza. 

Pero eso no sería suficiente: ella misma quería conocerlos y recién ahí daría su sentencia. 

Y una vez más, Romina, Andrea y Julián no podían hacer otra cosa más que esperar.

Una pausa y volvemos…

[El hilo – Silvia Viñas]: ¡Hola, Ambulantes! Soy Silvia Viñas. Si no nos hemos escuchado antes, les cuento: soy la productora ejecutiva y presentadora de El hilo, un podcast de esta misma casa, Radio Ambulante Estudios, y de VICE News. Cada semana tomamos una noticia clave en Latinoamérica y la contamos y analizamos mucho más profundamente que en esas decenas de titulares que nos abruman.  Queremos entender nuestra región junto a ustedes con rigor, objetividad e independencia.  Estrenamos cada viernes. Nos encuentran en El hilo.audio o en su app de podcast favorita.

[Daniel]:  Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón. 

Antes de la pausa conocimos a Andrea que durante muchos años había soñado con ser mamá. Y a Romina, su cuñada, que estaba dispuesta a prestarle su vientre para que concretara su deseo. Después de mucho investigar, habían llegado a los tribunales de justicia para que los autorizaran a llevar adelante esta práctica que no está prohibida pero tampoco regulada en Argentina. Les habían hecho evaluaciones psicológicas y asistentes sociales habían visitado sus casas. Pero no había sido suficiente. Una jueza los quería conocer para asegurarse de tomar la decisión correcta. 

Aneris Casassus nos sigue contando…

 [Aneris]: En diciembre, antes de que terminara el año, la jueza les envió una citación a Romina, Pablo, Andrea y Julián. Fijaba una audiencia para marzo de 2019 en los tribunales de familia. 

Ese verano se hizo eterno para todos. Era mucha la ansiedad, necesitaban que llegara rápido la audiencia para saber si podrían seguir adelante con su plan. Ya estaban muy ilusionados.

Hasta que llegó el día. Romina, Pablo, Andrea y Julián se encontraron con Nicolás, el abogado, en los tribunales de familia de Córdoba. Cuando entraron al despacho, vieron a los psicólogos y asistentes sociales que los habían evaluado. También estaba la fiscal que había intervenido en el caso. Romina estaba súper nerviosa pero se acuerda perfectamente de ese momento y las primeras palabras que les dijo la jueza: 

[Romina]: Entramos y nos sentamos y nos dice: “No dormí en toda la noche pensando en ustedes”, nos dijo. Ahhhh yo me quería morir. Yo digo, “será bueno o será malo”, digo. 

[Aneris]: La jueza había leído detenidamente el informe del equipo técnico. Allí decían que Romina se mostraba segura y firme con su decisión. Además destacaban que la situación de madre de cuatro hijos y su profesión de doula le permitían empatizar de una manera especial con Andrea, con su deseo de tener un hijo. Pero además, que entre ellas se observaban fuertes lazos afectivos y de colaboración.  

Pero no se quería quedar solo con eso. Quería saber más de ellos. Así que empezó haciéndoles varias preguntas…

[Romina]: Sobre mis hijos, sobre Andrea, Julián. Todo eso. Estuvimos charlando más que como amigos, no más que como que sí estábamos en una sesión hablando con una jueza.

[Aneris]: Y si bien a medida que avanzaba la audiencia se sentían un poco más distendidos, seguían muy ansiosos por saber cuál sería el fallo. Hasta que en un momento, Julián recuerda que la jueza les dijo…

[Julián]: La verdad que esto hoy dice me cambia la… no me acuerdo si me dijo me cambia la vida o el replanteo de… de mirar la vida. 

[Aneris]: Con esa frase intuyeron que las cosas estaban saliendo bien. Conversaron un rato más y luego la jueza les dijo que…  

[Mónica]: Habían demostrado que todas las partes involucradas sabían exactamente cuál era el rol que le tocaba construir en esta relación No había ningún tipo de confusión. Ni siquiera en los niños. 

[Aneris]: Eso quería decir, en otras palabras, que fallaba a su favor. 

[Andrea]: Y cuando terminó de decir nos largamos a llorar con Romina. 

[Julián]: La abracé mucho a mi hermana. Andrea la abrazó, lo abracé a mi cuñado también.

[Aneris]: Mónica, la jueza, también estaba conmovida: 

[Mónica]: A lo mejor uno debería a veces guardar un poco las formas, pero la verdad es que terminamos todos abrazados en un estado de una emoción muy linda.

[Aneris]: Acostumbrada a decidir sobre peleas por los bienes tras un divorcio, disputas por el cuidado de los hijos, incumplimiento de las cuotas alimentarias… 

[Mónica]: Al ver estos gestos de amor tan grande nos devuelven a nosotros estas ganas de seguir diciendo: apuesto a la gente que todavía es capaz de una generosidad tan grande. 

[Aneris]: La jueza les adelantó su decisión pero les explicó que debían esperar a que saliera el fallo definitivo. Recién ahí podrían ir al centro de fertilidad para empezar con el tratamiento médico. La espera seguía.  

Un mes después, en abril de 2019, salió la sentencia. Ahí la jueza les daba la autorización para la gestación por sustitución y declaraba la inconstitucionalidad del artículo 562 del Código Civil. Esto permitía que el bebé pudiera ser inscrito en el momento del nacimiento como hijo de Andrea y Julián. Pero no solo eso. Incluyó algo que sentaría jurisprudencia para futuros casos de subrogación de vientre: ordenaba que se le diera período de licencia por maternidad tanto a Romina -para que se recuperara del parto- como a Andrea -para que pudiera ocuparse del bebé-. 

Además, estableció que Andrea y Julián debían comprometerse a hacer conocer a su hijo o hija su origen gestacional cuando tenga la edad suficiente para comprender la situación. 

Pronto la sentencia se hizo pública y no tardó en llegar a los medios. La historia despertaba mucho interés: la tía que gestaría a su sobrino…

[Periodista]: Presten atención a este caso. Romina Mondragón se va a convertir en el vientre del hijo de su cuñada. 

[Periodista]: Ella es de Córdoba y va a llevar en su vientre al bebé de su hermano y su cuñada. La justicia de esa provincia admitió el procedimiento y puso un marco ante la ausencia de una ley sobre el tema.

[Aneris]: Hasta el momento, Andrea, Julián y Romina habían compartido sus planes con su círculo más cercano. Tanto para los papás de Andrea como para los de Romina y Julián, criados en otra época, con un pensamiento más conservador, lo que estaban por hacer sus hijos les resultaba rarísimo. Después de mucho explicarles, terminaron por apoyarlos, pero para otros de sus seres queridos no fue nada fácil de entender ni de aceptar. Y ahora que la sentencia era pública, estaban en boca de todos. 

[Andrea]: Fue tan fuerte porque era algo reservado, privado. Y me empezaron a preguntar si quería nota y yo no quería. Yo soy NN y quería seguir siendo NN. Yo quería ser mamá. 

[Aneris]: A Julián también le empezaron a hacer muchas preguntas…

[Julián]: Hasta mismos compañeros de trabajo preguntaban realmente cómo era el tema porque ellos pensaban qué… qué retorcido… pero bueno.

[Aneris]: Les costaba mucho entender cómo sería posible que su hermana gestara a su hijo. 

[Julián]: A Andrea le molestaba las opiniones, pero le digo eso lo tenés que tomar de la ignorancia de la gente. Uno sabe… uno sabe bien lo que está haciendo. Hicimos todos los pasos como correspondía. Pero como la gente no sabe, lo primero que hace es pensar muy mal de todo este tema. 

[Aneris]: A Romina muchos la felicitaban por el gesto de amor que estaba dispuesta a hacer, pero algunos conocidos, en cambio…

[Romina]: Me decían que cómo iba a hacer un incesto con mi hermano y bueno yo les decía, no, no estoy haciendo incesto con mi hermano. Bueno, era cuestión de explicar ¿no?, pero siempre expliqué bien… lo importante era que… que entienda lo que uno estaba haciendo, que no era ningún degeneramiento ni nada por el estilo. 

[Aneris]: Para explicarlo de la forma más simple posible, les daba siempre el mismo ejemplo…

[Romina]: Si a vos viene tu hermano y te dice me cuidas al bebé durante un año que me tengo que ir y no lo puedo llevar. ¿Vos qué vas a hacer?  ¿Lo vas a cuidar o lo vas a dejar tirado? Y no, lo voy a cuidar.  

[Aneris]: Ella haría lo mismo pero desde el principio: cuidaría a su sobrino nueve meses en la panza.

Aunque siempre trataba de explicar todo con mucha paciencia, había algunos comentarios que le dolían. Los leía en internet, donde se compartían historias de vientres subrogados: 

[Romina]: Habían mujeres que contestaban cómo pueden ser… decían que regalen un hijo, cómo pueden ser tan desamoradas las mujeres que hacen esto. Cómo me espanta que otras mujeres le den así a otra mujer, porque estamos hablando de todo esto que está pasando con las mujeres, estamos hablando de solidaridad, de esto, del otro. Y eso me molesta y me duele muchísimo.

[Aneris]: Además de este tipo de cuestionamientos, en los países donde está regulada la subrogación y se permite el alquiler de vientres de manera comercial se suman otras críticas. Un sector del feminismo considera que esta práctica pone a la mujer en una situación de explotación reproductiva. Porque es imposible comprobar que no haya presiones ni abuso de una situación socioeconómica desventajosa que lleve a la gestante a tomar esta decisión. También mencionan las consecuencias físicas y psicológicas que conlleva esta práctica para la gestante. Según esta postura, la subrogación es un negocio internacional y las mujeres que– como en el caso de  Romina–  quieren hacer un favor a alguien cercano son la excepción. 

Tanta controversia genera el tema que en el proyecto de modificación del Código Civil que mencionamos antes se incluía un artículo para regular la subrogación de vientres pero no se llegó a un consenso… por lo cual se terminó desechando. Es un debate que sigue pendiente. 

A pesar de las críticas, Romina, Andrea y Julián siguieron adelante con sus planes. Con la autorización judicial en mano, ya podían empezar con el tratamiento médico. 

Así que volvieron a la clínica del doctor Sánchez Sarmiento para empezar con todo. Como les habían explicado, necesitaban los óvulos de una donante anónima. Las mujeres que donan óvulos deben tomar una medicación durante 10 o 12 días para estimular sus ovarios y así generar varios óvulos en un mismo ciclo. Luego, en una intervención en quirófano y mientras permanecen sedadas, se los extraen. Si bien en Argentina no existe regulación para la subrogación de vientres, la donación de óvulos y espermatozoides sí está contemplada en la Ley de Reproducción Médicamente Asistida. Allí se habla de “donación”, es decir que tampoco puede tener fines comerciales. Lo que sí se admite en la práctica es una compensación económica para cubrir los gastos y el tiempo invertido. Los donantes pasan por muchos filtros: pruebas médicas, análisis clínicos, estudios genéticos y una evaluación psicológica. Una vez superan todo eso, deben firmar un consentimiento donde dejan constancia de que no tienen voluntad procreacional. Es decir, que no pueden reclamar ningún tipo de derecho sobre un posible bebé formado a partir de sus óvulos o espermatozoides. Esa persona, cuando crezca, por su parte, tampoco tiene derecho a saber quién aportó el óvulo o el espermatozoide. Este es, otra vez, el doctor Sánchez Sarmiento: 

[César]: El único motivo donde los centros médicos debemos dar información es información médica, pura y exclusivamente médica, cuando un juez nos lo pide. Pero todo lo demás es anónimo. 

[Aneris]: El centro de fertilidad se encargó de buscar a la donante y extraer sus óvulos. Luego Julián dejó su muestra de esperma. En un laboratorio, unieron esos óvulos con los espermatozoides pero recién entre el quinto y sexto día sabrían si se habría terminado de formar algún embrión. 

Durante esos días el médico les informaba permanentemente cómo evolucionaban los embriones. Las horas se hacían interminables, no solo para Andrea y Julián, también para Romina:  

[Romina]: De que el doctor te decía te llamo a las dos y eran dos y media y no te había llamado entonces, entonces no sabíamos cómo seguían.

[Aneris]: Pero al quinto día, cuando recibieron la llamada, las noticias no fueron buenas. El médico les avisó que no se había formado ningún embrión. Debían intentarlo otra vez. 

Esta segunda espera fue tal vez aún más difícil que la primera. Julián recuerda muy bien las sensaciones durante esos días.

[Julián]: Esos cinco días los contaba, ¿sabes qué? Se te hacían eternos, por qué no te pasaba más el tiempo.

[Aneris]: Una vez más las noticias no fueron buenas: no había embrión. Andrea y Julián ya estaban cansados y tomaron una decisión. Lo intentarían solo una vez más. Habían sido muchos años de acumular frustraciones: 16 desde el diagnóstico de cáncer cuando le dijeron a Andrea que jamás podría ser mamá, seis desde que le habían dicho que había una posibilidad de intentarlo pero nada había funcionado, más de uno desde que Romina se había ofrecido a ayudarlos. 

Pero hacia fines de diciembre de 2019, cuando estaban a punto de rendirse, el doctor los llamó para avisarles que ese tercer intento había funcionado: había embrión. Ya lo habían mandado a analizar y todo estaba perfecto. Ahí supieron el sexo: femenino. 

[Andrea]: Oh yo saltaba de la felicidad.

[Julián]: Un salto de alegría total. 

[Aneris]: Enseguida llamaron a Romina para avisarle. Fue increíble que recibieran la noticia ese día porque unas horas antes una prima de Andrea que estaba de vacaciones en México le había avisado que ya había dejado su carta en la Basílica de la Virgen de Guadalupe. Era un mensaje en el que Andrea le pedía a la Virgen que todo saliera bien. En ese instante decidió que si las cosas avanzaban como tanto había soñado su hija se llamaría Guadalupe.

[Aneris]: Era un paso más pero todavía faltaba un gran camino por recorrer. Ahora debían preparar a Romina con una medicación. Le dieron unas pastillas que tomó durante un mes para que el útero estuviera más fortalecido para recibir el embrión. 

[Romina]: Después bueno empezaron como aparecer los miedos. ¿Y si sale todo bien? ¿Y si sale todo mal? Bueno, los miedos que aparecen como siempre.

[Aneris]: El médico ya les había adelantado que no era seguro que el embrión prendiera en el primer intento. 

El 26 de febrero de 2020 era el día indicado para la transferencia al útero de Romina. Romina llegó con Pablo, Andrea y Julián al centro de fertilidad. Y luego Romina y Andrea entraron a una habitación. 

[Andrea]: Bailamos en la salita de quirófano. Romina vistiéndose con la bata y… de la adrenalina que teníamos. 

[Aneris]: La transferencia fue rápida y sencilla, es un procedimiento similar al estudio ginecológico de rutina. Romina salió de ahí con una seguridad abrumadora.

[Romina]: Me pregunta el doctor ¿cómo estás? Yo le dije estoy embarazada. De acá me voy embarazada, listo. 

[Andrea]: Ella dice cuando salió: “Yo sé que estoy embarazada. Yo sé, yo sé…”. Y así vivía por la vida, yo digo “esta es una loca”, porque tenía que prender todavía, pero era tanta energía hermosa que no te dejaba dudar. 

[Aneris]: Para confirmarlo tendrían que esperar 15 días, cuando el médico le indicó a Romina que se hiciera un análisis de sangre. Esperar, otra vez, esperar…

[Aneris]: Los días que siguieron fueron de mucha ansiedad para todos. Andrea le preguntaba a cada rato a Romina cómo se sentía. Los hijos de Romina le preguntaban cuánto tiempo faltaba para saber si estaba embarazada. Y Pablo, su marido, le decía que notaba en ella un semblante distinto: el mismo que había notado antes en los embarazos de sus cuatro hijos. Ella también sentía que todo había salido bien, pero quería ser cauta con Andrea y no generar falsas expectativas. Así que le decía que tuviera paciencia, que ya faltaba menos para el día del análisis de sangre.

Habían pasado 12 días de la transferencia embrionaria cuando Andrea y Julián viajaron hasta Tanti. Toda la familia se reuniría allí para celebrar el cumpleaños del papá de Romina y Julián. Y ahí Andrea no se aguantó más. A escondidas, le hizo una propuesta a su cuñada. Romina dudó un momento pero luego aceptó: 

[Romina]: Así que salimos corriendo a la farmacia y no compramos un Evatest, qué ansiosas. 

[Aneris]: Son los test rápidos de embarazo que se hacen con la orina. 

Salieron de la farmacia y volvieron a la casa de los papás de Romina y Julián. Antes de meterse al baño, Romina le advirtió a Andrea que no se angustiara si daba negativo. Porque tal vez habían pasado muy pocos días como para que el resultado sea fiable. 

[Romina]: Salgo del baño, pálida debo haber salido. Y Andrea “¿¿¿y???”. “Ay le digo, ay boluda, sí”. Nos queríamos morir. Empezamos los gritos. No, no te podrás imaginar ahí adentro. No, no… una alegría terrible

[Aneris]: Cuando la familia escuchó los gritos de Romina y Andrea, no hubo que explicar nada. Todos entendieron lo que estaba pasando. Se abrazaron y se pusieron a llorar. Romina, con 32 años, iniciaba así su quinto embarazo. 

[Romina]: Yo dije esto va a ser igual que mis otros embarazos no tiene nada de distinto. Solo que bueno, que es una sobrina, pero es lo mismo. Yo quiero que tenga lo mismo que tuvieron mis hijos.

[Aneris]: Pero ahí sucedió algo que no estaba en los planes: la pandemia. Apenas once días después de que Romina se hiciera el test, Argentina decretó la cuarentena obligatoria. Así que Romina y Andrea casi no podían verse. Una estaba en su casa de Tanti, la otra en Córdoba. Para llevarle el ácido fólico que debía tomar Romina, Julián viajaba con el expediente bajo el brazo. Ante cada control policial le explicaba la situación y le mostraba los documentos para que lo dejaran pasar. 

También tuvieron que dar explicaciones cuando llegó el día de la primera ecografía. Por las medidas sanitarias, las embarazadas debían entrar sin acompañante. Pero esto era distinto. 

[Romina]: Yo le decía: “Mirá le digo no, yo no soy la madre, la madre es ella. Yo necesito que ella la vea, a la… a la bebé”. 

[Aneris]: El  médico entonces hizo una excepción y dejó pasar a Andrea también. Y Andrea, por primera vez, vio a su hija en el vientre de su cuñada. Quería guardar ese momento para siempre así que sacó el celular y empezó a grabar. Este es un audio de ese video:

[Romina]: Yo tengo cuatro hijos… Mi vida.

[Andrea]: Ay cosita… 

[Romina]: Mirá el corazón…

[Andrea]: Mi amor…

[Médico]: Latiditos [Sonido de latidos]

[Andrea]: No tienen idea lo que significa esto para mí. A los 29 años tuve cáncer de mama.

[Romina]: Mi vida…

[Médico]: Así que todo bien por ahora…

[Romina]: Excelente…

[Aneris]: El confinamiento se extendió mucho más de lo esperado. Andrea y Julián le mandaban videos y audios a Romina para que la beba empezara a escuchar sus voces desde la panza. Y Romina les enviaba fotos y videos para que vivieran lo más cerca posible todo el embarazo. Guadalupe solía moverse mucho durante la madrugada y cuando lo hacía, Romina enseguida agarraba el celular y le escribía a Andrea para contarle. 

[Romina]: Yo le dije yo te voy a mandar a la hora que sea, no me interesa que trabajes al otro día. Eran las tres de la mañana yo digo “acá sigo despierta sin dormir”. 

[Andrea]: Estábamos muy conectadas, me hacía fotos, me hacían videos los chicos. Le sostenían el celular cuando daba pataditas para que yo la viera. Todos mis sobrinos acompañando todo el momento. 

[Aneris]: Isabella, la más pequeña, ya tenía tres años y había empezado a hablar. A cada rato le hablaba a la panza y decía: “Salí Guadalupe para jugar”. Pero Romina no perdía oportunidad para recordarle cómo serían las cosas: 

[Romina]:  “Acá está tu prima Guadalupe, cuando nace Guadalupe se va con la tía Andrea que es la mamá, la tía Andrea no lo puede tener en la panza porque tiene la panza enferma, entonces la tiene mamá”.

[Aneris]: Y lo mismo que le decía a los chicos, se lo decía a Guadalupe en la panza

[Romina]: Yo le decía: “Guada, acá está tu tía, yo soy tu tía no soy mamá”. Y cuando venía Andrea le hablaba y le decía “acá está mamá afuera, que te está esperando”. Siempre ¿viste? Nunca le dije o hija mía o algo de eso, no no…

[Aneris]: Las pocas veces que Andrea y Julián podían llegar hasta Tanti con un permiso especial, le llevaban música en un pen drive o lanas para que se entretuviera haciendo las manualidades que a ella le gustan. Eran momentos únicos y los aprovechaban al máximo. Romina solía acostarse y Andrea le acariciaba la panza y le hablaba… 

Durante todo el embarazo Romina trató de darle a Andrea tranquilidad. Y a medida que se acercaba noviembre, el mes en que nacería Guadalupe, la contuvo más que nunca. Andrea estaba demasiado ansiosa y Romina, con la experiencia de haber ya pasado por cuatro partos y por su trabajo como doula, le decía…

[Romina]: No es como en las novelas, le decía yo a Andrea, que empiezo con trabajo de parto y nace ahí a los diez minutos. Vos quedate tranquila, que yo sé hasta dónde, hasta cuándo y cuando yo esté, te aviso.

[Aneris]: Si bien a Romina le había gustado la experiencia de parir en su casa, Andrea y Julián le habían pedido que el parto de Guadalupe fuera en una clínica de Córdoba. Eso les daba más seguridad. Romina respetó esa decisión.

 Después de una falsa alarma y cuando faltaban unos días para que se cumpliera la semana 40, Julián se instaló en la casa de su hermana en Tanti. Prefería estar allí para llevarla a Córdoba ni bien empezara con las contracciones. Pasaban las noches caminando por el pueblo pero Guadalupe no quería salir. 

[Julián]: Y la tipa estaba tranquila. No, no… no daba signo de nada. 

[Aneris]: Andrea, mientras tanto, se había quedado en su casa ultimando los detalles para la llegada de Guadalupe. Si para el viernes 13 de noviembre de 2020 no había noticias, les había dicho el médico, debían inducir el parto. Así que ese día por la mañana Romina, Pablo y Julián viajaron a Córdoba y buscaron a Andrea para ir a la clínica. Aún seguían las restricciones por la pandemia pero en la clínica ya conocían el caso. Harían una excepción y los dejarían pasar a los cuatro. A eso de las 11 a Romina le pusieron el suero para desencadenar el trabajo de parto pero poco rato después ya tenía ocho centímetros de dilatación y pidió que se lo sacaran. Quería tener las menores intervenciones posibles sobre ella y la beba. 

Ya se acercaba el momento. Romina y Andrea entraron a la sala de parto. Y Julián y Pablo se quedaron esperando en un pasillo de la clínica. 

[Romina]: Y a las tres menos diez nació Guadalupe. Hermosa, hermosa, hermosa. 

[Andrea]:  Y fue un parto precioso. Ver que sale ese bebé es una cosa, es un regalo. Ninguna mamá lo puede ver. Y yo lo vi.  

[Aneris]: A los 47 años, Andrea estaba viendo nacer a su hija y en ese preciso instante todas las frustraciones quedaron atrás. 

Unos minutos después, Andrea acompañó a Guadalupe a una salita donde la limpiaron, la pesaron, le hicieron sus primeros controles. Era la primera vez que una madre -le dijeron los médicos y las enfermeras- podía presenciar ese momento.

Enseguida Julián fue a conocer a su hija y Pablo entró a acompañar a Romina. Y luego Andrea volvió con Guadalupe a la sala de parto. Un rato después fueron a la habitación y por un momento estuvieron todos juntos ahí: los cinco. Lo habían conseguido. 

[Julián]:  Cuando la tenés en brazos ya es… tenés la realidad. ¿Viste?, donde tanto la añoraste y la pediste, y bueno, se dio, se dio todo y fue todo bien.

[Aneris]: Romina estaba feliz:

[Romina]: Verlos a ellos dos con la bebé en los brazos. Ahhh, es… es impagable.

[Aneris]: Esa primera noche Guadalupe, Andrea y Romina se quedaron en la clínica y no podían dejar de pensar en todo el camino recorrido. 

[Romina]: Así que bueno, ahí como mirando, mirándonos y mirando al techo, recordando todo, dijimos: “Llegamos”. No lo podíamos creer. Es más, a veces yo hasta el día de hoy no lo creo. Me parece como que es irreal que esté Guadalupe acá. 

[Aneris]: Unas semanas antes de que naciera Guadalupe, Andrea había tomado unas pastillas para lograr tener algo de leche y poder amamantarla. Logró hacerlo durante esas primeras horas. Y a pesar de que Romina nunca había tenido problema amamantando….

[Romina]: No me salió una gota de leche cuando nació Guadalupe. Nada. Lo que es la cabeza, ¿viste?, yo siempre digo como que ya sabían que ese bebé no era un bebe mío.

[Aneris]: Al día siguiente les dieron el alta y Romina se quedó esa noche en la casa de  Andrea y Julián. Al tercer día se fueron todos para Tanti. Romina extrañaba a sus hijos y además ellos estaban ansiosos por conocer a su primita. El domingo Pablo y los niños los esperaron con un asado. 

[Romina]: Cuando tocó el momento de que ellos se vayan listo se fueron, yo me quedé acá. Digo bueno, ahora yo esta noche voy a dormir tranquila. Yo como les decía a ellos, yo hice mi parte…

[Aneris]: Ahora les tocaba a Andrea y a Julián. 

(SOUNDBITE ARCHIVO)

[Andrea y Guadalupe]: Ay… ¿a ver esa mona?… hermosa…[risas]

[Daniel]: Andrea tiene dos cuadernos donde ella y toda la familia fueron escribiendo mensajes para Guadalupe mientras estaba en la panza. Ahí también juntó toda la documentación y las notas periodísticas sobre su caso. Cuando crezca y tenga edad de entender, le van a contar que llegó al mundo de una forma diferente, que fue la tía Romina quien la tuvo en la panza y que siempre estuvo rodeada de mucho amor. En unos días Guadalupe cumplirá  2 años. Y Romina acaba de dar a luz a su quinto hijo.

En 2017, la Ciudad de Buenos Aires se convirtió en el único distrito donde los hijos pueden ser inscritos a nombre de los padres intencionales. Esto, siempre y cuando se presente el consentimiento por parte de la gestante. En todo el resto de Argentina aún es necesaria la judicialización de cada caso. 

Aneris Casassus es productora de Radio Ambulante y vive en Buenos Aires. 

Este episodio fue editado por Camila Segura y por mí. Desirée Yépez hizo el fact-checking. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri y Rémy Lozano, con música original de Rémy. 

El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Nicolás Alonso, Lisette Arévalo, Pablo Argüelles, Diego Corzo, José Díaz, Emilia Erbetta, Fernanda Guzmán, Camilo Jiménez Santofimio, Juan David Naranjo, Ana Pais, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill, Bruno Scelza, David Trujillo, Ana Tuirán, Elsa Liliana Ulloa, y Luis Fernando Vargas.

Natalia Sánchez Loayza es nuestra pasante editorial.

Selene Mazón es nuestra pasante de producción.

Carolina Guerrero es la CEO.

Radio Ambulante se edita en Hindenburg Pro. Si eres creador de podcast y te interesa Hindenburg Pro, entra a hindenburg.com/radioambulante y haz una prueba gratuita de 90 días.

Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

 

Créditos

PRODUCCIÓN
Aneris Casassus


EDICIÓN
Camila Segura y Daniel Alarcón


VERIFICACIÓN DE DATOS
Desirée Yépez 


DISEÑO DE SONIDO
Andrés Azpiri y Rémy Lozano


MÚSICA
Rémy Lozano


ILUSTRACIÓN
Natalia Leal


PAÍS
Argentina


TEMPORADA 12
Episodio 5


PUBLICADO EL
10/18/2022

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