
Mi vida en creole | Transcripción
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[Daniel Alarcón]: Esto es Radio Ambulante. Soy Daniel Alarcón. Sandrine Exil nació en Bogotá, rodeada de montañas, pero sus primeros recuerdos son del mar.
[Sandrine]: Amo el mar y lo bonito digamos que tiene Haití es que tienes esa combinación entre montaña y mar muy cerca
[Daniel]: En el 2000, cuando Sandrine tenía tres años, sus papás y ella se mudaron a Puerto Príncipe, la capital haitiana.
[Sandrine Exil]: De pequeña recuerdo muchísimo, sobre todo los domingos, que era como el momento divertido y, digamos, que bajábamos a ya la parte central de Puerto Príncipe y poder comer helado y pues me tomaba fotos en el campo de Marte que es donde quedaba el Palacio Nacional.
[Daniel]: Jean Mary, el papá de Sandrine es haitiano, y se había mudado a Bogotá en 1992 para estudiar medicina. Y Ruby, la mamá, es colombiana, de Ibagué, y también es médica. Se conocieron estudiando, se enamoraron y al tiempo nació Sandrine. Como Jean Mary tenía un consultorio en Haití y necesitaba atenderlo, decidieron mudarse. Y Sandrine, siendo pequeña, no tuvo problema en acoplarse.
Pero sí notaba una diferencia con los demás niños a su alrededor.
[Sandrine]: Era como de las más claritas de la clase. Y siempre me vieron como un bicho raro, por decirlo de alguna u otra forma.
[Daniel]: Su papá es negro, su mamá blanca, y, en Haití, a Sandrine la consideran mixta… Tiene un tono de piel más claro que la mayoría de las personas en el país.
[Sandrine]: En Haití el color de la piel va muy combinado con la clase social y siempre, digamos, cuando hay una mezcla es porque, bueno, un haitiano se casó con un blanco, entonces pues esta esta mezcla, ¿no?
[Daniel]: Destacaba pues no había mucha gente de familia mixta en su escuela. Y es que si tienes familiares blancos, muchas veces la gente asume que tienes dinero. En perspectiva, sí, eran privilegiados. No vivían con demasiados lujos, pero sí con comodidad. Y para Sandrine, ser el bicho raro no era negativo.
[Sandrine]: Era más como bueno, vamos a jugar a la princesa. Entonces Sandrine es la princesa. Por obvias razones ella es la más clara yo decía Ok, listo.
[Daniel]: No lo pensaba demasiado. Era una buena vida, tranquila. Pero permeada por una regla estricta.
[Sandrine]: Mi papá de alguna u otra forma me tenía prohibido hablar creole. Entonces, hablábamos solo francés. Yo no me podía comunicar con la señora que nos cocinaba a menos que fuera en francés.
[Daniel]: A pesar de que la señora no lo entendiera muy bien. Porque además del color de la piel, otra cosa que diferencia a la gente en Haití son las barreras del lenguaje. También es un asunto de clase.
En papel, el país tiene dos lenguas oficiales: el francés, el idioma impuesto por la colonización europea del siglo 17, y el creole, o criollo hatiano, un idioma único de Haití. Es un lenguaje que nació en la colonia, del contacto entre los franceses y los esclavos africanos traídos a la isla.
Y si bien, constitucionalmente, esos son los dos idiomas de Haití, en la práctica, es muy diferente. El creole es el idioma de la calle, lo que se habla con la familia, con los amigos, pero la educación se da, en su inmensa mayoría, en francés. Y esto se extiende a otras cosas: los trámites institucionales, por ejemplo, también son en francés. Una persona que solo sabe creole, queda excluida de muchos espacios y, por consecuencia de las posibilidades de ascender económicamente.
Entonces, en la casa se hablaba español , y afuera francés. Nada de creole. La justificación que siempre dio el papá de Sandrine fue la siguiente:
[Sandrine]: Para mi papá era súper importante y es algo que recuerdo que siempre decía era que yo tenía que aprender primero francés. O sea, ya el español lo teníamos en casa, pero que el segundo idioma tenía que ser sí o sí francés. Si yo aprendía, creole primero. No iba a lograr aprender francés nunca. Esa era su teoría, ¿no?
[Daniel]: Era como si tuviera miedo a que las dicciones y las palabras del creole quedaran como un hábito en el francés. Que lo contaminaran, de cierta manera. Su mamá estuvo de acuerdo con el papá de Sandrine. Ella recién acababa de llegar a Haití, todo era nuevo, y era Jean Mary el que conocía el contexto. Además, en el colegio también lo prohibían.
Pero Sandrine sentía que esta regla era injusta. Era el idioma que escuchaba siempre que salía de la casa…
[Sandrine]: Para mí el creole era como escuchaba que todo el mundo lo hablaba, pues era el idioma como divertido, ¿no? O sea, lo que estaba de moda para mí.
[Daniel]: Intentaba hablarlo a escondidas, con sus amigas o con la empleada doméstica de la casa. Y mientras tanto, pensaba que tal vez, cuando por fin hablara francés perfecto, podría aprender creole. Y con el creole ya podría hablar con los demás sin problema, sentirse menos como el bicho raro.
Pero, de pronto, en 2004, la situación política de Haití rompió todo lo que Sandrine conocía.
[Daniel]: Un golpe de Estado hundió al país en violencia y los papás de Sandrine decidieron irse. El tema de la prohibición del creole quedaría en el olvido, pero años más tarde volvería a redefinir la identidad de Sandrine y la relación más complicada de su vida.
Ya volvemos.
[Daniel]: Estamos de vuelta. Nuestro editor senior Luis Fernando Vargas nos cuenta la historia.
[Soundbite de archivo]
[Aristide]: I will try to be brief, as I said once we have coup d’etat, then we’ll have death.
[Luis Fernando Vargas]: Al que acaban de oír es a Jean-Bertrand Aristide, el entonces presidente de Haití, en una conferencia de prensa internacional poco más de un mes antes del golpe de Estado en su contra. Dice: “Trataré de ser breve, una vez tengamos un golpe de Estado, tendremos muerte”.
El golpe finalmente ocurrió el 29 de febrero de 2004 y fue liderado por la oposición política y exmilitares y apoyado por los gobiernos de Canadá, Estados Unidos y Francia. Haití estaba en una grave crisis económica, acusaban al presidente de corrupción, la violencia en las calles aumentaba y, en circunstancias todavía no muy claras, Aristide abandonó el país.
Aristide había ganado las elecciones por una inmensa mayoría. Era un líder popular y la situación era tensa desde hacía semanas. Muchos de sus seguidores estaban en las calles. Había enfrentamientos entre los que apoyaban al presidente y la oposición, pero en medio de la inestabilidad también empezó el crimen: saqueos, secuestros, asaltos… Y con la salida de Aristide la violencia se volvió abrumadora.
[Luis Fernando]: Para Sandrine, que era una niña de 6 años y no entendía todo eso, el golpe se vivió de una manera muy concreta: estar en casa. Siempre. El colegio se había suspendido completamente. No salían a menos de que fuera estrictamente necesario. Pero aún así, era imposible obviar lo que estaba pasando.
[Sandrine]: A veces en las noches, se escuchaban muchos ruidos, como gritos y protestas en la calle.
[Luis Fernando]: Y aunque no entendía mucho, le daba miedo, pues sí intuía algo: era peligroso. Especialmente para su mamá, cuando tenía que salir. Al ser blanca, tenían miedo que la secuestraran.
[Sandrine]: Ella tenía que vivir como escondida, ¿no? Entonces si salíamos a hacer mercado mi mamá tenía que reclinar la silla hasta abajo para que no la vieran. Todos los hermanos de mi papá se hacían cargo como de acompañarla tipo guardaespaldas para que no le pasara nada.
[Luis Fernando]: Y no era un miedo infundado. Al final, a pesar de las precauciones, la violencia sacudió a la familia. No secuestraron a la mamá de Sandrine, pero sí a un tío. Fueron dos meses de angustia hasta que decidieron pagar el rescate. Lo dejaron libre, pero decidieron que lo mejor era irse. El hermano menor de Sandrine tenía dos años. A ella le dijeron que se iban para Colombia, pensó que serían unas vacaciones…
[Sandrine]: Cuando llegamos acá, pues sí, me doy cuenta que ya estábamos en plan de buscar casa, buscar colegio para nosotros. Entonces vi como tal vez no vamos a volver nunca.
[Luis Fernando]: A Sandrine la inscribieron en el Liceo Francés, en Bogotá, para su primer grado de primaria. Ahí recibía la mayoría de materias en francés e incluso estaba más adelantada que los demás niños de su clase. Lo complicado venía de otro lado.
[Sandrine]: Me costó tal vez los primeros meses sí, tener amigos. Y por lo que te digo, como llega esta persona que dicen que es de Haití… Haití siempre ha tenido un estigma muy fuerte y es como bueno, es el país más pobre de América Latina y uno y uno de los más pobres del mundo. Y siento que me veían como con esa, como ay, pobrecita, ella no come… un poco esa onda, ¿no?
[Luis Fernando]: Se resumía, de nuevo, en el color de su piel. Si en Haití Sandrine era blanca, o por lo menos mixta, en Bogotá era solo negra. Y es que la población afrodescendiente en Colombia es de los grupos más desprotegidos y con mayores índices de pobreza en el país. Hay estigma, especialmente en un colegio en el que, en gran parte, iba gente adinerada, como el suyo.
Al final se logró integrar. Nunca recibió agresiones directas o discriminación explícita dentro del colegio, pero sí violencias más sutiles…
[Sandrine]: Jugábamos al avión, que algunos eran pasajeros, no sé qué. Sandrine, tú eres la azafata. Jugábamos a la casita, no sé qué. Sandrine, tú eres la empleada. Jugábamos a las princesas no sé qué y no, pues como es que no hay princesas negras Sandrine, entonces pues te toca… No, tú nos limpias.
[Luis Fernando]: La historia se repetía.
[Sandrine]: Yo lo que recuerdo mucho es que no me sentí extraña porque yo ya había vivido el sentirme extraña en Haití, entonces allá era muy clara y la gente pues se preguntaba muchas cosas. Ya llegando acá a Colombia era muy oscura y la gente se preguntaba cosas. En el momento yo tal vez no pensaba mucho en eso, porque era parte de mi vida. En ninguno de los dos lados había sentido que pertenecía.
[Luis Fernando]: Mientras Sandrine crecía, las cosas en Haití se deterioraban aún más. Su papá volvía constantemente al país para resolver cosas de sus negocios, pero Sandrine y su mamá solo iban durante el verano a una casa de campo y no salían de ahí. Haití se sentía distante.
Pero todo empezó a cambiar en el 2010, un año devastador para el país…
(Soundbite de archivo)
[Presentador]: Muy buenas noches, hace unos momentos un terremoto de 7 grados en la escala de Richter de más de un minuto de duración, sacudió hoy a Haití, el país más pobre del hemisferio americano.
[Luis Fernando]: En enero, un terremoto dejó más de 200,000 muertos y la infraestructura de gran parte de Haití en ruinas.
(Soundbite de archivo)
[Presentador]: Hay quienes describen a través de internet que la situación es caótica. A esta hora ya de la noche la gente pide auxilio por las calles.
[Luis Fernando]: Cerca de un millón y medio de personas quedaron sin hogar. Y casi nueve meses después, otra desgracia…
(Soundbite de archivo)
[Presentador]: La trágica situación en Haití, ahora el drama es por el cólera que ha dejado hasta el momento, más de mil muertos. Ayer, cientos de personas salieron a las calles para protestar por la lentitud del gobierno de Puerto Príncipe, la inacción para hacer frente a este brote de la epidemia.
[Luis Fernando]: Un brote de cólera terminó matando cerca de 10 mil personas. El brote fue causado por el mal manejo de desechos de los soldados de la misión que las Naciones Unidas mantenía en el país desde el 2004 para estabilizarlo después del golpe de Estado contra Aristide.
(Soundbite de archivo)
[Periodista]: En Cité Soleil, el mayor barrio pobre de Puerto Príncipe los enfermos se hacinan en estas tiendas de campaña antes de ser derivados a centros de tratamiento. No hay suficiente espacio para atenderlos aquí.
[Luis Fernando]: Sandrine tenía 13 años, y fue en ese momento que algo se activó en ella. Era un malestar: esa tierra donde había sido tan feliz de niña y a la que se sentía todavía atada estaba en un dolor que no terminaba. Y ella no podía hacer nada.
[Sandrine]: Yo creo que ya en el momento en el que dije Dios mío, ¿Por qué a este país le pasa tantas cosas malas? Fue en el terremoto. Pensaba mucho en cómo podíamos ayudar. Recaudamos arroz, frijoles como comida para poder enviar. Mi papá pues yo lo escuchaba hablar por teléfono y le decía no, es que están vendiendo todo lo que ustedes mandaron. Yo decía pero, o sea ¿cómo qué está pasando?
[Luis Fernando]: O sea, la gente que recibía los víveres los vendía, en vez de entregarlos a las personas afectadas. Así era el nivel de desesperación.Dos años más tarde, en el 2012, Sandrine volvió a Haití después de bastante tiempo de no visitar. Se encontró con un lugar diferente al de sus recuerdos. Diferente físicamente: un país en intentos de reconstrucción, pero también distinto en actitud, hacia ella, hacia aquellos considerados extranjeros. Su tono de piel decía mucho, desde siempre, pero ahora más.
[Sandrine]: Era como Ok, tú eres blanca y no te queremos aquí. Y empezó a ser una amenaza el ser diferente a ellos, ¿no?
[Luis Fernando]: Y es que en ese momento, en el contexto haitiano, los blancos eran los cascos azules. Así se les llamó a los soldados de la misión de las Naciones Unidas. Hay un término en Haití: los bebés cascos azules, o pequeños minustah, niños producto de violaciones y de otros actos de coerción hechos por soldados de la misión hacia mujeres haitianas. Por ejemplo, dar monedas a unas mujeres viviendo en la extrema pobreza a cambio de sexo. Muchos de estos soldados eran soldados mestizos o blancos, que dejaron solas a las mujeres para que criaran a sus hijos en condiciones dificilisimas.
Para ese momento, la misión llevaba casi 10 años en Haití y gran parte de la población cuestionaba si había hecho más mal que bien. Además de los abusos, había reportes de violencia hacia civiles de parte de los soldados. La gente desconfiaba.
Y a pesar de su renacida curiosidad por el país, Sandrine creyó que esa sería su última visita. Su abuela y algunos hermanos de su papá habían emigrado hacía unos años a Estados Unidos. Otro vivía entre Haití y Panamá. Prácticamente quedaba su abuelo, que se había negado a irse. El país que ella recordaba ya no existía.
[Luis Fernando]: Los años siguientes fueron duros para Sandrine. En Bogotá siempre estaba el tema de su raza, el sentirse extranjera, pero también la relación con su papá se fue complicando.
[Sandrine]: La relación con mi papá sí, siempre fue muy, muy compleja, porque hay muchas cosas que yo no entendía, digamos, en el colegio él era muy duro conmigo y siempre esperaba más,
[Luis Fernando]: Sandrine siempre sintió que él esperaba que ella fuera como él: además de médico, tenía una maestría en ciencias políticas. Si son colombianos tal vez han escuchado su nombre en los medios alguna vez, Jean Mary Exil, pues entre 2020 y 2022 fue embajador de Haití en Colombia. Así que él le exigía ser mejor que todos los demás, pero no lo pedía con tacto. Ella lo sentía como un mandato: tenía que destacar, no importaba otra cosa.
[Sandrine]: Como las calificaciones tenía que ser la mejor. Al pensar, digamos, ya que iba a estudiar, él me decía es que te tienes que ir del país, o sea, tú no puedes estudiar en Colombia ¿Todo esto siempre desde, desde desde el amor, pero también desde una actitud como muy impuesta.
[Luis Fernando]: Cuando iba a graduarse del colegio, empezó un tema complejo: su carrera.
[Sandrine]: Y me dice: Y te vas para Canadá porque pues allá no vas a perder el francés y empiezas a implementar el inglés y ya, pues. Sí, como si fuera un plan.
[Luis Fernando]: Él también tenía decidido qué iba a estudiar Sandrine. Aunque a ella siempre le había llamado la atención el periodismo, a su papá no le gustaba la idea. Le impuso estudiar relaciones internacionales, y ella obedeció. Pero empezaba a sentir rencor.
[Sandrine]: Era mucha rabia porque yo decía este señor me está diciendo qué tengo que hacer y qué tengo que dejar de hacer. Y esto no me gusta. Y siempre era con peleas y yo le llevaba la contraria y sí, había mucho resentimiento.
[Luis Fernando]: En medio de sus estudios en Canadá sus papás se divorciaron, lo que generó aún más distancia con él. Entonces, después de graduarse y contra el deseo de su papá, Sandrine decidió volver a Colombia y logró empezar a trabajar en periodismo. Fue ahí donde vio una manera de conectarse, de nuevo, con Haití, después de años de lejanía. Comenzó a tratar de hacer notas cuando veía la oportunidad.
[Sandrine]: Empezaba a buscar contactos, mi papá me los pasaba o familiares de mis papás que yo les decía necesito pues más o menos como este personaje, si existe, envíenmelo. Y resulta que estas personas pues claro, me mandaban por whatsapp el contacto, pero yo me daba cuenta que no tenía ni idea de cómo comunicarme con esta persona. Entonces me decían solo habla creole y yo, okay ¿Cómo entrevisto a alguien? Es esto, sí, es muy grave.
[Luis Fernando]: Con lo mínimo que recordaba de cuando trataba de hablar a escondidas cuando era niña y mezclado con francés, Sandrine les contestaba. Pero la comunicación era difícil y fue en ese momento que la extraña regla de no hablar creole volvió al centro de su vida.
Y es que parecía que su familia paterna no estaba interesada en mantener ese vínculo con Haití. Varios tíos se habían ido del país y ninguno de sus hijos hablaba creole. Tampoco el hermano menor de Sandrine, 6 años menor que ella.
Entonces fue ahí que tomó la decisión: iba a aprender, a pesar del miedo a lo que dijera su papá. Encontró tutoriales en YouTube, veía noticias en creole, videos de gente hablando y tomó algunas clases virtuales. También usó una aplicación para aprender idiomas. Y como una forma de confrontación, decidió empezar a practicar con una persona en particular: su papá.
[Sandrine]: Para ir practicando yo llamaba a mi papá y lo saludaba en creole y pues mi papá se reía como ¿Por qué estás haciendo esto? ¿Como que él no entendía muy bien, pero tampoco me tomaba muy en serio, tal vez para evitar el conflicto. Lo del creole ya se sentía como un tema que, para él, se había acabado.
[Luis Fernando]: Por un tiempo, Sandrine siguió cubriendo Haití cuando podía desde Colombia, pero la crisis del país despúes del asesinato del presidente Jovenel Moise en 2021 era demasiado profunda. Golpes de estado, violencia, crimen, desastres naturales, epidemias mortales… Una lista de tragedias que parecía interminable.
[Sandrine]: No sé, sentía en mi corazón que yo era la persona que tenía que estar allá contando todo lo que estaba sucediendo, no por ser superheroína ni mucho menos, pero sí, porque tengo este lado que apagué por mucho tiempo y un poco porque siento que le debo a este país una parte de lo que soy también
[Luis Fernando]: Así que decidió que tenía que volver. Quería contar el día a día de la gente, ver otro Haití que no se ve en las noticias. Tenía que vivir ahí. Sabía eso, pero no tenía un plan concreto. Tal vez solo sería por un tiempo, tal vez no. Pero no le pidió consejo a nadie. Solo informó.
[Sandrine]: Un poco Lo que le dije a mi papá fue: señor, me voy. No ¿Qué te vas a ir a hacer allá? Yo te crié para que fueras a vivir, no sé… en Canadá, Estados Unidos, Europa. Y le dije como no.
[Luis Fernando]: No. Para ella, no había nada que discutir. Su papá estaba furioso, pero después de unas semanas, él se dio cuenta que ella no iba a cambiar de opinión. Solo le dijo:
[Sandrine]: Las cosas allá no son fáciles, el tema de los secuestros, pues está muy fuerte. Los asesinatos también están muy fuertes, espero que no lo estés haciendo como un juego ni por dártelas de corresponsal de guerra. quiero que seas muy consciente a lo que te vas a enfrentar y a lo que vas a ver.
Y así, en marzo del 2024, tomó un avión como lo hizo 20 años antes cuando fue el golpe de Estado, pero ahora de vuelta a Puerto Príncipe. Llevaba una maleta grande, llena, suficiente para empezar de cero, de nuevo. Y, también, a pesar de que no se lo admitiera a sí misma ni a su familia, con miedo.
[Daniel]: Una pausa y volvemos.
[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Aquí Luis Fernando Vargas.
[Luis Fernando]: Al llegar a Puerto Príncipe, en el carro de ida a casa de un tío, Sandrine se encontró con un país todavía más distinto al que había visto en su adolescencia.
[Sandrine]: Era estar viendo un campo de guerra. Ya el campo de Marte no existe. Desde 2010 no hay Palacio Nacional. La gente viviendo en las calles y los niños sin ropa pidiendo comida. Todo el mundo pidiendo comida. Era otro ambiente completamente distinto a lo que había vivido antes y para mí fue súper chocante.
[Luis Fernando]: Al día siguiente empezó a moverse. A establecer contactos, buscar trabajo…
[Sandrine]: Llegué jugando el local, creyendo que la gente me iba a aceptar y que todo súper bien.
[Luis Fernando]: Pero pronto se dio cuenta que las cosas no iban a ser fáciles. Para los demás, ella no era local.
[Sandrine]: Todos me dicen ti blonde, ti blonde, ti blonde
[Luis Fernando]: Eres blanca.
[Sandrine]: Señoras diciéndome que si podía adoptar a sus hijos, que ellos me regalaban a sus hijos. Y yo les decía es que yo vivo acá. Y quedaban en shock porque pues no tengo esa… o sea, para ellos yo soy extranjera y vengo de un mundo completamente favorecido y bendecido, iluminado.
[Luis Fernando]: Sandrine sabía que era cierto. Que su privilegio era muchísimo. Que había estado afuera cuando había pasado lo peor. Pero aunque les decía que ella era de ese mismo país, no era fácil llamarse a sí misma haitiana en esos días.
Pero encontró una alegría: su abuelo, Levoy Exil. Levoy es uno de los pintores más famosos de Haití. Cuando Sandrine era niña, lo visitaba en su taller de pintura. Tenía una clase para los más pequeños, y los papás de Sandrine la dejaban ahí para que él la cuidara. Amaba esos momentos en los que pintaba y veía pintar a su abuelo, aunque no podían hablar mucho por la barrera del idioma. Él no habla francés y a pesar de esto, la regla de su papá siempre aplicaba. Él le hablaba en creole, ella en francés y así se entendían un poco. Pero siempre se sintió muy cuidada por él y al volver, ahora grande, no fue diferente.
[Sandrine]: Me sentí increíble. O sea, sentí primero… Fue como abrir una puerta que tenía cerrada.
[Luis Fernando]: Abrir una puerta cerrada. Ahora, solos, Sandrine podía practicar su creole con él e intentar tener las conversaciones que siempre quiso tener desde niña. Y fue hermoso.
[Sandrine]: Mi abuelo es la persona más divertida del planeta Tierra.
[Luis Fernando]: Siempre anda de buen humor y cantando.
[Sandrine] : A veces simplemente lo llamo para que me cante.
[Luis Fernando]: Le cuenta historias sobre el país y su cultura de formas que Sandrine nunca había escuchado. Ha sido como conocer un Haití nuevo, oculto entre noticias de desastres.
[Sandrine]: No hay cosa más bella que poder hablar con mi abuelo y preguntarle un poco de la historia de Haití. Porque no te la va a contar como en un libro, no te la va a contar como no, sino de esta forma extremadamente mística que hace sentido. Y sé que ninguno de mis primos tiene esa ventaja de poder sentarse con el abuelo y que el abuelo les cuente de dónde venimos, quiénes somos y por qué tenemos que estar seguros de nosotros mismos. Creernos que somos poderosos. Es otro nivel.
[Luis Fernando]: Nunca se había sentido tan ligada a Haití como en esas conversaciones. Con el creole, Sandrine se ha puesto una nueva meta: ya no solo tratar de que el mundo entienda Haití, sino intentar llevar el mundo a los haitianos, aislados, en gran parte, por su idioma. Quiere explicarles todo lo que hay más allá de sus costas, que se siente tan lejano. Por eso empezó a trabajar con medios haitianos cubriendo el exterior. Lo que no esperaba es que ese esfuerzo profesional también empezaría a sanar asuntos personales. Específicamente con su papá.
Todo empezó con las elecciones presidenciales de 2024 en República Dominicana, que Sandrine cubrió en creole para un canal de la televisión haitiana.
Le mandó el video a su papá, a ver que decía. Lo hizo con un poco de miedo, pero su reacción la sorprendió.
[Sandrine]: Mi papá no entendía absolutamente nada de lo que estaba pasando. O sea, él me decía yo pensé que tú ibas a cubrir en español. Claro, también fui a cubrir para español, pero pues nos pidieron que hiciéramos esto y dije, sí. ¿Y mi papá decía En qué momento aprendiste a hablar tan bien?
[Luis Fernando]: Su papá no tenía idea del esfuerzo que ella estaba haciendo con el creole. Y de repente, le empezaron a llegar mensajes de sus tías, de su abuela, que viven en el exterior.
[Sandrine]: Mi papá se lo mandó a toda mi familia. O sea, el orgullo, pues, de la familia lo mandó al chat. Todos. ¿Como? no puedo creerlo, yo pensé que Sandrine no hablaba creole. Mi abuelo Impactadísimo. Incluso la familia por parte mi mamá me decía: Yo sabía que algo se te había quedado en la cabeza, como impresionante que lo hayas hecho así, improvisado…
[Luis Fernando]: Fue un momento extraño. Se sintió bien, claro, pero toda la vida su papá le había dado señales de que hablar creole era motivo de sanción. Y de repente estaba orgulloso, incluso enviándoselo a toda su familia. No entendía.
Necesitaba hablar con él.
[Daniel]: Después de la pausa, volvemos con el papá de Sandrine.
[Daniel]: Estamos de vuelta. Aquí Luis Fernando.
[Sandrine]: Listo. Buenas.
[Jean Mary]: Buenas. ¿Cómo está? Cuéntemelo. Bueno, podrías por favor presentarte. ¿Cuál es tu nombre? ¿cuántos años tienes?
[Jean Mary]: ¿Creole o inglés?
[Sandrine]: Español.
[Jean Mary]: Español. Ok
[Luis Fernando]: Hace unos meses, Sandrine se sentó con él en Bogotá.
[Jean Mary]: Jean Mary Exil. Soy haitiano. Soy terapeuta respiratorio de carrera. Y soy politólogo. Yo soy exembajador de Haití en Colombia.
[Luis Fernando]: Sandrine tenía muy claro cuál era el objetivo de la conversación…
[Sandrine]: Escuchar ya como su lado de la historia y enfrentarlo porque fue un enfrentamiento. Ponerlo entre la espada y la pared y que aceptara que sí, que había coaccionado el hecho de que yo no aprendiera.
[Luis Fernando]: Quería que aceptara, abiertamente, que había sido un error no haberla dejado hablar creole. Es un tema que han tocado de manera medio fragmentada en los últimos años, a veces con mucha rabia por parte de ella. Nunca ha sido fácil, pero Sandrine quería intentarlo una última vez para esta historia…
[Sandrine]: Primero contéstame.
[Jean Mary]: Bueno.
[Sandrine]: La decisión de no, o sea, de no enseñarnos o no criarnos en creole.
[Jean Mary]: Bueno, en el caso suyo, especialmente cuando vivía acá, a los tres años se fue para Haití. ¿Entonces estuvo en un colegio francés. En este colegio. Por lo general, creole es automático. De alguna manera usted lo va a hablar, pero el francés toca ser muy estratégico para que lo hablen. La estrategia era hablar francés y el creole pues es automático.
[Sandrine]: Pero me impediste un poquito el creole.
[Jean Mary]: No le impedí. Ya le dije que fue una estrategia, pero no fue impedimento de mi parte.
[Sandrine]: O sea, una estrategia para que aprendiera bien el francés.
[Jean Mary]: Exactamente.
[Sandrine]: Pero ya pasaba el creole a un segundo plano.
[Jean Mary]: No a un segundo plano. Siempre lo va a aprender
[Luis Fernando]: Sandrine se ríe un poco por los nervios, pero también porque es la respuesta que siempre ha recibido cuando toca el tema. Él nunca acepta que lo prohibió. Y siempre hace énfasis en esa palabra…
[Sandrine]: Él las llama como estrategias para navegar el mundo, ¿no?
Lo que a mí me cuentan es que tú decías o sea, tú me impedías hablar en creole. O sea que a mí me tocaba hacerlo a escondidas con Exactamente, con Mary, con…
[Exil]: Exactamente. Entonces, cuando usted. Hace énfasis en francés, pues lo va a perfeccionar, pero por debajo de cuerda ya lo está aprendiendo el criollo. Pero, pues hay que hablar francés. Por lo mismo que pasa en Haití.
[Luis Fernando]: Lo mismo que pasa en Haití. La pobreza, la falta de educación, la violencia, la falta de institucionalidad. Y aquí hay que entender algo… Su papá se fue a estudiar medicina a Colombia siendo joven, porque el país, en esa época, estaba viviendo una crisis política no muy distinta a la que motivó su salida unos años después. Era la oportunidad que tenía para una mejor vida. Y eso marcó su visión del mundo.
[Jean Mary]: Naciendo en Haití constantemente uno debe de estar luchando. Si no va a estar en la miseria.
[Luis Fernando]: Pero a pesar de eso, Sandrine se dio cuenta en esta conversación, que él nunca quiso quedarse en Colombia.
[Jean Mary]: Mi plan A siempre fue Haití. Por eso tan pronto terminé, me fui para allá. Monté mi clínica. Su mamá estaba trabajando.
[Luis Fernando]: Por eso su insistencia con el francés, porque siempre le habían enseñado que era el idioma que permite llevar una vida mejor ahí. Y él siempre se lo dijo: Sandrine es mujer y negra, su vida, de todas maneras, va a ser difícil… sin importar las circunstancias.
[Sandrine]: Entonces, en un mundo donde yo soy mujer, soy negra y digamos hablara solo creole, ehh, seguramente el enfrentamiento o la navegación en el mundo habría sido muy distinto a las opciones que he tenido hoy en día.
[Luis Fernando]: El plan de su papá de hacer su vida en Haití fue imposible. Se tuvo que ir porque quería una vida para su familia que el país no les podía dar. Sandrine entendió que esta es una herida que su papá siempre tendrá. Y todos los días él piensa en cómo ayudar.
[Sandrine]: Mi papá es fiel creyente de que él va a hacer algo relacionado con el país. O sea que él quiere cambiar las cosas en el país. Quiere ofrecer educación en el país, quiere que la gente aprenda, vea más allá de lo que en Haití se puede ver.
[Luis Fernando]: Asumió el trabajo como embajador por un tiempo justamente buscando eso.
[Sandrine]: Y creo que es parte de lo que pasa con mi papá al ver tantas oportunidades que por ejemplo le ha dado Colombia. O sea, si él pudiera traerse a los 12 millones de haitianos que están en Haití y que vean cómo funcionan las cosas en Colombia, que no es el país. Ejemplo número uno para destacar, pero donde las cosas funcionan muchísimo mejor que en Haití, él lo haría.
[Luis Fernando]: Jean Mary cree que un paso importante es tender puentes con el resto del mundo. Para que los haitianos tengan más oportunidades de salir del ciclo de violencia y pobreza. Y eso se logra, en parte, con los idiomas.
[Jean Mary]: Haití es un país totalmente aislado en tema de idiomas. Entonces, para reconstruir Haití nosotros tenemos que hacer muchos esfuerzos. Fíjese alrededor de nosotros. Todos esos países hablan español, inglés. Nosotros solamente hablamos creole y francés. Entonces, Haití necesita fortalecer los idiomas. Yo siempre dije no, pues mis hijos deben de hablar todos esos idiomas y bien a la par.
[Luis Fernando]: Porque así sus hijos podrán ayudar en la tarea.
A veces, Sandrine todavía siente que su papá pudo haber tomado otro camino, uno en que la exigencia no se volviera temor y rencor. Un camino más amoroso, más libre. Hablar ha empezado a sanar cosas. Faltan bastantes pero entender de dónde vienen las decisiones que su papá ha tomado le ha ayudado.
[Sandrine]: Creo que fue un encuentro muy bonito. Entendiendo que desde su posición como migrante no era tan fácil elegir entre entre qué y qué más cuando ha escuchado toda su vida que el creole, pues no era lo que abría puertas.
[Luis Fernando]: Pero recientemente ha visto un cambio en su papá que la pone feliz. Hace un año, Jean Mary tuvo otro hijo con su nueva pareja. Y cuando Sandrine ha visitado la casa de la nueva familia de su papá, ha notado algo: a su hermanito sí le habla en creole.
[Sandrine]: Y ahora qué existe Yoyo, he notado que eres muy en pro hablarle en creole.
[Jean Mary]: Por los mismos errores.
[Sandrine]: O sea, si aceptas que cometiste un error.
[Jean Mary]: Pero, pues no es lo mismo ¿no? Es, es…
[Sandrine]: Es lo mismo. Es lo mismo. Hoy en día tú le hablas a Yoyo en creole.
[Jean Mary]: Por eso. Pero fíjese en el caso suyo. ¿Estuviste en Haití? Pero si usted está en Colombia, pues hay que hacer el esfuerzo para aprender el idioma.
[Sandrine]: Pero ahorita dijiste para no cometer el mismo error.
[Jean Mary]: No es para no cometer. Son estrategias.
[Sandrine: ¿Por qué no lo aceptas?
[Jean Mary]: No, pero la idea pues nunca. Es dejar de hablar Pues el idioma no. Sino estrategias. En el caso suyo que vivía en Haití. ¿No?
[Sandrine]: Okay, Okay. Bueno, sí, puede ser diferente.
[Luis Fernando]: A su papá se le escapó la palabra error. Nunca la había dicho. Tal vez la pelea de años de Sandrine por volver al creole, a Haití, sí cambió algo en él. Tal vez le mostró que ese idioma no siempre es una sentencia terrible. Tal vez entendió que Sandrine se siente más haitiana al hablarlo. Y, tal vez, él quiere que su nuevo hijo sienta lo mismo.
[Daniel]: Haití atraviesa una crisis humanitaria sin precedentes. En 2025, más de 4 mil personas han sido asesinadas y más de 1.300.000 han sido desplazadas internamente, según la ONU. Además, la ONU estima que el 90 por ciento de la capital, Puerto Príncipe, está bajo el control de pandillas.
Sandrine Exil es periodista internacional colombo-haitiana. Vive entre ambos países. Luis Fernando Vargas es editor senior de Radio Ambulante. Vive en San José, Costa Rica.
Esta historia fue editada por Camila Segura, y por mí. Bruno Scelza hizo la verificación de datos. El diseño de sonido y la música son de Andrés Azpiri.
El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Adriana Bernal, Aneris Casassus, Diego Corzo, Emilia Erbetta, Camilo Jiménez Santofimio, Melisa Rabanales, Natalia Ramírez, David Trujillo, y Elsa Liliana Ulloa.
Carolina Guerrero es la CEO.
Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.
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