Hermanas [Repetición] | Transcripción
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[Daniel Alarcón]: Esto es Radio Ambulante, desde NPR. Soy Daniel Alarcón. Hoy volvemos al 2017, a uno de nuestros episodios favoritos. La historia es de dos hermanas, la distancia que las separa y el amor que las une.
Aquí el episodio.
Quizás tú tuviste uno. Yo sí. El mío era un cuaderno de tapa dura, blanco y negro. Lo tenía siempre en la mochila. Escribía ahí poemas, letras de canciones que nunca me atrevería a cantar. En fin.
Fernanda Echávarri, una periodista y amiga, recuerda el suyo.
[Fernanda Echávarri, productora]: Era cuadradito. Bueno, un rectángulo, ¿no? Como del tamaño de la palma de mi mano ahora. Bueno, no he crecido mucho desde que tenía 13 años [risas], sigo del mismo tamaño. Pero del tamaño de la palma de mi mano.
[Daniel]: La tapa era dorada, y tenía un conejito en la portada.
[Fernanda]: Y creo que dice, “Mi diario” o “My Diary”, no sé si dice en inglés o en español.
[Daniel]: Hasta tenía llave, pero se perdió.
[Fernanda]: Y como el candadito no servía, dije: “Pues lo voy a escribir en inglés”.
[Daniel]: Para que nadie lo leyera.
Comenzó a escribir en este cuaderno en 1999.
[Fernanda]: “Dear Diary, [risa] me llamo Fernanda. Este es mi diario. [Riendo] Tengo 13 años, vivo en León”.
[Daniel]: En el estado de Guanajuato, México. Y lo que Fernanda escribía en este diario, pues, era lo normal, lo cotidiano.
[Fernanda]: Me puse tal zapato, a las 7 de la noche hice tal cosa. Creo que ya me está gustando de nuevo este chico, Fernando. Todo, todo. El dibujo de que me compré una blusa beige, escribía B-E-I-S-H: “beish” [Risas].
[Daniel]: Y no era casualidad que lo estuviera escribiendo en inglés. Fernanda quería un espacio suyo, un espacio privado. Nadie más en su casa hablaba ni leía inglés. Y bueno, Fernanda tampoco hablaba mucho, pero estaba aprendiendo.
Y tenía mucho que contar, más allá de lo cotidiano. Eran años complicados. A veces el ambiente de la casa era difícil. Es que unos años antes sus papás se habían divorciado.
[Fernanda]: La situación entre mi papá y mi mamá, bueno, tensa es… poco. Te estoy hablando de palabras mayores: no podían verse. La situación era… cero.
[Daniel]: Su papá se fue a vivir a Estados Unidos, a Tucson, Arizona. Mientras que Fernanda y su hermana Andrea, que es 4 años menor, se quedaron en México. Su mamá se había vuelto a casar, y como muchas familias, tardaron en acoplarse a esta nueva dinámica.
[Fernanda]: Mi papá se fue y no lo vi por… ¿Qué?, un año, dos años. No lo vi. Yo lo extrañaba mucho.
[Daniel]: En el 97, Fernanda tenía 11 años y fue a visitarlo por primera vez. Con Andrea. Y después de eso, iban en verano y a veces en navidad. En Estados Unidos a Fernanda todo le parecía una maravilla.
[Fernanda]: “Wow: el aire acondicionado del mall”. “Wow: las tiendas de ropa”. “Wow”. Todo era “wow”. Mi papá tenía una alberca, entonces era: “Wow, la alberca”. Aunque había albercas, bueno, piscinas, les dices tú, en México, ¿no? Y había centros de compras en México también.
[Daniel]: ¿Te llamaba mucho la atención?
[Fernanda]: Sí, bastante. Bastante. Sobre todo porque yo estaba en una escuela de monjas, católica [risas], con uniformes, con mamá muy religiosa, la familia muy persignada y… Entonces…
[Daniel]: Ah, ya entendí…
[Fernanda]: Me llamaba la atención él…
[Daniel]: Era como: ¡Freedom!
[Fernanda]: Aja, menos reglas [risas]
[Daniel]: Ya, ya, ya…
[Fernanda]: Sí…
[Daniel]: Cada vez más iba pensando en la idea de quedarse en Estados Unidos, con su papá, sobre todo porque en ese entonces Fernanda y su mamá no siempre se llevaban bien.
[Fernanda]: Claro, aunque mi mamá y yo en ese momento, bueno, chocábamos que “ugh”: como dos tractores. O sea, chocábamos mucho de personalidad.
[Daniel]: Y en su diario, además de escribir sobre los niños que le gustaban y sus amigas, Fernanda escribía sobre el plan que tenía: de irse con su papá. Pero…
[Fernanda]: El decirle a mi mamá: “Me quiero ir a vivir a Estados Unidos”…
[Daniel]: Era partirle el corazón.
[Fernanda]: ¡Claro! Entonces escribía durante el día, no así en la noche, en secreto, ni nada: a mediodía, así, cuando todos estaban ahí, pero ocupados en sus cosas, yo me ponía a escribir ahí. Y a veces me robaba un cigarro de mi… de mi… del esposo de mi mamá y me ponía, según yo, a fumar un cigarro allí y escribir en mi diario [risas]. Y ahí yo muy cool, muy rebelde, ahí, según yo, fumando.
[Daniel]: Fernanda le dio vueltas a esta idea por un año más o menos. Hasta que finalmente se atrevió a mencionárselo a su mamá.
Pero…
[Fernanda]: Todo lo que a mí me atraía de Estados Unidos, a mi mamá le daba miedo.
[Daniel]: Le preocupaba lo que se veía de Estados Unidos en la tele: drogas, sexo…
[Fernanda]: Entonces… No, no hubo así como un día en el que hablamos, pero sí hubo un día en el que finalmente ya… mi mamá me dijo: “Ok, te vas de julio… y te regresas en mayo cuando se acabe la escuela”.
[Daniel]: Y entonces, en julio del 99, Fernanda y su hermanita Andrea volaron a Tucson, como lo habían hecho en años anteriores, para pasar el verano con su papá.
Pero al final del verano, Andrea se regresó, y en cambio, Fernanda se quedó.
[Fernanda]: Dije: “Voy a ver qué onda en Estados Unidos. Si no me gusta me regreso. Pero mínimo sé lo que es vivir con mi papá y lo que es vivir en Estados Unidos”. Y… Y ya.
[Daniel]: Pensaste que era un año y… nunca volviste.
[Fernanda]: Llevo… 18.
[Daniel]: Claro. Más años tienes en Estados Unidos que en México.
[Fernanda]: Sí, me vine y casi cumplí 14, cuando me vine, y voy a cumplir 32 este año.
[Daniel]: Te lo has preguntado muchas veces, me imagino. Porque yo me lo pregunto y yo ni siquiera tuve la opción, ¿no? ¿Cómo hubiera sido mi vida en Perú? Tú te has preguntado: “¿Quién sería si me hubiera quedado en México?”.
[Fernanda]: Cada vez que voy a México. Cada vez que voy. Cada navidad, cada viaje. Son las mismas preguntas: ¿qué hubiera hecho?, ¿físicamente sería diferente? Tal vez. Tal vez me peinaría un poquito mejor. ¿No tendría la nariz perforada? Tal vez estaría más flaca [risa] ¿Tendría un hijo?, ¿estaría casada? No sé.
Y me pongo a pensar mucho en mi hermana. Mi hermana es la que me… la que me… Ah… Porque nos separamos tan chiquitas.
O sea, hay mil gente que no vive en el mismo país que sus hermanos. Pero normalmente eso pasa después. No cuando una tiene 10 y otra 14. Entonces pienso mucho en cómo sería nuestra relación, cómo sería ella, tal vez, si me hubiera quedado yo para ser más…
[Daniel]: Hermana mayor.
[Fernanda]: Para influenciarla un poco más…
[Daniel]: Sí.
[Fernanda]: Eso es lo que pienso más que todo: quién sería yo, y quién sería yo en relación con mi hermana. Quién hubiera sido yo para ella si me hubiera quedado.
Y sobre todo a esa edad. De los 10 años en adelante cambias muchísimo, cada año. Y en los años así como más importantes… Yo no estaba… Simplemente no estaba.
[Daniel]: Cuando Fernanda me contó de su diario, yo pensé: “¡Ay qué bien! Una historia divertida para Radio Ambulante”. La adolescencia, lo ridículo que éramos todos a esa edad. Su inglés machacado. Pero nos dimos cuenta —ambos creo— que la historia que teníamos que contar era otra.
¿Te sientes culpable?
[Fernanda]: Sí. Bastante. Porque yo entendía por qué me vine… pero Andrea no. Andrea no sabía por qué me fui a Estados Unidos. Creo yo. A lo mejor sí sabía. Pero… [Llorando] Sorry. Nunca hablo de esto. Una vez traté de hablar con mi hermana así como cuando estábamos hablando de otras cosas, pero no… Sorry [risita].
[Daniel]: No, no pasa nada.
Fernanda me contó sobre una vez en particular, cuando viajó a Querétaro con su novio, para la fiesta de graduación de la universidad de su hermana.
[Fernanda]: Y yo emocionadísima, muy orgullosa de ti, de que tengas tu título de la universidad. Y luego puso mi mamá un video que hizo el esposo de mi mamá, Edmundo. Muy bonito.
[Daniel]: Y en el video aparecían varias fotos con gente que Fernanda no lograba identificar. Un viaje a la playa, un viaje de Andrea y sus amigas, una comida en un lugar que no reconocía. Y en el video pasaba foto, tras foto, tras foto…
[Fernanda]: Y yo, o sea, volteé a ver a mi novio y le dije: “No tengo ni idea de dónde fueron estas fotos tomadas”. Y fueron los años más importantes para mi hermana y yo no tengo ni idea de quiénes son esas niñas.
Y en ese momento, viendo ese video, me dio una tristeza enorme de no haber estado ahí, pero al mismo tiempo una felicidad inmensa de qué tan bonito han sido esos años que ella tuvo con mi mamá y con el esposo de mi mamá. Pero yo sentada ahí viendo esas fotos, haz de cuenta que alguien me estaba agarrando de la garganta, sentía como que no podía respirar de verlas y decir: [Llorando] “Híjole, ¿y yo? ¿Y yo dónde?”. Y no es culpa de nadie más que mía.
[Daniel]: Tampoco es culpa.
[Fernanda]: Pero se siente como culpa… Si no es culpa, ¿qué es?
[Daniel]: El argumento de Fernanda es así: ella misma escogió irse, ella misma escogió no volver.
Y nos dimos cuenta en el estudio que aquí estaba la historia. De esto se trataba. Y que Fernanda tenía mucho que conversar con su hermana. Entonces, cuando viajó a Querétaro en agosto de este año, 2017, se llevó su grabadora.
Ya volvemos.
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Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Soy Daniel Alarcón.
[Fernanda]: Y yo soy Fernanda Echávarri. Saliendo del estudio con Daniel, quedamos en que iba a preguntarle a Andrea si hablaría conmigo sobre esto. Y la verdad es que me sorprendió que dijera que sí. Ella no es mucho de hablar de este tipo de cosas. Mi hermana estaba a un mes de casarse, y mi mamá había organizado las despedidas de soltera para que yo pudiera estar.
Y por lo mismo, con tantos preparativos y eventos, no fue sino hasta la última noche en Querétaro que Andrea y yo nos pudimos sentar a platicar.
Ok. Checando: uno, dos, tres; uno, dos, tres. Check, check, check. Ok. Espero salga bien esto. Acércate más para que sea más fácil hacerle así.
Tengo que admitirlo. Estaba un poco nerviosa.
Y empecemos con… Tu nombre, pequeña.
He hecho miles de entrevistas, pero nunca con un familiar, y nunca sobre una historia tan personal.
[Andrea de Echávarri]: Soy Andrea de Echávarri. Tengo 28 años. En León hice mi primaria, mi secundaria y mi prepa. Pero soy de aquí, nací en Querétaro…
[Fernanda]: México, porque esto es para todo América Latina.
[Andrea]: México. Querétaro, México [risas]. Y aquí sigo, y aquí viviré [risas]. Por un rato más.
[Fernanda]: Empezamos hablando sobre nuestra niñez. El conjunto donde vivíamos: Los Portones. Nuestro grupo de amigas con las que bailábamos, jugábamos y patinábamos. Pero lo que realmente quería saber era si Andrea se acordaba de algún momento, o de alguna conversación entre las dos sobre mi decisión de irme a Estados Unidos. O de los meses anteriores, y las discusiones con nuestra mamá.
[Andrea]: No tengo muy claro como en qué momento ni… ni… Pues yo creo que yo no entendía ni sabía ni qué… ni qué estaba pasando. Y fue de: “Ah, se va a quedar un año a estudiar inglés”. Y… Y esa fue como la primera… la primera impresión de yo regresarme sola. Y el, “ah, pues Fer se va a quedar un año, va a estudiar inglés como muchas chavitas”, ¿no?, que se iban. Y ya, pues yo me regresé sola. Este…
[Fernanda]: En ese momento, y por muchos meses después, ese era mi plan. Regresarme al terminar el año escolar. Pero conforme se acercaba la fecha de tener que comprar mi vuelo de regreso, sentía como si el tiempo hubiera pasado demasiado rápido, y no quería regresarme.
Apenas estaba haciendo amigos, hablando inglés mucho mejor, pasando tiempo con mi papá… Yo quería quedarme otro año más, pero la idea de agarrar el teléfono y marcarle a mi mamá para decirle esto, me aterrorizaba. Sabía que le iba a romper el corazón y que la haría enojar como nunca antes. Y así fue.
[Andrea]: Pues, yo la vi mal obviamente. Y pues pregunté qué estaba pasando, y al principio era como mucho de no… no hablar o no decir muchas cosas. Y ya cuando dije: “Mamá, ¿qué pasa?”. Pues ya me dijo que tu… que tu hermana no quería… Bueno: que mi hermana no quería regresar y que quería vivir en Estados Unidos.
[Fernanda]: Creo que a los 14, yo realmente no entendía qué significaba para mi mamá que su hija no regresara. Hoy, ya grande, es más fácil ver las cosas desde su punto de vista. Es más fácil entender cómo le habrá dolido.
¿Tú qué pensabas de mi vida en… en… en Tucson, en Estados Unidos?
[Andrea]: ¿Los primeros años? O sea, ¿recién te fuiste? Yo pensé que era como “wow”, ¿no? O sea, era como, “vive en Estados Unidos y… y… se va en un camión amarillo a la escuela”, ¿no?, como en las películas, la verdad. Pues era como, “no, pues es que Fer vive en un lugar donde todo está súper padre”, ¿no?, “donde todo está súper bien, y la ropa está padrísima y todo es la moda, y aquí no”.
Y… Y claro, obviamente, pues, yo no me acuerdo que nunca me hayas dicho en ese entonces si en algún momento estuviste triste o estuviste mal, no sé si te lo callaste, te lo guardaste.
[Fernanda]: Sí, a veces la pasé mal. Llegué a Tucson pensando que hablaba suficiente inglés, pero rápidamente me di cuenta que no. Mi escuela no era como las que veía en la tele, como en los videos de Britney Spears.
Y aunque sí estaba emocionada de estar ahí, fue una transición un poco complicada. Hubo momentos en los que me sentí muy sola. Pero nunca le conté nada de esto a mi hermana.
[Andrea]: Ya ahorita que sé que obviamente costó mucho trabajo el idioma, acoplarte, este… Pues también llegar a una casa que nunca habías estado más que de vacaciones, ¿no?, con… con dos personas con las que no estabas acostumbrada a vivir, pues sí debe de ser complicado, pero en este momento pues yo no lo vi así, yo estaba chica.
[Fernanda]: ¿Tú piensas que el yo irme a los 13 años fue como de rebeldía?
[Andrea]: Una parte sí. Digo, desde muy chica fuiste súper independiente, ¿no? O sea, en ese… en ese aspecto somos el agua y el aceite, ¿no? Yo al día de hoy que estoy a 4 semanas de casarme, o sea, el hecho de saber que voy a dejar a mi mamá, yo creo que es lo que más me… me pesa, ¿no? O sea, porque, pues, sí, las culturas son distintas y tú desde muy chiquita fuiste muy independiente, muy responsable de tus cosas, de tus actos, de… de todo, ¿no? Como que todo lo que hacías era muy pensado.
[Fernanda]: O sea, sí y no. Por un lado, claro, yo fui la que tomé la decisión de irme. Pero a veces siento que quedarme fue casi por inercia. Era como ser un pasajero en un tren que ya no podía parar. Después de vivir unos años en Tucson, la idea de volver, de imaginarme volviendo a León, se me hacía muy difícil.
Las primeras 3 o 4 veces que volví a México a pasar las vacaciones, no faltaba alguien en la familia que me preguntara cuándo iba a regresar o por qué me había quedado. Algunas veces eran más que preguntas. Eran más bien como reproches o regaños por haber dejado a mi mamá y a mi hermana. Y la verdad me molestaban mucho esas conversaciones.
Poco a poco Andrea fue acostumbrándose a que yo no viviera ahí.
Le pregunté si en algún momento tomó la decisión más obvia: de apropiarse del cuarto que había sido nuestro.
[Andrea]: No, yo no… no… No agarré como la actitud de “ya no está y el cuarto es mío”. Siempre se quedaron las dos camas. Había creo que algunos peluches como que eran tuyos que se quedaban ahí arriba de los cojines. Y ahí se quedaron 3 mudanzas más.
[Fernanda]: No sé si tú te acuerdes de, al principio sobre todo, momentos en los que decías: “Quisiera que estuviera Fer aquí”. O…
[Andrea]: Sí. Muchas veces, porque aparte no había otro hermano, ¿no?, Pues fue mucho tiempo, ¿no?, durante muchos años: el sentirme solita, el… pues sí, hasta no tener con quién pelear, ¿no?, lo necesitas, ¿no? Yo no me podía prestar la ropa con mi hermana, ¿no? Yo no me podía prestar zapatos. O mi hermana no me podía cubrir de… de una mentira, o de un… pues porque no había, ¿no? Entonces sí… sí sentía feo, la verdad es que sí…
[Fernanda]: Las dos buscábamos la manera de reemplazar a la otra
[Andrea]: Yo me fui mucho con mis amigas o con alguna amiga en específico, pues, para sentirme como si fuera una parte de mi familia, ¿no? O sea, todo el tiempo me la llevaba a comer —me acuerdo perfecto—, este… a dormir, querer estar todo el tiempo con ella.
[Fernanda]: Estás literal describiendo lo mismo que hice yo. Yo estaba en Tucson igual. Era yo y dos adultos. Y dos adultos que llegaban de trabajar a las 6 y media, 7 de la noche. Yo llegaba y me hacía de comer en el microondas yo sola. Y no había con quién pelearme [risa]. Y no había con quién prestarme ropa. Lo que yo estaba pasando, pero en otro país, y en otro universo paralelo a lo que estabas viviendo tú. Era igual.
[Andrea]: Claro…
[Fernanda]: Si estábamos pasando situaciones similares, en el momento no lo entendíamos. Nos veíamos cada verano, y cada navidad, pero no hablábamos de estas cosas. Y conforme pasaba el tiempo, la diferencia de edades y personalidades entre Andrea y yo cada vez se marcaba más. Yo en mi fase medio punk en la secundaria, con mis amigos patinetos, y Andrea todavía en la primaria. Después, yo ya entrando en mis 20s en la universidad y trabajando, y Andrea en su adolescencia rebelde. Durante esos años nos molestaba lo que hacía la otra y fue difícil entendernos. Eso lo vemos ahora. Pero en el momento, no.
Es difícil no tomarlo como tiempo perdido. Algunos momentos se quedan grabados para siempre. Otros, no.
[Andrea]: Yo tengo una teoría sobre mí que creo que es muy… es muy real: bloqueo muchas cosas. Muchas cosas que no permito que me lleguen. No sé, mi mamá a veces se sorprende, me dice: “Ay, ¿cómo no te acuerdas de tal cosa?”. La verdad es que no, pero es mi manera a lo mejor de cubrirme yo, Andrea, ¿no? El decir: “No quiero”.
[Fernanda]: Mientras tanto, yo soy todo lo contrario. Soy expresiva y no me guardo las emociones. En todo caso, me alegró mucho saber que Andrea también me recuerda así.
[Andrea]: O sea, yo sí crecí… yo sí crecí sabiendo que… que me extrañabas o… O sea, yo sí… yo sí tengo como muy marcado el que tú me dijeras “te extraño”, y el que, “ah, te guardé ropa”. O sea, entonces esa parte está… está súper padre porque tú sí eras, o eres todavía, como muy de demostrar las cosas, entonces… O sea, nunca he pensado el, “ay, no, yo creo que Fernanda no me extraña”, o, “yo creo”… Pues no.
[Fernanda]: A mí me gustaría que Andrea se expresara un poco más conmigo, pero entiendo que yo también tuve cosas que me guardé. Creo que nunca le conté cómo me sentía porque no quería que me juzgara. Quizá no quería reconocer que yo también, a veces, dudaba de mi decisión.
[Daniel]: Unos cuantos días después de esta conversación, y de que Fernanda volviera a Nueva York, entramos una vez más al estudio, a escuchar los audios que grabó.
Cuando uno está muy cerca a una historia se te hace difícil escuchar el tape. ¿Tú sentiste en esta semana desde que volviste como… como que postergabas entrar al audio?
[Fernanda]: No lo había abierto hasta anoche. No… Obvio sé lo que hay en este… [risa] en esta entrevista, ¿no? Porque yo la hice, estuve ahí. Pero no… Hasta cuándo tú me preguntaste ¿cómo te fue?, yo dije, pues como persona bien, como productora no sé, pero al mismo tiempo como que no quería volver a escucharlo sin haber estado… No sé, no sé. Al escuchar lo que dijo Andrea y las palabras de “estaba muy solita”, en el momento, pues, te llegan. Pero al escucharlas ahorita es cuando como que… como si las gritara, las escucho como mucho más fuerte.
[Daniel]: Cuéntame un poco de las… las emociones que sentiste durante la entrevista.
[Fernanda]: [Risa] ¡Bastantes! Empecé muy nerviosa, empezamos a platicar de la infancia y cuando vivíamos juntas, y los bailes y esto, entonces empezó como muy… No sé.
[Daniel]: Light.
[Fernanda]: Light, aja. Y después…
[Daniel]: Y después… Pues ya no tan light.
¿Tú crees que te aguantaste un poco la emoción por… por la personalidad de tu hermana? O por esta cosa casi profesional de que si estoy con micrófono en mano estoy trabajando y esta historia no se trata de mí sino de ella y la idea es que ella hable, no que yo…
[Fernanda]: Al 100%. O sea las dos cosas: el que Andrea lo diga y se escuche un poquito emotivo, pero físicamente Andrea no está… no está ni llorando ni está de que “estaba solita” [sollozando en broma]. O sea, no, me lo está diciendo de: así fueron las cosas, y estaba solita y sentí esto y… Y nunca la había escuchado decir eso, pero al mismo tiempo dije: “Ok, estoy agarrando el micrófono, cómo están los niveles, y ahora me toca a mí y luego, ¡déjame te digo yo a ti que yo también sentía lo mismo!”. Como que fue un momento en el que necesitaba separarme un poquito de la entrevista para sentirlo al 100 como lo estoy sintiendo ahorita.
[Daniel]: ¿Cuál es la pregunta que te fue más difícil hacer?
[Fernanda]: Si estaba resentida conmigo.
¿No tienes resentimiento?
[Andrea]: Pues, es que no. O sea, resentimiento de que te hayas ido, no. No, no tengo porque, pues, no fue como que te fuiste por mi culpa, ¿no?, o sea, la verdad es que no… A lo mejor es un resentimiento más como de… de que muchos años no nos entendimos nada.
[Fernanda]: Sí.
[Andrea]: Nada. Este… Que a lo mejor si hubiéramos vivido juntas, obvio no nos hubiera pasado porque hubiéramos crecido en la misma cultura, en el mismo ambiente familiar, con amigos, eh, a lo mejor medio parecidos o en común, algo, ¿no?
[Daniel]: O tal vez lo está idealizando. Es decir: cuántos hermanos y hermanas crecieron en la misma casa, con los mismos padres, en la misma cultura, cuántos eran cómplices de niños, y luego, como adolescentes, se dejaron de hablar. Dejaron de compartir. Y de adultos, pues nada. Ya no son ni cercanos, ni íntimos, o a duras penas se hablan. Es muy común.
Este claramente no es el caso de Fernanda y Andrea. Aunque tuvieron sus años conflictivos, años en que la distancia marcaba sus diferencias de carácter, de personalidad, ahora no. Es como si la distancia no existiera. Se comunican constantemente. Yo lo he visto. Fernanda y yo dictamos una clase juntos cada primavera en Nueva York, y más de una vez nos interrumpió Andrea, con un mensajito. Fernanda no dudaba de contestarle. Con largas filas de emoticones.
Corazoncito.
Bandera mexicana.
Avión.
Hermanas.
Otro corazoncito.
Durante su adolescencia —y bueno, todavía—, Fernanda y Andrea vivieron a miles de kilómetros de distancia. Pero no fue hasta este último viaje que se dieron cuenta que, a pesar de esa distancia, habían compartido una experiencia importantísima. La soledad.
Quizá era algo que cada una tenía que sobrevivir, superar. Para llegar al otro lado. A la cercanía que ahora tienen.
[Fernanda]: Yo creo que fue lo que más me llegó, porque, no sé, [llorando] el oírla decir que se sentía muy solita, como hermana mayor nunca quieres oír o pensar que tu hermana esté chiquita y que se sienta solita. Y porque yo también me sentía sola. Lo mismo que está describiendo Andrea, lo mismo sentía yo.
[Daniel]: ¿Cómo terminaron la entrevista? ¿Con qué emoción?
[Fernanda]: Bueno, yo le hice preguntas una hora y media, y luego al final le dije que si ella tenía una pregunta para mí. Y, este, me sorprendió un poquito, su pregunta, la verdad.
[Andrea]: ¿Qué te preguntaría yo? ¿Hay algún momento que lo mejor hayas pensado o hayas dicho: “Me aceleré. Pude haber tenido un poco más de paciencia” y haber intentado quedarte más tiempo?
[Fernanda]: Sí. Sí, bastante. Sí, lo pensé sobre todo terminando la prepa. Claro. Claro porque… a los pinches 13 años, ¿qué sabes? Nada. ¡Nada! Te crees saber todo el universo y no eres nadie. No sabes nada, no has vivido nada.
[Andrea]: ¿Y te hubiera gustado que alguien como que te, o sea, te hubiera retenido? ¿O hubiera sido peor?
[Fernanda]: No, si… si yo… Si alguien me hubiera dicho, “no vas”, hubiera sido una rebeldía en León. Que hubiera acabado peor, la verdad. Pero si estamos hablando de hubieras: me hubiera gustado haber ido un año, y regresar, y terminar prepa y hacer más tiempo aquí. Y ya después decidir.
[Daniel]: Es una pregunta muy astuta. Y es interesante que tú también te hayas hecho esa pregunta, ¿no?, el afán por irte era como muy grande. Tu respuesta también es cierta, que seguramente si te hubieran obligado a volver…
[Fernanda]: Hubiera regresado con un resentimiento enorme a “me quitaron la oportunidad”, o “no me dejaron ver como eran las cosas allá porque me forzaron a regresar a México”.
[Daniel]: Pero no la forzaron. Y se quedó. Y cada una siguió su camino.
Y ahora, después de muchos años, hablaron de muchas cosas que sin el micrófono y la grabadora tal vez no se hubieran podido conversar.
(SOUNDBITE FIESTA DE BODAS)
En todo caso, mientras cerrábamos esta historia… Fernanda regresó a México. Para la boda de Andrea. Y las dos hermanas bailaron hasta las cuatro de la mañana. Felices.
Fernanda Echávarri es periodista y productora de la revista Mother Jones. Vive en Tucson, Arizona. Esta historia la produjimos entre Fernanda, Silvia Viñas y yo. Fue editada por Camila Segura. El diseño de sonido y la música son de Andrés Azpiri y Rémy Lozano.
El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Nicolás Alonso Lisette Arévalo, Aneris Casassus, Xochitl Fabián, Fernanda Guzmán, Camilo Jiménez Santofimio, Ana Pais, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill, Elsa Liliana Ulloa, David Trujillo, Luis Fernando Vargas y Desireé Yépez.
Emilia Erbetta es nuestra pasante editorial.
Carolina Guerrero es la CEO.
Radio Ambulante se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.
Conoce más sobre Radio Ambulante y sobre esta historia en nuestra página web: radioambulante.org. Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.