La gran mancha blanca | Transcripción

La gran mancha blanca | Transcripción

COMPARTIR

[Daniel Alarcón]: Hola Ambulantes. 

Estamos en medio de nuestra campaña de recaudación de fondos y hemos recibido muchas donaciones con mensajes llenos de cariño de nuestra comunidad. Muchas gracias de verdad a las personas que nos han apoyado. 

Hoy quiero especialmente hablarle a quienes nos escuchan cada semana, y aún no se han animado a apoyarnos. Si sientes que lo que hacemos tiene valor, que te conecta con América Latina, te inspira o acompaña, este es un gran momento para que nos des una mano. No lo pienses más! 

Además, esta semana logramos algo muy especial: gracias al esfuerzo de un grupo de donantes, podremos triplicar cada aporte que nos hagas hasta completar 20 mil dólares. Si, por ejemplo, nos donas 30, recibiremos 90.

Entra a radioambulante punto org diagonal donar. Todo monto cuenta. ¡Mil gracias! 

Aquí el episodio.

Antes de empezar, una advertencia. Este episodio contiene lenguaje explícito. Esto es Radio Ambulante. Soy Daniel Alarcón.

[Imanol Subiela Salvo]: Como que esta no es la historia del pobre niño gay que fue discriminado en el pueblo y tampoco triunfó en la ciudad. O sea, cero, nunca fue por ese lado. Para mí tiene más que ver con otras cosas…  

[Daniel]: Y él, el protagonista de esta historia, es Imanol Subiela Salvo.

Imanol nació en 1994, en Trelew, una ciudad cerca del mar, al sur de Argentina. La suya era una típica familia de clase media: papá empleado, mamá bioquímica y tres hijos. Ima, el menor. Un niño tranquilo, inteligente, algo tímido. 

[Imanol]: No era tanto de jugar a la pelota ni de jugar con otros chicos, yo era más femenino, como más de mundo interior, digamos. Y después rápidamente me volví como muy lector y pasaba muchas horas leyendo.

[Daniel]: Empezó con algunos clásicos de la literatura resumidos: Guillermo Tell, Frankenstein, Moby Dick, libros que al principio le leía su papá antes de dormir. 

Después, vinieron Harry Potter, Las crónicas de Narnia, El señor de los anillos. Es que a Imanol le gustaba la fantasía. Y la soledad. 

[Imanol]: Leer era una actividad que a mí me permitía no hablar con la gente. Ininterrumpidamente. Jugar a la computadora, por ejemplo, también me hacía no hablar con la gente. Pero estaba mal visto pasar mucho tiempo delante de la computadora. En cambio, leer era como: Ay, mirá qué aplicado, mirá cómo lee, qué lector que es Imanol.

[Daniel]: Leer también era una forma de abstraerse de las cosas que pasaban en su familia. Es que para 2002, cuando Imanol tenía siete años, no solo la Argentina pasaba una de sus muchas turbulencias económicas. En su casa también había una gran crisis tomando forma. 

Una noche de febrero sus papás se sentaron frente a Imanol y sus hermanos después de cenar… 

[Imanol]: La típica escena como de película de Canal 13 el domingo: tenemos algo para decirles. Y ahí nos anuncian que se van a separar. Drama. Drama tipo todos llorando…Y para mí fue terrible. Porque no lo entendía. Mi educación era Disney y se supone que el amor era para toda la vida hasta que la muerte te separe, bla, bla, bla. Y yo no podía entender cómo era posible que mi papá se fuera de mi casa. Era como una cosa… como de otro mundo. Y en ese momento es que me aparecieron las… las manchas.

[Daniel]: Y con esas manchas empezó una suerte de malentendido familiar que es el centro de nuestra historia de hoy.

Nuestra productora Emilia Erbetta nos cuenta la historia.

[Emilia Erbetta]: Conocí a Imanol hace diez años en un taller de crónica periodística. Él, claro, ya no era un nene, sino un chico de 20, gracioso y algo insolente, que recién llegaba a Buenos Aires y empezaba a dar sus primeros pasos como periodista. 

Fue en ese taller, rodeado de otros futuros cronistas, que escuché por primera vez la historia de unas manchas que le salieron en el pubis después del divorcio de sus papás: Tengo el pito de dos colores, dijo riéndose, y yo me pregunté quién era ese chico que podía contar algo así de íntimo delante de un grupo de desconocidos sin ponerse colorado. 

Después pasaron los años, nos hicimos amigos y no volvimos a hablar de sus manchas hasta hace unos meses, para este episodio. 

[Emilia]: Cómo eran, ¿te acordas de cómo eran? ¿O cómo son bien las manchas? 

[Imanol]: Sí, básicamente es como un pedazo de piel extendido blanco. Como una nube medio deforme. Las tengo en la cintura y un poco en el pito. Te puedo mostrar si querés… o sea no el pito, pero la cintura.

[Emilia]: Pero vos sos blanco. 

[Imanol]: No, no, pero es 100% blanco. O sea, te voy a mostrar… no el pito como…

[Emilia]: Me muestra. Y lo que veo es cómo su piel, que yo siempre hubiera definido como blanca, es más bien de un color marrón muuuuy clarito. Y comienza a desteñirse por debajo del ombligo. Primero hacia un rosa suave y después, hacia otro tipo de blancura, un blanco, más brillante y definitivo.  

[Imanol]: Y después tengo algunas en la pierna derecha. Y tengo otra… ja, ja, como donde termina la raya del culo.

[Emilia]: Ima no se acuerda cómo aparecieron esas manchas ni quién las vio primero. Tenía ocho años, así que es posible que haya sido su mamá cuando lo ayudaba a cambiarse o lo secaba después de la ducha.

[Imanol]: Mi mamá es bioquímica, entonces tiene como un conocimiento general del universo médico y creo que enseguida debe haber visto o debe haber sabido que eso era vitíligo y se olvidó del tema.

[Emilia]: Lo que la mamá de Ima sabía era que el vitiligo no es una enfermedad clínicamente grave. No es contagiosa, no afecta otros órganos, no causa dolor. Es una enfermedad autoinmune, crónica, que no tiene cura y que no se sabe exactamente qué la provoca. Consiste, simplemente, en la muerte de las células que producen la melanina, o sea, el pigmento que da color a la piel. Por eso las manchas blancas que, en algunas personas, pueden ocupar varias partes del cuerpo, como la cara, los codos o las rodillas, y en otras, como Imanol, solo aparecen en un área focalizada. 

El mayor impacto del vitíligo suele ser emocional. Por eso muchas veces el tratamiento más urgente no es médico sino psicológico, porque algunas personas necesitan terapia para sobrellevar los cambios en su piel. Pero ese no era el caso de Ima, tal vez porque aún era chico o por algo más simple: todas sus manchas estaban en una zona que queda cubierta por la ropa.

Pero su papá, Jorge, no lo tomó tan tranquilo como su mamá.

[Imanol]: Mi papá lo vio y fue como ¿Qué es eso que tiene mi hijo? O sea. ¿Por qué mi hijo tiene el pito manchado?

[Emilia]: Jorge consultó con algunos dermatólogos de la ciudad, pero no encontró ninguno que tratara el vitiligo. Así que por casi dos años, no pudo hacer mucho con esa preocupación. Recién en 2004 alguien le habló de una dermatóloga de La Plata, una ciudad a casi 16 horas de Trelew, que viajaba hasta allá una vez por mes para atender pacientes. 

Imanol no tenía ganas de ir. Las manchas le daban igual, al fin y al cabo nadie las veía. Ni siquiera se notaban con el traje de baño. Pero era obvio que a su papá sí le importaban. Así que fue sin quejarse. 

[Imanol]: Yo creo que inconscientemente debería haber algo de satisfacer a mi padre, digamos, ¿no? Con quién yo me sentía bastante en falta, siendo honesto… un poco porque no le daba tanta bola que es siempre como ese dilema que se le aparece al hijo de padres separados como de con quién pasa más o menos tiempo, qué tanto vas a la casa de uno o a la casa del otro.

[Emilia]: La dermatóloga atendía en una casa antigua remodelada, con paredes pintadas de amarillo claro y celeste. Un lugar más parecido a un centro de estética que a un consultorio. 

[Imanol]: Llegamos al lugar. Era muy amable. Muy amorosa. Muy coqueta también, como pelo lacio, con esa obsesión argentina de querer ser rubia. Y una cara como chiquita, redondita…Bueno, entonces mi viejo le dice que yo tenía este problema, me mira,  y me dice bueno, que sí, que era vitiligo, que generalmente el vitiligo se expandía, se expandía, se expandía y en un momento paraba. Y que se puede revertir.

[Emilia]: No les prometió una cura pero sí les dijo que algunos tratamientos podrían ayudar a repigmentar la zona blanca, al menos parcialmente. Empezarían con una crema llamada Betnovate, que Imanol tendría que aplicarse todos los días en la zona de las manchas. Pero había un problema. 

[Imanol]: Yo vivía con mi mamá. No vivía con mi papá. Entonces el adulto responsable del tratamiento iba a ser mi madre, porque obviamente vos no le podés pedir a un chico de 7, 8 años que se haga cargo de acordarse, de ponerse todos los días una crema, bla…

[Emilia]: Y su mamá no estaba del todo de acuerdo con que él hiciera un tratamiento para el vitiligo. No es que estuviera en contra, sino que le parecía innecesario. Tanto que cuando Ima volvió con la crema a su casa…

[Imanol]:  Mi madre me ve y me dice ¿Qué haces con esa mierda? Y yo no entendía porque era algo malo eso que yo tenía ahí. Y mi vieja me dice ¿No te das cuenta que esto tiene corticoides? Imagínate, yo tenía ocho años que sabía lo que era un corticoide. No sé hoy lo que es un corticoide. 

[Emilia]: Ok, Ima, googliemos: los corticoides son medicamentos antiinflamatorios que suelen usarse para tratar enfermedades autoinmunes, como el vitiligo, pero también para enfermedades respiratorias como el asma o la neumonía grave, por ejemplo. 

Los corticoides son efectivos, pero suelen recetarse en dosis bajas y por períodos cortos, porque aumentan el riesgo de infecciones, interfieren con el funcionamiento hormonal y pueden provocar debilidad en los huesos, cambios en el estado anímico, insomnio y aumento de peso, entre otras cosas. 

En una búsqueda rápida por internet sobre la Betnovate encontré que es una crema cuyo principal activo es la betametasona, un corticoide que los médicos recetan para todo tipo de alteraciones de la piel: eczema, picaduras, dermatitis, psoriasis, y, sí…. también vitiligo. Las mismas publicaciones advertían que no debe usarse sobre zonas sensibles como la cara o los genitales, salvo instrucción médica. 

[Imanol]: Y yo era bastante irregular en el uso de esa crema porque bueno, no sé, era chico. Ni idea. Me olvidaba de ponérmela. 

[Emilia]: Así que hizo el tratamiento con la crema como lo haría cualquier nene de 10 años sin supervisión: más mal que bien. Usaba la crema cuando se acordaba, se la aplicaba como podía. Y los meses pasaban sin ver resultados. Cada vez que Ima y su papá iban a la doctora la gran mancha blanca seguía ahí. Imperturbable. 

La doctora, entonces, propuso que probaran con un tratamiento más potente. No era otra cosa que la misma crema pero con un ingrediente más. Se llamaba Betnovate N, porque además de la betametasona tenía un antibiótico llamado neomicina, que se utiliza para infecciones bacterianas en la piel. 

Aunque Imanol no fue mucho más aplicado con esta crema, esta vez sí hubo algunos resultados: muy de a poco aparecieron sobre la mancha blanca unos circulitos de pigmento más oscuros. 

[Imanol]: Pintitas le decía a mi papá a las manchitas de color y era muy gracioso porque mientras él estaba obsesionado con con el color, mi vieja me miraba y me decía: Qué pesado tu papá, qué denso…

[Emilia]: El papá le controlaba las pintitas, revisaba si habían cambiado de tamaño, o si habían aparecido algunas nuevas. Y cada vez que iban a la doctora, se las mostraba entusiasmado. 

Y esa especie de obsesión lo volvía impaciente. Por eso  empezó a  probar con algunos métodos, digamos,  menos… ortodoxos. 

[Imanol]: En los veranos se daba una cosa muy bizarra que era que me hacía como bajarme un poco la malla y me ponía como cremas autobronceantes, para estimular aún más que mi piel tomara pigmento que de vuelta me parecía a mí, ridículo.

[Emilia]: Y además no iba a funcionar porque  la piel afectada por el vitiligo no se broncea. De hecho, es más sensible a sufrir quemaduras solares. Pero Ima era muy chiquito para pensar en quemaduras. Simplemente, sentía que su papá estaba exagerando un poco.

Igual, no se quejaba. No lloraba, no hacía berrinche, ni siquiera le decía a su papá que no quería ir más a la doctora, o que le daba pereza ponerse las cremas. Y a medida que el tiempo pasaba y las visitas a la doctora se repetían, Ima se sentía como atrapado en una suerte de malentendido. 

[Imanol]: Yo no entendía por qué lo estábamos haciendo. Al día de hoy no sé por qué mi papá estaba tan obsesionado con eso.

[Emilia]: No lo sabe, pero tiene una teoría. Más bien, una hipótesis.

[Imanol]: Yo era muy maricón cuando era chiquito, era como muy afeminado y como que mi viejo debe haber flasheado algo así como: ah, como me salió trolo, se le manchó la… pija, ja, ja, ¿entendés?

[Emilia]: O sea, Ima lleva muchos años suponiendo que la obsesión de su papá con sus manchas tenía que ver con su masculinidad. 

[Imanol]: Por supuesto es inchequeable. Y si yo le pregunto ahora él me diría “no, nada que ver”. Pero capaz había algo de esa fantasía ahí, de que esas manchas tenían que ver con mi manera sensible y amanerada de andar por el mundo. Sumado a que yo me crié entre mujeres y no tenía amigos varones.

[Emilia]: Pero no es tan inchequeable. Solo que Ima nunca se lo preguntó. Y tampoco quiso que lo hiciéramos juntos para este episodio..

[Imanol]: No sé si quiero tener esa conversación con él. No sé si quiero hablar con él en esos términos. Porque de alguna manera lo que estás diciendo es “ah, vos sos un homofobico, o eras un homofobico”. Esa teoría en el momento en que yo me la inventé escondía un tufillo de acusación. O sea “ah vos no soportas esto”.

[Emilia]: No quería… no quiere… que su papá se sienta acusado o  incómodo. Igual le pedí que lo llamáramos juntos, pero para hablar del tratamiento, sin prejuicios. A ver si de esa conversación podíamos sacar alguna pista de por qué su obsesión con las manchas.

Después de algunos problemas técnicos, nos conectamos los tres por Zoom una tarde de junio. 

[Imanol]: Hola, pa. ¿Cómo andás? 

[Jorge]: ¿Cómo andás? Bien. Lo que pasa es que yo generalmente uso el Meet. 

[Emilia]: Nosotros dos en Buenos Aires, Jorge en Trelew. 

[Imanol]: Una cosa que yo no me acordaba, pa… Era, si vos te acordás cuando aparecieron las manchas. 

[Jorge]: Las manchas de vitiligo empezaron a aparecer cuando tu mamá y yo nos separamos, no tenías de nacimiento.

[Emilia]: Jorge nos contó que al principio no se le ocurrió que esas dos cosas, la separación y las manchas, podían estar relacionadas. Hasta que en la primera consulta, la doctora le dijo que el vitiligo tiene causas fisiológicas pero que, en algunos casos, puede desencadenarse por un hecho traumático. Y ahí, claro, enseguida hizo la conexión.

[Jorge]: Que esto pudo haberle afectado a Ima, que realmente de los tres cuando nosotros nos separamos yo sentía que era el que más lo sentía, porque aparte era el más chico. Entonces, cuando te dicen así vos te querés matar, vos decís soy un hijo de perra, ¿viste? Pero uno trata de aminorar la culpa diciendo, che, no la voy a dejar en banda. Vamos a ver qué podemos hacer como para que esto no se extienda más… que no siga teniendo más manchas.

[Emilia]: Lo que más miedo le daba era que las manchas se extendieran a otras partes del cuerpo, más visibles. 

[Jorge]: A ver, convengamos también de que los chicos a cierta edad son bastante crueles. Entonces, si lo veía un compañero que tenía una mancha ahí le pegaba una gastada, ¿viste? Y yo quería evitarle eso.

[Emilia]: Pero, la verdad, es que pensó que todo iba a ser un poco más rápido. 

[Jorge]:  Pensé que le íbamos a poner la crema y que listo, ya en dos meses ya estaba, ¿viste? Y como en las primeras sesiones hubo algún indicio así de regeneración de pigmentación, y yo me había puesto contento, pero después no avanzó mucho más…

[Imanol]: Che, pa, ¿pensaste alguna vez, bueno, ya fue… ¿cómo no darle bola?

[Jorge]: No. Yo ahí no, yo por eso insistía en  seguir con el tratamiento. Yo sé que te inflaban las pelotas.

[Emilia]: Y en esa insistencia pasaron más de dos años así, con muy pocos resultados. Solo esas pocas pintitas. A Ima le daba igual, pero recuerda la sensación de frustración de su papá. Era como una desesperación. Necesitaba que fuera un poco más rápido. 

[Imanol]: Y ahí si posta apareció un tónico milagroso…

[Emilia]: Una especie de jarabe que le preparaban especialmente en la farmacia con los ingredientes indicados por la doctora. Imanol no recuerda qué tenía exactamente, es posible que nunca lo haya sabido, pero de lo que nunca se pudo olvidar fue del sabor.

[Imanol]: Era muy feo, muy muy feo… y me daba arcadas y yo lo vomitaba, tenía gusto a, no sé, a la cosa más desagradable que te imagines. Y ahí, sí me empecé a sentir mal porque yo sentía que era como una especie… era una tortura eso. 

[Emilia]: Y Jorge insistía e insistía en que lo tomara.

[Jorge]: Y yo me recontra calentaba. ¿Viste? Porque yo quería que lo tome para que se cure. Y él no lo quería tomar. Digo, no puede ser que no puedas tomar un. Porque aparte era una medida. ¿Viste?, era ínfima. Digo, mirá cómo lo tomo yo Y yo lo tomé y era horrible, viste… Y él lloraba… Y digo “Bueno, listo. No quiere tomar, ya está, no lo toma”.

[Emilia]: En la visita siguiente, le anunciaron a la doctora que ya no seguirían con el jarabe. Imanol pensó que ese era el final. No más consultas, no más cremas, no más control de pintitas. Pero la doctora les propuso un tratamiento más. Una terapia experimental que podía traer muy buenos resultados. 

[Imanol]: Pero bueno, yo creí que había conocido el infierno, pero el infierno vino después. Eso era una bendición al lado de lo otro…

[Daniel]: Eso otro, después de la pausa. Ya volvemos. 

[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Emilia nos sigue contando. 

[Emilia]: A Imanol, la idea de un tratamiento experimental no le gustó demasiado. Ya habían probado con las cremas, con el jarabe. A veces se sentía como un hámster en un laboratorio. 

[Imanol]: Y yo pienso qué horror! No me quiero poner nada experimental y novedoso. O sea, dame ciencia clásica, hermana. Como algo que ya esté testeado…

[Emilia]: La técnica se llamaba mesoterapia y no era experimental en sí. Lo inusual era utilizarla para tratar el vitiligo, porque es un procedimiento que en general se usa en la medicina estética para tratar la celulitis, la pérdida de pelo o las arrugas. 

[Imanol]: Yo posta, realmente 25 años después, digo, esa señora era una sádica porque como ella se prestó a hacer eso. Eso sería lo siguiente, dos puntos: ponía en un frasquito de esos como de las vacunas, una micro aguja, cargaba el frasco con la micro aguja en una pistola de plástico y me cagaba a tiros toda la cintura y el pito. Ta, ta, ta, ta…

[Emilia]: Así funciona la mesoterapia: aplicando microinyecciones, en este caso de corticoide, sobre la zona afectada. La cintura, el pubis, los muslos. 

[Imanol]: Todavía me acuerdo patente como ella cargaba la pistola con el frasquito y la aguja.

[Emilia]: Acostado en la camilla, con la mirada fija en el techo, Ima la veía avanzar como una pistolera y no entendía qué había hecho para estar así, en esa situación.

[Imanol]: Porque no es que ya tenía un cáncer de piel avanzado y ese era el único remedio. No… era un problema de la pigmentación… Era una cosa estética.

[Emilia]: Y después de cada sesión de mesoterapia, tardaba varios días en volver a sentirse bien.

[Imanol]: A mí me quedaba doliendo mucho, y la piel me quedaba como lastimada, como cuando estás mucho en el mar y las manos se te ponen como tipo pasas de uva. Bueno, así, pero en el pubis y la cintura. O sea imaginate, un asco ¿Y ni siquiera es que tenía una recompensa, no es que me regalaban un chupetín o un juguete después de eso, era padecimiento gratuito. 

[Emilia]: Pero Jorge no se daba cuenta. Charlando con él, tuvimos la sensación de que no tenía ningún registro de lo mal que la había pasado Ima con esa parte del tratamiento. En su recuerdo la mesoterapia era algo menor, casi inofensivo.

[Jorge]: Eran unos pinchacitos, eran apenitas porque era, ¿viste las pistolas de agua? Viste que vos gatillas y sale un chorro. Entonces, cuando gatillaba, ¿qué hacía? La agujita pegaba en la piel y salía el pedacito de dosis ante ese gatillo…

[Emilia]: Recuerdo contra recuerdo. 

Un día, después de una de esas sesiones, parado frente al espejo, Ima descubrió que tenía toda la cintura y el pubis llenos de pequeños hematomas,  una marca púrpura en cada punto donde había recibido una inyección. 

[Imanol]: Y me dio un poco de impresión, como que como que ahí entendí que era medio border lo que estamos haciendo o que eso que habíamos hecho me había lastimado. Y después de eso le dije a mi papá Che, yo no quiero hacer más esto. 

[Emilia]: No solo las inyecciones, tampoco las cremas, el jarabe, las visitas a la doctora. Estaba harto. Ya no era un nene. A los 13 años, había dejado los libros de Harry Potter para escuchar rock nacional en su habitación. Y además le daba mucho pudor sacarse los pantalones delante de la doctora..

[Imanol]: ¿Viste?, ese momento de transición donde el cuerpo es una cosa espantosa porque es como sos enano, pero tenés brazos largos, te está saliendo un bigote que es horrible, tenes un bozo espantoso. Como que el cuerpo es un desastre…

[Emilia]: Antes de decidir si interrumpían o no el tratamiento, Jorge lo consultó con la doctora. 

[Jorge]: Y yo le pregunté a la doctora: Mira, él no lo quiere hacer más, pero ¿hay posibilidad de avanzar, de mejorar o ya… “Y no, excepto que salga algo nuevo”, me dice la doctora. Hoy no hay más nada para hacer. Bueno, entonces listo, no hagamos más. Para qué lo voy a hacer sufrir si ya sé que no tengo más posibilidades de que se le cierren las manchas que tenía”.

[Emilia]: Cuando terminamos de hablar con su papá, le pregunté a Ima qué opinaba de lo que nos había dicho. No podía dejar de pensar cómo la relación con nuestros padres siempre tiene algo de malentendido. 

[Imanol]: Mi papá y yo pensábamos muchas cosas desde perspectivas muy diferentes y en términos muy diferentes. Entonces, eso que para mí era obvio que tenía que ver con lo gay, con lo identitario, para mi viejo nada que ver. O sea, era otra cosa.

[Emilia]: Así funciona el malentendido: hay muchas cosas que ellos no dicen, y nosotros, los hijos,  no preguntamos. 

[Imanol]: Es un poco esto de los mitos que uno se inventa sobre sí mismo. Porque para mi papá nunca fue un tema quién era yo. Después inventé eso, supongo yo, para darle un poco de sentido a algo que bueno, me sigue pareciendo medio ridículo.

[Emilia]: Y ahora, después de haber hablado con su papá, Ima lo entiende de otra forma. 

[Imanol]: Y sí, en lo que sí puedo llegar a coincidir, es que era una manera de estar conmigo, ocupándose de mí después de haberse ido de mi casa. También me podría haber llevado a pasear y a comprar ropa. Ni idea. Pero bueno, encontró esa manera de pasear…

[Emilia]: Fueron cuatro años. Y, después de eso, no volvieron a hablar del tema. Terminados los tratamientos, el vitiligo entró en el olvido durante un buen tiempo. Hasta que…

[Imanol]: Yo nunca tuve duda de que me gustaban los chicos. Digamos. Dicho de una manera más simple: nunca me gustaron las mujeres. Punto. El despertar sexual adolescente fue 100% gay.  La primera vez que bese a alguien fue un varón… La primera vez que tuve sexo con alguien fue un varón…

[Emilia]: Y fue ahí, cuando empezó a desnudarse delante de los chicos que le gustaban, que las manchas sí se convirtieron en un problema para Imanol.

[Imanol]: Como que me daba un poco de vergüenza el tema de las manchas, porque siempre venía como acompañada de una serie de preguntas como ¿Qué tenés? ¿Es contagioso? ¿Cómo te hiciste eso? ¿Te quemaste?

[Emilia]: Eran preguntas que no quería escuchar en ese momento, en esa situación.  Como antes, las manchas en sí no le molestaban. En esos años no habían cambiado de tamaño, no le dolían, tampoco le parecían feas. Pero nadie quiere que la previa al sexo sea una clase de dermatología. Menos a los 17 años. 

[Imanol]: Creo que es bastante, como anticlimático y poco amable entrar a explicar una historia clínica en el momento que la energía está puesta en otra cosa, ¿no? 

[Emilia]: Toda la situación lo ponía tenso. Ya desde antes empezaba a pensar qué iba a decir, cómo lo iba a explicar. No quería mencionar la palabra “enfermedad” dos minutos antes de irse a la cama con alguien. 

[Imanol]: Entonces, por ejemplo, una cosa que yo hacía muy tonta era tratar de que el momento de la intimidad suceda en una habitación completamente oscura, porque si el otro no te ve, no hay manchas que explicar.

[Emilia]: Pero siempre en algún momento tenía que prender la luz. Y cuando las manchas quedaban finalmente a la vista, las preguntas nunca eran tan terribles como él esperaba.

[Imanol]: Generalmente las preguntas que me hacían venían más del lado de la curiosidad. El que tenía miedo y paranoia, sobre todo, era yo.

[Emilia]: No era solo por las manchas. Todo lo que tenía que ver con el sexo lo vivía así, con cierta sensación de peligro. No podía evitarlo, aunque sabía que era un miedo más bien heredado, que no nacía de su propia experiencia sino de una historia anterior a él…

[Imanol]: Ser gay es como crecer familiarizado con ese mundo que tiene que ver con la infección de transmisión sexual. Entonces vos crecés con la idea de que te pueden transmitir algo en el momento de tener relaciones sexuales.

[Emilia]: No era una idea que salía de la nada. Al contrario: tiene que ver con toda una herencia cultural gay, que está atravesada por la crisis del SIDA y el VIH en los 80 y 90.

[Imanol]: Como que el vitíligo, digamos, era como que mezclaba todo de alguna manera. No tenía nada que ver con el HIV, pero implicaba una conversación médica.

[Emilia]: Y esa conversación médica lo ponía en un estado de vulnerabilidad con el que no sabía bien cómo lidiar. 

[Imanol]: ¿Viste esa vergüencita que vos tenés y que te la escondés? Una sensación muy así.

[Emilia]: Se la escondía incluso a sí mismo. No podía permitirsela. Es que hacía tiempo que Ima ya había dejado de ser el nene tímido y solitario que no se animaba a enfrentar a su papá. En esos años había conocido libros y discos nuevos, y, sobre todo, había hecho propia la ferocidad con la que salía al mundo su máximo ídolo, un inesperado personaje secundario de esta historia…

[Emilia]: … Charly García. 

[Daniel]: Una pausa y volvemos. 

[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Los dejo con Emilia…

[Emilia]: Antes de la pausa, dije que Charly García era el ídolo máximo de Ima. Me corrijo: para Imanol, Charly es, más bien, una especie de héroe personal. 

[Imanol]: Lo amo tanto. Te juro es como… es una pasión. Es la Argentina. No sé cómo explicarlo.

[Emilia]: Casi todo lo que contamos antes, el divorcio de sus papás, los tratamientos por el vitiligo, y más tarde sus primeras experiencias sexuales,  podría llevar de fondo la música de Charly García.

Lo escuchó por primera vez en 2002. Sus papás acababan de divorciarse y él miraba MTV mientras almorzaba después de la escuela. 

Tenía ocho años y en la tele, Charly se instalaba en el ranking con su canción Influencia. 

[Imanol]: En el video de Influencia, aparece Charly vestido con ropa de mujer y se pinta los labios y se pinta las uñas como con una cosa muy andrógina. Y yo me acuerdo que yo tenía ocho años, nueve, y no podía creer lo que estaba viendo. Yo no podía creer que existiera un tipo vestido de mujer y maquillándose en la tele y que esté siendo reconocido por eso.

[Emilia]: El Charly de esa época era muy flaco, con el cuerpo quebrado por el consumo. Venía de una década de cocaína y descontrol, de tirarse a una pileta por un noveno piso y abandonar recitales después de un par de temas. 

Pero el Imanol niño no sabía todavía nada de eso, solo cayó bajo el hechizo de ese hombre de bigote bicolor y dedos largos que lo miraba desde el televisor.

[Imanol]: Y había algo de esa actitud de Charly que además era un tipo grande haciendo eso en la tele, como esa valentía, que a mí me cambió la vida. 

[Emilia]: Volvió a escucharlo algunos veranos después, paseando por Buenos Aires con sus tíos, que eran fanáticos del rock nacional argentino, y tenían un compilado en mp3 de las distintas bandas de las que Charly fue parte entre los 70 y los 80: Sui Generis, La máquina de hacer pájaros, Serú Girán…

[Imanol]: Me cautivó mucho. Y me empiezo como a obsesionar con el personaje. 

[Emilia]: Si un CD no se conseguía en Trelew, le pedía a alguien que viajara que se lo trajera. Un noviecito, por ejemplo, le trajo el del Unplugged de MTV de regalo de unas vacaciones. 

[Soundbite archivo]

[Charly]: Ok, vamos a hacer ahora algo de Seru Giran. Un compactito. Por favor, lloren.

[Emilia]: Pero no era solo la música. Además de pasar horas escuchando sus discos, Ima también se sumergía tardes y noches enteras en YouTube buscando alguna entrevista a Charly que todavía no hubiera visto. 

[Soundbite archivo]

[Susana]: ¿Vos sos romántico?

[Charly]: Sí, mucho.

[Susana]: Mi amor… ¿En serio? Te gusta por ejemplo una comida con velas, a la luz de la luna con alguien…

[Charly]: Soy romántico, no boludo..

[Susana]: Ja, ja, ja,

[Emilia]: Encerrado en su habitación, hipnotizado frente a la pantalla de la computadora, Ima estudiaba los gestos de Charly y memorizaba cada una de sus respuestas frente a los periodistas y los conductores de televisión.

El material en Internet era muchísimo: Charly enojado a la salida de un show, Charly nadando en la pileta a la que se arrojó, Charly deambulando furioso por una avenida mientras insulta a un periodista… 

[Imanol]: Y yo hice una cosa muy tonta que fue un poco forjar mi personalidad basándome en mi ídolo y yo trataba de parecerme a él, a como dé lugar. Entonces todo el tiempo trataba como de tener respuestas rápidas, latiguillos, comentarios irónicos. Ser como verborrágico y sobre todo entrenar esto de la respuesta rápida, que para mí es como una cosa muy de Charly…

[Soundbite archivo]

[Charly]: ¿Sabes lo que es helarte?

[Lanata]: No, vos?

[Charly]: Sí, cagarte de frío.

[Lanata]: No, no es solo eso…

[Charly]: Pffffff ay, ay, ay..

[Imanol]: Para mí Charly era como una especie de manual de supervivencia. Y había algo de su personalidad rabiosa y frenética y elocuente y ácida que yo todo el tiempo trataba de copiar porque no quería ser en el colegio la mariquita débil a la que le podían hacer bullying. Yo, en todo caso, era la mariquita, aguerrida, rockera que escuchaba a Charly García. Era mal llevado y yo era mal llevado porque quería ser como él.

[Emilia]: A los 18 años, cuando terminó el colegio, Ima se mudó a Buenos Aires para estudiar periodismo. Era el 2013 y Charly estaba pasando un momento más tranquilo. Después de una década entrando y saliendo de clínicas de rehabilitación, preparaba un concierto en el Teatro Colón, el más importante de Argentina, un lugar dedicado al ballet y la música clásica. 

Ima intentó ir a ese concierto. Hizo durante horas la fila en la puerta del teatro y cuando llegó a la boletería solo quedaban los tickets más caros, a unos 370 dólares de la época.  No podía pagar eso.

Pero aunque no pudo estar ahí, sí aprovechó para leer, mirar, escuchar, absorber todo el material periodístico que se generó a partir del show. Entrevistas a Charly en la tele, en los diarios, en la radio. Sabía todo de él. O eso creía. Porque por esa misma época, en una biografía que le regaló un amigo, encontró una anécdota sobre su infancia que no conocía.  

[Imanol]: Cuando Charly era muy chiquito, sus papás se van de viaje a Europa como si te dijera un mes, dos meses. El niño queda abandonado o él interpreta que queda abandonado a los siete años. Entonces, ¿qué le pasa? Le agarra vitíligo en la cara. Entonces. El bigote bicolor de Charly… no es que Charly se puso tintura durante 50 años…

[Emilia]: Sino que tiene desde abajo de la nariz hacia el cachete, una gran mancha blanca. Esa coincidencia entre ellos, aunque fuera minúscula, lo volvió loco. 

[Imanol]: Yo ahí como que flasheé porque de repente Charly había tenido en el mismo momento que a mí, le salieron manchas por un trauma similar, que es creer que tus padres te abandonan y él durante mucho tiempo le dio mucha vergüenza esa mancha que tenía hasta que lo termina usando como a su favor, ¿no? Y de alguna manera convierte el bigote bicolor como en una suerte de ícono, como de marca identitaria y hace esta canción, que está en Clics Modernos. Bancate ese defecto…

[Emilia]: Ese dato, el de la canción,  Ima lo leyó en una entrevista que le hicieron a Charly en el diario Clarín. Ahí, cuando el periodista Alfredo Rosso le preguntó en qué se había inspirado para componerla, Charly dijo: Y mirá…Yo tengo un defecto: vitiligo; cuando era chico tenía la mitad de la cara casi blanca. Ahora me quedó el bigote. No me animaba a usarlo, hasta que un día me miré al espejo y dije: “loco, bancate ese defecto ”. Hay que usar el defecto a favor de uno”.

[Imanol]: Era una coincidencia mega tonta, pero me sentí como altamente representado y muy identificado por lo que decía.

[Emilia]: Sin esperarlo, Charly llegaba a rescatarlo una vez más. 

[Imanol]:  Y dije, Che, todo este pudor que a mí me dio. Tendría que usarlo como una cosa exótica. Como estás a punto de acostarte conmigo, que no solo soy genial, sino que tengo el pito de dos colores.

[Emilia]: Después de un tiempo, para Ima las manchas se convirtieron en una especie de tatuaje viejo: algo que está ahí, que alguna vez le importó, y que hoy, la mayor parte del tiempo, ni recuerda que existen. 

[Imanol]: Es como que ya me las olvidé. No sé cómo explicarlo. Creo que me encontré a mí mismo. Entonces tampoco quiero copiar a Charly. Como que ya soy yo ahora.

[Daniel]: Intentamos contactar a Charly García para esta historia pero no tuvimos respuesta. 

Emilia Erbetta es productora de Radio Ambulante y vive en Buenos Aires. Esta historia fue editada por Camila Segura. Bruno Scelza hizo la verificación de datos. El diseño es de Andrés Azpiri, con música de Rémy Lozano, Ana Tuirán y Andrés. 

El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Adriana Bernal, Aneris Casassus, Diego Corzo, Camilo Jiménez Santofimio, Germán Montoya, Samantha Proaño, Natalia Ramírez, Lina Rincón, David Trujillo, Elsa Liliana Ulloa, y Luis Fernando Vargas.

Carolina Guerrero es la CEO. 

Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.

Si te gustó este episodio y quieres que sigamos haciendo periodismo independiente sobre América Latina, apóyanos a través de Deambulantes, nuestro programa de membresías. Visita radioambulante.org/donar y ayúdanos a seguir narrando la región.

Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

Créditos

PRODUCCIÓN
Emilia Erbetta


EDICIÓN
Camila Segura


VERIFICACIÓN DE DATOS
Gabriel Narváez


DISEÑO DE SONIDO 
Andrés Azpiri


MÚSICA
Andrés Azpiri, Rémy Lozano y Ana Tuirán


ILUSTRACIÓN
María Luque


PAÍS
Argentina


TEMPORADA 15
Episodio 11


PUBLICADO EL
12/09/2025

Comments