La red de la calle | Transcripción
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[Daniel Alarcón]: Hola, Ambulante. En las últimas tres semanas, durante nuestra campaña de recaudación de fondos, más de 500 personas nos donaron y no podríamos estar más agradecidos por el apoyo y los mensajes de aprecio que hemos recibido de parte de nuestra comunidad.
Hemos llegado al último episodio de esta temporada de Radio Ambulante, pero recuerda que regresamos en septiembre, usaremos este receso para investigar y producir más historias para ti. Las historias que escucharás en nuestra temporada 13. Y claro, con mis colegas de El hilo seguiremos cada semana explicándote a profundidad las noticias más importantes de América Latina.
Por eso, antes de terminar, quisiera recordarte que el reto de financiar el periodismo que hacemos sigue vigente y que siempre puedes apoyarnos con una donación para ayudarnos a garantizar la sostenibilidad de ambos podcasts. En RadioAmbulante.org/donar puedes unirte a nuestro programa de membresías y contribuir con lo que te sea posible. Toda ayuda, sin importar el monto, es infinitamente importante para nosotros. Recuerda: radioambulante.org/donar. ¡Mil gracias!
Esto es Radio Ambulante desde NPR. Soy Daniel Alarcón.
Ok, es bastante probable que para escuchar este episodio estés usando los datos móviles de tu celular, o que tu computadora esté conectada a una red de WiFi en algún lugar del mundo.
Y lo más probable es que no te preguntes mucho cómo funciona toda esa tecnología que permite que hoy nos estés escuchando. Mientras haya buena señal, todo bien, ¿no? Lo que quiero decir es que para muchos de nosotros, estar conectados se ha vuelto algo tan cotidiano que a veces es difícil imaginar un mundo… desconectado.
Pues bien, la historia de hoy nos lleva a Cuba. Allí, durante los últimos 30 años, acceder a muchas de las tecnologías que hoy nos permiten comunicarnos ha sido mucho más difícil que en otros países de América Latina.
Hay varias razones que explican esto: la crisis económica que afectó a Cuba después de la caída de la Unión Soviética en 1991; el embargo estadounidense que durante años impidió la importación de aparatos electrónicos a la isla; y también las restricciones del régimen cubano a las nuevas tecnologías de la información y la comunicación.
Así, a partir de los años 90, mientras el resto del mundo se iba conectando cada vez más, los cubanos se fueron quedando atrás.
[Ernesto de Armas]: Básicamente era un mundo a-tecnológico, un mundo analógico.
[Daniel]: Él es Ernesto de Armas. Nació en 1995 en La Habana. O sea, es un cubano millennial. Y cuando dice que la Cuba de su infancia era un mundo a-tecnológico, no está exagerando. Entre el 2002 y el 2008, comprar una computadora para uso personal era ilegal.
[Ernesto]: O sea, era, era impensable ver un computador en una… en una tienda.
[Daniel]: Solo las empresas con permiso del gobierno y los extranjeros podían tenerlas. Si eras un cubano común y corriente, tenías que encontrarlas en otros lados, como en el mercado negro, o a través de algún conocido extranjero Y eso fue lo que le pasó a Ernesto. Por ahí en el 2003, cuando tenía como 8 años, unos amigos españoles de la familia le enseñaron una computadora por primera vez. Y hubo algo en particular que llamó su atención: los videojuegos.
[Ernesto]: Había uno de ellos que recuerdo que le gustaba jugar…
Y no se me olvida, tenía un juego…
[SOUNDBITE ARCHIVO MONKEY ISLAND]:
You win! Give me your treasure!
[Ernesto]… Que todavía me gusta mucho que se llamaba Monkey Island. Y yo recuerdo que me pasaba horas a veces viéndolo jugar.
[Daniel]: Ernesto estaba tan maravillado con los videojuegos, que los españoles le regalaron esa computadora. Y así pasó los siguientes años… explorando los mundos de fantasía medieval de Warcraft III y los barrios de Grand Theft Auto. La mayoría de los juegos eran copias piratas que otros amigos le daban, porque, en Cuba, acceder a los originales era casi imposible. Además por entonces sólo había Internet en oficinas gubernamentales y en algunos centros de trabajo y de educación. O sea, ni hablar de tener señal en casa.
[Ernesto]: Para mí era impensable en aquellos años que dos personas a kilómetros de distancia pudieran establecer una conexión entre ellos y jugar juntos.
[Daniel]: Por eso se sorprendió tanto cuando un día, ya en la preparatoria, alrededor del 2012, un amigo le habló sobre la red.
[Ernesto]: Y yo me quedé “¿cómo que en la red?”. Dice “sí, en la red, en la red de La Habana, la red de la calle.” Y yo no sabía de qué me estaba hablando.
[Daniel]: La red de la calle. Una red en la que, sin necesidad de internet, Ernesto podía conectarse con su computadora para jugar con gente de toda La Habana.
[Ernesto]: Y yo me quedé loco, o sea, me quedé frío. Dije “esto qué es, ¿viste? ¿Qué hay que hacer para… para entrar acá?”
[Daniel]: Pero unirse a la red no era sencillo. El equipo necesario era caro y difícil de encontrar. Además había que tener conocimientos en tecnología que, a los 17 años, Ernesto no tenía.
[Ernesto]: Tienes que saber cómo funcionan las redes, qué es una puerta de enlace, qué es una máscara de subred, qué es una dirección DNS, tienes que saber que es una IP, una IP física, cómo funcionan los repetidores, cómo funcionan los switches, cómo se hacen conexiones de cableado ethernet, el tipo de cable que necesitas…
[Daniel]: O sea… como si te hablaran en otro idioma. Por si fuera poco, Ernesto no conocía a ningún administrador de la red, a nadie que le pudiera dar acceso desde su barrio. Por más que quisiera no podía conectarse… Pasaron unos cinco años. Ernesto encontró trabajo en una agencia de viajes francesa, pudo ahorrar suficiente dinero y también se mudó a una zona de La Habana donde conoció a un administrador local de la red. Él le dio todas las instrucciones para conectarse. Era agosto del 2017 y Ernesto se puso manos a la obra. Primero…
[Ernesto]: Necesitaba un cable de red de 100 metros, no era cualquier cable de red.
[Daniel]:Por suerte ahí estaba el mercado negro cubano.
[Ernesto]: Y creo que me costó como 60 dólares o algo por el estilo. O sea, no fue barato.
[Daniel]: Ernesto debía conectar el cable desde su computadora hasta un switch, o sea un puerto de conexión a la red que estaba en el apartamento del administrador local, en un edificio vecino. Así que con ayuda de un amigo, Ernesto comenzó a extender esos 100 metros de cable.
[Ernesto]: Recuerdo que tuvimos que pasar el cable desde mi habitación por encima de la pared. Tuvimos que abrir un hueco, perforar un hueco en la pared, pasarlo hacia la cocina. Por la cocina lo sacamos por una ventana hasta la azotea. Lo subimos por toda la azotea, lo pasamos a la vecina de al lado que recuerdo que tuvimos que bajar a hablar con ella, explicarle qué estábamos haciendo, ella se asustó, “¿Un cable en mi casa? ¿Pero esto qué cosa es?”. Nosotros le dijimos “No, mire señora es que nos queremos conectar a la red.” “¿Pero qué es la red?” Entonces imagínese usted una señora de 70 años explicarle qué era la red era imposible.
[Daniel]: Pero la señora confió en ellos. Así que pasaron el cable por la azotea y de ahí, con ayuda de un palo largo, tuvieron que tirar el cable por encima de un tendido eléctrico hasta la ventana de la casa del amigo, que vivía en la esquina contraria.
[Ernesto]: Y entonces ese amigo, una vez que le pusimos el cable en su casa, igual tuvo que perforar una parte de su ventana con un taladro, pasarle el cable por ahí, llevarlo hasta la sala, tirarlo por un hueco que tenía en el edificio como un conducto de ventilación en el edificio donde él vivía. Por ahí tiramos el cable y lo bajamos hasta la casa del que era el administrador local…
[Daniel]: El administrador insertó el cable en el switch.
[Ernesto]: Y ahí fue cuando tuvimos conexión a SNet.
[Daniel]: La SNet. La Street Network, la red de la calle. Una telaraña de computadoras, cables y antenas que, desde inicios de los años 2000, fue creciendo por toda La Habana y que para el 2017 llegó a conectar a por lo menos 20 mil personas en la ciudad. Lo que Ernesto encontró ahí fue mucho más que una sala de videojuegos. En una época en la que muy pocas personas en Cuba tenían acceso a internet, la SNet se convirtió en una alternativa para miles de cubanos que buscaban nuevas formas de informarse y comunicarse.
[Ernesto]: Yo creo que SNet fue no solo necesario, sino que además fue una revolución, una pequeña revolución dentro del pensamiento de una generación completa de cubanos.
[Daniel]: La SNet era una de las pocas cosas que le pertenecía a los cubanos. Era autónoma, orgullosa y, en sus mejores épocas, muy unida. O al menos eso parecía.
Una pausa y volvemos.
[Daniel]: Hola, ambulantes. Queremos pedirles su ayuda. Si tienen alguna historia que crean que se podría contar en Radio Ambulante… escríbannos. Estamos buscando historias divertidas, extrañas, conmovedoras… Historias que nos sorprendan. No tienen que ser periodistas para proponernos una historia. Quizá sea una historia familiar, algo personal, una serie de eventos insólitos que pudieron presenciar, que años después les siguen marcando. Toda idea es bienvenida, y nos ayuda a conocer mejor a nuestra región.
Nos interesa mucho escuchar de nuestros oyentes en lugares como Paraguay, Nicaragua y Bolivia. Países que nos gustaría cubrir más.
Si tienen una idea que nos quieran contar, pueden enviarnos un correo a [email protected]. Repito: [email protected]
[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Nuestro productor Pablo Argüelles nos trae la historia.
[Pablo Argüelles]: Ernesto se conectó a la SNet en 2017, cuando la red estaba en su apogeo, y más adelante volveremos a escucharlo. Pero la red no nació de la noche a la mañana. Así que retrocedamos en el tiempo para conocer a uno de sus fundadores.
[Da Vinci]: Me llamo Ángel Esteban Díaz Díaz. Tengo 51 años.
[Pablo]: Ángel alcanzó la mayoría de edad en los noventa, una época que no fue nada fácil en Cuba. A finales de 1991 la Unión Soviética cayó y la isla se quedó sin su principal aliado económico.
[Da Vinci]: Fue un período dificilísimo. El país sin petróleo, apagones programados. Le decían jocosamente que eran alumbrones programados porque te daban corriente cuatro o seis horas al día, nada más.
[Pablo]: Había racionamientos de agua, de gas y la comida escaseaba. A los 20 años, Ángel tuvo que abandonar los estudios para ayudar a su madre soltera y a sus tres hermanos menores. Hizo de todo. Cultivar maíz, criar cerditos y hasta meterse al mar de noche para pescar con arpón en cuevas submarinas. Y además, Ángel pintaba coches en su casa. Era tan bueno que uno de sus clientes habituales le puso un apodo que sería importante años después.
[Da Vinci]: Y él me decía Da Vinci.
[Pablo]: Da Vinci, como Leonardo da Vinci.
[Da Vinci]: Por los trabajos lindos que le hacía, ¿no? En la moto. Diferentes colores… en fin.
[Pablo]: Con los años a Ángel le empezó a ir mejor. Además de tener su taller de pintura, en 1994 consiguió trabajo en la empresa estatal de transporte turístico. Allí pintaba autobuses, o como dicen en Cuba, guaguas. Y fue ahí donde Ángel tuvo su primer contacto con un objeto que hasta entonces solo había visto en películas y fotografías: una computadora de escritorio. Fue un encuentro extraño. Ángel había criado cerditos, pescado barracudas con arpón y pintado guaguas inmensas…
[Da Vinci]: Pero sentarme y tocar un mouse en la mano, eso nunca lo había hecho yo.
[Pablo]: Así que al principio, se sentía un poco torpe con esa máquina tan sensible. Se le olvidaba para qué funcionaban tantos botones. Pero el encuentro cuajó.
[Da Vinci]: En los horarios de almuerzo me sentaba a jugar la bolita que hay en la computadora, cositas, jueguitos de esos que normalmente viene con el Windows.
[Pablo]: Le gustó tanto que decidió que quería una computadora solo para él. Pero ya sabemos que, en Cuba, eso no era nada fácil. Así que pasaron unos diez años hasta que, finalmente, por ahí del 2006, logró conseguir la suya.
[Da Vinci]: Era un Pentium 4 con monitor… aquí se le dice culón.
[Pablo]: Culón. O sea de esas computadoras antiguas que tenían unos monitores grandotes… nada delgados como los de hoy. Ángel la compró de segunda mano a un amigo. Y por lo que he escuchado esto era bastante común en Cuba. Las computadoras eran en su mayoría de segunda mano, compradas a extranjeros, robadas a turistas o metidas al país de contrabando, desarmadas. Y por eso muchas había que construirlas. Encontrabas el microprocesador, la memoria y el disco duro por aquí; y el chasis, el monitor, el mouse y el teclado por allá… Y las piezas no eran baratas.
[Da Vinci]: Si una cosa te costaba 100 dólares en Estados Unidos o en México, aquí te lo duplicaban el precio. Era algo bastante lujoso tener una computadora.
[Pablo]: En total, Ángel gastó unos 300 dólares en su primera computadora. Casi una millonada considerando que, para ese momento, el salario mínimo mensual eran unos 9 dólares.
[Da Vinci]: De eso sí me acuerdo porque reunir 300 dólares americanos aquí en Cuba, en ese momento, era… complicadísimo.
[Pablo]: Pero no le importó. Tenía ahorros de sus dos trabajos y esto era una inversión. Usaría la computadora como una herramienta en su taller de pintura, y también para entretenerse. De hecho, poco después, un amigo del barrio le dio por USB la copia de un videojuego llamado FarCry. Y bueno, Ángel quedó enganchado…
[Da Vinci]: Te hipnotizas que pierdes la esencia del tiempo. Lo pierdes todo. Fanatismo total.
[Pablo]: Las computadoras y los videojuegos le dieron a Ángel una nueva realidad, muy distinta de la que encontraba afuera, en la calle. Y este descubrimiento no fue sólo para él. Desde inicios de la década de los 2000, muchísimas otras personas en toda La Habana comenzaban a entrar en contacto con las computadoras y los videojuegos. Y más allá de los retos de la prohibición, la escasez y el contrabando, todos esos gamers primerizos se encontraban con un problema crítico: después de horas, días y semanas jugando, se volvía aburridísimo ganarle una y otra vez a la computadora.
[Da Vinci]: Contra la PC es mucho más fácil, aunque pongas en la dificultad máxima. Siempre es más fácil que jugar contra otra persona que piensa igual que tú.
[Pablo]: Y si hay algo que he aprendido produciendo esta historia es que los gamers son muy competitivos. Siempre están buscando nuevos contrincantes. No extraña entonces que, dos o tres meses después de comprar su computadora, Ángel recibiera una propuesta de un vecino.
[Da Vinci]: Ángel, tienes un patio cementado ¿Por qué no traemos amigos y nos ponemos a jugar?
[Pablo]: El plan era una fiesta de videojuegos: que cada quien trajera su computadora y se conectaran con cables para crear algo así como una mini-red local y jugar en tiempo real. Su amigo le siguió explicando…
[Da Vinci]: “Y ya por ahí podemos jugar la opción multiplayer. Y ahí es todo más difícil porque eres tú contra mí, no tú contra la PC”.
[Pablo]: Estas fiestas se llaman en todo el mundo LAN Parties. LAN es el acrónimo de Local Area Network, o sea una red de área local, independiente, sin necesidad de conexión a internet. Y según muchos me dijeron son divertidísimas.
[Da Vinci]: Imagínese usted horas y horas tirándonos tiros. Cuatro o cinco personas nada más.
[Pablo]: Pero organizar una LAN Party en Cuba hace veinte años era riesgoso. Reunirse en un solo lugar para jugar implicaba transportar por toda la ciudad esas computadoras mastodónticas. Y esto era un problema porque recordemos que entre el 2002 y el 2008 sólo los extranjeros y las empresas con permiso del gobierno podían tener computadoras para uso privado. Entonces ir por la calle con una computadora grandota … era muy común que te la decomisara la policía.
[Da Vinci]: Entonces uno para transportar la computadora tenía que pedirle a un amigo que tuviese un carro pa’ que con mucho cuidado esconderla dentro del carro y aquello parecía que estabas traficando droga.
[Pablo]: Estaba claro que las LAN Parties no eran la forma más conveniente para conectarse y jugar. Pero, en ese momento parecía ser la única opción… Hasta que a algún gamer en La Habana se le ocurrió la siguiente idea: “Ok. Está prohibido tener computadoras. Pero… no hay ninguna ley que nos impida tender cables. ¿Por qué no creamos entonces una red LAN mucho más grande, tendiendo cables ya no solo en el patio de la casa, sino en la cuadra entera, y así nos ahorramos la molestia de que la policía nos decomise las computadoras?”
Así que, alrededor del 2005 o 2006 guiados por ese impulso competitivo de encontrar más y más contrincantes, los gamers de La Habana comenzaron a tirar cables en distintos barrios de la ciudad.
[Da Vinci]: Una tendedera que tiras de una casa a la otra, de una casa a la otra, de una casa a la otra. Y así hacen manzanas enteras. Cientos de usuarios conectados por cable.
[Pablo]: Y no había obstáculo que los gamers no superaran: avenidas anchas, tendidos eléctricos de alta tensión, vecinos escépticos… La conexión era un juego en sí mismo.
Pero había un reto insuperable: conectarse por cable era viable dentro de un radio de aproximadamente 100 metros. Con cables más largos se perdía demasiada velocidad de conexión. Es decir, ir más allá de la manzana era imposible. Y para Ángel este fue el principal problema. Él vivía en las afueras de la ciudad, al oeste de La Habana, a unos metros del mar. Y allí las distancias entre las casas pueden ser muy grandes. Conectarse con sus vecinos por cable sencillamente no era una opción. Hasta que a principios de 2007, el mismo amigo que le había sugerido hacer los LAN Party en el patio de su casa le marcó por teléfono y le dijo:
[Da Vinci]: “Oye, estoy creando una red inalámbrica.”
[Pablo]: Ángel no entendió nada.
[Da Vinci]: “¿Pero cómo es eso?”
[Pablo]: ¿Una red inalámbrica?
[Da Vinci]: “Sí Ángel, son unos equipitos WiFi…”
[Pablo]: Su amigo le explicó que unos aparatos llamados equipos WiFi hacían lo inimaginable: podían conectar a las computadoras entre ellas sin usar cables. Ahora… una aclaración: sé que muchos cuando escuchamos WiFi pensamos en Internet automáticamente. Pero en este caso no estaban usando estos aparatos para conectarse a Internet. El amigo quería conectarse desde su barrio con una red local a unos cinco kilómetros de distancia. Pero eso era demasiado lejos. Necesitaban un lugar intermedio que sirviera como enlace entre los equipos WiFi. Un lugar bien ubicado, sin obstrucciones geográficas como montes, árboles o edificios. Y la casa de Ángel, a apenas cinco metros del mar, era ese punto. Su amigo le dijo:
[Da Vinci]: La idea es que tú que estás en el medio, poner un mástil en tu techo y poner equipo para que tú sirvas de puente y así ya te conectas.
[Pablo]: Esta era la oportunidad que Ángel estaba esperando. Así que tomó unos cuantos tubos de metal y los soldó hasta tener un mástil.
[Da Vinci]: ¡Larguísimo que veía pa’rriba que tenía casi 15 metros! ¡Una cosa que temblaba allá arriba!
[Pablo]: Con ayuda de su amigo, Ángel puso en la punta de ese mástil el aparato WiFi. Era una cajita blanca que comenzaron a mover milímetro a milímetro, a la derecha, a la derecha, más a la izquierda, a la izquierda, arriba, arriba, más abajo, abajo, arriba, arriba… Mientras, abajo en la casa, una persona que estaba frente a la computadora veía si se alcanzaba a captar la señal de las dos redes.
[Da Vinci]: ¡Oye, sí, se ve, se ve! ¡Quizás no con la mejor señal, pero se ve!
[Pablo]: Lo que se veía eran los nombres de las redes. Después, para comenzar a comunicarse con esas redes, instalaron un programa de mensajería.
[Da Vinci]: Y entonces cuando él me instala eso me dice “¿Qué nombre vas a tener?” Yo me llamo Ángel. Me dice “No, no, no, en las redes se usa un sobrenombre.”
[Pablo]: Y Ángel ya tenía uno.
[Da Vinci]: Desde el primer día, desde el primer minuto, yo siempre me llamé Da Vinci.
[Pablo]: Y desde ese día, Ángel, –bueno, Da Vinci– y su familia se unieron a las dos redes vecinas. La señal era un poco lenta…
[Da Vinci]: Pero ya estábamos conectados. Imagínese usted ver conectado WiFi a una persona y conversar con él. Para aquello era una novedad increíble. Brincos yo daba.
[Pablo]: No es que Da Vinci estuviera conectado a toda La Habana. Y mucho menos al internet. Lo que podía era chatear y jugar con los usuarios de las dos redes vecinas. No eran más de 50 personas. Pero esto estaba pasando en otras partes de La Habana, se estaba corriendo la voz sobre estas redes inalámbricas que empezaban a conectar a distintos barrios entre sí. Cuando Da Vinci escaneaba el cielo desde su techo con la antena WiFi…
[Da Vinci]: Veías nombres de otras redes con una potencia, una señal muy bajita, muy bajita, muy bajita, que no permitía conectarte. Pero la veías. Existía.
[Pablo]: En su computadora veía los nombres de esas redes: El Vedado, Playa, La Lisa. Los nombres reflejaban las ubicaciones geográficas de las redes, y también sus identidades. Por ejemplo, a la red que Da Vinci ayudó a construir en el techo de su casa le pusieron RoG, el acrónimo de Republic of Gamers, la República de los Gamers.
Y esas redes se iban organizando de acuerdo a sus propias necesidades. La escasez las había forzado desde el comienzo a trabajar con lo que tenían a la mano. Podría decirse que cada red era una suma de inventos maravillosos. Y quizás uno de los más extraordinarios eran las antenas con las que se conectaban por aquellos años. Les decían antenas criollas y estaban hechas a mano, con más entusiasmo que conocimiento y con toda clase de objetos metálicos: algunas hasta con latas de refresco, cilindros de papas fritas, ganchos de ropa o bandejas de cocina… Lo cual implicaba que no eran tan confiables y que también eran bastante vulnerables al clima y a las tormentas del Caribe. Pero para los creadores de las redes estas imperfecciones eran secundarias. Lo importante era siempre conectar a más y más y más personas.
[Da Vinci]: Al principio eran personas gamers, jugadores nada más. Era juego, juego y juego.
[Pablo]: Pero luego…
[Da Vinci]: Ya en la red empezaron a entrar todo tipo de personas.
[Pablo]: Alrededor del 2010, RoG tenía conectados a cerca de 700 usuarios del oeste de La Habana. Y ya no solamente jugaban Warcraft o Call of Duty, sino que también compartían archivos y hablaban a través de chats de voz. Por ese entonces Da Vinci había sustituido el mástil en el techo de su casa por una torre de unos treinta metros, mucho más estable, y en uno de sus cuartos tenía miles de dólares en equipos. Todo se pagaba con colectas entre los usuarios de la red y Da Vinci se había convertido en el líder de RoG.
[Da Vinci]: Ya todo se hacía contando conmigo. Yo era el que daba los mejores consejos, yo era el que mantenía una disciplina, un respeto.
[Pablo]: Todo esto era necesario no solamente para garantizar una buena convivencia dentro de la red, sino también para no llamar la atención del gobierno. Porque en realidad las redes se estaban expandiendo en una especie de vacío legal. No estaban prohibidas, pero tampoco permitidas. La ley que hasta entonces regulaba el uso del espectro radioeléctrico en Cuba era de 1992 y ni siquiera contemplaba la existencia de las redes inalámbricas conectadas vía WiFi.
[Da Vinci]: Y cuando las redes empezaron a crecer en Cuba, ya el Estado empezó a interferir en eso.
[Pablo]: Algunos inspectores del gobierno comenzaron a visitar a los que tuvieran antenas sospechosas en sus techos, como Da Vinci.
[Da Vinci]: Llegaban y te ponían una multa. Volvían otra multa, una tercera multa…
[Pablo]: Hasta que un día, las cosas empeoraron.
[Da Vinci]: A mí se me tiró la policía aquí. Y me decomisaron todo. Las dos computadoras. Todos los equipos de WiFi que yo tenía arriba. Eran como cinco o seis…
[Pablo]: Y hasta los cables. En total, unos dos mil dólares perdidos. La red RoG quedó desmantelada y Da Vinci tuvo que salir a la calle a hacer una colecta entre sus usuarios. Con ese dinero y el suyo compró en el mercado negro todos los equipos necesarios para armar de nuevo RoG.
[Da Vinci]: No pasó ni una semana que volvimos a armar la red completa.
[Pablo]: Esto era algo que ocurría bastante. Era como si por cada red que el gobierno desmantelaba… aparecían dos, cuatro, ocho más. Llegó un momento en el que el gobierno no tuvo otra opción más que dar un paso atrás y observar cómo las redes crecían.
[Pablo]: Por el 2014, cientos de ellas conectaban localidades por toda La Habana. Mientras tanto, el contrabando constante a Cuba de antenas cada vez más potentes estaba facilitando la conexión ya no solo entre manzanas, barrios y localidades, sino ahora también entre municipios. A inicios de ese año, Da Vinci recibió una llamada del administrador de una red del centro de La Habana. Le dijo:
[Da Vinci]: “Vamos a unir las redes, compadre. Al final, mientras más personas seamos, más nos divertimos.”
[Pablo]: El hombre lo invitó a unas reuniones que los administradores de distintas redes de la ciudad hacían en un parque. Eran especies de asambleas que empezaron siendo bastante caóticas.
[Da Vinci]: Imagínese usted, una reunión en un parque de 200, 300 personas. Todo mundo dando su criterio.
[Pablo]: Dando su criterio sobre cómo unir las redes en una gran red metropolitana. Era difícil que se pusieran de acuerdo porque cada una tenía su forma de organizarse y de conectarse. Era como si hablaran distintos idiomas. Y desde un punto de vista técnico, esto hacía que las conexiones no fueran tan estables, que fueran lentas y tuvieran ruido, interferencia. Si todas esas redes locales querían convertirse en una sola red metropolitana, había que poner orden a nivel técnico y administrativo.
Después de varias discusiones, se decidió que todas las redes de La Habana se articularían alrededor de 9 redes principales, rebautizadas como pilares. RoG, la red que Da Vinci construyó en su casa, sería uno de esos pilares. Los ocho restantes se llamaban GNTK, Imperivm, Playa, Wifinet, Cerro Cerrado, Habana.Net, Comunidad Sur y Habana del Este.
Los pilares serían los encargados de canalizar el tráfico de los usuarios de una red a otra. Por ejemplo, un usuario que viviera en el oeste de La Habana, cerca de casa de Da Vinci, se conectaría al pilar RoG, y a través de ese pilar podría conectarse de manera automática al resto de los pilares de la ciudad. Era un sistema ordenado y funcionaba.
[Da Vinci]: Automáticamente la red coge una calidad abismal porque ya no había ruido. Todo estaba organizado en las frecuencias, en los canales, en la potencia.
[Pablo]: Ahora… estas eran las soluciones técnicas. Pero para arreglar el caos de las asambleas, se decidió que a ellas acudirían solamente tres representantes de cada uno de los 9 pilares: uno como organizador general y dos como técnicos. Da Vinci se convirtió en el organizador general de RoG. Es decir, representaba al grupo de redes pequeñas de su localidad, y a sus usuarios.
[Da Vinci]: Todos ponían su granito de arena para que esto funcionara.
[Pablo]: Con este sistema de representación, las asambleas se volvieron mucho más eficientes. Tomar decisiones era mucho más rápido, por consenso. Y una de las más importantes fue la de instaurar un aporte de un dólar mensual por usuario. Este dinero se usaría para mantener la infraestructura de la red.
[Da Vinci]: Para mejorarla todos los días, porque ahora tú entras y ocupas un espacio de ancho de banda que hay que seguir mejorando los equipos para poder aceptar a otras personas.
[Pablo]: El crecimiento de la red también obligó a la asamblea a crear un código de reglas y sanciones: no dañar la infraestructura de la red, no hackear servicios, no hacer spam, no distribuir pornografía, no vender drogas y no publicar contenido discriminatorio. Pero también había otro tipo de reglas: no retransmitir servicios de telecomunicaciones del Estado, no utilizar la red para fines de lucro y sobre todo no hablar de política. Porque lo que menos querían los organizadores era darle algún pretexto al gobierno para que desmantelara la red.
[Da Vinci]: Nosotros sabíamos… por experiencia ya, que si quitabas el tema de la política, ya teníamos 50% de ventaja. Ni a favor ni en contra.
[Pablo]: En un país tan politizado como Cuba, la red sería para todos, ni revolucionaria ni contrarrevolucionaria. Neutral. Y justo por esto también se decidió que ella se llamaría SNet, la Street Network, la red de la calle.
Alrededor del 2017, la SNet tenía cerca de 20 mil usuarios en toda La Habana. Era una de las redes sin conexión a Internet más grandes del mundo.
Y estos son algunos de sus usuarios.
[Carlos]: Me uní a la SNet sobre el 2014.
[Melanie]: Finales del 2015 o principios del 2016.
[Julia]: Y ya, a partir de ahí me quedé enganchada…
[Nessa]: Uno se levantaba y ni siquiera habías salido del cuarto a desayunar y lo que hacías era encender la computadora, la laptop, y SNet.
[Pablo]: La SNet era un universo por explorar. Y la puerta de entrada era un programa llamado TeamSpeak.
[Fer]: Que era un programa con el cual tú podías chatear y video vocear.
[Pablo]: TeamSpeak era como el Whatsapp o el teléfono de la SNet, y por eso uno de los servicios más populares. Porque con él mucha gente de La Habana estaba a un click de distancia. Sin necesidad de tener línea telefónica o conexión a internet podías hacer algo que hasta entonces había sido muy difícil para el cubano de a pie: hablar de forma ilimitada y económica con gente de casi toda la ciudad.
[Darielys]: Ahí conocí miles de personas, miles miles de personas, casi todo mi círculo de amistades, casi todas las personas que conozco, las conocí ahí.
[Pablo]: También había bibliotecas digitales con millones de títulos, copias actualizadas de Wikipedia, sitios de compraventa de artículos de segunda mano y servicios de transferencia de archivos.
[Tricia]: Era un repositorio donde se podían descargar totalmente gratis películas, música, juegos, novelas, libros.
[Pablo]: Todos pirata, por supuesto. De hecho, muchos juegos y servicios eran así. Las pocas personas que tenían acceso a internet en sus oficinas o sus universidades bajaban los programas y luego subían las copias a la SNet, porque conseguir los originales era imposible. Y bueno, también había foros.
[Keyla]: Y era como el Facebook, por decirlo de alguna manera. Tú podías subir fotos, tenías tu perfil.
[Pablo]: Había hasta programas de radio que se transmitían a través de TeamSpeak.
[SOUNDBITE ARCHIVO]
[Radio Tico Madruga]: El programa que tanto esperas, Radio Tico Madruga, en su horario habitual de 11 de la noche hasta bien cerca de las 3 de la madrugada. [Suena verso de “Hasta que se seque el Malecón”]
[Pablo]: Pero la red también tenía un lado oscuro: pornografía, estafas, extorsión o acoso sexual, que en la red llamaban “tiburoneo”. Y además de esto, para algunos usuarios lo malo tenía que ver con una de las propias reglas de la SNet:
[Julia]: A ver, lo que menos me gustaba… creo que era la falta de libertad de expresión.
[Pablo]: No poder hablar de política. Pero para usuarios como la que acabamos de escuchar, ese silencio impuesto, la autocensura, era un precio que valía la pena pagar.
[Julia]: Para mí era preferible tener esa prohibición, pero mantener lo que teníamos, que era mucho más grande que eso.
[Pablo]: Porque a pesar de sus imperfecciones, la SNet se había convertido en el internet de La Habana. Y los habaneros eran sus dueños.
[Ernesto]: O sea, uno siente un enorme sentimiento de pertenencia a ese lugar.
[Pablo]: Él es Ernesto, al que escuchamos al inicio de esta historia… cuando hizo todos esos malabares para conectarse por primera vez a la red. Poco después de unirse en agosto de 2017, Ernesto formó con cuatro amigos un equipo para competir en los torneos del videojuego DOTA 2 que se organizaban en la SNet. Entrenaban todos los días, conectados desde distintos lugares de La Habana. Y decidieron llamarse Team Fortress.
[Ernesto]: No diría que éramos un tremendísimo equipo. Pero éramos… Éramos buenos.
[Pablo]: A inicios de noviembre de 2017, Team Fortress se estaba preparando para un torneo organizado por la Agrupación de Deportes Electrónicos de Cuba. El sábado 11 de noviembre, Ernesto acordó con el equipo que al día siguiente entrenarían temprano.
[Ernesto]: Yo me acuesto a dormir, me despierto…
[Pablo]: Se conectó a la SNet, abrió el juego de DOTA 2 y apareció un mensaje:
[Ernesto]: Y veo que me dice que no tiene conexión.
[Pablo]: Decía “Error de conexión” en la pantalla de inicio del juego. Al principio Ernesto no se asombró. Había veces que los enlaces de algunos pilares de la red y a sus servicios se iban por apagones o tormentas. Pero el resto de la SNet seguía funcionando. Para eso había sido diseñada.
[Ernesto]: Pero luego pasan las horas y veo que el servicio sigue caído y decido entrar a algún foro a chequear a ver si alguien había escrito algo al respecto, porque usualmente cuando se caía un servicio por mucho rato las personas empezaban a escribir, a preguntar que ¿qué está pasando, qué pasó, qué sucede? Y efectivamente veo un comunicado tremendo de parte de la administración diciendo que la red se había separado.
[Pablo]: Una pausa y volvemos.
[MIDROLL]
[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón. Antes de la pausa nos conectamos a la SNet, una red que creció por toda La Habana hasta conectar a miles de personas. La SNet era una red independiente, una de las más grandes del mundo. No estaba conectada al internet, no respondía ni a empresas de telecomunicaciones ni al gobierno cubano. Pero en noviembre de 2017, sus miles de usuarios amanecieron con una noticia inesperada: la red se había separado. Y a partir de ese momento, las cosas sólo empeorarían.
Nuestro productor Pablo Argüelles nos sigue contando.
[Pablo]: Los 9 pilares que sostenían a la SNet se habían separado en dos facciones. Los enlaces entre los dos bandos se habían cortado, los usuarios que vivían en un lado de la red ya no se podían conectar a los pilares del otro lado. Foros, chats y juegos quedaron vacíos. Familias, parejas y amigos ya no podían comunicarse… Era como si se hubiera levantado un muro invisible en La Habana de la noche a la mañana. Pero lo cierto es que desde hacía meses la red y sus organizadores se habían ido dividiendo.
[Jade]: Mira… El tema de la separación fue simple. Tiene 400 matices y 8000 historias para hacer cuatro telenovelas. Pero es simple.
[Pablo]: Él es Jade, uno de los arquitectos de la SNet y jefe técnico del pilar RoG.
[Jade]: SNet requería de una economía colaborativa.
[Pablo]: Recordemos: para funcionar, la red había empezado a cobrar un dólar al mes a los usuarios. Era un ingreso fundamental para mantener y mejorar toda la infraestructura.
[Jade]: Si tú no quieres ayudar, pues simplemente no formas parte de ella. Totalmente voluntario.
[Pablo]: En teoría, toda la estructura organizativa y administrativa de la red era así: voluntaria, colaborativa y sin ánimo de lucro. Lo social era más importante que lo económico, y justo por eso era común decir que la SNet le pertenecía a sus usuarios. Pero a medida que más y más personas se unían, la teoría empezó a chocar con la realidad. Este es Da Vinci de nuevo…
[Da Vinci]: Todo se volvió una hipocresía, todo se volvió un descontrol. Y empezaron los problemas, las discusiones, la ambición de tener más usuarios para ganar más dinero.
[Pablo]: Uno de los mayores problemas que empezó a tener la red es que no había transparencia y orden en sus finanzas. La recaudación del aporte de un dólar estaba en manos de los administradores locales; o sea, de las personas encargadas de conectar y desconectar a los usuarios. Y esto era un problema. Esos administradores tenían demasiado poder sobre la gente que se quería conectar y, según Jade…
[Jade]: El usuario promedio de SNet empezó ya a no verse como usuario sino como cliente.
[Pablo]: Y hay una gran diferencia entre usuario y cliente. El usuario… usa, muchas veces gratis. Pero al cliente siempre se le cobra por un servicio.
[Jade]: Los administradores empezaron a generar servicios extra, cobrados.
[Pablo]: Vendían contenido multimedia y también desarrollaban servicios privados.
[Jade]: Y para tú tener acceso a ese servidor mensualmente tendrías que aportar otra cantidad de dinero.
[Pablo]: Y entre esos servicios, había uno nuevo que por entonces comenzaba a expandirse en Cuba: ni más ni menos que el Internet como lo conocemos. En 2015, el gobierno cubano comenzó a habilitar hotspots de WiFi en distintos parques y plazas del país, incluyendo La Habana. Se les conocía como los Parques WiFi. Era la primera vez que las puertas del internet —Google, Facebook, Twitter— se abrían a los cubanos de a pie. Pero esas puertas todavía eran demasiado pequeñas. El área de cobertura de los Parques WiFi era muy limitada. Y como tanta gente trataba de conectarse la velocidad no era buena. Aparte de que no era gratis: necesitabas comprar una tarjetita rascable que por una hora de internet costaba 2 dólares, o sea casi la décima parte del salario promedio mensual en La Habana.
Fue ahí que algunos administradores locales de la SNet vieron una oportunidad de negocio. Apuntaban sus antenas hacia los parques WiFi para conectarse y cobrar por ese servicio dentro de la SNet. Era una movida atrevida porque lo que estaban haciendo era robarle internet al monopolio de telecomunicaciones del estado cubano. Según Jade y Da Vinci, esta clase de abusos se estaban cometiendo en varios pilares de la SNet. Y ellos no querían tener nada que ver con eso.
Pero esta es solo una parte de la historia.
[Juan]: A ver, déjame explicarte así por arriba: ¿Qué es lo que pasa?
[Pablo]: Él es Juan, fue organizador general del pilar Cerro, uno de los bandos opuestos al de RoG. Él me confirmó que en la red sí se estaban haciendo negocios de forma generalizada.
[Juan]: Todo el mundo lo hacía.
[Pablo]: Y Juan, así como Jade y Da Vinci, estaba preocupado por esto. Los intereses económicos estaban pudriendo a la SNet y poniéndola en la mira del gobierno cubano. Pero para Juan, el negocio más peligroso y atrevido dentro de la SNet no era el que hacían los administradores locales, sino el que querían crear Jade y Da Vinci.
[Juan]: Todos ellos trajeron una propuesta de un juego que ellos estaban jugando, que era el WoW.
[Pablo]: El WoW, World of Warcraft, uno de los juegos más populares y adictivos del mundo. Dentro de la SNet llegó a tener más de mil usuarios conectados a la vez. En cierto sentido, el WoW era la muestra de los logros de la SNet, pero también de sus contradicciones. Porque conforme la red crecía, los usuarios exigían más velocidad, más servicios, más juegos. Y todo esto le costaba mucho dinero a los pilares encargados de desarrollar esos servicios. Y para los organizadores del pilar RoG, se hizo evidente que el aporte de $1 ya no era suficiente. Si quería seguir creciendo, la SNet necesitaría nuevas formas de financiamiento. Este es Da Vinci:
[Da Vinci]: Y se nos ocurrió la idea de implementar una tienda para el World Of Warcraft.
[Pablo]: La tienda era para que los usuarios más fanáticos pudieran comprar accesorios para sus avatares: monturas para sus dragones, cascos, armaduras, ese tipo de cosas. Todo el dinero se usaría para mejorar la infraestructura de la red y, según sus creadores, no habría lucro de por medio.
Así que en agosto de 2017, Da Vinci y Jade presentaron la idea de la tienda a la asamblea de la SNet. Y varios de los organizadores generales se opusieron, entre ellos Juan:
[Juan]: No estábamos de acuerdo con que ese momento se hicieran ese tipo de negocios en la red, porque no queríamos que la policía nos fuera arriba.
[Pablo]: Según ellos, abrir una tienda, fuera cual fuera su propósito, pondría a la red en riesgo de ser acusada de enriquecimiento ilícito por el gobierno. Simplemente era demasiado peligroso. Después de más de dos horas de discusiones, la idea de la tienda se llevó a votación. Hubo un empate: 4 contra 4, y una abstención. Da Vinci no estaba contento.
[Da Vinci]: Esos cinco pilares me iban a denegar nada más que por llevarme la contraria. Nada más que por envidia.
[Pablo]: A esas alturas, las discusiones y las acusaciones entre organizadores se habían vuelto demasiado personales.
[Juan]: Da Vinci no te va a decir que lo que tenía era un negocio que era para él hacerse rico. Y Jade tampoco.
[Pablo]: Había tensiones demasiado complicadas para explicarlas aquí, resentimientos que venían de años de trabajar en un proyecto comunitario como la SNet. Lo cierto es que, en noviembre de 2017, tres meses después de la votación en contra de la tienda, llegó la gota que derramó el vaso. Un pilar acusó a otro pilar de robarle usuarios. El resto de los pilares entraron en la disputa. Se formaron dos bandos: los 4 pilares que habían estado a favor de la tienda, y los 4 que habían estado en contra, más el pilar que se abstuvo. O sea, 4 contra 5. Se pusieron ultimatums. Pero la imposibilidad de encontrar una solución llevó a que la noche del viernes 11 de noviembre Jade tomara la decisión más drástica de todas.
[Jade]: Simplemente, si se iba a romper, yo prefería, yooo, ser parte del que rompiera el billete. A no que se pudriera a sí solo por las cosas de otra persona. No, no, no, no.
[Pablo]: Jade desenchufó los equipos que conectaban a su bando, el de los 4 pilares, con el otro bando, el de los 5.
[Jade]: Decidimos quedarnos conectados entre nosotros nada más y desconectarnos de todas esas personas que claramente no estaban con los mismos objetivos que nosotros, ¡Pup! Se separó la red, listo, se acabó.
[Pablo]: Da Vinci se sintió decepcionado… no por nada había dedicado a la red unos 10 años de su vida. Pero después de todas las tensiones, quizás era lo que tocaba.
[Da Vinci]: Cuando algo viene funcionando mal durante un tiempo, llega un momento que tú lo que sientes es alivio porque que se acaba de romper.
[Pablo]: Muchas las personas con las que hablé concuerdan en que la SNet se separó por culpa del dinero. Los dos bandos que quedaron eran como una familia dividida. Una familia que conserva el mismo apellido: SNet. Y los usuarios, los supuestos dueños de la red, eran los que menos sabían lo que estaba pasando. Entre ellos Ernesto de Armas, que la mañana del 12 de noviembre del 2017 se levantó para entrenar con sus amigos y se encontró con la red dividida.
[Ernesto]: A todo el mundo lo tomó por sorpresa. Nadie se imaginaba eso. Y además, a todos nos pareció una idea horripilante, era algo horrible lo que habían hecho.
[Pablo]:Los usuarios organizaron reuniones en los foros de las redes para protestar. Se crearon hashtags que decían “La red es una sola”, “una sola SNet”. Y en uno de esos foros Ernesto lanzó una advertencia:
[Ernesto]: Y hablé sobre el peligro que representaba para la supervivencia de SNet el hecho que estuviera separada, que me pareció una tremendísima locura y una metedura de pata.
[Pablo]: Es que con la separación no sólo quedaron incomunicadas comunidades enteras, sino que volvieron el ruido, las señales lentas y las interferencias entre pilares. También muchos usuarios decidieron desconectarse. Y además la SNet era más vulnerable que nunca a una intervención por parte del gobierno.
A finales de mayo de 2019, un año y medio después de la separación, una noticia comenzó a circular por los medios cubanos.
[SOUNDBITE ARCHIVO]
[Periodista]: Cualquier ciudadano con residencia permanente en Cuba podrá, a partir del próximo 29 de julio, optar por una licencia para la ubicación de antenas exteriores…
[Pablo]: Después de décadas de inacción, el gobierno decidió actualizar las leyes de 1992 que regían el uso del espectro radioeléctrico en el país. Con las nuevas resoluciones, todas las redes inalámbricas que funcionaran en exteriores, o sea, en la calle, tendrían que regularizarse ante el Ministerio de Comunicaciones. Y en teoría esto era una buena noticia para la SNet: se resolvía el vacío legal en el que se encontraba desde su nacimiento. Pero cuando le pregunté a Da Vinci sobre estos cambios en la ley, me dijo:
[Da Vinci]: Chico, muy personalmente… un desastre.
[Pablo]: Porque ahora el gobierno impondría un límite a la potencia de las antenas WiFi con las que las redes inalámbricas funcionaban.
[Da Vinci]: La potencia que ellos te autorizaron a usar da para conectarte 200 metros a la redonda.
[Pablo]: Por si fuera poco se prohibía tender cables a través de la calle. En resumen, ya no podrían conectarse redes inalámbricas de un barrio a otro, de una localidad a otra, y mucho menos a nivel metropolitano. Las resoluciones eran un ataque frontal a la SNet y entrarían en vigor el 29 de julio. O sea, dos meses después. Con el reloj en su contra, los organizadores de los distintos bandos de la SNet comenzaron a reunirse con funcionarios del Ministerio de Comunicaciones. Querían proponer alternativas a las resoluciones. Este es Jade, de nuevo.
[Jade]: El Ministerio podía de alguna forma hacer una excepción con nosotros para seguir existiendo, tal y como existíamos, y mejorar.
[Pablo]: Pero había otro problema: ya divididos, los organizadores de los dos bandos de la SNet se reunieron con el gobierno por su cuenta, sin formar un frente común. Y eso afectaba su poder de persuasión.
[Jade]: Eso a mí me queda clarísimo. Si nosotros hubiéramos podido ir al Ministerio en el momento que salieron las resoluciones como SNet, como un solo grupo, como una sola voz, hubiese sido totalmente diferente. De eso estoy seguro.
[Pablo]: Los administradores publicaron en los foros de los dos bandos de la SNet informes de sus encuentros con el Ministerio de Comunicaciones. Parecía que el gobierno los escuchaba. Pero para usuarios como Ernesto esto no era señal de nada.
[Ernesto]: A mí, desde un primer momento, me pareció que eso era infructífero, me pareció que no se puede dialogar con el gobierno cubano, no puedes sentarte a la mesa y establecer condiciones porque el gobierno cubano tiene todo el poder.
[Pablo]: Al acercarse el día de la entrada en vigor de las resoluciones, en algunos foros de la red algunos usuarios llamaron a adoptar una postura más confrontativa. Se decía que sentados en el sofá de sus casas no se iba a lograr nada. Había que protestar. Pero no todos estaban de acuerdo. Entre ellos, Jade y Da Vinci.
[Da Vinci]: Los administradores de este lado, todo el tiempo exhortamos a la gente que no hicieran eso.
[Pablo]: Para ellos y para el bando de los 4 había que evitar asumir una postura política porque sólo así podrían negociar con el gobierno hasta el último minuto. Protestar, en cambio, significaría cruzar la línea entre ser neutrales y ser opositores del gobierno.
El lunes 29 de julio entraron en vigor las resoluciones. A partir de ese día, todos los dueños de redes inalámbricas exteriores tenían dos meses para registrar sus equipos con el gobierno. La mañana del viernes 9 de agosto, en un último intento por llegar a un acuerdo, un grupo de administradores del bando de los 5 se reunió con el subdirector del Ministerio de Comunicaciones. Él les dijo que no se darían ni concesiones ni prórrogas. Las redes inalámbricas que no cumplieran con las nuevas regulaciones deberían desmantelarse antes de los siguientes dos meses.
Esa noche, Ernesto leyó un comunicado de la administración del pilar del Cerro, del bando de los 5.
[Ernesto]: Lo que decía era que había llegado un momento de la negociación en el que el gobierno ya no cedía.
[Pablo]: Y se hacía un llamado a los usuarios de la red para que a la mañana siguiente hicieran un “acto de presencia” frente al Ministerio de Comunicaciones para expresar su inconformidad ante las resoluciones. Así que al día siguiente, Ernesto no fue a trabajar y se fue a la zona de edificios gubernamentales, a unos pasos de la Plaza de la Revolución.
[Ernesto]: Yo estaba súper nervioso.
[Pablo]: Sabía que ese “acto de presencia” era en realidad una protesta. Y protestar en Cuba…
[Ernesto]: Es peligroso, es muy peligroso, es una cosa que normalmente no está en la mente de nadie.
[Pablo]: Pero para él la SNet lo valía.
[Ernesto]: Estaba harto de que el gobierno cubano y el Estado hicieran lo que les diera la gana todo el tiempo.
[Pablo]: Cuando llegó al parque frente al Ministerio de Comunicaciones, ya había unas cuantas personas ahí. No eran muchas, no más de 100. Miró a su alrededor.
[Ernesto]: Y me di cuenta de que estaba todo el parque donde estábamos estaba completamente rodeado por efectivos policiales. Habían patrullas de policía alrededor de todas las calles.
[Pablo]: Y nadie sabía muy bien qué hacer. Ni siquiera tenían pancartas o gritaban consignas. Solo estaban ahí, parados. En ese momento a Ernesto se le ocurrió contactar a través de Twitter al medio cubano independiente 14ymedio.
[Ernesto]: Comenzaron a informar rápidamente lo que estaba sucediendo, que habían personas en el parque frente al Ministerio de Comunicaciones que estaban protestando.
[Pablo]: Pero la cobertura de la prensa comenzó a poner a algunos muy nerviosos.
[Ernesto]: Porque en Cuba solicitar presencia a la prensa es un pecado. Eso es algo que el Gobierno no perdona.
[Pablo]: La gente tenía miedo. Un grupo de administradores entró al Ministerio de Comunicaciones. Dos funcionarios los recibieron. Ellos también se veían asustados. Le pidieron a los organizadores que por favor ya no estuvieran afuera, que disuadieran a otras personas de seguir llegando al parque. Los administradores salieron del edificio y alrededor de las 11 de la mañana, anunciaron que la protesta había terminado. Ernesto se fue a casa de un amigo y lo primero que hizo fue entrar a la red. Ingresó a TeamSpeak, contactó a los organizadores generales de su pilar, los que habían convocado la protesta…
[Ernesto]: Y básicamente lo que hice fue intentar convencerlos de que era necesario plantar cara, o sea, que era necesario volver a ir a protestar el sábado que viene.
[Pablo]: Porque llevaban meses tratando de negociar con el gobierno, porque ya la hora del diálogo había pasado…
[Ernesto]: Y su respuesta fue “lo vamos a tener en consideración.”
[Pablo]: Los días siguientes, Ernesto intentó movilizar a usuarios de la SNet por su cuenta. Creó grupos en Whatsapp y después en Telegram para organizar una nueva protesta ese sábado. Y luego, una noche de esa semana, recibió una visita.
[Ernesto]: Y yo estaba en mi habitación con mi teléfono. Estaba jugando. Y mi mamá entra y me dice: “Oye, hay unas personas que quieren verte.” Y yo “¿unas personas de qué?” Mi mamá me dice: “No sé, pero a mí me parece que son segurosos.”
[Pablo]: Segurosos, agentes de la Seguridad del Estado, de los órganos de inteligencia del gobierno. Ernesto le dijo a su mamá que no abriera. Pero su abuelo también estaba en la casa. Y él era partidario del gobierno. Le rogó a Ernesto que colaborara.
[Ernesto]: A mí me dio mucho miedo, él estaba pálido, estaba temblando, la voz estaba como temblorosa.
[Pablo]: Ernesto cedió. Los hombres entraron.
[Ernesto]: Ellos me pidieron que por favor que me fuera con ellos, que querían conversar conmigo, que no iba a pasar nada, que solamente querían tener una charla conmigo.
[Pablo]: Así que salió a la calle. De la nada apareció un coche de la policía, lo subieron, lo llevaron a una estación de policía cercana y lo metieron en una habitación vacía. Lo dejaron ahí, solo, durante unos 30 minutos. Luego, entraron dos hombres. Le dijeron que sabían que había protestado y que tenía que comprometerse a no participar en ninguna otra manifestación.
[Ernesto]: Y me pidieron firmar un documento que no firmé. Y una de las personas que estaba ahí, de los dos hombres que estaba ahí alzó la mano sobre su cabeza y me dijo algo así como: “¡Muchacho, te voy a reventar la cara si no firmas eso!”
[Pablo]: Ernesto no cedió. El hombre tampoco le pegó. Pero la sensación de violencia se quedó en el aire. Entraron dos personas más al cuarto, un hombre y una mujer. Ahora eran cuatro contra uno.
[Ernesto]: Desde ese momento, la situación dentro de la habitación se volvió aún más tensa. Me empezaron a hacer un montón de preguntas personales sobre mis amigos… ¿Quiénes eran?
[Pablo]: Los agentes le dijeron a Ernesto que sabían que estaba planeando un atentado terrorista en la Plaza de la Revolución.
[Ernesto]: Obviamente es una tremenda estupidez y es una mentira total.
[Pablo]: Ernesto se mantuvo en silencio. Y luego, después de un rato…
[Ernesto]: Me dijeron: “Mira, te puedes ir”. Salí de la habitación donde estaba. Recuerdo que las piernas me temblaban, las manos me temblaban. Sentía que tenía un nudo en la garganta. Y salgo de la estación policial. Camino unos metros, bajo las escaleras y justo cuando termino de bajar las escaleras, sale uno de ellos y me dice “oye, ven, ven, ven, ven de nuevo.”
[Pablo]: Ernesto volvió al cuarto. Lo siguieron interrogando y luego lo dejaron salir. Y al salir, le dijeron que regresara. Así pasó unas dos o tres veces más. Un juego cruel. Hasta que uno de los hombres le dijo:
[Ernesto]: “Mira, yo te recomiendo que tú pienses bien en tu familia, si tú quieres a tu familia, yo que tú, dejo esto porque tu hermana está estudiando en la universidad y sería una lástima que ella tuviera que abandonar su carrera y sería una lástima que tus familiares perdieran sus trabajos. ¿Cómo tú vas a decirles a ellos que eso es por culpa tuya?” Y ahí empecé a tener más miedo.
[Pablo]: Eventualmente lo dejaron salir, esta vez de verdad. Mientras caminaba a casa, pensaba en qué iba a hacer, cómo podía proteger a su familia, y si debía o no protestar a favor de la SNet el siguiente sábado. Cuando llegó a casa, su abuelo le preguntó qué había pasado, pero Ernesto no pudo contestar. Se fue a su habitación, se quedó dormido y la mañana siguiente su abuelo se sentó con él y le dijo:
[Ernesto]: “Tú eres mi nieto, yo te quiero muchísimo, pero si sigues haciendo lo que estás haciendo, no puedes ser más mi nieto. Y aquí no puedes vivir más.”
[Pablo]: Mientras le decía esto su abuelo lloraba. La abuela también. Ernesto nunca los había visto así y no supo qué decirles. Pero tampoco cambió de opinión: quería ir a protestar el sábado. Faltaban unos tres días cuando empezó a recibir varias llamadas de números desconocidos. Era la Seguridad del Estado. Su madre, su novia y sus amigos también recibieron llamadas en las que los agentes les decían esto: que se alejaran de Ernesto, o que lo detuvieran, porque estaba siendo manipulado por grupos contrarrevolucionarios que buscaban derrocar el gobierno cubano. El jueves, un par de días antes de la protesta, dos agentes volvieron a llamarlo.
[Ernesto]: Y me dijeron que si yo ponía un pie fuera de mi casa el sábado me iban a meter preso. Ya está…
[Pablo]: El miedo ya fue demasiado.
[Ernesto]: Hice un comunicado por Twitter en el que decía que me retiraba de las protestas, que no iba a ir al otro día.
[Pablo]: Sus amigos y su familia lo entendieron. Y otros usuarios de la red también. En realidad muchos ya esperaban lo que iba a suceder: el sábado, la policía acordonó las calles alrededor del parque frente al Ministerio de Comunicaciones. Varios periodistas y activistas reportaron presiones de la policía y la Seguridad del Estado para que no salieran de sus casas. Como pasó con Ernesto. Y así, la segunda protesta a favor de la SNet nunca se llevó a cabo.
[Ernesto]: Y nada, o sea… no sucedió nada al final… Al final no sucedió nada…
[Pablo]: El gobierno cubano terminó dándole a la SNet una última alternativa: o se desmantelaba por completo y desaparecía, o se anexaba a los centros de informática del Ministerio de Comunicaciones: los Joven Club de Computación y Electrónica. De manera unilateral, sin consultar con otros pilares, los organizadores generales del pilar del Cerro acordaron la anexión.
[Ernesto]: Se acabó todo lo que significaba SNet, toda la comunidad que significaba SNet, donde si había un nodo que tenía un problema, la gente ponía plata, compraban el equipo, se arreglaba…
[Pablo]: Con la anexión a los Joven Club, la SNet se unió a la red del gobierno y así, en teoría, dio el salto de La Habana a otras provincias del país. Esto es algo que muchos de sus creadores siempre habían soñado. Pero los servicios de la red se volvieron más lentos y las quejas de los usuarios tardaban meses en ser resueltas. En otras palabras, la SNet pasó de ser una red comunitaria a ser una red burocrática. Para Jade…
[Jade]: Cuando tú pones una institución por encima a controlar y a decidir de algo que es de una comunidad, pues ya mataste la iniciativa, murió. Murió.
[Pablo]: Y en cuanto a Da Vinci, para ese momento él ya estaba muy cansado de la red. Le había dedicado años de su tiempo, de su trabajo, de su salud mental y de su dinero. Para él la anexión a los Joven Club no cambiaba mucho las cosas. La SNet ya había dado todo lo que tenía que dar.
[Da Vinci]: Ya habíamos cumplido el objetivo para lo que fue creado SNet: para sustituir la internet que no la había.
[Pablo]: Y es que cuando se empezó a formar la SNet alrededor del 2011, solo 2 de cada 10 cubanos tenían acceso a internet. Pero en 2019, después de toda esta historia, ya eran 7 de cada 10. Y la conexión era todavía bastante cara y lenta. El gobierno cubano censuraba sitios de medios independientes y también, cuando quería, bloqueaba el acceso a redes sociales, algo que sigue haciendo hoy.
Pero al haber Youtube, Twitter, Instagram, Whatsapp… la SNet ya no era necesaria. Y esto fue algo que muchos usuarios me dijeron. En cuanto tuvieron un acceso lo suficientemente decente a Internet, dejaron de verle el chiste a la SNet y simplemente se desconectaron de ella… No sin un poco de nostalgia. Porque esos mismos usuarios me dijeron algo más: el internet al que estamos conectados hoy nunca podrá ser lo que fue la red de la calle.
[Amanda]: Si yo tuviera que definir la SNet en una palabra sería unidad.
[Nessa]: Sería vínculo.
[Berlín]: Sin pensarlo, familia.
[Amandy (Cleo)]: Bueno, yo diría que comunidad.
[Keyla]: Comunicación.
[Tricia]: Creo que sería novedad.
[Darielys]: Amistad.
[Lorena]: Experiencia.
[Gabriel]: Futurista.
[Natalie]: Posibilidad.
[Hectí]: Una locura.
[Star]: Fue lindo, fue fuerte.
[Natalie]: Y quizá el que no lo vivió no lo puede entender.
[Pablo]: Como muchos de nosotros… los que no sabemos lo que es hacer maromas para enchufar un cable entre edificios, o lo que es comprar una computadora en el mercado negro y luego construir una antena WiFi con una lata de refresco. Todo para conectarse a una red independiente y pionera, construida por iniciativa de los propios cubanos, con invención, solidaridad y el deseo constante por comunicar a más y más y más personas.
[Daniel]: Da Vinci sigue pintando carros y todavía tiene la torre en el techo de su casa. Algunos de sus clientes aún lo reconocen como el Da Vinci de la SNet.
Jade vive en Matanzas y es trabajador autónomo. Después de su encuentro con la Seguridad del Estado, Ernesto decidió que haría todo lo posible por salir de Cuba. Hoy vive en el sur de Chile.
Como mencioné al principio de este episodio, este es el último de nuestra temporada 12. Desde ya estamos trabajando en las historias de nuestra próxima temporada, que estrenaremos en septiembre. Pero no nos iremos del todo… quizás en el medio haya alguna sorpresa, así que te recomiendo estar pendiente. También estaremos compartiendo en nuestras redes materiales exclusivos de los episodios, además de anuncios y novedades, así que búscanos como radioambulante todo junto en Instagram, Twitter, Facebook y TikTok. Si no te has suscrito a nuestro boletín, ¡hazlo! Y si quieres ponerte en contacto con nuestro equipo para comentarnos algo o sugerirnos una historia, escríbenos a [email protected].
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Muchas gracias y, ahora sí, aquí van los créditos…
Pablo Argüelles es productor de Radio Ambulante. Vive en Ciudad de México.
Esta historia fue editada por Camila Segura y Lisette Arévalo. Bruno Scelza hizo el fact checking. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri y Rémy Lozano con música original de Rémy.
Muchas gracias a Javier Roque, María Lucía Expósito, Ted Henken y Larry Press por su ayuda. Y a todas las personas que nos compartieron sus historias de la SNet.
El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Aneris Casassus, Diego Corzo, Emilia Erbetta, Camilo Jiménez Santofimio, Selene Mazón, Juan David Naranjo, Ana Pais, Melisa Rabanales, Natalia Ramírez, Laura Rojas Aponte, Natalia Sánchez Loayza, Barbara Sawhill, David Trujillo, Ana Tuirán, Elsa Liliana Ulloa y Luis Fernando Vargas.
Carolina Guerrero es la CEO.
Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, se produce y se mezcla en el programa de Hindenburg PRO.
Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.