Leonela quiere ser tu amiga – Transcripción

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[Jorge Caraballo, editor de Crecimiento]: Hola, ambulantes. Les habla Jorge Caraballo, editor de Crecimiento. Antes de empezar quiero recordarles de nuestro nuevo podcast: El hilo. El hilo es diferente a Radio Ambulante, en él todas las semanas escogemos la noticia más importante de América Latina y contamos la historia detrás de esa noticia. En el episodio del viernes pasado, por ejemplo, exploramos diferentes iniciativas que han aparecido en la región y que responden de una manera creativa a un problema urgente: la escasez de insumos médicos. No se lo pierdan.

Además, quiero recordarles que durante las próximas cuatro semanas vamos a publicar los episodios de El hilo también en el feed de Radio Ambulante. La idea es servirles mejor en este momento tan incierto. Más información en elhilo.audio.

OK, aquí va el episodio.

[Daniel Alarcón, host]: Hola, ambulantes, una advertencia antes del episodio. Esta historia contiene escenas gráficas que no son aptas para todo público. Se recomienda discreción.

Bienvenidos a Radio Ambulante, desde NPR. Soy Daniel Alarcón.

[Diana]: Yo me bajé del carro. Él salió a cerrar el portón. Estábamos hablando dentro de la casa, parados en el garaje, la luz estaba prendida.

[Daniel]: Ella es Diana. No es su nombre real, lo cambiamos por seguridad. Es colombiana y está contando lo que les pasó a ella y a su novio Giovani a principios de 2017.

Eran más o menos las 9 de la noche y acababan de llegar a la casa de los papás de él, al suroccidente de Bogotá.

En ese momento estaban muy cerca de la puerta del garaje: un portón con vidrios opacos, en los que solo se alcanza a ver la silueta del que está adentro.

[Diana]: Cuando fue que yo sentí que él me dijo: “Están disparando”. Yo no me acuerdo haber escuchado disparos. Y yo lo único que yo me acuerdo fue que él llegó y me empujó. Cuando él me empuja es que yo veo que se le mancha la camisa acá.

[Daniel]: Una de las mangas se manchó de sangre. Diana y Giovani dieron unos pasos hacia el interior de la casa y él se desplomó. Diana lo sostuvo y lo acostó suavemente en el piso.

[Diana]: Entonces yo lo vi a él agitado, yo le dije: “Tranquilízate que… que… que el disparo es en el brazo”. Como yo le veía la mancha… una mancha muy chiquita. Y me acuerdo que él me miraba, él me miraba como con esa angustia de decirme: “Ayúdeme”. Y yo lo único que… o sea, yo me quedé pensando, yo dije: “Dios mío, ¿qué pasó?”.

[Daniel]: Diana es enfermera y sabe qué hacer en estos casos: le abrió la camisa, revisó si tenía heridas en otra parte, le tocó la espalda…

[Diana]: Me miraba las manos, no tenía sangre por ningún lado. Mientras yo hice eso me demoré, ¿qué?, diez segundos. Cuando yo lo volteé a mirar, él ya estaba cerrando los ojos. Yo le dije a él, le dije: “No me hagas esto”. Yo me acuerdo que yo lo abracé, y yo le di un beso. Yo volteé a mirar el tórax y el tórax ya no se le expandía. O sea, él ya no estaba respirando.

[Daniel]: Le tomó el pulso y no lo sentía. Entonces empezó a tratar de reanimarlo: le oprimía el pecho y le daba respiración boca a boca. Empezaron a llegar más y más vecinos, y entre varios le ayudaron a Diana a subirlo al carro. Lo llevaron al hospital más cercano, el mismo donde ella trabajaba como enfermera y Giovani como conductor de ambulancia.

[Diana]: Cuando sacaron la camilla y yo lo monté en la camilla y yo entré corriendo y ellos se dieron de cuenta que era Giovani, el hospital colapsó.

[Daniel]: Las personas que trabajaban ahí lo conocían desde hacía casi tres años, lo veían todos los días, era su amigo. Como la sala de reanimación estaba ocupada por otro paciente, Diana lo tuvo que llevar a otra sala de procedimientos. Ahí le inyectaron medicamentos y empezaron a avisarle a todo el equipo del hospital que Giovani estaba muy mal herido.

[Diana]: Cuando todos empezaron a llegar, me decían, “¿qué pasó?, le dije: “No sé, nos dispararon, tiene un disparo en el brazo, es lo único que yo sé”. El pasillo es largo, me acuerdo que el pasillo se llenó. Todos nuestros compañeros hacían fila para participar en la reanimación. Cada uno hacía un ciclo.

[Daniel]: Un ciclo: 30 compresiones en el pecho y dos respiraciones boca a boca. Se turnaban para no cansarse y para que las compresiones fueran constantes.

En ese proceso duraron unos 50 minutos para tratar de reanimarlo, pero no funcionó. Al final la médica les pidió que pararan. No se podía hacer más, y Giovani, de 41 años, había muerto.

[Diana]: Ese momento se paró todo, o sea, era increíble. Yo no lo aceptaba, yo decía: “Esto es un sueño, no sé, estoy soñando”. Estaba desorientada, no sabía ni qué horas eran, no sabía qué hacer, ni para dónde coger. Yo no sabía ni siquiera qué había pasado, de dónde nos habían disparado. Estábamos adentro de la casa, no estábamos en la calle.

[Daniel]: Las autoridades llegaron al hospital alrededor de la medianoche. Le empezaron a hacer preguntas a Diana de lo que había pasado y luego se llevaron el cuerpo para hacerle una autopsia legal. Luego se sabría que la bala atravesó el brazo derecho y el pecho, y perforó una arteria de los pulmones y eso hizo que se llenaran de sangre.

Al rato se le acercó un investigador de la Sijín de Bogotá, la Seccional de Investigación Criminal, una entidad de la Policía Judicial que coordina las investigaciones criminales con otras entidades del Estado.

[Diana]: Ya vino el investigador ahí afuera del hospital, y me dijo que había habido una riña por drogas y que había sido una bala perdida.

[Daniel]: Diana estaba acabada. Sabía que esa zona donde vivían tenían problemas de violencia, si ella misma había atendido a varias personas en el hospital con heridas de bala, puñaladas, sobredosis, pero nunca pensó que una riña en la calle, una pelea por cosas en las que nada tenían que ver ni ella ni su novio, terminaría afectándolos directamente.

Esa noche, Diana volvió a la casa de los papás de Giovani, donde les dispararon.

[Diana]: Cuando yo llegué, la cuadra estaba acordonada y estaba toda la policía.

[Daniel]: Estaban recogiendo pruebas, pero le sorprendió que estaban interrogando a un reciclador que tenía una carreta con cosas para reciclar. Ella y Giovani lo habían visto pocas cuadras antes de llegar a la casa. Pero ella no entendía bien por qué la policía lo tenía ahí. Como fuera, no quiso darle más vueltas al asunto, solo quería entrar.

[Diana]: Cuando yo me bajé del carro, yo miré hacia la puerta del garaje y no había un disparo, habían cuatro disparos. Y yo le dije al policía, “¿cómo así que una bala perdida si en la puerta yo veo cuatro disparos? Quiero que me explique ya quién ese ese tipo, y qué hace la carreta afuera”.

[Daniel]: El policía le dijo que no podía decirle mucho, solo que había habido un intercambio de disparos y que el reciclador había visto lo que pasó. Para Diana era muy raro pensar que a Giovani lo habían matado intencionalmente. En los tres años que lo conocía, nunca lo vio en problemas o en situaciones sospechosas, y mucho menos sabía de amenazas.

Las dudas empezaron a aparecer. Desde ese momento Diana se dedicó a buscar la verdad de lo que había pasado. Y esa búsqueda la llevaría a hacer lo que nunca pensó que haría, incluso a poner su propia vida en riesgo.

Nuestro productor David Trujillo nos cuenta.

[David Trujillo]: Diana tiene 38 años. Creció en un pueblo al oriente de Colombia, y para finales de los noventa tenía dos hijos.

[Diana]: Uno de mis hijos se enfermó, tenía un linfoma. En esa época todo lo que era cáncer solamente se trataba acá en Bogotá, específicamente en niños.

[David]: El hijo tenía tres años, así que tuvo que viajar a Bogotá con él, y al otro, que tenía ocho meses, lo tuvo que dejar con el papá en el pueblo mientras pasaba todo. El tratamiento se alargó por unos cuatro años. Al final, el niño se curó, pero Diana empezó a ver la posibilidad de quedarse definitivamente en la ciudad. En todo ese tiempo que acompañó a su hijo fue aprendiendo del cuidado de pacientes y de procedimientos médicos, y le gustó, así que decidió estudiar para ser auxiliar de enfermería en Bogotá.

Con el tiempo se trajo a vivir a su otro hijo. Para ese entonces, ya tenía una tercera hija, luego se casó y se fue a vivir con su esposo y sus hijos a Bosa, una localidad al suroccidente de la ciudad.

[Diana]: Es la localidad séptima de Bogotá. Bosa es muy grande, demasiado grande.

[David]: Tiene más de 700 mil habitantes.

[Diana]: Hay mucha delincuencia, mucha drogadicción, demasiado, mucha venta de estupefacientes. En Bosa llegué a vivir como desde el 2010.

[David]: Dos años después empezó a trabajar en uno de los hospitales públicos de esa localidad. Como este es un hospital de nivel uno solo ofrece atención básica de urgencias, se toman muestras de laboratorio, hacen radiografías y atienden partos. Al principio, Diana tenía que hacer visitas domiciliarias, tomar muestras de laboratorio y ayudar en lo que se necesitara, pero luego la pasaron al servicio de urgencias.

[Diana]: Ese siempre ha sido mi… no sé. Me gusta, me gusta porque me da la oportunidad de que si esa persona que llegó en paro, si se hace una buena reanimación, la podemos sacar del paro y la persona puede seguir viviendo.

[David]: Y era un verdadero reto lograr eso, porque normalmente en ese hospital recibían casos muy difíciles como heridas de arma blanca y de fuego, intentos de suicidio, abortos mal hechos, sobredosis. Como no podían hacer procedimientos complejos, cuando llegaba un caso grave, el equipo se encargaba rápidamente de estabilizar al paciente.

[Diana]: El trabajo era tan en equipo y era como si llegara mi papá y mi mamá en paro y nosotros le metíamos toda la ficha y hasta que no saliera el paro nadie paraba una reanimación. La reanimación normalmente los primeros 20 minutos, pero nosotros le hacíamos hasta 40 minutos, 50 minutos.

[David]: Si lograban estabilizar el paciente, lo mandaban a otro hospital de mayor nivel para que lo operaran.

Y fue en ese hospital de atención básica de Bosa donde Diana conoció a Giovani.

Giovani empezó a trabajar en el hospital en 2014 como conductor de ambulancia. Y al principio Diana no se dio cuenta de que estaba ahí.

[Diana]: Yo siempre estaba corriendo porque siempre había demasiado trabajo, uno no tiene tiempo de pararse a hablar casi que con nadie a menos que ya se haya finalizado el turno. Y ellos entraban y sacaban su paciente, y uno casi no tenía contacto con ellos.

[David]: Con los conductores de ambulancia.

Pero un día, cuando había poco personal en el hospital, los de las ambulancias tuvieron que entrar a apoyar otras labores. A Giovani le tocó ayudar a Diana a esterilizar unas herramientas. Ahí se vieron por primera vez y empezaron a hablar.

[Diana]: Medía más o menos como 1.76. Era fornido. Era muy educado, para vestir era impecable. Muy buen compañero, muy buen amigo, realmente seres humanos como él casi no, no he conocido.

[David]: Se cayeron muy bien y siguieron hablando cada vez más.

[Diana]: Empezamos fue a hacernos buenos amigos. Teníamos algo en común: que nos gustaba ayudar a las personas. Las conversaciones de nosotros iniciales eran nuestros hijos y nuestras preocupaciones.

[David]: Giovani tenía dos hijas y se estaba divorciando de su esposa. Diana estaba en una situación parecida con su esposo y aunque vivían juntos, la relación era muy mala, sobre todo por el alcoholismo y la violencia de él. Así que Giovani…

[Diana]: Se convirtió como en mi confidente. Siempre que pasaba algo en la casa con mi exesposo me ponía muy mal, entonces él me decía: “No puedes seguir aguantando tantos maltratos”.

[David]: Giovani la apoyó en su proceso de divorcio y la ayudó a irse a vivir a otro lugar con sus hijos. Él ya se había ido a vivir con sus papás, y también se terminó divorciando de su esposa. Un año después de conocerse, se hicieron novios.

[Diana]: Siento que yo nunca me había enamorado de nadie, y, no sé, yo decía que el que se enamoraba perdía. Y cuando yo conocí a Giovani encontré como mi alma gemela. Compartíamos tantas cosas bonitas, y yo nunca había tenido una persona así como él.

[David]: Querían irse a vivir juntos, pero para eso necesitaban más dinero. Entonces decidieron empezar un negocio y, cuando no tenían turno en el hospital, inyectaban medicamentos a domicilio: Diana los aplicaba y Giovani la llevaba. Y les empezó a ir bien.

[Diana]: Teníamos muchos planes y teníamos tantos sueños. O sea, estábamos empezando a ahorrar para la casa. Siempre soñábamos con una casa con un jardín afuera. Él me decía: “Vamos a llegar tan lejos y vamos a hacer tantas cosas”.

[David]: El día que mataron a Giovani, a principios de 2017, ambos salieron desde temprano a visitar pacientes.

[Diana]: Me dijo ese día que me amaba y me abrazó. Eso fue… era como las… como casi las 11 de la mañana. Me dijo: “Y yo quiero estar a su lado hasta el último día de mi vida de la forma que sea. Sea su amigo, su enemigo, su esposo, su amante”. Y yo le dije: “¿Por qué me dices eso?”. Y me dijo: “Solo quiero que lo sepa”.

[David]: Giovani alguna vez le dijo que si ella se moría primero, él quería quedarse con sus ojos porque le gustaban mucho. A Diana eso siempre le daba risa, le parecía raro que le dijera eso. Entonces Giovani le preguntaba con qué quería quedarse ella si él moría primero y Diana le decía:

[Diana]: “Yo no quiero que nunca se muera usted, porque yo no voy a poder vivir sin usted”. Me decía: “Usted sí va a poder vivir sin mí porque usted es muy fuerte”. Y yo le decía: “No”. Me decía: “Igual a mí nunca me va a pasar nada porque usted es tan buena reanimando que usted nunca me va a dejar morir”.

[David]: Por eso, cuando Giovani murió…

[Diana]: Los primeros días eran insoportables. Duré muchas noches al principio viviendo ese momento, pensando si yo había hecho las compresiones con la suficiente profundidad, si había hecho los… las 30 compresiones y las dos ventilaciones. De cierta manera me echaba la culpa de algo que yo no… no tenía la culpa.

[David]: Pero había algo más que no la dejaba dormir, y eran todas las preguntas que rodeaban el asesinato de Giovani. Ella sabía que no había sido una bala perdida. Alguien disparó cuatro veces en su dirección y Diana no tenía ninguna pista que le ayudara a saber quién fue y por qué.

Una semana después del asesinato, recibió una llamada de un investigador de la Sijín, la entidad de la policía que se encarga de investigar estos crímenes. No recuerda si fue el mismo con el que había hablado en el hospital.

[Diana]: Me dijo que él era el que llevaba el caso del homicidio de Giovani. Me explicó rápidamente cómo era como el proceso.

[David]: Lo primero era revisar las cámaras de seguridad del sector. Frente a la casa de los papás de Giovani hay un colegio que tiene cámaras que dan hacia esa calle. Esas eran las más importantes, pero el investigador le dijo:

[Diana]: Que él ya había pasado unas cartas para pedir las cámaras de seguridad para mirar qué era lo que había pasado. Pero que no había obtenido respuesta. Según él, ya había ido dos veces a reclamar los videos. Entonces yo le dije: “No, tranquilo, déjeme yo averiguo”.

[David]: Diana se fue para el colegio. Allá le explicaron que las cámaras eran de una empresa de seguridad privada y que eran ellos los que podían entregárselos. Entonces les pidió a los investigadores de la Sijín que la acompañaran a esta empresa y explicarles a las personas encargadas por qué necesitaban esos videos.

Pero el acceso a los videos terminó aplazándose más de lo que esperaba porque en esa empresa ni siquiera sabían cuál era la clave para acceder al dispositivo de grabación. Solo al tercer día, Diana, desesperada, terminó pagándole a un ingeniero de sistemas para que resolviera el tema. Cuando por fin lo logró, la entraron a una oficina para ver horas y horas de videos grabados desde varios ángulos de la calle. Necesitaban encontrar el momento exacto del asesinato.

Cuando el reloj del video marcó las 8 y 57 de esa noche, apareció el carro en el que iban Giovani y Diana hacia la casa de los papás de él. Se ve que paran un momento afuera y luego…

[Diana]: Se veía cuando entró el… el carro en reversa.

[David]: Entrando al garaje de la casa. A las 8 y 59.

[Diana]: Se ve cuando entra el reciclador con la zorra caminando.

[David]: El reciclador que estaba interrogando la policía esa noche. Con zorra se refiere a la carreta que llevaba.

En el video se ve al reciclador caminando por la calle de espaldas a la cámara.

[Diana]: Él voltea a mirar hacia atrás y acelera el paso. Al acelerar el paso llega frente al portón donde estábamos nosotros parados, él deja… deja la carreta ahí.

[David]: La deja en la calle. El reciclador se sube al andén del frente de la casa y empieza a correr.

[Diana]: Y en toda la esquina da la vuelta. Luego se ve a otra persona que viene corriendo.

[David]: Un hombre, también de espaldas a la cámara.

[Diana]: Y se ve que él coge hacia el mismo lado como si lo estuviera persiguiendo.

[David]: Persiguiendo al reciclador.

[Diana]: Él pasa el frente de la casa, pero él voltea a mirar y él se devuelve y es cuando dispara.

[David]: A las 9 en punto. Y aquí hay que ser muy claros: pareciera que se devuelve hacia el portón de vidrio y le dispara a Giovani, intencionalmente.

[Diana]: O sea, se veía que él sabía qué estaba haciendo. Luego se devuelve, un taxi lo estaba esperando en la esquina, se sube en el taxi y se va.

[David]: La escena dura menos de cuatro minutos. Diana estaba impactada.

[Diana]: Ese momento fue muy duro. Yo me acuerdo que había un señor al lado y ese señor me… me miraba y él no sabía… él no sabía si ayudarme, si hacer algo. O sea, fue un momento muy duro, demasiado duro.

[David]: Diana no reconocía al hombre del video que les disparó.

[Diana]: A mí me entraron más dudas. Yo decía: “Pero si él iba a matar a otra persona, cómo la persona se vuela y, tras del hecho, nos dispara a nosotros”. Habían tantos interrogantes. O sea, habían tantas preguntas sin respuestas.

[David]: Pero sí había un video que mostraba el asesino. Ahora era tarea de la Sijín dar con él. Diana llamó al investigador para contarle que tenía el video, que ahora sí la investigación podía continuar. Pero según ella, su respuesta fue:

[Diana]: “No tengo tiempo, estoy muy ocupado”. Que estaba en comisión, que no estaba en Bogotá, que no sé qué, que sí sé más… Pues eso era lo que me decía, pues me tocaba confiar en la palabra de él. Aunque yo veía muy poco interés de él porque, si él veía que yo estaba ayudándole, pues, debería estar más pendiente. Porque era el trabajo de él y no el mío.

[David]: Diana le pidió a sus compañeras del hospital que la cubrieran en sus turnos, y decidió seguir averiguando por su cuenta. Lo primero que hizo fue buscar otras cámaras de seguridad del sector y pedir las grabaciones de ese día. Consiguió unos siete videos más y se dedicó a ver la escena desde todos los ángulos posibles, registrando cada detalle.

[Diana]: Yo lo que hice fue a mano: escribir todas las horas, a qué horas había llegado el reciclador, qué rutas había hecho, la ruta del taxi cuando ellos se escapan, cómo se movió, por dónde cogió, qué hizo. Y como yo sabía las direcciones, entonces yo le ponía. Yo hice un mapa y todo eso se le pasa al investigador.

[David]: Pero según Diana, no pasaba nada. Ella asegura que cada vez que lo llamaba, el investigador le respondía lo mismo: que tenía muchos casos pendientes, que no estaba en la ciudad, que el tiempo no le daba.

Intenté hablar con el investigador para que me explicara qué había pasado, pero no pudimos contactarlo. Lo cierto fue que Diana no se quedó con los brazos cruzados.

[Diana]: Yo necesitaba estar ocupada, porque si yo me quedaba un momento a solas, yo lo único que pensaba era en quitarme la vida. Porque yo no quería vivir.

[David]: Estaba muy deprimida. Sentía que sus hijos ya no la necesitaban, que su trabajo ya no la motivaba, que su vida no tenía mucho sentido sin Giovani. Pero tenía una obsesión, una única cosa que la hacía levantarse en las mañanas.

[Diana]: Era la lucha que yo quería saber, antes de morirme, quería saber qué había pasado.

[David]: Diana empezó un proceso burocrático y desgastante para que le cambiaran al investigador de la Sijín. No quería esperar varios años a que resolvieran el caso o, peor aún y quizás lo más probable, que terminaran cerrándolo por falta de pruebas o vencimiento de términos. Entonces al mismo tiempo que pedía el cambio de investigador, empezó a buscar la forma de agilizar la asignación de un fiscal al caso para que se encargara del tema judicial.

En todo ese proceso Diana se tardó unos dos meses: envió cartas, hizo llamadas, pasó horas esperando en las oficinas de diferentes personas encargadas para pedirles que hicieran algo con su caso. Finalmente, el asesinato de Giovani pasó por todas las instancias necesarias hasta llegar a manos de una fiscal.

Cuando en la Sijín se enteraron de lo que estaba haciendo Diana, la citaron a ella y a los papás de Giovani para darles un reporte de la investigación. Cuando llegaron, se encontraron con el investigador y su superior. Empezaron diciéndoles que tenían dos testigos que ya habían sido interrogados: uno era el reciclador y el otro era el taxista que recogió al asesino. Ambos coincidían en lo que contaron.

[Diana]: Que el tipo que mató a Giovani pertenecía a una banda muy peligrosa y muy grande de Bosa de microtráfico, que él era el encargado de cobrar y de asesinar. El sicario.

[David]: Les dijeron que esa noche el asesino había ido a cobrarle una droga al reciclador. La orden era que si no pagaba o no devolvía la droga, lo matara. Como el reciclador no hizo ninguna de las dos cosas, empezó a correr porque sabía lo que iba a pasar, y que cuando el sicario lo fue a matar…

[Diana]: Que no le disparó el arma y que el otro se voló y que él de rabia disparó contra la casa. Esa fue la razón. Y que el taxista que lo llevó corroboró lo que pasó.

[David]: No les dijeron nada más. Pero a Diana le parecía extraño lo de que el asesino había disparado por rabia a la casa. Ella había visto el video, había estado en ese momento y los disparos estaban dirigidos a Giovani directamente. Faltaba mucho por buscar. Entonces, aprovechando que estaban ahí, Diana le reclamó al investigador su falta de interés.

[Diana]: Yo la verdad soy muy directa para hablar. Le dije: “¿Le muestro las conversaciones o ya se le olvidaron?”. Se lo dije delante del mayor. Le dije: “Yo no le veo interés a usted sobre el caso. Y si usted está muy ocupado, con todo respeto, que le asignen el caso a otra persona que sí pueda, porque usted ni tiene tiempo ni tiene el interés”.

[David]: Según Diana, el investigador le respondió que eso no era así, que él había hecho su trabajo, que había sido muy amable con ella.

[Diana]: Le dije: “Sí, usted ha sido muy amable conmigo, pero el trabajo lo he hecho yo. Yo no tenía ni por qué haber visto… ¿Usted sabe cómo me derrumbé el día que yo vi el video donde vi cómo nos dispararon? Usted no se imagina. Usted me ha visto llorando muchas veces y todo lo que usted me ha pedido yo se lo he dado, y le he colaborado”.

[David]: El investigador no discutió más. Tanto él como su superior le dijeron que en más o menos un mes y medio iban a reasignar el caso a otras personas. Y así fue: terminaron asignando a dos investigadores que llevaban el proceso más grande de la banda de microtráfico a la que pertenecía el asesino.

La primera semana de mayo, los nuevos investigadores volvieron a citar a Diana y a los papás de Giovani para contarles más detalles del caso. Cuando los recibieron, lo primero que hicieron fue mostrarles una foto del asesino en un computador.

[Diana]: Y me dijeron así, de sopetón: “Él mató a Giovani”. Cuando pusieron esa foto de ese tipo, la mamá de Giovani se me derrumbó otra vez. Esa señora lloraba y lloraba y lloraba y lloraba. Y nosotros no lo podíamos creer: era un chico de 19 años.

[David]: Se llamaba Robinson Arley Murillo Gutiérrez, alias Bimbo. Lo habían detenido alguna vez por peleas y por porte de drogas, por eso tenían su foto. Pero como eran cargos menores nunca lo habían judicializado.

[Diana]: Entonces yo les dije: “Bueno, ¿y qué? O sea, ¿qué viene de acá en adelante? Si tienen dos testigos, lo echaron al agua, dijeron que él era el que había disparado, ¿por qué no lo cogen?”. Me dijeron que no, que no lo podían coger a él simplemente por el homicidio de Giovani porque se desbarataba todo lo que habían trabajado con el resto de la banda.

[David]: Y es que desde hacía unos dos años venían investigando esa misma banda, y no podían capturar solo a uno de los integrantes porque eso iba a alertar al resto y se les dañaba la investigación. El homicidio de Giovani entraría, entonces, dentro de un proceso más grande con otros crímenes que habían cometido estas personas.

[Diana]: Entonces que tocaba esperar, encontrar todas las pruebas para capturar toda la banda completa. Que eso se podía demorar. Solamente los tenían… O sea ya sabían cómo se llamaban, cómo operaban.

[David]: Se hacían llamar Los Moros. Manejaban el microtráfico en la localidad y tenían varios bares en la zona. Los buscaban, entre otras cosas, por tráfico de estupefacientes, porte ilegal de armas y otros homicidios. Ya habían identificado a varias personas, entre las que estaba Bimbo, cada una con una labor específica.

[Diana]: Me mostraron todos los integrantes de la banda. Me dijeron quién era el jefe, cómo operaban, dónde operaban. Cuando me empezaron a mostrar fotos, yo tengo muy buena retentiva y las caras a mí no se me olvidan: a dos de ellas nosotros las habíamos atendido en urgencias.

[David]: Y a otros los había visto en los bares.

[Diana]: Ahí fue donde hice mi pregunta: “¿Qué les hace falta?”. Me dijeron: “Mire, la verdad necesitamos interceptarles los teléfonos. Necesitamos saber dónde viven”. Le dije: “Yo lo puedo hacer”.

[David]: Los investigadores se sorprendieron y le preguntaron a qué se refería. Diana les respondió que el hospital de Bosa tenía la política de hacer visitas a las casas para tener una base de datos con toda la población de la localidad. Eso les servía para hacerles seguimiento a las mujeres en embarazo, menores de cinco años, adultos mayores o personas con enfermedades crónicas. Diana tenía acceso a esa base de datos que incluía nombres completos, direcciones y teléfonos.

[Diana]: Entonces yo les dije: “Yo me encargo, pero con una condición: me lo dejan a él, a Bimbo. Yo me voy a encargar de él”. Uno de ellos dijo: “¿Cómo así que se va a encargar de él?”. Como en un tono diciendo: “¿Lo va a matar?”. Le dije: “No, tranquilo, que yo no le voy a hacer nada porque yo soy una persona muy diferente a él. Yo lo único que quiero es que él pague, pero yo me voy a encargar de investigarlo a él”.

[David]: Los investigadores aceptaron.

Esa noche Diana le contó todo a uno de sus hijos: lo que le habían dicho los investigadores, que Bimbo supuestamente les había disparado por rabia y la razón por la que todavía no podían capturarlo. Su hijo le sugirió que lo buscaran en Facebook. Escribieron “Robinson Arley Murillo” en el buscador y apareció alguien con ese nombre. Diana recordaba la foto que le mostraron los investigadores y era la misma persona que aparecía en el perfil: un muchacho gordo, alto, con barba, que aparentaba más edad que la que tenía.

Diana sabía que lo iba a encontrar en algún momento, pero nunca se imaginó que iba a ser tan fácil. Ahora quería saber todo sobre Bimbo.

[Diana]: Duré los primeros tres días viéndole cada publicación, estudiando cada cosa. Se veía, en lo que publicaba, que no tenía una familia estable. Se veía que había tenido relaciones con mucho fracaso.

[David]: Publicaba textos como este:

[Hombre]: “La verdadera mujer es la que ayuda a un hombre salir adelante y se queda para lograrlo juntos, y no la que sale huyendo buscando otro sendero diferente. Que Dios bendiga a todas aquellas mujeres que se sientan, se quitan los zapatos y dice: ‘Aquí estamos, papi. Estoy contigo’”.

[David]: Y además publicaba fotos de amigos…

[Diana]: Mostrando sus tatuajes, sus puñaladas y sus cosas que habían hecho. No sé, se sentían orgullosos de la vida que llevaban.

[David]: Diana quiso ir más allá. No la convencía la historia de que Bimbo les había disparado por rabia, sin saber que ellos estaban ahí. Necesitaba que él mismo le contara por qué lo había hecho. Así que decidió, con su hijo, crear un perfil de Facebook falso.

[Diana]: Teníamos una foto de una muchacha. La muchacha aproximadamente era como de unos 21 años.

[David]: Alguien que Diana conocía. Pero sabía que Bimbo nunca iba a tener ningún contacto con ella porque, entre otras cosas, vivía fuera de la ciudad.

[Diana]: En ese perfil no había sino como publicaciones de… de reflexión y alguna que otra foto de ella.

[David]: Se puso el nombre de Leonela Ibarra y le envió una invitación de amistad a Bimbo.

Al día siguiente, en la mañana, Diana se reunió con algunas compañeras del trabajo en la casa de una de ellas a desayunar. Cuando se sentaron a comer, le sonó una notificación en su celular. Diana revisó y se dio cuenta de que Bimbo le había aceptado la solicitud de amistad en Facebook. Justo en ese momento…

[Diana]: Me escribió “hola”. A mí se me vino todo el mundo encima. Tenía sentimientos encontrados de rabia, pero también era mucho dolor. Yo me acuerdo que a mí me temblaba hasta las piernas y mi compañera me dijo: “Se puso pálida, ¿pasó algo?”. Le dije: “No, nada. No, nada”.

[David]: Diana guardó su celular y no dijo nada más. En ese momento no le respondió a Bimbo.

[Diana]: Yo no le contesté porque me dio susto. Yo no sabía qué hacer.

[David]: La idea de Diana siempre fue sacarle información, pero en realidad no se había preparado para ese momento en el que el asesino de su novio le hablara. No lo tenía al frente físicamente, pero sentía como si la hubieran puesto cara a cara con él.

[Daniel]: Diana tenía que tomar una decisión: dejar las cosas así y que la policía se encargara, o continuar con su plan y empezar una conversación con Bimbo.

Una pausa y volvemos.

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[Daniel]: Antes de la pausa, Diana les dijo a los investigadores de la Sijín que los ayudaría a encontrar a los integrantes de la banda, pero que de alias Bimbo, el asesino de su novio, se encargaría ella personalmente.

[Diana]: Para mí lo más importante de todo eso era recoger toda la información que lo hiciera ver la clase de ser humano que es él.

[Daniel]: Para que lo pudieran capturar. Diana ya había creado un perfil falso en Facebook y le había enviado una solicitud de amistad. Bimbo no solo la aceptó, sino que le escribió para empezar una conversación. El siguiente paso era ganarse su confianza.

Diana sabía que era muy arriesgado, que Bimbo era peligroso, pero ya había tomado la decisión.

[Diana]: Realmente siempre me hacen la misma pregunta, que si nunca me dio miedo estar detrás de él o estar tan cerca de él. Pienso, hoy en día, que yo lo único que quería era que él me matara y de alguna manera terminar con mi sufrimiento.

[Daniel]: Pero a pesar de ese sentimiento, lo que la animaba era una misión. Asumía todos los riesgos del caso porque tenía que saber por qué Bimbo había matado a su novio.

David Trujillo nos sigue contando.

[David]: Diana terminó el desayuno con sus compañeras del trabajo y no les contó nada de Bimbo. Luego, cuando ya estaba sola en su casa, le respondió el saludo y empezaron una conversación.

Le contó que se llamaba Leonela Ibarra y que tenía 21 años. Le dijo que estaba buscando nuevos amigos y que por casualidad había encontrado su perfil en Facebook. Que le llamó la atención y lo agregó.

Entonces Bimbo le empezó a hacer preguntas.

[Diana]: Él me decía: “¿Tú por qué no tienes casi fotos?”, o “¿por qué no te puedo llamar?”, o “¿por qué no puedo hablar contigo por celular o hacer una videollamada?”. Yo le dije que era que yo no podía porque yo tenía un problema muy grande y pues que yo todavía no le tenía la suficiente confianza. Entonces yo le decía que yo a la medida que nos fuéramos conociendo yo le iba a contar por qué estaba como tan oculta.

[David]: En realidad Diana no sabía qué historia inventarse. En ese momento solo necesitaba tiempo para ganarse su confianza, así que empezó con algo básico.

[Diana]: Yo le dije a él que yo vivía con mis padres, que mi padre tenía una empresa, tenía carros de transporte de trasteo, de alimentos, de todo lo que saliera. Entonces que yo le ayudaba a él.

[David]: Por su parte, Bimbo…

[Diana]: Me empezó a contar de que vivía con el papá, que vivía con un hermano. Que el papá trabajaba como en una panadería y que él trabajaba, pues, en lo que le saliera.

[David]: Pero también le empezó a contar cosas más personales.

[Diana]: Que él valía muy poco, que él era muy feo, o sea, el autoestima de él siempre era por el piso. Entonces, digamos, que yo me aproveché de eso para hacerle sentir que él era una persona que valía la pena, y que todo lo que estaba o había hecho él en su vida no estaba mal, que no era culpa de él sino culpa de… de terceros o de las personas que lo habían rodeado.

[David]: Al tercer día de estar hablando, Bimbo le volvió a preguntar por qué no podían hablar o hacer videollamadas. Diana tenía que inventarle algo para que no sospechara.

[Diana]: “La verdad es que yo tengo casa por cárcel”.

[David]: Casa por cárcel, es decir arresto domiciliario.

[Diana]: Me dijo: “Ah, yo pensé que era algo más grave”. Me contestó así, me acuerdo tanto. Y yo me puse tan… y yo tenía tanta rabia en ese momento que me provocaba cogerlo por el computador y ahorcarlo si lo hubiera podido ahorcar.

[David]: Pero al menos le había creído. Y como le había pedido un par de consejos a los investigadores de la Sijín para hablar un lenguaje parecido al de Bimbo, le agregó más cosas a la historia: le dijo que ella había pertenecido a una banda de Kennedy, otra localidad cercana.

[Diana]: Le inventé que yo había tenido una pareja, que ese tipo me había involucrado en ese tema, que yo era la encargada de vigilar las vueltas.

[David]: O sea, los asesinatos. Que ella no se encargaba de matar, pero…

[Diana]: Yo era la persona que entregaba el arma, pero me aseguraba de que la vuelta se hiciera bien hecha. Entonces que yo estoy con casa por cárcel porque en una vuelta nos cogieron. Yo no fui la que disparé, pero yo estaba ahí. Mi novio fue el que disparó entonces yo estoy en casa por cárcel mientras llegaba mi juicio.

[David]: Bimbo le repitió que no le parecía grave, que de hecho él entendía perfectamente por lo que estaba pasando. Entonces le contó lo que ya sabía Diana: que pertenecía a la banda de Bosa, que llevaba dos años ahí y que era el sicario. También le dijo que estaba cansado de lo que hacía y que estaba pensando en retirarse.

Para ese momento, Diana estaba logrando lo que esperaba.

[Diana]: Yo lo que quería era parecerme tanto a él, que él se sintiera como el alma gemela, que yo fuera el alma gemela. Lo que yo era con Giovani, pero al estilo de él.

[David]: Al tiempo que hablaba con Bimbo, Diana empezó a buscar los datos de los otros integrantes de la banda en la base de datos del hospital. Lo hacía en las madrugadas, cuando tenía tiempo de descanso y no había tanta gente haciéndole preguntas.

Lograba encontrar sus nombres completos y sus familiares. Pero se dio cuenta de que, aunque aparecían algunos teléfonos registrados, era difícil saber quiénes los usaban y tampoco eran muy claras las direcciones.

Entonces Diana le contó a su hijo mayor lo que estaba haciendo para que la ayudara. En ese momento, él trabajaba en una empresa grande de telefonía móvil, internet y televisión por cable, y tenía acceso a las bases de datos de los clientes. Con la información que sacaba Diana del hospital, el hijo podía averiguar quiénes eran los dueños de las líneas telefónicas y las direcciones registradas a esas personas.

Por ejemplo, Diana encontraba a uno de los de la banda en la base de datos y también a su núcleo familiar: esposa, mamá, papá, hermanos. Luego le pasaba los datos de esas personas a su hijo, y él podía saber quiénes tenían planes de celular, internet o televisión y las direcciones registradas.

[Diana]: Yo imprimía todo, pa’ tener registros, y con mi hijo entonces hacíamos todos los días chequeo. “Entonces, fulanito de tal tiene tantos núcleos familiares, le aparecen tantos números de teléfono. Este tiene plan, este no tiene plan y aparece estas cuatro o cinco direcciones”.

[David]: Y así con cada integrante de la banda.

[Diana]: Con mi hijo fue mucho más fácil la tarea porque en una semana teníamos ubicado a toda una banda con todos los números. Esta gente, los más grandes, o sea, las cabecillas realmente, ellos manejan muchas líneas telefónicas.

[David]: Esto no se puede hacer así como así, porque los datos personales están protegidos por la ley colombiana. Pero los investigadores de la Sijín sabían lo que estaba haciendo Diana, y tanto ella como su hijo estaban respaldados por esa institución para acceder a esos datos y compartírselos. La fiscal también estaba al tanto de la situación. Hacían parte de una investigación judicial muy importante, y su colaboración era crucial.

Diana registró toda la información para entregársela a los de la Sijín. Solo le hacía falta una cosa: que Bimbo le contara lo que había pasado, pero no podía preguntárselo tan directamente. Primero tenía que inventarse algo.

[Diana]: Todas las ideas me venían día a día. O sea, yo no era que planificara desde hoy qué le iba a decir mañana. Y, no sé, a mí todo se me iba dando, todo. No lo saqué, ni lo vi en ninguna novela, ni de una revista, no. Todo se me fue dando.

[David]: Y muy rápido. En cuestión de una semana después de que empezaran a hablar, Bimbo publicó en su Facebook que tenía una relación con ella. A Diana, ese gesto le dio la certeza de que le tenía confianza. Así que se le ocurrió decirle a Bimbo que una amiga suya de la banda le había contado que un hombre de Bosa había ido a comprar droga a Kennedy. Que los de la banda estaban preocupados porque nadie lo conocía y que estaban sospechando que podía ser un policía encubierto. Bimbo le preguntó si sabía el alias de esa persona para ver si él la conocía.

[Diana]: Yo le dije: “Me está diciendo que es alias El Picotazo”. El Picotazo es el reciclador al que él fue a matar.

[David]: Los investigadores le habían dado ese nombre…

[Diana]: Me dijo: “Ah, sí, yo lo conozco”. Cuando él me dijo, “lo conozco”, yo dije: “Lo tengo”. Me dijo: “Sí, es que yo le vendía droga a él y hace un año yo le perdoné la vida”.

[David]: Diana le preguntó detalles, pero Bimbo empezó a evadirla y ella no insistió para que no sospechara. Al otro día, fingió estar muy brava con él. Lo ignoraba o le respondía cosas básicas. Entonces Bimbo le preguntó qué le pasaba.

[Diana]: Le dije: “No, es que a no me gustan las mentiras. Tú me dijiste que eso había pasado… lo del tal Picotazo había pasado hacía un año y este tipo fue otra vez y mis amigas estuvieron hablando con él, y él les dijo otra versión. Quiero saber qué fue lo que pasó”.

[David]: Bimbo aceptó que había sido en febrero de ese año, tres meses antes. Le explicó que su jefe lo había mandado cobrarle una droga al reciclador, y que si no le pagaba tenía que matarlo. Bimbo le contó que el reciclador había empezado a correr, y que cuando le iba a disparar el arma no funcionó. Alguien que estaba en una de las casas vio lo que había pasado cuando estaba cerrando el portón de su garaje.

En ese momento, Bimbo le dijo a Diana…

[Diana]: “Entonces yo preferí matarlo a él que matar a Picotazo, porque estaba de sapo y de testigo. Y usted sabe que en las vueltas no se pueden dejar testigos. La verdad es que este tipo estaba en el momento y en el lugar equivocado”.

[David]: Ese tipo era Giovani.

Diana no podía creerlo. Bimbo le estaba confesando por escrito el asesinato de su novio y además lo estaba haciendo como si fuera algo rutinario, un gaje del oficio.

[Diana]: Le pregunté que si él se arrepentía y él me contestó que no, que él nunca se arrepentía de nada de lo que hacía. Y que ya no quería hablar de ese tema porque eso ya había pasado.

[David]: Diana no le insistió más. Ya tenía lo que quería: ahora las historias del reciclador, del taxista y de los investigadores de la Sijín concordaban.

[Diana]: Ese día para mí fue otro día muy duro: leer lo que él me decía. Yo lo primero que hice fue irme para donde los papás de Giovani a decirles: “Miren, tengo la prueba que tanto estaba buscando”. Ese día lloramos los tres. Fue un tri… un triunfo en medio de tanto dolor.

[David]: Al día siguiente, Diana fue a ver a los investigadores para entregarles toda la información que había conseguido: nombres, familiares, teléfonos, direcciones.

[Diana]: Cuando yo los senté a ellos, ellos solamente se dedicaron a escucharme como por una hora. Cuando por fin llegué a él y yo les dije: “Y les tengo la… la declaración donde él me confiesa cómo mató a Giovani”.

[David]: Les entregó la conversación con Bimbo. Impresa.

[Diana]: Me dijeron que sí servía, pero que eso lo podía tumbar cualquier abogado. Porque cualquier abogado podía decir que eso lo pude haber inventado yo. Que si yo lograba conseguir la… la confesión, pero por audio, porque la voz era más fácil: la cotejaban y sabían que era la de él, que yo no podía falsificar la voz de él.

[David]: Y además le dijeron que la necesitaban para sacarle más información de la banda, como lugares donde vendían droga, nombres de nuevos integrantes, y otras cosas del negocio.

[Diana]: Entonces yo les dije que bueno, pues, que si eso me tocaba hacerlo, pues, yo iba a seguir ahí.

[David]: Así que Diana le siguió la corriente a Bimbo con lo de la relación. Se preocupaba por él, le preguntaba por cosas de su familia. Cuando él le proponía ir a su casa, Diana le decía que su papá no la dejaba tener visitas como una especie de castigo por la condena. Pero le prometía que se iban a ver a finales de julio, porque supuestamente un juez la iba a dejar libre en esa fecha. Cuando eso pasara, le aseguraba que iban tener un vida juntos, y hasta planeaban tener hijos.

Toda la historia la tenía que sostener muy bien, así que cuando Bimbo le empezó a pedir fotos, Diana le enviaba las de esa otra persona con las que podía engañarlo. Pero cuando empezó a pedirle fotos desnuda, Diana le dijo que su expareja la había abusado y hasta prostituido, y se sentía muy insegura. Lo máximo que hacía era enviarle fotos en ropa interior sin mostrar la cara.

Pero sí le enviaba fotos románticas, poemas y canciones. Él hacía lo mismo en su muro de Facebook y la etiquetaba. Ella le respondía con comentarios muy amorosos.

[Diana]: A veces yo sentía que yo estaba traicionando la memoria de Giovani, de cierta manera, porque yo le decía a él que lo amaba. Y para mí decirle a él que lo amaba era terrible.

[David]: Hablaban todos los días y la rutina era siempre la misma: empezaban la charla alrededor del mediodía. Luego, a las cuatro de la tarde, Bimbo se iba a vender droga y a hacer otras cosas con la banda y como en ese momento no tenía celular, volvía a conectarse en la mañana del otro día. A Diana todo esto la estaba afectando mucho.

[Diana]: A veces lloraba, a veces me botaba al piso y hacía pataletas. Yo siempre estaba sola en la mañana porque mis hijos siempre llegaban sobre las tres de la tarde. O sea, en la mañana yo la tenía dispuesta para llorar, para hacer pataleta, para todo lo que yo quisiera, pero ya cuando mis hijos llegaban ya a mí me tocaba controlarme, porque no me gustaba que mis hijos me vieran mal.

[David]: Ellos sabían lo que su mamá estaba haciendo y aunque no se metían mucho, le decían que tuviera cuidado. Diana no les decía lo que hablaba con él para no preocuparlos, y ellos no le hacían preguntas. Pero lo cierto era que Bimbo le estaba contando todos los detalles de su vida criminal. Diana, claro, les pasaba esa información a los investigadores.

[Diana]: Entonces ellos empezaron, los de la Sijín, empezaron a… a rastrear todo lo que yo les puse. Ellos ya empezaron a poner seguimientos.

[David]: A los diferentes miembros de la banda. No siempre podían hacerlo ellos porque podían levantar sospechas, así que nuevamente le pidieron a Diana que los ayudara. Y ella, nuevamente aceptó.

A veces la llamaban para que persiguiera a algún integrante de la banda, registrara lo que hacía y confirmara el lugar donde vivía.

[Diana]: A la hora que fuera. Si a mí me tocaba perseguirlo de noche, lo hacía de noche; si era de día, de día.

[David]: A veces, incluso, seguía a Bimbo.

[Diana]: ¿A mí qué me interesaba? Mirar con quién hablaba, cómo se movía, qué hacía… Entonces él siempre mantenía hablando conmigo: “Amor, estoy haciendo la comida. Amor, voy a salir. Ya son las cuatro, me voy”. Entonces yo le decía: “¿Y dónde vas a estar?”. “Voy a estar en el parque de Fulanito de tal expendiendo”.

Mientras él se despedía de mí, yo ya estaba lista en la calle y como él vivía a dos cuadras, pues, yo ya le llegaba, cuando él estaba cerrando la puerta, yo ya estaba en la esquina. Yo sacaba mi perro y yo lo sacaba al parque donde él estaba, pero yo siempre le daba la espalda.

[David]: Y no tenía que camuflarse mucho.

[Diana]: Como cualquier transeúnte. Yo era fría en ese sentido. Y siempre me iba vestida de diferente manera: yo me veo muy diferente en uniforme, yo me recojo el cabello me veo diferente, si me lo suelto me veo diferente, si me pongo tacones diferente. Entonces siempre me veía de una manera muy diferente.

[David]: A los otros de la banda los seguía desde los puntos donde vendían drogas o desde los bares que tenían hasta sus casas. Incluso se iba con su uniforme del hospital a las direcciones que había registrado, les decía a los vecinos que iba del hospital a chequear las vacunas de los bebés o algún tratamiento médico, y les preguntaba si la persona que buscaba vivía en esa dirección que tenía.

La gente le confirmaba los lugares, y así logró saber dónde vivían exactamente los más escurridizos de la banda. Los que durante dos años se le habían escapado a los de la Sijín.

Mientras hacía los seguimientos, Diana volvió a Bimbo y esta vez le pidió que se comprara un celular para que le pudiera enviar audios.

[Diana]: Yo le dije que yo ya estaba muy cansada y que yo quería escucharlo. Efectivamente se compró el celular a los dos días y empezamos a hablar por el celular de él. Entonces él ya me enviaba audios.

[David]: Un día, a finales de junio de 2017, cuatro meses después del asesinato de Giovani, Diana se sintió peor que nunca.

[Diana]: Me acuerdo que ese día yo estaba más mal que todos los días. Yo ese día no quise hablar con él. Yo ya no quería saber más de ese tipo. Me dolía en el alma tener que decir todos los días que lo amaba. Ese tipo me escribía y me escribía y me escribía. No le quise contestar.

[David]: Al otro día, cuando Diana tuvo fuerzas otra vez, le respondió que había estado muy mal porque se había dado cuenta de que un empleado de su papá era familiar de la persona que él había matado.

[Diana]: “El mundo es un pañuelo” —le escribí— “el trabajador de mi papá es familiar del muchacho que usted mató. Y escucharlo a él hablar de ese día, las lágrimas, verlo llorar” — le dije yo a él — “para mí fue terrible. No puedo con esto, ¿cómo se le fue a ocurrir matar a él? Yo ya no sé qué creerle. No sé si realmente usted me está diciendo la verdad o con qué clase de persona quiero formar yo un futuro, porque yo quiero un futuro contigo”.

[David]: Le dijo que ella había investigado un poco, y se había dado cuenta de que el hombre que mató trabajaba en el hospital de Bosa. En ese momento, Bimbo le respondió. Esta es la nota de voz que le mandó…

[Robinson Murillo]: No te he dicho muchas versiones, mi amor. Pero entonces esa… me aseguraron que era un taxista, que era un taxista, que era un taxista. Pero para que te des cuenta: sí era un enfermero.

[David]: No se escucha muy bien, sobre todo porque al final parece bostezar, pero lo que Bimbo le dice es que alguien le aseguró que el hombre era un taxista, pero que sí resultó ser un enfermero.

Diana le respondió algo como esto:

[Diana]: “¿Usted no se dio cuenta que él estaba con alguien más? Él estaba con la esposa”, le dije yo así. “Usted pudo haber matado a otra persona inocente”.

[David]: Bimbo lo aceptó…

[Robinson Murillo]: Sí, se supone que el… el man estaba entrando con la mujer.

[David]: Pero no mostró nada de culpa.

[Robinson Murillo]: Yo no puedo hacer nada, ni siquiera conocía al man ni nada porque yo iba… era por el del zorro. Y la mujer yo ni siquiera la alcancé a ver porque yo vi cuando abrieron la puerta, entraron el carro y todo. Yo estaba en la esquina.

[David]: Luego le dijo que, fuera lo que fuera, la versión seguía siendo la misma:

[Robinson Murillo]: Pero entonces las versiones nada cambian. El… El del zorro estaba ahí… o sea, el del zorro llegó y tiró el zorro ahí. O sea el zorro estaba ahí al lado y llegó y se paró adonde el man estaba.

[David]: El del zorro es el reciclador. Bimbo dice que dejó el zorro, o sea, la carreta con reciclaje, al frente de la casa del testigo. Luego pasó lo que ya sabemos: cuando Bimbo le intentó disparar, el arma no funcionó y el reciclador salió corriendo.

[Robinson Murillo]: Yo llegué y me corrí para la otra esquina y ahí fue cuando me vio.

[David]: Dice: “Y yo llegué y me corrí para la otra esquina, y ahí fue cuando me vio”.

[Robinson Murillo]: Y me hago al frente de la puerta y el man llega y cierra la puerta cuando yo disparé, le hago cuatro tiros por la ventana.

Ya eso fue todo. No te estoy dando ninguna versión mal ni nada. Y yo lo que te estoy diciendo es verdad. Yo no te estoy diciendo ninguna mentira.

[David]: No te estoy diciendo ninguna mentira, le aclara Bimbo.

Luego le explicó que una de las razones por las que la policía no le había hecho nada, era por lo que hizo con el arma.

[Robinson Murillo]: O sea, yo ya había desaparecido, cómo se dice, el arma homicida y ellos lo que necesitaban era el arma homicida. El arma se la llevó… o sea, yo la entregué a un… a uno de los que trabajaba conmigo y él… y ellos se la llevaron por allá para… para qué… por allá lejos, fuera de Bogotá.

[David]: Diana le pidió que le contara si alguien le había dado la orden de matar a Giovani. Si le habían pagado por eso.

[Robinson Murillo]: No, amor. Me estaban matando… me estaban pagando para que matara a uno solo, pero tú sabes que cuando hay testigos no se pueden dejar los testigos vivos.

[David]: Bimbo le confesó, también por notas de voz, otros tres homicidios que había cometido. El primero había sido en Medellín. No dice la fecha exacta, pero cuenta que vivía allá, que no tenía plata y la estaba pasando mal. Así que alguien le ofreció dinero para matar a una persona. No especifica quiénes son.

[Robinson Murillo]: Me salió eso y lo hice y después me vine. Me pagaron allá por… para poderme venir para acá. Y eso es barato, esos son 200 mil pesos que… 250 mil pesos que pagan eso allá. Eso es lo que pagan por un muerto allá.

[David]: O sea, más o menos 70 dólares.

El segundo fue en Bogotá. Mató un muchacho casi de su misma edad por una pelea personal.

[Robinson Murillo]: La mujer que yo tenía antes me estaba poniendo la ca… los cachos con él. Y un día estaba tomando y precisamente llegó el man y yo le dije: “Venga, ahora sí, dígame las cosas en la cara, que me está poniendo cachos, que tatatata”. Y el man llegó y me dijo: “Sí, pues, que sí me comí a su mujer que no sé qué, que sí sé cuántas”. Y se me rió en la cara. Entonces yo llegué y saqué un cuchillo y le metí dos puñaladas en el pecho, una le perforó el corazón y la otra un pulmón. Eso fue lo que pasó, mi amor.

[David]: Le contó que en ese momento estaban los dos solos y encontraron el cuerpo al lado de un puente. Luego le aclaró que nadie sabía que él lo había hecho.

[Robinson Murillo]: No, amor, nadie se dio cuenta, nadie, nadie sabe. Tú eres la que sabes.

[David]: El tercer homicidio fue en un pueblo muy cerca a Bogotá que se llama Soacha. Fue en una pelea por tráfico de drogas.

[Robinson Murillo]: Me agarré a bala por allá en Soacha Compartir. Unos manes que se querían apoderar del pedazo, y pues ahí… y entonces un man se enfrentó a bala conmigo y yo lo… y yo lo maté. Ya, eso fue todo.

[Diana]: Él habla como cuando tú pisas, no sé, una cucaracha y la dejas ahí. Él habla sin ninguna moral. Y lo que yo quería demostrar, con lo que él me dijera, era que él sí disparó. Porque él mismo me dijo que él no podía dejar testigos. O sea, él era consciente de lo que está haciendo, iba con todos sus cincos sentidos a hacer ese daño que nos hizo.

[David]: Diana guardó todos los audios en una memoria USB y se los entregó a los investigadores. Con todas las pruebas que les entregó en esos meses, la Fiscalía autorizó las capturas de 13 integrantes de la banda Los Moros. Fue a finales de julio de 2017, en la madrugada. Pero Diana no se iba a quedar sin ver eso. Acompañó a los de las Sijín para ver ella misma cómo capturaban a esta gente.

[Diana]: Y esa noche no dormí. Yo los acompañé en todo lo que yo pude. Ellos toman video. Desde el helicóptero me enviaron y yo estaba en tierra. Eso es como de película y es en serio. El helicóptero se escucha. Ellos tumban la puerta. Entran. Los botan todos al piso. Les leen sus derechos. Esculcan toda la casa mirando si hay armas, droga y eso.

[David]: Entre esos estaba Bimbo.

[Diana]: Lo sacan esposado y lo metieron al carro y se lo llevaron. Con una cara sonrisa todo el tiempo. A ellos no les importa.

[David]: Porque saben que esas capturas primero las debe legalizar un juez, y si no hay pruebas suficientes pueden quedar libres. En diciembre del año anterior, 2016, ya los habían capturado, y justo por eso los habían dejado en libertad.

Así que por un lado, Diana estaba tranquila después de cinco meses de tanto esfuerzo y de haber cumplido con su labor de investigación. Pero también sabía que aún no podía cantar victoria.

Al otro día hicieron la primera audiencia. Diana estuvo ahí con sus suegros para saber qué decisión tomaría el juez.

Los de la banda no se veían asustados.

[Diana]: Se empujaban. Se pegaban cocotazos. Cada rato el juez les tenía que decir que orden en la sala, que esto, que lo otro. Se reían porque ellos pensaban que no tenían nada de pruebas.

[David]: Seguramente pensaban en lo que pasó el diciembre anterior.

[Diana]: Y ellos pensaban que esta vez iba a ser lo mismo: que los habían vuelto a capturar el 27 de julio, y que al otro día posiblemente iban a… a salir.

Gracias a Dios, la fiscal del caso es una fiscal que yo jamás había visto una mujer tan determinada en sus cosas.

[David]: Diana sabía quién era y sabía que era la persona encargada de legalizar todas las pruebas que ella recogió, pero nunca la había visto. Ese día, antes de empezar la audiencia, la fiscal se le acercó y le dijo:

[Diana]: “Mucho gusto, yo soy la fiscal 47 del circuito. Yo soy la que voy a estar al frente del caso. Usted va a ver que ninguno de estos delincuentes va a salir hoy y se lo prometo”, me lo dijo. Así con una determinación que yo apenas lloraba, me decía: “Tranquila, no les dé el gusto”.

[David]: En la audiencia, la fiscal le leyó a cada uno de los capturados los delitos por los que estaba ahí. A Bimbo lo acusaron de concierto para delinquir agravado con fines de narcotráfico; tráfico, fabricación o porte de armas de fuego o municiones; y homicidio, entre esos el de Giovani.

Al día siguiente, presentó las pruebas que tenían de cada uno, y en ese momento…

[Diana]: Se les empezó a calmar su risita. Cuando empezaron a sacarles las grabaciones de las conversaciones, cuando empezaron a… a poner en una pantalla los videos cuando ellos expendían.

[David]: Cuando llegó al caso de Giovani, leyó las declaraciones escritas que habían dado el reciclador y el taxista que recogió a Bimbo. Luego leyó la declaración escrita de Diana de lo que pasó esa noche. Y luego les contó lo que vino después: que esta persona había contactado a Bimbo por redes sociales, y que además…

[Diana]: Lo enamoró y le sacó toda la información.

Y soltaron el audio.

[David]: En el que confiesa el homicidio.

[Robinson Murillo]: Y este man cerró la puerta y estaba echando doble llave cuando yo disparé.

[Diana]: Cuando él empezó a escuchar la voz de él, él se botó al piso y se cogía la cabeza. Y él estaba con los otros gamines esos, claro, los otros le pegaron, le decían: “Este hijueputa, marica, sapo”, en plena audiencia.

Lo único que yo sentía por él era mucha rabia. Todavía, sí, me duele mucho.

El verlo a él es… es volver a vivir ese momento. Verle el rostro de cinismo que tiene él, duele mucho.

[David]: Y también notó la rabia que estaba sintiendo Bimbo en ese instante, pero sobre todo la decepción.

[Diana]: No sé qué pensaría. Yo creo que jamás se le pasó por la mente que la persona que había estado hablando durante casi tres meses, que era la novia y con la que iba a tener hijos, era la persona que le había sacado la información, no solamente el homicidio de Giovani, sino de otros homicidios más y de todo lo que hacía la banda.

[David]: Y justo ahí, sin que él supiera que ella estaba viendo ese momento, Diana sintió que había logrado lo que quería.

[Diana]: Mi primer objetivo era sacarle la verdad y lo segundo también era como una venganza mía. El único futuro que él veía era el futuro que yo le ofrecí en esa época por redes sociales. Realmente me aproveché y lo enamoré. Y de alguna manera le quité lo que él tanto quería, que era a Leonela. Leonela nunca existió. No hubo nunca amor. No hubo un futuro. No iban a haber hijos. No iba a haber nada.

[David]: De alguna manera, Diana le hizo lo mismo que él le había hecho a ella: le quitó sus sueños, su futuro.

Finalmente, el juez legalizó la captura de los 13 integrantes de la banda y ordenó que debían seguir el juicio desde la cárcel. Tiempo después, dos de las mujeres de la banda fueron liberadas por tener hijos pequeños, aunque tuvieron que seguir el proceso. Según Diana, el jefe de la banda resultó tener un acuerdo con la Fiscalía por haber ayudado en algún momento a desarticular otra banda y seguir dándoles información, así que terminaron dejándolo libre y le levantaron los cargos.

El proceso de Bimbo se extendió por casi dos años por aplazamientos de audiencias y otros temas burocráticos. En todo ese tiempo, Diana tuvo que ayudar al nuevo fiscal encargado a organizar todo el caso, a clasificar las pruebas, a identificar quién era quién en la banda y a reconstruir el crimen. Bimbo terminó aceptando los cargos. Y el 24 de mayo de 2019 fue condenado a más de 18 años cárcel. Lo último que escribió en su perfil de Facebook, casi un año antes de que lo condenaran, fue: “No estoy muerto”.

[Daniel]: Bimbo ahora enfrenta un nuevo juicio por otro de los homicidios. Según la ley, si estudia, trabaja y tiene buen comportamiento en la cárcel, puede reducir su condena y quedar libre antes de lo estipulado. Pero las personas solo pueden acceder a este beneficio si indemnizan a sus víctimas.

Cuando cerramos esta historia, los papás de Giovani, que son víctimas directas de Bimbo, estaban adelantando los trámites para exigir la reparación monetaria. Según los cálculos de Diana, ese monto sería de más de 210 mil dólares. Pero realmente su intención no es recibir dinero, sino que como saben que él no puede pagarles, tendrá que cumplir su condena completa.

Diana ya no trabaja en el hospital y se fue de Bosa para proteger a sus hijos de posibles venganzas de la banda. En este momento no teme por su seguridad, e incluso les sigue ayudando a los investigadores a conseguir información en otros casos similares. Cambió el nombre de su perfil falso de Facebook y, aunque no ha vuelto a usarlo, lo tiene abierto para no perder las pruebas del homicidio.

David Trujillo es productor en Radio Ambulante. Vive en Bogotá. Este episodio fue editado por Camila Segura y por mí. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri con música de Rémy Lozano. Andrea López Cruzado hizo el fact-checking.

El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Lisette Arévalo, Jorge Caraballo, Victoria Estrada, Miranda Mazariegos, Patrick Moseley, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill, Elsa Liliana Ulloa y Luis Fernando Vargas. Carolina Guerrero es la CEO.

Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, y se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.

Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

Créditos

PRODUCCIÓN
David Trujillo


EDICIÓN
Camila Segura y Daniel Alarcón


DISEÑO DE SONIDO
Andrés Azpiri


MÚSICA
Rémy Lozano


ILUSTRACIÓN
Carla Berrocal


VERIFICACIÓN DE DATOS Y HECHOS
Andrea López-Cruzado


PAÍS
Colombia


PUBLICADO EN
04/20/2020

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