Lola Pistola | Transcripción
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[Daniel Alarcón]: Esto es Radio Ambulante desde NPR. Soy Daniel Alarcón.
[Réferi]: ¡Diego Dos Pistolas Garrrrijo!
[Daniel]: Así presentan a Diego en uno de sus lugares favoritos del mundo, el ring. Cuando está ahí, su mente se aleja de todo lo demás.
[Diego Garijo]: En ese escenario de la lucha siento que estoy ciego. No puedo ver nada excepto la persona que voy a pelear. Yo estoy 100% enfocado. Y a veces hasta ni oigo las palabras del referí.
[Daniel]: Diego “Dos Pistolas” Garijo. De metro setenta y cinco, 90 kilos de músculo.
Diego tiene gran parte del cuerpo cubierto en tatuajes: en el rostro, el cuello, el torso… en su pecho, por ejemplo, se lee en letras grandes: “Eat the rich”, o sea “cómete a los ricos”. Tiene 43 años. Nació en Guanajuato, México. Pero a los casi 5 años migró con su familia a Estados Unidos. Ahora vive en California.
Luego de una niñez solitaria, y una adolescencia y juventud bastante conflictivas, las artes marciales mixtas, mejor conocidas como MMA, se convirtieron en un lugar seguro para él. Le daban un propósito, una comunidad y algo de dinero. Su carrera comenzó en 2006 y, desde entonces, casi toda su vida ha girado en torno a esta pasión.
Las MMA son uno de los deportes de contacto más feroces que existen. Son parecidas al “vale tudo” de Brasil, porque en su origen casi no había reglas. Solo no se podían hacer golpes bajos ni meter los dedos a la boca, a los ojos, ni morder. Fuera de eso todo lo demás estaba permitido.
Hay de todo: puños sin guantes, patadas, rodillazos, y una mezcla de todas las disciplinas marciales y deportes de combate que puedas dominar.
[Diego]: Es mucho más difícil que el box. Tienes que saber 20 cosas en vez de una sola cosa. O sea, que tienes que saber 20 cosas de jiujitsu, 20 cosas de Muay Thai, 20 cosas de la lucha…
[Daniel]: El que no tuviera reglas era parte su atractivo, pero, en Estados Unidos, en 1996, el entonces senador de Arizona, John McCain, llamó a las MMA “una pelea de gallos entre personas”, y logró que se prohibiera comercializar este deporte hasta que estuviera reglamentado. Ahora hay ciertos movimientos que no están permitidos, como patear la cabeza de un oponente mientras está en el suelo, jalar el cabello o dar cabezazos. Desde que está reglamentado, creció con mucha velocidad y ahora es uno de los deportes más populares del mundo.
Un luchador de MMA entrena durante meses para pelear 25 minutos o menos. Solo tiene tres o cinco rounds para derrotar a su contrincante, mientras un réferi observa todos sus movimientos.
Su escenario más famoso es un clásico ring octogonal, a veces, incluso, enrejado. Para los fanáticos, su encanto principal es que, gracias a las muchas disciplinas que pueden usar, hay luchadores con todo tipo de estilos y un gran repertorio de golpes.
Diego, por ejemplo, se especializa en box estilo mexicano. Es un boxeo muy rápido y agresivo. Y con esa misma energía pelea en artes marciales mixtas. Aunque Diego no se caracteriza por la técnica, sino por su energía. Lo que más le interesa es dar un espectáculo: no suele dar pasos para atrás ni aunque esté recibiendo una lluvia de golpes.
[Relator 1]: Good left hand on this step for Diego Garijo… Both fighters swinging back…
[Relator 2]: Such a strong start and such a weak finish for… It’s all over! Garijo wins!
[Daniel]: Bailotea alrededor del ring, con las piernas abiertas, mirando directamente a los ojos de su oponente. Pelea también con sus gestos: riendo con picardía aunque tenga la cara ensangrentada, retando la valentía del otro, pensando: a ver quién cae primero.
De las 14 peleas en las que ha participado, solo ha perdido dos veces. Cada vez que es golpeado, busca la energía para resistir hasta el final una y otra vez. Y el público le responde con esa misma intensidad.
[Diego]: Ay, se siente fuera de este mundo. Y hay miles de gentes ahí en la arena que se están llamando tu nombre y están este gritando y tirando porras por ti. Eso no lo puedes comparar con muchas cosas en la vida.
[Daniel]: Ser un luchador no solo se definía en el ring ni frente a sus espectadores. Aunque el combate fuera corto, su preparación y estilo de vida eran un trabajo de tiempo completo. Levantarse temprano, pesarse, y después ir al gimnasio, dos veces al día, incluso en fines de semana. Regresar a casa y ver videos de técnicas que pueda aprender.
Su familia ya estaba muy acostumbrada a su rutina. Diego y Olivia, la madre de sus hijos, y ahora exesposa, se habían conocido en la preparatoria y después de enamorarse y casarse, iniciaron una familia. Olivia apoyó a Diego cuando quiso iniciar una carrera en la lucha y los dos se las arreglaban para sacar adelante a tres hijos.
En 2011, Diego se estaba preparando para participar por primera vez en la liga de MMA más importante de todas, la UFC, o sea la Ultimate Fighting Championship, en Estados Unidos. Él estaba seguro de que iban a llamarlo tarde o temprano. Pero, en uno de los entrenamientos, cuando estaba practicando golpes contra un compañero, descuidó la guardia y su colega le clavó un puñetazo en el ojo derecho.
[Diego]: Perdí la vista como por 30 minutos y cuando regresó tenía como una lucecita que se prendía cada unas dos o tres horas.
[Daniel]: Había sido un golpe duro, sí, pero como había sufrido tantas fracturas y lesiones en el pasado, no le dio demasiada importancia. Nunca imaginó lo que esa pequeña luz en el ojo provocaría.
Una breve pausa y volvemos.
[MIDROLL]
[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Fernanda Guzmán investigó esta historia, y ahora nos sigue contando…
[Fernanda Guzmán]: Como dijimos, Diego estaba bastante acostumbrado a las lesiones y tenía una gran tolerancia al dolor. Una vez, incluso, caminó durante varios días sin saber que tenía una pierna fracturada. Así que, en 2011, cuando le golpearon el ojo, no fue al médico inmediatamente.
[Diego Garijo]: Siendo así de terco no, no fui al doctor y pasaron unos días y entonces la lucecita que tenía el ojo fue siguiendo más, más, más.
[Fernanda]: Consultó por teléfono con un médico que atendía a los luchadores acreditados y le contó sus síntomas: que al inicio era una luz que aparecía y desaparecía dos o tres veces al día, pero que ahora la tenía casi todo el tiempo. El médico le dijo que eso no sonaba bien y debía revisarlo en persona.
Pasaron un par de días más hasta que Diego por fin fue al consultorio. El doctor lo revisó y le hizo pruebas en el ojo. Diego se empezó a poner nervioso. Notaba al doctor un tanto reservado. Recién ahí sintió que algo andaba muy mal y que el médico no quería decírselo todavía.
[Diego]: A lo mejor porque él me conocía, sabía que yo estaba persiguiendo la carrera completamente con todo mi corazón. A lo mejor él no quería ser la persona en decirme que era un problema muy serio.
[Fernanda]: Y efectivamente, el médico le dijo que tenía una idea de lo que pasaba, pero no quería dar un diagnóstico antes de estar completamente seguro. Le pidió a Diego que hiciera una cita urgente con un especialista de retinas. Y como Diego ya comenzaba a asustarse, le hizo caso inmediatamente.
Al día siguiente, el especialista le explicó que el impacto del golpe fue tan fuerte que le había desprendido la retina. Esa membrana en la pared posterior del ojo que transforma la luz en un impulso nervioso que viaja hasta el cerebro y se convierte en las imágenes que vemos. Una alteración en ella puede cambiar la manera en la que percibimos los colores o, como en el caso de Diego, que haya luces blancas que obstruyan la visión.
La situación era muy delicada. Diego tenía que hacerse una cirugía de emergencia.
El doctor le dijo:
[Diego]: “Si no te haces cirugía mañana, 100% pierdes toda la vista en ese ojo”. Y cuando me dijo eso me quedé como: “guau…uff 99% no, 100”.
[Fernanda]: 100% ciego del ojo derecho. Las palabras del médico lo asustaron lo suficiente para que se operara lo más pronto posible. Esa cirugía iba a ser muy incómoda. La retina de Diego estaba desprendida y, para devolverla a su lugar, tenían que utilizar una liga de silicona y un gas especial que introducían con una aguja en el ojo. Todo esto para generar la presión necesaria que pegara la retina a la pared del globo ocular.
[Diego]: Y tú puedes ver la aguja cuando está entrando al ojo. Bien lento que te meten la aguja.
[Fernanda]: Por supuesto, le dolió. Pero, según Diego, el doctor se sorprendió de que él continuara conversando durante toda la cirugía, incluso, con la aguja adentro. Cuando el médico terminó, le dijo que hiciera reposo absoluto mientras su ojo terminaba de sanar por, al menos, un par de semanas.
Y también le dio una última mala noticia: le explicó que sus retinas, genéticamente, eran muy delicadas. Era probable que, si continuaba con su carrera de peleador, se volvería a desprender no solo una, sino ambas. Si eso pasaba, quedaría ciego. Eso no solo significaba que no podría seguir preparándose para entrar a la UFC, sino que probablemente tendría que renunciar por completo a la lucha.
[Diego]: Yo… Yo no estaba listo. Yo ya había dado mi vida a la pelea. Yo estaba listo para quedarme ciego. Si no tuviera hijos, hubiera continuado de pelear. Eso sí fue un golpe muy, muy fuerte.
[Fernanda]: Es decir, si hubiera sido por él, habría peleado hasta quedarse ciego, pero al tener una familia, sentía que esa decisión no era solo suya.
Esa tarde nadie podía recogerlo después de la cirugía, y como su casa quedaba muy cerca, decidió regresarse caminando solo. En el trayecto tuvo suficiente tiempo para pensar en el diagnóstico que le había dado el médico y la necesidad de tener que renunciar a lo que más le apasionaba en el mundo.
[Diego]: Entonces me da las malas noticias el doctor y, como una película, empiezo a caminar a la casa y de ningún lado en California, donde casi nunca llueve, empieza a llover.
Y estoy caminando a la casa casi llorando y cubierto, así mojado.
[Fernanda]: En ese punto, Diego llevaba ya casi seis años peleando, y sentía que renunciar a los entrenamientos, a las luces de la arena, a los octágonos y a las ovaciones del público era casi como renunciar a él mismo. Era mucho más que solo el miedo a no tener dinero, o a perder su gran sueño de ser un campeón mundial. Era algo más personal.
[Diego]: Tenía tanta pasión para pelear. Fue lo que me salvó como adulto, porque yo estaba tan enfadado.
[Fernanda]: Diego arrastraba un gran enojo desde que era pequeño. Y es que tampoco era el niño que quizá se están imaginando. Muchos años antes de su vida violenta y de luchador, era sensible y artístico, algo que llamaba la atención de los otros niños en su barrio en San Diego. No solía comportarse como lo que esperaban de él: que fuera seco, rudo, estereotípicamente varonil.
Además de llorar si quería y de demostrar cuando algo lo había lastimado, le gustaba escuchar a Whitney Houston y pintar, en lugar de salir a jugar fútbol. Esas características lo hicieron sufrir…
[Diego]: De niño, la gente se burlaba de mí o me metía en problemas, o me pegaban porque me veían de una manera débil o creían que era muy femenino.
[Fernanda]: Le hacían bullying, le decían que seguramente era gay, como si fuera un insulto, y le quitaban sus juguetes. Él solo lo aguantaba. En ese entonces, pensaba que defenderse implicaba responder con agresividad y él no sabía cómo hacerlo.
[Diego]: No me podía en mi cabeza imaginar cerrar mi puño y pegarle a alguien en la cara. Era como demasiado violento para mí.
[Fernanda]: Y la vida en su casa tampoco era más sencilla.
[Diego]: Mi mamá… sentía que me abandonaba en lugares. No siempre sabía si mi mamá iba a regresar, así que yo ya traía un sentimiento muy pesado desde niño.
[Fernanda]: Diego se crió prácticamente solo, forzado a tener una vida más en las calles que en su propia casa. Y, en algún momento, comenzó a transformarse en una persona que nunca imaginó.
Se enfocó en transformar su exterior, en personificar esa masculinidad que le pedían los que lo rodeaban. Quería presentar una versión de sí mismo más rígida, más ruda, incluso más temeraria.
[Diego]: De una manera yo creo que también tratas de comprobar aún más que sí eres macho.
[Fernanda]: Fue ahí cuando comenzó a juntarse con personas que se dedicaban a robar y a involucrarse con drogas. También comenzó a participar en competencias de motocicletas que a menudo se volvían peligrosas. Y, en ese ambiente, pronto empezó a dedicarse a lo mismo, lo que él llama “la vida del crimen”: asaltar tiendas, robar televisores o aparatos electrónicos…
Pero con el paso de los años, se cansó de esa vida. Olivia, la que sería la madre de sus hijos, lo alentó a buscar algo diferente y después llegó la lucha. Comenzó a entrenar de forma seria. Fue una manera de seguir teniendo un exterior muy intimidante. Así empezó a pelear y a hacerse cada vez más exitoso, hasta que como oímos, casi seis años después un golpe en el ojo derecho puso en riesgo todo lo que había construido.
La lucha le daba una identidad y también una carrera con la que podía hacer dinero. Al principio le pagaban 10 mil dólares por pelea, lo que con ayuda del crédito, le permitía mantenerse por un tiempo sin problemas. Luego, llegó a recibir hasta 15 mil por contienda. Ahora dejarla implicaba tener que buscar un trabajo nuevo para poder mantenerse a él y a su familia, pero Diego no conocía otro mundo.
[Diego]: Ya tenía mucho tiempo que ya había dejado el colegio y no tenía una segunda carrera, no tenía nada, ningún otro medio de ganar dinero excepto pelear.
[Fernanda]: Las necesidades de la vida cotidiana no podían esperar a que Diego procesara su duelo. Era urgente conseguir otro trabajo, lo que fuera, que le permitiera poder mantener a su familia.
Menos de un año después de dejar la lucha por su lesión en el ojo, pudo conseguir un trabajo en lo que se conoce en inglés como “process server”: esas personas que se encargan de notificar con un documento a quienes tienen que ir a la corte por alguna razón en Estados Unidos. Ese papel tiene que ser entregado personalmente. Y Diego era quien lo entregaba.
Comenzó a tomar los casos que nadie más quería: gente que se estaba escondiendo, que podía ser peligrosa o que era muy difícil de encontrar. Se estacionaba afuera de su casa durante días para poder interceptarlos, incluso se llegó a disfrazar de repartidor de paquetes para engañarlos. Era muy bueno en su trabajo, y le daba los ingresos necesarios para poder pagar la renta y mantener a su familia.
Pero a Diego le estaba costando adaptarse a este nuevo estilo de vida. Sentía que no era para él. Esa incomodidad se convirtió en tristeza. Casi todos los días, antes de llegar a su trabajo, se quedaba un rato en el estacionamiento y lloraba en su coche antes de entrar.
Había pasado casi seis años peleando, sin tener un trabajo tradicional. No tenía idea de cómo adaptarse a un mundo laboral tan convencional.
[Diego]: Nada me hacía sentir lo que yo sentía cuando estaba peleando, esa emoción. No sabía cómo ser una persona normal que va a un trabajo de 9 a 5, con un, con un gerente que te está diciendo qué hacer.
[Fernanda]: Por instrucción médica tenía recomendado no practicar más deportes de contacto. Pero Diego extrañaba hacer actividad física así que por un tiempo se conformó con levantar pesas.
Seis años después, y pese a la instrucción de su doctor, comenzó a pelear a puño limpio. El médico le autorizó entrenar, pero le prohibió volver a luchar competitivamente en MMA.
No era lo mismo, pero estaba contento de seguir activo.
Luego de ahorrar lo suficiente para mantener a su familia por un tiempo, renunció a su trabajo como “process server”. Necesitaba una pausa y encontrar una forma de rehacer su vida. No lo tenía muy claro. Trató de reconectar con aquello que disfrutaba de hacer cuando era niño, antes de las peleas: dibujar, el arte… Se volvió tatuador y comenzó a vender algunas de sus pinturas, pero todavía no estaba en paz por completo.
Por esos tiempos, Diego estaba yendo al mismo gimnasio que Eric del Fierro, un entrenador de luchadores de la UFC. Se habían hecho amigos y ya le tenía la confianza suficiente para contarle un poco de lo que estuvo viviendo los últimos años.
[Diego]: Él vio que yo estaba medio batallando con la transición de peleador a una persona normal y el trabajo.
[Fernanda]: Y con la necesidad de encontrarse a sí mismo de nuevo. Después de escucharlo, Eric le dio una recomendación.
[Diego]: Me dijo: “Yo sé que tú estás tratando de cambiar tu vida. Acabo de tomar este curso. Yo creo que te va a beneficiar mucho».
[Fernanda]: Era un curso de inteligencia emocional. Duraba dos fines de semana y lo impartían en Las Vegas, a cinco horas de su ciudad, San Diego. El viaje y las clases eran una inversión, pero Eric del Fierro le compró unas pinturas para ayudarle a pagarlo.
Diego viajó hasta Las Vegas los dos fines de semana del curso. Era un edificio con aulas donde conoció a un grupo de personas que, como él, trataban de definir cuál sería el nuevo camino que tomarían sus vidas. Algunos querían desatorar bloqueos creativos, otros buscar más seguridad en sí mismos o encontrar su verdadera vocación profesional.
Diego no pasaba desapercibido en su grupo. No solo eran los tatuajes en todo el cuerpo; cuando lo conocieron, él estaba hecho trizas: tenía el brazo enyesado y la cara llena de puntos. Por supuesto, no le había hecho caso al médico por completo y cuando pudo, volvió a excederse en los entrenamientos.
Cuando llegó su turno, frente a sus compañeros, contó lo mucho que le había costado renunciar a las competiciones profesionales de MMA, y que ahora estaba buscando otra cosa que lo hiciera feliz. Idealmente algo que estuviera relacionado con el arte.
Y entre sus compañeros, escuchándolo, estaba Jackie, una joven que trabaja en la industria de la moda y que también estaba buscando darle un giro a su carrera. Esta es Jackie:
[Jacqueline Spercio]: You know, it takes a lot of confidence just to be yourself in front of everybody. And that’s why I was very drawn to him. Like we immediately kind of just opened up and shared…
[Fernanda]: A Jackie le pareció muy valiente que Diego fuera tan transparente y que se abriera así frente a todos. Durante el curso hablaron más y rápidamente se hicieron amigos.
Pero más allá de las amistades nuevas, el objetivo principal que Diego tenía en este curso era resolver un asunto que tenía en la cabeza desde hacía meses:
[Diego]: Tratando de encontrar quién era yo sin la pelea ¿Quién soy yo?
[Fernanda]: El segundo fin de semana del curso, conversaron sobre lo que les hacía sentir vulnerables a cada uno y cómo podrían permitirse esta vulnerabilidad. Diego escuchaba muy atento.
Él se consideraba alguien que no tenía problemas con demostrar sus emociones. Sí, se había creado una coraza física tradicionalmente masculina, pero a pesar del bullying que había sufrido de niño, se permitía cosas que para él rompen con el estereotipo de un macho: como llorar frente a sus hijos si alguna película lo conmovía o simplemente expresarle cariño a sus seres queridos.
Diego ya se consideraba alguien vulnerable, entonces el reto era otro. Encontrar algo que nunca hubiera hecho antes, algo nuevo.
[Diego]: Entonces yo dije: ¿Cómo yo puedo empujar mis límites de lo que sería vulnerable para mí?
[Fernanda]: Los que lo conocían sabían que era alguien sensible, pero los que solo lo juzgaban por su exterior no tenían forma de saberlo.
[Diego]: Pues para mí todos me ven como, este, macho peleador masculino.
[Fernanda]: Entonces pensó…
[Diego]: ¿Qué es más masculino que un peleador?
[Fernanda]: Llegó a la conclusión de que, quizá para explorar ese límite, tendría que hacer algo completamente opuesto.
[Diego]: Lo más vulnerable que yo puedo hacer es presentarme como femenino.
[Fernanda]: Y en cuanto lo pensó, le vino una idea, una imagen, que de inmediato compartió con su grupo.
[Diego]: Cuando dije: “¿Y si hago un show de drag?”.
[Fernanda]: Un show de drag. Sus compañeros pensaron que era una gran idea, que era algo divertido, y lo celebraron.
[Diego]: Todos creían que eso es lo más vulnerable que yo podía hacer como un hombre que también en ese tiempo se ve muy como hipermasculino, ¿verdad?
[Fernanda]: No imaginaba muy bien por dónde comenzar, pero sabía que, al igual que con la lucha, requeriría de compromiso. Y, como en el ring, se dedicaría a hacer drag con toda su energía.
Así comenzó el entrenamiento.
[Daniel]: Una pausa y volvemos.
[MIDROLL]
[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón.
Fernanda Guzmán nos sigue contando.
[Fernanda]: Diego estaba convencido de que hacer un show de drag era una gran idea, aunque en realidad sabía muy poco sobre drag. El único referente que tenía de este mundo lo conoció cuando era adolescente, se trataba de…
[RuPaul]: If you can’t love yourself, how in the hell you gonna love somebody else?
You better work (cover girl!) Work it, girl (give a twirl!) Do your thing on the runway. Work (supermodel!). You better work it, girl (of the world!)
[Fernanda]: RuPaul, la drag queen más famosa de Estados Unidos y probablemente del mundo. En 1993 lanzó su primer gran hit musical, Supermodel. En el video aparece él: un hombre con una larga peluca blanca, con maquillaje, tacones, vestidos y joyería, cantando sobre ser una supermodelo de portada de revistas. Diego todavía tenía esa imagen en su memoria. Había visto el video de adolescente, pero eso era todo. Y como no era suficiente, se puso a investigar.
[Diego]: Empecé a ver cómo se vestían, qué usan de maquillaje y como todo, me he hecho al extremo y lo empecé a estudiar.
[Fernanda]: Antes de su investigación, Diego pensaba que, en esencia, el drag se trataba de hombres maquillados que usaban vestidos. Y, si como Diego, uno investiga por primera vez sobre drag en internet, puede parecer que simplemente se trata de eso.
Pero él continuó revisando videos, fotografías de distintas drag queens y también se vio algunos episodios de RuPaul’s Drag Race, un reality show en donde distintas drag queens estadounidenses compiten por ser la mejor del país.
Una de sus ganadoras, Sasha Velour, dice que el drag es una autoexpresión desvergonzada. Rechazar de forma juguetona nuestras suposiciones sobre cómo “debería” actuar y lucir un hombre o una mujer.
El drag es considerado un arte en sí mismo, que no es exclusivo para hombres, sino para cualquier persona que quiera jugar con los estereotipos de género. De hecho, también existen los drag kings o incluso personas cuyo drag sale por completo del binarismo, entre muchos otros tipos de drag.
Su esencia es el transformarse en otro, pero el drag no solo gira en torno a la apariencia física. También tiene que ver con música y coreografías, entre muchas otras cosas. Las drag queens suelen hacer shows musicales en donde mueven los labios como si estuvieran cantando una canción que ellas eligen, y también bailan a su ritmo.
Así que Diego trazó una meta: no solo se vestiría de drag queen, sino que se presentaría en un bar y haría un show de en vivo. Ese sería su verdadero ejercicio de vulnerabilidad. Buscó en San Diego un bar para presentarse en donde hubiera un micrófono abierto para hacer shows de drag queen.
En Google encontró uno llamado Lips. Allí aceptaban drag queens nuevas y les habló por teléfono para solicitar un espacio en el escenario. El gran evento sería el 7 de junio del 2019, así que tendría casi tres meses para prepararse.
Después le contó el plan a su familia. Ellos están acostumbrados a que Diego les cuente ideas extravagantes, así que no los tomó tan de sorpresa, ni pensaron que fuera algo malo. Él piensa que las generaciones de sus hijos tienen una mente mucho más abierta y no suelen asustarse por este tipo de cosas. Por eso, lo tomaron con mucha naturalidad. Olivia, su exesposa, suele apoyarlo con todas las ideas locas que se le ocurren, y esta no era la excepción.
[Diego]: Aunque sí tuvo un momentito donde yo vi en sus ojos que estaba confundida, como diciendo: “¿esto qué quiere decir y qué va a seguir después de esto?”
[Fernanda]: Diego lo notó en su expresión, pero no hablaron sobre esto. Él quería sacar adelante este plan y Olivia lo apoyó en todo momento.
Cuando estuvo listo para empezar a buscar ropa y accesorios, Jackie, su compañera de curso, quien trabaja en moda, le ofreció su ayuda. Ella sabía a dónde tenía que llevar a Diego.
Viajaron al Fashion District de Los Ángeles, una zona de más de 100 calles al centro de la ciudad, en donde existen unas dos mil tiendas de ropa, zapatos y accesorios. Allí también venden todo tipo de telas, hilos y materiales para confeccionar ropa.
Ya en el Fashion District, Diego y Jackie se iban paseando por todas las tiendas que Diego no solía frecuentar. Buscaban todos los elementos que él necesitaba para su show. Por ejemplo, los aretes. Diego quiso perforarse las orejas. Esas y otras partes del proceso, como depilarse todo el cuerpo, fueron dolorosas, pero Diego y Jackie estaban divirtiéndose mucho.
[Diego]: Para mí ese día siempre va a ser una muy bella memoria porque nos la pasamos muy bien, nos estábamos conociendo. Compramos mi primerpar de tacones.
[Fernanda]: Fue muy difícil encontrarlos porque Diego calza 12, y los tacones de ese número no le quedaban porque su pie es demasiado ancho. Pero logró encontrar un par. Eran rojos, terminaban en punta y tenían un tacón de unos 13 centímetros. Para él, que nunca había usado tacones, eran altísimos. Para las drag queens experimentadas, eran pantuflas.
Después de comprarlos, se sentaron en un café a descansar porque habían caminado durante horas. Pero Jackie, que le iba a enseñar a caminar en tacones, ya quería empezar con las lecciones, así que abrió la caja de los zapatos nuevos…
[Diego]: Y me dijo: “Pues ¿por qué estás perdiendo tiempo? Póntelos ya de una vez”. Y me los puse ahí y empecé a caminar.
[Jackie]: Oh, my gosh. The first time he ever wore heels, we put the high heels on and he just started walking around the coffee shop like it was nobody’s business.
[Fernanda]: Jackie recuerda que Diego comenzó a caminar como si nada en el café. Y aunque ante ella se veía confiado mientras daba sus primeros pasos, la sensación en sus pies era incomodísima, dolorosa…
[Diego]: Ay, los tacones con mis pies que tienen ya 20 años de artes mixtas marciales y ya los he quebrado varias veces. Siento un dolor que no puedo explicar.
[Fernanda]: Pero en cierto modo, su carrera de peleador le sirvió para tolerar ese dolor. No se los quitó e hizo toda una pasarela para divertir a Jackie.
[Diego]: Y me acuerdo que me sacó a la calle de afuera del café y dijo: “A ver practica”. Y estaba caminando y nunca se me va a olvidar…
[Fernanda]: Afuera, en una de las calles más transitadas de Los Ángeles, había turistas curioseando por la zona y tomando fotografías. Entre ellos, una familia paseaba con un niño pequeño que, desde abajo, se quedó observando a Diego:
[Diego]: El niño… La cara que le vi de confundido. De que volteó a verme los tacones y luego me volteaba arriba a ver la cara, y otra vez los tacones, y otra vez la cara.
[Fernanda]: Recibir esa reacción hizo que el experimento comenzara a sentirse real. La mirada del niño le dio entre curiosidad y risa. Se imaginaba qué estaría pensando, algo como: “qué rara es la gente de acá”. Era solo un niño y eran solo un par de tacones, pero la situación hizo que Diego también se preguntara si algunas personas todavía no estaban listas para ver ciertas cosas.
Luego de descansar en el café, Jackie y Diego continuaron la búsqueda del resto del vestuario. Los zapatos solo habían sido el principio.
Diego quería interpretar I’m Every Woman de Whitney Houston, una de sus cantantes favoritas desde la niñez, y estaba buscando un vestido como los que usaba Whitney: voluminosos, con colores llamativos y llenos de pedrería. Pero en una de las tiendas, encontraron un vestido diferente…
[Diego]: Y me enamoré con el vestido, pero no era el correcto para esa canción. Entonces vi el vestido y dije: “¿Qué canción me dice este vestido?”. Y la primera canción que pensé es: Celia Cruz, La vida es un carnaval.
[SOUNDBYTE LA VIDA ES UN CARNAVAL]
[Celia Cruz]: Todo aquel que piense que la vida es desigual tiene que saber que no es así, que la vida es una hermosura, hay que vivirla…
[Fernanda]: El vestido le parecía a Diego como una cola de sirena: era verde, entallado y tenía lentejuelas brillantes. Era strapless, o sea que no tenía tirantes, y el corsé estaba lleno de perlas verdes y doradas. A Jackie también le pareció hermoso. Ese tenía que ser su vestido, y esa su canción.
[Diego]: Entonces empezamos a buscar todo para combinar con ese vestido. La peluca, el maquillaje, las joyas…
[Fernanda]: La peluca que escogieron era castaña y ondulada. Estaba recogida en un peinado y decorada con una pañoleta azul con estampado de flores rosadas. También consiguió un brazalete plateado que hacía juego con un gran collar de piedras fantasía azul tornasol. El vestuario de Celia Cruz estaba listo.
Ya con la canción elegida, Diego comenzó a montar su show. Aunque el drag no es un deporte de contacto, sí requiere una preparación física:
[Diego]: Pues Igual como una pelea empecé a entrenar, tuve que aprender cómo bailar en los tacones. Empecé a ensayar mis pasos y memorizar la canción.
[Fernanda]: Diego ya tenía pensada la coreografía. Estaba listo el vestuario y la música, pero faltaba algo esencial: el rostro. Las drag queens suelen tener un maquillaje muy único. Es como si fuera la firma del personaje. De manera que, así uses cualquier estilo de ropa, la gente siempre pueda reconocer que se trata de ti solo al ver tu cara. También suelen aplicarse su propio maquillaje, pero él no sabía cómo y al ser algo tan importante, Diego buscó ayuda de alguien profesional y, un conocido le recomendó a alguien.
[Diego]: Y me dijo: “Mi amigo Carlos hace… hace drag…. hace artista de maquillaje y también es bailarín profesional que ha hecho espectáculos de drag”.
[Fernanda]: Lo buscó por Instagram y le mandó un mensaje directo contándole lo que necesitaba.
[Carlos]: Y cuando él me escribió, yo veo su profile que era como de boxeo, tenía fotos como con sangre en la cara. Yo le dije a mi novio: “Ay, yo no sé. (Risas). Yo no sé, me suena súper raro”.
[Fernanda]: Este es Carlos González, es puertorriqueño, tiene 32 años y vive en Los Ángeles.
De entrada Carlos desconfió del perfil de Diego. No era para nada el tipo de clientes que solían buscarlo. Dudaba de que sus intenciones fueran honestas. Tenía miedo de que fuera a hacerle daño, por ejemplo. Pero finalmente le contestó y decidió que iría a conocerlo en un café. Le dijo a su novio de ese entonces que le mandaría su ubicación, solo como prevención, por si cualquier cosa pasaba.
Llegó el día del encuentro. Diego lucía en persona tan intimidante como en sus fotos. Pero mientras iban conversando, Carlos dejó de tener miedo.
[Carlos]: Diego en persona pues es un ángel, nada que ver con la foto. O sea, si no lo conoces, no sabes quién es. Y cuando lo conocí en la primera entrevista, como que toda esa imagen que tenía pues cambió.
[Fernanda]: Para sorpresa de Carlos, tuvieron química muy pronto. Diego le contó su plan: que quería montar un show, que estaba comprometido a hacer drag todo lo profesional que pudiera y por eso necesitaba su ayuda. A Carlos le pareció un proyecto atractivo y valiente, así que se pusieron de acuerdo para verse un día antes del show en casa de Diego y escoger el maquillaje definitivo.
Así fue, al día siguiente Carlos llegó a casa de Diego y mientras alistaba sus implementos en la mesa del comedor, Olivia y Diego discutían por primera vez cuál sería el nombre perfecto para su personaje drag. Recordaron que, durante el embarazo de su hija, uno de los nombres que tenían en mente era Lola. Y aunque al final decidieron por otro nombre para la bebé, Lola siempre les gustó. Olivia le dijo:
[Diego]: Oye, ¿y si te pones Lola Pistola porque va con tu nombre de peleador, también Dos Pistolas? Le dije: “Wow, está fenomenal”. Me encantó y desde ahí nació Lola Pistola y… ahí estuvo.
[Fernanda]: El personaje que Diego imaginó usando ese vestido brillante de sirena, con tacones rojos, peluca castaña, inspirado en Celia Cruz, y que él estuvo practicando durante tres meses, ya tenía nombre: Lola Pistola. Y con el nombre comenzó a imaginar su personalidad.
[Diego]: Me sacó así como vibras de que: “Ok, tiene que ser muy agresiva, ¿verdad?”
[Fernanda]: O sea nada tímida, explosiva y carismática.
[Diego]: Y dije: “pues así voy a usar el ánimo de Lola Pistola, donde quiera que llegue voy a ser el centro de atención, ¿verdad?”
[Fernanda]: A Lola ya solo le faltaba tener aquel rostro icónico distintivo y Carlos estaba concentrado en tratar de satisfacer la visión que Diego tenía de ella.
Carlos comenzó tapándole las cejas con un pegamento especial. Sobre la capa de pegamento, colocó base de maquillaje, y luego le diseñó unas cejas negras desde cero: grandes, gruesas y angulosas. Le delineó unos labios exagerados, con más volumen, y los pintó de rojo. Combinó sus sombras con los colores de la pañoleta: celeste y rosa. Agregó unas pestañas postizas muy, muy largas. Le contorneó los pómulos para que quedaran definidos y afilados, e hizo lo mismo con su nariz. Del cuello para abajo, no cubrió ninguno de los tatuajes, de modo que Lola se veía imponente, femenina y masculina a la vez.
La familia de Diego se asomaba de vez en cuando para ver cómo iba el proceso, pero él no quería ver su rostro hasta que estuviera terminado. Luego de unas tres horas de maquillaje, solo faltaba colocar la peluca y peinarla un poco.
[Diego]: Me dijo: “Ya, ya terminamos”. Y me sacó el espejo… No… no podía parar de sonreírme. Me estaba sonriendo mucho porque nunca me había visto así. Es… es otro mundo.
[Fernanda]: Se sentía bello. Su familia estaba sorprendida al ver el gran cambio.
Además de Carlos, Diego tenía otra visita ese día. Luna Ferox, una de las amigas que hizo en su curso, quería iniciar una carrera en fotografía y le pidió hacerle fotos a Lola como parte de su proyecto personal.
Ella le dio indicaciones muy puntuales de poses para hacer frente a la cámara: sentado en un sillón con las piernas cruzadas, a veces con medias de red o con ropa interior y una bata, frente al espejo de baño… Y una, quizás la más llamativa de todas, sentado con las piernas cruzadas en el inodoro, sosteniendo un cigarrillo, aparentemente desnudo, mostrando casi todos sus tatuajes, usando solo sus joyas y mirando directamente a la cámara.
[Diego]: Y tomamos unas fotos muy sexy. Y en ese tiempo, yo me sentí como: “Oh, estoy… Sí, estoy haciendo algo muy diferente ahorita, porque… yo no sé dónde van a terminar estas fotos o quién las va a ver…”
[Fernanda]: Comprar la ropa, investigar sobre drag, depilarse, maquillarse… todo eso había sido entretenido, pero no fue sino hasta ahora, completamente convertido en Lola y frente al lente de su amiga, que por fin sintió que cumplía con la tarea inicial de su plan: comenzó a sentirse verdaderamente vulnerable.
[Diego]: Y por un momento tuve ese pensamiento de que: “Oh… yo no sé cómo gente va a pensar de mí”. Entonces sí fue un poquito de pensar si estoy haciendo la cosa correcta y proceder de ahí.
[Fernanda]: No sabía dónde iban a parar esas fotos y qué reacción podrían tener, por ejemplo, los familiares fuera de su núcleo…
A pesar de las dudas, decidió subir a Lola a un escenario.
[Diego]: En ese momento sí sentí un poco del riesgo, pero de todas maneras seguí adelante.
[Fernanda]: A la noche siguiente, el gran evento para el que Diego se había estado preparando durante los últimos meses, por fin llegó. A las 7pm, Lips, el bar que había elegido, estaba repleto. Él llegó al local ya casi completamente caracterizado en Lola Pistola. Carlos, Olivia y otros amigos cercanos fueron a apoyarlo.
Las luces iluminaban el escenario donde las drag queens desfilarían. Una pasarela se alargaba hacia el público y a los lados del escenario colgaban cortinas brillantes de escarcha verde.
La pared de fondo era negra, cubierta con una cortina de pedrería. Y tenía, en el centro, el logo del bar: unos labios rosas carnosos sobre los que se leía el nombre Lips. Al escenario salió la conductora del evento: una drag queen que animó al público y que se encargaría de presentar a todas las artistas y de hacer reír a la gente entre medio.
Detrás del escenario, Lola Pistola, se enteró que esa noche no sería una presentación normal, sino un concurso. Su primera vez en drag sería una competencia. Era un poco de presión inesperada, pero nada que no pudiera manejar un luchador profesional.
Como él ya estaba listo, se dedicó a observar, inspeccionar a sus contrincantes. Les habían asignado a todas una especie de camerino, que en realidad era un clóset pequeño, con unas siete personas maquillándose hombro a hombro.
[Diego]: Me recordó de la pelea, porque a veces estás calentando en frente de tu oponente ahí en un clóset para trapeadores.
[Fernanda]: Todas tenían estilos muy diferentes y se veían bastante experimentadas: sabían maquillarse y muchas de ellas habían diseñado su propia ropa y en comparación… Diego se sintió en desventaja.
[Diego]: Ese sentimiento de que yo era el más nuevo ahí, que no sabía lo que estaba haciendo.
[Fernanda]: Mientras estaba allí, observando a las demás en el sofocante y pequeño camerino, y con el show a punto de empezar, Diego comenzó a sentir miedo.
[Diego]: Y en ese momento yo creo que estaba más asustado que en una pelea.
[Fernanda]: El ring ya lo tenía bien conocido, pero subirse a un escenario con apenas unos meses de preparación, le hizo sentir que tal vez se había apresurado, que necesitaba más tiempo.
[Diego]: Prefiero pelear bien y que alguien me gane una pelea que hacer un espectáculo malo en el drag. Y si me fuera a caer o se me cayera la peluca o hacer al payaso porque no, no practiqué suficiente bien para hacerle la dignidad correcta a ese show porque es un arte en sí misma.
[Fernanda]: Diego seguía pensando en esto cuando llamaron a la primera drag queen. La competencia había comenzado.
Una a una fueron saliendo del camerino y después ya no regresaban, así que Diego se fue quedando con más espacio que aprovechó para respirar y concentrarse. Mientras tanto, entre el público, estaba Carlos viendo el show.
[Carlos]: Y todas las concursantes que estuvieron antes de Diego o después eran de que, del uno al diez, eran diez o 11. Todas eran buenas, todas eran profesionales.
[Fernanda]: Diego salió del camerino y se acercó a la parte trasera del escenario. Ya se acercaba su turno. Desde ese lugar podía alcanzar a ver el show de la concursante actual. Aprovechó para observar bien por dónde subir y bajar. También trató de ubicar la mesa de sus amigos. Pero, después decidió dejar de mirar para seguir concentrándose… hasta que le dijeron: “Ya es tu turno”.
Sintió en el cuerpo una sensación ya bastante conocida, pero que no vivía desde hace mucho.
[Diego]: Sí sentí muy parecido a lo que siento cuando voy a pelear. Yo no he sido nervioso en mi carrera, pero sí se siente un poquito más como dicen los americanos, este, butterflys en el stomach.
[Fernanda]: Mariposas en el estómago. Pero Diego lo disimuló muy bien, se mostraba seguro. Y entre gritos de apoyo, Lola Pistola subió al escenario por primera vez.
[SOUNDBYTE DE LA VIDA ES UN CARNAVAL DE CELIA CRUZ]
En los primeros segundos de la canción, Lola bailaba, y cada pisada suya en esos tacones era agresiva y torpe, pero movía las caderas y ondulaba los brazos al ritmo de la música. En la primera pausa de la canción, justo antes de que Celia Cruz comenzara a cantar, Lola, en su vestido verde de sirena, sorprendió con su primera pose: cadera y rostro hacia la izquierda, una mano en la cintura y la otra en la peluca castaña. Luego de unos segundos, Lola apuntó con una mano al público y alguien entre ellos gritó.
[SOUNDBYTE DE VIDEO LOLA PISTOLAS EN INSTAGRAM]
[Fernanda]: Lola sonrió y continuó haciendo, bailando con las piernas abiertas como quien espera para recibir un golpe, aceptando los billetes que el público le alcanzaba y guardándolos en su pecho.
[Diego]: Entonces para mí se me hizo muy complicado colectar los dineros y concentrarme en los pasos, así que yo estaba más preocupado en el baile que en colectar los dineros.
[Fernanda]: Seguía señalando de vez en cuando a las personas de la audiencia, guiñaba el ojo por aquí y por allá. Todavía tenía algo de miedo de dar un mal paso, caerse o que se le cayera la peluca, pero logró concentrarse y desechar esas preocupaciones.
[Diego]: Yo estoy acostumbrado a dominar mi mente. Ese es mi poder, eso es lo que yo soy bueno, eso de controlar mis sentimientos y no dejar que ellos me controlen a mí.
[Fernanda]: Sus amigos estaban muy orgullosos de él.
Carlos, por ejemplo.
[Carlos]: ¡Guau! Diego lo hizo súper bien para ser su primera vez muy intimidante. Yo creo que no todas las personas tienen el coraje o el poder o el amor propio de treparse a una tarima. Tiene todas las luces, tiene toda esta gente enfrente de ti.
[Fernanda]: Durante y después del show, Diego volvió a escuchar los gritos y aplausos que había estado extrañando desde hacía casi siete años, desde la última vez que pisó un ring de MMA. Este era un escenario diferente, pero la emoción era muy parecida.
[Diego]: Se siente un espectáculo casi igual que una pelea.
[Fernanda]: Al finalizar el concurso, llegó el momento de anunciar a las ganadoras. Diego estaba en la tarima junto al resto de las concursantes. No tenía expectativas, mucho menos esperaba que dijeran su nombre. Cuando de pronto, segundo lugar: Lola Pistola.
[Diego]: Me dio mucha emoción de estar en segundo, pero en realidad lo que fue mucho más grande que eso fue que la persona que ganó primer lugar vino y me dio parte de las ganancias, que yo no las quería tomar, pero me dijo: “Toma, toma, toma esto”. Me dijo: “Tú te lo mereces”. Para mí eso me hizo sentir muy incluso en la comunidad y me encantó. Fue un momento muy bonito.
[Fernanda]: Después de la premiación Diego se acercó a la mesa de sus amigos y se tomó algunas fotos con ellos. Notó que disfrutaron mucho del show y se sintió muy agradecido por su apoyo. Cuando la noche llegó a su fin y todos se preparaban para irse, el gerente del lugar se le acercó y le dijo:
[Diego]: ¿Sabes qué? Trajiste una energía tremenda. Trajiste mucha gente aquí. Cualquier tiempo que quieras hacer drag, la puerta está abierta y puedes venir a hacer tus shows cuando tú quieras.
[Fernanda]: El primer espectáculo de Lola Pistola había sido un éxito y abrió una puerta que Diego no había considerado hasta ahora: plantearse el seguir haciendo drag después de esta noche.
Un mes después, Diego subió a Instagram los videos de su presentación en Lips. También las fotografías de su primera sesión, esas en donde llegó a sentirse inseguro. Gracias a esas fotos, su personaje drag comenzó a llamar mucho la atención. Consiguió nuevos lugares para hacer espectáculos y para eso necesitaba más números, además del de Celia Cruz. Así que, parte de sus ganancias como tatuador y artista las usó para invertir en Lola.
[Diego]: Tengo un todo un vestuario, tengo cajas llenas de trajes porque también para eso… de hecho soy una diva y odio usar la misma cosa dos veces, siempre y cuando voy a poner un show me gusta tener algo completamente diferente.
[Fernanda]: Lola llegó al ojo de los medios y varios periodistas se interesaron en entrevistarlo. Su historia era cada vez más popular tanto en el mundo del drag, como en el mundo de la lucha.
Diego no dejó de ir a entrenar durante todo el tiempo que se preparó para hacer drag ni cuando decidió invertir en ello. Desde el 2018, cuando inició su entrenamiento en box, tenía el mismo entrenador: Joe Vargas.
Pocos días después de su show, Diego le contó que se había convertido en drag queen. Joe le hizo una broma…
[Joe Vargas]: Le dije estás bien feo, cabrón, de mujer, le dije (Risas). Porque hay drag queens bonitas.
[Fernanda]: Era una broma, claro. Joe ni siquiera había visto una foto de Lola. Ese chiste era su forma de normalizar la situación. Le gustaba ver que Diego se animaba con esto. Lo apoya en la lucha y lo apoya en el drag.
[Joe]: Yo estaba orgulloso de él porque si él… Al fin de cuentas queremos vivir una vida contenta, ¿no? Y si eso lo hace contento, pues pa’delante.
[Fernanda]: Pero no todos allí tendrían la misma reacción. La comunidad de la lucha puede ser sexista y homofóbica. Como si para ser un buen luchador y un buen hombre, se necesitara personificar una masculinidad tóxica y estereotipada. Este es Joe de nuevo:
[Joe]: No sé si le importe a Diego, pero sé que el estereotipo de la comunidad de pelea… Pues es de: “¡Hey!, ¿qué onda con ese cabrón? ¿Y que por qué? ¿Y que onda?” No… a él le valió queso.
[Diego]: Hay gente que me ha preguntado en el gimnasio si están preocupados que gente me va creer que soy gay o cosas de ese estilo. Yo siempre digo: “Yo soy quien soy”.
[Fernanda]: Hubo dos o tres personas que se acercaron a Joe para preguntarle por qué entrenaba a alguien como Diego, con una connotación de que él no pertenecía a ese mundo por ser, entre comillas, diferente. Joe les contestaba:
[Joe]: “Pos… Súbete ring con él, a ver si no tiene lo que necesita”. Y la pensaban. Entonces uno no es nadie para juzgar en esta vida. Todo el mundo quiere juzgar a todo el mundo.
[Fernanda]: Diego continuó siendo Lola a pesar de esas críticas. Y Lola le trajo más oportunidades de las que él esperaba. Su nueva popularidad en la prensa y en las redes sociales le dieron más clientes para sus pinturas y sus tatuajes.
Poder mantenerse sin la lucha no significa que Diego haya dejado de sentir que tiene algo pendiente. Siente que necesita una nueva oportunidad de competir para despedirse por lo alto de uno de los lugares que más satisfacciones había traído a su vida: el ring.
A mediados del 2022, unos meses antes de conversar conmigo, comenzó a planear y prepararse para la que podía ser su última pelea. Sería una pelea con guantes de boxeo clásico, sin nada de artes marciales mixtas, en donde pudiera brillar en su estilo mexicano. Comenzó a buscar contrincante y, de nuevo, a someterse a un entrenamiento exhaustivo, con una dieta estricta y horas y horas y horas de trabajo físico para estar en la mejor condición posible.
[Diego]: Ya tenía dos o tres semanas entrenando y ya estaba en buena condición. Y, agh, me duele decir esto, pero como que me arranqué el bicep.
[Fernanda]: Una lesión que, otra vez, le impediría pelear.
Pero Diego, un luchador que, como muchos otros, lleva su cuerpo al límite porque siente que siempre está contra el reloj, no pierde la esperanza de sanar y volver a dar la última batalla. Ahora el chance de que suceda es bajo y, al ir pasando el tiempo, se reduce cada vez más. Pero a diferencia de hace diez años, cuando se sumió en esa depresión tan fuerte, este sentimiento y su intensidad, ahora con Lola, no es tan sofocante:
[Diego]: La mente es libre. Y pase lo que pase, lo que yo aprendí del drag es lo que me va a ayudar a ser una persona entera sin tener que volver a pelear.
[Fernanda]: Lola le ha enseñado algo nuevo: su identidad es mucho más amplia y se expande más allá de los gimnasios y los octágonos.
[Diego]: Y si un día tengo la oportunidad de volver a pelear, voy a apreciar ese momento, lo voy a disfrutar, pero no va a ser el fin del mundo si nunca vuelvo a pelear o tengo la oportunidad.
[Fernanda]: Diego por fin sabe quién es él sin la pelea y esa, también es una digna despedida del ring.
[Daniel]: Diego todavía está esperando sanar para saber si podrá despedirse del ring. Mientras tanto su proyecto artístico y Lola Pistola siguen creciendo. Él y Jackie pasaron de ser amigos a tener una relación amorosa.
Fernanda Guzmán es periodista y vive en Ciudad de México.
Esta historia fue editada por Camila Segura, Nicolás Alonso, Natalia Sánchez Loayza y por mí. El fact-checking lo hizo Bruno Scelza. El diseño de sonido es de Ana Tuirán y Rémy Lozano con música original de Rémy.
El resto del equipo de radio Ambulante incluye a Paola Alean, Lisette Arévalo, Pablo Argüelles, Andrés Azpiri, Aneris Casassus, Diego Corzo, José Díaz, Emilia Erbetta, Camilo Jiménez Santofimio, Juan David Naranjo, Ana Pais, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill, David Trujillo, Elsa Liliana Ulloa y Luis Fernando Vargas.
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