Transcripción – Detrás del muro

Transcripción – Detrás del muro

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[Daniel Alarcón, host]: Antes de comenzar, queremos advertirles a nuestros oyentes que este episodio incluye descripciones fuertes de abuso y no es apto para niños.

Bienvenidos a Radio Ambulante, desde NPR. Soy Daniel Alarcón.

Hoy comenzamos con este hombre.

[Pedro Salinas]: En el momento, Daniel, eres un chiquillo que acaba de cumplir 16 años. Vive en una adolescencia en la cual tú crees, pues, que, este, si te dicen que puedes tocar el cielo con la mano, te la crees, ¿no?

[Daniel]: Se llama Pedro Salinas. Es peruano, periodista y escritor. A los 16, en 1980, era un poco rebelde. Tenía…

[Pedro]: Problemas de conducta, problemas con la autoridad, mis padres se habían separado, y yo ya desde primero de media tenía matrícula condicional. Ya estábamos en cuarto de media y lo más probable es que, eh, me botasen del colegio hacia mitad de año, ¿no?

[Daniel]: Pedro estudiaba en el San Agustín, un colegio privado y religioso de Lima. De clase alta. Ese año, el colegio había contratado a dos jóvenes de veintitantos años para que se hicieran cargo de una oficina de apoyo psicológico. Ahí trabajarían con chicos que tenían problemas académicos, o de conducta.

Es decir, alumnos como Pedro…

[Pedro]: Y esta oficina de pronto se quedó vacía y fue llenada por estas dos personas, o dos jóvenes, que eran del Sodalicio de Vida Cristiana.

[Daniel]: El Sodalicio de Vida Cristiana. Un grupo religioso, ultraconservador, tipo Opus Dei. El Vaticano lo reconoció en 1997. Pero si no eres peruano, lo más probable es que no te suene el nombre. En ese tiempo, incluso para los peruanos no era muy conocido. Pero Pedro encontró algo ahí que le llamó la atención. Se dio cuenta que era muy diferente a lo que esperaría de un grupo con ese nombre.

[Pedro]: Hablaron conmigo, me sacaban de clases, prendían cigarros, me permitían que yo fumara dentro del colegio, ¿no?, dándome una sensación así de confianza y de “patería”, como se dice acá, este, como para engancharme y conectarme con ellos.

[Daniel]: Usaban jerga, malas palabras…

[Pedro]: Era gente que se presentaba como… como decimos acá: “bacanes”, ¿no?, buena onda, vivos, y no eran pues los cristianos cucufatos que yo esperaba cuando vienen a hablarte de un retiro preparatorio para la confirmación, que yo en esa época pensé que era pues la cosa más aburrida del planeta.

[Daniel]: Era un catolicismo transgresor, rebelde. Pedro me lo describió así:

[Pedro]: Era un cristianismo de vándalos, digamos, ¿no?

[Daniel]: Pero se interesaban más por acercarse a chicos con un cierto perfil.

[Pedro]: El blanco, rubio, de ojos azules, había un tema ahí de raza… racista. El chico con plata. Y con posición social, o sea había un tema también clasista.

[Daniel]: Y, eventualmente, también se enfocaban en aquellos que eran inteligentes, que tenían muy buenas notas, los que tenían capacidad de liderazgo. Y a estos jóvenes les vendían un discurso…

[Pedro]: “Ven con nosotros, porque nosotros estamos en un proyecto que pretende transformar el mundo, cambiarlo desde sus cimientos, ¿no?, transformarlo de salvaje a humano y de humano en divino».

[Daniel]: A Pedro le atrajo mucho esa retórica, y a los pocos meses se fue a su primer retiro. Tenía 16 años años. El retiro fue menos religioso de lo que se imaginaba. No es que se sentaran a citar la Biblia ni a rezar. No. Sino que hablaban en grupo sobre diferentes temas: la familia, por ejemplo. Cosas muy personales.

Los papás de Pedro se habían separado hace poco, y la estaba pasando muy mal. Fue un trabajo psicológico complejo. Pedro sintió que, por un lado, lo querían quebrar, hacerlo llorar, y por el otro, hacerlo sentir como alguien muy especial. Único.

Y funcionó.

[Pedro]: El retiro era clarísimo que estaba dirigido solamente a mí, ¿no? O sea, por lo menos yo sentía una atención especial en torno a mí.

[Daniel]: En cuestión de meses, ya lo habían convencido de meterse de lleno al Sodalicio, alejándose poco a poco de los demás. De su novia, de sus amigos. Incluso de sus padres. Y cuando cumplió los 18 años, tomó la decisión de unirse permanentemente. Se fue a vivir a una comunidad con otros jóvenes a San Bartolo, un pueblo costero al sur de Lima.  

Lo habían sometido, aunque Pedro no hubiera usado esa palabra en ese entonces. Ahora, en cambio, lo ve clarísimo.

[Pedro]: Te meten en la cabeza la idea de que lo único bueno y lo más importante que puedes hacer en la vida es ser Sodálite, como se les llama a los militantes de esta institución.  

[Daniel]: No es casualidad que use la palabra “militantes”. Es que parte de la ideología Sodálite es justamente que los jóvenes del Sodalicio sean mitad soldado, mitad monje. Lo importante es la obediencia. Obedecer…

[Pedro]: Sin ningún cuestionamiento, porque tenías la consciencia de que al obedecer estabas alcanzando la perfección. Ese era el objetivo de todos nosotros: ser santos, ser perfectos, ¿no?, ser… ser súper soldados de Cristo.

[Daniel]: Y para ser soldados, tenían que acostumbrarse a vivir en un régimen estricto, de situaciones extremas. Por ejemplo…  

[Pedro]: Te hacían nadar de madrugada hasta la isla, que era un peñón que estaba como a 600 metros mar adentro, pero que de noche… Nadar de noche, este, solo, [risas] créeme que es un poquito intimidante, aún cuando sepas que no hay tiburones…

[Daniel]: O…

[Pedro]: Uno de los principales objetivos era que tú durmieras poco o nada. Habían días en los que no dormías nada. Que es una de las técnicas de lavado de cerebro y formateo mental.

[Daniel]: Y a cargo de estos jóvenes viviendo en comunidad, había un Sodálite mayor que estaba siempre presionándolos…

[Pedro]: Llevándolo siempre al límite a través de, este, exigencias físicas o pruebas físicas y maltrato psicológico.

[Daniel]: El líder de estos súper soldados era Luis Fernando Figari, el fundador del Sodalicio. Pedro lo conoció en su primer retiro.

[Pedro]: Il capo di tutti capi«.

[Daniel]: Es decir, “el jefe de todos los jefes”, el número uno.

En 1980, Figari tenía 33 años. A primera vista, no era tan imponente.

[Pedro]: Que era un tipo, además, robusto, o sea, bien gordo, con bigotes, con lentes, medio pelado.

[Daniel]: Pero sin embargo se hablaba de Figari como si tuviera poderes sobrenaturales. Una persona que era capaz de reconocer tus traumas, tus complejos, tu historia familiar, con solo mirarte…

[Pedro]: Si él te miraba, tú decías: «¡Uyy!». Ya asumías que estaba adivinando que tus malos pensamientos, que, eh, estabas soñando con mujeres desnudas. No sé, o sea, te sentías un poco inhibido cuando Figari te miraba fijamente…

[Daniel]: No se caracterizaba por ser un líder cálido, una persona amable con los que recién llegaban. Todo lo contrario. Tenía un discurso duro, retador. A los jóvenes les decía…

[Pedro]: “Si tú quieres ser Sodálite tienes que tener cojones, tienes que tener huevos, porque tú sin pelotas no haces nada acá. Tienes que tener la actitud suficiente para, eh, acatar las órdenes, porque aquí la obediencia es la columna vertebral del Sodalitium. Aquí el que obedece nunca se equivoca, el camino a la perfección es el de la obediencia. Todo gira en torno a la obediencia». 

[Daniel]: Pedro se acuerda de un incidente en particular, algo que pasó cuando ya vivía en San Bartolo.

Un día, Figari llegó con un joven que también quería entrar a vivir en comunidad. A estos chicos les decían aspirantes.

Y para demostrarle a este aspirante la importancia de obedecer, Figari le pidió a Rafael, un joven ya de la comunidad, que fuera a la cocina y que trajera una vela y unos fósforos.

[Pedro]: Entonces, entra Rafael a la cocina y sale con una caja de fósforos y una vela. Entonces: «¡Préndela!». Ya, prende la vela, Rafael, nadie sabía para qué cosa era la vela [risas].

Con la vela prendida, todos miramos la vela prendida, qué va a pasar, además todos con un… o sea, los que estamos ahí con cara de póker, como si todo esto fuera normal, ¿no? Por supuesto que por dentro todos estamos algo siempre desconcertados, pero no mostrábamos ninguna expresión porque sabíamos y adivinábamos que Figari quería impresionar a este aspirante.

Entonces agarra y llama a Daniel, dice: «Daniel, acércate».

[Daniel]: Hacía un poco de frío, y este Sodálite, Daniel, estaba con una camisa de manga larga. Entonces Figari le dice:

[Pedro]: “Remángate la camisa, y ya, ahora pon tu brazo sobre la vela». Y Daniel pone el brazo sobre la vela.

Y comienzan a pasar los segundos, pero que se hacen todos los que estamos ahí se hacían interminables, esto no lo habíamos visto.

Y de pronto, este, Figari dice: «Suficiente». Y Daniel como que nada, o sea, este [risas], como quien estornuda, nada, simplemente se vuelve a remangar la mano y ya…

Y de pronto dice: «Pedro, ahora tú”. Me acuerdo que miré así de reojo al… al… al aspirante, al Sodálite aspirante que quería entrar a vivir en una comunidad, que estaba con los ojos abiertos como platos, ¿no?, mirando esta… esta cosa así… esta locura.

[Daniel]: Pedro no lo dudó. Se remangó la camisa, y puso el brazo por encima de la vela. 3 segundos. 6 segundos. 10.

Veía que su brazo se ponía rojo.

Finalmente Figari dijo basta, y mandó a Pedro a la cocina a lavarse. Tenía el brazo lleno de ampollas.

[Pedro]: Ese día, Figari acuñó una frase, basada en este evento, que rezaba: «El dolor es ilusión».

[Daniel]: Y yo me lo pregunto, seguro ustedes también: terrible, ¿pero por qué se dejan? ¿Por qué no dicen nada?

Para Pedro, que lo vivió, estas preguntas no toman en cuenta la lavada de cerebro que les habían hecho.

[Pedro]: Porque en ese momento tú eres un fanático y ahí el concepto de fanático es que si a ti te decían: «Ponte un cartucho… Una faja con cartuchos de dinamita en la cintura», ¡Daniel, lo hacías! ¡Lo hacías!

[Daniel]: Esto me interesa por dos razones. Primero: estamos hablando de Perú de los años 80. Es decir, mientras Pedro vivía todo esto en el Sodalicio, existía también un movimiento maoísta, terrorista, que estaba usando exactamente las mismas tácticas para ganar soldados.

Estoy hablando de Sendero Luminoso, obviamente. Eran las mismas estrategias de convencimiento, la misma manipulación. Y ellos también tenían su líder, su Figari: Abimael Guzmán, al que le atribuían poderes sobrenaturales.

Y segundo: Este tipo de manipulación, donde se le inculca a jóvenes la importancia de obedecer sobre todas las cosas, eso va jugar un papel muy importante en lo que viene después. La verdad del Sodalicio tardó años en salir a la luz. Décadas.

Y el que destapó la verdad fue justamente Pedro Salinas.

Cuando llevaba unos 3 años vinculado al Sodalicio, Pedro entró a la universidad. Se reconectó poco a poco con jóvenes que no eran Sodálites. Y comenzó a hacer cosas normales, las que hace cualquier universitario: ir a fiestas, tomar, salir con chicas.

[Pedro]: Y a partir de ahí comienza todo un proceso, en mi cabeza, que termina con mi salida final del Sodalitium.

[Daniel]: Esto fue en 1987, cuando Pedro tenía 24 años. Pero de alguna manera u otra, su historia con este grupo religioso no terminó ahí. Recordemos que se había alejado de su familia, de sus amigos. Así que al salir tuvo que empezar a reconectarse con la gente que había sido cercana a él. Y ninguna relación estaba más dañada que la que tenía con su padre.

[Pedro]: Yo salí del Sodalitium odiando a mi padre, renegando de él, pensando efectivamente que este me había abandonado.

[Daniel]: Cuando sus padres se separaron, su papá se mudó a Caracas. Por unos años se habían intercambiado cartas. Pero después, cuando Pedro ya vivía en la comunidad Sodálite, de pronto, el papá dejó de escribir. Por años no hubo contacto con él.

Hasta que en 1993, 6 años después de haber salido del Sodalicio, Pedro recibió una llamada de la embajada peruana en Venezuela.

[Pedro]: Para informarme que mi padre estaba abandonado en un hospital público de Caracas, muriéndose de un cáncer que ya había hecho metástasis. Tú sabes que yo dudé si iba o no iba a recoger a mi padre, para traerlo, porque, como te digo, había cortado relaciones con toda la familia, con todo el mundo.

[Daniel]: Tal era el nivel de desconexión que le habían causado en el Sodalicio. Pero después de pensarlo mejor, Pedro decidió viajar a Caracas…

[Pedro]: Tengo grabadísimo en la cabeza el momento en el cual entro a la sala donde está su cama. Él me acuerdo que estaba sentado sobre su cama, me ve a la distancia, yo… yo me acerco. Termino abrazando a mi papá, los dos lloramos… largo. Y en un momento, creo que yo le pregunté a mi papá: «Oye, papá, ¿por qué rompiste de esa manera con todos nosotros? ¿Por qué dejaste de escribirme?». Y mi papá me dijo: «Cholo, yo nunca dejé de escribirte. El que dejó de escribirme fuiste tú». Y entonces ahí, en mi cabeza, mis neuronas conectaron, y dije: «Mierda, fueron estos hijos de puta del Sodalitium».

[Daniel]: O sea, los Sodálites escondieron las cartas que mandaba su padre, y jamás mandaron las que Pedro envíaba a Venezuela.

[Pedro]: Simplemente las desaparecieron. Y nada, o sea, este… eso… eso me hicieron a mí estos, no sé, ahí sí no sé cómo llamarlos, ¿no? Pero humanos no, no, no lo son.

[Daniel]: ¿Confrontaste a Figari sobre esto?

[Pedro]: No, porque yo ya estaba fuera, y en ese momento mi única preocupación era mi papá. Le habían dado 6 meses de vida, y yo dije en ese momento: «En lugar de hacer mala sangre con estos malditos, me dedico a recuperar todos los años que había perdido con él, ¿no?».

[Daniel]: Pedro trajo a su padre de vuelta al Perú. Murió unos meses después. Para Pedro,  sus años de militante Sodálite estaban cada día más lejos. Se volvió periodista y escritor, y en el 2002, cuando tenía 39 años, publicó una novela: Mateo Diez.

[Pedro]: Libro que cayó pésimo en el Sodalitium, porque ahí contaba estas cosas que te estoy contando.

[Daniel]: De fanatismo, de la crueldad de Figari hacia los jóvenes, de la culpa que les hacía sentir si dudaban. Cuando salió el libro, dos ex-Sodálites, mayores que Pedro, lo contactaron.

[Pedro]: Y me hablan de perversiones sexuales de Figari perpetradas contra pupilos de la organización.

[Daniel]: Y es que en su novela, Mateo Diez, Pedro mencionó un caso de abuso sexual del que había escuchado, pero en ese tiempo pensaba que era un caso aislado.

Pedro trató de averiguar más sobre lo que le estaban contando estos Sodálites pero no pudo. Por varias razones, la víctima no quería hablar.

[Pedro]: Pero recién hacia fines del año 2010 es que se me acerca esta otra persona que yo conocía de los tiempos en los que estuve en el Sodalitium. Era un Sodálite de mi época, y que me narra con pelos y señales, cómo, cuándo, dónde, Germán Doig había abusado sexualmente de él cuando este era un menor de edad.

[Daniel]: Germán Doig era el número dos del Sodalicio. Muy cercano a Figari.

[Pedro]: Germán Doig era un tipo carismático, que tenía toda este discurso, pues, de la virilidad, de la cosa física, del rigor, y de la santidad y de la perfección. Y también tenía todo un rollo así medio místico, y esotérico, y todos queríamos ser como él.

[Daniel]: Doig había muerto 9 años antes, en el 2001, y estaba en proceso de beatificación. Era el candidato para ser el primer santo Sodálite. Entonces, cuando Pedro escuchó sobre este abuso, contado por la propia víctima…

[Pedro]: Me quedé… perplejo. Creo que es una palabra que se queda corta, ¿no? Me quedé realmente “shockeado”, impresionado en extremo, porque una vez que empezó a hablar sobre el tema no paró. Entonces nada, este, es ahí cuando llamo a Paola inmediatamente…  

[Paola Ugaz]: Estaba destrozado, estaba mal, estaba a punto de llorar. No lloró, porque él es de los peruanos antiguos que no lloran, pero estaba mal.

[Daniel]: Ella es Paola Ugaz, una periodista peruana y amiga de Pedro. Los que la conocemos la llamamos Pao. Ella conocía algo del tema. Es que había trabajado como productora en un programa que en el 2001 sacó un reportaje sobre el Sodalicio.

(SOUNDBITE PROGRAMA “ENTRE LÍNEAS”)

[Cecilia Valenzuela]: ¿Cuáles son las características de este movimiento?, ¿y qué piensan sobre todo los padres de los adolescentes que se integran absolutamente en esta cofradía? Es lo que trataremos en forma extensa en esta edición. Empecemos con el reportaje de Diego Fernández Stoll…

[Daniel]: El show se llamaba Entre Líneas. Pao sabía que el Sodalicio tenía mucho poder. Había visto la presión que le habían puesto a la presentadora y los insultos y ataques contra el reportero. Así que cuando Pedro le contó de ese caso de abuso, Pao supo de inmediato que la noticia podría ser explosiva.

Pedro y Pao se juntaron pocos días después y decidieron que iban a dedicarse unos 2 o 3 meses a investigar más, a ver qué más podían encontrar…

[Paola]: Pedro nunca había hecho ese tipo de, digamos, de trabajo periodístico y quería una periodista de investigación para que todo lo que salga esté, digamos… sea comprobado y no haya ninguna… ningún problema de juicios, ¿no? Siempre da miedo, es un grupo que da miedo.

[Daniel]: Pero decidieron hacerlo. A pesar del miedo. Y la investigación no duró 2 o 3 meses. Sino 5 años. Y llegaría hasta el Vaticano.

Una pausa y volvemos…

 

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[María Hinojosa, host de Latino USA]: Hola, es María Hinojosa, presentadora del podcast de NPR Latino USA, donde te llevamos dentro de la conversación entre latinos. Cada semana te traemos una historia que te fascinará y muchas veces te sorprenderá. Encuentra Latino USA en el app de NPR One o donde escuches tus podcasts.

[Cardiff García, host de The Indicator]: ¿Cuánto pagarías para evitar el tráfico de la mañana? ¿Por qué los tiquetes de avión a Boise son tan caros? Soy Cardiff García, co-presentador de The Indicator. Y en todos los episodios te presentamos una idea nueva e inesperada para ayudarte a entender las noticias del día. Encuentra The Indicator todas las tardes en el app NPR One o donde escuches tus podcasts.

 

[Pedro]: Nuestra hipótesis de trabajo con Pao fue que Germán Doig le hizo esto a varias personas, en algunos casos extremos, abusó sexualmente de sus subordinados…

[Daniel]: Pero para poder confirmar esta hipótesis, tenían que hablar con más víctimas. Tener más pruebas. No es, obviamente, una acusación menor.

[Paola]: No podíamos, esta historia, contarla sin tener la fuerza de los testimonios.  

[Daniel]: Pero mucha gente cercana al Sodalicio no quería hablar con Pedro.

[Paola]: O sea, Pedro era el traidor número uno del Sodalicio.

[Daniel]: Por “Mateo Diez”, la novela que había escrito.

[Paola]: Su foto estaba ahí, así como a la gente a la que no hay que hablarle, ¿no? Los Sodálites se cruzaban con Pedro en la calle y se cruzaban la pista.

[Daniel]: Entonces se alternaban. Algunas entrevistas las hacía Pao, otras Pedro. En ambos casos…

[Paola]: Teníamos el problema de que nadie, o sea, en ese momento nadie, créeme, quería dar su nombre.

[Daniel]: Pero muy temprano en el proceso de investigación, encontraron una fuente que sería clave.

[Pedro]: Tomamos contacto con una persona de la institución, de la rama femenina del Sodalitium, que se llama Rocío Figueroa, que actualmente vive en Nueva Zelanda. 

[Paola]: Rocío ha sido jefa de las fraternas, de las mujeres Sodálites.

[Rocío Figueroa]: Yo era la líder de las mujeres. La directora, la superiora, la que… la coordinadora, digamos, ¿no?, de todas las chicas. Y yo sí tenía muchísimo liderazgo, un liderazgo fuerte.

[Daniel]: Esta es Rocío. Nuestra editora, Silvia Viñas, conversó con ella.

[Silvia Viñas, productora]: Rocío fue superiora de las fraternas la rama de las mujeres del Sodalicio, por 8 años. Era carismática, la querían dentro de la organización, y era una buena líder. Tenía la confianza de todos. Había entrado a los 15 años, a comienzos de los 80s, y estos dotes de liderazgo se empezaron a notar muy temprano.

Cuando tenía 16, Doig empezó a ser su director espiritual, una posición particularmente importante dentro del Sodalicio. Doig era su guía. Su referente moral.

[Rocío]: Además era mi amigo, todo: mi padre, todo, ¿no?

[Silvia]: Pero con ella Doig también se había portado de una manera impropia cuando ella era menor de edad. Cuando hablé con ella, Rocío me pidió que usáramos las palabras “tocamientos indebidos” para describir lo que Doig le había hecho.

Rocío no lo procesaría como un abuso hasta muchos años después.

[Rocío]: Primero que lo bloqueas. Segundo, que te echas la culpa a ti misma, ¿me entiendes? Tercero, que nunca entendí qué cosa era…

[Silvia]: Rocío decidió “pasar la página”, tratar de olvidarse de lo que pasó. Como ya mencionamos, subió a tener una posición muy alta dentro del Sodalicio. Pero no significaba que todo iba bien. Había varias cosas que la incomodaban. Sobre todo la condición de las mujeres dentro de la organización, el trato que recibían.

El mismo Figari…

[Rocío]: Hablaba pestes de las mujeres, ¿no?, y yo me molestaba muchísimo. Por ejemplo, agarraba y decía: “Ustedes las mujeres no son inteligentes. Y si una mujer es muy inteligente, es lesbiana”. Así decía, ¿no? Entonces yo me acuerdo que estábamos en reunión con todas las mujeres y yo le decía: “Yo no estoy de acuerdo”, le decía yo. Lo enfrentaba, pero de ahí ya me callaba, ¿me entiendes?, no seguía el pleito, ¿no?

[Silvia]: En un punto, las preguntas de Rocío incomodaron lo suficiente para que la sacaran de superiora. Pero esta expulsión fue hecha de manera sutil.  

[Rocío]: Entonces me dijeron, “ah, te vas a ir a estudiar”, este, pero de la noche a la mañana, ¿no? “Te vas a ir a estudiar a Roma, ¿no?, y a hacer tu doctorado”.

[Silvia]: Un doctorado en Teología. Era 1998 y Rocío tenía 30 años. Ya llevaba 15 años en la comunidad. Y esta decisión que tomaron, de mandarla a Roma, tendría consecuencias que, en ese momento, en el Sodalicio no podían haberse imaginado…

[Rocío]: Es como que se me abrieron los ojos. O sea, de verdad, lo que para ellos fue un castigo, para mi fue como mi liberación, digamos, ¿no?

[Silvia]: En Roma, se dio cuenta de que había grupos religiosos mucho más abiertos, como los Jesuítas. Que los curas ahí era gente más humilde. Que incluso había cuestiones de doctrina que el Sodalicio estaba enseñando mal. Y, como antes, no se quedó callada. Había un grupo de Sodálites mujeres en Roma, a las que les dicen “fraternas”, y entre ellas, Rocío comentaba lo que iba aprendiendo. Empezó a tratar de expandir a las fraternas a lugares como Inglaterra y al sur de Italia, pero esto no le gustó a Figari.

Rocío incluso trató de…

[Rocío]: Hacer que la fraternidad se separe del sodalicio, y ese era mi objetivo.

[Silvia]: Y esto, obviamente, no cayó muy bien en Lima. Y tampoco funcionó. Figari las frenó. Pero igual Rocío siguió siendo una figura importante dentro del Sodalicio.

En el 2001, 3 años después de su llegada a Roma, Rocío se enteró que Germán Doig había muerto. Fue un golpe duro para ella. Y eventualmente, Figari le pediría que apoyara en el proceso de convertir a Doig en santo.

Algo que en Lima ya se daba por hecho.

[Pedro]: Le rezaban en sus misas, le hacían peticiones públicas a sus misas, se habían registrado incluso milagros por parte de Germán, del santo…

[Silvia]: Pero este proceso de beatificación, que es el paso previo a la santificación, toma su tiempo. El Vaticano no declara alguién beato de la noche a la mañana. Por reglamento, se deben esperar cinco años desde la muerte, antes de iniciar formalmente el proceso. Hay que tener pruebas de, al menos, un milagro. Testimonios. En fin, estamos hablando de una burocracia que tiene literalmente 2.000 años.

Y mientras Rocío investigaba, desde Roma, la vida de Doig, empezó a ver cosas que le llamaron la atención.

[Rocío]: Empecé a ver poemas que él había escrito. Y en los poemas decía… en los poemas había como: “Pucha, yo soy de lo peor, soy un pecador”, o sea, el pata tenía conciencia.

[Silvia]: Un día del 2006 llegó otra fraterna a Roma y le dijo a Rocío:

[Rocío]: “Alguien ha venido a decirme que Germán había abusado de él. Un chico ha venido a decirme eso.” Y yo casi me muero, ¿no? Entonces ahí le cuento yo lo que me había pasado. Entonces ahí entramos en crisis, y dijimos: “Carajo, este pata… ¿Y qué pasa si hay más personas que ha hecho daño, o sea?”. Y empezamos a  investigar.

[Silvia]: Al poco tiempo, Rocío y otras dos fraternas encontraron a otra víctima de Doig. Decidieron que tenían que hacer algo. Que el proceso para hacerlo beato no podía seguir. Figari le había pedido a Rocío que hiciera una biografía de Doig, entonces…

[Rocío]: Yo le dije por teléfono, me acuerdo: “Oye,” le dije, “no puedo hacer ninguna biografía ni nada”, le dije. “¿De qué estás hablando?”, me dice. “No, Germán no es santo,” le dije, “y esa causa tiene que pararse”. “¿De qué estás hablando?”, me dijo. “Nada,” le dije, “hay personas que han… este… que lo han acusado de que ha abusado”. Entonces me dijo: “Ven a hablar ahorita conmigo”.

[Silvia]: Figari también estaba en Roma en ese momento, así que Rocío fue a verlo a su casa.

[Rocío]: Casi me muero. O sea, ahí de verdad fue atroz, porque yo fui… En primer lugar me dijo que nada que ver. Y yo le dije: “Mira, esto me ha hecho a mí”, le dije, “cuando yo era joven”. “¡Ah! ¡Eso es culpa tuya porque tú eres una coqueta!”. Me empezó a decir así, o sea me empezó a tirar la culpa a mí, ¿me entiendes?. “No frieges”, le dije, “él era… me doblaba la edad”, le dije, “y era superior, y mi consejero”. Entonces él empezó a decirme: “No, no, no, y si eso fue verdad”, me dijo así, me dijo: “Si eso fuera verdad es una tontería”.

[Silvia]: Y ahí Rocío le reitera que no le pasó solo a ella, que había más víctimas.

[Rocío]: Entonces él me dijo: “Tú quieres hacer una”, me dijo: “Quieres hacer un complot contra el Sodalicio. Siempre has sido una rebelde, siempre una feminista”, que no sé qué empezó a decirme. Y yo le dije: “Yo”… Pero se puso loco, loco, loco, como… ahí loqueó, ya, o sea, los ojos de Condorito, te juro. O sea. Y caminaba, me acuerdo, por el cuarto como loco, parado. O sea, no resistía estar sentado.

[Silvia]: Rocío le insistió que tenían que parar el proceso de beatificar a Doig.

[Rocío]: Entonces me dijo: “Yo no la voy a parar. El Sodalitium y el movimiento necesitan un santo”. Le dije: “¿Qué estás hablando?”, le dije, “¿tú quieres construir sobre basura, sobre… sobre mentiras?”, le dije: “No cuentes con nosotras. No cuentes con la fraternidad”, le dije.

[Silvia]: Figari estaba furioso. Algo que Rocío se esperaba, obviamente. Pero lo que pasó luego, la dejó en shock.

[Rocío]: Él agarra y me dice: “De mí también van a decir lo mismo”. Cuando me dijo eso yo dije, “oh, oh”, dije yo. Y yo le dije: “¿Qué?”. “¡Sí! Seguro también me van a difamar que yo también he sido un abusador”. Entonces yo le dije: “oye,” le dije, “cuando yo me muera, nadie me va a difamar de que yo había sido abusadora, porque no lo soy”, le dije… “¿Entonces por qué me dices eso?”.

[Silvia]: Y ahí fue que Figari le soltó un nombre.

[Rocío]: Me dijo: “Sí, ésta persona me va a acusar”. Y yo dije: “Este imbécil no se está dando cuenta de lo que me está diciendo”. O sea, yo ahí… pero ahí te imaginas, o sea, tu superior… o sea, yo… Ahí se me cayó todo, o sea dije: “Este encima es la madre del cordero”, dije yo. Como que vi todo, vi todo, vi todo. Dije: “Esto es más gordo de lo que yo pensaba, o sea, esto es un lión”, ¿me entiendes? Así.

[Silvia]: Este enfrentamiento con Figari le dio muy duro a Rocío. Al día siguiente cayó enferma. No podía ni salir de su cama. Figari aprovechó la situación, diciéndole a los otros Sodálites y fraternas en Roma que no se acercaran a ella, que no la molestaran porque estaba enferma.

Y sí, a los pocos meses tuvieron que internarla para sacarle un tumor. Se recuperó después de unos 8 meses y volvió a meter presión para que levantaran la causa de beatificación de Doig y para que sacaran a Figari como superior. Pero no pasaba nada, y el Sodalicio parecía que no iba a investigar a Figari, su fundador.

Entonces, ella decidió seguir investigando por su cuenta. Viajó a Lima y durante varios meses habló con muchos Sodálites y ahí encontró más víctimas. Un amigo le dijo que contactara a Pedro, que él estaba también investigando esto. Pedro era amigo de la familia de Rocío, ya se conocían.

[Rocío]: Cuando Pedro entra, yo ya había hecho un informe sobre Doig y sobre Figari. O sea, yo ya había estado haciendo una investigación hacia adentro.

[Pedro]: Para Pao y para mí es una de las heroínas más importantes de esta historia, porque si no hubiese sido por ella simplemente no nos enteramos de nada.

[Silvia]: En ese punto, recordemos, las víctimas no querían hablar con Pedro, pero varias sí habían hablado con Rocío. A pesar de su enfrentamiento privado con Figari, de puertas para afuera, Rocío seguía siendo parte del Sodalicio. Los Sodálites confiaban en ella…

Estaba todo a punto de estallar.

[Rocío]: El hecho de que yo, habiendo tenido esa autoridad, este, dijera, o sea, era de muchísimo peso, porque no era cualquiera que lo estaba diciendo. Era alguien además que había sido superiora, que además tenía una ascendencia, que…. ¿Me entiendes? Que…

O sea, era mi palabra contra la de Figari, ¿me entiendes? No era la palabra de un cualquierita, de alguien desconocido.

[Daniel]: A mediados de diciembre del 2010, Figari renunció como superior del Sodalicio, por supuestos problemas de salud. Se retiró en Roma. Y en enero del 2011, Pedro fue a buscar a las personas que le habían contado, en el 2002, las historias de abuso de Figari. Cuando los ubicó, le dieron un nombre.

[Pedro]: Y a partir de ahí lo que siguió fue la entrevista con la primera víctima que detectamos de Luis Fernando Figari, la primera víctima sexual ¿no? Porque víctimas de abuso psicológico, de abuso físico, créeme, somos el 99% de todos los Sodálites que hemos transitado por esa organización totalitaria de sesgo católico-religioso.

[Paola]: Y era demoledor, desgarrador, era tremendamente, este, manipulador cómo había sido, ¿no?

[Daniel]: Después de este testimonio, se empezó a destapar todo. La cúpula del Sodalicio finalmente cedió ante la presión de Rocío. El 1 de febrero del 2011, 10 años desde la muerte de Doig, un periódico limeño, sacó en portada: “¡Escándalo en el Sodalicio!”.

Se cancelaba la beatificación de Doig.

Ese mismo mes, Pao y Pedro compartieron información sobre los abusos de Doig con ese mismo periódico, Diario16,  y con la revista Caretas.

[Pedro]: Tuvimos suerte de que los testimonios más importantes salieron en el transcurso de los primeros 6 meses del año 2011, ya teníamos 3 testimonios de víctimas sexuales de Figari.

[Paola]: Yo me di cuenta que este reportaje era mucho más grande de lo que estábamos pensando y fue tan rápido que no lo podía entender.

[Pedro]: Y entonces la investigación, nada, camina, comienza a caminar rápidamente.

[Paola]: Ni siquiera habíamos empezado ponte a sentarte y hacer como tu estrategia y tus papelitos y etcétera, etcétera, ¿no? Yo ya desde ese momento sabía que esta historia era… era potentísima, ¿no?

[Daniel]: En agosto del 2011 salieron publicados los primeros testimonios que acusaban a Figari de abuso sexual.

A través de su encargado de comunicaciones, el Sodalicio sacó esta respuesta escueta: “Consultado sobre lo aparecido, el señor Figari ha declarado que los hechos ahí mencionados son falsos”.

Ese mismo año, Rocío finalmente dejó el Sodalicio. Se había quedado para poder investigar a Figari desde adentro. Con esta labor ya hecha, se salió.

Pero el trabajo de Pedro y Pao recién comenzaba. En los siguientes años recogieron más casos, más testimonios.

[Pedro]: Seguimos con la investigación hasta que dijimos ya, hasta aquí no más, ya tenemos 30 testimonios. Mira: podíamos llegar hasta 50 testimonios, , o sea, porque yo… teníamos una cola de 15 testimonios más.

[Daniel]: Pero para este punto la investigación iba a ser un libro, y con 30 testimonios bastaba. Tenían pruebas suficientes para enfrentar al poder del Sodalicio.

Y el impacto fue inmediato. Y potente.

(SOUNDBITE NOTICIEROS)

[Periodista]: Pero durante años dentro de la organización hubo varios casos de abuso sexual, y un silencio inexplicable.

[Periodista]: Figari enfrenta acusaciones por supuestos abusos sexuales y físicos que son recogidos en una investigación realizada por Pedro Salinas y Paola Ugaz…

[Periodista]: Y lo convirtieron luego en un libro que es muy doloroso de leer, es desgarrador…

[Daniel]: Esa investigación que iba durar tres meses culminó casi 5 años después. En el 2015 publicaron “Mitad monjes, mitad soldados”, un libro que detalló los abusos de adolescentes y niños dentro del Sodalicio, y el encubrimiento sistemático que protegió a Figari, Doig y otros. El día que se presentó el libro, la Fiscalía anunció que investigaría a Figari. Y eso fue solo el comienzo…

[Pedro]: Este ha sido el trabajo periodístico más importante que he hecho en toda mi vida, ¿no?, porque de alguna forma ha contribuido a que, con Pao, le le abramos… le hayamos abierto los ojos a mucha gente sobre estas cosas que ocurren en instituciones en las que mucha gente confía sin… sin cuestionar, ni preguntar, y entrega a sus hijos a estas entidades como si fuesen, pues, entidades honorables, éticamente intachables, ¿no? 

[Daniel]: Para Pedro, sobre todo, esta investigación ha sido muy personal. En estos años ha tenido que ir a terapia para poder aprender…

[Pedro]: Cómo manejar toda esta información que fluyó, o que afloró, y que yo tenía encapsulada y ha aparecido con la investigación. Yo la tenía… la tenía bloqueada. 

[Daniel]: Como los abusos psicológicos que vivió en el Sodalicio, e incluso un incidente con connotaciones sexuales que él mismo enfrentó…

Pedro había sido un reclutador estrella para el Sodalicio… Incluso convenció a su hermano de meterse…

[Pedro]: Está todo mezclado, está… está mezclada la cosa de que metí gente que terminó siendo víctima, ¿no? La sola idea, hasta el día de hoy, de que puse en peligro a mi hermano… es muy fuerte. El tema de mi papá es un tema demasiado fuerte. Y nada, o sea, y ver, descubrir en el camino todas a todas estas personas que han sido víctimas de los abusos físicos, de los maltratos psicológicos, del abuso sexual, del esclavismo, a vista de toda la institución, y que nadie hizo nada. Y ver la impunidad, que eso otra cosa que revela, indigna, y hace que tú no sueltes el caso tan fácilmente. Honestamente, a veces mi salud psíquica me dice: «Oye, ya déjalo un rato». Y de hecho trato de hacerlo. 

[Daniel]: En total, Pao y Pedro recopilaron más de 100 testimonios después de la publicación de su libro.

[Silvia]: Ya, descríbeme tu cuarto. ¿Qué tienes acá de Perú?

[Álvaro Urbina]: De Perú, no.

[Silvia]: Nada…

[Álvaro]: Yo creo que no tengo nada de Perú.

[Daniel]: Silvia viajó a Colonia, Alemania, para conversar con Álvaro Urbina, una de las primeras víctimas que hizo pública su historia después de la publicación

[Silvia]: ¿Eso es a propósito?

[Álvaro]: Yo dejé un poco mi vida en el Perú atrás y me duele mucho, mucho, mucho, muchas veces recordar, entonces, claro, si no tengo nada que me recuerde, pues, un poquito mejor, ¿no? Me puedo concentrar en lo mío y tal.

[Silvia]: Álvaro tiene 36 años. Es muy alto, delgado, con ojos claros y rastas largas de color castaño claro, casi rubio. Cuando lo conocí en abril del 2017, llevaba 5 años viviendo Alemania. Se dedicaba a hacer trabajos manuales más que nada: de mecánico, pintor, arreglando bicicletas…

Álvaro escuchó por primera vez sobre las acusaciones contra Figari y Doig cuando estaba en la casa de su exnovia. Ella estaba trabajando en su computadora y él estaba en la suya, navegando internet, en Facebook

[Álvaro]: Y la noticia que encontré fue que a Jeffery se le acusaba de… eso, ¿no?, de abusar sexualmente de una cantidad indeterminada, pero probablemente más de 10 adolescentes, ¿no?

[Silvia]: Álvaro se refiere a Jeffery Daniels, uno de los líderes Sodálites acusados de abuso sexual que sale en el libro de Pedro y Pao. Daniels es más jóven que Figari y Doig. Es de otra generación de Sodálites. Entró como adolescente al principio de los 80, y cuando Álvaro lo conoció, a finales de los 90, era guía espiritual de un grupo de jóvenes.

Cuando Álvaro leyó la noticia sobre Daniels…

[Álvaro]: Claro, me quedé de piedra. No… No lo podía creer.

[Silvia]: Álvaro le contó a su novia lo que acababa de leer. Él ya le había hablado sobre sus experiencias en el Sodalicio y específicamente sobre Daniels.

[Álvaro]: Y me dijo: “Pues, no me jodas. ¿Y cómo te sientes con eso?», ¿no? Y le dije: «Pues tengo que beber ahora mismo». Y me emborraché y me emborraché y me emborraché y me emborraché, y luego… y luego mientras me emborrachaba estaba hablando con ella, ¿no?, de todo esto y diciéndole: “Mira, es que tengo… tengo que hablar, o sea no… yo no sabía nada de esto».

[Silvia]: La historia de cómo Álvaro llega al Sodalicio, a acercarse a Jeffrey Daniels, va a sonar familiar. Era un adolescente de 14 años que tenía problemas en el colegio: sacaba malas notas, era rebelde y en general no encajaba en su colegio privado de clase alta. Sus compañeros le hacían bullying. Lo estaba pasando muy mal. Además, su papá se había ido de Perú después de separarse de su mamá.

Entonces, una amiga de su mamá que conocía al Sodalicio le recomendó que lo llevara.

Álvaro empezó a ir a un grupo de jóvenes que se juntaba todas las semanas con un guia espiritual, lo que ya hemos escuchado.

El primer día que fue con este grupo, conoció a Jeffrey Daniels.

[Álvaro]: Él era una especie de… la versión de Álvaro en mayor o algo así, ¿no? Su irreverencia y su “chacoterismo” y tal, pues a mí me llamaba mucho porque yo era muy así, ¿no?

Yo creo que en este tipo de situaciones Jeffrey o me podría caer muy bien, o me podría caer muy mal, ¿sabes? Y en esta situación se dio la suerte para él que nos caímos muy bien, ¿no?

[Silvia]: Ese verano Álvaro fue varias veces más con este grupo de jóvenes liderados por Daniels. Se sentía muy bien ahí. Era todo lo contrario a cómo se sentía en su colegio.

[Álvaro]: Sabías que nadie te iba a molestar. Que igual te podían molestar un poquito de hacerte un chiste o algo por estilo, y “jaja”, y se acabó, ¿no? Sin malicia, sin… sin pegarte al final, sin… sin escupirte, sin amenazarte, sin todas esas cosas. 

[Silvia]: O sea, ¿en ese tiempo te sentías seguro?

[Álvaro]: Completamente seguro. En ese sitio. A mí, o sea, me cambiaron la vida, o sea me hicieron sentirme feliz, me dieron un motivo para sonreír.

[Silvia]: Y Jeffrey Daniels jugaba un papel muy importante.

[Álvaro]: O sea, era el mejor amigos de todos, ¿no? Era el tío en el que podías confiar, en el que podías contarle tus problemas, pero cualquier tipo de problemas. O sea, hasta de cuántas veces me masturbo y por qué, o por qué no, o sí me gustan las chicas o si me gustan los chicos, o cuánto me gustan las chicas, cuánto me gustan los chicos, yo qué sé, ¿sabes?

[Silvia]: Y esto de la confianza es algo que Daniels empezó a explotar muy temprano con Álvaro, apenas se conocieron. Una vez, después de una junta con el grupo, Daniels llevó a todos a su casa. Álvaro era el último. Se estacionaron en un parque que estaba afuera de su casa, y Daniels le dijo…

[Álvaro]: Y que si era capaz de confiar en él, pues que me bajara los pantalones, ¿no? Y lo hice, y luego que me bajara los calzoncillos, y también lo hice, luego como que me miró y tal, un tono un poco científico o algo por el estilo. Y después de esto, ya está, ¿no?, que me suba los pantalones, me llevó a casa. O sea, vamos, ya, me fui a casa y ya está.

[Silvia]: Esto se repitió varias veces más, pero Álvaro dice que progresivamente se volvió algo sexual. Y para él, a los 14 años, lo que estaba empezando con Daniels era una relación.

[Álvaro]: No, no, el tío era… Sabía lo que hacía, no era ningún “amateur”, vamos, seguro. O sea, en realidad no le costó a mí demostrarme que yo era el amor de su vida, o algo por el estilo. ¿No? Yo nunca había visto el amor de tu vida, entonces que una persona me hiciera reír, fuera mi amigo y pudiera yo confiar en ese persona, pues… pues, para mí eso era el amor de mi vida, ya está.

[Silvia]: Daniels nunca le tuvo que decir a Álvaro que lo que estaban haciendo tenía que ser secreto. No era necesario. Álvaro estaba convertido 100% a la religión, y a él…

[Álvaro]: Me tenía completamente amarrado psicológicamente, ¿no? O sea, completamente dependiente. Completamente. No había manera para mí de escapar. O sea, dejar a Jeffrey en ese momento, hablar con mi madre de algo por el estilo hubiera sido… a mi mejor amigo y a la persona en la que más confío tirarlo a los leones.

[Silvia]: Esta relación duraría casi dos años, aún después de que Álvaro dejara de juntarse con los otros chicos del grupo.

[Álvaro]: Y ya era más verlo a él, o sea, quedar en mi casa y eso, ¿no? O sea, tener un encuentro sexual y luego él se iba, ya está.

[Silvia]: Pero de a poco las visitas se volvieron menos frecuentes. Una vez cada dos semanas, una vez al mes…

[Álvaro]: Jeffrey una vez que ya me tenía del saco, ¿no?, yo era una comodidad para él, yo creo. Entonces pasé de ser el favorito, algo por el estilo, a un poco el segundo plano, ¿no? Entonces ya había otros favoritos o tal, yo que sé, ¿no?

[Silvia]: Claro, en ese tiempo él no sabía que Daniels hacía lo mismo con otros chicos. Entonces, después de que pasaron unos 4 meses sin que Daniels lo llamara, Álvaro decidió llamarlo a él, a la casa del Sodalicio donde vivía. Le dijeron que Daniels ya no vivía ahí. Pero unos meses después, ya a finales de los 90, se lo encontró en una playa cerca de Lima. Álvaro ya tenía 17 años.

[Álvaro]: Lo reconocí. Entonces: «Hey Jeffery», le grité, ¿no? Y tenía una cara de loco trastornado y tal, ¿no? Y nada, y fui y lo saludé, «Hola Jeffrey” y tal, le di la mano y no hablamos nada. Un minuto o algo así, me dijo: «Me tengo que ir», y se fue, básicamente. Y ya está, esa fue la última vez que hablé con él. 

[Silvia]: Después de ver la noticia sobre los abusos, Álvaro decidió contar su historia.

[Álvaro]: Yo quería dar mi nombre porque no… De verdad, yo no tengo nada de qué avergonzarme, yo he vivido mi vida como siempre la he vivido, ¿no?, al máximo posible. Si yo puedo ayudar a un niño a que no sea tocado por esa bestia, pues… pues más que feliz de hacerlo, ¿no?, más que feliz. 

Si lo hubiera sabido en ese momento, si me hubiera dado cuenta o si no hubiera sido tan ciego, si… yo qué sé, tanto “si hubiera”, ¿no?

[Silvia]: Cuando conocí a Álvaro en Colonia, tenía planes de volver a Perú en solo unos meses. Le pregunté cómo creía que iba a sentirse al volver.

[Álvaro]: Wow, lloraré mucho… En todos los sentidos, ¿no?: alegría, pena, no sé…

[Silvia]: Pero si hay como tantos sentimientos, ¿por qué volver a Perú ahora?

[Álvaro]: Porque es el momento. Porque van ya 17 años fuera, echo muchísimo de menos el Perú. Yo he tenido siempre muy claro, o sea, yo puedo querer vivir en un montón de países, pero yo me quiero morir en el Perú.

[Silvia]: Álvaro volvió a Perú en agosto del 2017. La última vez que hablé con él me contó que estaba trabajando como fotógrafo de surfistas en una playa al norte de Lima y haciendo planes para armar su vida en Perú.

Un informe que publicó el Sodalicio en febrero del 2017 se refiere a Jeffrey Daniels como el caso más grave de abusos. Dice que “ha sido señalado como autor de abusos sexuales de por lo menos 12” chicos. El mismo informe dice que Daniels estuvo en aislamiento durante 3 años y que recibió tratamiento psicológico.

Ahora vive en Estados Unidos.

[Daniel]: A todas estas, Figari sigue en Roma, en una suerte de retiro, entre comillas. Seamos honestos: vive ahí protegido por el Vaticano. En mayo del 2016, 5 ex-Sodálites, incluyendo a Pedro, demandaron al Sodalicio.

Denunciaban que es una organización delictiva, que comete crímenes contra menores de manera sistemática. Que estos crímenes han causado daños irreparables en sus víctimas. Como parte de esa investigación, la fiscal a cargo del caso viajó a Roma para entrevistar a Figari en la embajada del Perú. Con ella fueron los abogados de las víctimas y los abogados de la cúpula del Sodalicio. Pao también estuvo ahí.

[Paola]: Nosotros estábamos con dos periodistas más en la puerta, esperando que él salga o que entre, este, y ahí agarrarlo para hacerle las preguntas, ¿no? Él directamente vino hacia mí. No me reconoció, no sabía que yo era parte del libro con Pedro Salinas. Y directamente cuando le pregunto: “¿cómo se declara, Sr. Figari?”.

(SOUNDBITE VIDEO)

[Paola]: Buenas, ¿se declara inocente?

[Luis Fernando Figari]: Sí, me declaro inocente, totalmente inocente, y vengo a que se sepa la verdad. Porque no se me ha permitido, por las autoridades, hablar.

[Paola]: Me di cuenta que me puse muy fría frente al personaje, y lo único que tenía como una orden en mi cerebro era bombardearlo a preguntas, ¿no?

[Daniel]: Era la primera vez que Pao lo veía en persona. Le había pedido entrevista decenas de veces, pero Figari nunca había aceptado.

[Paola]: Unos colegas que estaban conmigo ahí le preguntaron qué le decía a las víctimas.

(SOUNDBITE VIDEO)

[Periodista]: ¿Y a las víctimas?

[Luis Fernando Figari]: A las víctimas, si hay víctimas, porque a mí no me consta que haya víctimas: yo estoy acá, estoy en un retiro. Entonces yo no… no conozco la realidad de todas las personas. Pero, si hay víctimas, me produce profundo, profundo dolor.

Y me produce profundo dolor y creo que se les debe ayudar a removerse de la situación que sea, porque hay varios casos, ¿no? O sea, hay varias personas y…

[Paola]: Yo sabía de que él, digamos, era soberbio y si tú le hacías pisar el palito, él tenía que explicar lo que él pensaba de todas estas denuncias.

[Daniel]: Eso es lo que me sorprende, porque es una entrevista muy breve, sin embargo, en menos de 5 minutos se contradice.

[Paola]: Sí, no, se contradice.

(SOUNDBITE VIDEO)

[Paola]: O sea, ¿usted se declara inocente de las acusaciones de abuso sexual que hay en su contra?

[Luis Fernando Figari]: Totalmente.

[Paola]: O sea, ¿no le da credibilidad a ninguna de las denuncias?

[Luis Fernando Figari]: [Risa] Mire, si le estoy diciendo que no, es no.

[Paola]: Y todas las descripciones que yo había escuchado de él se hicieron realidad, ¿no? Que él era misógino, que despreciaba a los seres humanos, que no los veía inteligentes como él, y que era muy soberbio. Verlo era como comprobar que todo lo que nos habían dicho era eso y más, ¿no?

[Daniel]: Y mucho más…

En septiembre del 2017, el Congreso peruano creó una comisión para investigar los abusos del Sodalicio. Una denuncia en la fiscalía sigue abierta, e  incluye acusaciones contra Figari, Daniels y 4 más. Y la lista de los agraviados ha crecido de 5 a 15…

A mediados de diciembre del 2017, la fiscal a cargo de la denuncia pidió 9 meses de prisión preventiva para Figari, Daniels, y otros dos ex-Sodálites mencionados en el caso.

 

Estoy grabando esto el 10 de enero del 2018. Esta mañana, en vísperas de la visita del Papa Francisco al Perú, el Vaticano ordenó intervenir el Sodalicio. Es lenguaje un poco burocrático, pero lo que significa es esto: el descabezamiento del Sodalicio. El superior general, Alessandro Moroni, un peruano, ha sido reemplazado por un obispo colombiano, que responde directamente al papa.

Aquí cito el comunicado del Vaticano: “El Papa Francisco ha seguido con preocupación todas las informaciones” de “notable gravedad” que han ido llegando sobre el Sodalicio desde hace varios años.

Esta mañana, nuestra colaboradora en esta historia, Pao Ugaz, tuiteo lo siguiente, dijo: “Es un buen día para la víctimas del Sodalicio y el periodismo de investigación.”

Estamos muy de acuerdo.

Esta historia fue producida por Silvia Viñas, Pao Ugaz, y por mí, y editada por Camila Segura. La mezcla y el diseño de sonido son de Ryan Sweikert.

Gracias a Pedro Salinas. El libro que escribió con Pao se llama “Mitad monjes, mitad soldados”, y fue publicado por Planeta.

El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Andrés Azpiri, Jorge Caraballo, Patrick Mosley, Laura Pérez, Ana Prieto, Barbara Sawhill, Luis Trelles, David Trujillo, Elsa Liliana Ulloa y Luis Fernando Vargas. Andrea Betanzos es la coordinadora de programas. Carolina Guerrero es la CEO.

Radio Ambulante se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.

Conoce más sobre Radio Ambulante y sobre esta historia en nuestra página web: radioambulante.org. Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

Créditos

PRODUCCIÓN
Daniel Alarcón, Silvia Viñas y Paola Ugaz


PAÍS
Perú


PUBLICADO EN
01/16/2018


EDICIÓN
Camila Segura


DISEÑO DE SONIDO
Ryan Sweikert


ILUSTRACIÓN
Laura Pérez y Liliana López

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