Vamos a votar | Transcripción
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[Daniel Alarcón]: Esto es Radio Ambulante desde NPR, soy Daniel Alarcón.
Domingo 2 de enero de 2022. Eran las dos de la tarde y un día soleado en Ocotequila, un pueblo de más de 1,500 habitantes en la Montaña de Guerrero, cerca de la costa del Pacífico mexicano. Allí el ruido reina en todo momento: el rebuzno de los burros, los ladridos de los perros, los anuncios que salen de los altavoces de las calles.
Ese día nueve mujeres de la comunidad indígena nahua —la principal población de Ocotequila— empezaron a bajar por la calle que da a la plaza principal del pueblo. Caminaban juntas, decididas, expectantes, entre risas nerviosas. La más joven tenía 33 años. Las más viejas, más de 70. Se dirigían hacia el centro de la plaza donde había decenas de hombres reunidos. No había una sola mujer.
Cuando las mujeres llegaron, todos se voltearon a mirarlas. Con los ojos de los hombres encima, se pusieron aún más nerviosas. Y como si se tratara de un juego, ocho de ellas frenaron el paso y se escondieron detrás de Antonia Ramírez.
[Antonia]: Ahí sí sentía como que mis pies se me doblaban, pero era, obviamente, que nada más era como mi imaginación.
[Daniel]: Sentía sus manos sudorosas, sus piernas tambaleantes… se estaba muriendo de miedo. Tratando de disimular sus nervios, caminó con las mujeres hacia un edificio verde limón conocido como la Comisaría, la principal autoridad comunitaria de Ocotequila. Frente a él, había un par de mesas en las que casi 20 hombres hacían fila para votar. Ese día se elegía al nuevo comisario municipal, el máximo representante de la comunidad y el principal enlace con el Ayuntamiento.
[Antonia]: Pos todos se quedaron sorprendidos. Todos, mirando. Los que estaban como a lo lejos se acercaron para ver qué va a pasar ahí en el corredor de la comisaría. Miradas de sorpresa, miradas de desacuerdos. Algunos hombres sacaron luego, luego así como: “¿Y estás? Nada más son mujeres a qué vienen acá”.
[Daniel]: De frente a la mesa de votación, Antonia preguntó por algún funcionario de Copanatoyac, el municipio al que pertenece Ocotequila. “No vino”, le dijeron. Entonces Antonia, nerviosa pero firme, volvió a preguntar a los hombres de la mesa: ç2¿Quién es la máxima autoridad de aquí?”
Un vecino de la comunidad, que ese día servía como presidente de la Mesa de los Debates dijo: “yo”. Él era la persona responsable de coordinar la votación: desde el inicio hasta el conteo de votos.
[Antonia]: “Ah”, le digo: pues mire, yo soy fulana de tal, vengo aquí con mis compañeras, queremos votar.
[Daniel]: El presidente de la mesa pareció sorprenderse y en tono serio le respondió:
[Antonia]: No. Por usos y costumbres, las mujeres no votan, dice, nada más hombres.
[Daniel]: Dijo: “Por usos y costumbres, las mujeres no votan, nada más hombres…” . Se refiere a un modelo que da autonomía a las comunidades indígenas, como la de Ocotequila, para decidir sus formas de autogobierno en México. Está protegido en el artículo segundo de la Constitución. Y sí, en la historia del pueblo, las mujeres nunca habían votado para elegir al comisario municipal.
Antonia escuchó cómo unos de los hombres que estaban cerca comenzaron a murmurar y otros a reírse descaradamente. Guardó la calma. Las demás mujeres permanecían en silencio. Los hombres se burlaban pero ellas habían acordado no reaccionar. Sin embargo, un mes después, sus nombres serían conocidos por todo el pueblo.
Una breve pausa y volvemos…
[MIDROLL]
[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. La periodista mexicana Selene Mazón nos sigue contando.
[Selene Mazón]: Antonia Ramirez nació en Ocotequila, pero cuando estudiaba en el preescolar se mudó a Tlapa, una ciudad ubicada a menos de una hora y media de distancia. Sus padres decidieron que lo mejor era irse por motivos de seguridad.
En casa, Antonia se comunicaba en náhuatl con su familia: sus papás, sus tres hermanos y su sobrina. Pero al llegar a Tlapa tuvo que aprender español.
[Antonia]: Sí, me pareció muy difícil. Hasta ahorita siento que todavía no hablo bien el español. Nomás podía decir “sí” y podía decir que “no”. Mi papá me dice: “Cuando hay algo que sí estás de acuerdo es sí, mueve la cabeza, afirmativo”. Y si no, dice, “mueve la cabeza que no quieres. Que no te obliguen a hacer cosas que tú no quieras”. Y antes nomás, así nomás así nos mandaban con esa palabra sí y no y ya (risa).
[Selene]: De lunes a viernes Antonia estudiaba la primaria en un internado público. Los fines de semana, ella y su hermana trabajaban lavando ropa ajena de una maestra. Todos en su casa trabajaban para ayudar con los gastos. Su papá era campesino, luego fue ayudante de albañil y cargador. Su mamá se dedicaba al hogar y vendía tortillas. Aunque trataba de no pensar mucho en el futuro, hubo una cosa que siempre tuvo clara:
[Antonia]: Yo quería ser una mujer independiente, quería trabajar, tener así como para poder comprarme esto o lo otro, que no depender de nadie.
[Selene]: Antonia siempre estudió en escuelas públicas. Nunca dejó de trabajar. En 2008, terminó la preparatoria. Tenía 19 años. No entró a estudiar a la universidad enseguida porque aún no decidía qué licenciatura quería cursar así que se dedicó a trabajar, principalmente, en el servicio doméstico.
Un año más tarde, su hermano le contó de una convocatoria para trabajar como capacitadora electoral para el Instituto Federal Electoral, o IFE, hoy conocido como INE. Es un puesto que se abre cada temporada de elecciones para entrenar a personas que informen a la ciudadanía sobre sus derechos político-electorales y las funciones del INE. Ese año, 2009, serían las elecciones para diputado federal.
[Antonia]: Mi hermano me dijo que, que fuéramos a hacer un examen. Hicimos examen, este… entrevista.
[Selene]: Aunque Antonia no sabía bien qué era el INE ni para qué funcionaba, le pareció interesante la oportunidad. Ganaría más que en su trabajo de servicio doméstico y no pedían muchos requisitos. Pero el examen fue muy complicado.
[Antonia]: Ya preguntas que tienen que ver con la participación. ¿Qué hace cada funcionario de casilla? ¿Qué hace cuando llegan los paquetes electorales? ¿Cómo se compone un consejo distrital? ¿Un consejo local?
[Selene]: Aunque estudió mucho, le costó entender todo esto. Nunca había participado en ningunas elecciones y en su casa tampoco se hablaba de política. Solo recuerda conversaciones aisladas de un tío o por algunas noticias que veía en televisión.
Cuando le dieron los resultados del examen, su calificación fue baja, pero la entrevista compensó su desempeño y fue aceptada en el trabajo. El proceso de entrenamiento para convertirse en capacitadora fue de 10 días y, para Antonia, fue como entrar en un mundo completamente nuevo.
[Antonia]: Pues empezamos a hablar sobre cómo se compone la cámara de diputados, la cámara de senadores. Era bien complicado. Hablaban un lenguaje muy distinto.
[Selene]: Cuando terminó la capacitación, le asignaron ir a las comunidades de la región de la Montaña de Guerrero. La tarea era explicarles a las personas sobre las elecciones e incentivarlas a votar. Allí se dio cuenta de un patrón en casi todas las casas de todos los pueblos que visitaba.
[Antonia]: Las mujeres siempre me decían: “Mira, ven cuando está mi marido porque él me va a dar permiso” y así yo me quedaba: “¿por qué te tiene que dar permiso tu marido, pero ¿tú sí quieres?” No les decía nada obviamente, pero yo me sentía bien rara. ¿Por qué las mujeres debemos pedir permiso si nosotras no somos dueñas de nadie? Me cuestionaba mucho.
[Selene]: El trabajo como capacitadora duró alrededor de cinco meses y terminó el día de la elección para diputado federal. Ahí Antonia apoyaría a los funcionarios que estaban al frente de las urnas. Esa vez, además, votaría por primera vez. Lo que más le emocionaba era que le marcaran el dedo pulgar con la tinta electoral después de registrar su voto por los candidatos de la boleta.
[Antonia]: Todos queríamos que nos marcaran el dedo, entonces yo estaba muy emocionada, ¿no? de sentir qué se siente. Nos dieron unas boletas, eh, taché a los que voté pero pues ni sabía quiénes eran.
[Selene]: Y si les sorprende eso de votar sin saber por quién, hay que tomar en cuenta el aislamiento político de comunidades como las de Antonia. El simple hecho de participar y tener esa marca en el dedo sería un primer paso importantísimo. Antonia estaba feliz.
Cuando terminó de votar, regresó a su puesto de apoyo a los funcionarios de urnas. Cuando se acabó la jornada electoral, en la noche, le tocó ayudar a llevar las cajas de boletas de votación al Ayuntamiento para el conteo de votos.
[Antonia]: Yo veía la filota de todos los presidentes de casilla. Llevaban sus paquetes y tenían que entregar… Eran muchísimos, era como… era bastante gente. Yo dije: “¿dónde yo estaba que yo nunca me había dado cuenta de esto?”
[Selene]: Trabajar en el INE marcó un antes y un después en la vida de Antonia. Comenzó a conocer sus derechos y los nombres de las instituciones gubernamentales encargadas de protegerlos.
Cuando terminó su trabajo en esa elección, volvió a pensar en su carrera universitaria. Quería ser abogada pero la carrera de Derecho se impartía en una ciudad a cuatro horas de donde vivía. Y como no conocía a alguien allá que le ayudara con el hospedaje, optó por una licenciatura nueva en Tlapa. Se llama Desarrollo Comunitario.
[Antonia]: Que sirve para que tú regreses a tu comunidad y apoyes a la gente en esto, lo otro… Que hay que documentar, este, pues las costumbres de las comunidades. Y ahí estudié.
[Selene]: En la carrera comenzó a conocer más a fondo las prácticas de los pueblos indígenas de la región, incluido el suyo, Ocotequila. Una vez, en 2012, le asignaron como tarea investigar cómo funcionan ahí las jerarquías de la comisaría, cómo se elige al comisario, quiénes participan en las elecciones…
[Antonia]: Entonces le empezaba a preguntar a mi mamá: “Oye, cómo se llama el comisario y qué hace y esto… y… cuándo votan, cuándo lo escogen y…”
[Selene]: Su mamá, quien había regresado a Ocotequila a vivir, le dijo:
[Antonia]: “No, es que nomás los hombres votan”, “¿Cómo que nomás los hombres?”. “Sí, nomás los hombres”.
[Selene]: Antonia se molestó, aunque no era la primera vez que escuchaba que las mujeres no eran tomadas en cuenta en la comunidad. Desde chica había oído la expresión en náhuatl San Sihuamej, que significa “nomás son mujeres” o “nada más mujeres”, como una forma de restarles valor. Entonces le preguntó a su mamá si no le gustaría votar por comisario. Su mamá le dijo que sí, pero que las mujeres ni saben cómo son las elecciones o quién se postula como candidato.
[Antonia]: Nomás lo ponen. O sea,ya nos enteramos que es fulano de tal ya es el comisario.
[Selene]: Antonia seguía indignada. El derecho al voto de la mujer se aprobó en México en 1953 y algunas mujeres de su comunidad habían votado en las elecciones generales. Pero cuando se trataba de elegir a la autoridad más cercana a sus necesidades, no eran consideradas para nada.
En pleno 2012. En la universidad aprendería que eso se debía al término que escuchamos al inicio: usos y costumbres.
Y, como dijimos, los usos y costumbres existen para dar autonomía a los pueblos indígenas en el país.
En la Constitución se conocen como Sistemas Normativos Internos y han sido clave para que las comunidades indígenas puedan preservar su identidad y tradiciones, sus formas internas de convivencia y organización, la elección de sus representantes, y la conservación y mejoramiento de su hábitat.
Pero Antonia, de espíritu rebelde, cuestionaba todo esto en las aulas de clase.
[Antonia]: Yo siempre preguntaba: “¿Y las mujeres dónde estamos, no? ¿Qué papel jugamos? ¿En dónde estamos participando?” Algunos maestros tienen muy idealizadas las comunidades. Romantizaban mucho. Y pues en las comunidades también hay… este… pues errores, hay, hay malas costumbres, malas prácticas. Y pues no todo en la comunidad se es bonito. Sobre todo para las mujeres.
[Selene]: Ante su frustración, empezó a asistir a talleres y foros de feminismo y derechos humanos. En su mayoría, promovidos por la activista indígena Martha Sánchez Néstor, una mujer que visibilizó y luchó por los derechos de las mujeres indígenas en Guerrero.
[Antonia]: Yo me animaba… Dejaba las clases y mejor me iba a los foros o encuentros. Y allá hablaban mucho de las mujeres. Hablaban del feminismo, ¿no? Que ni sabía yo qué era eso. Pero decían que era, como…el feminismo quiere un cambio, quiere que las mujeres seamos tomadas por igual. Y dije “Ay, creo que soy feminista”.
[Selene]: Durante la carrera, Antonia nunca dejó de trabajar. Casi todos eran puestos temporales: seguía como capacitadora en el INE y fue encuestadora del INEGI, la entidad encargada de realizar censos poblacionales, entre otras cosas. También fue traductora del náhuatl al español en la Fiscalía de Atención a Víctimas de Delitos Sexuales y Violencia Intrafamiliar. Trabajó ahí por tres años hasta 2014. Ese mismo año se graduó de la universidad.
Un año después, su amiga Carmen González, que era periodista del periódico El Sur, le propuso a Antonia cubrir su puesto durante 6 meses mientras se llevaban a cabo las elecciones de ese año. Carmen era consejera electoral y para evitar un conflicto de interés necesitaba alguien que la reemplazara como reportera. Antonia dudaba. No había estudiado para eso y no se consideraba muy extrovertida: le daba vergüenza acercarse a la gente y preguntar.
Pero al final, Antonia aceptó. Aún no tenía claro qué quería hacer después de la carrera y también quería apoyar a su amiga. No fue fácil: le costó aprender las técnicas de reporteo necesarias para redactar una nota, se le pasaba preguntar datos, le costaba acercarse a la gente, se tardaba en transcribir y escribir.
Con la práctica y la guía de Carmen, a Antonia le empezó a gustar el trabajo de periodista y ya no lo dejó. Después de que se acabó la jornada electoral, se incorporó como reportera independiente en el periódico. Le gustaba que veía que tenía un impacto en la vida de las personas.
[Antonia]: Ya después fui viendo que hay resultados, eso de que te hablan para que pongas una queja, después la gente: “Oh, muchas gracias, se resolvió mi asunto si no fuera por ti, esto.” Ya dije: ay, se siente bonito. Es como ser abogada, pero escribiendo, ¿no? así pidiendo, demandas, ya…
[Selene]: En 2016, Antonia y Carmen fundaron El Jale Noticias, un medio digital independiente para subir las notas que no se alcanzaban a publicar en el periódico. Su cobertura daba prioridad a las historias locales, así como las de violencia de género, muchas veces justificada por usos y costumbres, como es el caso de matrimonio infantil.
Así pasaron cinco años, Antonia reporteando y trabajando con Carmen para El Jale Noticias y para el periódico El Sur. Hasta que una tarde de enero de 2021, recibió una llamada de su sobrina, Emilia, que estaba estudiando la misma carrera que ella: Desarrollo Comunitario. Al igual que Antonia cuando era estudiante, Emilia tenía que ir a las comunidades y documentar las prácticas y tradiciones. Antonia ya le había comentado sobre cómo, en comunidades como las suyas, las mujeres no pueden votar por comisario. Así que cuando hablaron por teléfono, su sobrina le contó:
[Antonia]: “Mira, Toña de veras… Justo me tocó documentar la elección de comisario y tienes toda la razón, las mujeres no votan. Yo fui la única mujer que estaba ahí y tuve mucho miedo”, dice. “Miedo de que me hicieran algo. Pero yo le pedí permiso al comisario que si podía, tomar una foto porque voy a entregarlo a la escuela. Es una tarea…”
[Selene]: Le contó que el comisario le dijo que sí y ahí tomó algunas fotos que esa tarde Emilia le mandó por WhatsApp a Antonia. Hasta ese momento, Antonia sólo había escuchado cómo eran las elecciones por lo que le había contado su mamá. Pero nunca lo había visto: la imagen de un montón de hombres reunidos y ni una sola mujer a la vista la impactó.
[Antonia]: No sé, sentí mucho coraje, decepción e impotencia. Dije: “yo no puedo cambiar nada en mi comunidad, ¿para que estudié?
[Selene]: Pensó en su trabajo en el INE, en cómo invitaba a las mujeres a participar en elecciones generales… Mientras que en su propia comunidad a su familia, sus vecinas y conocidas no se les permitía votar para la autoridad local más directa, comisario. Después de ver esa foto, Antonia no podía dejar de pensar en el tema. Cada vez que iba a su pueblo sacaba la conversación en la mesa familiar: lo platicaba con su mamá o con su tía Chaya. Cuando se encontraba con alguna vecina, no dejaba pasar la oportunidad y les preguntaba:
[Antonia]: “Oye, ¿a ti qué te parece esto? ¿Te parece está bien eso que tú no votes cuando eligen el comisario?”… “Quién sabe”, dice. “No nos mandan a traer”.
[Selene]: Antonia les preguntaba si les gustaría votar y las mujeres le contestaban que sí, que sí irían. Pero las elecciones para el siguiente comisario, que se eligen anualmente, no serían sino hasta casi un año después, en enero del 2022, así que las conversaciones que tuvo con ellas en ese momento no iban más allá de eso. Pero empezó a ser una forma de tantear el terreno.
En noviembre de 2021, Antonia viajó a Ocotequila para el funeral de su abuelita. Varias mujeres de la comunidad se habían reunido en la casa de su mamá para los preparativos de la levantada de cruz, una tradición católica para rezar por la persona fallecida. Eran como siete mujeres, entre ellas su mamá Juana, su tía Chaya, su hermana Mari, su sobrina Emilia y algunas vecinas como Isaura e Inés. Cocinaban tres ollas enormes de pozole.
[Antonia]: Me acuerdo, eran como las doce de la noche… Estaba la fogata, estaba ahí hirviendo el pozole, ahí estaban pelando los… no me acuerdo, creo que eran pollos. Estábamos risa y risa…
[Selene]: Entonces, Antonia empezó a hablar sobre las votaciones de comisario, que serían dos meses después.
[Antonia]: Y que cómo veían lo de las votaciones, si estaban de acuerdo que las mujeres no votáramos. Decían que ellas quieren votar pero que no las dejan.
[Selene]: Antonia les preguntó cómo sabían que no las dejaban. Que si alguna vez habían ido a las mesas electorales para tratar de votar. Ellas le dijeron que no porque ya sabían que las mujeres no votaban, que no tenía sentido ir. Ahí Antonia les dijo:
[Antonia]: “Entonces no les han dicho que no. Mientras no nos digan que no, es algo que nomás lo dimos por entendido, pero no, o sea, no está escrito en un lado que las mujeres no podemos votar”… “No, pero es que así es”.
[Selene]: Chaya, la tía de Antonia, intervino. Esta es ella.
[Chaya]: Oye, si nos organizamos y hacemos algo, ¿no? Que está bien ¿verdad? Sí, pues hay que intentarlo a ver qué pasa, ¿no?
[Selene]: Y ahí Antonia les preguntó directamente:
[Antonia]: Le digo: “Pero si voy, ¿me acompañan pues?”
[Selene]: Que si las acompañaban a presentarse a las mesas de votación… Las mujeres nada más se reían. Pero cuando Antonia y su tía les volvieron a preguntar si se animaban a ir a votar por el comisario en enero, ellas les respondieron…
[Antonia]: “Ya pues sí las vamos a acompañar, ya estamos viejitas, dice, ya si nos hacen algo, ya, de por sí nos vamos a morir”, me dicen.
[Daniel Alarcón]: Así comenzó a cocinarse la revolución de las mujeres en Ocotequila.
Una pausa y volvemos.
[MIDROLL]
[Daniel Alarcón]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón.
Antes de la pausa, escuchamos cómo Antonia Ramírez y un grupo de mujeres conspiraban para ejercer un derecho: votar para elegir al comisario municipal de Ocotequila, el máximo representante de la comunidad. Algo que, por usos y costumbres, nunca se había permitido para las mujeres de allí.
Estaban ansiosas, a algunas les daba vergüenza, pero estaban decididas a intentarlo.
Selene nos sigue contando.
[Selene]: Después de esa reunión en noviembre de 2021, Antonia regresó a Tlapa, donde vive y trabaja. Mientras tanto, su tía Chaya que vive en Ocotequila siguió en contacto con las mujeres con las que había conversado esa noche e intentó hablar con más para animarlas a ir a votar. La respuesta de algunas mujeres era de escepticismo.
[Chaya]: “Nooo, pero no los van a dejar.” Le digo: “Bueno, vamos a lo que nos diga. Vamos a agarrarlos de ahí. ¿Cómo la hacemos? No sé, pero vamos a luchar”.
[Selene]: Muchas mujeres dudaban. Les daba vergüenza que les dijeran que no y que fueran la burla del pueblo. Pero no a Chaya.
[Chaya]: Yo pena no tenía. Ni miedo menos. Yo ya he ido a la ciudad, he pasado muchas cosas. Por las cosas que uno pasa, aprende.
[Selene]: Y es que se podría decir que Chaya era una de las mujeres más aguerridas del grupo por todo lo que le había tocado vivir. Cuando tenía 14, la habían obligado a casarse con alguien que no conocía. En su matrimonio sufrió mucha violencia doméstica. Un día, tomó sus cosas y huyó a la Ciudad de México con sus hijos. Ahí se dedicó a trabajar. También terminó la secundaria, un logro que recuerda con mucho orgullo. Estuvo fuera casi una década, hasta que se enfermó su mamá, y volvió a Ocotequila a cuidarla. Desde entonces, vive sola con sus hijas más pequeñas.
Pero, en cambio, la mayoría de las mujeres del pueblo estaban sujetas a la opinión de sus esposos. Y no es que todos estuvieran muy abiertos a los cambios en sus costumbres. Margarito Navarrete, un vecino de la comunidad, lo dice claramente:
[Margarito]: Aquí somos muy… muy machistas, de que si por ejemplo yo soy del PRI, pues mi mujer lógico tiene que votar por el PRI. Es de ley.
[Selene]: El PRI, el partido político de centroderecha que, según Antonia y Chaya, históricamente ha ganado en el municipio al que pertenece Ocotequila. Cuando le pregunté por qué es lógico que su esposa tenga que votar por el mismo partido, me respondió:
[Margarito]: No, no estamos acostumbrados que… de que la mujer vaya aparte.
[Selene]: Esto viene del control económico que tienen sobre ellas. En Ocotequila no hay opciones de empleo más allá de la temporada de siembra. Generalmente son los hombres los que salen a buscar trabajo a otras ciudades, en su mayoría como ayudantes de albañil o en el comercio.
[Margarito]: La mujer si, si le das dinero que va a comer, va a tomar refresco la que dice si te va a comprar tu vestido es porque pues es trabajo del marido, pues… porque la mujer nomás está aquí esperando, no tiene empleo.
[Selene]: Entonces claro, como el trabajo de cuidados y de apoyo en el campo y hogar que ellas realizan no es reconocido ni remunerado, las mujeres dependen económicamente de sus maridos para casi todo, incluida la toma de muchas de sus decisiones.
[Margarito]: Lo que va a hacer la mujer, lo que diga el esposo pues.
[Selene]: Aún así, Chaya logró convencer a cuatro mujeres: Benita, de 70 y pico años; María Ana e Inés, en sus 50 e Isaura, de 45. Isaura cuenta que se animó a votar porque, hasta la fecha, los comisarios no le hacían caso para tramitar sus programas sociales. Recordemos que el comisario es el principal enlace del pueblo y del municipio. Esta es Isaura hablando en náhuatl.
Isaura: (náhuatl)
[Selene]: Traduzco: dice que lo que la animó a votar sería ver a una mujer en el puesto de comisario para poder hablar con ella. Porque los hombres en puestos de autoridad no les prestan atención, no firman los papeles que necesitan y les piden “cooperación”, es decir, dinero… Cuando, por ley, el servicio debe ser gratuito.
Mientras Chaya convencía a las mujeres, Antonia estaba pendiente de la publicación de la convocatoria para las elecciones de comisario que, finalmente, se publicó el 14 de diciembre de 2021.
[Antonia]: Rápido me fui a leer y en ningún apartado decía que solamente para hombres. Dije: “Aquí hay un elemento de argumento porque aquí está invitando a toda la ciudadanía y como mujeres somos parte de la ciudadanía”.
[Selene]: Antonia compartió la convocatoria de las elecciones en la cuenta de Facebook de El Jale, invitando a todos a participar y llamó a su tía Chaya para contarle. Tendrían que estar atentas porque no especificaban el día de la elección. Como son elecciones comunitarias, cada pueblo se pone de acuerdo para organizarlas. El único requisito es que el candidato asuma el cargo la primera quincena de enero.
Chaya trató de averiguar cuándo sería, pero pasó Navidad y Año Nuevo y no se enteró de nada. Pero al día siguiente, el primero de enero, los vecinos le dijeron que la elección sería al día siguiente. Chaya corrió a llamar a Antonia. Era por la tarde.
[Chaya]: Antonia, que sí es para mañana ¿Cómo? ¡Sí, es para mañana! Pero apúrense, porque ya no vamos a alcanzar.
[Antonia]: “Híjole, ¿mañana?” Le digo, no: “Pues sí”, “¿Estás segura? Le digo: “sí, pero pregúntales que sí no nos van a abandonar en medio del camino”.
[Selene]: Chaya le aseguró que sí, que ella y las demás mujeres estaban firmes en que querían ir a votar. Antonia quedó en que llegaría a Ocotequila al siguiente día, muy temprano para que fueran juntas a la votación.
Apenas colgó, Antonia llamó a un amigo abogado para contarle lo que planeaban hacer.
[Antonia]: Le digo: “¿Qué hago pues? Porque yo sé que es un derecho y yo sé que podemos impugnar”, le digo.
[Selene]: Impugnar para anular las elecciones. Al fin y al cabo se estaban violando los derechos político electorales de las mujeres. Antonia había escuchado de este recurso durante su entrenamiento como capacitadora electoral.
[Antonia]: “No, no, sí puedes impugnar”, dice. “Mira, lo importante es que vayan y se presenten y que no los dejen votar y que los rechacen y entonces sí, ya yo te ayudo para meter la impugnación”.
[Selene]: A su vez, su amiga Carmen González habló con un exalcalde del municipio al que pertenece Ocotequila, que era del partido PRI y tenía mucha influencia en el pueblo. Le contó que había un grupo de mujeres que querían presentarse a votar en las elecciones para comisario. La intención de Carmen era sondear la reacción del exalcalde. Él le dijo que ya era tarde, pero que le avisaría al líder de su partido en la comunidad para que las dejaran votar.
A Antonia le parecía importante tomar esas medidas porque temía que hubiera una confrontación. Quería evitarlo a toda costa.
[Antonia]: Y entonces, en la tarde yo empecé como… Viendo como las consecuencias. Fui viendo como… ¿Y si pasa esto qué hago? Si pasa esto yo tampoco quiero exponer a las mujeres.
[Selene]: Mientras tanto, esa noche del primero de enero, su tía Chaya, recorría las calles del pueblo de Ocotequila. Visitó a los líderes de MORENA, uno de los partidos políticos opositores del PRI, y del que ella era simpatizante. Chaya tenía esperanza de que MORENA apoyaría su causa. Pero no fue así.
Sin el apoyo de MORENA, Chaya siguió tocando las puertas de más mujeres para que se unieran. Iba en compañía de sus dos niñas, de 12 y 7 años de edad. Así estuvieron hasta que a medianoche Antonia le llamó y Chaya le dio un reporte sobre cómo le había ido.
[Antonia]: Me dijo: “Mira, ya me voy para mi casa. Nada más fulana, mengana me dijo que sí. Aunque sea poquitas”. Le digo: “Sí, aunque sea poquitas”.
[Selene]: Aunque eran poquitas, unas cuatro, el plan seguía en pie. Se despidieron y quedaron de verse al día siguiente en la casa de la mamá de Antonia.
[Antonia]: Traté de dormir para el otro día levantarme ¿Y si no me levanto? Y estaba bien, preocupada. Puse mi alarma…
[Selene]: Antonia tomó el taxi colectivo de Tlapa a Ocotequila pasadas las 6 de la mañana con su hermana Mari y su sobrina Magdalena, hija de otra de sus tías, que se habían unido al plan. Antonia las había convocado para ir en caso de que las mujeres de Ocotequila se arrepintieran a último momento.
Llegaron al pueblo a las siete y cuarenta de la mañana y fueron a la casa de la mamá de Antonia. Esperaron a que las mujeres llegaran. Su tía Chaya fue una de las primeras. Muchas estaban esperando a que sus esposos se fueran a trabajar o a votar para salir de sus casas. Pero el miedo era generalizado… Aquí Chaya.
[Chaya]: Esa María allá, hasta que se fue su esposo a cuidar los dos burritos. Porque ese señor no quería. Decía: no vayas porque allí te van… allí les van a pegar, van a ver. La vecina acá, Carmen también nos dijo: “no, que no vayan porque iban a llegar los asesinos, van a venir armados y ahí los van a matar las mujeres”.
[Selene]: Y aquí hay que aclarar algo que me contó Antonia: en Ocotequila, varios hombres tienen armas. Las escopetas o pistolas son una de sus herramientas de trabajo. Aunque no es legal, las usan para espantar o matar animales que acechan sus cosechas o para defensa propia.
Todas estas amenazas eran rumores. No sabían de quién venían exactamente, sólo se replicaban como eco. Los líderes de los partidos, los esposos de algunas señoras, todos los vecinos repetían: habían “escuchado algo”… Esto hacía temer a las mujeres por su seguridad, pero no lo suficiente como para no seguir con el plan.
[Chaya]: También pues luchamos por la vida, se puede decir, pues, para que alcancemos algo más, algo bueno, pues que quede para la historia. Quizá algún día otras mujeres pues lo valoren esto.
[Selene]: Para las once de la mañana se juntó un grupo de nueve mujeres: Antonia, su tía Chaya, su mamá Juana, su hermana María, su sobrina Magdalena, y las vecinas Inés, María Ana, Isaura y Benita. Las únicas que hablaban español más fluidamente eran Chaya, Madgalena, María y Antonia.
Antes de salir Antonia le pidió a un contacto de la gobernación que estuviera pendiente de ellas. Que si recibía una llamada de ella, significaba que estaban en problemas. También les dijo a las mujeres que, cualquiera fuera el escenario, no debían salirse del plan:
[Antonia]: También les dije: “Mira, a lo mejor nos empiezan a decir cosas para ofendernos, para que nosotras nos enojemos. No, ustedes no contesten”, les digo, “no vayan a caer”. Porque los hombres qué es lo que dicen: “Ah, esas viejas son peleoneras y por eso no queremos que vengan a votar, porque nomás andan haciendo aquí argüende”. “Esos nomás lo que quieren es motivo”, les digo. “Que les demos para que no nos dejen votar. Entonces ustedes ¡a lo que vamos!, les digo, no contesten palabras que les van a decir, no les griten, si ellos levantan la voz, no levanten la voz. Ustedes tranquilas”.
[Selene]: Llegaron a ese acuerdo. Era lo mejor. Por último, Antonia les dijo que si alguien las agredía podían usar eso a su favor para denunciarlos por no solo impedir su derecho al voto sino por violentarlas.
[Antonia]: Y les digo: “Y si nos meten a la cárcel que nos metan en la cárcel. Ustedes tranquilas, no… nada…”
[Selene]: No era poca cosa. Tenían miedo, pero las nueve mujeres salieron caminando juntas hacia la comisaría.
Y entonces llegamos a la escena con la que empezamos esta historia. Cuando llegaron a la plaza principal, pidieron que les dejaran votar y recibieron una respuesta rotunda:
[Antonia]: No, por usos y costumbres, las mujeres no votan, dice, nada más hombres.
[Selene]: Antonia le mostró que en la convocatoria del Ayuntamiento decía que “la ciudadanía en general” podía acercarse a votar. Pero el presidente de la Mesa de Debates le dijo:
[Antonia]: “No”, dice, “nosotros hicimos un acta… Nos reunimos antes de la elección aquí en la comunidad y ahí, este… no dijimos que van a votar las mujeres”, dice.
[Selene]: El acta de la que hablaba el presidente de la Mesa de Debates es un documento donde los líderes de la comunidad, sólo hombres, dejaban por escrito los acuerdos bajo los que se llevaría a cabo la elección. Y por último le dijo a Antonia que si querían votar, se esperaran a la asamblea previa a las elecciones del próximo año.
[Antonia]: Le digo: “Usted no me está entendiendo. Es que yo no necesito tu permiso”, le digo, “para que podamos votar”. “Es un derecho que nosotras tenemos y queremos ejercerlo”, le digo. “!Qué! esa asamblea ¿vas a convocar a mujeres y les vas a preguntar si quieren votar o vas a convocar solamente a hombres y hombres van a decidir por nosotras? Eso no está bien”, le digo. “Estamos en desigualdad”.
[Selene]: Antonia le pidió al funcionario que leyera el acta de acuerdos. Revisó y vio que el acta no prohibía a las mujeres votar. En cambio, decía que los originarios de Ocotequila podían hacerlo bajo ciertos criterios.
[Antonia]: Y le pusieron originarios porque mucha gente vive en Tlapa, Acapulco, Morelos y el día de la elección los mandan a traer, les dan para su pasaje y vienen y votan. Siempre y cuando tenías que ser hombre, ¿no?
[Selene]: Su hermano, que también vive en Tlapa, había votado varias veces sin ningún problema. A pesar de esto, los hombres de la mesa utilizaron como argumento que Antonia vivía y trabajaba en Tlapa para no dejarla votar.
[Antonia]: “Claro que sí soy de aquí”, le digo. “Mi mamá es fulana, mi papá es este, yo me llamo así y además yo hablo náhuatl”. “No, no pero ustedes no, no, no puedes”, dice. Le digo “ bueno, digamos yo no vivo acá, mi mamá vive aquí ¿A ella la van a dejar votar? Inés vive aquí, ella vive aquí. Yo no voto, que voten ellas”. Para quitarles ese argumento.
[Selene]:Los hombres no cedieron. Le decían que debieron haber manifestado su deseo de votar antes, cuando se realizó la asamblea para el acta de elecciones.
[Antonia]: ¿Y yo cómo voy a saber? le digo. Si ustedes no hacen la invitación de manera general”.
[Selene]: Esa asamblea se realiza a puerta cerrada y sólo se convocan a los líderes de los partidos. Hubiera sido imposible que Antonia y las mujeres se acercaran a pedir que las incluyeran para la votación. Entonces uno de los hombres que estaban ahí le dijo:
[Antonia]: “Aquí por respeto, las mujeres no votan porque luego son unas escandalosas, peleoneras… Y, además, por respeto no deben de votar porque mira, imagínate, qué va estar haciendo una mujer en la comisaría. Ahí se toma, ahí se fuma…”
[Selene]: Antonia no se quedó callada:
[Antonia]: Ah… le digo: “Si se trata de fumar y beber, pues yo le entro”, le digo.
[Selene]: Era nada más una forma de demostrar que estaban dispuestas a todo para ejercer su derecho al voto. Pero claro, no las dejaron.
Como solución, las mujeres les plantearon hacer una hoja de incidentes, un documento que reporta los hechos o anomalías en una elección y se entrega al Ayuntamiento municipal. Los hombres le decían que lo redactarían después de la elección, pero Antonia no confiaba en su palabra.
[Antonia]: Entonces me di cuenta, dije, no lo van a hacer. Agarré… Creo que traía yo una libreta, empecé a redactar: nos presentamos tantas mujeres en tal comunidad, quisimos votar, nos dijeron que no puedo. Firmen… Le digo. Nombre de las mujeres. Anoté los nombres de las mujeres. Firmamos…
[Selene]: Y Antonia le entregó el documento al presidente de la mesa de debates. Él la recibió y, en teoría, se debía anexar a los resultados de las elecciones de ese día.
Después de eso, Antonia grabó un video allí mismo. En él se ve a una fila de hombres esperando para votar, otros sentados en sillas de plástico. También se veía a su hermana, Mari, su mamá, Juana y su tía Chaya. Las demás mujeres estaban en el corredor. Los hombres las miraban. Este es un extracto del video.
(SOUNDBITE ARCHIVO)
[Antonia]: Bueno, pues estamos aquí en Ocotequila. Vinimos varias mujeres que queríamos ejercer nuestro derecho al voto, pero pues nos informan que solamente pueden votar los hombres. Como ustedes pueden ver…
[Selene]: Después de más de media hora, las mujeres decidieron retirarse de la comisaría. Todos los hombres las miraban fijamente y Chaya se acuerda claramente de unos…
[Chaya]: Ahí estaban un grupo de groseros, ahí decía: “Ah, viejas locas, qué cosa andan haciendo acá”.
[Selene]: Pero las mujeres cumplieron con lo que habían acordado: se presentaron, no reaccionaron ante los insultos, y la situación, fuera de las burlas, no escaló a nada más. Al salir de la comisaría, tres mujeres se fueron para sus casas y seis se quedaron en la plaza. Se reunieron cerca del amate, un árbol gigantesco al lado de la iglesia. Ahí Antonia les dijo:
[Antonia]: “Vamos a tomarnos unas fotos, pues, alégrense. Ya vencimos el miedo. Vinimos, pisamos la comisaría, ya es un gane”, les digo.
[Selene]: Antonia les pidió a las mujeres que pusieran sus dedos pulgares hacia arriba, como un símbolo de que algún día votarían por su comisario.
[Antonia]: “Pongan así sus dedos porque vamos a votar, vamos a votar algún día, les digo, y ustedes me van a acompañar”.
[Selene]: Se tomaron la foto y aplaudieron. Los hombres no les quitaban los ojos de encima. Ese día no había nada más que hacer. Chaya, Magdalena y Mari se fueron a la casa de la mamá de Antonia y no paraban de hablar de lo que acababan de vivir. Le preguntaron a Antonia cuál sería el paso siguiente y ella dijo que iba a averiguar, que las cosas no se iban a quedar así.
Hacia la tarde, Antonia, su hermana Mari y su sobrina Magdalena tomaron el taxi de regreso a Tlapa. En el camino se metió a su Facebook.
[Antonia]: Dije: “No… lo voy a publicar, esto no puede quedar así, al menos me tengo que desahogar”. Estaba enojada, tenía mucha impotencia, porque nadie, ni un hombre abogó.
[Selene]: Publicó la foto que se tomaron frente a la iglesia y escribió:
[Antonia]: Llegará el día en que en mi comunidad nahua de Ocotequila, municipio de Copanatoyac, Guerrero haremos historia y las mujeres podremos votar y ser votadas para ser comisarias.
[Selene]: Su publicación seguía con el relato de lo que habían hecho ese día y agregó que muchas mujeres no fueron por miedo y vergüenza. Y terminaba:
[Antonia]: Así que el solo el hecho de presentarnos a la comisaría fue un avance importante y significativo, las malas prácticas no se cambian de la noche a la mañana. Cuando nuestros derechos en nuestras comunidades indígenas no son garantizados nos vemos obligadas a recurrir a otras instancias.
[Selene]: Su publicación se empezó a compartir, una, dos, tres, 80 veces… Los comentarios y los mensajes no dejaban de llegar. Las personas les mostraban su apoyo, les daban ánimos para seguir peleando.
[Antonia]: Para mí fue un catarsis de esto, lo otro. No pensé que iba a tomar la dimensión que tomó.
[Selene]: Esa tarde Antonia publicó el video que hizo en la página de Facebook de El Jale Noticias. También llamó a algunos compañeros reporteros para preguntarles si querían escribir una nota sobre lo que acababa de suceder. Le dijeron que sí, y al día siguiente, el 3 de enero, tres periódicos publicaron lo que había pasado en Ocotequila. A partir de esto, la noticia se empezó a compartir en redes sociales y fue retomada por varios medios nacionales.
(SOUNDBITE DE ARCHIVO)
[Reportera]: Nahua, Ocotequila del municipio de Copanatoyac, en Guerrero, en donde las autoridades comunitarias les impidieron a nueve mujeres votar en la elección de comisario municipal, ¿por qué? Porque son mujeres.
[Reportero]: Y mire, en Guerrero, las mujeres también enfrentan violencia política, muchas incluso no pueden votar por la estrecha barrera de los usos y costumbres.
[Selene]: Al día siguiente, el martes 4 de enero, Antonia recibió un mensaje de WhatsApp de la abogada feminista Muriel Salinas. Ella es fundadora y presidenta de la Red de Avance de Derechos Políticos de la Mujeres Guerrerenses, una organización que se encarga de prevenir y atender la violencia política contra las mujeres. La Red se enteró del caso porque alguien de su equipo vio la publicación de Antonia.
Querían apoyarlas en el proceso legal porque lo que había pasado era una muestra clara de violencia política justificada bajo los usos y costumbres. Esta es Muriel:
[Muriel Salinas]: Por muy importantes que sean los usos y costumbres y defenderlos, estos no pueden pueden usarse en detrimento de los derechos humanos de las mujeres, ¿no? Y en el caso de Guerrero, bueno, esto ha sido muy complejo de llevar a cabo porque, pues, hay un enorme desconocimiento del marco constitucional y de los derechos humanos de las mujeres, ¿no?
[Selene]: La Constitución mexicana protege los derechos de las mujeres por sobre los usos y costumbres. Pero, según Muriel, las instituciones gubernamentales que deberían monitorear y sancionar esta violación, no lo hacen. Por eso, era necesario acudir al recurso legal de impugnación.
Pero no lo hicieron solas. Contactaron a la Defensoría Pública de los Derechos Político Electorales de Pueblos y Comunidades Indígenas para que su equipo de abogados asumiera la defensa del caso de forma gratuita. Mientras tanto la Red facilitaría el acompañamiento, la difusión del caso y la comunicación entre la Defensoría y las mujeres de Ocotequila.
Ese mismo 4 de enero, comenzaron a trabajar muy de cerca en la documentación y argumentación del caso de impugnación. Antonia y las mujeres acordaron que no presentarían el caso como delito electoral, es decir por la vía penal, sino como un juicio electoral ciudadano.
[Muriel]: Tiene esta característica de que son juicios que tienen la finalidad de que se restituyan derechos que se violaron y nada más.
[Selene]: Lo primero que tendrían que hacer era presentar su queja ante el ayuntamiento porque es el responsable de organizar las elecciones comunitarias. Y para eso tenían poco tiempo. El 5 de enero, Muriel llamó a Antonia y le dijo que la fecha límite para ingresar los documentos era el día siguiente.
Así que esa misma noche, Antonia, Muriel y la abogada de la Defensoría Pública se conectaron en una videoconferencia para preparar el caso.
[Antonia]: No dormimos con Muriel… Toda la noche argumentando. Nos contactó con otra abogada. Y nos decían: “¿Sabes qué?, traduce esto o haz esto, haz lo otro, consigue los nombres… que firmen las señoras”. Ahí me tenías.
[Selene]: Al día siguiente, Antonia viajó a Ocotequila para que las mujeres que se presentaron en la elección firmaran un documento donde expresaban su inconformidad. Sus firmas eran fundamentales para solicitar la anulación y convocar a nuevas elecciones donde ellas sí pudieran participar. Les preguntó:
[Antonia]: “¿Están seguras? ¿No se van a arrepentir? Queremos su copia de credencial. Su copia de esto”. Rapidito las señoras fueron a sacarle copia, me las entregaron, me firmaron el papel. Unas no firman, pusieron huella.
[Selene]: Pero le faltaban algunos documentos, como la copia de los resultados de la elección del 2 de enero, algo que había solicitado al Ayuntamiento, pero que no recibió. Incluyó este detalle en la argumentación del juicio. Antonia regresó a Tlapa para terminar con la documentación necesaria.
El ayuntamiento cerraba a las tres de la tarde, pero Antonia sabía que, por ley, tenía hasta medianoche para entregar los documentos. Entonces le habló al secretario general para que la esperara. Él le dio hasta las ocho de la noche. Y así fue: a esa hora los entregó. Ahora venía la burocracia: esperar que el Ayuntamiento entregara los documentos al Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, quien a su vez tendría que enviar un expediente al Tribunal Electoral del Estado y éste emitir una sentencia.
Todos los días, Antonia se metía a la página oficial del Tribunal para revisar si ya había fecha para discutir la resolución. Mientras tanto, dejó de dar entrevistas a los medios. Ya no quería llamar tanto la atención.
[Antonia]: Sí tenía un poquito de miedo que hubiera un poquito de, de conflicto dentro de mi comunidad, que dijeran, ¿no? Cosas de mí o que me hicieran algo.
[Selene]: El 3 de febrero, casi un mes después de presentar los papeles de impugnación, llegó la noticia. Antonia estaba en la sala de espera de un consultorio médico en Tlapa mientras su hermana estaba en una cita cuando recibió una llamada de Muriel Salinas. El Tribunal Electoral de Guerrero discutiría su caso en ese momento. Rápidamente le mandó el enlace a la cuenta de YouTube del Tribunal para ver la transmisión de la sesión en vivo.
[Antonia]: Uy pues qué nervios, ¿no? Empezaron con otro caso, porque eran dos casos que iban a resolver. Y ya la segunda fue la de nosotros, nos dijeron…. Mencionaron los nombres y esto y esto y así como de: ya ya ya, ya quiero que vayan al grano de si es a favor o en contra, ¿no?
[Selene]: Finalmente escuchó esto:
(SOUNDBITE ARCHIVO)
[Funcionario INE]: En consecuencia, al haber resultados fundados los agravios planteados por las ciudadanas indígenas recurrentes y advertirse una práctica comunitaria que implica una situación de desventaja para las mujeres de la comunidad, lo procedente es: inciso a) Declarar la nulidad de la elección de los integrantes de la Comisaría de Ocotequila, del municipio de Copanatoyac, Guerrero, efectuada el 2 de enero pasado. Ordenar al…
[Selene]: El funcionario del INE felicitó a las mujeres por su valentía y leyó uno por uno sus nombres. Después dijo…
[Funcionario INE]: Este órgano de justicia les da la razón y les dice que a partir de ahora en Guerrero, a ninguna mujer indígena se le negará el derecho a votar ni ser candidatas en todo tipo de elección. Que en la próxima votación de su comunidad para comisario municipal podrán votar y ser candidatas. Que con su participación a las mujeres indígenas de Guerrero…
[Antonia]: Y ahí sí me dio mucha, mucha emoción. Y me puse a llorar, o sea bueno… No, no estaba llorando si no que mis lágrimas estaban saliendo, así como… órale… No lo podía creer porque era bien rápido, yo nada más dije que algún día las mujeres íbamos a votar. Pero no pensé que fuera muy rápido.
[Selene]: La sentencia establecía un plazo de máximo tres días hábiles para la emisión de la nueva convocatoria de elecciones y cinco días a partir de eso para la organización de las elecciones extraordinarias.
También ordenaba a varias instituciones electorales y de gobierno difundir y realizar talleres para prevenir la violencia política hacia las mujeres. Era un paso enorme. Finalmente, la nueva fecha de las elecciones extraordinarias quedó para el 13 de febrero.
Esa misma tarde Antonia imprimió la resolución y al día siguiente se fue para Ocotequila para leérsela y traducirla al náhuatl a las mujeres que vivían allí. Se reunieron en la casa de su mamá. Todas la escucharon. Al final, Antonia les dijo:
[Antonia]: Y así les digo: “Bueno, en pocas palabras quiere decir que vamos a volver a votar”. “O sea, ganamos”, dicen las señoras. “¿Ganamos? Le digo, “Sí, ganamos, podemos decir que ganamos”.
[Selene]: Las mujeres se pusieron muy contentas. Esta es su tía Chaya.
[Chaya]: Estaba emocionada digo para ver qué pasa. Vamos a ver las caritas de esos señores que siempre allí andan.
[Selene]: Pero la celebración duró poco porque muy rápido les entró el miedo por su seguridad. Cuando la noticia llegó al resto del pueblo los hombres estaban furiosos.
[Chaya]: Ah que sí nos estaban odiando. Ahí que estaban diciendo que qué cosa, que por qué andamos haciendo eso…
[Selene]: Pero no fue todo.
[Antonia]: Una compañera que se llama Carmen la llamaron para amenazarla diciéndole que iban a matar a todas las mujeres en la plaza si se atrevían a bajar a votar. Y la verdad cuando me dijeron eso sí me asusté y dije: “no, o sea, yo voy a ser la culpable de provocar eso. No, no, no, o sea, necesito algo, necesito hacer algo”. Y pues lo único que se me ocurrió es mediatizarlo.
[Selene]: A través de un video por Facebook, pidieron seguridad municipal y del Estado.
Dos días antes de las nuevas elecciones, las mujeres se reunieron y hablaron sobre la votación. Tenían dos opciones: votar por alguno de los partidos políticos que durante la primera elección las ignoró por completo o anularlo.
Antonia dijo que ella haría lo segundo. Sólo iría a ejercer su derecho. Pero las mujeres sugirieron otra idea: que Antonia se lanzara como candidata independiente. Al principio no quería y le propuso a Inés, una de las mujeres del grupo, que se postulara. Pero Inés le dijo que mejor fuera la candidata y que ella sería su suplente. Antonia aceptó.
[Antonia]: También acepté para que ellas vean, otras mujeres se den cuenta de que no tenemos miedo en aceptar a ocupar… este… pues cargos dentro la comunidad.
[Selene]: Como comisaria y suplente, Antonia e Inés atenderían y presentarían las demandas de la comunidad ante el municipio. También serían las encargadas de organizar las fiestas del pueblo y de garantizar que los programas sociales gubernamentales llegaran a todas las personas que lo necesitaran.
Así fue como Inés y Antonia fueron las primeras candidatas mujeres para la Comisaría, algo que no se hubieran imaginado meses atrás.
El sábado, un día antes de la nueva ronda de elección, fueron al Ayuntamiento a inscribir su planilla. Justo después hicieron una mini campaña. Imprimieron volantes y tocaron en las casas de las vecinas que ya conocían. También vocearon en los altavoces de la comunidad. Pero en su campaña, más que votar por ella, lo que querían era incentivar a las mujeres a salir a la Comisaría, a las mesas de votación .
[Antonia]: Les digo: “Si no quieres votar por mí, vota por quien tú quieras, pero vete a votar”… A las mujeres…. Me decían: “Ah, sí. Ya sabemos” ¿Ya sabes que mañana…? Sí, si… Algunas me decían si yo lo escuché en la radio, que sí vamos a votar. Bueno, mañana vayan, les digo.
[Selene]: Antonia y las mujeres estaban emocionadas, pero el miedo nunca se iba del todo…
[Antonia]: Sí temía por mí, pero yo temía más por las mujeres, porque yo ya sabía, cuando decidí hacer eso ya sabía lo que me arriesgaba, pero sí temía por ellas. Y más luego que la gente me… me decía “Cuídate mucho, porque ya escuché que te, que te quieren hacer algo o están planeando hacer algo en el camino. Tú que viajas”. Y así me dijo: “Cuídate”.
[Selene]: Esa noche, su hermana le dijo a Antonia que por su seguridad era mejor que no durmiera en Ocotequila. Así que regresó a Tlapa y quedó en que llegaría al día siguiente, muy temprano, como aquel 2 de enero de 2022 que se presentaron por primera vez en las elecciones.
[Selene]: Al otro día, Antonia llegó a Ocotequila alrededor de las siete. Todavía no había nadie en la Comisaría. El inicio de las elecciones estaba programado para las ocho.
Ese día, al mediodía, fueron siete las mujeres que bajaron juntas. Casi todas habían participado esa primera vez. Pero ahora el ánimo era diferente. Mientras bajaban a la comisaría, Antonia empezó a gritar:
[Antonia]: “¡Sí se pudo!” Y todas repetían: “¡Aí se pudo! ¡Las mujeres, las mujeres”! Y así pues, sí, unos abrían la ventana para ver quiénes iban pasando. Nosotras, ¿no?
[Selene]: Estaban felices y se sentían mucho más confiadas de lo que se habían sentido un mes antes. Ya no temblaban ni se escondían detrás de Antonia. Y cuando llegaron a la plaza, el paisaje era distinto: estaba llena tanto de hombres como de mujeres.
[Antonia]: Tuve nervios también cuando llegué. Tuve nervios de ver tanta gente y todos mirándote y luego varias cámaras siguiéndome (risa) y así. También la gente se les hizo así como raro. Así como que: Pues nunca había venido a tanta gente, nunca había…
[Selene]: Antes de la votación, dio una entrevista a un canal de televisión. Después de hablar sobre los obstáculos para llegar a ese momento y su postulación para la comisaría, Antonia cerró con esto:
[Antonia]: De hecho nosotras ya ganamos porque ahorita vamos a votar. Esa es nuestra ganancia. Ya lo logramos.
[Selene]: Después, las mujeres se formaron enfrente de la Comisaría. Se escuchaba el clic de las cámaras. En la mesa estaban los secretarios de elección, tomando el voto. También estaban los representantes de los partidos, para vigilar la elección. Cuando les tocó su turno les pidieron su credencial de elector y que gritaran el nombre de por quién votaban. Es algo común en las elecciones de comisario: no son libres ni secretas. Todos escuchan y llevan registro en una cartulina.
[Selene]: Después de votar, todas se dirigieron al amate, el árbol que queda al lado de la iglesia, enfrente de la comisaría. Querían celebrar. Antonia se subió a la jardinera y primero dijo unas palabras en náhuatl, y después en español agradeciendo a las personas por su apoyo en ese acto histórico.
Cuando terminó de hablar, las mujeres se pusieron una junto a la otra y gritaron:
[Mujeres]: ¡Se ve, se siente, las mujeres estamos presentes!
[Selene]: Después de eso, las mujeres se dispersaron. Algunas se fueron a sus casas y otras, principalmente las familiares de Antonia, a la casa de su mamá. Para ese momento, Antonia ya se sentía más tranquila. A las seis de la tarde, volvieron a bajar a la plaza para conocer los resultados. El momento fue transmitido por Facebook Live, en la página de El Jale Noticias, el medio de Antonia y Carmen. En el video se observa al presidente de la Mesa de Debates tomar la palabra:
(SOUNDBITE DE ARCHIVO)
[Presidente]: Paisanas, paisanos, conteo de votos. En total 824 votos… Hombres 320 votos Mujeres 504 votos
[Selene]: Si no escucharon bien, resumo: el presidente de la mesa está anunciando que del total de votos, 824, las mujeres fueron la mayoría: 504. Y después dijo:
(SOUNDBITE DE ARCHIVO)
[Presidente]: Planilla ganadora Crescenciano López…
[Selene]: Ganó Crescenciano López, el candidato del PRI, el que ya había ganado antes. No fue una sorpresa porque los resultados son abiertos. Antonia recibió solo 33 votos.
Pero a Antonia no le importó. Gracias a su protesta, la Comisaría estará integrada, por primera vez, por cuatro mujeres. La sentencia del Tribunal Electoral de Guerrero exigió garantizar la paridad de género a la planilla ganadora. Sentía que habían triunfado.
[Antonia]: Y para mí es eso, para mí es, pues, el reconocimiento de las mujeres, hasta las mujeres dicen: “no, pues les ganamos”. Ellas dicen que les ganamos porque ellos decían que no íbamos a votar. “Les ganamos”, dicen, “votamos”. No importa que hayamos perdido lo demás, pero les ganamos.
[Selene]: Habían conseguido lo más importante: ejercer su derecho de votar y ser candidatas. Ganaron. Y van por más.
[Daniel Alarcón]: Hoy, gracias a la protesta de esas mujeres, otras formas de organización comunitaria se están gestando. Entre los varios proyectos que buscan impulsar está la pavimentación de la carretera y la promoción de opciones de trabajo para las mujeres, así como asegurar que las siguientes elecciones de comisario sean libres y secretas.
Antonia está involucrada en todo. Sigue su trabajo de reportera, al que cataloga como periodismo comunitario. También comenzó la construcción de la Casa de la Mujer Indígena en el terreno de la casa de su mamá, en Ocotequila. Será un espacio para dar talleres y empoderar a las mujeres con información de sus derechos.
Esta historia es de las mujeres de Ocotequila. Un agradecimiento especial a todas ellas por compartirla.
Selene Mazón es pasante de producción en Radio Ambulante, es periodista y vive en la Ciudad de México. Este episodio fue editado por Camila Segura, Lisette Arévalo, Natalia Sánchez Loayza y por mí. Desirée Yépez y Bruno Scelza hicieron el fact-checking. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri y Rémy Lozano, con música original de Rémy.
El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Nicolás Alonso, Aneris Casassus, Diego Corzo, Emilia Erbetta, Fernanda Guzmán, Camilo Jiménez Santofimio, Juan David Naranjo, Ana Pais, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill, David Trujillo, Ana Tuirán, Elsa Liliana Ulloa y Luis Fernando Vargas.
Zoila Antonio es nuestra practicante de audiencias.
Carolina Guerrero es la CEO.
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Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.