Las historias de mi nombre | Transcripción

Las historias de mi nombre | Transcripción

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[Daniel Alarcón]: Si escuchas Radio Ambulante o El Hilo, probablemente ya sabrás que una de nuestras obsesiones es la política. En Latinoamérica, pero también en Estados Unidos, donde la elección presidencial de este año no sólo es una de las más cruciales de la historia, pero también está reñidísima. Hay muchísimo en juego y el resultado lo decidirán unos cuantos estados. 

Esta vez hay más de 36 millones de latinos elegibles para votar, y para entenderlos mejor, junto a nuestros aliados de Noticias Telemundo, decidimos crear una nueva serie: El Péndulo. Acompañaremos al periodista Julio Vaqueiro a cinco estados decisivos: Pensilvania, Florida, Nevada, Arizona y Carolina del Norte. Escucha El Péndulo: Voto latino 2024, un podcast de Noticias Telemundo y Radio Ambulante Studios. Búscalo en nuestro canal de series Central, disponible en iHeart Radio o en tu aplicación de podcasts favorita.

Esto es Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón. 

La historia de hoy comienza a finales de los años ochenta, en una pequeña casa rodante cerca de Palo Alto, en California. Allí creció Nick Casey, escuchando las historias que su mamá, Kaye, le contaba. 

[Nick Casey]: Estábamos juntos en la sala y siempre buscaba un álbum de fotos de sus años antes de mi nacimiento, cuando ella trabajaba en buques de carga. Entonces me hablaba sobre todos los países donde ella había viajado. 

[Daniel]: Lugares como las Filipinas, Turquía, Japón o Puerto Rico. 

[Nick]: Tenía una cesta que estaba llena de las monedas y los billetes de todos los países donde había ido. Y yo siempre contaba todas esas monedas, porque éramos pobres y yo pensaba que era una fortuna. 

[Daniel]: Kaye tuvo a Nick a los 38 años. Antes trabajó en el mar durante una década. También fue mesera, contadora y vendedora de pinturas. Y antes estuvo casada. Hablaba de su pasado con nostalgia, pero también con satisfacción; no era un lugar de arrepentimientos, sino de aventuras. 

[Nick]: Mi mamá siempre me contaba mi historia y su historia como algo súper mítico.

[Daniel]: Y es que Kaye también le hablaba a Nick sobre su pasado. 

[Nick]: Sí, fue como una cuenta de hadas que me contaba sobre mi origen y también para presentarme de quién era mi papá. 

[Daniel]: Porque su papá no vivía con ellos. Trabajaba como ingeniero en un barco y pasaba la mayoría del tiempo en el mar. Aunque él y Kaye no estaban casados, venía de visita de vez en cuando: a veces cada seis meses, a veces cada año. Y en estos periodos de ausencia, eternos para cualquier niño, Nick dependía de lo que le contaba su mamá sobre ese hombre misterioso. 

Su nombre era Nicholas. Y su apellido Wimberley. 

Kaye nombró así a Nick también, sólo que Wimberley pasó a ser su segundo nombre, no su apellido. Le decía que así, si algún día ella moría, él podría tener algo con qué encontrar a su papá. Y como apellido, Kaye le dio el suyo: Casey. 

Y bueno, además de explicarle la historia de su nombre, Kaye le contaba a Nick historias de su papá.  

La primera de ellas comenzaba muy lejos, en una isla en medio del Océano Índico llamada Diego García. Allí, un día de 1983, Kaye conoció a Nicholas. 

[Nick]: Entonces siempre yo pensaba que en este lugar tropical, eh, muy lejos de todo, en una isla, era un romance súper, súper larga.

[Daniel]: Un romance entre una mujer blanca y un hombre negro. Kaye no le aclaraba que ese romance fue en realidad un encuentro de una sola noche, después de todo era una historia para niños. Sólo le decía a Nick lo esencial: que en esa isla paradisíaca él fue concebido. 

La segunda de las historias comenzaba poco después. De vuelta en California, Kaye descubrió que estaba embarazada. Siempre había querido tener un hijo. Cuando dio a luz, le escribió una carta a Nicholas contándole la noticia con la esperanza de que él la leyera. No hubo respuesta, pero tres meses después Nicholas llamó por teléfono. Había desembarcado, así que quedaron de verse en Oakland. 

[Nick]: En un café, según mi mamá. Y como ella cuenta la historia, ella llegó conmigo, obvio. Y él no tenía ni una idea de que ella estaba embarazada. Y ella recuerda que él tenía dos tazas de café en la mano y cuando la había visto, empezaban de temblar sus manos. 

[Daniel]: Era claro que Nicholas no había leído la carta y también que ese bebé de piel morena era suyo. 

[Nick]: Pero también, según mi mamá, intentó de buscar una mancha de nacimiento que él decía que todos sus hijos tenían.  

[Daniel]: Era una marca en la pierna y Nick sí la tenía. 

[Nick]: Y bueno, sí, ya, ya me reconoció.

[Daniel]: Pocas horas después Nicholas volvió al mar. Nick y Kaye se quedaron solos. Y así, solos, estaban bien. Esta parecía ser la moraleja de las historias que Kaye le contaba a Nick sobre su padre. Ellos en California, Nicholas en un barco, cada quien viviendo su vida y sólo encontrándose de vez en cuando. 

[Nick]: La cosa que tienes que entender es que mi mamá y mi papá eran como niños de los 60, de la época de free love, de drogas, de todo y para ellos, ellos eran como pájaros libres. Entonces vivían las vidas que ellos querían. 

[Daniel]: Y quizás para reforzar la moraleja, Nick recuerda que Kaye también le leía historias de héroes sin padres, como La Odisea, donde el personaje Telémaco pasa sus primeros veinte años de vida sin ver a Ulises, su papá. 

[Nick]: Yo creo que eso fue justamente porque ella quería que yo fuera orgulloso de mi background, de mi historia también. Y sí, ella sí se daba cuenta de esas narrativas, esas historias que uno tiene de sí mismo son importantes. 

[Daniel]: Porque con ellas Nick podía darle sentido a su realidad, una muy distinta de la de otros niños. Y al principio, cuando era muy pequeño, las historias de Kaye sí lo ayudaron a entender las ausencias esporádicas de su papá. Pero después de un tiempo él desapareció. Y esta vez parecía que no iba a volver. Fue entonces que Nick comenzó a preguntarse más sobre ese hombre. ¿Quién era y de dónde venía? ¿Qué tanto sabía su mamá en verdad sobre él? Así comenzó una búsqueda que lo llevaría a convertirse en la persona que es hoy. 

Una pausa y volvemos.  

[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Nuestro productor Pablo Argüelles nos sigue contando. 

[Pablo Argüelles]: Nick recuerda que cuando tenía como seis años, había días en que el teléfono de la casa sonaba. Kaye respondía… 

[Nick]: Y siempre podía ver que había un cambio en su cara, una sonrisa. Y sabía que era mi papá. 

[Pablo]: Así que se subían al coche y se iban para alguno de los puertos que están en la bahía de San Francisco. Allí, Nicholas los esperaba, recién desembarcado. 

[Nick]: Pero era diferente que lo que imaginas cuando hablas de un encuentro entre un papá y su hijo porque no es como cuando tu papá regresa de trabajar cada día y ves a la misma cara. Entonces siempre tenía que recordar cómo era su cara, cómo era su voz. 

[Pablo]: A Nick le parecía un gigante de piel muy negra, bigotudo, a veces barbudo. 

[Nick]: Y también siempre contando chistes, siempre riendo, siempre contando cuentos. Entonces, mi papá llegaba como algún tipo de pirata mágico. 

[Pablo]: Un pirata que siempre bebía de una botellita.

[Nick]: Yo recuerdo que me dijo: “¡Ah, eso es mi medicina!” 

[Pablo]: Kaye le aclaraba que era ron. Pero bueno, el pirata también iba por todas partes con un botiquín para curarse sus heridas. 

[Nick]: Me dijo: “Si eres hombre, eso son las cosas que tienes que hacer.” 

[Pablo]: Y parecía tener tantos tesoros, que una vez le dio a Nick 50 dólares. 

[Nick]: No había visto un billete de $50 en toda mi vida. Bueno, yo muy contento, muy alegre. Pero yo creo que quizás eso fue el único apoyo económico que recibimos de este señor.

[Pablo]: Las visitas podían durar horas o un par de días. Pero había algo que nunca cambiaba: 

[Nick]: No sabíamos cuándo iba a aparecer en nuestras vidas ni cuándo iba a salir.

[Pablo]: Los primeros siete años de la vida de Nick fueron así. Y su papá nunca se involucraba realmente en cómo lo criaba Kaye. Hasta que un día, por ahí en 1991, Nicholas vio una foto de Nick rodeado de sus amigos del colegio. 

[Nick]: Y vio la foto: la escuela, que a mí me encantaba, y él estaba un poco sospechoso. Vimos un cambio en su cara. La cosa que él vio no fue que todos los alumnos, los niños eran muy alegres, sino que todos eran blancos.

[Pablo]: Y Nick el único niño negro. 

[Nick]: Le dijo a mi mamá que eso no era bueno, que yo necesitaba estar con otros niños negros.   

[Pablo]: Y es que el mundo de Nick era el mundo de su mamá.

[Nick]: Entonces yo nací y crecí en un mundo blanco, en un país dominado por gente blanca, desde la televisión hasta la presidencia. Y llegó un momento en el que yo también pensaba que yo era blanco. 

[Pablo]: Pero ahora Nick entiende bien a qué se refería su papá. 

[Nick]: Sin contacto con mi propia gente, yo iba a tener el mismo temor que mucho de Estados Unidos tenía de gente negra, que somos violentos o de que somos pobres o que somos ladrones.

[Pablo]: Y aunque ese día Kaye le recordó a Nicholas que era más fácil viajar por el mundo en vez de realmente criar a un hijo, en el fondo ella también entendió a qué se refería Nicholas. Porque así, de la nada, decidió sacar a Nick de su escuela e inscribirlo en otra donde la mayoría de los estudiantes eran negros. Quedaba en East Palo Alto, una ciudad que por entonces tenía la tasa de homicidios per cápita más alta de todo Estados Unidos. Pero eso no pareció preocuparla, estaba decidida. Así era ella. 

Poco después de que Nick cumpliera siete años, su papá los visitó de nuevo. 

[Nick]: Él llegó como siempre, no sé de qué parte del mundo.

[Pablo]: Y fueron a un restaurante. Allí les dijo algo que Nick nunca olvidaría: 

[Nick]: Que había matado, matado a alguien. Y estábamos muy sorprendidos. ¿Qué había pasado? Entonces nos contó una historia de que…

[Pablo]: Les dijo que una amiga había llegado a su casa, huyendo de un hombre. Así que Nicholas la dejó entrar. Pero el  hombre se quedó afuera, gritando, golpeando la puerta, cada vez más fuerte. Parecía que iba a tumbarla. Entonces Nicholas sacó una pistola y disparó a través de la puerta. El hombre murió. 

[Nick]: Pero nos dijo: “No pasa nada”.  Nosotros así de: “¿Cómo es que no va a pasar nada? Has matado a alguien”.  Me dijo: “Bueno, eh, pues yo me estaba defendiendo. Y el juez reconoce eso. Y también mi abogado me ha dicho que lo más que voy a tener que pasar en la cárcel va a ser como, como dos años, pero quizás menos.” 

[Pablo]: Les aseguró que regresaría una vez saliera de prisión. Con esa promesa se dirigieron al puerto de Crockett, cerca de San Francisco, para que Nicholas se embarcara de nuevo. Nick recuerda la neblina espesa que cubría el muelle y el abrazo que le dio su padre. Se despidieron, con la certeza de verse de nuevo. 

Pasaron los meses sin noticias de Nicholas. Mientras tanto, en su nueva escuela, Nick comenzaba a tener problemas. Sus compañeros le preguntaban por qué hablaba como un blanco. 

[Nick]: Bueno, yo pensaba que yo hablaba normal, pero no, no para ellos yo hablaba como un extraterrestre o algo. Y me preguntaban: “¿Tú eres adoptado?” Yo digo: “No, no, no, yo no soy adoptado. Mi mamá es blanca. Mi papá es negro”. “¿Pero dónde está tu papá?”

[Pablo]: Nick no tenía respuesta. Los niños también se burlaban de él porque no sabía jugar basketball. Y cuando uno de ellos se enteró de que el segundo nombre de Nick era Wimberley, le dijo: 

[Nick]: “That’s a stupid name, how can anybody have that name?” Algo como “¿qué coño nombre?” No sé, pero algo que un chico de ocho años normalmente no decía. Y me empezó de siempre perseguir. Y una vez me encontró en el baño y me empezaba de pegar muy fuertemente.  

[Pablo]: Ese día, Kaye recogió a Nick, vio los golpes y le preguntó quién había sido. 

[Nick]: Ella buscó al chico y lo amenazó diciendo que si me pegaba otra vez, que ella iba a pegarlo también, pero mucho más fuerte. De una forma que no iba a dejar huellas o nada. Eso fue una cosa muy sorprendente, no solamente para mí sino para los otros alumnos, porque ellos escuchaban de lo que había pasado. Y bueno, esta imagen de una, bueno, una mujer blanca amenazando a un niño negro no era una imagen muy buena, muy linda.

[Pablo]: Es que hasta ese momento, la raza había sido para Nick algo como el tipo de pelo que tienes o el color de tus ojos. Pero para sus compañeros parecía ser algo mucho más profundo. 

[Nick]: Ellos habían vivido una experiencia con la raza que era muy diferente que la experiencia que un blanco vive. 

[Pablo]: Una experiencia basada en el racismo y que era como una herida que se reabría con cada acto de violencia cometido en Estados Unidos contra los negros. En 1991, cuando Nick tenía seis años, en Los Ángeles, un grupo de policías blancos casi matan a golpes a un hombre negro, Rodney King. Un hombre grabó la escena con una videocámara y el video se transmitió por televisión en todo el mundo. Cuando, un año después, los cuatro policías fueron absueltos en un juicio, estallaron varias protestas en la ciudad. 

[Soundbite de archivo]

[Hombre]: No justice, no peace! No justice, no peace!

[Nick]: Todos veíamos eso en la televisión.

[Soundbite de archivo: Protestas]

[Pablo]: Las comunidades negras y latinas salieron a las calles. Hubo incendios, saqueos…

[Nick]: Y yo creo que es en esos años cuando yo perdí mi inocencia sobre cómo era la raza en Estados Unidos. 

[Nick]: Entonces eso es cuando yo empecé de entender que yo no era blanco, que yo era negro.

[Pablo]: Era una situación dolorosa. Porque la persona que más le podría haber enseñado a Nick sobre lo que significaba ser negro en Estados Unidos ahora ya no estaba. 

[Pablo]: Los meses se fueron convirtiendo en años. Unos cinco. Y aún no había noticias de Nicholas. Kaye empezó a buscarlo en las bases de datos de las prisiones en California. 

[Nick]: Y yo vi que su nombre completo, según ella, era Nicholas Wimberley Ortega. 

[Pablo]: Nicholas Wimberley Ortega. Como dijimos, Nick también tenía ese nombre: Wimberley. 

[Nick]: ¿Pero Ortega? Yo le pregunté: ¿Por qué Ortega?

[Pablo]: Kaye le contó que Nicholas le había dicho que había nacido en Cuba, o que sus papás eran de allí. Y aunque ni Kaye ni Nick lo habían escuchado hablar español, él decía que sí podía.  

[Nick]: Y nos decía que podía hablar un poco de coreano, un poco de japonés, un poco de varios idiomas indígenas que él aprendía, se supone, cuando era niño. ¿No? No sabíamos qué era verdad y qué era un cuento de hadas. 

[Pablo]: Nick tenía por entonces unos 12 años y no sabía ni siquiera dónde quedaba Cuba. Y este nombre, “Ortega”, sólo lo había visto en una marca de salsa picante mexicana. Pero ahora era una nueva pista sobre la historia de su padre.

[Nick]: Eso era parte de quién era él. Y bueno, tiene que ser una parte de quién era yo también. 

[Pablo]: Primero blanco, luego negro. Y ahora cubano. Latino. 

[Nick]: Una cosa que mi mamá me explicó cuando estábamos hablando fue que una persona podía ser negro y latino a la misma vez. Entonces eso fue una identidad más transversal. Entonces uno podía ser como blanco, mestizo, mulato, negro. Todos, todos latinos.

[Pablo]: En 1997, Nick obtuvo una beca para estudiar en una preparatoria privada. Allí tuvo la opción de escoger un idioma para aprender y no lo pensó mucho: quería hablar español. En esa clase conoció a otros latinos que, como él, tampoco sabían el idioma de sus padres y abuelos. 

Y muy pronto, en la primavera de 2001, cuando tenía 16 años, le llegó una oportunidad única. El coro de la escuela había obtenido un permiso especial para hacer una gira en Cuba. Nick no era parte del coro, pero la directora  le dijo que podía ayudarlos como traductor. 

[Nick]: Que había hablado con mi mamá y de que sabía que, más que los demás del coro, yo merecía ir a Cuba para conocer a mi país, efectivamente, de origen. Normalmente cuando un norteamericano viene a Cuba, la primera cosa es que ven, bueno, los coches de la época de los 50 y los 60. Pero para mí, la cosa que me llamó la atención primeramente fue el hecho de que los cubanos parecían como yo.

[Pablo]: En La Habana era muy fácil imaginar a sus antepasados caminando por las calles. Quizás incluso ya se había cruzado con algún tío o primo sin quererlo ni saberlo.

[Nick]: No había forma de buscarlos, de encontrarlos sólo con un nombre: Ortega. Bueno, ¿cuántos Ortegas hay en Cuba? 

[Pablo]: Un montón. Pero no importaba. A Nick le bastaba con saber que tal vez estaban por allí. Durante los conciertos, su trabajo era simplemente presentar al grupo y el repertorio: desde una misa de Leonard Bernstein hasta Guantanamera…  Viajaron de La Habana a Bahía de Cochinos, luego a Trinidad y Cienfuegos. Y ahí, una noche, en un teatro húmedo y caluroso, ante unas mil personas…

[Nick]: Después de que yo presenté el coro con mi español súper, súper gringo, alguien llamó, alguien llamó diciendo: “¡Bueno, este chico obvio que es cubano, es uno de nosotros!”. Y sí, yo me sentí, en este momento, muy en casa. 

[Pablo]: Después de unos diez días, Nick volvió a Estados Unidos ilusionado. Lo que le había dicho esa persona era casi como si le hubieran dado su pasaporte cubano. Pero ese reconocimiento también dolía, porque su papá seguía sin aparecer. El viaje a Cuba había sido también un recordatorio de todo lo que Nick no sabía sobre su padre. Así que decidió confrontar a Kaye. 

[Nick]: Yo empecé de presionarle para darme más información precisa sobre quién era él exactamente. Me decía que, según lo que ella recordaba, que él creció en Arizona, pero también creció, según él y según ella, en una reservación de indígenas en Estados Unidos.

[Pablo]: Una reserva de los Navajo, probablemente en Arizona. 

[Nick]: Yo estaba así de: “Bueno, ¿qué tiene que ver con el hecho de que era cubano?”

[Pablo]: Las historias de Kaye, y por extensión las de Nicholas, no parecían cuadrar. Kaye ni siquiera sabía la edad exacta de Nicholas, sólo que era mayor que ella. 

[Nick]: Y yo empezaba de dudar la información que mi mamá me decía. Y bueno, yo creo que esa reacción la pegó, no solamente porque ella vio que yo estaba enojado, sino también porque se dio cuenta de que la verdad es que ella no tenía información sobre este señor que era papá de su hijo.

[Pablo]: Ya habían pasado unos diez años sin noticias suyas. Era probable que hubiera muerto en prisión o en el mar. 

[Nick]: Entonces yo más o menos dejé la búsqueda. Pero sí, yo creo que todavía había maneras de encontrar mi identidad.

[Pablo]: Y la primera pista para encontrar esa identidad era un nombre: Ortega. 

[Daniel]: Una pausa y volvemos. 

[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Pablo Argüelles nos sigue contando. 

[Pablo]: Nick estudió antropología en la universidad entre 2001 y 2005. Y durante esos años comenzó a viajar con frecuencia por el continente. A México, luego a Perú, y también a Santiago de Chile, donde estudió un semestre. Aprovechó para ir a Argentina y a La Patagonia y luego también al Amazonas. Viajaba con un libro de Pablo Neruda, las Odas Elementales, y también con Cien Años de Soledad. Era el cliché del mochilero extranjero que romantiza América Latina.

[Nick]: Claro que sí, definitivamente romantizada. ¿Por qué? Porque yo no vivía allá. Entonces yo estaba allá, yendo y viniendo.

[Pablo]: Pensando que, de una u otra forma, la región sería parte de su vida.

Al graduarse, Nick decidió que no seguiría el camino de la academia.  A los 22 años, en el 2007, encontró trabajo en el Wall Street Journal como reportero de negocios en Los Ángeles. 

[Nick]: Pero siempre me quedaba con esta ilusión de regresar a América Latina. Entonces yo entré al periodismo para ser corresponsal  y después de dos años, (se) abrió un puesto en la Ciudad de México.

[Pablo]: Y se lo dieron. 

[Soundbite de archivo]

[Archival Nick]: Since the start of the Mexican Drug War, villages like this one in Guerrero State were terrorized by organized crime groups. Rapes and killings were common… 

[Nick]: Mi trabajo era cubrir lo que realmente estaba pasando en México… Y bueno, el negocio en México desafortunadamente era la droga. 

[Pablo]: Estuvo en Ciudad Juárez, Monterrey, Acapulco… 

[Soundbite de archivo]

[Archival Nick]: For The Wall Street Journal, this is Nicholas Casey in Ayutla, Mexico… 

[Pablo]: El puesto en México también incluía la región del Caribe y así pudo ir a Haití, Jamaica, Puerto Rico y también, cómo no, varias veces a Cuba, ya no como el traductor de un coro de niños, sino como alguien que podía contar sus historias. 

[Nick]: Yo podía compartir con los cubanos que yo estaba entrevistando porque yo les decía que yo era cubano. Y yo, andando por las calles de Santiago de Cuba yo veía mucha gente que tenía la cara de mi papá. 

[Pablo]: Pero Nick llevaba años sin tener la ilusión de encontrarlo. A los treinta estaba enfocado en su carrera, la cual iba cada vez mejor. En el 2015, el New York Times lo contrató para ser corresponsal en el norte de América Latina, principalmente Venezuela y Colombia, pero también Perú, Ecuador y Bolivia.

En 2016 se instaló en Caracas. No había pasado ni una semana cuando fue a una manifestación chavista. Pensaba que iba a ver a gente quemando banderas de Estados Unidos y dándole golpes a piñatas de Barack Obama. Pero en vez de eso se encontró a una multitud bailando esta canción… 

[Soundbite de archivo]

[Alí Primera]: Levanten tus manos la bandera de la revolución, América Latina obrera  y grita con fuerzas: “Yankee go hoooome, Yankee go hoooome Yankee go home”.  

[Pablo]: “América Latina Obrera”, del cantante Alí Primera. 

[Nick]: Toda la gente bailando, festejando, fue como una fiesta súper grande en la calle. Yo recuerdo que una de esas chavistas me agarró y empezó de bailar conmigo. 

[Pablo]: Incluso después de que Nick se identificó como estadounidense… reportero del New York Times

[Nick]: Hasta el yankee que llega a la manifestación contra de los yankees están bailando con esa persona. 

[Pablo]: Fue un momento en el que se sintió bienvenido. Y le encantó. Pero quizás esta bienvenida no era sólo algo que América Latina le estaba dando, sino también algo que él anhelaba como un latino que venía de Estados Unidos.  

Porque Nick llevaba años sin vivir allí, en su país, que le era cada vez más irreconocible. Donald Trump quería ser presidente. La violencia contra los negros continuaba. Y si bien Nick reconocía que América Latina tenían otros problemas, igual de profundos y complejos, no eran los que tanto lo habían marcado cuando era niño.  

[Nick]: Yo recuerdo en Venezuela, viendo que sí, hay una pobreza muy fuerte, pero si pasas por esos barrios chavistas ves gente blanca, negra, mezclada, indígena, de todo tipo. No es como Estados Unidos donde todo está determinado por el tema de la raza. Y eso fue algo muy nuevo, muy llamativo para mí. 

[Pablo]: Pero la bienvenida que sintió en Venezuela duró poco. Nick comenzó a cubrir la crisis en el país: la escasez, la inflación, la tensión social, el éxodo de miles de venezolanos. Sus artículos salieron en primera plana del New York Times y en octubre de 2016, el gobierno venezolano le impidió volver a entrar al país y se tuvo que mudar a Medellín, en Colombia. 

Y allí, poco después de su cumpleaños 33, en el 2017, recibió un paquete por correo. Era un regalo de su mamá. 

[Nick]: Un test de ADN. 

Yo creo que ella me estaba pidiendo una disculpa por no poder haber dado más información sobre mi padre. Entonces eso fue como un regalo simbólico.  Y al principio no, no, no, no, no hice el test porque bueno, ¿qué iba hacer con información diciendo que yo era mitad blanco, mitad negro y que tenía ascendencia allá en África, etcétera?

[Pablo]: Pero Kaye le insistió y Nick se hizo la prueba. Unas dos semanas después llegaron los resultados por correo electrónico. Y decían lo obvio. Que del lado de su mamá tenía sus orígenes en Europa, específicamente Alemania e Inglaterra. Y del lado de su papá, en el oeste de África.

Pero lo más interesante era que en la pantalla de la computadora aparecía una lista con nombres de “posibles familiares.” Algo así como lo que pasa en Facebook. Sugerencias de gente que tal vez podrías conocer. Y allí vio la foto de una supuesta prima. Una prima negra. Obviamente era del lado de su papá. Así que Nick le escribió por el chat de la plataforma. Le dijo que llevaba décadas buscando a su papá…

[Nick]: “Y bueno, según esto, tú eres mi prima. No sé si tendrías información sobre este señor. Su nombre creo que es ‘Nicholas’ como el mío. Y si sabes más, bueno, por favor escribirme…”

[Pablo]: Nick le dio su correo electrónico. Pasaron unas cuatro horas. Y después… apareció un mensaje de ella en la bandeja de entrada.  

[Nick]: Y la primera cosa que me preguntó es: “Bueno, ¿tu papá es un Wimberley?” Y, bien, me dijo que ella no era mi prima, sino era mi sobrina.

[Pablo]: Pero además, el mensaje decía que el papá de Nick…

[Nick]: Todavía estaba vivo. Yo me quedé en en shock. Eso no fue la cosa que yo pensaba que iba a encontrar. 

[Pablo]: Es que Nick ya se había hecho a la idea de que su papá había muerto y que el rompecabezas nunca estaría completo…

[Nick]: Pero en un espacio de un par de horas, en línea, todo resuelto, en tan poco tiempo. Eso fue la cosa increíble. 

[Pablo]: Después de intercambiar un par de mensajes con su nueva sobrina, Nick recibió un mensaje de texto. 

[Nick]: Diciendo: “¡Hola, hermano! Yo soy tu hermano Chris. Yo vivo en Los Ángeles y recibí el correo de mi hija. Yo estoy aquí al lado de tu papá. Y él quiere hablar.”

[Pablo]: Chris le dio un número de celular. Era casi medianoche. Nick marcó de inmediato y cuando escuchó la respiración del otro lado de la línea, lo primero que dijo fue: 

[Nick]: “Papá.” Y no fue como pregunta. Nada más para decir la palabra “papá” a mi padre.

[Pablo]: Necesitaba afirmarlo. Nick escuchó la voz de su papá, vieja, como salida de una película de los años cuarenta. Podría haberla distinguido en cualquier parte del mundo, aunque hubieran pasado unos 25 años. 

[Nick]: Me empezó de hablar como si hubiéramos hablado el día antes. Y la cosa que recuerdo más fue que no estaba tan sorprendido que yo le estaba llamando. Entonces yo súper, con mucha emoción súper… bueno, él también con emoción, pero no tan sorprendido con el hecho de que yo lo había encontrado después de tantos años. Me dijo: “Bueno, siempre yo sabía que me ibas a encontrar algún día.”

[Pablo]: ¿Y no te sentiste un poco ofendido que te dijera: “Yo sabía que tú me ibas a encontrar”? Porque eso quiere decir que el que tenía que buscarlo eras tú, no que él te buscara a ti…

[Nick]: Sí… Es una pregunta un poco complicada. Porque, bueno, yo muchas veces pensaba: “¿Por qué no me mete en una búsqueda en Google?” Pero yo… yo tan alegre simplemente de poder encontrarlo. No tenía espacio en ese momento, mi corazón, para estar ofendido.

[Pablo]: Pero lo que Nick sí tenía eran preguntas. Muchas.  

[Nick]: Como este señor siempre aparece y desaparece, yo no sabía si eso iba a ser la última vez que yo iba a hablar con él. Yo quería sacar lo más que yo podía de este señor antes de que se colgara el teléfono.

[Pablo]: Empezaron desde el comienzo de toda la historia. Nick tenía como referencia lo que había contado Kaye. Y así, empezó a preguntarle a su papá…  ¿Naciste en Oklahoma?

[Nick]: Sí. 

[Pablo]: ¿Creciste en Arizona? 

[Nick]: Sí, eso fue verdad también.

[Pablo]: ¿En una reserva de los Navajo? 

[Nick]: No verdad. 

[Pablo]: No era verdad… Luego pasaron a los nombres. Primero, el de pila. ¿Se llamaba Nicholas? Su papá le dijo que no. En realidad se llamaba Novert.  

[Nick]: Primera cosa que yo aprendí: nombre de mi papá. 

[Pablo]: Ahora tocaban los apellidos. ¿Wimberley era verdadero? Sí, lo era. Y… ¿Ortega? Novert comenzó a reírse. 

[Nick]: Y yo le dije: “¿Por qué, por qué estás riendo?” Y me decía “bueno, yo… sí, este era un nombre mío. Pero lo había puesto en una licencia de conducir en los 70 o los 80 porque me sonaba muy bien. Y yo pensaba que era muy cool.” 

[Pablo]: O sea… ¿Novert se había inventado el apellido Ortega para la licencia de conducir, sólo porque sonaba cool?

Hablé con él para corroborar esto y me lo confirmó: el nombre “Ortega” fue un invento para su licencia de conducir en el estado de California. Me dijo que no le pidieron ninguna prueba y que escogió ese nombre en específico porque sus vecinos de la infancia tenían ese apellido. 

Aquella noche, Nick siguió entrevistando a su padre. Se enteró de que tenía tres hermanas y dos hermanos y de que era el menor de todos. También tenía una docena de sobrinos. De repente, su familia se multiplicaba. 

Pero Nick también quería saber más sobre la historia que lo había impactado tanto. Así que siguió preguntando: ¿Su papá había matado a alguien? Sí. En defensa propia, tal y como les había dicho la primera vez. ¿Y cuánto tiempo estuvo en la cárcel? Solamente 30 días. ¿Por qué entonces, si fue tan poco, no fue a buscarlos después de salir?  

[Nick]: Me empezó a decir cosas como [que] mi mamá no quiso verlo que tenía otro novio y quería tener una familia sin él, pero yo sé que eso no pasó.

[Pablo]: Más que explicaciones sonaban a pretextos… Pero Nick no lo confrontó. 

[Nick]: Yo sé que después de abandonar a su propio hijo es algo difícil [de] explicar a su propio hijo. Me dio cuenta de que era un hombre anciano. Y el momento había quizás pasado para realmente enfrentarme con él sobre esas cosas.

[Pablo]: Nick había pasado años pensando que era cubano. Había aprendido español. Se había hecho corresponsal en América Latina, viajando por la región, arriesgando su vida…

[Nick]: Intentando de entender y consumir y hacerme parte de esa cultura.

[Pablo]: Todo en un esfuerzo por sentirse más cerca de su padre.  

[Nick]: Yo… Al mismo momento yo estaba ganando un papá, pero también perdiendo una narrativa que yo había construido. 

[Pablo]: ¿Qué era más valioso? ¿Recuperar a su papá o perder las historias con las que había crecido? ¿Las historias que le daban sentido a su identidad? 

Le pregunté a Nick, después de estas revelaciones sobre el nombre Ortega, si seguía sintiéndose cubano. Sin dudarlo, me dijo que sí. 

[Nick]: Y te digo el porqué: hay una diáspora muy grande de cubanos. Uno no tiene que ser nacido en Cuba para ser cubano. Entonces uno no tiene que hablar español para ser cubano tampoco. Entonces espero que todavía en esa diáspora, este concepto de qué es ser cubano, que todavía queda un espacio para una persona que pensaba que fuera cubano, pero no era de ver- de ver- de sangre, pero quizás de alma y de corazón. 

[Pablo]: Antes de colgar, Nick y Novert quedaron de verse en Los Ángeles, para el día de Acción de Gracias. 

Nick voló hasta allá desde Medellín. El lugar de encuentro fue el estacionamiento de un Jack in the Box, un restaurante de comida rápida. 

Cuando Novert llegó, padre e hijo se abrazaron y después fueron a casa de Chris. 

Durante la mayoría de su vida Nick había pasado los días de Acción de Gracias a solas con su mamá.  Pero ahora estaba rodeado de sus sobrinos, de su hermano Chris, de su hermana Dakota y de su papá. Era una sensación extraña, todos querían saber más sobre él, el nuevo miembro de la familia. Y Nick también quería desahogarse un poco. Pasó mucho rato hablando con Chris, el mayor de todos sus hermanos. 

[Nick]: Él podía ver que yo tenía cierta tristeza por no pasar, eh, mi niñez con mi papá. Y me decía: “Bueno este señor, tu papá, cuando era más joven y era mi papá, eso fue una vida muy dura.” 

[Pablo]: Le contó que por entonces Novert era muy violento, que peleaba mucho con su mamá y que cuando por fin los dejó para irse a vivir al mar, la verdad es que todos se sintieron bastante aliviados. Intenté contactar a Chris para corroborar esto pero no me respondió. 

[Nick]: Chris me dijo: “Bien, quizás no fue una mala experiencia para ti y tu mamá que tu papá no estaba en tu vida cuando eras niño y vulnerable y que tú puedes empezar tu relación con él ya que tú eres adulto y él es anciano.”

[Pablo]: En ese momento Nick pensó en Kaye. Durante años había resentido que no le hubiera podido dar más información sobre su padre. Pero ahora sus historias y sus explicaciones, por más incompletas que fueran, cobraban un nuevo sentido, muy similar al de las palabras de Chris. 

[Nick]: La cosa que yo pensé fue que mi mamá me había intentado de decir las mismas palabras varias veces. Ella sabía que el señor era alcohólico y tenía sus demonios. 

[Pablo]: Pero Kaye no le decía esto a Nick. Ella le decía que su papá viajaba por el mundo en su barco. Y así, con estas historias Kaye no sembró resentimiento. Fue un regalo que ayudó a preservar en Nick el recuerdo del pirata mágico y que ahora le daba la oportunidad para construir su relación con él. 

[Nick]: Me doy cuenta que nunca va a ser posible recuperar esos años que perdimos. Pero sí es posible aprovechar de los años que nos quedan. Entonces eso es lo que estamos intentando de, de hacer. 

[Pablo]: Pero no ha sido fácil. Por un lado porque queda poco tiempo. Hoy Novert tiene más de ochenta años. La distancia tampoco ayuda: él vive en Los Ángeles y Nick en Madrid, entonces hablan cada dos o tres semanas.

[Nick]: A veces me llama. Y yo veo su su número en el teléfono y yo  recuerdo las veces que yo quería recibir una llamada de él y nunca llegaba esa llamada y no puedo contestar.

[Pablo]: Nick tiene que esperar un par de días antes de devolver la llamada. Dice que cada vez le pasa menos, que todavía está acostumbrándose a tener a su papá de vuelta en su vida.

Pablo Argüelles es productor de Radio Ambulante y vive en Madrid. Esta historia fue editada por Camila Segura. Bruno Scelza hizo el fact checking. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri con música de Ana Tuirán.

El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Lisette Arévalo, Lucía Auerbach, Adriana Bernal, Aneris Casassus, Diego Corzo, Emilia Erbetta, Rémy Lozano, Selene Mazón, Juan David Naranjo, Melisa Rabanales, Natalia Ramírez, Barbara Sawhill, David Trujillo, Elsa Liliana Ulloa, Luis Fernando Vargas y Desireé Yépez.

Carolina Guerrero es la CEO. 

Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.

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Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

 

Créditos

PRODUCCIÓN
Pablo Argüelles


EDICIÓN
Camila Segura


VERIFICACIÓN DE DATOS 
Bruno Scelza


DISEÑO DE SONIDO 
Andrés Azpiri 


MÚSICA
Ana Tuirán


ILUSTRACIÓN
Julia Tovar


PAÍS
Cuba y Estados Unidos


TEMPORADA 14
Episodio 03


PUBLICADO EL
10/08/2024

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