‘P’ de paz: La batalla por el pisco y la identidad gastronómica
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Hace unos meses hice una pregunta por Facebook sobre un tema sumamente controversial. Le pregunté a mis amigos si el pisco es originalmente peruano o chileno. Por siglos, los dos países sudamericanos se han peleado sobre los orígenes de este vino destilado, el cual últimamente ha ganado popularidad en Europa y Norteamérica.
Apenas escribí la pregunta, me preparé para un debate intenso. Anticipaba recibir muchos más comentarios de amigos indignados sobre mi pregunta que gente haciendo click en ‘me gusta’.
Mi paranoia no surgía de la nada. Entre el 2005 y el 2006 estudié en Santiago de Chile, donde consumí innumerables pisco sours y fui simultáneamente adoctrinada sobre el origen de esta ‘bebida nacional’.
Mis amigos me invitaron a viajar al pueblo de Pisco Elqui — la supuesta cuna del pisco — donde visité una destilería y creí cada dato que me proveyeron sobre la bebida.
Después de vivir en Santiago por unos meses, visité Cuzco, donde de inmediato fui alentada a borrar de mi memoria cada pizca de historia que había absorbido mi hígado.
“El Pisco es peruano”, anunciaba cada mesero o mesera al servirme un pisco sour perfectamente espumoso. “Chile tan solo se atribuye el mérito”, comentaba el mesero. De hecho –muchos cusqueños aseveraban– Perú también tiene una ciudad que se llama Pisco, y es mucho más vieja que el pueblo chileno con el mismo nombre.
Por eso es que cuando les pedí a mis amigos por Facebook que comentaran sobre el origen del pisco, anticipé un campo de batalla virtual.
Las primeras líneas de la respuesta de mi amiga Sonia corroboraron mi teoría. Hija de un chileno y una peruana, su aporte empezó muy dramáticamente: “¡Ay, Caro…PERUANO! Mis padres se divorciaron precisamente por esta controversia”.
Pero después de elaborar un poco más, era obvio que Sonia sabía la importancia que la bebida tiene en los dos países. Remarcó que en Perú el pisco es consumido en diferentes ocasiones, dependiendo del ambiente socio-cultural. Pero también reconoce que la bebida es muy bien comercializada por los chilenos.
Mi amigo Andrés, un chef que vivió en Chile por muchos años, escribió: “El pisco tuvo sus inicios en el Perú, por lo que por definición sería peruano. Sin embargo forma parte del día a día del chileno mucho más que en el del peruano, por lo que diría que es tan chileno como una pasta con una salsa a base de tomate es italiana. El tomate es del continente americano pero sin duda los italianos lo han convertido en suyo también”.
Después aparecieron respuestas como la de mi amigo Alejandro, la cual simplemente dice: “Me da igual, mientras se pueda tomar, todo bien”.
En noviembre del 2013 la comunidad internacional se solidarizó con Perú. La Comisión Europea oficialmente declaró la ciudad peruana, Pisco, el lugar de origen de la bebida, lo cual protege al país dentro del mercado europeo. Sin embargo, este reconocimiento no impide que Chile continúe llamando a la bebida por su nombre, ‘pisco’. Tampoco ha frenado la producción del pisco chileno, el cual se aproxima a 50 millones de litros anualmente.
Entonces, ¿por qué continúa esta batalla? ¿por qué Chile sigue queriendo adueñarse del pisco cuando, al fin y al cabo, lo pueden seguir vendiendo en el mercado global y pueden continuar llamando a la bebida por su nombre? Porque la gastronomía y el orgullo nacional están inextricablemente conectados. Porque a través de la comida es que se transmite la tradición, la experiencia y la sabiduría. Porque tu plato o bebida nacional es una de las primeras cosas que mencionas cuando le cuentas a alguien sobre tu país. Y porque cuando somos lo suficientemente atrevidos para desafiar la narrativa nacional sobre la gastronomía, arriesgamos ser reprendidos por nuestros compatriotas. Mi amigo chileno, Nicolás, lo describe muy bien en su aporte en Facebook:
“Aunque esto suene poco chileno, la calidad del [pisco] peruano es mucho mejor. Pero no lo he dicho en voz alta”.
Si quieres escuchar nuestro episodio sobre la Gastronomía Peruana haz click aquí.