
24 pollos por minuto | Transcripción
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[Daniel Alarcón]: Este episodio tiene escenas fuertes. Se recomienda discreción.
Esto es Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón.
[Daniel]: Muchos de nosotros –y me incluyo– no sabemos –o preferimos no saber– de dónde viene la comida que comemos. Quién la hace y cómo.
[Rosario]: Porque humanamente es bien difícil, muy difícil trabajar ahí.
[Daniel]: Ella es Rosario, pidió que la llamáramos así en esta historia. Es mexicana y en 1995 llegó a Estados Unidos, más específicamente a Springdale, una pequeña ciudad en el noroeste de Arkansas. Es una zona donde hay muchas plantas de procesamiento de pollo, de varias compañías, pero nos vamos a enfocar en una de ellas. En el 2009 Rosario empezó a trabajar en una de sus plantas.
Durante 8 horas se paraba frente a una banda transportadora, ella le dice línea y por allí pasaban los pollos muertos. Con una mano, empuñaba un cuchillo muy filoso y con la otra, cubierta por un guante de metal, tomaba los pollos y les cortaba las alas.
[Rosario]: Tienes que ser lo más rápido que puedas porque la línea va demasiado rápida. Si te gana la línea y se van las alas, tienes problemas con los líderes, con los supervisores. So que la gente tiene miedo, so tiene que estar en constante movimiento todo el día.
[Daniel]: Rosario podía deshuesar unos 4 pollos por minuto. 240 por hora. 1920 por turno. Actualmente, en la planta se sacrifican casi 200 mil pollos al día. Más de un millón a la semana. Deshuesar es un trabajo peligroso. Por lo repetitivo, por la velocidad de la línea, por los cuchillos, por los químicos que se usan para desinfectar los pollos y limpiar la planta. Y por las máquinas: serruchos para cortar los pollos, aspas para revolver la carne… Y por el piso: resbaloso por el agua y la grasa. Y bueno, también por la temperatura: unos 10 grados centígrados para evitar que los pollos se pudran.
[Rosario]: Prácticamente tu mente se vuelve como un ritmo constante ya.
[Daniel]: Como una máquina que no para nunca.
[Rosario]: Así está nuestro pensamiento, nuestro sistema, nuestro organismo, nuestras manos, nuestro todo.
[Daniel]: Era una sensación que la acompañaba cada día de vuelta a casa.
[Rosario]: Estaba dormida y sentía que estaba mi cabeza, mi pensamiento en el ritmo de estar con la producción constante trabajando. Tu mente no descansa. Vuelve a estar como una máquina. Es muy difícil aguantar.
[Daniel]: Pero aguantaba. Porque el trabajo también tenía sus beneficios: seguro médico, vacaciones pagadas, plan de jubilación. Entonces sí, quizás había monotonía, peligro, cansancio y dolor. Pero esos riesgos no pesaban tanto como sus sueños.
[Rosario]: Pues mi sueño era salir adelante, poner un negocio… Y más que nada, ayudar a mis padres en México por la necesidad tan grande que se vivía.
[Daniel]: Trabajar, trabajar, trabajar. Esa era la fórmula del éxito.
Hasta una mañana de junio de 2011.
Ese día, poco antes de las 9, uno de los supervisores de la planta echó cloro en un contenedor grande. Algo rutinario: el cloro se usa para limpiar. Pero el supervisor no sabía que el contenedor tenía restos de un ácido para desinfectar los pollos.
La mezcla provocó una reacción química poderosísima… Quizás han escuchado sobre el gas de cloro, que se usó por primera vez como arma química en la Primera Guerra Mundial. Te cierra la garganta, te quema los pulmones, te asfixia. Bueno… pues cuando el supervisor mezcló esas dos sustancias, una enorme nube de gas de cloro comenzó a salir del contenedor y esparcirse por toda la planta, donde unas 600 personas comenzaban la jornada.
Rosario estaba en un gran galpón enfocada en su línea, cuando de pronto sintió algo en su cuerpo.
[Rosario]: No sabía cómo, si era en el pecho o la garganta. Era como algo que tenía dentro.
[Daniel]: Luego alguien gritó que se estaba derramando un químico. Y ella corrió.
La salida más cercana era una puerta pequeña donde muchísimos obreros se empezaron a amontonar. Pero no sabían que el gas venía justamente desde el pasillo que estaba del otro lado de la puerta.
[Rosario]: Prácticamente nos echaron al matadero sentí yo. Nadie nos avisó por los parlantes, nadie nos avisó que no hubiésemos pasado por ese lugar tan peligroso que estaba lleno de químico.
[Daniel]: Los trabajadores intentaban escapar mientras el gas los envolvía.
[Rosario]: No sé ni cómo descifrarlo. Si era nube blanca, si era granizo, si era lluvia o si era humo. Primero me tapaba con el suéter. Después ya no podía taparme porque sentía que me estaba ahogando más. Y después yo abría la boca pa’que entrara el aire, pero no entraba aire, entraba más químico.
[Daniel]: Rosario cruzó al pasillo. Vio a una mujer tropezarse, la gente pasando sobre ella, y a un hombre intentando levantarla.
[Rosario]: Prácticamente vi la muerte cerca porque yo me sentí muy sola porque no había nadie que te ayudara.
[Daniel]: Salió al aire libre, todavía luchando por respirar.
A partir de ese momento, Rosario comenzaría a darse cuenta de que trabajar y trabajar, sin importar cómo, no era suficiente para alcanzar la vida que soñaba
Después de la pausa contamos la historia.
[Daniel]: Estamos de vuelta. Este episodio fue producido por los periodistas Alice Driver y Pablo Argüelles. Pablo nos sigue contando.
[Pablo Argüelles]: El día del accidente con gas de cloro, Springdale solamente tenía cuatro ambulancias disponibles, así que varios autobuses de transporte público tuvieron que llevar a 173 trabajadores a los hospitales de la región. A Rosario la llevaron a uno que quedaba a 20 minutos.
[Rosario]: Uy, duró una eternidad como para mí. No sé si fueron meses o años o no sé, pero fue algo bien, bien difícil.
[Pablo]: Durante el trayecto una mujer le dijo que pensara en la gente por la que valía la pena vivir. Rosario se acordó de sus hijas y eso le dio ánimos, pero cuando llegó al hospital, estaba casi desmayándose.
[Rosario]: Ya no había oxígeno. Me recuerdo que me dijeron que me iban a poner un tubo por la garganta y ya de ahí no supe más qué pasó…
(Soundbite archivo)
[Host 40: 29 New]: Now let’s turn to one of the hospitals that saw more than 30 Tyson workers today…
[Pablo]: A lo largo del día, los medios locales empezaron a cubrir la noticia.
[Reportera]: Early Monday morning, the head of this hospital issued a code green. A code green means there has been a community disaster and the hospital needs all hands on deck…
[Pablo]: Los hospitales estaban en código verde: había ocurrido un desastre y necesitaban a todo su personal.
Rosario estuvo unos días en terapia intensiva. Luego Tyson le avisó que tenía que volver a trabajar. Y no pudo negarse.
[Rosario]: Porque tenía mucha necesidad por sacar adelante a mi familia. Y sentí que enferma en otro lugar menos me iban a querer, me iban a aguantar.
[Pablo]: Pasaron los meses, trabajó, pero no dejaba de sentirse débil, le faltaba el aire. Y cuando pedía consulta con las enfermeras de la planta, ellas minimizaban lo que le pasaba.
[Rosario]: Se reían de uno y dicen que uno está bien y que no, no puede uno enfermarse ahí. Que estamos prácticamente mal de la cabeza.
[Pablo]: Un día, un supervisor le dijo:
[Rosario]: Tú no estás enferma. No quieres hacer el trabajo. O sea, él no sabía, cómo dice un dicho, que solamente la cuchara sabe lo que tiene la olla. Y entonces él no sabía cómo se sentían, lo que nosotros sentíamos. Eso, todavía no lo puedo olvidar.
[Pablo]: Además del trauma del accidente, Rosario empezó a desarrollar asma. Se ausentaba del trabajo para ir al doctor. Y así cayó en un círculo vicioso de gastos médicos crecientes y horas laborales perdidas, no pagadas. Cada vez más desesperada, empezó a buscar ayuda. Y fue así como llegó a ella:
[Magaly Licolli]: Sí hay muchas cosas que realmente tenemos que cambiar en la mentalidad de los inmigrantes, porque sí entendemos que sí vienen a trabajar, vienen una vida mejor, pero en ese trabajar y en esa vida mejor sí se requiere saber derechos para estar más preparados, ¿no?
[Pablo]: Magaly Licolli que, en ese entonces, era directora de un centro de trabajadores de la comunidad y estaba muy consciente de que la historia de Rosario no era única. Durante varios años, Magaly trabajó en una clínica comunitaria de la zona. Era una labor burocrática, ayudando a los trabajadores de las compañías polleras a navegar el sistema de salud estadounidense.
[Magaly]: Y ahí pues empezaban a hablar ¿no? De que “pues no, ya no trabajo, no puedo trabajar. Me pasó este accidente…”
[Pablo]: Rápidamente entendió que la situación era grave. Las personas le contaban todo tipo de cosas…
[Magaly]: Muchas dicen que no pueden a veces agarrar ni las llaves, ¿no? O se les caen las cosas, no tienen suficiente fuerza. Problemas de la espalda severos. Personas que se cortaron o se amputaron más bien los dedos, ¿no? Trabajadoras, este, que me decían “es que Magaly tengo hoyos en mis pulmones” y yo, así “cómo que tienes hoyos en tus pulmones y no tienes seguro médico y no tienes tratamiento y nada…” ¡O sea!
[Pablo]: Y aunque “hoyos en los pulmones” es una exageración, accidentes como el del gas y estar expuestos constantemente a químicos como el cloro sí podían causar daños en el sistema respiratorio.
[Magaly]: O sea, yo no podía creer que al procesar alimentos, los trabajadores estuvieran expuestos a quedarse así. Son tantos casos que empiezas a entender que es un problema sistémico. Es un problema de cómo las industrias tratan a estos trabajadores.
[Pablo]: Pero el impacto a la salud era sólo una de las barreras que encontraban cada día. El idioma era otra.
[Magaly]: Firman contratos que no entienden. No entienden las pólizas de la compañía. Eso es muy, muy común. Y lo peor de todo es que cuando los corren o terminan de trabajar porque ya no pueden por esas heridas, no hay compensación al trabajador, ¿no? Se quedan básicamente desamparados sin seguro médico, sin trabajo.
[Pablo]: Era un efecto acumulativo. Mientras más hablaba con las personas que pasaban por la clínica, Magaly se indignaba más y más. Llenar formularios en un escritorio se quedaba corto.
[Magaly]: Sentía que ese trabajo que hacía no era algo que me llenara el corazón.
[Pablo]: Tenía que ayudar a los trabajadores de otra forma. Así que le dio un giro a su vida: se unió a un sindicato.
[Magaly]: Entonces empecé a viajar… a Chicago, a Kansas… Y la verdad es que me encantaba porque era esta idea de crear el poder en la gente, ¿no? De que todos unidos creando esta fuerza, o sea, despertar y luchar y decir ya, ¿no?
[Pablo]: Luego, en el 2016, se convirtió en directora del Centro de Trabajadores que ya mencionamos. Ahí fue donde llegó Rosario. Un familiar le habló sobre ese lugar.
[Rosario]: Me mandó ahí porque yo no sabía que había ayuda para el trabajador.
[Pablo]: Es que el Centro ayudaba a los obreros a obtener compensaciones de las compañías. Rosario consiguió que Tyson la ayudara con algunos medicamentos pero definitivamente no fue suficiente. Aún así, el Centro le gustó. Allí podía encontrar información sobre cómo mejorar sus condiciones de trabajo.
[Rosario]: Y por eso fue de que seguí yendo constantemente para aprender mis derechos.
[Pablo]: Y es que, según Rosario, en las plantas no se comparte esa información. Más bien, nos dijo que los supervisores responsabilizan a los obreros de todo.
[Rosario]: Si se caen, ellos tienen la culpa. Si se cortan, ellos tienen la culpa. Si no hay guantes, no hay supplies apropiados, ellos tienen la culpa. Prácticamente los están terapeando psicológicamente.
[Pablo]: Pero demostrar que esto no tenía por qué ser así era un trabajo que el Centro hacía a contracorriente. Primero porque las polleras tenían una influencia enorme en Arkansas. Allí donaban a universidades, hospitales, bancos de comida, centros deportivos… Sin contar su cabildeo en el mundo de la política. Entonces, enfrentárseles no era bien visto.
[Magaly]: Es como si todo el tiempo la gente te estuviera diciendo eso no se hace, eso está mal, ¿no? Tenemos que estar orgullosos de que estas compañías sean tan poderosas a nivel nacional y que estén proveyendo trabajo para la gente. Muchas veces los inmigrantes también me comentaban: “Es que tú no muerdes la mano que te da de comer.”
[Rosario]: Todos tienen miedo de eso. De perder su trabajo, de las represalias que agarran con cada trabajador.
[Pablo]: Pero había otro problema. Los trabajadores no confiaban mucho en Magaly porque ella no era una de ellos. Y el Centro de Trabajadores sólo funcionaba si todos se involucraban. Necesitaban inspiración, salir de las plantas y de Arkansas, ir a lugares donde otros trabajadores ya se habían movilizado.
[Magaly]: Entonces, pues, fuimos a Immokalee… Y fue el viaje que cambió todo el destino de nuestra lucha.
[Pablo]: Y en ese viaje Rosario también estuvo.
[Rosario]: Para mí, fue algo bien bonito esa experiencia por aprender. Y me encontré que, pues como me platicaron, así era…
[Daniel]: Después de la pausa, Magaly y Rosario viajan a Immokalee, un pequeño pueblo en Florida.
Ya volvemos.
[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Pablo nos sigue contando.
[Pablo]: Entonces, en el 2018 Magaly, Rosario y otros miembros del Centro de Trabajadores viajaron a Florida para conocer a la Coalición de Trabajadores de Immokalee. Eran un grupo de campesinos, en su mayoría latinos, y hasta hacía unos años habían trabajado bajo condiciones de esclavitud moderna: los dueños de las tierras les robaban el salario, los amenazaban de muerte, les prohibían tomar agua durante el trabajo… Al principio los campesinos buscaron negociar con esos dueños pero no los escuchaban. Entonces tuvieron una idea.
[Magaly]: Empezaron a analizar de que, bueno, el tomate que pizcamos aquí en Immokalee, ¿a dónde termina? Y empezaron a entender que ese tomate termina en manos de corporaciones como Taco Bell.
[Pablo]: Pensaban que Taco Bell se escandalizaría al conocer las condiciones de trabajo en el campo.
[Magaly]: Y obviamente a Taco Bell pues no le importó eso, ¿verdad? Es como que “¿pues a mí qué?” Bueno, a ti no pero a tus consumidores sí.
[Pablo]: La Coalición decidió promover un boicot de la compañía. Viajaron por Estados Unidos informando sobre lo que estaba pasando. Consiguieron el apoyo de más de 30 iglesias cristianas, unas 45 millones de personas. Y también involucraron a estudiantes de universidades muy importantes como UCLA o Notre Dame.
[Magaly]: Es ahí cuando involucras a los consumidores para poner presión a estas corporativas para que adopten códigos.
[Pablo]: En 2005 la Coalición logró que Taco Bell firmara un contrato con el que se comprometía a pagar un centavo más por cada libra de tomates cosechados. Suena poco, pero con eso se duplicaba el sueldo de los campesinos. En los años siguientes otras compañías como McDonald’s, Whole Foods y Wal-Mart se sumaron al acuerdo que hoy garantiza a los campesinos reclamar sobre las condiciones del trabajo sin miedo a represalias, tener copias de sus contratos en su idioma, poder descansar cada dos horas o resguardarse bajo la sombra…
[Pablo]: Este es el Programa de Comida Justa. Ha sido reconocido por la ONU y adaptado por otras industrias en el Reino Unido, Chile y Sudáfrica. Su lógica es sencilla: al garantizar la dignidad de los obreros, las empresas también ganan porque así no pierden consumidores.
[Magaly]: Entonces son derechos que son reforzados por el mercado. Que lo hace muchísimo más poderoso porque, existan o no leyes en el estado o las cambien o las quiten, eso no va a perjudicar este tipo de contratos. Cuando aprendimos eso, los trabajadores dijimos “¿pues, qué estamos haciendo? Vamos a hacerlo también.”
[Pablo]: Iban a involucrar a los consumidores y presionar a las polleras para que mejoraran las condiciones de trabajo.
Pero, de vuelta en Arkansas, la idea no fue bien recibida por la mesa directiva del Centro de Trabajadores. Pensaron que tanto activismo los podía meter en problemas legales con las compañías. Para Magaly era la misma señal que había recibido antes: nadie se atrevía a alzar la voz frente a las polleras. Tenían que construir algo nuevo con lo que aprendieron en Immokalee.
[Rosario]: Yo deseaba que hubiera una organización para poder seguir nosotros luchando por nuestros derechos. Y unidas pues es más fuerte la voz.
[Pablo]: Entonces Rosario, Magaly y otras 14 trabajadoras fundaron en octubre de 2019 una organización llamada Venceremos. Y sin saberlo se convirtieron en un espacio vital para lo que vendría: la pandemia. Porque mientras gran parte del mundo se detenía, los empresarios y los políticos le pidieron a los obreros de la industria alimentaria que no se ausentaran de las plantas.
[Mike Pence]: Just understand that you are vital.
[Pablo]: Este es el entonces vicepresidente Mike Pence en abril del 2020.
[M. Pence]: You are giving a great service to the people of the United States of America. And we need you to continue as a part of what we call our critical infrastructure to show up. Uh, and do your job.
[Pablo]: Entiendan que son vitales, les dijo. Le están dando un gran servicio a Estados Unidos. Necesitamos que sigan trabajando. Pero para Rosario volver a la planta era imposible.
[Rosario]: Porque era mucho daño para mí, para mis pulmones que cada día, pues me sentía más deteriorada.
[Pablo]: El asma que desarrolló a partir del accidente del gas de cloro y que la tenía tan debilitada, la hacía muy vulnerable a infectarse. Así que un doctor le dio la baja médica y dejó de trabajar para Tyson en marzo del 2020.
[Rosario]: Pues gracias a eso, todavía estoy contando la historia porque si hubiese quedado ahí en la pandemia, tal vez ya no lo hubiese contado como otros compañeros.
[Pablo]: Porque miles de obreros no tuvieron otra opción sino seguir.
[José]: En nuestra propia cara nos dijeron que cualquier persona que quisiera dejar de trabajar y quedarse en su casa estaba bien, pero que ellos no iban a pagarle ni un centavo a esas personas. Entonces, ¿qué iba a hacer la gente?
[Pablo]: A él lo llamaremos José, no es su nombre real, es mexicano. En el 2010 comenzó a trabajar en la misma planta que Rosario. Luego se pasó a otra en la ciudad de Rogers, muy cerca de Springdale. Y con la pandemia, él empezó a ver allí unos carteles que decían algo como: “Ustedes, los trabajadores, son esenciales.” Eran mensajes que se complementaban con los de sus supervisores.
[José]: Que no había suficiente carne para alimentar a las personas y que por eso ellos estaban produciendo lo más que se pudiera, para alimentar al país.
[Pablo]: Y aunque tiempo después una investigación del Congreso demostró que nunca hubo escasez de carne en Estados Unidos, esa excusa gobernó en las plantas durante los primeros meses de la pandemia. Y así, incluso cuando José empezó a notar que se ausentaban trabajadores… la velocidad de la línea continuó.
[José]: Y había quejas de la gente de que por qué nos estaban haciendo hasta trabajar más de lo que trabajábamos antes. Porque incluso nos hacían trabajar sábados y a veces hasta domingos.
[Pablo]: De aquellos meses José recuerda el miedo generalizado.
[José]: Nadie platicaba como antes. Todos tenían miedo de arrimársele a la otra persona. Incluso si escuchaban a alguien estornudar o toser ya nadie se arrimaba a él por miedo a que estuviera infectado.
[Pablo]: Y es que, según José, en su planta los supervisores minimizaban los riesgos del virus.
[José]: Todo el tiempo nos decían que el virus estaba afuera, que el virus no estaba allí adentro.
[Pablo]: Sentía que sus jefes no estaban siendo honestos. Era en realidad un sentimiento que tenía desde hace mucho tiempo. Desde que escuchó sobre el accidente con gas de cloro. Según José, Tyson les aseguró que un accidente así no volvería a pasar y que habían despedido al supervisor responsable. Pero para José, esas eran palabras vacías.
[José]: Nunca jamás volví a tener confianza en lo que la compañía me dijo cuando me contrató. Ellos usan una frase que dice que la seguridad de sus empleados es lo primero. Y ahí me di cuenta que es mentira porque no cuidaron a los trabajadores como ellos decían.
[Pablo]: La frustración de las condiciones de trabajo de la pandemia lo convenció de sumar sus fuerzas con otros obreros. Se unió al grupo que ya mencionamos y que por entonces estaba haciendo cada vez más ruido a su favor: Venceremos. Es que desde el inicio, Magaly empezó a recibir mensajes de trabajadores de varias plantas polleras. Todos eran una variación de los mismos reclamos: nuestros jefes no nos están informando sobre el virus, estamos trabajando codo a codo, tenemos miedo.
[Magaly]: No se sabía mucho del Covid. Se sabía que estaban muriendo muchos por lo de los pulmones. Ya muchos tenían problemas respiratorios. Entonces sí fue un momento como histórico en el sentido de que la gente tenía esa urgencia, ¿no? O sea mi vida o qué ¿no?
[Pablo]: Y esa urgencia impulsó a Venceremos.
A mediados de marzo de 2020 los trabajadores empezaron a firmar peticiones en las que exigían a empresas polleras como George’s, Simmons y Tyson aumentos de sueldo y paga durante periodos de enfermedad.
[José]: Incluso yo estuve juntando firmas en el trabajo, a escondidas de que no me vieran.
[Pablo]: En abril, Magaly fue a una planta de Tyson en Springdale para entregar a los gerentes una de esas peticiones, firmada por unos 170 obreros. Lo hizo en un Facebook Live. Ese día llovía y ella llevaba un paraguas y dos mascarillas.
[Magaly] (FB LIVE): Estamos aquí en el nombre de todos los trabajadores que no pudieron estar aquí, que están allí adentro…
[Pablo]: La noticia salió en los medios.
(Sounbite de archivo)
[FoxNews]: In Springdale more than 170 employees demand change at Tyson food plants during the COVID 19 pandemic…
[Magaly]: Y de ahí nos agarramos, ¿no? Dijimos ahora tenemos toda la atención de todos los medios nacionales y no paramos.
[Protestante]: ¡Tyson, el pueblo tiene algunas preguntas! ¿ Vas a proteger tu imagen y tu dinero, o vas a proteger a tus trabajadores?
[Pablo]: Esta es una grabación de una protesta que hicieron el 29 de mayo de 2020 frente a una planta de Tyson en Springdale. Iban unas 20 personas. Hacían este tipo de demostraciones una o dos veces al mes, afuera de las plantas polleras en la región. Iban trabajadores, estudiantes, líderes religiosos.
[Protestante]: ¡Y no vamos a ser silenciados! ¡Estamos aquí para luchar para justicia! ¡Wooooo!
[Pablo]: Y bueno, la presión… más o menos funcionó.
Tyson comenzó a dar más equipo de protección a sus empleados y a instalar separadores entre trabajadores a lo largo de las líneas, aunque, según reportes, no en todas.
Pero incluso así, las probabilidades de infectarse dentro de una planta cárnica eran mucho más altas que en otras industrias por el mero hecho de que no se podía o no se quería hacer distanciamiento social en las líneas de producción. Por ejemplo, entre abril de 2020 y 2021, Tyson fue la compañía de Arkansas con más casos de Covid-19, unos 2.800, aun cuando no era la empresa con más empleados en el estado.
De acuerdo a Tyson, entre el inicio de la pandemia y febrero de 2021, 151 obreros de sus plantas murieron alrededor de Estados Unidos a causa del virus. Según las cifras de la compañía, en la planta de José murió un obrero. Y en la planta en la que había trabajado Rosario fallecieron cuatro.
En diciembre de 2020, Venceremos organizó una vigilia en honor a los trabajadores muertos.
[Magaly]: Se les extraña, en el trabajo, en sus familias. No es normal que hayan muerto de la forma que murieron…
[Pablo]: Esa noche, Magaly, los obreros y familiares presentes leyeron algunos de los nombres de los muertos.
[Magaly]: ¡Martín Barroso!
[Gente]: ¡Presente!
[Magaly]: ¡Raúl Camacho!
[Gente]: ¡Presente!
[Daniel]: La pandemia estaba exponiendo más que nunca la fragilidad de las condiciones laborales en las compañías polleras. Y los obreros necesitaban algo más, algo grande que dijera que allí estaban. Después de la pausa les contamos.
[Daniel]: Estamos de vuelta. Aquí Pablo.
[Pablo]: Desde finales de 2020 Magaly y una docena de miembros de la organización estaban considerando una demanda colectiva a Tyson. Magaly contactó a una firma de abogados especializada en demandar a grandes empresas. Luego ella y un investigador empezaron a buscar a las familias de extrabajadores que hubieran muerto en Arkansas, gente que estuviera dispuesta a poner su nombre en la demanda.
[Magaly]: Íbamos de pueblo en pueblo a tocar básicamente la casa y decir, “mire, pues estamos haciendo esto”…
[Pablo]: Pasaron unos dos años armando el caso. Recopilaron testimonios sobre todo lo que le sucedió a los trabajadores y sus familias, personas que llevaban sufriendo daños desde hacía mucho tiempo. Y en marzo de 2023, presentaron la demanda. Treinta y cuatro trabajadores, extrabajadores y familiares acusaban a Tyson de daños emocionales extremos. Tanto Rosario como José incluyeron sus nombres.
[José]: Y pues sí, la gente estaba bien emocionada porque las pruebas que tenían, pues eran muchísimas y eran pruebas bien valiosas.
[Pablo]: Pero unos meses después un juez de Arkansas desechó la demanda. Los razonamientos fueron cortos, escritos en un lenguaje seco y jurídico: primero, decía que a la corte no le correspondían casos de daños laborales; además, seguía el argumento de una orden ejecutiva que el gobernador de Arkansas firmó en junio de 2020, durante la pandemia, y que protegía a las empresas de demandas por daños causados por Covid-19. Los abogados apelaron la decisión, pero sin éxito.
[José]: Entonces, cuando nos enteramos de la decisión, pues sí, fue algo que te decepciona por completo y que si con todas esas pruebas que dimos no se pudo hacer nada entonces, ¿de qué manera se puede hacer algo?
[Magaly]: Yo me molesté mucho porque obviamente no nada más era la esperanza de los trabajadores sino era la confianza de los trabajadores que habían construido, ¿no?, con Venceremos. Porque es que la confianza puede tomar mucho tiempo en construirse, pero puede ser de la noche a la mañana que se pierde.
[Pablo]: Rosario no quiso hablar sobre la demanda con nosotros. No sabemos si el resultado la decepcionó o si perdió la confianza en Venceremos. Lo único que nos dijo fue que, aunque alzar la voz contra empresas tan poderosas da mucho miedo, también vale la pena:
[Rosario]: Por la vida. Porque si nosotros alzamos la voz, si nos unimos entre varios, nos pueden escuchar. Pero si somos solos, no nos escuchan.
[Pablo]: Pero la paradoja es que, en la actualidad, Rosario ya no está muy involucrada con Venceremos. Y José no participa con frecuencia. Es por una falta de tiempo y energía y también de motivación. Porque ellos ya no trabajan en las polleras. Ya han dado su pelea, tan desgastante, con resultados, como hemos visto, tan desiguales. Quizás ahora esperan que otras personas los releven
[Magaly]: Este, bueno, antes que todo pues como muchos no se conocen, muchos se conocen, pero vamos a presentarnos, nuestro nombre, dónde trabajamos…
[Pablo]: En enero de 2025 me conecté por Zoom a una asamblea general de Venceremos. En una pequeña sala de Springdale estaban Magaly y unos diez obreros de distintas polleras. Al principio no se veían muy animados. Pero lentamente empezaron a hablar sobre sus preocupaciones en las plantas, desde la gripe aviar hasta la robotización. Y luego pasaron a la principal razón de la reunión.
[Magaly]: Quiero escuchar de ustedes qué es lo que está pasando. ¿Cómo se han sentido esta semana ahora que está de regreso Trump? ¿Cómo han visto la comunidad?
[Pablo]: Era la primera semana de Donald Trump en la presidencia y alrededor del país comenzaban las redadas masivas para deportar a migrantes. Sobre esto, una de las trabajadoras dijo:
[Mujer]: Pienso que todos vamos a ser afectados de alguna manera y por las situaciones que se están dando, por las personas que están deportando, por esas familias separadas.
[Pablo]: Y es que, aunque se entendía que los obreros presentes en la asamblea sí tenían papeles, eso no impedía que familiares y amigos estuvieran en riesgo.
Después un hombre mencionó cómo el ambiente de miedo podía desunirlos como obreros. Porque en las plantas hay trabajadores con residencia y ciudadanía, pero también con visas de trabajo temporal. Incluso sin papeles.
[Hombre]: Yo trabajo con uno que no tiene papeles y hacemos el mismo trabajo. Ustedes juzguen: ¿yo soy más que el que no tiene papeles o él es más que yo si hacemos el mismo trabajo y nos pagan lo mismo? Somos iguales. Y si nosotros nos separamos para ellos está mejor. ¿Por qué? Porque no podemos hacer una huelga, no podemos hacer nada separados.
[Pablo]: En un momento de la reunión, Magaly habló sobre los comités de vigilancia que estaba empezando a formar con los aliados de Venceremos. Líderes religiosos, vecinos, estudiantes: gente dispuesta a grabar con sus celulares y ayudar en caso de redadas o detenciones.
[Magaly]: Aunque las leyes estén en contra de los santuarios, nosotros sí podemos crear un santuario dentro de nuestra propia comunidad y apoyarnos, ¿no?
[Pablo]: Pero algunos trabajadores no se veían muy convencidos. Con tanto miedo, ¿quiénes se iban a atrever a defender a los migrantes? En el aire había pesimismo. Pero también indignación. ¿Qué había cambiado para que durante la pandemia los llamaran esenciales y ahora no?
[Magaly]: ¿ Qué pasó con eso?
[Hombre]: Ya no, te echan la migra.
[Pablo]: “Ya no, te echan la migra”, dijo uno. Luego una mujer intervino.
[Mujer]: Ya no te necesito, te tiro a la basura.
[Pablo]: Ya no te necesito, te tiro a la basura. Como si fueran desechables. La mujer continuó, alzando cada vez más la voz, como si las empresas y los consumidores y en realidad todo Estados Unidos estuvieran allí, escuchándola. No quería que le aplaudieran o la llamaran heroína.
[Mujer]: No digo que nos… “ay que qué buenos”… No, no…
[Pablo]: Lo que ella pedía era algo más sencillo.
[Mujer]: Somos seres humanos. Simplemente que reconozcan nuestro valor y como que ellos, aunque nos duela y aunque les duela, ellos comen de nuestras manos.
[Pablo]: Es algo para recordar la próxima vez que compremos en el mercado.
[Daniel]: En marzo de 2025 contactamos por correo electrónico a un representante de Tyson Foods. Queríamos consultar sobre las medidas de seguridad en las plantas y las condiciones de trabajo de los obreros. No recibimos respuesta, al cierre de esta historia.
Pablo Argüelles es periodista mexicano. Vive en Madrid. Alice Driver vive en Phoenix, Arizona y también es periodista. Esta historia fue editada por Camila Segura y Luis Fernando Vargas. Bruno Scelza hizo la verificación de datos. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri con música de Remy Lozano.
El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Adriana Bernal, Aneris Casassus, Diego Corzo, Emilia Erbetta, Camilo Jiménez Santofimio, Melisa Rabanales, Natalia Ramírez, David Trujillo y Elsa Liliana Ulloa.
Carolina Guerrero es la CEO.
Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.
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Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.