Transcripción: Confesión
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Radio Ambulante cuenta con el apoyo de la Fundación Sara y Evan Williams y la fundación Panta Rhea.
Ángel González: Hay muchas lagunas, cosas que no recuerdo. Pero lo que recuerdo es que me sacaron del auto, me esposaron, me pusieron en la luz de la patrulla. De ahí me llevaron al police station.
Daniel Alarcón: Este es Ángel González, un hombre mexicano que fue acusado de violar a una mujer en Waukegan, Illinois, al norte de Chicago. El mismo día del crimen fue arrestado. Y ahí quedó, en la cárcel, por años.
Ángel González: Y yo creo que nunca te adaptas a vivir en ese lugar. Siempre tienes que estar alerta, cuidándote. Pero, como digo, en mi caso es aún más serio, entonces te ven como…eres lo peor de la sociedad de prisión, por decirlo así.
Daniel Alarcón: Bienvenidos a Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón. Nuestra productora Silvia Viñas habló con Ángel y nos cuenta su historia.
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Silvia Viñas: En el verano de 1994, Ángel tenía 20 años. Estaba saliendo con una chica, Karina.
Ángel González: Teníamos planes de casarnos. Yo ya había hablado con su familia para pedirle permiso, entonces no más estábamos esperando un tiempo para planear todo.
Silvia Viñas: La noche del 10 de julio habían ido a visitar a Myrna, la hermana de Karina. Vieron una película, charlaron…hasta que llegó la hora en que Ángel tenía que ir a dejar a Karina a su casa.
Ángel González: Y yo recuerdo que cuando salimos del apartamento había unas…police cars ahí afuera.
Silvia Viñas: Myrna se preocupó al ver las patrullas. Pero Ángel y Karina se tenían que ir, así que los dos salieron del estacionamiento en el auto de Ángel –un Cadillac del 79, oscuro, con ventanas polarizadas.
Ángel González: Cuando la dejé en su casa, yo iba para la casa mía y es cuando me paró la policía.
Silvia: El oficial, con pistola en mano, lo hizo salir del auto. Lo esposó y lo metió en el asiento de atrás de su patrulla. Ángel no entendía por qué lo estaban deteniendo.
La detención se basaba en la descripción de su auto: un sedán antiguo, oscuro, con ventanas polarizadas. Era la descripción que había dado una mujer que vivía en el mismo edificio de Myrna. La mujer había sido violada esa misma noche, unas horas antes.
Antes de contarles más sobre ese crimen, deben saber esto: Ángel no recuerda todos detalles de esa noche. Fue hace más de 20 años, y ha tratado de olvidarlo. Así que los detalles que les voy a contar vienen de un reporte oficial que armaron sus abogadas.
Ese 10 de julio de 1994, en algún momento entre las 9:15 y las 10 de la noche, dos hombres secuestraron a una mujer de 35 años.
La mujer había llegado a su casa unos cinco minutos antes del secuestro.
Entró a su departamento en el segundo piso, prendió la luz y empezó a escuchar los mensajes en su contestadora.
Sonó el citófono, y pensando que era un amigo, apretó el botón para abrir el portón del edificio. Nadie subió, así que decidió bajar, por si el citófono estaba dañado.
A través del vidrio del portón vio la silueta de dos hombres. Pensó que eran su novio y un amigo, así que abrió la puerta. Pero del otro lado se encontró con dos desconocidos. Los hombres la agarraron, la metieron en un auto y la llevaron al patio de unas casas donde los dos la violaron.
La mujer, desorientada y traumatizada, empezó a caminar tratando de buscar ayuda. Por fin llegó a una tienda, pasada ya la media noche. Lloraba desconsolada. Llegó la policía y después de tranquilizarla un poco, la víctima dio una primera versión del ataque.
Su descripción de los atacantes era muy general: dos hombres hispanos, de unos 25 años, estatura y peso promedio, con pelo oscuro. Y describió el auto en el que la habían secuestrado como un modelo sedán antiguo, oscuro, de cuatro puertas, con las ventanas polarizadas. Sí, como el de Ángel.
El novio de la víctima había llegado al departamento y ya había hablado con la policía; sabía de la descripción general del auto y de los asaltantes. Entonces cuando vio el auto de Ángel saliendo del estacionamiento, en seguida le dijo a la policía que le parecía que ese auto no era de ahí. Los policías trataron de perseguir a Ángel, pero no lo alcanzaron. Anotaron la placa del auto, y un rato después lo detuvieron.
Mientras Ángel esperaba en el asiento de atrás de una patrulla, otros policías traían a la víctima a la escena de la detención, para que identificara a Ángel y al auto. Cuando llegó la víctima…
Ángel: Recuerdo que me sacaron del auto y me pusieron en la luz de la patrulla.
Silvia: La policía lo paró en frente del auto donde estaba sentada la víctima. El foco delantero lo iluminaba. Tenía las manos esposadas detrás de su espalda. La víctima, desde el asiento de atrás, lo identificó como uno de los dos hombres que la había atacado.
La víctima, en su descripción inicial, no había incluído vello facial, ni ninguna marca distintiva en la cara de sus atacantes. Ángel en ese tiempo llevaba barba de candado y tenía una mancha de nacimiento debajo del ojo derecho. Además, la víctima había dicho que el asaltante era unos centímetros más alto que ella –pero Ángel era más bajo. En lo único en que Ángel coincidía con la descripción era en que es hispano y tiene el pelo oscuro.
Pero a la policía lo que le importaba en ese momento era que la víctima lo había identificado. Así que el policía metió a Ángel de vuelta en la patrulla y se lo llevó detenido.
En la estación de policía le quitaron la ropa y le pusieron un overol de papel. Estuvo detenido durante el resto de esa noche, y no logró dormir nada. Estaba asustado. Y su inglés era muy limitado.
Ángel había llegado a Estados Unidos unos 6 años antes, cuando tenía 14. Es el mayor de cuatro hermanos, y llegó a Estados Unidos para reunirse con su papá. Pero desde los 15 empezó a vivir solo.
Ángel: Por eso tal vez me sentía un poco más libre, porque pues podía sobrevivir, entonces me sentía, ok, puedo hacer lo que quiero. Me sentía como un adulto.
Silvia: En esos años antes de la detención, Ángel trabajó en restaurantes, en fábricas…Vivió un tiempo en California, donde trabajó en campos de uvas. Pero nunca fue a la escuela, y por eso, cuando lo arrestaron, tenía un inglés muy precario.
A la mañana siguiente de su detención, a eso de las 10, empezaron a interrogarlo. El caso se lo asignaron a dos detectives: Artis Yancey y Lou Marquez. Marquez hablaba español, pero el que empezó a interrogarlo fue Yancey — en inglés.
Lo interrogaron en un cuarto pequeño. Llevaba detenido 9 horas, y no había dormido por más de 24 horas.
Ángel no tenía antecedentes penales. Comenzó la interrogación afirmando que era inocente. Yancey le dijo que la víctima lo había identificado como uno de los atacantes, y empezó a describir el crimen. Esta es Vanessa Potkin, la abogada principal en el caso de Ángel:
Vanessa Potkin: Bueno, eso ya es un problema. Si eres un oficial, no puedes empezar a describirle el crimen a la persona que estás interrogando. Es decir, ¿los detalles que te da vienen de lo que tú le dijiste? ¿o de la persona misma?
Silvia: Vanessa trabaja para el Innocence Project, una organización sin fines de lucro que ayuda a personas que han sido condenadas injustamente. Me contó que no hay un video de la interrogación, por lo que no sabemos qué pasó exactamente en ese cuarto. Solo hay algunos reportes de ese día y de lo que se dijo durante el juicio. Los detectives admitieron algunas cosas. Por ejemplo, que Yancey le había dado a Angel detalles del crimen.
Ángel le contó a los detectives lo que había hecho esa noche, dando información específica sobre Karina y Myrna, pero los detectives no investigaron esas declaraciones.
Vanessa Potkin: Y el oficial incluso admitió que nada lo habría hecho cambiar de parecer. Ellos creían que él lo hizo y el propósito de la interrogación y las preguntas no era llegar a la verdad, sino sacarle una confesión.
Silvia: Según las declaraciones de Yancey, el momento decisivo fue cuando le dijeron a Ángel que tenían a dos testigos y evidencia que probaba que estaba mintiendo. Eso no era verdad.
Marquez tomó el puesto de Yancey y empezó a interrogar a Ángel en español — ya eran la 1, 1:30 de la tarde. Llevaba 12 horas detenido. Marquez le pidió a Ángel que escribiera una declaración.
Desesperado porque lo dejaran ir, y pensando que durante el juicio podría probar su inocencia, Ángel escribió algo muy breve, con pocos detalles. En su declaración decía que había recogido a un amigo, que habían ido a la casa de Myrna, y que cuando la víctima salió la agarraron, la llevaron a un parque y la violaron. Primero él y después su amigo. Dice que después dejó a su amigo y regresó a la casa de Myrna, donde estuvo hasta las 12:15 de la noche. Nada más. No da más detalles.
Pero Marquez también escribió una declaración, en inglés, y mucho más larga. Se supone que era una traducción de la confesión de Ángel, pero es diferente.
Ángel: Yo escribí como unas tres líneas y él lo hizo muy grande, diciendo en sus propias palabras porque en realidad yo no sabía nada.
Silvia: La declaración que escribió Marquez incluye hechos que no coinciden con el propio testimonio de la víctima. Por ejemplo, el reporte de Marquez dice que los hombres agarraron a la mujer y que ella trató de gritar, entonces le cubrieron la boca. Pero la víctima nunca declaró haber gritado, o que le hayan cubierto la boca mientras la arrastraban al auto. La víctima contó que la violaron en dos sitios diferentes. Pero en esta declaración que escribió Marquez solo se nombra un lugar: el parque que mencionó Ángel en su confesión–que por cierto, no es ninguno de los dos sitios donde ella dijo que fue el ataque.
A eso de las 4:30 o 5 de la tarde –7 horas después de que lo habían llevado al cuarto de interrogación– filmaron un video, donde Ángel firma la declaración que había preparado Marquez.
Ángel: Voy a poner lo que sea y déjame ir y voy a corte, es lo que yo pensaba: voy a corte, en frente del juez, y en frente de las víctimas –lo que había pasado no es.
Silvia: Antes del juicio se examinó la evidencia del caso, como la ropa de la mujer, en un laboratorio. Pero el único resultado de ADN que obtuvieron coincidía con el de la víctima. En ese tiempo se usaba un sistema que ya es obsoleto y que requería mucho material biológico para obtener resultados. De todas maneras, el estado de Illinois le pidió al laboratorio que retuviera las muestras de la evidencia.
Ángel entró en prisión preventiva en una cárcel local mientras esperaba su juicio. Por mientras, su mamá y sus tres hermanos seguían en México. María, su mamá, no sabía lo que había pasado.
Ella estaba esperando que Ángel le escribiera. Pero no llegaba nada. Un día María iba a mandarle una carta y se encontró con una vecina que le empezó a hablar de Ángel.
María González: Y ya me dice, “¿qué no sabes lo que le pasó?”. “¡Ay! ¿qué le pasó?” “Ay, no, si no sabía”, dice…ya no te digo nada. “¡Pues ahora me vas a decir! ¿qué pasó?”. Decía, “ay”, dice, “pues que lo tienen detenido”.“¿Y eso cuándo pasó?” Y yo sentí que me sumí. Y ya pues me fui llorando pa mi casa.
Silvia: Su esposo no le había contado sobre Ángel porque no quería sobrecargarla con preocupaciones. Una de sus hijas estaba recién operada de la garganta, llevaba días sin comer. Pero para María estaba claro que tenía que viajar a Illinois para ver a Ángel. Así que en diciembre, cuatro meses después de la detención, María viajó a Estados Unidos.
María: Sentí siquiera una alegría verlo. Pero al mismo tiempo, una tristeza fea de verlo encerrado.
Silvia: Durante unos seis meses, María lo visitaba todos los fines de semana.
En junio de 1995 –casi un año después del arresto– comenzó el juicio. Ángel mantuvo su inocencia. Y Myrna, Karina y dos amigas testificaron apoyando su versión sobre lo que había estado haciendo la noche del crimen.
Ángel: Y no creyeron. Dijeron: “Ustedes son sus amigos”…so, otra vez no hicieron su trabajo, no investigaron. Simplemente se basaron en: OK, él firmó este papel, hizo este video y es suficiente para tener una convicción. Y así fue. Fue que usaron todo eso contra mi.
Silvia: La sentencia llegó el día de su cumpleaños.
Ángel: Ese fue el día, ese fue mi regalo, so…nunca se me olvida.
María: Sentí una cosa tan triste, que sentía que yo allí me iba a morir.
Silvia: Ángel fue declarado culpable por asalto agravado y secuestro agravado. Su sentencia: 55 años de cárcel.
Ángel me explicó lo complicado que fue llegar a la cárcel después de esa sentencia:
Ángel: Es peligroso llegar ahí con un caso así. Siempre tienes que estar alerta, cuidándote. No puedes confiar en nadie, es prisión. So, nunca te adaptas en verdad. Pero, como digo, en mi caso es aún más serio, entonces te ven como…eres lo peor de la sociedad de prisión, por decirlo así.
Silvia: Ángel entendía por qué lo veían así. Para él también era difícil conocer a violadores, y no solamente porque sabía que habían cometido ese crimen; sino porque cuando los conocía pensaba:
Ángel: A lo mejor tú fuiste el que cometiste este crimen, y por eso es que yo estoy aquí; o estoy aquí por alguien como tú. Entonces es duro de controlar a veces sus emociones.
Silvia: En esa primera prisión –porque después estuvo en otras 4– conoció a Old T. Era un preso ya mayor, que estaba a cargo de la biblioteca de la cárcel.
Ángel: Y me dijo “Hey, hay esta organización, cuando quieras escribirles dime para yo ayudarte a llenar la copia”, porque yo le expliqué de mi caso.
Silvia: Esa organización era el Innocence Project. Para comunicarse con ellos primero tenía que llenar un formulario y mandarlo por correo. Ángel primero le pasó todos los documentos que tenía de su caso a Old T.
Ángel: Le enseñé los transcripts que tenía, los papeles de corte, y los revisó. Como en dos días dijo “sí, hay muchos problemas en tu caso.” Dijo, “no soy abogado pero sé cómo trabaja esto y si quieres”…ya fue cuando me dijo, “y si quieres llenamos la carta”.
Silvia: Llevaba dos años en la cárcel. Con la ayuda de Old T, Ángel mandó la carta al Innocence Project y esperó la respuesta.
Pueden pasar muchos años antes de que el Innocence Project llegue a ver un caso. En esa época la organización estaba inundada de peticiones. Y ahora la cosa no es muy diferente. Vanessa Potkin me contó que les llegan unas 250 cartas al mes, y tienen más de 6000 casos en fase de revisión. A veces les puede tomar más de 10 años abrir un caso.
Pasaron otros 4 años, y en el 2001, con la ayuda de un abogado privado que habían contratado sus padres, Ángel pidió que se hiciera otro examen de ADN. La tecnología ya había avanzado un poco, y el laboratorio había retenido la evidencia del caso. Ese examen logró detectar el ADN de un hombre. Y no era Ángel. Pero el crimen lo habían cometido dos. Aunque ese ADN no coincidía con el de Ángel, eso no lo descartaba –todavía podía ser el segundo atacante.
Sus padres habían gastado mucho dinero en abogados privados, pero ninguno lograba ayudarlo.
Ángel: A veces te empiezas a frustrar un poquito porque en realidad no sabes cómo trabaja el sistema. Por más que agarraba los libros de ley, cuando creía que lo entendía me decían, “no, no trabaja así”. Me sentaba con alguien que sabía de leyes y me trataban de explicar y ayudar. Porque yo decía pues yo mismo lo tengo que hacer, nadie lo va a hacer para mi.
Silvia: Así que Ángel se dedicó a estudiar.
Ángel: Hasta que un día dije bueno, ya estoy cansado de no entender, tengo que ir a la escuela, y fue cuando empecé a cambiar un poco, a yo mismo ayudarme con libros, y yo no puedo estar ignorante toda mi vida.
Silvia: Primero acabó la secundaria a través de un programa de la cárcel. Después pidió un traslado a una prisión donde podía estudiar una carrera corta y tomó clases de construcción, de limpieza, de mantenimiento. Y también empezó a trabajar como voluntario en varios programas de la prisión.
En estos años también empezó a pintar.
Silvia: ¿Qué pintabas?
Ángel: Paisajes, animale, dibujos que salían de mi mente a veces, porque pues no hay suficiente material ahí. Pero es algo que me relaja y me ayudó también muchísimo. Para sentirme libre en la mente, por decirlo así. Te lleva…para mi me llevó a otro mundo.
Silvia: En el 2012, o sea, 15 años después de que les había escrito por primera vez, el Innocence Project le escribió a Ángel, diciendo:
Ángel: “Revisamos tu caso y sí te vamos a ayudar”. Pues eso para mi ya fue como, “wow, se abrió la puerta otra vez”. No más de saber que esta organización tan prestigiosa va a tomar tu caso y va a ayudarte eso es algo muy grande. Y pues me hacían preguntas: “¿quieres que lo hagamos? porque si eres culpable te va a afectar”, y le dije, “no, al contrario, ¿qué necesitan? háganlo lo más pronto posible”.
Silvia: El caso de Ángel no es único en el condado de Lake. Bajo un fiscal en particular, Michael Waller, hubo varios casos notorios de condenas equivocadas.
Noticiero: Juan Rivera fue encarcelado cuando tenía solo 19 años. Él dice que le tocó convertirse en hombre en el peor lugar posible, el mismísimo infierno.
Silvia: El de Juan Rivera, por ejemplo, un puertorriqueño que pasó 20 años encarcelado. Lo condenaron tres veces por la violación y el asesinato de una niña de 11 años. Sí, tres veces. Sus abogados dicen que la policía le sacó una confesión forzada después de interrogarlo por cuatro días. Exámenes de ADN finalmente demostraron que no había sido él. Y como este caso hay varios.
Lo peor es que aún en casos donde los resultados de ADN mostraban que alguien era inocente, el condado luchaba por mantener las condenas. El fiscal Michael Waller se retiró a finales del 2012, y eligieron a un nuevo fiscal, Michael Nerheim. Nerheim tiene una visión completamente diferente sobre los exámenes de ADN y las condenas erróneas.
El Innocence Project se acercó a Nerheim diciendo que querían hacer exámenes de ADN para el caso de Ángel. En menos de un mes el nuevo fiscal les había respondido diciendo que aceptaba que se hicieran las pruebas.
En mayo del 2013 empezaron a hacer las pruebas. El laboratorio obtuvo evidencia de los shorts de la víctima y de un tampón que habían encontrado en la escena del crimen. El ADN que encontraron en los shorts y en el tampón es consistente: viene del mismo hombre. Y no es Ángel.
El laboratorio también examinó el semen que encontraron en los shorts de la víctima. Y ese perfil de ADN viene de otro hombre, el segundo atacante. Y tampoco es de Ángel.
Un viernes, Vanessa llamó a Ángel para darle la buena noticia.
Ángel: Y me dijo, “ya regresaron los resultados y todo está muy bien”. Y pues yo estaba super contento. Pero me dijo, “todavía no se termina, podían pasar cosas que se puede atrasar o pueden pedir tiempo. Pero el lunes vienes para corte.”
Silvia: Vanessa dice que cuando le contó todo esto a Ángel por teléfono, inmediatamente notó un cambio en el tono de su voz. Después de tantos años, por fin sabía que estaba muy cerca de quedar libre.
El lunes 9 de marzo de este año, 2015, -3 días después de recibir las buenas noticias- una jueza del condado de Lake revirtió la condena contra Ángel, basándose en las pruebas de ADN que demostraban que era inocente.
Y el martes en la noche, después de 20 años, salió.
Noticieros: Esta noche el mexicano Ángel González recuperó la libertad…Por un crimen que no cometió. Él cree que su incapacidad para explicarse correctamente en inglés tuvo algo que ver con su arresto y encarcelación… “Si con las palabras alcanzara diría que lo siento”, sostuvo el fiscal Mike Nerheim, “y aunque suene trivial, después de pasar 21 años en la cárcel, es importante que sepan que trabajamos duro para que se haga justicia”.
Ángel: Los abogados de Innocence Project fueron a recogerme hasta la prisión. Ese día había mucha niebla. Tenían que manejar muy despacito. Entonces, lo primero que me preguntaron: qué quieres comer? Yo le dije: “Un chicken sandwich…grilled chicken sandwich”. Pararon en un restaurante nuevo, que yo no conocía
Silvia: La cárcel queda a dos horas de la casa de sus padres, pero esa noche, con la niebla, el viaje duró casi tres.
Silvia: ¿De qué conversaban en el auto?
Ángel: Pues simplemente estábamos escuchando música, recordándome que, “eres libre, what you gonna do?” eso.
Silvia: Por mientras, su familia esperaba en la casa de sus padres.
María: Yo abrí la puerta, lo miré que se paró ahí al entrar aquí, lo bajaron. ¡Ay, no me detuve! yo me fui a darle el abrazo, ¡ay! con aquel alegría, aquel gusto. No me pude contener estar esperando que entrara.
Silvia: Adentro se encontró con el resto de su familia: su papá, sus hermanos, sus sobrinos.
Ángel: Aquí había muchos familiares que yo ni conocía, televisión… y pues en realidad no sabía ni qué decir. Era como un shock. Era como, “OK, ¿es realidad?”
María: Todos lo abrazaban, lo agarraban. “¡Ay!” decía, “no sé ni quién son”. Él se sentía como desesperado, ¿verdad? de estar 20 años solo y luego ver mucha familia y no saber ni quién eran.
Silvia: Para Ángel no ha sido fácil readaptarse a la vida fuera de la cárcel.
Ángel: Pues a veces todavía pasa cuando despierto y abro los ojos: “¡que estoy libre!”. A veces hay un poquito como de temor de dormirte y creer que es un sueño y voy a despertar en prisión. De repente me pongo paniqueado, “OK, ¿qué estoy haciendo? o ¿qué hago aquí?” Hay días que aún tengo problemas de readaptación, pero creo que se va…es como todo, se va a tardar un tiempo. Tal vez me tarde la vida entera para readaptarme.
Silvia: María nota que Ángel está mejor. Se ha empezado a soltar más con la familia y tiene muchos planes: quiere seguir estudiando, quiere viajar, y le gustaría trabajar como mecánico de autos. Todavía no puede trabajar. Su visa se venció mientras estaba en la cárcel. Por ahora, mientras arregla su situación migratoria, pasea perros en Chicago, como voluntario.
Y aunque todavía no ha vuelto a pintar, como lo hacía en la cárcel, tiene planes de hacerlo pronto.
En la casa de sus padres, donde entrevisté a Ángel, hay un cuadro colgado al lado de la puerta. Es un cuadro que pintó en prisión.
Ángel: En mi imaginación es un río pequeño con un zacate al lado, unos árboles. Imaginé pues y tal vez una águila está volando. Lo que yo imaginé de ser libre, de estar lejos de la sociedad, lejos de todo el mal, simplemente naturaleza. Trataba de imaginar un lugar tranquilo, solo, alejado, algo que me trayera paz.
Silvia: Ángel no ha sabido nada de la víctima que lo identificó como uno de sus atacantes hace más de 20 años. Ella no se ha comunicado con él. Pero Ángel no siente resentimiento, porque para él:
Ángel: Ella es la víctima en realidad, y por todo esto otra vez volvió a ser traumatizada, le volvieron a recordar. Ella fue víctima del crimen y víctima del sistema también. Le falló el sistema a ella como a mi.
No estoy contra el sistema. Tengo mucha desconfianza de quiénes son los que están encargados. Yo sé que hay muchísimos crímenes que se cometen todos los días. Tiene que haber un control, y errores pasan. Pero cuando es uno tras otro, tras otro, entonces hay un problema.
Silvia: Sí, hay errores en el sistema. Y a veces, esos errores le cuestan veinte años de vida a un hombre inocente.
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Daniel Alarcón: Ángel es uno de 330 presos que han sido exonerados desde 1989 gracias a pruebas de ADN en Estados Unidos. Según el Innocence Project, algunos estudios calculan que entre el 2 y el 5% de los prisioneros en el país son inocentes. Eso significa que entre 50,000 y 100,000 personas estarían encarceladas en Estados Unidos por un crimen que no cometieron.
Silvia Viñas es productora y editora de Radio Ambulante.
Gracias a Guy Randle del estudio Rosewood, y Vanesa Bearga.
Camila Segura es nuestra editora principal, y Martina Castro es la productora principal.
El resto del equipo incluye a Luis Trelles, Clara González Sueyro, David Pastor, David Leonard, Barbara Sawhill, Alejandra Quintero Nonsoque, Claire Mullen, Diana Buendía y Dennis Maxwell. Nuestra directora ejecutiva es Carolina Guerrero.
Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Para escuchar más, visita nuestra página web, radioambulante.org.
Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.