Transcripción – Adiós, bolívar

Ilustración de Samuel Castaño

Transcripción – Adiós, bolívar

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[Daniel Alarcón, host]: Bienvenidos a Radio Ambulante desde NPR, soy Daniel Alarcón.

OK, entonces: ¿Qué les viene a la mente cuando digo “criptomoneda”?

No soy experto y me imagino que ustedes tampoco. Entonces, a ver. Antes de esta historia, lo que se venía a mi mente: drogas, compra y venta de armas, dark web —una frase que nunca entendí—, trata de personas… ¿pornografía? No sé. Definitivamente lo que no asocio con criptomonedas es salvar la economía venezolana.

Este es Nicolás Maduro, a finales del 2017.

(SOUNDBITE DE NOTICIERO)

[Nicolás Maduro]: He estudiado a fondo este tema y quiero anunciar que Venezuela va a implementar un nuevo sistema de criptomonedas a partir de las reservas petroleras. Venezuela va a crear una criptomoneda: el petromoneda. El petro.

[Daniel]: ¿Qué hace un presidente anunciando la creación de una criptomoneda?

Según el presidente Maduro, esta nueva moneda serviría para…

(SOUNDBITE DE NOTICIERO)

[Maduro]: Avanzar en materia de soberanía monetaria, para hacer sus transacciones financieras, para vencer el bloqueo financiero. Esto nos va a permitir avanzar hacia nuevas formas de financiamiento internacional para el desarrollo económico y social del país.

[Daniel]: Un par de detalles. La crisis venezolana, de la que todos sabemos, tiene como resultado una hiper, hiperinflación. La situación es grave: el Fondo Monetario Internacional pronostica que Venezuela tendrá una inflación de diez millones por ciento, producto del déficit fiscal del país y la pérdida de confianza en la moneda nacional: el bolívar soberano.

[Mariana Zúñiga]: Cuando tienes bolívares dentro de esta… de esta inflación sientes que es como si tuvieras sal y agua en tus manos. Como que es… cada día el billete se va como derritiendo en tu mano y va perdiendo ese valor hasta que simplemente no vale nada.

[Daniel]: Ella es Mariana Zúñiga, es periodista venezolana y cubre la crisis económica y social en su país.

[Mariana]: No es raro encontrarse billetes de 100 bolívares o billetes de baja denominación tirados en la calle. De hecho, hace poco vi unas personas que lo estaban usando como confeti. Los tiraban al cielo de que: “Ah, sí, fiesta”, porque ese billete en específico ya no te compra absolutamente nada.

[Daniel]: Entonces, ese es el contexto. Maduro presentó el petro como una posible solución a esto. Vamos a volver al petro. Pero por ahora, hay que notar la ironía. Años antes de este anuncio, involucrarse con una criptomoneda podía llevar a los venezolanos a la cárcel.

Mariana habló con uno de ellos.

[Joel Padrón]: Mi nombre es Joel Augusto Padrón Celis. Tengo 33 años de edad y nací en Valencia, estado Carabobo, Venezuela.

[Mariana]: Y desde muy pequeño…

[Joel]: Me enfiebraba mucho con la computadora.

[Daniel]: Tan grande era su fascinación con las computadoras que se acuerda del modelo de su primera.

[Joel]: Imagínate, la primera computadora que tuve fue una 486, o sea ese es un procesador que es de finales de los 80, principios de los 90. Y después cuando salió el primer Windows el Windows 3.1—, entonces: “Mira, cómo utilizar un mouse, ¿qué es esto?”. O sea, llegaba del colegio y me quedaba horas en la computadora jugando un rato y aprendiendo, y probando, y con eso fue que me fui adquiriendo ese… ese gusto por la tecnología.

[Daniel]: Creció obsesionado con las computadoras y a la larga hizo algo con ellas: estudió ciencias de computación.

[Mariana]: Y en el 2008 abre Express Delivery, que era un servicio como de paquetería para traer mercancía de Estados Unidos a Venezuela.

[Joel]: O sea, imagínate un… un DHL, un UPS. O sea que era una… una tienda de encomiendas donde la gente iba a retirar sus paquetes. Los venezolanos usualmente compraban en Amazon, o en Ebay, o en cualquiera de esas páginas para comprar celulares, televisores, ropa, zapatos, perfumes. Todo lo que te pudieras imaginar. Eh… y, por supuesto, lo mandaban a la oficina de nosotros en Miami y nosotros se lo traíamos para acá, para… para Venezuela.

[Daniel]: Su negocio tuvo mucho éxito entre el 2010 y el 2014. Había mucha demanda de productos del extranjero. Hacía negocios todos los días de toda variedad de productos. Hasta que un día, a principios del 2015…

[Mariana]: Un cliente le mandó a pedir una computadora especializada a través de su negocio de importaciones.

[Joel] : Y yo personalmente se los entregué y él fue el que me comenta: “Mira, ¿sabes qué es esto?”. Y de que: “Mira, no. Parece una computadora, parece un servidor”. Entonces es cuando me explica: “No, esto es… esto es un minero de bitcoin”.

[Daniel]: OK. Como este es un territorio desconocido para muchos, antes de seguir con la historia de Joel, tenemos que parar un momento para explicar qué es exactamente la criptomoneda. Entonces, atención.

La primera criptomoneda fue creada en el 2009 y se llamó bitcoin. Nadie sabe quién se la inventó, pero su creador —que no se sabe si es una persona, un colectivo o una institución— es conocido con el nombre Satoshi Nakamoto. Desde entonces, se han creado más de dos mil criptomonedas en todo el mundo.

[Mariana]: Entonces, bueno, la criptomoneda es una moneda digital descentralizada.

[Daniel]: Moneda porque…

[Mariana]: Al igual que el dólar o el bolívar o el euro sirve para comprar cosas.

[Daniel]: Digital porque….

[Mariana]: Sólo existe en internet —no… no es tangible, no se puede tocar.

[Daniel]: Y descentralizada porque…

[Mariana]: No depende ni de gobiernos ni de bancos para ser regulada. O sea que el sistema funciona sin necesidad de un administrador.

[Daniel]: Y, bueno, parte de lo atractivo de esta moneda cuando se lanzó era lo que significaba usarla: utilizar un sistema de valor que esté por fuera del control de las autoridades, es una especie de protesta. A Joel le dio mucha curiosidad esto que su cliente le estaba contando.

[Mariana]: Le empezó a explicar de qué se trataba el bitcoin, de qué… qué se podía hacer con estas computadoras.

[Daniel]: Y lo que podía hacer esa máquina era permitirle convertirse en un minero de criptomonedas. Suena un poco a ciencia ficción, ¿no? Pero, explico: imaginémonos que existe una montaña gigante que se llama “Monte Bitcoin”, donde están todos los bitcoins del mundo. Para sacarlos —al igual que el oro— se necesitan mineros. Pero como es una moneda digital, los mineros no van a un lugar físico sino que usan una computadora súper potente diseñada especialmente para esto.

[Mariana]: Es como una especie de caja de zapatos negra que produce mucho calor y también hace un ruido excesivo como de aspiradora. Algo así como: «wuuuuuuu», todo el tiempo. Y tienen que estar conectadas a internet y a… a la electricidad las 24 horas.

[Daniel]: Son como unos procesadores que están diseñados para usar toda la energía posible para poder crear este tipo de moneda que recordemos es…

[Mariana]: Descentralizada, porque no depende ni de gobiernos ni de bancos para ser regulada. O sea que el sistema funciona sin necesidad de un administrador.

[Daniel]: Pero, entonces, como no hay un administrador único, para que la compra y venta en bitcoins no sea un desorden total, todas las transacciones que se hacen con esta moneda quedan registradas en una especie de libro de cuentas público digital, que es parecido a las libretas de ahorros que usamos en los bancos o los estados de cuenta de nuestras tarjetas de crédito.

[Mariana]: Estos mineros que están alrededor del mundo cumplen una función de administradores de un libro de cuentas.

[Daniel]: Porque, a ver, cada vez que alguien envía bitcoins a otra persona, se genera un problema matemático en el sistema. Como una clave.

[Mariana]: Estos mineros tienen unas súper computadoras. Con estas computadoras ellos están compitiendo entre sí para intentar encontrar esta clave que mencionamos anteriormente. Y al encontrar esta clave ellos validan una transacción. El que lo logre gana una fracción de bitcoin como recompensa de esa validación. Y a este proceso es al que conocemos como “minar” bitcoins.

[Daniel]: Entonces las computadoras cavan, cavan, cavan, hasta verificar que todo sea legítimo —que la cuenta tiene los fondos necesarios, que quien recibe la criptomoneda existe—, y envían el resultado a los otros mineros para que lo aprueben y así evitar estafas.

[Mariana]: Cuando la información es aprobada lo que sucede es que se crea un bloque o un registro. Este bloque o registro entran directamente a ese libro de cuentas públicas del que estábamos hablando anteriormente. En ese momento la transacción se vuelve oficial y, además de oficial, se vuelve pública. Pero lo que se vuelve público es la transacción, lo que se sabe es el número de cuenta del usuario, del que envía o recibe bitcoins. Es información confidencial quién está detrás de esa cuenta.

El proceso tarda alrededor de unos diez minutos y es tan sencillo como enviar un mail pero no son los usuarios los que están realmente detrás de esta tarea tan complicada, sino son las computadoras las que están haciendo todo el trabajo duro para descifrar esta clave que está encriptada.

[Daniel]: Entonces, resumo, porque no es simple esto: cuando yo mando un bitcoin a alguien, se crea un problema matemático que necesita ser resuelto para que el envío sea válido. Los mineros —con sus computadoras súper potentes— resuelven ese problema y verifican que la información sea legítima: cuánto dinero tengo, que la cuenta que va a recibir exista. Si todo está bien y la comunidad aprueba la información, la transacción es publicada en el libro de cuentas y es oficial. Además, el minero que resolvió el problema y validó mi envío es recompensado con una fracción de bitcoin.

[Mariana]: Esto funciona igual, exactamente igual que cuando bajamos a comprar algo el el supermercado con nuestra tarjeta de crédito. Entregas la tarjeta, el banco ve que tienes fondos, aprueba nuestra compra y el supermercado recibe el pago. Con los bitcoins es exactamente igual pero en vez de que el banco valide nuestros fondos, los que están validando nuestros fondos son toda una comunidad de mineros. Y un minero puede ser tú Daniel desde tu casa o yo desde la mía o cualquiera en el mundo que tenga el equipo necesario.

[Daniel]: OK. Entendido, ¿cierto?

Entonces volvamos a Joel, el techie fascinado con las computadoras. Es comienzos del 2015, mientras él aprendía sobre las máquinas que tenía que comprar y las ventajas de esta moneda, la infraestructura que necesitaba, etcétera, la crisis económica de Venezuela se hacía cada vez más grave. Se sentía en todos lados, poco a poco esparciéndose por todos los negocios, todos los sectores de la economía, cada familia, cada hogar.

[Joel]: Las cosas más difíciles de conseguir en Venezuela, inclusive cosas tan elementales como comida, cosas de supermercado. Ibas al mercado y ya no conseguías: “No, mira, no hay detergente, no hay champú, no hay arroz, no hay azúcar”.

[Mariana]: Tenían que acceder al… ir al mercado negro para conseguir ese tipo de cosas.

[Joel]: Que tenías que comprarle a particulares personas que tenían bodegas pequeñas, sitios informales de… de venta de comida, al doble, al triple de precio.

[Daniel]: Es que el gobierno prohibió el cambio a dólares.

[Mariana]: Para ese momento el gobierno también limita el acceso que las personas tenían a los dólares. El mercado negro toma un posicionamiento mucho más grande.

[Daniel]: Y, bueno, con toda esta situación, el negocio de importación de Joel también empezó a sufrir.

[Joel]: Por supuesto ya mi empresa ya no es tan rentable como antes. Comienza una especie de declive, porque, claro, la gente al no tener dólares ya no puede comprar y ya el flujo de mercancía bajó impresionantemente.

[Daniel]: Bajó más de 70 por ciento.

[Mariana]: Entonces, él dice: “Bueno, yo voy a utilizar los ahorros de todo este tiempo en el que me fue bien para comprar máquinas y minar bitcoins”.

[Joel]: Compré mi primer minero y lo instalé en la misma oficina de Express Delivery donde atendía mis clientes. Pero en la parte de atrás, por supuesto, la parte un poquito más retirada. Ahí coloqué mi primer minero.

[Daniel]: Joel prendió la máquina —que le costó 600 dólares más o menos—, bajó los programas necesarios para minar los bitcoins y la dejó ahí, conectada las 24 horas del día al internet. Y solo un mes después se sorprendió al ver que…

[Joel]: Sí me dio el… el… la cantidad de bitcoins que yo había calculado. Porque me estaba generando como 120, 150 dólares mensuales, una cosa así. Entonces, yo pasé el primer mes, me generó ese dinero y yo que: “Oye, sí, sí funciona”.

[Mariana]: Cuando él empezó a ver los resultados dijo: “Bueno, voy a comprar más mineros”, e hizo una inversión grande.

[Joel[: Yo tuve nueve máquinas, nueve mineros en total. Era un costo aproximado como de… ponle 20 mil dólares, entre lo que es el costo del minero, el costo de las fuentes de poder, toda la infraestructura que hice. Porque tuve que hacer un… un extractor industrial con un… como con una especie de ducto para poder sacar el aire caliente. Tuve que comprar otro tablero eléctrico, todas esas cosas.

[Mariana]: Bueno, lo que más le emocionaba a Joel claramente es que… la tendencia que tiene esta moneda a subir

[Daniel]: Sobre todo, en comparación con las monedas tradicionales como el dólar o el euro. Esos valores dependen de los gobiernos centrales, a diferencia del bitcoin que, vale la pena repetir, es descentralizado.

[Joel]: O sea, evidentemente un bitcoin que costaba 200 dólares en el 2015 y que ahorita te cuesta siete mil y pico de dólares, casi ocho mil dólares.

[Mariana]: Eso fue a principios del 2018. Se esperaba que para ese año el bitcoin continuara en aumento, pero eso no sucedió. De hecho el bitcoin a finales de ese año empezó a bajar y eso se debe en parte a que el negocio de las criptomonedas es un negocio bastante especulativo y, además, del hecho de que no está regulado.

[Daniel]: Por eso en el 2017, por ejemplo, el valor de la moneda pasó de 974 dólares a 20 mil dólares en el curso de un año.

Y, bueno, justo cuando la moneda solo aumentaba más y más de valor es que Joel comenzó a minar. Y con el tiempo, otros mineros en Venezuela fueron creando lo que se conoce como “granjas”. Son galpones que tienen 50 o 100 máquinas que están trabajando las 24 horas del día sin parar.

O sea, las nueve computadoras de Joel eran nada en comparación con lo que estas granjas hacían. Y, a ese nivel, la infraestructura ya es otra.

[Joel]: Tienen extractores industriales de aire para poder sacar el aire caliente hacia afuera. Algunos tienen sistemas de refrigeración, o sea, aires acondicionados industriales para poder tener eso a una temperatura adecuada.

[Daniel]: El consumo de electricidad es impresionante. Una sola máquina consume lo mismo que consumen un par de refrigeradores y un televisor, prendido todo el día.

[Mariana]: Que es bastante… bastante electricidad. Lo que pasa es que en Venezuela la electricidad es 80 por ciento subsidiada por el gobierno.

[Joel]: El atractivo de minar en Venezuela precisamente se debe a que el costo de electricidad en Venezuela es muy bajo.

[Daniel]: Estamos hablando de que la gente puede pagar tres dólares al mes en electricidad, con el aire acondicionado a toda máquina y sin apagarlo nunca. Ese subsidio explica por qué Venezuela es reconocido como uno de los países donde es más lucrativo minar bitcoin en el mundo.

Joel conocía cada vez más a personas que estaban minando: sus amigos, los clientes de su local. Y es que era rentable: podían hacer 200 o 300 dólares adicionales al mes, lo que es muchísimo dinero en Venezuela. Y, además, el bitcoin seguía subiendo de valor con el tiempo. Era un negocio redondo.

[Joel]: A quién no le entusiasma poder hacer dinero adicional en un mes. Y lo que tú inviertes lo puedes recuperar en cinco o seis meses y después lo que te queda son ganancias.

[Mariana]: Joel siente un respiro porque a pesar de la crisis él… él está ganando dinero. Se está recuperando. Ya en seis meses había recuperado alrededor de siete mil dólares. O sea, él iba viento en popa a recuperar sus 20 mil.

[Daniel]: Todo iba bien hasta el 14 de marzo del 2016, cuando Joel recibió una visita inesperada.

[Mariana]: Llegan dos trabajadores de Corpoelec que es la Compañía Eléctrica de Venezuela y le piden inspeccionar el alto consumo de electricidad en la oficina porque afuera de la oficina había como un marcador de electricidad que, pues, según ellos estaba alto. Entonces Joel los deja pasar, les muestra sus máquinas. No les dice que son máquinas de producir bitcoin. Les dice que son unos servidores que consumen mucha electricidad y los caballeros se retiran.

[Daniel]: Pero media hora después, vuelven.

[Joel]: Vuelve otra vez uno de los empleados que habían entrado allí con otros dos señores que ya tenían ya… este… uniforme, camisa, pantalón, y entran y uno de ellos se identifica como el comisario del Sebin.

[Mariana]: El Sebin es la policía política y el servicio de inteligencia del gobierno de Venezuela.

[Joel]: Y me dice que van a entrar porque necesitan revisar este… ese consumo eléctrico. Y, bueno, ya cuando llega ya se me comienza a poner el corazón así como que un poquito acelerado. Así que ya… pero, ¿por qué está el Sebin?

[Mariana]: Le piden ver las máquinas. Le piden como… las facturas para ver de dónde había sacado esas máquinas: si habían entrado legalmente o ilegalmente.

[Joel]: O sea, yo en un principio no entendí. O sea, me asusté, pero a su vez como que no entendí por qué estaba pasando eso.

[Mariana]: Joel le muestra las facturas. Ellos le dicen: “Estas facturas no son válidas”.

[Daniel]: Porque, según dijo el jefe del Sebín del momento en una entrevista, no tenían los manifiestos de importación respectivos.

[Mariana]: Así que deciden confiscar sus máquinas y se lo llevan a un cuartel, detenido.

[Daniel]: Una pausa y volvemos.

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[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón. Antes de la pausa, Joel fue arrestado por el Sebin —el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional. Lo llevaron a un cuartel que queda a unos 15 minutos de Valencia, en un municipio que se llama Naguanagua. Ahí lo interrogaron: le preguntaron por sus máquinas, por el bitcoin, que si estaba comercializando dólares en el mercado negro. Y, según Joel, le decían que…

[Joel]: Eso es un crimen contra la patria. Pero yo, o sea, intentaba refutarles y lo que hacían era callarme hablando más alto y… y… entonces yo al final dije: “No, no tiene sentido responderles”. Vamos a quedarnos callados y listo.

[Daniel]: Al final del interrogatorio le dijeron que se quedaría ahí encerrado en el calabozo del Sebin.

[Joel]: Y ahí hasta se me salieron las… las lágrimas y todo de… de por supuesto del desespero. Yo nunca me pensaba que yo —una persona que casi que no se come la luz de un semáforo— lo vayan a… a meter preso. Entonces sí fue bastante desespero, bastante angustia, bastante tristeza y bastante impotencia del por qué me están deteniendo por algo que no es ilegal.

[Daniel]: Tiene razón. Minar bitcoins en Venezuela no era ilegal en esa época. Es más, ni siquiera existía el término de criptomonedas en las leyes, casi nadie sabía bien lo que eran. Y por lo tanto los delitos de los que estaba acusado en ese entonces eran…

[Mariana]: Hurto eléctrico, legitimación de capitales y asociación para delinquir. Joel dice que le ponen otro tipo de delitos, pues, para poder culparlo de algo.

[Daniel]: Porque para acusarlo de asociación para delinquir, tenían que primero demostrar que él se había reunido con más de una persona para organizar un crimen. Cosa que Joel no había hecho.

Sobre el hurto de energía: en Venezuela, uno se puede ir a la cárcel de dos a seis años. Y cuando arrestaron a Joel había una gran crisis eléctrica.

[Joel]: O sea la electricidad se iba en las casas casi todos los días un período de cuatro o cinco o seis horas. Entonces, ellos como que se afincaron de eso para poder construir el caso hacia nosotros.

[Daniel]: O sea, según Joel, los oficiales del Sebin argumentaban que él y los demás mineros eran en parte responsables de la crisis eléctrica del país porque estaban robando energía. Pero Joel no estaba haciendo eso. Sí, sus cuentas eléctricas eran altas pero siempre tuvo…

[Joel]: Un consumo dentro del rango legal que permite una oficina en esa zona de Valencia.

[Daniel]: Pero había un cargo aún más serio y tenía que ver con una ley de la época de Chávez, del 2010.

Básicamente, desde ese entonces, el gobierno monopolizó la compra y venta de dólares. El objetivo era regular el valor del bolívar. Y las multas por violar esta ley eran serias. Podría ser el equivalente al doble de la operación. O, si era superior a los 20 mil dólares, cárcel.

[Mariana]: Con bitcoin, siendo otro tipo de moneda que después puedes cambiar a dólares, el problema es que queda dentro de esa área gris, porque se supone que no es una moneda legal tampoco. O sea, no es como ni… ni reconocida. No es un dólar ni es un… ni es un euro, ni es un peso.

[Daniel]: O sea, si Joel estaba minando y cambiando a dólares, estaría violando la ley. Pero por la misma naturaleza de las criptomonedas, eso no se podía probar. Las transacciones, recuerden, son anónimas. Sea como fuera, Joel se estaba enfrentando hasta 12 años de cárcel.

Y a pesar de que Joel les explicaba que el bitcoin no es un dólar y que no estaba trabajando como una casa de cambio, no le hicieron caso e igual lo tenían detenido en el calabozo del Sebin.

Una vez ahí, Joel se encontró con otro minero que lo habían arrestado por lo mismo, el mismo día. Ambos pensaron que no iban a estar por mucho tiempo y que dando una factura en otro formato o pagando una multa los iban a soltar…

[Mariana]: A Joel le dicen que lo iban a detener por un plazo de 24 a 48 horas y él juraba en su cabeza: “Bueno, vamos a salir pronto de esto. Esto no… no puede ser tanto tiempo”. Entonces a él lo llevan al Palacio de Justicia ante los fiscales. Él va a esta audiencia con su abogado.

[Joel]: O sea, bastante tajante el fiscal decía el mismo discurso, sabes. El mismo discurso de… de que esto es un crimen contra la patria, que estos mineros están sacando las divisas del Estado, que se está robando la electricidad, que esto fue contrabando y no pagaron los tributos y los impuestos necesarios.

[Daniel]: Al final de la audiencia, la jueza le desestimó los cargos de legitimación de capitales y asociación para delinquir, porque no podían comprobar que esto era así.

Pero, mantuvo la de hurto de energía y, con ese cargo, Joel fue enviado de vuelta al calabozo. Le dijeron que tenía que esperar 45 días para una nueva audiencia donde se resolvería su caso. Y mientras Joel esperaba…

[Mariana]: Y en ese momento comienza como un proceso legal muy largo. Joel se empieza a desesperar con cada día que pasa. Y al mismo tiempo hay arrestos y detenciones de personas que se dedicaban a minar bitcoin en todo el país.

[Joel]: Policías, inspectores del Sebin, Guardia Nacional.

[Mariana]: O sea, parecía ser como una redada a nivel nacional que había empezado en la ciudad de Valencia.

[Joel]: Los amigos míos que yo conocía que estaban minando apagaron esas máquinas, cerraron los locales, se escondieron, desaparecieron de redes sociales.

[Daniel]: Unos días después, un académico que daba charlas sobre el bitcoin y que manejaba una casa de cambios en línea, también fue arrestado. Ya había tres personas encerradas por trabajar con esta criptomoneda.

[Mariana]: El calabozo era como bastante… era pequeño, estrecho. Habían 13 personas junto a ellos.

[Joel]: Se dormía en colchoneta, que era prácticamente dormir en el piso. Era un sitio no muy higiénico que digamos, era… hacía calor, hacía todo. Y por supuesto yo estaba encerrado con personas que los habían detenido por drogas, por homicidio, por robo.

[Daniel]: En ese calabozo Joel y los otros dos bitcoineros se hicieron amigos y comenzaron a hablar sobre su situación. Se dieron cuenta de que ninguno entendía los cargos por los que estaban detenidos.

Pasaban los días, las semanas, los meses, y los tres seguían ahí encerrados. Joel ya llevaba ahí tres meses, mucho más de los 45 días que le habían dicho en un principio, porque su audiencia se había postergado varias veces. Ya estaba desesperado por salir y su abogado le dio opciones.

[Joel]: Me dijo: “Mira, acá en Venezuela este la… las audiencias y… y los juicios, ese tipo de cosas, eso no es como en las películas, que tú… ‘Ah, tienes un buen abogado, tienes un caso, tienes un testimonio. ¡Chévere!’. Y ya, sales libre. No, eso no funciona aquí, Joel”.

[Daniel]: Le dijo que si tenía dinero para pagar, podría salir libre al siguiente día, pero Joel dijo que no lo tenía.

[Joel]: Entonces me dijo: “Tú tienes la posibilidad de declararte culpable, ¿sabes? Es tu primera incidencia. Tú no tienes antecedentes penales. Son cargos bajos. Tú te declaras culpable”.

[Daniel]: Por hurto de energía, Joel podía estar hasta seis años en prisión pero si se declaraba culpable podía salir en libertad y presentarse en el tribunal cada 30 días. Inicialmente a Joel la propuesta de declararse culpable no lo convenció: él era inocente y quería salir así. Pero cuando escuchó que sus compañeros de calabozo habían estado ahí por varios meses, otros casi un año y medio esperando un juicio, pensó que tal vez declararse culpable era la mejor opción que tenía para salir.

Entonces, cuando finalmente llegó el día del juicio —casi cuatro meses después de haber sido encerrado— Joel fue, se declaró culpable y pudo salir con libertad condicional. Sus computadoras se quedaron incautadas.

Después de una experiencia así de estar encerrado por varios meses es muy difícil que se pueda volver a la normalidad, como si nada hubiera pasado. Claro, Joel estaba feliz de estar libre, de que la espera y el encierro hubieran por fin terminado. Pero…

[Joel]: Por supuesto, claro, si te metieron preso por criptomonedas, vamos a alejarnos un poco.

[Daniel]: Y eso es lo que hizo. Si alguien lo llamaba a hacerle preguntas sobre criptomonedas o si su empresa importaba mineros, él les respondía que no, que nada que ver, que él no sabía nada.

[Joel]: Pero, sabes, yo no sé si eran personas del mismo Sebin o del mismo gremio, quién sabe, clientes míos, qué sé yo. Pero, estaba muy asustado porque, con lo que había pasado, no era para menos.

[Daniel]: Estaba en una paranoia total y, bueno, además de esto Joel…

[Mariana]: Había gastado demasiado dinero en costos legales. Su negocio también estaba a punto de desaparecer por la crisis.

[Joel]: Fueron unos meses difíciles porque además de… por supuesto, de la preocupación, o sea, el mal rato que pasé.

[Daniel]: Joel pasó cerca de seis meses trabajando como freelance, dando asesoría en manejo de redes sociales desde su computadora en su casa. Con lo que ganaba, tenía dinero para cubrir sus gastos básicos, pero llegó un momento en que ya no era suficiente.

[Mariana]: Joel, le empieza a entrar la piquiña otra vez, por temas de dinero y empieza a asesorar a otros mineros.

[Joel]: Que ahí en enero de 2017 ya como que me… me arriesgué un poquito y comencé a trabajar un poquitico, bastante clandestinamente y con gente de, meramente, confianza mía.

[Mariana]: Y, bueno, lo hace con mucha cautela especialmente al principio porque tiene miedo que le vuelvan a arrestar.

[Joel]: Era una situación de riesgo. Pero es que… sabes, en Venezuela casi cualquier situación es una situación de riesgo. Entonces yo dije: “Bueno, necesito arriesgarme un poco porque necesito… sabes, recuperar todo el dinero que… por lo menos un pedacito de todo lo que perdí con lo que me pasó”.

[Daniel]: Joel está hablando de los 20 mil dólares que invirtió en las máquinas, del dinero en los abogados, de los clientes que tenía, y su negocio.

Dada la situación de Joel, estaba más que sorprendido cuando a finales de ese mismo año, 2017…

(SOUNDBITE NOTICIERO)

[Nicolás Maduro]: Venezuela anuncia la creación de su criptomoneda.

[Daniel]: El presidente Maduro hizo ese anuncio que mencionamos al comienzo.

(SOUNDBITE NOTICIERO)

[Maduro]: El petro, se va a llamar.

[Daniel]: El petro. El petro en sí es una paradoja: una moneda digital que depende y es regulada por un gobierno central. Algo totalmente opuesto a uno de los principios de las criptomonedas: la descentralización, que sean los usuarios los que la controlan.

Para Joel, había algo aún más absurdo.

[Joel]: Tú no podías comprar el petro con bolívares, tenías que comprarlo con dólares. Y el dólar es de Estados Unidos, que es el imperio, el capitalismo y es el criminal, la cosa. Entonces, wow, así como que pfff, es absurdo. Es estúpido.

[Daniel]: A pesar de lo absurdo que le parecía a Joel, con el anuncio del petro, él vio una oportunidad.

[Joel]: Lo que me interesaba era lo otro que estaban diciendo que era la cuestión de la legalización de la minería. La legalización de las criptomonedas.

[Daniel]: Y, sobre todo, le interesó algo que dijo el superintendente de la criptomoneda venezolana, Carlos Vargas.

(SOUNDBITE NOTICIERO)

[Carlos Vargas]: Es cierto que han ocurrido procedimientos de incautación que nosotros desde la superintendencia consideramos ilegales. Es cierto que ha habido un asedio de funcionarios inescrupulosos que se han beneficiado, o se benefician, permanentemente de la extorsión a este sector en Venezuela.

[Daniel]: Estaba hablando de lo que le pasó a Joel y a muchos mineros en el país que habían sido arrestados y sus máquinas incautadas. Y sobre esto último, Vargas dijo que…

(SOUNDBITE NOTICIERO)

[Carlos Vargas]: Esos equipos los vamos a recuperar. Esos equipos tienen que devolverlos, porque esos equipos no pueden estar por allí, también en el anonimato y en la clandestinidad, seguramente produciendo a favor de tal o cual.

[Daniel]: Es decir, mineros como Joel podían recuperar sus máquinas.

[Joel]: Eso sería fabuloso. Ya las máquinas ya no valen lo mismo que antes porque esas máquinas se… se… se deprecian. A medida que pasa el tiempo pierden valor. Pero, oye, por lo menos pueden valer algo, pues. Pueden valer… qué se yo, 4.000, 5.000 dólares, lo que sea, oye, es mejor que cero. Así que vamos a hacerlo.

[Mariana]: Entonces en marzo del 2018, Joel asesorado por su abogado va a las oficinas de la Fiscalía para recuperar sus máquinas. Él hace un pedido oficial y se va.

[Joel]: El abogado me dice que eso se puede demorar un tiempo, que tenemos que darle un… un par de días que lo revisen, las cosas, y vamos a ver qué respuestas nos dan, ¿no?

[Daniel]: Pero ese mismo día…

[Joel]: Yo veo que a las siete de la noche en mi casa se escuchan unos ruidos afuera y comienzan a golpearme fuertemente la puerta de mi casa. Y me toca fuerte, fuerte, fuerte, y yo pregunto quién es.

[Mariana]: Y le dicen que son comisarios del Sebin.

[Joel]: Automáticamente cuando me dicen eso ya… wow, se me vino así todo… se me revolvió el estómago, toda la cosa. La garganta se me puso así que… me quedé en shock, pues. Y es así como que: “Wow. Dios mío, ¿qué está pasando aquí?”. Y estaban tocando la puerta bastante fuerte. O sea, que yo pensaba que eso lo podían tumbar en cualquier momento.

[Mariana]: Y, bueno, él abrió la puerta.

[Joel]: Los “inspectores”… digo yo inspectores entre comillas, porque nunca se identificaron, ¿no? Ellos me dijeron que eran Sebin, pero nunca mostraron un carné, ni nada por el estilo. Y llegaron para allá, uno de ellos me agarró. El otro buscó rápido por la casa, o sea, hizo una revisión de la cocina, la cosa y tal. Yo no sé si estaban buscando mineros o estaban viendo si yo estaba con alguna otra persona. Y, entonces, sin medir muchas palabras sin nada… yo por supuesto diciendo: “Pero, ¿qué pasó?, ¿qué hice?, ¿qué es lo que pasa? Yo no he hecho nada malo”.

[Mariana]: Lo agarraron con fuerza y lo sacan del apartamento.

[Joel]: Y por supuesto ya eso no parecía una detención. Eso parecía un secuestro. Y realmente fue un secuestro.

[Mariana]: Le tapan los ojos. Manejaron como 45 minutos y lo soltaron en una habitación oscura.

[Joel]: Y ahí yo estaba llorando. Ya estaba ya… estaba súper grave y me dejaron encerrado en ese cuarto allí.

A mí se me pasaron por la mente dos cosas: o era un secuestro para pedirme dinero —un secuestro express o cualquier cosa de… de… para pedirle dinero a mi familia, qué sé yo—, o era relacionado a lo que había ido en la mañana de dejar el… ese documento en la fiscalía, de pedir los mineros. Algo así como que… no sé, como que alboroté el avispero. Así como que… este, hice algo que no debí haber hecho, pues. Algo así como que tenía que quedarme callado y no podía estar exigiendo ese… ese documento de devolución.

[Daniel]: Hay que explicar que Joel tenía sus sospechas sobre qué había pasado con sus máquinas cuando no se las devolvieron. Cuando Joel salió de la cárcel en el 2016, revisó su correo electrónico y vio que había recibido un mensaje automático cuando él apenas llevaba dos meses encerrado.

[Joel]: Me llegó una notificación de que: “Ay, mira, las máquinas fueron conectadas”. Y después ellos las reconfiguraron para que no me llegaran más cosas. Entonces, esas máquinas las conectaron, las pusieron a producir.

[Daniel]: O sea, según Joel, alguien dentro del Sebin estaba utilizando sus máquinas para producir bitcoins y, cuando entregó el documento para recuperarlas, puso a algún agente en problemas. Y, bueno, aunque no tiene pruebas, Joel dice que eso podría explicar su detención.

A la mañana siguiente de que lo sacaron de su casa, lo llevaron a otro sitio, donde los agentes lo interrogaron sobre la solicitud que había entregado por sus máquinas.

[Mariana]: Le preguntaron si había hablado con algún medio de comunicación, si lo había publicado en algún sitio.

[Joel]: Yo les dije que no, no, no, eso lo conversé con mi abogado, fuimos para allá y más nada. Y me dijeron que no tenía que estar yendo para allá, que eso no… esas máquinas ya… esas máquinas no… no me pertenecían, eso no era problema mío y no podía estar tocando aguas porque lo iba a poder lamentar.

[Daniel]: Después le preguntaron que si conocía a alguien más que estuviera minando bitcoins y cuando Joel dijo que no…

[Joel]: Y ahí sí se tornaron bastante salvajes. Ahí sí me empujaron de la silla, me dieron una patada. O sea, ya la cosa ya se tornó violenta. Yo me mantuve firme en el decir de que yo no conozco nada. O sea, no conozco a más nadie que esté minando. A los que conocía que estaban minando se fueron del país o desaparecieron del mapa completamente. Entonces les dije: “Sí”, le dije, “Bueno, si quieres yo no pido más las máquinas de fiscalía. Quédense con esa vaina. Chévere”.

[Mariana]: Lo agarraron y lo encerraron dentro de una habitación donde hacía muchísimo calor. No le dieron comida, no le dieron… no le dieron agua tampoco. Según Joel, pasaron unas 48 horas hasta que lo fueron a buscar otra vez, lo metieron en un carro y luego lo dejaron botado en una carretera a unos 45 minutos de Valencia.

[Daniel]: Joel no quería volver a su casa y se fue donde un amigo. Ya ahí llamó a su mamá a decirle que estaba bien y le contó lo que había pasado. Su mamá llamó al abogado de Joel. Joel decidió quedarse en la casa de su amigo por un tiempo, por si lo buscaban otra vez. Y unos días más tarde, dos patrullas de policía llegaron a la casa de su mamá.

[Joel]: Entran prácticamente a la fuerza para buscarme a mí.

[Daniel]: Y lo citan a comparecer en la policía.

Joel estaba aterrado. Era como revivir todo lo que ya había sobrevivido: estar encerrado, la impotencia de verse frente a una justicia quebrada. Entonces a Joel le quedó una última opción para salir de esto: su hermano que vivía en Miami le había comprado un pasaje para que fuera a visitarlo por unos meses mientras las cosas se calmaban para él en Venezuela. Y, al encontrarse con esta nueva citación de la fiscalía, Joel…

[Joel]: Conversé con mi mamá al día siguiente y dije: “Mamá, yo me voy a ir para Estados Unidos y no voy a regresar”.

[Daniel]: Joel jamás se imaginó viviendo fuera de Venezuela. No fue su plan, a pesar de la crisis. Pero ahora vive con su hermano en Miami y trabaja como chofer de Uber. Solicitó asilo político en Estados Unidos y está esperando respuesta. No tiene planeado regresar a su país.

A finales del 2018, el presidente Nicolás Maduro anunció que ya se podían comprar petros y podía hacerse con monedas convertibles —como el yuan, el rublo ruso o el euro— o que podían ser intercambiados con bitcoins. Según él, se podían pagar ciertos bienes y servicios, como gasolina, pasaportes, en todas las embajadas venezolanas del mundo, comprar casas y rentar habitaciones. Y aunque cualquiera podía comprar petros, la minería solo estaba a cargo del gobierno venezolano.

Pero el sistema ha tenido sus fallas desde el comienzo: solo se podía comprar petros con dólares o euros en las ventanillas de la Superintendencia Nacional de los Criptoactivos y Actividades Conexas de Venezuela o en el portal web con bitcoin. Además, el petro era intransferible y si alguien lo adquiría no podía extraerlo de su cuenta, sino que quedaba en la billetera digital administrada por el gobierno.

El gobierno invitó a los mineros a registrarse, una especie de legalización de facto para regular la minería en el país. Pero con un asterisco. Los que no se registraban, y aquí cito al superintendente de la criptomoneda: “Quedará al margen de la ley y se declarará un delito de minería ilegal”.

Mariana Zúñiga es periodista freelance y cubre la crisis económica y social en Venezuela.

Gracias a Luis Trelles por su ayuda con el episodio.

Nos gustaría conocer más historias como las de Joel: historias de personas que intentan soluciones creativas para sobrellevar las crisis. Joel recurrió a las criptomonedas para tratar de mantenerse a flote en una Venezuela en hiperinflación, ¿qué han hecho ustedes o alguna persona cercana cuando el dinero no alcanzaba? Queremos oír de negocios extraños o de formas de ganar dinero que nadie imaginaría. Usen el hashtag #IngenioLatinoamericano para compartirnos sus historias en Twitter o en Instagram.

Este episodio fue producido por Lisette Arévalo y editado por Camila Segura, Luis Fernando Vargas y por mí. La música y el diseño de sonido son de Andrés Azpiri y Rémy Lozano. Andrea López Cruzado hizo el fact checking.

El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Gabriela Brenes, Jorge Caraballo, Victoria Estrada, Miranda Mazariegos, Diana Morales, Patrick Mosley, Ana Prieto, Laura Rojas Aponte, Barbara Sawhill, David Trujillo, Elsa Liliana Ulloa y Silvia Viñas. Carolina Guerrero es la CEO.

Radio Ambulante se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.

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Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

Créditos

PRODUCCIÓN
Mariana Zúñiga y Lisette Arévalo


EDICIÓN
Camila Segura, Luis Fernando Vargas y Daniel Alarcón


DISEÑO DE SONIDO
Andrés Azpiri y Rémy Lozano


VERIFICACIÓN DE DATOS Y HECHOS 
Andrea López-Cruzado


ILUSTRACIÓN
Samuel Castaño


PAÍS
Venezuela


PUBLICADO EN
01/22/2019

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