Luana, la niña que eligió su propio nombre

Luana, la niña que eligió su propio nombre

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Gabriela Mansilla –protagonista de nuestro último episodio «Yo nena»–, escribió un libro que retrata la experiencia de su hija Luana, y cómo lucharon juntas por el derecho a la identidad en Argentina. En esta entrada del blog compartimos un capítulo de ese libro, en el que Gabriela cuenta cómo fue el primer día que Luana llegó vestida como niña al jardín infantil.

Pueden comprar el libro en el sitio web de Editorial UNGS.

Luana va al jardín

28 de febrero, 2012

Foto cortesía de Gabriela Mansilla. Dibujo hecho por Luana.

¡Y llegó el primer día de clases! Era tu primer día de nena delante de todos, estaba muy nerviosa, no sabía con qué nos íbamos a encontrar ni qué podían llegar a decirte. Vos estabas radiante con tu pollerita nueva, tu cuadernito con tu nombre y con hebillitas en el pelo; te saqué muchas fotos en casa con tu hermanito. Estaban hermosos los dos. Papá sabía que era el comienzo de clases, pero ni siquiera apareció; ni un mensaje para desearles suerte ni una palabra. Estábamos los tres solitos para enfrentar a todo un jardín. Teníamos nueve cuadras para caminar. Fueron las más largas de mi vida, no llegábamos más. Tenía mucho miedo por vos, estabas tan contenta que no quería que nadie te dijera nada que te hiriera. Imaginate, si tu primer día te iba mal, no ibas a querer volver si alguien te avergonzaba. También pensé en la posibilidad de que llegaras a la puerta y no quisieras entrar; no sé, mil cosas pasaron por mi cabeza en nueve cuadras.

Llegamos, te paraste delante de todos y los saludaste, tus compañeritos se quedaron mirándote, no falto quien dijera:

–¿Y Manuel?

Pero vos, inmutable, feliz. Los agarré fuerte de las manos a los dos y entramos; el colegio entero nos miraba y entraste divina, con ganas, contenta, te llevaste por delante la ignorancia y el prejuicio que tenían todos y echaste de lado el miedo que incluso tenía mamá. Era tu primer día de nena en el jardín y demostraste que así querías estar. Fue increíble, asombroso, verte decirles a los nenes que te conocían:

–Soy Luana, no soy Manuel.

Obvio que los nenes de la otra salita se acercaron para verte. Unos con curiosidad por ver a esa nena que se parecía a Manuel, incluso una mamá dijo:

–¿Gaby tenía una nena? ¿Eran trillizos?

Otros padres ni nos miraron, dieron vuelta la cara y hubo nenes que gritaban:

–¿Por qué Manuel está disfrazado de nena?
Ahí sí pensé que te derrumbarías, pero no. Mostraste una entereza brillante. Admirable. Estabas tan contenta con tu pollerita que nada te llegó ese día. Una mamá de la salita turquesa me comentó:

–Se le ve feliz, ya no tiene los ojitos tristes, te felicito.

Ese era el tema, eras un varón tan triste que todos se daban cuenta y viéndote de nena y tan feliz, la mitad comprendió que necesitabas ser nena para estar bien y se te notaba. A mamá se le caían las lágrimas; fue la primera batalla que ganamos, que ganaste, la lucha valió la pena. Estabas feliz y te integrabas normalmente. Ese día no quedaba de Manuel más que el nombre en un documento y en el legajo del colegio.

Llegaste a casa súper contenta y con ganas de regresar. Los días que siguieron fueron pasando sin complicaciones, salvo la duda de los padres de la otra sala y los nenes que no entendían nada; encima eran más grandes. Por eso digo que tendrían que haber hecho una reunión con ellos también, por los nenes, por vos y por los padres, para que tuvieran qué explicarles a sus hijos; pero bueno, como te dije antes, hicieron lo que pudieron y se los agradezco tanto. Por el momento, el tema del penecito estaba acomodándose. Con los meses que pasaban ya no te hacías pis encima, dormías mejor y te bañabas sin problemas. Ya no estaba el penecito en el jardín porque no estaba Manuel, ahora eras Luana y me resultó mucho mejor enseñarte a querer tu cuerpo. Me decías a menudo:

–Me encanta ser nena y no me encanta ser varón.

Se complicó cuando empezó el otoño y comenzó a hacer un poco de frío. Tenía que ponerte el pantalón de gimnasia y no querías, solo aceptabas la pollerita. No había forma de que te pusiera ese bendito pantalón. Todas las nenas iban de pantalón, pero vos no querías volver un paso atrás, me parece. Te dejé unos días mientras trataba de que me escucharas y al final se ve que sentiste frío y te lo dejaste poner. Además, no dejabas de ser nena por el pantalón.

El asombre de los nenes por tu cambio duró muy poco, un par de mese soportamos que dijeran que estabas disfrazado, te señalaron y vi cómo te escondías, pero al rato te volvías a levantar. El cambio había sido muy positivo para vos, para tu salud, estabas más tranquila y hasta podía llegar a pensar que todo mejoraría con el tiempo, pero empezaron los altibajos.

 

Foto cortesía de Gabriela Mansilla. Dibujo hecho por Luana.

Infancias Libres

Además, Gabriela es la fundadora de la Asociación Civil Infancias Libres de Argentina, que promueve la igualdad de los derechos de los niños, niñas y adolescentes trans. Pueden leer más sobre la organización aquí. A mediados de este año, publicaron un informe en donde detallaban la situación actual de las niñeces trans a través de un estudio de caso de 100 de los niños y niñas que han transitado acompañados de la organización. Muchas de las experiencias delineadas en el estudio son similares a las de Luana.

Los resultados los pueden ver aquí.

Créditos

POR
Gabriela Mansilla


EDICIÓN
Editorial UNGS


PAÍS
Argentina


FOTOS
Gabriela Mansilla


PUBLICADO EN
2014

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