Transcripción: Los últimos días de Franklin Masacre
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Daniel Alarcón: Antes de comenzar, un anuncio. Con este episodio se acaba la temporada de Radio Ambulante. Estamos emocionados y agradecidos a todos nuestros oyentes y a los amigos de NPR. Ha sido un gran éxito, y hemos aprendido muchísimo en estos meses. Volvemos en septiembre, con nuevas historias de América Latina y Estados Unidos.
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Daniel: Gracias por escuchar Radio Ambulante. Quiero contarles de un nuevo programa de NPR, una nueva manera de estar al tanto con las noticias del día. Se llama “Up First”. En 10 minutos, más o menos, puedes tener una idea de las noticias importantes del día. Esas cosas que realmente tienes que saber. Arranca el día con “Up First”, disponible de lunes a viernes a las 6 de la mañana, en NPR ONE o en cualquier app de podcasts.
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Daniel: Bueno, aquí el episodio.
Esta historia comienza con una canción:
[Canción: “Free Convicts”]
Daniel: Es un grupo de raperos venezolanos. Acá en Radio Ambulante nos enteramos de ellos a través de Mariana Zúñiga, una periodista —venezolana también—, que los había estado siguiendo.
¿Cómo te enteraste de ellos?
Mariana Zúñiga: Bueno, Daniel, ¿sabes?, la primera vez que yo escuché de ellos fue por un post que vi en Facebook, creo que fue en agosto del año pasado. Un amigo había colocado algo sobre un estudio de grabación que estaba dentro de una cárcel.
[Continúa “Free Convicts”]
Mariana: Y yo dije: “Por fin alguien está haciendo algo dentro de las cárceles para que la gente esté abocada a hacer… a hacer algo diferente con su tiempo. Y no estar pensando simplemente en cómo sobrevivir, o en drogas, o en… o en salir y seguir dentro de ese mismo mundo que los llevó en un primer lugar adentro de esos muros”.
Daniel: ¿Y los llegaste a conocer?
Mariana: Sí, son 15 raperos en total. Yo fui a la cárcel y conocí a unos cuantos. Uno de ellos es Julio, no digo el apellido porque, bueno, me pidió que no lo incluyera. Julio me contó que el grupo empezó en el 2012.
Julio: Y eran un grupo de panas que andaban por ahí “freestyleando”, la vaina…
[Audio de “freestyle”]
Mariana: Se la pasaban en el medio del patio de la prisión, improvisando líricas y haciendo freestyle, y así fue como Julio se hizo amigo de los otros raperos.
Julio: Conocí a los hermanos del Free Convict, la vaina.
Daniel: ¿Cómo se llama?
Julio: Free Convict.
Mariana: Free Convict.
Daniel: Convicto Libre.
Mariana: Exacto, Interno Libre.
Daniel: Para armar un estudio estamos hablando de equipos, de micrófonos, de grabadoras… ¿Cómo logran meter todo eso a la cárcel?
Mariana: Bueno, como se mete todo: como por debajo de la mesa. Es que se empieza a grabar de una manera muy precaria: eso fue lo que me dijo Julio.
Julio: Estábamos grabando con una blackberry, una nota de voz, una vaina…
Mariana: Y se logra meter, poco a poco, este, un micrófono por allá, unos parlantes por acá…
Julio: Hablamos con los jefes. Todo comunicado pa’ que no hubiera ningún problema…
Mariana: Y lograron conseguir un cuarto para habilitarlo y crear un estudio de grabación en ese espacio.
Julio: Se nos dió, gracias a Dios, el estudio en San Juan.
Mariana: Julio se refiere a la Penitenciaría General de Venezuela, la PGV, también conocida como San Juan. Queda a unas 3 horas de Caracas, y cerró en octubre del 2016.
Daniel: Y esta es la historia de que vamos a contar. Bienvenidos a Radio Ambulante, desde NPR. Soy Daniel Alarcón. Hoy exploramos un capítulo muy oscuro en la historia de un país que se enfrenta a una crisis enorme. Cómo y por qué cerró una de las cárceles más grandes y mejor conocidas de Venezuela. Algunos la llamaban la “Prisión Madre”. Quizás esta fue una noticia que se perdió entre tantas otras de hambre y opresión que salen de Venezuela en estos días, pero de muchas maneras esta historia nos ayuda a entender un país que se acerca peligrosamente a un punto de quiebre.
Mariana: La cárcel de San Juan se construyó en 1947, originalmente para 500 presos. Pero para el año 2016, las ONG que se dedican al estudio de las cárceles en Venezuela estimaban que tenía unos 10 mil.
Daniel: Y adentro…
Mariana: Hay todo tipo de personas. Hay personas que no han sido condenadas, hay personas que ya tienen una condena, y no hay una clasificación. O sea, puede haber una persona que se robó —digamos, un ejemplo tonto, quizás—, pero que se robó una manzana, y una persona que cometió un asesinato. Todos en el mismo lugar.
Julio, por ejemplo, me contó que llegó a San Juan en marzo del 2014…
Julio: Por causa de un homicidio. Qué te podría decir…
Mariana: Julio se la pasaba todo el tiempo en San Juan con otro chico de los Free Convict, un rapero que se llama Benjamín. Él que estaba en la cárcel porque lo acusaron de haber cometido un robo, pero Benjamín alega que él no lo hizo.
Benjamín: Porque, como te digo, me incriminaron en el sentido de que… nunca hubo pruebas, pues.
Mariana: Y tanto él como Julio, acabaron en la misma cárcel sin ninguna distinción por el delito que habían cometido. Ambos venían del mismo tipo de ambiente de pobreza y barrios populares en Venezuela. Elio, otro rapero que conocí en la cárcel, me describió el tipo de hogar en el que se crió.
Elio: Bueno, mi infancia ha sido ruda. Desde niño, con mi mamá, porque a mi papá lo mataron de… cuando estaba niño…
Mariana: Elio creció con una madre que hizo de madre y padre, porque su padre fue asesinado cuando él tenía, creo que alrededor de unos 5 años…
Elio: Y a través de eso fue que… caí en los caminos que estoy ahorita.
Daniel: Y cuando llegaron a San Juan, se dieron cuenta que dentro de la cárcel existe un orden impuesto por los propios presos.
Mariana: Dentro de la subcultura carcelaria venezolana existe una sociedad. Tenemos la élite política, y arriba —a la cabeza— está el líder, que es el pran.
Daniel: El pran. El pran viene a ser el jefe, el mandamás, el oli… el autócrata de la cárcel.
Mariana: Que es un reo.
Daniel: Ya.
Mariana: El pran en Venezuela es una figura que se encarga de los negocios de la cárcel, y también se encarga como de la vida del resto de los reos.
Cuando le pregunté a los chicos que de dónde había salido esta figura, esto fue lo que me contestó Julio:
Julio: Los pranes comenzaron como algo legal. Era como decir un sindicato dentro de la cárcel.
Daniel: O sea, ¿hay una negociación entre el Estado y el pran para… para que el pran esté a cargo? ¿O es totalmente libre de las autoridades?
Mariana: En Venezuela fue tanta la negligencia, y fue tanto el poder que perdió, que simplemente… se les fue de control. Se les fue de las manos.
Daniel: ¿Pero hubo algún punto de quiebre, y en qué momento fue?
Mariana: Empieza… Se empieza a ver en Venezuela alrededor de los años 90.
Daniel: A partir de ese momento las cárceles de Venezuela…
Mariana: Quedan hacinadas, abandonadas, caóticas, anárquicas…
Daniel: Y dentro de las cárceles…
Mariana: Son miles de hombres, son miles de armas las que hay adentro, y es muy difícil controlarlos.
Daniel: La situación ha llegado a tal grado, que el ministerio del gobierno que se ocupa de las cárceles negocia con los pranes. Es casi como si hubieran subcontratado el manejo de las cárceles.
Mariana: En las redes sociales se pueden ver, de repente, fotos de la ministra con figuras como pranes de diferentes cárceles. Entonces tú puedes ver que existe una relación de… de colegas.
Daniel: Mariana me explicó que para mantener el control, los pranes le cobran una especie de impuesto a los reos, un impuesto al que le dicen la “Causa”.
Mariana: El pran cobra este impuesto para poder darse el estilo de vida que tienen. Es decir, para comprar la comida, y para mantener la infraestructura de las cárceles: la pintan y recogen la basura. Julio me lo explicó de esta manera:
Juan: Que si la comida, que si a veces los vaciles, las fiestas, la vaina. Porque, como ves, estas son instalaciones donde nadie te da nada, y todo tiene un gasto. Y entonces fue como decir una colecta que hacen los presos para… para cada uno… para cubrir los gastos. Cubrir los gastos. Esa es la “Causa”.
Daniel: Pero, ¿cómo pagas el impuesto? O sea, ¿de qué?, ¿cómo ganas dinero?
Mariana: Bueno, pagar el impuesto es algo… para ellos es una pesadilla. Es un dolor de cabeza pensar cómo “carrizo” yo voy a pagar este impuesto todas las semanas. Entonces ellos como que dependen mucho de sus familiares, dependen mucho de las visitas para poder pagar este impuesto que en ciertas cárceles es mucho más caro que en otras.
Elio, por ejemplo, me explicó que siempre le dio trabajo pagar la “Causa”.
Elio: Y bueno, yo me sustentaba era porque tenía mi revolucioncita por ahí y vaina…
Mariana: ¿Tu qué?
Elio: Mi revolución. Revolución es como decir mi puestico, mi… pa’ vender que si galletas y eso. Eso. Otros tenían venta de cigarros y vainas pa’ pagar eso.
Mariana: Entonces voy por ahí vendiendo cigarros por la mañana para que me den ese dinero y yo poder, con ese dinero, poder pagar mi “Causa”, o sea mi impuesto.
Daniel: Claro, son todos pequeños emprendedores. Tienen que serlo, ¿no?
Mariana: Claro, el que no la paga a tiempo se va directamente “wuuup” de nuevo: pierdes estatus, o te metes en un problema.
Daniel: Perdón, cuando dices “te metes en un problema”… Eso es una manera un poco vaga de decir que que va a haber violencia.
Mariana: Puede llegar a ser eso, pero lo que usualmente pasa en estos casos es que los presos que no pueden pagar son forzados a hacer los trabajos que nadie quiere hacer. Cosas como limpiar baños o recoger basura, remover escombros… Ese tipo de cosas.
Daniel: ¿Qué tipo de reglas pone el pran para mantener orden? O sea, mejor dicho: ¿por qué no se matan entre ellos todos los días?
Mariana: Sí, es verdad que dentro de la cárcel puedes ver reos normales con, de repente, un cuchillo o algo por el estilo. Pero el reo normal, como son nuestros personajes, no tienen armas. Y mientras ella tengan una vida “normal” —tengan comida y tengan ciertas cosas que el gobierno no les provee—, no les importa seguir las reglas de una cierta persona que porta, como ellos dicen, la pólvora, tienen… las armas.
Y bueno: como me contó Benjamín, él, Julio y Elio conocían estas reglas, y llevaban una vida bastante pacífica dentro de San Juan.
Benjamín: Era como libre, era como un pueblo. Y nosotros… Nosotros nos entendemos a nuestra manera. Siempre y cuando sin salirnos del carril, pues, como decimos nosotros.
Daniel: ¿Salirse del carril?
Mariana: Como que hay… Eso: unas ciertas reglas que son sagradas. Por ejemplo, a la visita no se le debería molestar. Si alguien lo visita su hermana o su madre, pues, eso es sagrado.
Daniel: Son reglas diseñadas para mantener la paz y la calma en un penal hacinado.
Juan: San Juan era un penal como todos los venezolanos. Como todos los penales venezolanos: abierto, sí había su malandreo, pero había más, eran un poco más humanos.
Daniel: Quiero entender, no quiero pintar una versión ideal o utópica de lo que era, pero parece, por lo que me cuentas, que cuando entran Julio, Benjamín y Elio, San Juan era un lugar donde el pran era medianamente razonable, y si tú seguías las leyes y las reglas, y te portabas bien, y hablabas muy claro, podías lograr cosas, ¿no?
Mariana: Sí. Si tú te portabas bien y eras muy recto en tu caminar, en tu manera de actuar, pues, no te metías en problemas y tenías una vida medianamente normal.
Juan: Hasta que llegó este fulano que dañó toda la cosa. Cambió todas las reglas, todo el sistema.
Mariana: Llegó un tipo llamado Franklin Hernández Quesada. Él llegó en el 2015, y él ya había estado preso en San Juan, como a principios de los 2000. Y él volvió a visitar a sus amigos, que casualmente eran los jefes de turno en el penal. O sea, tú imagínate que el tipo… La visita se hizo tan larga que ya ni siquiera era visita. El tipo trajo prácticamente sus maletas y se quedó a vivir dentro del penal. Esto es lo que nos cuenta Julio:
Julio: Llegó en octubre. Una visita normal. Llegó, se achantó un rato, estuvo con los panas, caminó el penal. Ya por lo menos los que no los conocíamos, ya lo escuchábamos: “Mira, llegó fulano”.
Mariana: Pero mira, Daniel, tienes que primero entender que esto es algo súper normal en las cárceles como San Juan. La visita de los presos podía llegar y quedarse por varios días, semanas, incluso algunos vivían allí. Entonces claramente no había ningún inconveniente que una persona como Franklin, que ya tenía trayectoria, pues se quedara.
Juan: Está por ahí. Ese pana es bandera, ese pana es rutina vieja.
Mariana: A Franklin resulta que lo estaba buscando la policía, y él dice: “Yo como que me voy a casa de mis amigos, donde yo ya estuve preso, a la San Juan, la Penitenciaría General, y me voy a meter un rato ahí y me voy, ¿sabes?, a ‘chillear’, descansar, voy a estar con ellos”.
Daniel: ¡Woooow! O sea, es decir: esto hay que dejar súper claro porque es absolutamente loco. O sea, uno se esconde de la policía en la cárcel. Eso es lo que me acabas de decir.
Mariana: [Ríe] Más o menos.
Daniel: No, pues, es que la policía no puede entrar.
Mariana: No, no puede entrar. La policía no… no tiene permitido entrar.
Y bueno, Franklin llegó de visita pero no pasó desapercibido. Julio se acuerda de él como un tipo…
Juan: Moreno alto. Cuadrado. La forma en que hablaba: era un hombre que tú le hablabas y automáticamente te… te implantaba… un respeto, un miedo.
Mariana: Y algo súper raro pasó. Benjamín me contó que tan pronto llegó, el pran de turno le dio una pistola.
Benjamín: Está bien, estuviste aquí con nosotros, fuistes tú, tienes… tuvistes tu pistola y tal, se te da tu pistola, fino, toma, tenla.
Mariana: Esto es algo que no lo tiene cualquiera, y mucho menos una visita. Pero Franklin no se comportaba como una visita normal.
Benjamín: Pero, yo en calidad de visita, no puedo tomar decisiones. No, jamás. Y él lo hacía. Era lo que más me extrañaba.
Mariana: Poco a poco empezó a dar órdenes como si él fuera uno de los jefes.
Daniel: ¿Y el pran no se opuso a que Franklin diera órdenes?
Mariana: Eh, no, bueno, porque en realidad estaba el pran —que se llamaba el Ratón—, y el Ratón era el amigo de Franklin desde hace mucho tiempo. Eran como hermanos. Y Julio me explicó que Ratón, pues, le tenía tanto respeto a Franklin que…
Julio: Él le entrega el mando totalmente del penal. A él, siendo visita. Algo que estaba súper mal hecho. Pero bueno, cada quien manda en lo suyo, como quien dice. Y ellos tomaron esa decisión y, bueno, el pana estaba llevando el penal.
Mariana: Lo que estaba pasando era que Ratón, el pran del momento, había sido un protegido de Franklin. Y ahora que estaba de vuelta en la penitenciaría, Ratón le debía favores.
Daniel: Eh, ¿qué pasa con Ratón?, ¿él se queda allí como mano derecha?
Mariana: Como mano derecha, vicepresidente, este… ministro. Llámalo… Llámalo como quieras, pero se queda cerca de él.
Daniel: Cuando volvamos: San Juan tiene un nuevo jefe, y Franklin Hernández se convierte en Franklin Masacre.
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Daniel: Estamos en el 2016, y la cárcel más antigua de Venezuela tiene un nuevo pran.
Entonces, ¿cómo cambia la vida de la cárcel cuando Franklin entra a ser el pran?
Mariana: Desde el principio se veía —o eso es lo que cuentan los chicos—, se veía que él iba a poner una rutina distinta, de que él venía con su idea de vieja escuela, que era un tipo de la vieja guardia.
Juan: Viejo antiguo. Viejo antiguo de esos ordenados, todo tiene que ser por una línea recta.
Mariana: Julio me describió el cambio que trajo Franklin de esta manera:
Juan: No hay un pecado grande, ni un pecado pequeño, todos son pecados. Y el pana, sí, bueno, no tenía clemencia.
Mariana: Y esta actitud, pues, no caía bien entre los presos comunes y corrientes. Benjamín me contó que a Franklin, como líder…
Benjamín: Le faltó, le faltó. Le faltó un poquito porque ya los tiempos de ahora han cambiado mucho, los tiempos de ahora han cambiado para mejor. Y ahora todo es más… es más tranquilo.
Daniel: O sea, perdón, ¿más tranquilo? O sea, ¿cosas de la cárcel habían mejorado?
Mariana: Lo que pasa es que, bueno, Franklin había estado en San Juan, por primera vez, 10 años antes. Y bueno, según Julio…
Juan: Y él venía de esos tiempos, de cuando no tenías que pedirle permiso a nadie pa’ matarte con otro preso, o pa’ pelear con otro preso. Y eso fue lo que le dañó el sistema pues.
Mariana: O sea, yo no entiendo por qué este tipo está viniendo aquí con esas reglas que ya pasaron de moda. Ya nadie… O sea son de… de la vieja guardia.
Daniel: Y lo primero que hizo…
Mariana: Fue subir las cuotas de la “Causa”.
Este es Elio…
Elio: Cobraba muy caro, se cobraba muy caro y no se veía nada… No se veía nada, nada, nada.
Mariana: Tú no tenías idea de en qué se gastaba tu dinero.
Elio: No, nada, nada. No teníamos idea de nada.
Mariana: O sea la “Causa” pasó, según lo dicen los chicos, de 2.000 bolívares a 5.000 bolívares.
Daniel: Más o menos de $2 a $5, según la tasa de cambio del mercado negro de aquella época.
Mariana: Pero primero, con la inflación de Venezuela, súper difícil de pagar.
Benjamín: Siempre todo sube, todo sube, todo sube, todo sube. Y mientras todo suba, tenemos que pagar un poquito más.
Mariana: Y es algo que para alguien que viene de una familia pobre es muy difícil pagar eso… semanalmente.
Elio: Bronca. Rabia. Cuando pedía colaboraciones de plata y no se veía nada de lo que hacía, eso era rabia que le daba a uno. Pero uno qué podía decir. Nada.
Daniel: Y claro, los que no podían pagar vendiendo sus cositas, solo les quedaba robar.
Mariana: Si tú te robas algo en la cárcel, antes, pues, te… te “plomeaban”. Te metían un balazo en la mano.
Juan: Pero era un disparo con una 9.
Mariana: Con una pistola no tan… que no te va a dejar una marca deforme de por vida.
Juan: Pero él lo pasó a gran escala.
Mariana: Tenía unos… como unos castigos bastante… este… medievales.
Elio: Coño, a él le decían el “Monstruo de la mandarria”.
Daniel: Qué es man… man… manda…
Mariana: Una mandarria…
Elio: De la mandarria…
Mariana: Un instrumento como un martillo gigante.
Daniel: ¡No me jodas!
Elio: Una mandarria grandota, y le partía las manos a los locos, así, con la mandarria…
Juan: Y todos terminaban mochos o sin 2 dedos, sin 3 dedos…
Daniel: Estamos hablando de un sicópata.
Marianela: Sí, bueno, creo que se podría decir que normal no era.
Juan: Desde que llegó, llegó haciendo lo malo. Matando gente, gente, gente y gente.
Daniel: ¿Y el descontento? ¿Los otros presos no se rebelaron?
Mariana: Claro, pero no se atrevían a decir nada porque ellos eran los que tenían eso, el monopolio de la violencia: los que portan la pólvora, los que tienen las armas. Entonces claramente nadie se atrevía a quejarse.
Daniel: Pero en agosto del año pasado, Franklin enfrentó su primer obstáculo.
Mariana: El Ministerio de Asuntos Penitenciarios dice que ha intentado, pues, solucionar el tema de las mafias carcelarias tratando de crear otro tipo de cárceles. Están las cárceles de régimen abierto, y están las cárceles de régimen militar.
Vale acotar que ellos llaman régimen abierto a cárceles que son manejadas por los propios reos.
Daniel: Régimen abierto, es decir: una cárcel que no controlamos. Pero le ponemos esta figura y esta frase que lo hace como quedar bien, pero realmente significa aquí no hay control.
Mariana: Exacto. Suena mucho mejor decir “régimen abierto” que decir: “Nosotros no controlamos a esta gente que está dentro de este lugar” [Risas].
Y bueno, entonces como que tienes estas cárceles de régimen abierto, y del otro lado tienes estas cárceles de régimen militar, que han sido una manera del gobierno de tratar de recuperar eso que perdió. Y estas cárceles de régimen militar, obviamente, pues, son mucho más estrictas.
Daniel: O sea, vienen a ser como sería una cárcel normal en un país, digamos, en Estados Unidos o en Europa.
Mariana: Claro, claro. Esto es lo más parecido a una cárcel gringa, digamos. Pero a la vez sigue siendo una cosa, un invento, a la venezolana, para imponer… para imponer este orden que se busca.
Y Benjamín, Elio y Julio me contaron que ya San Juan —que era una cárcel de régimen abierto— estaba como… como en la mira del ministerio, y poco a poco fue vaciando la cárcel y sacando presos y trasladándolos hacia otras cárceles del país.
Juan: Y eso fue como lo que explotó todo, pues, nos estaban vaciando el penal. Y a ellos no le convenía eso.
Daniel: ¿Qué impacto tiene quitarle un reo a Franklin?
Mariana: Sencillamente que le quitan un reo significa: “le quitan plata del bolsillo”. Franklin llega con 10 mil presos y de repente vio que el penal se estaba vaciando. Eso significa menos dinero.
Y, pues, decide aplicar una de las que solía aplicar antes cuando él estaba en la cárcel, acudiendo, pues, a su librito de la vieja escuela, y es que secuestró al personal administrativo de la cárcel.
Juan: Y deciden tomar… tomar de rehenes a todos los administrativos… como por una semana.
Mariana: Este personal es la gente que se encarga, pues, de la parte de llevar a los presos a los tribunales, de llevar los expedientes de cada preso…
Daniel: O sea, son burócratas de la Justicia…
Mariana: Entonces secuestró, el agosto del año pasado, a más de 20 personas.
Juan: Pidiendo a cambio traslado masivo para llenar el penal de nuevo. Como quien dice para garantizar más vida en el penal.
Mariana: Y a cambio, Franklin le pidió a la ministra 3.000 presos de otros lugares.
Daniel: ¿Y amenazando con matarlos?
Mariana: Sí, claro. De hecho hay un video, que es como un video de fe de vida, creo que se dice, de prueba de vida, para que… Que lo graba el mismo… el mismo Franklin para probar que estos, que estas personas, estaban… estaban vivas.
Funcionaria: Buenas noches, estamos hablando los funcionarios que nos encontramos dentro de la Penitenciaría General de Venezuela, en una situación de rehenes que suscitó en el día lunes.
Mariana: Bueno, en este video lo que vemos son unos trabajadores, todos uniformados. Ellos estaban mirando muy serios a la cámara. La que habla por todos es una señora que se identifica como abogado. Los demás solo… solo la rodean, y se mantienen en silencio. El video se tomó 5 días después de que los habían capturado, y ya en ese momento los militares habían rodeado el penal y estaban disparando hacia dentro.
Funcionaria: Sí, estamos en la línea de fuego, porque los guardias nacionales empiezan a disparar a mansalva dentro del penal, estando nosotros dentro. Hemos tenido que salir en defensa de nuestra vida, porque lo que queremos resguardar es el derecho a la vida.
Mariana: Al final, lo que se escucha una voz que viene de atrás de la cámara:
Franklin: Qué pasa que no llega nadie…
Mariana: Ese es Franklin…
Franklin: Por lo menos a que dé hablar con uno, ¿verdad?, directamente, a darle la cara a uno, y decir si vamos a acabar con esta agonía o vamos a seguir con esta agonía.
Mariana: Y bueno, ¿qué pasa? Una semana después se llegaron unos autobuses, y… llegaron más de 2.000 presos al penal.
Daniel: Oh, ¡ganó Franklin!
Mariana: Ganó Franklin.
Juan: O sea, él le demostró a todo el mundo que mandábamos nosotros adentro del penal, no mandaba el gobierno, no mandaba la verde, no mandaba la guardia, no mandaba la ministra, no mandaba nadie.
Daniel: Esto me parece tan alucinante. Te lo juro. Me parece como que un pandillero de barrio logra negociar así con la ministra y ganar. Pero no sé si en Venezuela es noticia.
Mariana: Es que me encantaría decirte, “sí, ¿sabes qué, Daniel? La cosa fue ‘front page’ de todos los periódicos”. Pero no lo fue. No lo fue porque en este país hay hambre, y hay gente que no tiene medicinas, y hay gente que muere todos los días porque eso: porque no encuentra su tratamiento para la quimioterapia. Entonces este tipo de cosas, pues, no… no son cosas que… que hagan mucho ruido.
Daniel: La idea de Franklin era volver al mismo penal abierto de siempre. Había conseguido los presos que buscaba, ahora solo era cuestión de cobrarles la “Causa” y listo.
Mariana: Y para dejarle claro a todo el mundo que San Juan volvía a ser la cárcel que había sido siempre, Franklin decidió hacer una gran fiesta. Y pues la hizo el 14 de septiembre del año pasado, que era su cumpleaños. Fue el acontecimiento social del año en San Juan.
Y cuando llegó el día de esta fiesta, Julio me cuenta que llegaron un montón de visitas al penal. Que era visitas a los presos, pero también eran amigos cercanos de Franklin.
Juan: Llegaron unos panas de él de visita. Como llegaron ellos, rescataban pistolas, rescataban bombas.
Mariana: Rescatar: es decir que Franklin les repartía armas a algunos de los invitados. Como si fuesen juguetes, tipo: “Ah mira lo que tengo. Mira esta arma, mira esta. Mira esta… granada”.
Juan: Muchos dicen que fue que estaban… Que fueron a saludarlos y se le cayó la granada a uno de los panas. Se le cayó la bomba como tal…
Mariana: Y esta granada explotó.
Juan: Una M26. Una bomba que te agarra un tanque y te lo voltea.
Mariana: Cuando estaba llegando las visitas. Cuando había mujeres, niños…
Juan: Explota la bomba un sábado a las 12 del mediodía…
Mariana: Luego de la explosión, un medio local, el Tubazo Digital, capturó la escena en las afueras del hospital más cercano a la cárcel:
Reportero: Donde se ha generado una situación de conflicto dentro de la Penitenciaría General de Venezuela. Como podemos ver en nuestras imágenes la situación, repito, datos confirmados: hasta ahora nos reportan 2 fallecidos, 19 heridos y algunos heridos de la visita que se encontraban…
Mariana: Y se murió un número incontable de personas. La verdad es que no se sabe cuántas personas se murieron.
Daniel: ¿Por qué es que no se sabe?
Mariana: Porque no hubo un conteo oficial. Algunos cuerpos salen de la cárcel, tipo —“bueno, llévate estos cuerpos”—, y otros cuerpos no salen, y fueron enterrados dentro de la penitenciaría.
Juan: El caos total. Sacó a los… Sacó a los heridos. Agarró a los muertos, los metió para otro lado.
Mariana: Se muere la gente, Franklin le dice a la gente como que, “bueno, bueno, váyanse todos para sus cuartos”, mientras ellos se deshacían de la evidencia, limpiaban y enterraban los cuerpos.
Juan: Y eso es palabra santa, pues. Si ellos dicen “cada quien para su cuarto”, es cada quien para su cuarto.
Mariana: Este es julio.
Julio: Y ya uno como población te toca es guardarte y resguardar tu vida, pues. Como tal. Más ellos si se quedaron ahí haciendo lo que iban a hacer, que si guardar los muertos, enterrar el que iban a enterrar, sacar al que iban a sacar, los heridos, la vaina…
Mariana: Lo raro fue que como a las 2 horas los obligaron a volver a salir. Elio me contó que los allegados de Franklin entraron a los cuartos y sacaron a los presos comunes y corrientes hacia afuera.
Elio: Y después pegaron una luz para allá para… para el galpón.
Mariana: Y la escena que encontraron en el patio de la penitenciaría… era surreal.
Elio: Pa’ ver unos cantantes de salsa que traía, pero eso era para disimular. Para ellos guardar los muertos.
Mariana: Y después, hizo que todo el mundo bailara.
Juan: Y bueno, prende la música y que siga la fiesta. Eso a nadie le pareció bien, ¿sí me entiendes?
Mariana: Todavía se podía oler la sangre. La gente tenía que estar bailando en el centro del penal porque era su cumpleaños.
Elio: Todo eso fue horroroso, todo el mundo tenía ese trauma. Ese día. Nadie pudo dormir por eso.
Mariana: Una semana después, llegó el ejército. Cientos de soldados rodearon el penal. Las órdenes eran claras: nada ni nadie podía entrar o salir de San Juan.
Daniel: La granada dejó en claro lo que todos sabían: que Franklin era un déspota peligroso, y que el Estado no le podía permitir que se quedara en el poder.
Mariana: Julio me dijo que después de la explosión…
Juan: Habían personas que sí prácticamente vivían dentro del penal, y se quedaron con nosotros.
Mariana: Y Franklin decidió utilizarlos como ficha de negociación.
Juan: Cuando él se da cuenta que el penal está rodeado, él no deja salir a más nadie, porque la visita es lo único que nos resguardaba, pues. Como decir que frenaba al gobierno de que se metiera y nos matara a todos. O que se prendiera la guerra.
Daniel: Estaba utilizando a la visita de escudo, para que el gobierno no tomara la cárcel.
Mariana: De hecho hay videos en el canal de Youtube de la cárcel…
Daniel: Perdón, perdón, perdón, perdón, perdón: ¿el San Juan tenía su propio canal de Youtube? [Risas]
Mariana: [Riendo] Sí.
Daniel: Perdón, voy a buscarlo en este instante. ¿Cómo se llama? ¿Penal…?
Mariana: No, en Youtube hay un canal que si pones PGV, te va…
Daniel: Aquí está, Penitenciaria General, ¿esa?
Mariana: Ajá.
Daniel: Ya, ya estoy viendo videos.
Mariana: Pero comones, una cárcel, pues. O sea, para mí es una locura que una cárcel tenga un canal de Youtube porque al tipo le gusta el estrellato.
Daniel: Sí, sí, sí, sí…
Mariana: Pero bueno, sí, como que en esos videos que tú estás viendo allí, hay, entre esos, hay unos videos que muestran como que a unas madres y a unos niños que se quedaron encerrados dentro del penal después de lo de la granada. Y en este que se grabó el 30 de septiembre, o sea unas semanas después de que el ejército rodeara la penitenciaría, se puede ver una mujer rodeada por unos 10 niños como bien pequeños y flacos. Y la mujer, pues, le está hablando directamente a cámara, y hace un llamado:
Mujer: Para explicarle al país y al presidente que aquí se encuentran las madres. Que estamos de verdad preocupadas por la situación que está sucediendo. Entonces le estamos haciendo un llamado, que nos dejen pasar la comida, el agua, los medicamentos… Todos los insumos para poder estar… sobrevivir, pues.
Mariana: Franklin estaba haciendo exactamente lo mismo que hizo cuando se secuestró a la administración del penal, y los tuvo allí como rehenes. Él estaba grabando videos para forzar al gobierno a que los dejara en paz, quitara el ejército, y trajera comida.
Franklin: ¡Y que no están pensando ni en los niños!
Mariana: En este otro video vemos alrededor de 100 mujeres y niños. Y la voz que se escucha en el fondo es Franklin.
Franklin: Señores, yo quiero que sean seres humanos también. Que pensemos en los niños. En ningún momento, este servidor, Franklin, ha dicho que no quiere diálogo. ¡En todo momento yo he querido hablar!
Mariana: En el momento en que se grabó este video, ya el ejército tenía como 5 días alrededor de la cárcel. Ya la gente estaba empezando a sentir hambre, y Franklin terminó su mensaje acusando directamente al gobierno.
Franklin: ¡Y ellos quieren hacer una masacre con nosotros! Y si la visita está allá afuera. Y si está aquí con nosotros. Es por voluntad propia. Porque nos quieren ayudar. [Aplausos]
Daniel: ¿Quiénes son los que están aplaudiendo? ¿La visita?
Mariana: Sí, la visita.
[Cantos y aplausos]
Daniel: ¿Y qué están diciendo?
Mariana: Gritan: “¡Queremos pan!”.
Un par de semanas después de que el ejército rodeara el penal, la comida se acabó. Y la gente se alimentaba como podía.
Juan: Algunos comían perros, gatos. Se acabaron los perros, se acabaron los gatos, se acabaron las matas, se acabó todo, y entonces ya era que vives a punta de drogas y…
Mariana: Estaban drogados hasta más no poder para aguantar el hambre.
Daniel: Hmmm. ¿De dónde venía la droga?
Mariana: Pues de la misma manera que metes las armas, o sea, llega de… llega como llega la comida, llega como llega cualquier cosa que llega… que llega al penal. Lo que pasa es que, bueno, sí, la droga sí todavía había, y comida no… no llegó a haber.
Juan: Ya… Ya llegaba un punto en que no podíamos caminar mucho, no podíamos estar corriendo, no te podías bañar. Muchas cosas porque te debilitaba el cuerpo. La droga te mantenía activo.
Mariana: Piedra…
Daniel: Crack…
Mariana: Perico, que es como le dicen a la cocaína aquí en Venezuela.
Juan: Entonces ya veíamos que el que no fumaba, estaba fumando. El que no agarró una pistola en todo el tiempo que estuvo allí, andaba con un fusil y 2 pistolas por ahí echando vaina. Y ya era como decir, esta es la locura, es más aquí lo que está reinando es el diablo.
Mariana: Franklin seguía grabando videos para enviárselos al Ministerio de Prisiones. En uno de los videos, él denuncia que hay presos que tienen tuberculosis y que necesitan de sus medicinas. En el video se ven hombres súper flacos, que evidentemente están muriendo de hambre…
Franklin: Esta es la necesidad que estamos pasando nosotros ahorita, ves. Esta es la real necesidad, la verdadera parte, la verdadera historia de la Penitenciaría General de Venezuela es esta, ¿ves?
Mariana: La voz que se escucha detrás, como siempre, es la voz de Franklin.
Daniel: O sea, él no sale en la imagen…
Mariana: No, no. Él insiste en que los enfermos del penal necesitan sus medicinas para la tuberculosis, y luego él cambia como abruptamente de tema, para decir que…
Franklin: Hasta nuestro presidente, Nicolás Maduro: a él también lo buscan “descoñetar”. Porque él tiene su contrario, ¿me entiendes?, que es la oposición prácticamente, ¿ves?
Daniel: Parece que Franklin se estuviera comparando con Maduro.
Mariana: Sí, eso pareciera… Pero realmente lo que está haciendo es acusando al gobierno directamente.
Franklin: Abóquense a este problema, ¿me entiendes? Porque esto sí es lo que está pasando aquí, ¿hmm? No quieran desviar los problemas que tengan en Venezuela y venírselos a “encacar” a uno, “encaquetar” a uno, como se dice.
Mariana: Y termina el video enviándole un último mensaje a la ministra de prisiones:
Franklin: Acuérdese que esta es la Penitenciaría General de Venezuela, la cárcel madre de Venezuela, ¿me entiende? Aquí, donde debemos tener los mejores tratos…
Daniel: ¿Y funcionó? ¿Logró que la ministra lo ayudara por segunda vez?
Mariana: No. Esta vez no.
El ejército sitió a las personas, los mantuvo por 35 días ahí metidos…
Daniel: Y cada día…
Mariana: Había un intercambio de fuego entre los 2 bandos.
Juan: Tiroteos a cada rato: bam, bam, bam.
Mariana: Balas para adentro, balas para afuera.
Julio, Elio y Benjamín se protegían como podían.
Daniel: ¿Estaban atrincherados?
Mariana: Exacto.
Juan: Y de repente, despertamos con un megáfono que está por afuera del penal, por toda la línea de fuego diciéndote que hay 3.000 verdes.
Mariana: Verdes. O sea, militares.
Juan: Que sea como sea lo van a tomar.
Mariana: Los que no podían soportarlo más dijeron: “Bueno, yo prefiero que me atrapen los guardias nacionales afuera, yo me voy a saltar la reja”.
Juan: Entonces empezó el pueblo como tal a ver este hueco en esta pared y ya detrás de esta pared queda la tela, y ahí saltamos y… bueno, que sea lo que Dios quiera.
Daniel: O sea, es una imagen muy irónica, ¿no? O sea, la gente de la cárcel saltando la valla, pero no para escaparse, sino para entregarse…
Mariana: Sí, lo que Julio me contó es que cuando los presos comienzan a saltar la valla, o la tela, como ellos le dicen, ya el problema era otro.
Juan: La problemática no eran los verdes ya, eran los de adentro que no te dejaban salir.
Mariana: Julio me contó que para que los presos no siguieran saltando, Franklin y sus hombres los encerraban dentro de la cárcel.
Juan: O a muchos que iban saltando le entraban era a tiros. Los mismos malandros le entraban a tiros a los malandros. Cosa que está mal hecho.
Daniel: Y Julio, Benjamín y Elio se quedaron, por un rato. O sea, ellos aguantaron casi hasta el final, ¿no?
Mariana: Sí, porque ellos dijeron, mira:
Juan: Nosotros sabíamos que donde llegáramos no íbamos a tener un estudio como ése, no íbamos a tener la oportunidad de pagar la cana como la estabamos pagando, porque…
Mariana: “¿En qué otro penal yo voy a pagar la condena haciendo lo que a mi me gusta que es rapear y haciendo música?”.
Juan: Y ese era el privilegio que teníamos en San Juan.
Mariana: Y de hecho, como que los últimos días pasa uno de los amigos del pran y dice:
Juan: “¿Pero todavía los raperos siguen aquí con nosotros?”.
Mariana: Y Julio le dice:
Juan: “Nosotros vamos a defender el estudio hasta que se pueda”.
Daniel: De esa alta cúpula de Franklin, ¿ellos sí se quedan? ¿Hasta el final?
Mariana: Irónicamente solo se quedan algunos, porque hay gente de sus más allegados que se empezaron a saltar también.
Juan: Ya saltaban jefes. Ya habían saltado jefes la tela. Jefes que habían dejado solo al pueblo. ¿Que si el capitán se hunde con el barco?: no. quedaron pocos ahí en el barco esperando a que se hundiera.
Mariana: Cuando esos jefes empiezan a abandonar a Franklin, ellos dejan de guardar la poca comida que queda.
Juan: Empezamos a abrir cuartos de ellos, y encontramos que si cuartos llenos de plata, cuartos llenos de comida. Que fue como decir ya la rabia que tenía el pueblo de que, “¡Ajá! Había toda esta comida y nosotros 33 días sin comer”.
Mariana: Agarran esa comida, y deciden tener como una última… cena.
Juan: Claro, era como decir: “Bueno, vamos a comer todos”. Y todo el mundo decía, “bueno, mañana saltamos. Saltamos en la mañana”.
Mariana: Elio me decía que se tiraban al piso a lamer una mayonesa que se había caído.
Elio: Eso lo agarraron como si fueran hormigas. Una cosa que nunca había visto yo en mi vida y… Pero todo era horroroso.
Daniel: Mierda…
Mariana: Y dicen que la comelona duró desde la una de la tarde hasta las 3 de la mañana.
Mariana: Y bueno, eso fue lo que hicieron: agarraron, comieron, saltaron…
Benjamín: Y nos reunimos como con 15 panas. Decidimos salir corriendo y brincar, brincar. Brincar.
Mariana: Y después los soldados los agarraban, les daban de comer, y luego hacían el traslado a otras prisiones.
Daniel: ¿Alguien vio a Franklin en estos días?
Mariana: Elio. Elio cuenta que… que lo vio, solo, en un pabellón…
Elio: Llorando. Que no nos brincáramos más, que si la siguen brincando íbamos a darle el lujo a ellos.
Mariana: Que pedía por favor que se dejaran de saltar. Y a él le pareció triste la imagen de un hombre que pensaba que todo lo podía, tan… tan disminuído.
Elio: Se creía fuerte y todo… Llorando después en lo último.
Daniel: Entonces, cuéntame de los últimos días de Franklin Masacre.
Mariana: Bueno, digamos que Elio, Julio y Benjamín brincan un jueves, y San Juan se cierra definitivamente un sábado. El 28 de octubre es cuando termina de entrar finalmente la Guardia Nacional. Y se llevan a este hombre para otra cárcel que es donde se encuentra actualmente.
Daniel: Ya. Entonces, cuando tú hablas con Julio y Benjamín y Elio, ahora, ¿cómo los ves? ¿O sea, reflexionan sobre esto y dicen: “qué suerte que vivimos”?, ¿sienten angustia?, ¿sienten nostalgia por su estudio?
Mariana: Bueno, eh… Claramente nostálgico, como que, “qué mal todo lo que logramos y haberlo perdido de esa manera”. A Julio le causa mucha, mucha tristeza, y, pues, nostalgia de lo que… de lo que logró y perdió.
Juan: Sí, rabia. Rabia, de tener que dejar la casa. Y eso fue algo que él nos cambió esa decisión totalmente con sus acciones.
Daniel: ¿Y qué pasó con el San Juan, como espacio físico? ¿Qué hay ahí ahora?
Mariana: Bueno, tristemente San Juan, hoy en día, ya pasados varios meses de haber cerrado, la cárcel sigue dando muertos. De hecho, en marzo de este año, comenzaron a salir noticias como esta:
Noticiero 1: Preocupante hallazgo en Venezuela…
Noticiero 2: 7 cadáveres encontrados por las autoridades en una fosa común. Puertas adentro del penal. Se trata de la Penitenciaría General de Venezuela.
Noticiero 1: ONG advierten que el número de cuerpo sin vida enterrados allí podría ser mayor.
Mariana: Y por ahora el conteo de muertos es de 14. Ese es el conteo oficial. Pero, por esta historia, por estos chicos, sabemos que el día de la granada se murió mucha más gente, y sabemos que esa gente se enterró dentro de San Juan. Entonces no sería raro que muertos sigan saliendo. Y muchas personas, muchas madres todavía siguen esperando saber si son sus hijos o sus familiares los que están allí enterrados.
Daniel: Uno no puede escuchar esta historia y no pensar en el país. Digo, en la situación de Venezuela más allá de la cárcel. Hoy, mientras grabo esto…
Reportera 1: La crisis en Venezuela y la represión de la Guardia Nacional a los manifestantes que piden elecciones y rechazan la Constituyente de Nicolás Maduro parece no tocar fondo.
Reportera 2: Completamos la quinta semana de protestas y así mismo la quinta semana de represión por parte de las autoridades.
Reportera 3: Según cifras de la Fiscalía General de la República suman al menos 34 las personas fallecidas en medio de estas protestas antigubernamentales que se iniciaron en el mes de abril.
Daniel: Y se lo puse así a Mariana. Qué tanto se puede interpretar esta historia de Franklin Masacre, de una cárcel donde los reos se mueren de hambre, como una metáfora de lo que está pasando ahora. En las calles.
Mariana: Bueno, sin duda. Yo también haciendo… quizás son cosas que uno no se da cuenta por estar inmerso en todo el problema, pero este… vemos como… como Franklin quería controlarlo todo y al final todo se le fue de control, cosa que vemos hoy en día pasando en Venezuela. De hecho, hoy en… hoy mismo, fuera de este estudio, hay un montón de personas reuniéndose para protestar en contra del gobierno de Nicolás Maduro…
[Audio de protestas]
Mariana: Están saliendo a manifestar en contra de todas la penurias que han vivido durante 3 años, desde que comenzó la crisis económica. Entonces sí, digamos que me causa, ¿sabes?, un pelo de tristeza cuando me lo dices, pero es que es verdad. Podríamos ver a Venezuela como una versión de ese San Juan y cómo las personas sí están escapando, como… como los mismos reos se escapaban, se saltaban la tela, la valla, para ir a lo desconocido. Y los venezolanos hacen lo mismo. Se van hacia Colombia. Se van hacia Brasil, se van hacia Europa, a Estados Unidos. Muchos se van sin recursos, sin saber lo que… lo que les espera.
Daniel: Luego de que el ejército tomara a San Juan, Franklin Hernández fue transferido a otra cárcel. Hay reportes de que cumple su condena en un régimen de confinamiento solitario.
A finales del pasado mes de marzo, el Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses declaró que había encontrado 15 cuerpos enterrados en una fosa común en la antigua cárcel de San Juan.
Mientras tanto, al cierre de este episodio, Venezuela entraba en la sexta semana de manifestaciones masivas en contra del gobierno del presidente Nicolás Maduro. Los choques producidos entre las fuerzas del gobierno y los manifestantes han dejado un saldo de 39 muertos.
Esta historia fue editada por Luis Trelles, Camila Segura y por mí. La mezcla y el diseño de sonido son de Désirée Bayonet. Agradecemos a Francisco Toro, de Caracas Chronicles; a Carlos Nieto Palma, de la organización Una ventana a la libertad; y a Carlos Hernández.
El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Andrea Betanzos, Melissa Montalvo, Caro Rolando, Barbara Sawhill, Camila Segura, Ryan Sweikert, David Trujillo, Elsa Liliana Ulloa, Luis Fernando Vargas y Silvia Viñas. Maytik Avirama es nuestra pasante editorial, y Carolina Guerrero es la CEO.
Radio Ambulante se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.
Finalmente, queremos agradecer a los amigos de NPR que tanto nos han apoyado en esta temporada. En particular a Rolando Arrieta y Camilo Garzón. ¡Muchísimas gracias!
Como mencioné al comienzo, hoy terminamos la temporada, de Radio Ambulante, pero no nos olvides: comparte nuestras historias con sus amigos, escribe una reseña sobre el podcast en iTunes, síguenos en Twitter o Facebook o en nuestra página web, radioambulante.org.
Y pronto volveremos con más historias de América Latina.
Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.