Un lugar muy improbable | Transcripción

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[Daniel Alarcón]: Esto es Radio Ambulante desde NPR, soy Daniel Alarcón.

En la costa Caribe colombiana, hay varios pueblos con nombres bastante particulares: Planeta Rica, Repelón, Distracción, Ovejas, María La Baja. Otros tienen nombres de santos de los que probablemente solo unos pocos quizás hayan escuchado: San Onofre, San Martín de Loba, San Andrés de Sotavento.

Esta historia empezó en uno de ellos: San Estanislao de Kostka. Un pueblo tan difícil de pronunciar que algunos le dicen Kotstka, Koska o Koka. Para ir hasta allá desde Bogotá, la capital, primero hay que llegar a Cartagena y de ahí, trasladarse de la única manera posible: en bus, durante casi dos horas y por una carretera desgastada y tan angosta que los buses deben tener mucho cuidado de no cruzarse y estrellarse. 

Allá mismo, en 2013, trabajaba Carlos Eduardo García Granados, un juez que, desde su precario juzgado, se propuso hacer algo tan extraordinario que motivaría a más de 60 personas a viajar desde Bogotá, Barranquilla e incluso Australia para llegar hasta donde él. 

Y es que, en ese momento, Carlos era uno de los poquísimos que se arriesgaba a garantizar un derecho fundamental, así hubiera algunos dispuestos a meterlo en problemas por eso.   

La periodista colombiana Laura Robles Muñoz viajó hasta San Estanislao de Kostka para visitar aquel juzgado. Después de la pausa, nos cuenta esta historia.



[Daniel]: Estamos de vuelta, Laura Robles Muñoz nos sigue contando.

[Laura Robles]: El bus en el que llegué a San Estanislao de Kostka desde Cartagena se demoró casi dos horas e iba repleto de gente. Por dentro era rojo y tenía dos parlantes de música sonando a todo volumen: una canción para el conductor y otra para los pasajeros. 

El pasillo era estrecho y permanecía bloqueado por gallinas, cajas y bolsas. La temperatura estaba cerca de los 33 grados y la única ventilación era la poca brisa que se colaba por unas ventanas pequeñas.

Yo venía sentada al lado del protagonista de esta historia, el juez Carlos García.

[Carlos García]: Entrando a San Estanislao. Entrando a la cabecera. 

[Laura]: Hacía casi siete años que Carlos no visitaba el pueblo y estaba ansioso por ver cómo lo encontraba… 

[Carlos]: Bueno, aquí sí ya nos vamos a bajar. Sí, ya. 

[Laura]: Apenas nos bajamos del bus, nos llegó una sensación de vapor caliente en la cara. Empezamos a caminar hacia el parque principal y yo veía que Carlos no paraba de sorprenderse de cómo estaba el pueblo.

[Carlos]: Está un poquito deteriorado. Bastante, diría yo.  

[Laura]: Las fachadas de las casas se veían desteñidas, como si la lluvia hubiera lavado los colores.  No había casi nadie en la calle, a pesar de que era pleno mediodía. Seguramente se protegían del sol caribeño, pero no dejaba de dar la impresión de que era un lugar desolado, donde no pasa mucho. 

A Carlos, que ya había estado ahí antes y conocía las dinámicas del pueblo, también le dio la misma impresión.   

[Carlos]: Veo el pueblo también como un poco apagado. Es que gran parte de la gente o ya se ha mudado o se ha muerto. Entonces como que ya, ya no reconozco a casi nadie.

[Laura]: Caminamos un poco y me hizo un pequeño tour. 

[Carlos]: Ese edificio en terracota y un rosado rarísimo, esa es la alcaldía. 

Y bueno, aquí tenemos el Parque de la Pola.

[Laura]: El parque principal del pueblo, que era más un planchón de cemento a medio terminar con unas cuantas bancas del mismo material. Todo gris… Lo atravesamos y pasamos por la iglesia en plena misa…

Y en ese momento…

[Carlos]: ¡Ay! Qué tristeza.

[Laura]: Ese “¡Ay!” de Carlos fue porque nos topamos con una casa abandonada. La que antes era la sede del juzgado, el lugar por el que estábamos ahí.

[Carlos]: Me da tristeza ver cómo está la sede. Está horrible. Impresiona ver cómo han dejado deteriorar tanto esta casa. Se ve un poco triste, lúgubre porque la verdad lo que ha quedado de la sede del juzgado, sí es terrible, tenebroso.

[Laura]: Era la primera vez que veía vacío el juzgado, pero no la primera que lo veía venido a menos. 

Fue, justamente, en su primer día de trabajo en este lugar y en su primer día como juez: el 16 de diciembre de 2011. Al terminar sus estudios, Carlos se había interesado por tres juzgados diferentes y, al final, decidió postular al de San Estanislao de Kostka. Era el que más le convenía. No había encontrado opciones en Cartagena, la ciudad donde creció, pero esta era la más cercana y quería seguir viviendo ahí, así le tocara ir y venir todos los días de San Estanislao. Ese viernes, cuando llegó ahí a trabajar como juez, encontró el juzgado sumergido hasta la mitad y el pueblo inundado por el exceso de lluvias que había desbordado el río. 

La secretaria y la escribiente que lo esperaban ese día para darle la bienvenida no pudieron ni presentarse bien. Tenían que actuar rápido. Como el aire acondicionado estaba a la altura del piso, había que buscar los interruptores.

[Carlos]: Y que tuviéramos el detalle de fina coquetería de bajar la palanca o si no, la electrocutada iba a ser como para mil maneras de morir.

[Laura]: Cuando cortaron la electricidad, las dos mujeres le dijeron que se remangara el pantalón para sacar todo. Rápidamente empezaron a guardar todos los documentos en cajas. Primero, los expedientes; luego, copias de demandas, solicitudes de matrimonio; después, correspondencia de todo tipo y lo que encontraban en los cajones. 

Como pudieron, cargaron las casi veinte cajas y las subieron a la camioneta del esposo de la secretaria. Tenían que llevar todo lo antes posible a una bodega en la parte alta del pueblo, donde no había llegado la inundación. Una vez acabaron de subir los documentos a la camioneta, comenzaron a sacar todo lo demás. 

[Carlos]: Mesas, bueno, los escritorios, las sillas, todo… Afortunadamente los computadores estaban en unos escritorios alticos, no se mojaron, pero de resto sí uuu. Los nuevos muebles que se nos deterioraron tanto que se sopló la madera y tocó botarlos. 

[Laura]: Cuando pudieron regresar y reacomodar lo que habían logrado salvar, Carlos dimensionó lo mal que estaba la vieja casona amarilla. 

[Carlos]: Entonces era la cueva de Batman. Había murciélagos. El techo estaba ya vuelto nada.

[Laura]: Al poco tiempo, el árbol de mango que había en el patio se cayó sobre ese techo desgastado. Y como además estaba lleno de comején, un insecto diminuto que come madera, le destrozó una parte. Otra cosa que se cayó por esos días fue un ventilador de hélices que colgaba en el despacho. Se le vino encima a la secretaria, le hizo un corte en la frente y tuvieron que coserle cuatro puntos. 

[Laura]: ¿Y usted qué pensaba?

[Carlos]: ¡Madre mía! ¿Dónde me he metido?

[Laura]: Pero aun en medio de esa precariedad, en ese desteñido, destruido e inundado juzgado, el juez Carlos García empezó a hacer su trabajo. Se vestía con toga y en medio de un calor que lo bañaba en sudor, hacía trámites como casos pequeños de deudas, demandas de alimentos y, de vez en cuando, matrimonios civiles. 

[Laura]: Carlos nació en Santa Marta, otra ciudad del Caribe colombiano, en 1981. Pero cuando era un niño, su familia y él se mudaron a Cartagena. Ahí estudió todo el colegio y después derecho en una universidad pública.

Entró en 1999 y poco a poco se fue especializando en derecho penal, civil, de familia… Le gustaba la carrera, pero no podía evitar sentir que, en sus clases y libros de teoría, había algo que no le cuadraba con el concepto de familia. 

[Carlos]: Cuando uno estudia la institución del matrimonio tal como viene del derecho romano, pues tiene unos condicionamientos. Esa estructura mamá, papá, hijos, está mandada recoger, o sea, es tal vez una minoría frente a familias uniparentales, familias recompuestas, familias homoparentales, familias diversas.

[Laura]: Su propia familia no era tradicional: estaba conformada por su mamá, abuela y tías, pero según la ley de ese momento, no cabía dentro del concepto de familia. Además, Carlos era gay, y por supuesto, le parecía injusto que, teniendo los mismos deberes que todos los ciudadanos, las personas LGBTIQ+ no tuvieran acceso a los mismos derechos.

[Carlos]: Sí, muy bonito el derecho a la igualdad ante la ley. ¿Pero por qué las parejas del mismo sexo no se pueden casar? ¿Cuál es la diferencia?  Y uno podía de pronto preguntarse pero, ajá, ¿y no se podría pensar a futuro en unas reformas? Yo siempre sentí que algo tenía que hacerse. Algo que, que de pronto, superase ese estado de cosas que existían.

[Laura]: Y a pesar de que, estando en la universidad, Carlos no conocía a compañeros ni profesores que se estuvieran haciendo las mismas preguntas que él, sí escuchaba noticias de que no era el único. 

[Carlos]: Ya empezaba a oír algunos ecos sonando acá, pero era muy complicado, y uno lo veía como una utopía, como algo muy a lo lejos que se viera venir.

[Laura]: Por esos años, a finales de los 90 y a principios de los 2000, distintos colectivos y políticos en Colombia ya habían comenzado a exigir igualdad de derechos para las personas LGBTIQ+. En 2001, por ejemplo, se discutió en el Congreso la posibilidad de que las parejas homosexuales que vivían juntas también tuvieran derecho a la unión libre, como las parejas heterosexuales. Con eso podrían heredar propiedades o tener el mismo seguro de salud, entre otras cosas. Pero, esa vez, el Congreso archivó ese proyecto de ley. 

Y también archivó dos más en los años siguientes. Pero una organización llamada Colombia Diversa, que lucha por el bienestar de las personas LGBTIQ+, armó otra estrategia: recoger casos puntuales de parejas que demostraran los problemas que enfrentaban por no ser reconocidas legalmente. Esta es Marcela Sánchez, la directora de la organización.

[Marcela Sánchez]: Los casos que nos llamaban la atención o que llegaban a nosotras en ese momento para el tema de parejas era: “yo viví con mi pareja 25 años y llegaron y cambiaron las guardas de la casa. La familia vino y sacó todas las cosas de mi pareja. Me dicen que yo era el empleado doméstico”. Esos casos donde dejaban a la gente en la calle, y esos casos los llevamos a la Corte.

[Laura]: A la Corte Constitucional. A Colombia Diversa le pareció una mejor idea acudir a esta institución porque entre sus funciones está proteger derechos fundamentales, como los de igualdad, libertad y dignidad. La Corte Constitucional no legisla ni crea nuevas normas, pero les recuerda a otros poderes del Estado lo que se debe hacer para proteger derechos fundamentales de todos los ciudadanos. En muchos casos, ha sido la institución que más ha avanzado en Colombia los temas de inclusión. 

Entonces, en 2006, el primer derecho que Colombia Diversa pidió que la Corte garantizara fue lo que ya se había intentado en el Congreso sin éxito: que las parejas del mismo sexo fueran reconocidas como parejas en unión libre. Y al año siguiente, la Corte falló a su favor. 

Cuando salió la noticia, Carlos estaba almorzando con unos compañeros del trabajo. A algunos de ellos no les pareció un motivo para celebrar.

[Carlos]: Y entonces como que había comentario de ay, ahora esto va a ser pa que adopten, pa que entonces esto se vaya al despiporre que no sé qué, que no sé cuántos… siempre había gente un poco retardataria trabajando con uno. Yo todavía no había salido del clóset oficialmente, entonces eso son cosas que uno como que viendo la reacción de la gente, a veces se cohíbe de decir: “Ey, no me parece tal cosa”. Y entonces como que uno va como cogiendo más fuercita más adelante.

[Laura]: Más adelante, poco a poco, con las victorias que fueron ganando las parejas homosexuales ante la Corte Constitucional: primero el derecho a heredar propiedades, luego a recibir la pensión de una pareja fallecida, después a tener el mismo seguro de salud… Obtuvieron derechos migratorios, derecho a protección en caso de violencia intrafamiliar, etc., etc. Y así, para el 2009, en la práctica, una pareja en unión libre homosexual llegó a tener los mismos derechos de una pareja en unión libre heterosexual. 

[Carlos]: Yo sentí que había un respaldo, que de pronto no encontrábamos en el Legislativo, que las cosas iban a cambiar de alguna manera.

[Laura]: Pero una unión libre y un matrimonio no son lo mismo. Y si bien tienen algunas diferencias legales, la más importante para las parejas homosexuales es que un matrimonio, casarse con alguien, tiene una historia y una carga simbólica única. 

Así que al año siguiente, varias organizaciones, entre esas Colombia Diversa y activistas LGBTIQ+ se unieron para exigir su derecho al matrimonio. 

[Marcela]: Presentamos la demanda y es donde la Corte dice… hace una sentencia en el 2011 diciendo que, que las parejas del mismo sexo son familia. Por primera vez la Corte dice que somos familia. 

[Laura]: Pero el problema era que la Corte seguía sin mencionar explícitamente lo del matrimonio. Así que todo quedaba en un limbo jurídico abierto a interpretaciones.

[Marcela]: Es una sentencia como un jeroglífico, como cada uno interprete lo que quiere, entonces es como… lo que es clarísimo es que dice las parejas del mismo sexo conforman familia de acuerdo a la Constitución de Colombia. Pero sí era como: “Camina como pato, habla como pato, parece un pato. ¿Será que es pato o no es pato?” Así era la sentencia más o menos. 

[Laura]: ¿Podían o no casarse? La Corte prefirió pasarle la responsabilidad de definir si era o no matrimonio a los que tantas veces se habían negado a hacerlo. Este es Carlos otra vez. 

[Carlos]: Decía que los que el Congreso tenía dos años para hacer una reglamentación que permitiera a las parejas del mismo sexo formalizar su unión y todo eso.

[Laura]: Por supuesto, la lucha que comenzó en ese momento no sería fácil ni tendría enemigos pequeños. A los proyectos de ley sobre el matrimonio igualitario se oponían varias iglesias, sectores políticos conservadores y grupos ciudadanos. Tanto afuera del Congreso, como en esta manifestación en abril de 2013 en la que estaba, entre otros opositores, la concejala de Bogotá Clara Sandoval…

[Soundbite de archivo]

[Clara Sandoval]: Nosotros estamos defendiendo es que no se redefina el matrimonio, porque al cambiar el concepto de matrimonio se cambia el concepto de la sociedad misma. 

[Laura]: Y también adentro del Congreso, con argumentos muy agresivos de los congresistas opositores. Hubo uno en particular que hizo el senador conservador Roberto Gerlein que fue muy polémico.  

[Soundbite de archivo]

[Roberto Gerlein]: Qué horror un catre compartido por dos varones. Ese es un sexo sucio, asqueroso, un sexo que merece repudio, un sexo excremental.

[Laura]: Los debates en el Congreso siguieron sin llegar a nada y el proyecto de ley fue archivado a mediados de 2013. Pero no era necesariamente el final de la lucha por el matrimonio igualitario, porque en el fallo de 2011, la Corte también había dejado claro el plazo para el Congreso: si en esos dos años no tomaba una decisión, las parejas del mismo sexo podrían ir a notarías y juzgados a solemnizar sus uniones.  Y eso fue exactamente lo que hicieron. Pero que solemnizar se entendiera como matrimonio dependía del ojo del que lo mirara. 

[Marcela]: Entonces unos jueces y unas juezas dijeron: “A mí me parece que sí es pato”. Y otros dijeron: “No, a mí me parece que no es pato”.

[Laura]: Muchos jueces se rehusaron, pero al primero que sí le pareció que solemnizar una unión era casar a una pareja, hizo el primer matrimonio homosexual en septiembre de ese año en Bogotá. Carlos lo conocía. 

[Carlos]: Y yo dije: “Caramba, que un hombre heterosexual case una pareja del mismo sexo, me quito el sombrero. Mis respetos”.

[Laura]: Por supuesto, cuando algunas parejas comenzaron a casarse, la oposición se intensificó. Y quizá uno de los líderes más visibles de esa oposición fue el procurador Alejandro Ordóñez, un abogado fiel a una orden del catolicismo más tradicional y un activista muy conservador que se oponía públicamente al aborto, a la eutanasia, a la dosis personal de marihuana y al matrimonio igualitario. Este es Ordóñez en 2013 dando un discurso durante un debate sobre ese tema en el Congreso. 

[Soundbite de archivo]

[Alejandro Ordóñez]: El matrimonio, a través de todas las culturas, de todas las épocas y de todas las religiones, ha sido una institución heterosexual. 

[Laura]: Ordoñez tenía un cargo muy poderoso. Entre sus funciones estaba investigar y sancionar las faltas disciplinarias de los servidores públicos, así que todas las notarías del país estaban bajo su supervisión. Si un notario realizaba uno de estos matrimonios, el procurador Ordóñez podía iniciarle un proceso, suspenderlo de su cargo y hasta inhabilitarlo. Pero no podía hacer lo mismo con los jueces, que pertenecen a otra rama del poder público y los supervisa el Consejo Superior de la Judicatura.

Por eso, Colombia Diversa optó por llevar a las parejas que representaba a juzgados en vez de notarías. Prepararon herramientas y material jurídico. Y cada solicitud iba acompañada de un paquete para ayudar a los jueces a interpretar el acertijo que había planteado la Corte Constitucional. 

Sin embargo, no era una solución perfecta. Aún había dos problemas. El primero: como Bogotá es tan grande y hay varios juzgados, no era posible elegir a qué juez le iba a llegar la solicitud. Una oficina las recibía y las asignaba. Podía llegarle a una jueza que creía en la tesis del matrimonio y que aceptara la solicitud, o a uno que no interpretara lo dicho por la Corte de esa manera y la rechazara. Era una lotería.

Y el segundo problema seguía siendo Ordóñez. Si bien, según la Constitución, él no podía disciplinar a nadie en la rama judicial, su poder era tal que podía meter en problemas a los jueces a través de supervisores que tuvieran sus mismas ideas conservadoras.  

[Carlos]: Hay una red de espionaje en todas las oficinas judiciales. Las oficinas judiciales son como las oficinas de Ecomoda. Son un hervidero de chismes. Y entonces, antes de que ese expediente llegue a las manos del juez, el correo de las brujas de toda oficina judicial va a hacer que la Procuraduría esté al tanto de todo eso. Y obviamente, a mayor cercanía con la sede principal de la Procuraduría, como pasaba en Bogotá, peor.

[Laura]: Además, la Procuraduría envió un documento a los procuradores regionales con instrucciones claras: 

[Marcela]: Para que se presentaran a todas las audiencias de matrimonio que hubieran en algún juzgado en Colombia. “Si usted se entera que hay un matrimonio, usted debe presentarse y oponerse”, porque ellos actúan como en nombre de la ciudadanía, de los derechos… de la sociedad.  

[Laura]: Y así impedir que se casaran. A la oposición de la Procuraduría, además, se le sumó la de una fundación llamada ‘Marido y mujer’.

[Marcela]: No sabemos de dónde obtenía los recursos, pero fue una fundación que se creó única y exclusivamente para oponerse al matrimonio igualitario de parejas del mismo sexo en Colombia. 

[Laura]: El ambiente era tenso y confuso. Para las parejas, para la organización, hasta para los jueces. Así que, una vez más, Colombia Diversa tuvo que buscar otra forma para saltar estos nuevos obstáculos. Empezaron a enviar solicitudes fuera de Bogotá, a pueblos cercanos, como Gachetá, un municipio a un par de horas de la capital donde trabajaba un juez que sí aceptaba casar a parejas del mismo sexo. Pero, al poco tiempo de hacer el matrimonio, pasó lo que temían: lo demandaron.

Y justo cuando parecía que se les acababan las opciones, Colombia Diversa recibió un tweet que podía ser el salvavidas que necesitaban en ese momento. Era de Carlos y decía: 

[Carlos]: “En mi juzgado yo voy a admitir directamente matrimonios, porque eso son. No a la discriminacion, al ghetto jurídico”. 

[Laura]: Así que Colombia Diversa lo contactó. 

[Marcela]: Le dijimos: “Y ¿dónde está usted?”. Entonces dijo: “No, yo soy juez en nombramiento, en propiedad y estoy en un pueblo en la costa que se llama San Estanislao de Kotska”, y yo: “¿Qué? ¿Eso dónde queda?”.

[Laura]: Para ese entonces, Carlos ya llevaba cerca de dos años como juez en el mismo juzgado al que fuimos juntos al comienzo de esta historia.

[Carlos]: Y yo dije bueno, está como complicado que una pareja en un pueblo, tan en la quinta porra como este, se quiera casar. Pero legalmente se podía.

[Laura]: Así interpretó él la sentencia de la Corte. Solemnizar era casar, y aunque, efectivamente, su juzgado estaba muy aislado esa era la mejor opción que tenían en Colombia Diversa. Lo más probable era que ningún poderoso tuviera a San Estanislao en el radar. 

[Marcela]: Porque Colombia es así, porque Colombia es un país que tiene olvidados sus territorios, hay sectores de Colombia donde nadie va, no llega el Estado, donde no llega las políticas públicas, donde no llegan los recursos y tristemente eso nos sirvió a nosotros, que no llegara el Estado con su poder a oponerse. El olvido que tiene Colombia en sus regiones, al final, paradójicamente, terminó siendo una buena opción.

[Laura]: Así que sin pensarlo dos veces montaron lo que extraoficialmente llamaron Operación Macondo. 

Marcela asignó a dos jóvenes pasantes la gestión de estos matrimonios.  Eran la primera instancia a la que llegaban las parejas interesadas en casarse. Los pasantes buscaban todas las opciones posibles, pero si no conseguían quién los casara en Bogotá, ya sabían que Carlos lo haría. 

De esos dos jóvenes dependía que esta operación se mantuviera en absoluto secreto… uno de ellos era Juan Felipe Rivera.

[Juan Felipe Rivera]: Sí era una cosa secreta, claro. O sea, también nos tocaba hacer una labor de contrainteligencia porque decíamos: “Este hijuemadre procurador es tan desgraciado que nos manda una gente falsa, nos sacan información y nos jodimos.” Claro que sospechamos de algunas parejas. Puede ser paranoia, puede ser pendejada, puede ser prejuicio. Pero sospechamos. 

[Laura]: Analizaban a los solicitantes, hacían preguntas exhaustivas, lo discutían entre ellos, y si veían un genuino interés, sacaban su arma secreta: el juzgado de San Estanislao de Kostka. 

[Juan Felipe]: Y entonces a mí lo que me tocaba era primero hablar con las parejas y decirles: “Vengan, en Bogotá está muy difícil, tenemos este juzgado…” Entonces la gente era como pero ¿por qué me van a mandar a otro departamento a casarme? Esto está como raro. Entonces explicarles a las parejas: no, no es que es raro, es que mire, este es el debate. 

[Laura]: Les contaban la ambigüedad en la sentencia y que, aunque no decía explícitamente la palabra matrimonio, sí existía la posibilidad de que se interpretara como tal. Si las parejas accedían a viajar, Juan Felipe y su compañera les explicaban la ruta, hasta les dibujaban un mapa para llegar al juzgado. También conversaban con Carlos para que estuviera atento a la llegada de cada pareja. 

El miedo más grande de Juan Felipe era el poderoso procurador Alejandro Ordóñez y el impacto que le podría causar a su futuro profesional.

[Juan Felipe]:  Claro que le tenía miedo. Claro que tenía miedo. Porque además yo decía: ¿Qué van a decir estos hijuemadres? De ahí pueden salir muchas cosas que nos pueden perjudicar como ciudadanos, como abogados y abogadas, y hasta títulos personales. 

[Laura]: La Procuraduría podía hacer un escándalo y acusarlos de estar haciendo algo ilegal, algo corrupto, y hasta dañar sus carreras profesionales.

Pero aun con miedo, el 28 de octubre de 2013, Colombia Diversa envió a las primeras dos parejas a San Estanislao para que el juez las casara. Eran dos parejas de mujeres, todas amigas. Viajaron al pueblo por carretera en el carro de una de ellas. Ella es Prince Torres, una de las novias…  

[Prince Torres]: Recuerdo perfectamente que había como tanto recelo y miedo, como si estuviéramos haciendo una maldad realmente. Ni siquiera nos fuimos ni cambiadas ni nada. O sea, vamos a irnos como si fuéramos a la playa. 

A pesar de la paranoia, Prince no podía estar más feliz de casarse con Karla, con quien llevaba seis años de noviazgo.

[Prince]: Fue la primera relación donde su mamá sabía quién era yo, donde mi familia sabían quién era ella, eh, con quien por primera vez viví, con quien comenzamos a tener proyectos juntas, con quien comenzamos a hablar de la posibilidad de niños, matrimonios, todo, o sea, todo lo que implica tener una relación seria se vivió con Karla. 

[Laura]: Cuando llegaron al juzgado de San Estanislao, Carlos las recibió con los brazos abiertos.

[Prince]: Yo creo que el más contento de todos era era el juez. Él estaba muy feliz de poder hacer historia en este país y de que nosotras, eh, confiáramos en que iba a ser posible. A mí me daba felicidad su sonrisa. O sea, él estaba extasiado. O sea, su cara era de: ¡Wow, lo estamos logrando! 

[Laura]: Las mujeres descansaron unos minutos del calor y en una pequeña sala del juzgado se cambiaron la ropa de playa por una más formal que habían llevado en el baúl del carro. 

[Prince]: No era el vestido, pero sí era como… Yo me coloqué un pantalón blanco como con una chaquetica blanca. O sea, creo que estaba toda de blanco.

[Laura]: A Prince le pareció evidente el esfuerzo que hacían el juez, la secretaria y la escribiente para mantener en pie ese lugar. 

[Prince]: La infraestructura obviamente precaria. Es decir, difícil. O sea, un lugar que se sostenía con las uñas. 

[Laura]: A pesar de la precariedad, el juez hizo todo lo posible para que los matrimonios de ellas, los primeros de ese tipo que realizaba, no fueran un simple trámite judicial. Les preparó unas palabras…

[Carlos]: La parte poética es decirles que qué bonito, que espero que este compromiso dure por mucho tiempo, que sirva como un ejemplo para la sociedad…

[Prince]: Teníamos unos anillos de plata porque obviamente no había dinero para comprar unos anillos de oro y estábamos entre felices y asustadas, por si alguien llegaba, por si cualquier cosa.

[Laura]: A cada pareja la usó como testigo de la otra, las puso a firmar el acta, a que se pusieran los anillos, y al final dijo las palabras tan esperadas:

[Carlos]: Entonces yo las declaro mujer y mujer. 

[Laura]: Y, al final de la ceremonia, el juez pidió que le trajeran la torta. El día anterior había sido su cumpleaños y su mamá le había preparado una de red velvet, así que decidió llevar un pedazo para celebrar las uniones de las cuatro mujeres. Prince no dejaba de pensar en lo que significaba esta celebración más allá de la alegría personal y la importancia de la decisión del juez de casarlas. 

[Prince]: Para mí el juez es un superhéroe. Él, le faltó colocarse la capa porque el pecho lo colocó.

[Laura]: Mientras festejaban y comían, al juez se le ocurrió que la torta de red velvet sería parte del ritual de estos matrimonios a partir de ese momento.

[Carlos]: Entonces uno ya vio que eso era bonito. Y dije: “Hombre, vamos a institucionalizarlo. Próximo matrimonio que también lleven torta”. Pero no siempre mi mamá estaba para prepararla porque a veces, por ejemplo, mi mamá viajaba. Entonces pues listo. Yo sabía hacerla. Harina, huevos, leche, azúcar, toda esa parte. Azúcar, flores y muchos colores, como las Chicas Superpoderosas. 

[Laura]: Con el tiempo, añadió otros rituales. Decidió siempre encontrarse con las parejas en la terminal de buses de Cartagena para viajar con ellas desde allá –así como lo hizo conmigo–. Para que lo distinguieran fácilmente, siempre se ponía una gorra verde que decía Perú y también las citaba muy temprano. Así, con suerte, conseguían cupo en los buses más nuevos. Bueno, nuevos no, pero unos en los que al menos las sillas no sonaran tanto y no les tocara subirse con las gallinas y la cosecha. Tal vez, las parejas no veían ese juzgado como el lugar soñado para su boda, pero de alguna manera, era mejor que seguir soñando. 

El rumor de lo que estaba haciendo Colombia Diversa con el juez empezó a compartirse discretamente y a San Estanislao de Kostka fueron llegando parejas de todos lados –de Medellín, Cali, Barranquilla, Bogotá y hasta Australia– buscando a uno de los pocos jueces en todo el país dispuesto a casarlas. 

Carlos no ocultaba lo que hacía y en el pueblo la gente sabía la razón por la que cada vez había más visitantes. En una ocasión, el cura lo confrontó. 

[Carlos]: Y me hizo como el llamado de atención de que ajá, yo por qué estaba haciendo eso, que tenía que entender que las costumbres del pueblo, que no sé qué, que es un pueblo católico.

[Laura]: Carlos le dijo:

[Carlos]: Hermano, usted allá y yo acá. En el terreno espiritual, perfecto. Usted es rey allá, yo soy rey en mi terreno jurídico. Déjeme que mi criterio está ahí.

[Laura]: Y desde ese momento el cura no le volvió a decir nada… De hecho nadie de San Estanislao. 

[Juez]: Ya el pueblo sabía. El pueblo siempre fue respetuoso. Por ese lado no hay problema.

[Laura]: El problema realmente era que los matrimonios llegaran a oídos de quienes se oponían a cientos de kilómetros de distancia, en Bogotá. Hasta el momento la Operación Macondo marchaba a la perfección, solo que ese secreto no se iba a mantener guardado para siempre.

[Daniel]: Una pausa y volvemos.

[Daniel]: Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón. 

Antes de la pausa, el juez Carlos García había decidido casar a parejas del mismo sexo en San Estanislao de Kostka. Colombia Diversa la llamó Operación Macondo, pero tenían que mantenerla en secreto para que los opositores al matrimonio igualitario no la acabaran. Y lo lograron por un tiempo, hasta que llegó a los medios. 

Laura Robles nos sigue contando. 

[Laura]: Tadeo Martínez trabajaba como reportero en la costa Caribe para Semana, uno de los medios más importantes del país. A mediados de 2015 recibió una llamada de uno de sus editores. Le había llegado el rumor de lo que estaba haciendo el juez en San Estanislao.  

[Tadeo Martínez]:  Alguien me dijo: “Tadeo, mira, tenemos esta historia, queremos que te vayas al pueblo y la cubras, y que nos cuentes a ver qué es lo que pasa, ¿cómo sucedió eso en un pueblo perdido a orillas del Canal del Dique?”

[Laura]: Tadeo cubría principalmente temas de política, corrupción, elecciones, violencia y en ese momento los acuerdos de paz con las FARC era lo más importante en la agenda mediática del país. Pero no podía dejar pasar lo que le estaba diciendo su jefe.  

[Tadeo]: Lo bizarro es el escenario, el pueblo. Que esto no se pudiera hacer en Bogotá, que esto no se pudiera hacer en Cali, que esto no se pudiera hacer en Medellín, sino en un pueblo en medio de la nada, digamos que es que es cómico.

[Laura]: Era  absurdo que las parejas tuvieran que irse del centro político y económico del país para que se respetaran sus derechos fundamentales. La historia era perfecta y ningún medio la había publicado. 

Además coincidía con que, por esos días, la Corte Constitucional haría una audiencia pública para volver a discutir el tema del matrimonio igualitario. Eso fue el 30 de julio de 2015.

[Soundbite de archivo]

[Jorge Pretelt, magistrado de la Corte]: Sean todas y todos bienvenidos al debate. Y que hagamos de esta audiencia, un diálogo democrático…

[Laura]: La última sentencia sobre el tema, la del 2011, había dejado mucha confusión y ya era el momento de resolver las dudas. Se invitó a ambos bandos a debatir. Por un lado estaba Marcela, de Colombia Diversa. 

[Soundbite de archivo]

[Marcela]: Hoy estamos aquí primero para defender la legalidad de los matrimonios civiles que más de 40 parejas del mismo sexo ya han realizado en Colombia…

[Laura]: Hablaron parejas casadas… 

[Soundbite de archivo]

[Sandra Marcela Rojas]: Nosotras llevamos diez años juntas, siete de los cuales hemos estado luchando por conseguir casarnos. Cuando por fin lo logramos, nos toca hacerlo sin la posibilidad de escoger la fecha y casi a escondidas.

[Laura]: También intervinieron jueces de países donde ya se había aprobado el matrimonio igualitario y expertos de organizaciones internacionales que defienden  los derechos humanos. 

Por la contraparte, hablaron políticos conservadores y una representante de la Procuraduría. También estuvo el presidente de la organización Marido y Mujer.

[Soundbite de archivo]

[Javier Suárez Pascagaza, presidente de la fundación Marido y Mujer]

De acuerdo con la Constitución de Política en su artículo 42, establece que el matrimonio y la familia brota por el libre consentimiento de un hombre y una mujer.

[Laura]: Con toda esa información, se esperaba que en unos meses la Corte emitiera un fallo definitivo. La coyuntura era perfecta para contar la historia del juez Carlos García. Así que después de esa audiencia, Tadeo, el periodista de Semana, planeó inmediatamente el viaje a San Estanislao. No había hablado con el juez, pero su idea era buscarlo en el juzgado, entrevistarlo y escribir una crónica. También quería grabar en video partes de esa entrevista para subirlas a redes sociales. Salió temprano esa mañana con su grabadora y su cámara. 

Se encontró con el juez en la puerta y le explicó quién era y por qué estaba ahí. Aceptó la entrevista encantado, lo invitó a conocer el juzgado y le respondió cada una de las preguntas. Al fin de cuentas, aunque su historia no fuera tan mediática, en la audiencia en la Corte se mencionó que un juez había realizado más de 20 matrimonios en San Estanislao. También le contó que Colombia Diversa era quien lo ponía en contacto con las parejas, que ayudaban a quienes realmente habían demostrado tener una intención seria de casarse, que él mismo las recogía en la estación en Cartagena, que viajaban en bus juntos a San Estanislao, y también que les regalaba la torta red velvet. 

Después de entrevistarlo, Tadeo quiso recorrer el pueblo. 

[Tadeo]: Estuve como unas tres o cuatro horas en el pueblo caminando, hablando con la gente, sobre la situación de los matrimonios que se estaban dando, que cómo lo veían, cómo lo vivían,  cómo lo sentían… A la gente no, no le incomodaba. Antes, por el contrario, lo disfrutaban por lo pintoresco, por lo atrevido y no les molestaba. 

[Laura]: Si bien era un secreto para la mayoría del país, el juez no hacía los matrimonios a escondidas de la gente del pueblo. A diferencia del primero, para ese momento, las ceremonias ya eran con varios invitados, vestidos elegantes y celebraciones.

[Tadeo]: Y de hecho, ese año que yo fui, había habido solo un matrimonio en la iglesia católica. Es decir, había más matrimonios oficiados por el juez entre parejas del mismo sexo que matrimonios entre heterosexuales.

[Laura]: Tadeo regresó a Barranquilla esa misma tarde y se sentó a escribir la crónica con toda la información que había recogido. 

El texto salió en la revista impresa en noviembre de 2015 con el título La escondida historia del juez que casa a los gais. Ahí dijeron que San Estanislao era, y cito, “el único pueblo del país en el que las parejas del mismo sexo se pueden casar sin temor a represalias”.  Este es otra vez el juez Carlos. 

[Carlos]: Yo siento que ese fue como una de las últimas grandes crónicas que he leído. Y que he visto. Y siento que sí lo relataron todo desde el respeto. Pero obviamente nadie me preparó pa todo el maremágnum que vino después. 

[Laura]: Porque su historia empezó a ser replicada en otros medios, como en este programa de radio. 

[Soundbite de archivo]

[Vicky Dávila]: Y lo saludamos a esta hora, Carlos García. Juez, buen día.

[Carlos García]: Muy buenos días, Vicky. Muy buenos días a todo el equipo de La FM y a los oyentes.

[Vicky]: Gracias por acompañarnos. Oiga, ¿y cómo es la tarea? ¿Cómo es el rito que usted hace? 

[Carlos]: Totalmente igual a como si lo pidiera una pareja heterosexual. Es básicamente…

[Laura]: Ya esto había salido del mundo del activismo a algo mucho más público. Ahora no era solo el Procurador el que se iba a enterar, era cualquier ciudadano que se opusiera a los matrimonios de parejas homosexuales. Carlos lo sabía. 

[Carlos]: En cualquier momento podían venir y me iban a dañar una ceremonia, en cualquier momento me iban a presentar una tutela en contra, en cualquier momento podían pedir que me suspendieran y bueno, ahí me jugué el todo por el todo.

[Laura]: Y, al mismo tiempo, cuando el juez empezó a dar entrevistas, tanto él como Marcela, la directora de Colombia Diversa, supieron que este era el fin de su alianza. 

[Marcela]:  Pues nosotros teníamos un acuerdo tácito con él, que era como: “Si usted llega a decir que está haciendo matrimonios, daña la plaza”. O sea, ya no podemos seguir haciendo matrimonios e hicimos como ese compromiso y en el momento en que usted lo diga, ya.

[Laura]: Aunque ambos sabían que lo que facilitaba los matrimonios era precisamente la discreción, no quedaron en malos términos.

Ya sin Colombia Diversa y con una propuesta de trabajo en Cartagena, Carlos hizo su último matrimonio homosexual el 10 de diciembre de ese año, 2015. 

[Carlos]: No fue una fecha aleatoria. Fue una fecha intencional. Yo, el 10 de diciembre, cumplo años de haberme graduado. Fue la última que hice. En la boda 31.

[Laura]: Y después de casar a 31 parejas, se fue a su nuevo trabajo como juez en Cartagena, a principios de 2016. A los pocos días de comenzar, pasó lo inevitable: un ciudadano escuchó la noticia y presentó una queja ante el Consejo Superior de la Judicatura, la entidad que disciplina a los jueces. 

[Carlos]: Una persona que jamás creo que haya visitado el pueblo. No era parte de ningún proceso, no era nadie conocido, simplemente: “No, es que vi el artículo y me parece que hay una irregularidad. Ta ta ta ta”. 

[Laura]: La irregularidad de la que se le acusaba no era exactamente por haber realizado matrimonios de parejas homosexuales, sino porque, según una norma que existió alguna vez, las parejas sólo se podían casar con el juez del lugar donde vivía la mujer. Para Carlos, todo era tan absurdo que lo  interpretó como un plan homofóbico para meterlo en problemas.  

La Judicatura le notificó la queja a Carlos y empezó una investigación. Le pidió documentos para revisar qué había hecho.

[Carlos]: “Y mande copia de todos los matrimonios que usted celebró, mi hermano”. Eso era un cartapacio como 1,200 páginas porque eran todas las copias de las solicitudes, los autos, las actas, los DVDs, todo.

[Laura]: Mientras Carlos reunía todo el material y se preparaba para presentarse ante la Judicatura para defenderse, la Corte finalmente se pronunció sobre el matrimonio igualitario el 7 de abril de 2016. Juan Felipe, el practicante de Colombia Diversa, recuerda que estaba trabajando en la oficina cuando se enteró de la noticia. 

[Juan Felipe]: Y yo me acuerdo que yo me senté en el escritorio y me puse a llorar. Entonces la secretaria de Colombia Diversa, Adriana, salió y me dijo: “¿Usted está bien?” Y yo: “No, Adri, no puedo, la emoción. Yo no pensé que fuera a ver esto y menos en Colombia y como que ya se resolvió esta pelea, al fin nos dieron la razón”. 

[Laura]: Con seis votos a favor y tres en contra, la Corte lo había aprobado. 

[Soundbite de archivo]

[Manifestantes]: Sí, señor. Yo sí me casaré porque aquí en Colombia ya me deja la ley… 

[Juan Felipe]: Ese día sentí yo que yo, por lo menos como hombre gay, ya dejé de estar allá rezagado, tirado atrás, sino que ya me siento un poquito más igual que el resto de la población. 

[Marcela]:  Ya no es lo que digan las notarías, no es lo que diga cada juzgado individualmente, no es lo que diga Colombia Diversa, no es lo que diga… No, nada ya. Lo que dijo la Corte es que en Colombia existe el matrimonio civil para las parejas del mismo sexo. Ya, cerrado el debate. Ah, no, pero obviamente que el procurador, porque él tiene esa facultad, presentó una nulidad de la sentencia, que obviamente la Corte desestimó. Ya, señor, cálmese. Ya.

[Carlos]: El fallo de la Corte Constitucional nos daba la razón a los cuatro jueces que habíamos casado y abiertamente lo habíamos llamado matrimonio. Entonces me sentí muy orgulloso de haber sido parte de ese selecto grupo de jueces que lo hicimos realidad. Pero por otra parte, pues sí, el tema disciplinario apenas estaba empezando…

[Laura]: Y a pesar de la euforia del momento, Carlos aún tenía que resolver ese tema. 

A finales de ese año, 2016, la Judicatura lo citó a una audiencia. La noche anterior se le hizo larguísima. 

[Carlos]: No dormí un carajo. Uno tiene que recordar que estamos en el mundo del derecho y en el mundo del derecho cualquier cosa se puede interpretar de una forma o de otra, y el problema es si tu superior tiene una interpretación diferente a la tuya.

[Laura]: Y si los de arriba decidían que su interpretación había sido incorrecta, para él las consecuencias eran claras. 

[Carlos]: Me destituyen. Me pueden compulsar copias a la Fiscalía y voy preso.

[Laura]: Por prevaricato, es decir, por tomar una decisión judicial sabiendo que viola la ley. 

A Carlos también lo estresaba pensar en el lugar donde sería aquella audiencia.

[Carlos]: Si hay un edificio con una carga negativa para asistir a una audiencia de esas, es el Palacio de la Inquisición.

[Laura]: El Palacio de la Inquisición, en pleno centro histórico de Cartagena. Ahí, durante la colonia, se hicieron juicios a herejes y brujas. 

[Carlos]: Sí había torturas y había cositas… Y ese edificio siempre que yo he tenido que ir ahí, yo siento una energía muy negativa, horrible. 

[Laura]: De todos modos, al día siguiente, el 13 de diciembre de 2016, se presentó en el Palacio a cumplir su deber. Empezó la audiencia en la Sala Disciplinaria de la Judicatura. Los magistrados le fueron lanzando preguntas muy directas sobre los matrimonios. 

[Juez]: ¿Por qué se programaban tantos? ¿Por qué le llegaban tantos? ¿Por qué usted no consideró otra opción de remitirlo a otro despacho si las personas no vivían en el pueblo? Es es que las audiencias en la sala disciplinaria son intimidantes. Yo nunca me había sentido tan contra la pared como esa audiencia.

[Laura]: A pesar de la intimidación, él se sentía seguro de haber cumplido con la ley. Además, se había preparado muy bien para ese día. 

[Carlos]: Entonces yo dije: “Ey pero miren que aquí la sentencia dice una cosa, dice que la interpretación fue correcta”. Además, había hecho un poquito más de investigación. Y leo la página del libro ta, ta, ta de los autores fulanos ta ta ta ta ta ta ta ta… Entonces yo dije: yo siento que tengo una defensa sólida. Igual están firmadas las actas. Igual todo está registrado. Igual la Corte me falló a favor. ¿Todavía estamos en estas?

[Laura]: Lo siguieron interrogando por dos horas. Cuando se acabó la audiencia, no le dijeron nada más. Después de eso sólo podía esperar y seguir haciendo su trabajo como juez en Cartagena hasta que la Judicatura se pronunciara sobre su caso. 

Pero la espera duró mucho. Sólo hasta tres años después, en 2019, le llegó la noticia: uno de los magistrados había archivado el proceso y lo había absuelto. 

[Carlos]: Y ese magistrado dijo: “Es que hermano, es que la sentencia de la Corte es clarísima. Fue una interpretación correcta de la Constitución. ¿Cómo voy a discutir yo que la Corte Constitucional?” 

[Laura]: Ahora sí Carlos ya no tendría que preocuparse por defender lo que sabía que había hecho bien. Fue un alivio quitarse ese peso de encima. 

[Carlos]: Como el vientico de la Rosa de Guadalupe. Porque yo dije al menos esta guerra ya la tenemos ganada. Si sobrevivimos a esto, sobrevivimos a una guerra nuclear.

[Laura]: Pero más que una guerra, lo que han ganado los defensores de los derechos de las personas LGBTIQ+ han sido batallas, grandes y pequeñas. Porque la guerra todavía sigue. En 2020, cuatro años después de que la Corte ya había dejado claro que una pareja del mismo sexo se puede casar donde quiera, un juez en Cartagena se negó a casar a una pareja de mujeres. 

Para Carlos, esto fue una advertencia. Todavía no se puede bajar la guardia.  

[Carlos]: Yo sentí: “¡Epa! Aquí todavía hay algo”. Porque si ya los jueces estamos negándonos, ¿cuál fue el sentido de todo este tiempo que yo estuve en la angustia de qué pasaba conmigo? Ese retroceso no se lo deseo a nadie, a ninguna pareja. No le deseo a ninguna pareja que alguien venga simplemente a oponerse por una convicción personal. Tienen derecho a casarse y punto.

[Laura]: Incluido él.

¿Bueno y  entonces no se quiere casar?

[Carlos]: Sí quisiera. Tengo un anillo que me compré yo mismo en Estambul. Con una piedra muy bonita que se llama sultanita, que cambia de color. El problema es con quién.

[Laura]: Pero si encuentra a alguien, de lo que está seguro ahora es que podrá escoger cualquier lugar en Colombia para casarse sin problema… Incluso, si quiere, en ese pequeño pueblo: San Estanislao de Kostka. 

Un lugar improbable a toda vista, que aunque alejado de las grandes instituciones del centro del país donde se suele definir el rumbo de las leyes, logró ser fundamental para el avance de los derechos humanos en Colombia. Lo hablé con Carlos justo en el bus cuando regresábamos de San Estanislao…   

[Carlos]: A veces esas reivindicaciones son interesantes hacerlas y sobre todo de hacerlas en el escenario más improbable del mundo y ver eso me demuestra que una revolución jurídica también está al alcance de nosotros.

[Daniel]: Desde Colombia Diversa, Juan Felipe Rivera y Marcela Sánchez siguen trabajando por los derechos de las personas LGBTIQ+ en Colombia. Aún reciben cientos de consultas al año sobre el tema del matrimonio. 

Carlos García ya no casa parejas. Ahora es juez de familia e irónicamente, entre otras labores, se dedica a divorcios. 

Laura Robles Muñoz es periodista del Caribe colombiano. Coprodujo este episodio con nuestro productor senior David Trujillo. Ambos viven en Bogotá. 

Esta historia fue editada por Camila Segura, Natalia Sánchez Loayza y por mí. Bruno Scelza hizo el fact checking. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri y Rémy Lozano con música de Rémy.

El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Lisette Arévalo, Pablo Argüelles, Adriana Bernal, Aneris Casassus, Diego Corzo, Emilia Erbetta, Selene Mazón, Juan David Naranjo, Ana Pais, Melisa Rabanales, Natalia Ramírez, Barbara Sawhill, Ana Tuirán, Elsa Liliana Ulloa y Luis Fernando Vargas.

Carolina Guerrero es la CEO. 

Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Estudios, se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.

Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

 

Créditos

PRODUCCIÓN
Laura Robles Muñoz y David Trujillo


EDICIÓN
Camila Segura, Daniel Alarcón y Natalia Sánchez Loayza


VERIFICACIÓN DE DATOS
Bruno Scelza


DISEÑO DE SONIDO 
Andrés Azpiri y Rémy Lozano


MÚSICA
Rémy Lozano


ILUSTRACIÓN
Gabriela Sánchez


PAÍS
Colombia


TEMPORADA 13
Episodio 19


PUBLICADO EL
02/20/2024

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